La perra vida 10

Probado el regalo electrizante, el tiempo pasa rápido y la naturaleza sigue su curso. La perra no se imagina lo que le espera.

La perra vida

Capítulo diez

Continuaron las actividades en la granja, los días pasaban lentos para Lara, ya no hablaba, ya no pensaba, solo sentía y padecía. Su amo, su adorado amo, la degradaba mas cada día, le demostraba su menosprecio en cada ocasión, solo se dirigía a ella para humillarla, maltratarla, follarla o divertirse como le diera la puta gana o como le saliera de los cojones, como no se cansaba de repetir y ella le demostraba su agradecimiento y devoción con su total entrega. Era una floja e inútil perra que no merecía mas que el trato que recibía. Estaba por debajo de cualquier otro animal de la granja, cualquiera valía mas que ella, por eso tenía que satisfacer todas sus necesidades, les daba de comer, de beber y les cedía su cuerpo para su disfrute y diversión de su amo y sus amigos.

Lara había perdido la cuenta de los días, semanas, meses que llevaba disfrutando de aquel infierno, su vida era como un castigo continuo plagado de orgasmos. Su amo lo había conseguido, por mas que padeciera, su repugnante clítoris era una fuente inagotable de placer, solo tenía que pellizcarlo o acariciarlo levemente para que su libido traspasase las barreras de su ínfimo control, se lo habían demostrado en infinidad de ocasiones. Hacía todos los trabajos de la granja y se corría, la azotaban y se corría, la follaban los animales y se corría, casi al respirar lo hacía. Cual perra en celo permanente andaba todo el día restregando su coño para poder aplacar sus ansias y precisamente tanta excitación le había acarreado un sinfín de humillaciones y castigos. En eso había convertido su vida por voluntad propia y agradecía a su amo por ello.

Cuando una mañana llegó el segundo paquete enviado por su cuñada, Pedro pensó en invitar a sus amigos sin demora, primero lo probaría con la perra y una vez examinadas todas sus posibilidades iría a buscarlos para divertirse y enseñarles su nuevo juguete. Que gran idea, la electricidad era de lo poco que no había probado la perra y era una falta en su educación que estaba dispuesto a rectificar de inmediato y otra vez, todo gracias a la gemela de la perra. Elena sabría apreciar este nuevo regalo tanto o mas que el anterior y Mateo disfrutaría mucho viendo a su antes timorata esposa convertida de nuevo en némesis de la perra.

Lo primero que hizo fue leer el manual que acompañaba al equipo, no era cuestión de freírla al primer intento, y la curiosa nota manuscrita que adjuntaba el dueño de la tienda.

Señor Pastor, usted no me conoce, me llamo Carlos y soy el propietario, con mi esposa Marta, de la tienda donde ha sido adquirido este equipo. La señorita Heredia lo ha comprado y nos ha comentado que lo utilizaría para educar a su perra, por la que nos ha parecido que sentía un odio visceral y malsano.

No sabemos si le ha comentado algo al respecto, pero es nuestra obligación advertirle que la venta de este tipo de material se registra ante las autoridades con el fin de no facilitar un uso ilícito del mismo, lo cual, está penado por ley. Lo único que deseamos es que lo disfrute con moderación durante mucho tiempo.

Espero que sepa perdonar nuestra interferencia en sus asuntos, pero nos sentíamos obligados a advertirle. Quedamos a su entera disposición.

Atentamente

Carlos y Marta

Pedro estaba impresionado por la advertencia, no solo perdonaba la intromisión si no que la agradecía, no tenía idea, ni estaba dispuesto a tener problemas con la ley por culpa de la perra, utilizaría el equipo con moderación como le habían aconsejado y si lo que rezaba el manual era cierto, bastaría y sobraría con eso por una larga temporada, mas adelante ya veríamos, pensaba mientras hacía un par de pruebas, que sin saberlo eran similares a las que había realizado Carlos, el dueño de la tienda a su cuñada, solo que en esta ocasión Pedro se entretuvo bastante tiempo probando con una de las pinzas primero en un dedo, en el lóbulo de su oreja y por último, en la punta de su lengua, variando las intensidades y la duración de las descargas. Excitado con los resultados y comprobando que el equipo tenía sus baterías cargadas, no esperó mas para probar su nuevo juguete con su víctima. Como diría Elena, que Dios bendijera a su cuñada por haberle enviado esta maravilla y que pillara a la perra confesada, al pensar eso se juró que andaría con cuidado o Elena lo llevaría al lado oscuro de esa religión extraña que profesaba.

  • Aquí perra – llamó y la vio aparecer al trote, alegrándose de que después de un largo rato encerrado en casa, su amo reclamara su presencia – tu hermana ha enviado un nuevo regalo que probaremos ahora y agradecerás después ¿lo has entendido?

  • Si amo, probará el nuevo regalo enviado por mi hermana y luego yo tendré que agradecerlo – era la frase mas larga pronunciada por la perra en mucho tiempo y que había cambiado su expresión de alegría por una mueca muy graciosa de terror, al recordar la utilización de los látigos enviamos con anterioridad como regalo por su gemela

  • Sube al porche, y colócate en las poleas para que te amarre mirando a mi mecedora – ordenaba y la perra obedecía, una vez atada con los brazos extendidos sobre su cabeza y sus pies rozando el suelo con las puntas de sus dedos continuó – suelta tus bolas de ejercicio – orden que fue acompañada por la relajación de los músculos internos de la perra y el ruido que hicieron estas al chocar contra el suelo del porche y rodar por él – mi nuevo juguete requiere una gran concentración por lo que sugiero que permanezcas en completo silencio, cualquier sonido que emitas será severamente castigado, quedas advertida – amenazaba colocándole la mordaza de aro

A continuación Pedro colocó ambos huevos en las entradas principales de la perra ordenándole retenerlas a toda costa, so pena de recibir un riguroso castigo, aprovechando la apertura que forzaba la mordaza le colocó una pinza en su lengua, que tendría que mantener fuera, dos en sus aumentados pezones y una en su adorado y aberrante clítoris, reservaría el resto de los complementos para pruebas venideras. La muy viciosa de la perra ya estaba temblequeando sólo con la colocación de los complementos, si no se andaba con cuidado el placer que sentía la muy sinvergüenza disimularía el dolor del castigo. Sentado cómodamente en su mecedora y provisto del mando a distancia y del manual de funcionamiento procedió a aplicar la primera descarga en el coño de la perra, mínima potencia fijada, pulsar el botón rojo, dos segundos de duración.

  • ¡Aaayy! – exclamó la perra, mas por sorpresa que por dolor, a pesar de haber sentido por un momento como se acalambraba su vagina

  • Joder perra inútil, mal empezamos si a la mínima oportunidad ya te estás quejando, llevarás la cuenta de los castigos como siempre, apunta uno – amonestaba a la perra repitiendo la operación – bastante mejor, veremos como soportas esta – probaba ahora con el huevo alojado en su culo – bien, me está gustando – decía al ver sus muecas y activando ambos huevos simultáneamente consiguiendo un nuevo jadeo – lástima te estabas portando perra – intentaba ahora con las de los pezones – perfecto y ahora… que bueno – viendo saltar su lengua y como la metía dentro de su boca y escuchando un nuevo jadeo – apunta tres mas y para terminar – pulsación de botón rojo aplicando descarga de cinco segundos en el sensible clítoris y consiguiendo el orgasmo esperado acompañado, por supuesto, de mas jadeos, gemidos y balanceos de la perra – Extraordinario, lástima que no hayas sido capaz de mantener el silencio ni la lengua fuera – se congratulaba entrando en la casa para buscar una cerveza, quizá era temprano para comenzar a beber pero se le secaba la boca al pensar que estaría largo rato probando su nuevo juguete

Lara se estremecía de arriba abajo, no le había gustado nada el nuevo regalo de su hermana, se había pasado tres pueblos enviándolo, eso pensaba cuando un nuevo calambre en todos los complementos a la vez, mas intenso pero corto, provocó otro intenso orgasmo. Jadeó como una perra, vaya si lo hizo, no solo no se lo esperaba, ya que su amo continuaba dentro de la casa, si no que con los espasmos de su orgasmo sus músculos internos no pudieron retener el huevo que alojaba su vagina, que cayó al suelo como habían hecho antes sus bolas mientras la perra continuaba estremeciéndose.

Al ver eso, Pedro, colérico por si se había estropeado el huevo, le propinó una somanta de golpes que dejaron a la perra colgada y medio desvanecida. Una vez comprobado que no se había dañado su nuevo juguete lo volvió a introducir en su vagina y fue a buscar a sus amigos, dejando a la perra ahí colgada tras advertirle que la paliza se la había ganado por tirar el huevo, los castigos por no haber mantenido su lengua fuera de la boca y el silencio que había decretado le serían aplicados cuando regresara con sus amigos.

A medida que Pedro se alejaba de la casa, iba pulsando el botoncito rojo variando los receptores, así pudo comprobar que incluso desde el galpón donde guardaba su camioneta, la construcción mas separada de la casa, le llegaba la señal a la perra que se estremecía a consecuencia de las leves sacudidas, perfecto, se acabó el andar llamándola a gritos.

No tardaron en aparecer, desde que había regresado al valle y Mateo y Elena habían probado a su perra, se habían convertido en asiduos visitantes de la granja y con solo insinuarles una nueva diversión, dejaban lo que fuera que estuvieran haciendo para probarla. Que veladas tan agradables pasaban maltratándola con infinidad de cosas que la perversa mente de Elena, inspirada por sus salmos, aplicaban a la perra y que esta agradecía corriéndose sin fin. Su resistencia estaba vencida, al castigarla sin descanso y al mantenerla permanentemente excitada, la habían convertido en una impúdica obsesa libidinosa que haría cualquier cosa por aplacar su ardor.

Aparcada la camioneta, acercándose a la casa, Pedro les contaba del nuevo regalo enviado por Susanita, aplicando descargas a lo loco para que sus amigos vieran como se estremecía, jadeaba, gemía y se corría para recibirlos. Hasta que su amo le pegó una buena descarga en su clítoris que con el orgasmo implicado provocó la meada de la perra que corría por sus piernas hasta formar un charco a sus pies.

  • Hola pera – saludaba Elena – veo que estás ocupada – se reía

  • Joder pero que guarra, menuda meada se ha echado – la humillaba Mateo – ¿es así como nos recibes? Creo Pedro, que con tanta follada con cerdos vas a tener que cambiarle el nombre de perra por el de cerda, puerca o cochina

  • Quizá lo haga si sigue demostrando estos modales – le decía soltándola de las poleas y al caer al porche le ordena – Suelta el huevo de tu coño – y una vez expulsado le quitó la pinza de la lengua - Limpia lo que has ensuciado cerda, mas te vale que esté el porche impecable cuando salgamos – y una vez mas la perra tuvo que limpiar su meada con su lengua

Dentro de la casa Pedro les enseño el pequeño generador y todos sus complementos, el huevo, las dos pollas y las pinzas que no había utilizado, les explicó como modificar la intensidad y como fijarla, como cambiar de un complemento a otro y haciendo diversas pruebas podían ver a través de la puerta que daba al porche, a la perra intentando lamer su meada afanándose ya que sus constantes descargas dificultaban la labor. Sus amigos también quisieron probar sus efectos para saber a que atenerse con la perra y cuando terminaron se prepararon algo de comer y charlaron acompañados de las quejas, gemidos y jadeos de la perra, a la que aplicaban pequeñas descargas salteadas.

Terminada la comida salieron al porche para disfrutar del café, licores y sus cigarros, pero Elena antes de que se acomodaran, pidió a su amigo y a su marido que la colgaran siguiendo sus indicaciones. Decidió que la mejor manera de hacerlo en esta ocasión sería de la anilla delantera de su ancho collar a la polea del marco del porche, lo que dejaría su cabeza un poco caída hacia atrás y pasando cuerdas por detrás de sus rodillas dobladas, bien abiertas, las pasarían por las poleas centrales del techo, lo que mantenía a la perra en la incómoda posición de un sillón ginecológico pero colgada en el aire, de este modo sus sacudidas no obtendría ninguna resistencia y la verían bailar al son que decidieran.

  • ¿Esto también lo has sacado de tus salmos? – preguntaba Pedro admirado por la perversa mente de esta mujer

  • En absoluto, en esta posición me revisa periódicamente mi médico y no conozco ninguna mujer que no se avergüence de ella – asentía Elena – Quiero verla bailar querido – decía a su marido que tenía el mando a distancia mientras le ponía dos pinzas en la lengua e introducía uno de los complementos con forma de polla en el único agujero que le quedaba vacío

  • De acuerdo, a ritmo de vals – y comenzó a enviar descargas a la perra, un, dos, tres, cambiada de complementos, un, dos, tres, volvía a cambiar – sigue bien el ritmo ¿no creéis? – un, dos, tres

  • Si, es toda una sílfide – reía Pedro viendo a su perra retorciéndose y pegando botes

Con las leves descargas, sus pies salían disparados lo que hacía que se balanceara mas en su precaria postura, sus grandes tetas saltaban y caían hacía los lados, si acalambraban su lengua, movía su cabeza empujando su cuerpo en el aire y si las descargas eran aplicadas en todos los complementos a la vez, su cuerpo se tensaba al aire en las cuerdas y se relajaba para volver a brincar, todo ello acompañado de quejidos y lamentos múltiples. La perra intentaba por todos los medios, con sus manos libres, calmar la zona recién acalambrada, pero resultaba un trabajo agotador e imposible. Las cabriolas quedaban muy bien en las imágenes, que por supuesto, estaban grabando con todo el proceso

  • ¿Cuantos castigos se había ganado en la primera prueba? – preguntó Elena que a pesar de que se estaba divirtiendo con las piruetas de la perra no le parecía suficiente padecimiento, quería verla sufrir un rato, era, sin lugar a dudas, con lo que mas disfrutaba

  • No lo recuerdo exactamente, ella tenía que llevar la cuenta – pensaba Pedro - pero eran ya cuatro antes romper de nuevo su silencio al empezar a jadear descontrolada

  • Por no contar el que se ganó al mearse para recibirnos – comentaba Mateo

  • ese ha de ser riguroso, no vaya a acostumbrarse y se mee cada vez que nos acercamos – se reían todos de la ocurrencia, sería bonito conseguirlo, eliminar totalmente su contención como premio añadido

  • Bueno, démosle una oportunidad de reducir o ampliar un poco la cuenta antes de ponernos a ello, ¿os parece? – decía Elena sirviendo dos chupitos rebosantes – Vamos perra, seguro que puedes aguantarme esto sin derramarlo – colocando cada uno de ellos en sus manos – si se derrama, aunque solo sea un poco, beberás lo que haya quedado y volveré a rellenarlo, pero si se vacía mas de la mitad te beberás lo que haya quedado y verteré un buen chorro en tu gaznate, claro que si consigues mantenerlos intactos, haremos borrón y cuenta nueva.

Lara cerró sus dedos alrededor de los vasitos y procuró mantenerlos verticales, pero antes de que empezaran con las descargas ya se le había vertido un poco de cada uno de ellos, por lo que Elena vació el contenido restante a través de la abertura de su mordaza de aro y volvió a rellenarlos. Esa mujer pretendía emborracharla, como no estaba acostumbrada al alcohol en absoluto y su estómago estaba casi vacío, Lara suponía que no le costaría mucho.

  • ¿Que tal ahora con un ritmo mas moderno? – decía Pedro arrebatando el mando a Mateo – a las jovencitas les gusta el Rock and roll

Dicho y hecho, se la pasaron aplicándole descargas a media potencia, a intervalos cortos o muy cortos, variando la intensidad, los lamentos y quejidos de la perra eran cosa sería ahora, mientras Elena rellenaba una y otro vez los chupitos tras obligarla a beber los restos. En seis ocasiones le vertió largos chorros de la botella, menos de las veces que se había corrido con sus atenciones, consiguiendo que la perra se atragantara y tosiera. Por su cara caía alguna lágrima que las descargas a esa potencia le habían producido y se mezclaba con el licor que corría mezclado con la saliva, que la forzada apertura de su boca producía, cayéndole por las tetas y el flujo resultado de sus orgasmos, goteaba de su vagina hacía su culo y de ahí al suelo, era una suerte que la perra fuera tan lúbrica, quedaba mucho mejor ante la cámara.

  • ¿Alguien ha contado las veces que ha derramado el líquido? – preguntó Elena

  • Joder Elena, eso es casi imposible, si toda ella se derrama – decía Mateo viéndola brillar por el licor y sus fluidos

  • No, pero si te preocupa el número de castigos, con los que lleva acumulados tienes para un mes – se reía Pedro deteniendo las descargas viendo que la perra se comportaba de forma extraña ahí colgada, examinaba sus manos con los chupitos muy cerca de su cara y girando ésta lentamente en todas direcciones que le permitía su postura con los ojos tremendamente abiertos – ¿Qué es lo que realmente te preocupa de ellos?

  • Según rezan mis salmos, el castigo es la respuesta mejor y moralmente mas aceptable a las faltas que se cometen, produzca o no beneficios tangibles, ¿pero como se pueden considerar las faltas que comete esta perra inútil o los beneficios del castigo? - realmente interesada en la respuesta que le darían, girándose hacía los hombres de espaldas a la perra, quería verla sufrir, que padeciera por su falta total de disciplina y su vicio, pero no quería sentencias gratuitas, trataba de ser justa, estricta, pero justa

  • Bueno querida, sin lugar a dudas las faltas que comete son graves, todas son producto de la desobediencia o el envilecimiento – miraba Mateo a la perra que hacía unas muecas muy graciosas intentando tocar su nariz con la punta de su pinzada lengua – y aunque no sean beneficiosos para la perra, yo al menos, disfruto con ellos – se reía sin poder creerlo - la perra está totalmente borracha

  • Ja ja ja – se reía Elena que se había perdido las muecas anteriores pero ahora veía a la perra intentando chocar las pinzas de su lengua con las de sus tetas – yo te ayudaré perrita – le dijo retirándole las pinzas de la lengua y los pezones y acercándole las enormes tetas a la boca, que por efecto de las descargas estaban hinchados y sensibles – lame, lame – y la perra lo hacía mientras le apretujaba mas las tetas hacia su cara – eso es, te quitaré la mordaza para que llegues mejor y puedas chuparlas en condiciones – una vez retirada volvió a acercarle las tetas a la boca - chupa, rechupetea, succiona bien dentro – se reía viendo a la perra comerse sus propios pezones con verdadera ansia

  • Esto es nuevo, muy divertido – decía Pedro – le ordenaré chupárselos en otro momento, pero a pesar de ser ello, ha llegado el momento de follar – se acercaba a la perra y le quitaba todos los complementos del equipo eléctrico – voy a soltarte perra y cuando lo haga, será el momento de agradecer a tu hermana el nuevo juguete que tan buena tarde nos ha hecho pasar – soltándola despacio de las poleas y ayudándola a arrodillarse delante de Mateo que sostenía la cámara, su culo realizó tres intentos antes de sentarse de golpe en sus talones y a su cuerpo le costaba mantener el equilibrio

  • Gracias hermana – un hipo y su cara buscando de nuevo el objetivo de la cámara – me ha encantado tu odioso regalo – farfullaba borracha – es jodidamente molesto y doloroso, pero a mi amo y a sus amigos les divierte – señalaba al objetivo con su dedo índice extendido y tambaleándose sobre sus talones

  • ¿Pero que manera de dirigirse a tu hermana es esa, perra? – regañaba Elena – lleva tus tetas a la boca, succiona bien fuerte y por turnos tus enormes pezones para ella – cuando lo había conseguido a su entera satisfacción, le dijo – muérdelos fuerte – y eso hizo, sin pensar, cerró sus dientes con fuerza alrededor de cada pezón, una vez hecho y tras emitir un par de nuevos lamentos, se apretujó las tetas con las manos para aliviarlas mientas dos lágrimas corrían por sus mejillas – Gracias hermana por tu nuevo regalo, hemos disfrutado mucho con él – consiguió balbucear mirando al objetivo llorosa

  • Espero que al burro no le importe que estés tan pringada perra, das asco – le dijo Pedro tirando de ella para levantarla e introducirle ambos huevos en su vagina, no sin esfuerzo ya que a pesar de estar totalmente empapada, como era su costumbre, por su tamaño la llenaban totalmente e introduciéndole unas de las pollas en el culo – Andando – ordenó acompañando la orden con un gesto hacía el vallado y una leve descarga que la hizo caer – como las pierdas por el camino, te crucifico

  • Dile que el burro es el de la derecha – se reía Mateo siguiendo a su amigo y a la perra que hacía eses, hacía el vallado – tal y como camina, seguro que ve al burro doble

  • Recuerda perra – le decía Pedro sujetando su cara frente a él apretándole las mejillas para que le prestara toda su ebria atención - como las otras veces, retoza un poco, te colocas debajo y le chupas la verga para que crezca mucho y pueda follarte, cuando creas que lo tienes, te quitas la polla del culo y ¡ala! a perforar tu culo de perra borracha hasta las entrañas, adelante

Se acercó al burro, y le ofreció sus tetas, comenzó a pasárselas por la cara al animal, que de vez en cuando premiaba sus acciones con un lengüetazo, ante lo cual, inmersa en su neblina ebria, prefirió sujetarle la cabeza y dirigir esa larga y rasposa lengua a su entrepierna. Al burro debió gustarle, porque la hizo correrse con las idas y venidas de su órgano móvil y rijoso.

Pero una moderada descarga en su vagina y las voces de sus espectadores le recordó lo que se esperaba de ella, por lo que colocándose bajo el burro, lamió y relamió su enorme polla, ya estaba mas que grande y la viciosa de la perra borracha seguía disfrutando de ella con su boca, hasta que una potente descarga en su culo y la voz de su amo volvieron a recordarle cual era el objetivo.

Sacándose la que ocupaba su culo, se colocó en posición para follar esa polla enorme que tanto le gustaba y como su amante burro ya parecía ser todo un experto en estos menesteres, la práctica nos acerca a la perfección, se la clavó de un fuerte envite hasta la mitad. Vaya, no sabían que la perra pudiese gritar tan fuerte, pero no se apartó, al contrario, en su embriaguez todo el placer era poco, con su espalda procuraba frotar la panza del burro que embestía a la hembra sin piedad, mientras parecían mantener un amoroso diálogo de rebuznos y jadeantes lamentos.

El burro la follaba como nunca lo había hecho, limitaba sus movimientos a las embestidas que pegaba a la perra, eso era normal, pero parecía tener una rabia contenida ya que se la metió mas dentro que nunca y está apoyándose en sus manos, empujaba su culo para que la taladrara hasta las entrañas como oía que le decía su público. Joder le iba a salir por la boca, y eso que su vagina estaba llena, recordando eso Pedro, aplicó pequeñas descargas que el burro debía notar ya que sus vaivenes se convirtieron en acometidas brutales hasta que empezó a descargar su leche, bien dentro de la perra, que al estar tan pillada tardó un buen dato en poder soltarse, para caer entre estertores desfallecida.

  • Joder que polvo mas espectacular – comentó Mateo - parece que hoy el burro le tenía mas ganas que las otras veces

  • Si, se la ha metido hasta las putas entrañas, y la borracha de la perra corriéndose con eso – asombrado Pedro al comprobar que la depravación de la perra no tenía límites, había creado un monstruo y estaba orgulloso de ello

  • Querido, se que la perra está asquerosa, pero me gustaría que no se derramara la leche de su culo, ¿podrías traerla al porche sin que la pierda? – rogó Elena a su marido que últimamente no podía negarle nada a su mujer - Quedará preciosa la vista con lo que tengo pensado mientras cenamos – decía Elena dirigiéndose a la casa y entrando en ella

  • Claro querida ¿Qué estará maquinando esa cabecita suya? – preguntaba a su amigo al acercarse a la perra, sin ningún cuidado retiraba sus pinzas, los huevos y sujetándola con un brazo por su cintura, doblándola al medio, se la apoyó en la cadera con su culo en pompa y palmeándolo se dirigió a la cámara – ¡Hostia tío! graba esto, podría meter mi puño en ese boquete – decía gesticulando como decían sus palabras para registrarlo para la posteridad – habrá que recoger los complementos del equipo que han quedado por ahí

  • No te apures Mateo, ve a complacer a Elena que enseguida os alcanzo – decía Pedro acercándose a recoger sus juguetes – pero tengo la cámara, no empecéis sin mi –gritaba a su amigo que se alejaba en pos de su esposa con el lastre de la perra bajo el brazo como si nada

Pedro llegó justo a tiempo para ver salir a Elena con dos botellas de vino, una de agua muy grande, un embudo y un rollo de cinta americana y pidiéndole a su marido que tuviera mucho cuidado para que no perdiera su carga la perra, procedió a colocarle la mordaza de aro y ayudada por el embudo hizo tragar a la perra el contenido de la gran botella de agua, tras las toses, arcadas y malos gestos consiguió que poco a poco se bebiera todo el contenido.

  • Querido la quiero en el medio del porche, bájala con cuidado, apoya su cabeza en el suelo – y tras el golpe que le dio a la perra con la cabeza en el suelo, le regaño – pedazo de bruto, si la rompes no podré jugar con ella

  • Perdona querida, seré mas cuidadoso – preocupado Mateo, no por la perra si no porque su mujer se quedara sin diversión

  • La colocarás como si estuviera dando una voltereta y se parara a la mitad, ¿comprendes? El culo bien arriba y las piernas abiertas y dobladas, quiero que tenga cada rodilla lo mas próxima posible de cada oreja - indicaba a su marido que seguía sus instrucciones extrañado – no hay problema Mateo, podría decirse que es la posición de yoga del arado, pero con las piernas abiertas y flexionadas, es joven y flexible – observaba su obra estirándole los brazos para que se apoyaran en el suelo ayudando a mantenerla – aguanta así perra, no te desplaces ni un milímetro – y cogiendo la cinta americana dio la última indicación – utiliza tu fuerza ahora toro, rodéale los muslos y la espalda bien prietos

  • ¡Me cago en la puta Elena! ¿Esto es lo que os enseñan en vuestra sede religiosa? – exclamaba Pedro a la vista de la imagen de su perra empaquetada en la cámara

  • No exactamente – aseguraba mientras introducía el embudo en el abiertísimo culo de la perra, que de tan dilatado había que sujetarlo para que no se cayera – es una de las recomendadas por nuestro sumo guía espiritual para la aplicación de algunos castigos, los mas severos, la verdad, lo aprendí en una convención del año pasado y evidentemente yo nunca la había probado, la cinta es un extra ya que ha de mantener la postura mientras cenamos y espera su castigo – decía mientras comenzaba a verter el contenido de la primera botella de vino en el culo de la perra, como si lo que le estuvieran haciendo no fuera castigo suficiente

  • Creo que me gustará conocer a ese sumo guía tuyo – afirmaba Pedro – posiblemente tenga mucho que enseñarme al respecto de la aplicación de disciplina

  • Es todo un personaje – comentaba Mateo que se entretenía en juguetear con las tetas de la perra apretujadas entre sus piernas, tironeando de sus pezones muy cerca de su boca abierta por la mordaza – podríamos invitarlo a comer la próxima vez que venga a una reunión estatal y que conozca a tu perra

  • Es una idea excelente ¿Cómo no se me ha ocurrido? – decía Elena que cambiaba ahora el embudo a la vagina de la perra para verter todo el contenido de la segunda botella de vino, para rematar le colocó las manos apoyadas en los riñones con sus codos en el suelo procedió a sujetarlas pasando la cinta alrededor de su espalda y muslos como había hecho antes Mateo – Perfecto, ahora si colocamos la cámara un poco elevada del suelo grabando, podremos pasar a cenar y contemplarla desde el interior.

  • Estas estupenda perra, se te ve preciosa en esta postura – reía Pedro al ver su cara toda colorada por lo forzado de la postura una vez colocada la cámara como indicara Elena – ni te muevas – le decía mientras sin querer resistir la tentación sacó su polla y apuntando sin mucho cuidado meó dentro de ese boquete enorme que se le ofrecía – procura no manchar el suelo esta vez

Ambos hombres, embelesados con la imagen del abierto culo y la vagina de la perra que en esa postura, poco a poco, comenzaban a liberar su asqueroso contenido, mezcla de leche de burro, vino y la meada de su amo, que caía directamente en su boca abierta, regando sus tetas en el camino. Unas vistas inmejorables para disfrutar de la cena con sus amigos. Se sentaron a la mesa y entre bocado y bocado veían los pies de la perra clavando sus dedos en el suelo del porche, prácticamente era la única parte de su cuerpo que podía mover y con ello se reían, veían sus tetas asomando por encima de su cara apretadas entre sus piernas y su coño y su dilatado ano se presentaban sin trabas, si, unas asombrosas vistas.

A los postres Elena se levantó y tomando algunos complementos del nuevo juguete de Pedro, introdujo las dos pollas dentro de su culo, que de tremendo que estaba casi no ofreció resistencia a sus maniobras, dedicó una pinza a su clítoris y comenzó a aplicar nuevas descargas que con los calambres y estremecimientos de la perra hacían salir a borbotones el líquido que invadía su interior para caer directamente en su boca que gemía y se quejaba, como siempre entre dolor y placer.

Dando por finalizada la cena, era el momento de comenzar con el castigo.

  • Se terminó el recreo perra – anunció Mateo a su mareada y desfallecida víctima – es hora de que recibas tu escarmiento

  • ¿Cual es el instrumento aconsejado para estas ocasiones? – preguntó Pedro que volvía a colocar la cámara para captar el castigo – Paleta, vara, látigo, fusta

  • Creo que veinte azotes con la vara serán suficientes por hoy, pero me reservo mas castigos para mañana, se ha ganado muchos y como ha indicado Mateo, por mearse se merece uno muy riguroso y eso lleva su tiempo – decía Elena que se relamía viendo ese enorme boquete abierto en su culo y ese horrible clítoris asomando descarado – le daremos quince en esta postura, si os parece bien, los últimos cinco creo que deberían caer sobre sus tetas

Y como siempre que Elena proponía algo, se cumplía, la perra recibió quince dolorosos azotes por todo su culo que en esa postura no con alguno no podían evitar flagelar su desarrollado clítoris, quedando bien marcada para una temporada. Con los azotes y las descargas, que le aplicaba Pedro a las dos pollas que ocupaban su culo, la perra gruñía y bramaba como el animal que era y a pesar de ello no podía evitar correrse de placer y dolor, como era de esperar y manando un auténtico río de su chorreante coño, la muy guarra jadeaba y tragaba sin parar de revolcarse en su celo. Era opinión generalizada que se había ganado el un buen escarmiento que le aplicaron.

Le quitaron las pollas del ensanchado agujero, la pinza del clítoris y su mordaza, dejándola recuperar la respiración durante un rato y tras soltarla le ordenaron colocarse en postura de espera, menudo espectáculo, la borracha llorona de la perra intentando obedecer y con el cambio de postura vertiendo el contenido que aún retenía su cuerpo. Procedieron a azotar sus tetas, pero por alguna extraña razón que desconocían y no se atrevieron a preguntar, Elena se cebó con ellas, haciendo llorar desconsolada a la perra de auténtico dolor, que la miraba con una cándida expresión de súplica en su embadurnado rostro. Allí la dejaron limpiando el estropicio mientras Pedro llevaba a sus amigos a casa. Al regresar la encontró durmiendo la borrachera tirada en el porche sobre el charco que no había terminado de limpiar, a pesar de estar dormida le introdujo en su abierto culo el enorme dildo que se trajo de casa de Elena, quería que ese enorme boquete le durara una buena temporada.

Así pasaron los meses siguientes, Pedro y sus amigos adiestraban a la perra que seguía agradeciendo sus atenciones con total y absoluta entrega, obediencia y devoción. Susana acertó de lleno, sus premoniciones fueron atinadas al igual que los comentarios intuitivos de Elena, la perra estaba embaraza, seguramente se había quedado preñada aquella primera vez en la caseta de la piscina. Pronto su cuerpo comenzó a deformarse con el embarazo, la barriga y las tetas le crecieron de manera espectacular y Pedro no podía resistirse a follarla, él, sus amigos y los animales de la granja. Claro que su reciente estado no disminuyó ni un ápice sus castigos, ni en intensidad, ni en duración, su preñez no podía interferir en la educación de la perra, como podían constatar las imágenes que habían grabado.

Sus pechos pronto estuvieron cargados de leche, cosa curiosa, pero a entender del médico que la visitaba semanalmente, a petición de su marido, algo natural dado el tratamiento que recibían las mamas de la perra, ¡las mamas! que palabra mas ridícula para referirse a las pedazo tetas de la perra. Y Pedro disfrutó muchísimo con eso, sobre todo cuando se la follaba con aquella tremenda barriga que se le había puesto y podía ordeñarla a la vez. Por supuesto todas las criaturas del valle fueron alimentadas por la perra, empezando por ella misma que chupaba golosa sus pezones alimentándose con su propia leche, pasando por los cerdos, el burro y Brutus que, a pesar de preferir el líquido que vertía continuamente su coño, también se tomaba su ración. La madre naturaleza, en su sabiduría, llenaba con mas leche las tetas de la perra a medida que las vaciaban, era el cuento de nunca acabar, mas mamaban, mas leche subía a esas tremendas tetas. Todos empezaron a llamarla perra lechona.

Elena, que no se había quedado embarazada a pesar de haber rezado mucho por ello, comenzó a sentir un verdadero odio visceral por la perra, pero cuando sus tetas se llenaron de leche se convirtió en una verdadera obsesión, lo que transformaba sus constantes visitas al valle en auténticas sesiones de castigo y envilecimiento. Leía constantemente sus salmos y pedía ayuda e inspiración al sumo guía de su sede.

Al cumplirse los siete meses exactos de su estancia en el valle recibieron una visita. Lara se había convertido en un ser totalmente carente de voluntad, ego o autoestima, en resumen una auténtica perra lechona al servicio de su amo y se comportaba como tal, pero por necesidades de la vida, se había convertido en jornalera fuera de la casa y en criada dentro. Para mayor comodidad de sus quehaceres diarios caminaba erguida, con sus bamboleantes tetas lecheras y su enorme barriga, la mayor parte del tiempo y atendía a su amo en todos y cada uno de sus deseos, los mas sublimes y los mas perversos. Se había acostumbrado a esta vida y la disfrutaba. Estaba terminando de recoger los utensilios utilizados en la comida por su amo cuando llamaron a la puerta y al ir a abrir, casi se desmaya de la impresión. Su padre.

  • Perra, vengo a hablar con Pedro – le escupe con desprecio Don Rafael al observarla ante él, desnuda, con su collar de perra, con marcas por todo su cuerpo, preñada y mas apetecible que el pecado, despreciándose a si mismo por excitarse y mucho, con todo eso, empujándola para poder entrar en la casa, dice – Hola Pedro me gustaría hablar contigo – espetó tendiéndole la caja de puros que le había traído sin poder quitar sus ojos de la perra

  • Don Rafael, que sorpresa tan agradable, estoy encantado de verte, muchas gracias por el regalo, pero ¿que te trae por aquí? – pregunta su yerno increíblemente alegre con su visita acercándose a la puerta para saludar a su inesperado y bienvenido visitante que se había acordado de traerle unos cigarros – Perra lechona, no te quedes ahí pasmada, sírvenos algo de beber mientas charlamos – la reprendió su marido con una bofetada.

  • Bueno, verás, no me andaré con rodeos – decía el viejo acomodándose en el sofá como si la casa fuera suya y con una erección de mil demonios solo por comprobar que su yerno trataba igual o peor a Lara y esto le afectaba especialmente con su preñez – me gustaría volver a follarme a la perra, hoy hace exactamente siete meses y me gustaría celebrarlo repitiendo, si no te importa.

  • Bueno suegro, claro que no me importa en absoluto, puedes follártela siete veces si quieres, una por cada mes, la perra lechona es tu hija, puedes follarla cuanto, donde y como desees, ¿has estado estos últimos meses pensando en ella? – preguntó lleno de curiosidad por lo que habría llegado a pensar en todo este tiempo en hacerle a la perra de su hija este perverso y cruel viejo

  • Debo confesarte que no he podido apartarla de mi cabeza en todos estos meses, lo que he disfrutado con tu perra ha llenado mi mente de imágenes, cada cual mas perversa que la anterior – sonreía el viejo con todas las cosas que había imaginado hacerle disfrutando de la copa que le había servido y verla con esa enorme barriga y esas tetas era superior a todos sus sueños

  • Cuenta, cuenta, porque te quedarás, al menos, hasta la cena, ¿verdad? Podrás contarme todas esas imágenes perversas, o mejor, ¿deseas que haga algo la perra lechona, para entretenernos mientras charlamos? – empezaba a excitarse con su suegro, sería entretenida esta jornada con el viejo

  • Acepto encantado la invitación y ya que lo permites y tenemos tiempo, me gustaría utilizar algunas cosas que he traído. Pero no contaba con encontrarla tan avanzada en su preñez – comentaba analizando a la perra – le queda bien esa tremenda barriga y esas enormes tetas

  • Si la muy perra está mejor cada día que pasa y ya se comporta totalmente de acuerdo a su condición – elogiaba Pedro – nos ha costado sudor y lágrimas pero ha merecido la pena, aquí perra lechona, quiero que tu padre pueda apreciarte en todo tu esplendor – ordenaba su amo y la perra obedecía – si te lo permiten sus tetorras y el tremendo bombo, puedes apreciar que su clítoris no desmerece en absoluto, lo considero mi gran obra de arte

  • Por todos los demonios ¿eso es natural? ¿Qué has tenido que hacer para conseguir semejante aberración? – alucinaba su suegro pellizcándolo y retorciéndolo viendo como la perra, con esa mínima y dolorosa atención, se corría – Joder perra, ¿no tienes contención ninguna? – regañaba limpiando su mano en su tremenda barriga

  • Si, es del todo natural, cuanto mas grande mas sensible, la muy guarra de la perra se corre una y otra vez con solo tocarlo era lo que yo quería, precisamente la contención no era el objetivo – comentaba orgulloso – quería que tuviera una cereza colgando y lo he conseguido, una cereza bien viciosa, de este modo, independientemente del trato que reciba se corre sin poder evitarlo para aumento de su vergüenza

  • ¿Independientemente del trato? – preguntaba incrédulo

  • Si, aún aplicándole los mas severos castigos, humillaciones o tormentos se retuerce de placer como la perra lechona que es, con un leve roce – reconocía - se lo he dicho Don Rafael, es toda una perra viciosa y libidinosa, está en su naturaleza y no solo eso, si no que además estando de siete meses sus tetas están cargadas de leche, podrá divertirse ordeñando a la puta perra lechona

  • Quiero verlo, quiero ver como se corre en su sufrimiento y si es cierto que esas enormes tetazas dan leche la ordeñaré hasta secarla – comentó animado, como un chiquillo la mañana de navidad

  • Adelante Don Rafael, no se corte, la perra le pertenece tanto como a mí, si no mas – animaba a su suegro – me encantará ver lo que hace con ella