La perversion de una esposa ingenua II
Esa noche todo quedaría consumado, pude tener su verga en mi boca y comprendí... que ya no había marcha atrás, ahora llevaría una nueva vida, al lado de mis dos hombres.
La perversión de una esposa ingenua “II
Los días siguientes a lo sucedido con Julio, sentí un gran remordimiento por haber sido tan débil, me daba vergüenza mirar a los ojos a mi esposo; sin embargo el se comportaba con toda naturalidad, y lo más importante fue que no había vuelto a decirme absolutamente nada.
Todavía mantenía fresco el recuerdo del dolor que me causo Julio cuando me cogió. Pero también recuerdo que sentí algo nuevo, algo que de alguna forma me estaba haciendo sentir más satisfecha.
Poco a poco fui olvidando lo sucedido, ya lo había superado cuando una tarde las palabras de mi esposo me hicieron comprender que sus planes de seguir pervirtiéndome seguían en pie.
__Laura, ¡por favor limpia el cuarto de herramientas! Este fin de semana tendremos visita.
Ingenuamente me atreví a preguntarle, quien vendría a casa, su respuesta me dejo fría por la sorpresa.
__Julio viene a terminar lo que quedo inconcluso la vez pasada. ¿Recuerdas?
Confundida me dirigí al cuarto de herramientas, sacudí la cama y puse sabanas limpias, mientras lo hacía, no pude evitar recordar los momentos que pase con Julio, el dolor que me causo cuando me cogió con brusquedad, pero también recordé cuando me paso su lengua por mi chocho y por el ano, no pude evitar estremecerme al recordarlo.
El resto del día lo pase nerviosa, mientras mi esposo había salido al pueblo, donde estaba bebiendo cervezas sin duda, y claro, esperando que Julio llegara.
Ya empezaba a obscurecer cuando los perros se mostraron inquietos, enseguida los vi entrar, Julio me saludo afectuosamente estrechando mi mano. Parecía un hombre diferente, se comportaba amable y sonreía mientras caminábamos al interior de la casa.
Mi esposo se veía un poco indispuesto por las cervezas que ya había bebido. Sin embargo sus palabras eran claras y precisas.
__Voy a encender el temazcal, ustedes pueden bañarse, yo… me siento muy cansado y prefiero ir a dormir. Laura… ahora se atenta y atiende a Julio, recuérdalo… ¡es como si él fuera tu hombre!
Sin atreverme a ver de frente a Julio, fui al baño y lo encendí, después camine a la cocina y serví un vaso con agua, bebí el contenido hasta el fondo, lo escuche dirigirse a donde yo estaba, mis manos temblaban, sin darme tiempo de reaccionar, se puso a mis espaldas y con movimientos agiles bajo el cierre de mi vestido.
Soltó la prenda y esta resbalo por mi cuerpo hasta caer al piso, cerré los ojos para no ver cómo me despojaba de la ropa interior, solo permanecí quieta y en silencio. Ya estando desnuda, sus manos recorrieron mi espalda y se detuvo al llegar a mis nalgas, las acaricio por varios minutos.
Después, volvió a acariciar, ahora lo hizo por la parte frontal, recorrió mis piernas, apretó un poco con fuerza mis tetas y después… sus manos se posaron en mi sexo, acariciando mis vellos púbicos.
- ¿Recuerdas lo que no pudiste hacer la ocasión pasada?
--Si.
- Espero que ahora si lo logres, estaremos solos en el baño, nos bañaremos y ahí… lo intentaremos, después, saldremos e iremos al cuarto donde te hare disfrutar de mis caricias.
- ¡Quizá te has hecho la misma pregunta varias veces! Me refiero a ¿Cómo me inmiscuí en tu vida? ¿Te lo has preguntado?
--Si… muchas veces.
- Voy a decírtelo, una tarde bebía cervezas con tu esposo, por algún motivo salió la charla relacionada a nuestras vidas intimas, yo le conté todo lo que había disfrutado con mi esposa, él se mostro muy interesado y no sé cómo llegamos al punto donde él me pidió que yo te convirtiera en una mujer de mente abierta, tal y como lo fue mi esposa.
- Acordamos que lo intentaríamos y mírame, aquí estoy dispuesto a convertirte en una mujer diferente.
--¿De verdad así sucedió?
- Si.
Julio no dejaba de acariciar mi cuerpo, mientras continuo con los detalles de su confesión.
--¿Puedes contarme acerca de tu esposa? Quisiera saber qué es lo que ella hace para complacerte.
- Bueno, en realidad ella falleció hace un par de años, pero si… si puedo contarte algo de ella, era muy parecida a ti, tímida, pudorosa e ingenua, poco a poco me encargue de llevarla por el camino de los placeres sexuales, no fue fácil convencerla de entregarse a otros hombres.
- Pero mi insistencia dio frutos y tiempo después acepto hacerlo, yo mismo le llevaba a sus amantes a casa, mis amigos, yo organizaba reuniones donde jugábamos cartas mientras ella nos atendía, trataba de tenerla siempre con ropas sexys, incluso… había ocasiones que ella andaba desnuda sirviendo las copas mientras nosotros jugábamos.
- Al final, quien más juegos ganaba, tenía el privilegio de coger con ella, pero también llegamos a cogerla todos al mismo tiempo.
--¿De verdad? ¿No te molestaba ver que otros hombres se la cogieran delante de ti?
- No, por el contrario, me daba placer verla disfrutando mientras se la cogían, me ponía muy excitado verla comportarse como una puta, era morboso saber que mi esposa de actitud ingenua, fuera capaz de comportarse como una puta.
- Ya lo comprenderás cuando lo hayas hecho.
--¿También me entregaran a otros hombres?
- Si. Poco a poco lo haremos, la idea es, que tú seas como mi esposa, pero si en algún momento te sientes incomoda y quieres dejar de hacerlo… ¡solo tienes que decirlo!
--¡Voy a checar si ya está el baño! Enseguida regreso.
Fui al temazcal y comprobé que ya estaba listo, ahora me sentía más confundida con lo contado por Julio, minutos después ambos caminábamos hacia el temazcal, entramos y de inmediato sentimos el golpe de calor en nuestros cuerpos.
Nuevamente lo tenía frente de mi, desnudo, con su verga erecta, el pudor me impedía mirarlo abiertamente, después de bañarnos fue él quien dio inicio al jugueteo sexual, esta vez me sentí diferente, lo que me había contado y su confesión de querer hacer de mi una puta, me había alterado la temperatura de mi cuerpo.
Ya me imaginaba siendo cogida por varios hombres al mismo tiempo.
- Recuéstate y separa las piernas, voy a mamar tu chocho.
El calor de su boca, el calor del baño, todo se conjugaba para hacer un clima propicio de deseo, su lengua pasaba lentamente por mi chocho, yo mordía mis labios para no gemir, me daba vergüenza hacerlo.
No recuerdo el momento cuando me di vuelta, solo recuerdo que ya estaba pasando su lengua por mi ano, haciéndome temblar de placer, nuestros cuerpos estaban sudorosos, estábamos dentro de una hoguera sexual, cuando toco el turno de mis tetas, fue algo delicioso, sentir como succionaba mis pezones, dándome ligeras mordidas ocasionales.
Sentí enloquecer de placer, en ese momento me olvide por completo que era una mujer casada y que a escasos metros estaba mi esposo dormido.
- ¿Te gusta lo que te hago?
--Si.
- Ahora… demuéstrame que sabes corresponder, mama mi verga, inténtalo y veras que después lo disfrutaras mucho, solo abre tu boca y déjala entrar, poco a poco te irás acostumbrando.
Me pidió ponerme de rodillas, mientras él se quedaba sentado en una silla de madera pequeña, su verga estaba a escasos centímetros de mi boca, cerré los ojos y abrí la boca, el resto lo hizo él mismo, lentamente sentí como entraba en mi boca inundando mi garganta.
Cuando ya estaba dentro, apreté ligeramente mis labios alrededor y empecé a chupar, como si fuera una paleta. Abrí los ojos cuando lo escuche gemir, pensando que lo había lastimado lo solté rápidamente y con actitud ingenua pregunte.
--¿Te lastime?
- ¡No preciosa! Me hiciste disfrutar algo que hacía mucho no sentía, ¡anda… sigue haciéndolo, lo haces muy bien! volví a abrir la boca y deje entrar nuevamente su verga, ahora mantuve los ojos abiertos, mirando su reacción, poco a poco fui tomándole gusto a tener su verga dentro de la boca.
Mientras yo mamaba su verga el no perdía el tiempo, con sus manos estaba acariciando mis tetas, y por momentos lo hacía con mi sexo, podía sentir como resbalaba uno de sus dedos dentro de mi chocho. Repentinamente Julio comenzó a decir cosas que tenía pensado hacerme, cosas que me hicieron alcanzar un estado atípico de excitación.
- Ya lo he charlado con tu esposo y el está de acuerdo, iras unos días a vivir a mi casa, como si fueras mi esposa, yo te vestiré y tendrás que ocupar el lugar que dejo libre mi esposa, tendrás que complacer a mis amigos.
- Voy a enseñarte a comportarte como una puta, a dar placer y a recibirlo sin resistirte. Espero que estés dispuesta a hacerlo.
- Suficiente Laura, vamos… es hora de coger.
Julio me tomo de la mano y fuimos al cuarto de herramientas, me recostó y abrió mis piernas, volviendo a chupar mi chocho, pero ahora con más deseo, sentí su lengua resbalar dentro y acariciar mis paredes vaginales, me estremecí al sentir la punta de su lengua posarse en mi pequeño y delicado clítoris.
Estire mi mano y atrape su verga, la acaricie con suavidad, sentí el deseo de volver a tenerla en mi boca, pero él no dejaba de chupar, repentinamente me dio la vuelta y me puso en cuatro patas, era el turno de mi ano, su lengua trataba de abrirse paso, cada lengüetazo me hacía perder las fuerzas de mis piernas.
Poco a poco fui perdiendo toda resistencia, ya no deseaba que dejara de hacerlo, apreté las sabanas con fuerza y volví a morderme los labios, pero todo intento por callar mis gemidos, fueron inútiles, ya no pude resistirme, de forma natural. Mis gemidos rompieron el silencio de la noche.
Julio siguió chupando hasta que se sintió satisfecho, yo por mi parte estaba en un estado máximo de clímax, estuve a punto de suplicar para que me cogiera, pero eso no fue necesario, se subió a la cama y me monto así, en cuatro patas.
Su verga estaba muy caliente, sentí como inundo mi chocho, tomo mis tetas con sus manos y así, comenzó a cabalgarme, dando embestidas que terminaron por doblegar toda resistencia.
Esta vez no hubo dolor, solo placer, su verga entraba y salía con mucha suavidad, mientras me cogía, me pidió que le diera mi palabra que siempre estaría dispuesta a complacerlo, lo hice sin pensarlo, ahora ya estaba dispuesta a llevar esa doble vida, compartiéndola con mis dos hombres.
- ¿Te gusta cómo te cojo?
--Si… ¡mucho… me gusta mucho!
- Entonces… vas a ser mi mujer cuando lo desee, ¿estás dispuesta a hacer todo lo que te pida? Incluso entregarte a otros hombres.
--Si. ¡Todo… todo lo que me pidas!
- Ahora ya eres mi mujer, muy pronto te llevare a mi casa.
- Pronto tendrás muchas vergas para ti solita, tengo amigos con muy buena herramienta, y cuando te cojamos varios al mismo tiempo, sentirás llegar al paraíso, ¿te gustaría experimentarlo?
--Si. Lo deseo mucho. Quiero ser esa mujer dispuesta a todo.
Un ruido a mis espaldas me hizo mirar rápidamente atrás, me quede inmóvil al ver a mi esposo de pie, mirando la escena, sentí vergüenza y trate de zafarme, pero Julio se encargo de tranquilizarme.
- Vamos Laura, ¡no pasa nada! El ha escuchado todo y no se opondrá. ¿No es verdad?
La voz de mi esposo se escucho, dejando en claro que compartía la idea de Julio de convertirme en esa puta que deseaba.
__Sí, estoy de acuerdo en todo, me da gusto que estés dispuesta a intentar ser una mujer liberal, dispuesta a disfrutar de los placeres sexuales.
Julio seguía cogiéndome, mientras mi esposo se despojaba de sus ropas, repentinamente abandono el cuarto, pero regreso minutos después, había entrado a bañarse y sin más… se acomodo delante de mí y yo… entendí lo que tenía que hacer.
Abrí mi boca y mame por primera vez su verga, ahora tenía una verga en mi chocho y la otra en mi boca, Julio continuo ablando mientras seguía bombeándome.
- Sería bueno que se mudaran a mi casa, así estaríamos todo el tiempo juntos, podríamos coger a diario, y claro… organizaríamos las reuniones todos los fines de semana.
Mi esposo se unió a Julio y ambos decían cosas, tan morbosas que no pude más y en cuestión de minutos alcance un orgasmo abundante.
__Si… podemos hacerlo, aunque también puedes llevártela y pasar más tiempo con ella, yo podría ir los fines de semana, ¡si quieres… puedes llevártela mañana mismo! E iniciarla con tus amigos. Ya la imagino teniendo varias vergas al mismo tiempo, imagino su chocho mojado por el semen de hombres deseosos de cogérsela.
Todo sucedió repentinamente, los tres alcanzamos el clímax al mismo tiempo, no me dio tiempo de reaccionar, el semen de mi esposo inundo mi garganta y lejos de sentir nauseas, trague todo, mientras el semen de Julio corría por mi sexo.
El primero en levantarse fue mi esposo, salió y se fue a dormir, yo me quede abrazada a Julio, por la mañana, ya no había vuelta atrás, todo se había consumado, ya les pertenecía a ambos y estaba dispuesta a complacerlos en todo.
Al siguiente día abandone la casa, caminaba en medio de mis dos hombres, mi esposo nos acompañaría a la parada del transporte, una nueva vida estaba por iniciar.