La perra vida 07

Las tareas en la granaja y el adiestramiento de la perra continúan, siendo ahora utilizada como urinario, antes de dejarla en manos de la perversa Elena. Gracias por vuestras valoraciones y comentarios.

La perra vida

Capítulo siete

La semana transcurrió tranquila, para degradarla mas si era posible, Pedro tuvo a la perra todo ese tiempo en el exterior sin lavarse, bebiendo del abrevadero, comiendo directamente del suelo, como el resto de los animales, solo por el placer de torturarla psicológicamente, era ella la que ocupaba la caseta mientas Brutus, el perro de su amo ocupaba el lugar preferente a los pies de la cama y comía en su cuenco. La azotaba a diario y cuando no estaba dedicada a las tareas de la granja la follaba constantemente y si su polla no daba mas, utilizaba cualquier utensilio que le resultase apetecible o divertido, sin importar si la perra lo disfrutaba a o no, le llegó a introducir verdaderas barbaridades en su cuerpo. Que bueno vídeos tenía para enviar a su hermana. Pero la perra lo disfrutaba todo, era tal su entrega, que cualquier placer, dolor o humillación que procediera de su amo eran como un bálsamo divino para su alma de perra, trabajaba de sol a sol y para él estaba permanentemente en celo, por él carecía de ego y voluntad propia, su escasa autoestima había desaparecido por completo solo existía para los caprichos de su amo y era feliz con ello.

Había conseguido en un mes escaso lo que pensó que tardaría años, las aptitudes de la perra no dejaban de sorprenderle, realmente había nacido para esto, estaba permanente excitada, padecía una necesidad imperiosa constante de correrse, pero cuanto mas se corría mas excitada estaba, era una delicia, su clítoris ya mostraba el tamaño de una cereza y lo restregaba contra cualquier cosa que se le pusiera al alcance en su afán por aliviar su calentura permanente. Sus tetas no se deformaban por mas maltrato que recibieran, eso si, de dilatados y duros pezones, seguían siendo unas soberanas tetas, cosa que suponía no alegraría a su hermana en absoluto.

De tantas pollas y utensilios aberrantes que entraban en la perra, Pedro temía que sus agujeros perdieran elasticidad y de ningún modo quería eso, era igual de divertido que le apretaran la polla a uno cuando follaba, que ver como era capaz de dilatarse para admitir, y bien a gusto, su puño en cada agujero, por ello había puesto en práctica una técnica destinada a trabajar sus músculos internos de manera que pudiesen apretar o dilatar a placer.

Era una técnica sencilla y nada elaborada, además la perra lo disfrutaba, de hecho esta técnica consistía en introducir en su coño las pesas que había comprado, tenía que contraer sus músculos para que no cayeran y poco a poco iba aumentado el peso, pero tuvo que modificarla ya que su primera intención fue sujetarlas con sedal a la pinza que mordía su enorme clítoris, pero la muy viciosa de la perra en cierta ocasión que su amo la había inmovilizado y como no conseguía aplacar su excitación, sin nada a su alcance contra lo que restregarse relajó sus paredes internas para dejar caer los pesos y del tirón que le produjo se corrió salvajemente. ¡Joder! si cuando la pilló haciéndolo pensó que se lo arrancaría de cuajo, menuda paliza se ganó esa tarde, no le quedaron ganas de volver a repetirlo, claro que las imágenes que había grabado con su imprudente comportamiento valían un imperio.

Como esa parte de la perra en particular se había convertido en su obsesión y había recibido gran parte de su dedicación, era del todo gratificante mortificarla hasta la saciedad y que siguiera siendo una fuente de placer inagotable, no le gustó nada que la descerebrada de la perra tratase a su juguete favorito de semejante manera, por lo que tuvo que utilizar a partir de ese momento las bolas de su juego de petanca, que siendo mas pesadas, tan lisas y estando ella siempre tan mojada, le costaba verdadero esfuerzo retenerlas, pero salvo ese pequeño desliz que pronto quedó enmendado, estaba orgulloso con los progresos de la perra.

Pero como no todo es placer en esta vida, Pedro la siguió adiestrando en las labores de la granja, era época de siembra y para ello había que arar, rastrillar y remover los terrenos adecuadamente para que asentara bien la simiente de lo que se le ocurriera plantar. Por lo que tras alimentar a las gallinas, la perra, soportando el peso del yugo sobre sus hombros, con los brazos extendidos y atados al pesado instrumento, araba la tierra mientras su atento marido la animaba con la vara cada vez que le apetecía. En las pocas ocasiones en las que la perra parecía no poder trabajar con el brío suficiente, su amo le introducía sus temidas ortigas para animar sus movimientos, que unido a las constantes contracciones internas que tenía que realizar para que no se cayeran las bolas de petanca la convencían rápidamente para aligerar su ritmo. Tuvo que mantener a Brutus apartado, no era cuestión de que distrajera a la perra de sus tareas ni la cansara más con sus continuas atenciones.

Una vez arado el terreno indicado por su amo, lo que le costó tres días de intenso trabajo y nuevas marcas en todo su cuerpo, quiso éste que ahora lo rastrillara, para lo que le hizo un apretado arnés de cuerda, áspera y gruesa al que sujetar la tabla del rastrillo sobre la que él iría subido y poder dirigirla con los cabos que había dejado para tal propósito. El procedimiento, a pesar de ser el mismo que el utilizado para arar, le llevó sólo dos días, pero al estar colocado detrás de ella, era su culo y espalda los que recibían la mayor parte de los varazos, por lo que le ponía campanillas en los pezones con unas pinzas que parecían causarle un daño horrible, incluso llegó a plantarle unos enormes cencerros como los de las vacas, con lo que sus pechos sufrían un trato terrible que se veía incrementado por los varazos que le propinaba su amo para hacer sonar los cencerros.

Al finalizar preparación del terreno para la siembra, la perra estaba agotada, el inmenso esfuerzo físico que había realizado, incrementado por las folladas salvajes a las que era sometida la tenían baldada, pero su amo estaba muy satisfecho con el estado que presentaba, a pesar de seguir siendo igual a su gemela, estaba asquerosamente sucia, todo su cuerpo marcado, sus pezones y clítoris habían alcanzado el tamaño perfecto para sus juegos y carecía totalmente de voluntad propia, pero lo mejor era el nivel de degradación psíquica que había logrado, ya no volvería a ser mas que una perra al servicio de su amo.

Para compensarla por los esfuerzos realizados durante los cinco días dedicados al campo, Pedro pensó que sería un buen regalo iniciarla en una nueva actividad que no era otra que su utilización como urinario. Pensaba hacerlo poco a poco, tenía perra para rato y no quería perderse ni el mas mínimo placer que le produciría dar cada paso del camino.

  • Aquí perra – la llamó finalizada la jornada – como te has portado muy bien, hoy no comerás del suelo y podrás compartir el cuenco de Brutus

  • Gracias amo por dejarme compartir el alimento de su perro – contestó realmente agradecida por ese gesto, estaba convencida que era tan perra que ni eso merecía

  • El ya ha comido pero no le importará que tu lo utilices, podrás agradecérselo mas tarde que te ha echado mucho de menos estos días – decía su amo poniendo la comida delante de la perra y antes de que se pusiera a ello, se desabrochó los pantalones y sacando su polla regó generosamente con su orina la comida de la perra, tuvo que realizar un gran esfuerzo para no aliviarse completamente, solo echaría lo justo para comenzar el nuevo adiestramiento – Adelante perra, puedes comer – ordenó acomodando su ropa

  • .

  • ¿Qué pasa perra, no tienes hambre? – preguntó enfadado al ver la cara de asco que puso la perra – He dicho que puedes comer y eso es lo que harás ¿lo has entendido o tendré que repetirlo? – ¡Ah! Esa era la frase mas temida por la perra y como era de esperar antes de que tuviera que repetir nada comenzó a comer con verdadero asco la cena que su amo le había aderezado – Así me gusta perra buena – acarició su cabeza trasquilada empujándola bien dentro del cuenco que desprendía un olor realmente nauseabundo

Pedro estaba exultante, lo grababa todo, poco le había costado que la perra comiera su orina regando sus alimentos, pues si tanto le gustaba, tan pronto terminase tenía mas para darle, habría querido hacerlo despacio, pero joder, es que esta perra aceptaba de tan buen grado todo lo que le ordenaba que no perdería mas tiempo en ello, sería bonito enviar esta grabación a su hermana, pensaba viendo comer a la perra con profundas muecas de desagrado y captando hasta el mas mínimo detalle con su cámara.

  • Ven aquí perrita sucia, ¿te ha gustado la cena que te he preparado? – preguntó solícito a la perra que aún mostraba muecas de repulsión por el aderezo

  • Si amo, muchas gracias por alimentarme – contestó sumisa

  • Me alegro de que te haya gustado, porque de ahora en adelante, utilizaré tu lindo cuerpo para orinarme en él, mearé tus tetas, tu cabeza, tu cara o coño a placer y tú lo agradecerás ¿verdad perra?

  • Si amo – susurraba

  • ¿Si que, perra estúpida? – preguntó enfadado

  • Si agradeceré que mee todo mi cuerpo – contestó

  • Y cuando te ordene beberlo, lo harás agradecida ¿verdad perra? – le decía enfocándola con su cámara para registrar la aceptación de esta nueva faceta de su perra

  • Si amo, agradeceré su orina cuando me ordene beberla – contestó simulando su asco mirando el objetivo

  • Demuéstralo perra, bebe ahora mi orina para que pueda comprobar cuanto te gusta - le decía volviendo a sacar su polla y dirigiéndola a la boca de su perra – colócate en posición y procura que no se derrame ni una gota, a tu hermanita le encantará ver esto

Y la perra, arrodillada ante él, con sus manos detrás de su nuca, las piernas abiertas y la cabeza levantada comenzó a beber lo que su amo le ofrecía. Tragaba su orina sin poder cerrar la boca y Pedro se divertía moviendo su polla para que la perra tuviera que seguirlo y cumplir su orden de no derramar ni una gota, cosa que por supuesto, no consiguió pero eran dignos de elogio los esfuerzos realizados, por lo que al finalizar quedó duchada y saciada con la orina de su amo. Una vez superada la nueva proeza era el momento de premiar a la perra.

  • Muy bien perra, se puede mejorar, pero ya habrá tiempo, ahora deja caer tus bolas y colócate para que Brutus pueda follarte, seguro que te tiene muchas ganas al no haberte follado en cinco días – le comentaba viendo como la perra obedecía y relajando sus músculos dejaba caer las pesadas bolas que tenía retenidas en su vagina para colocarse a cuatro patas – veremos que tan buen resultado han dado tus ejercicios – comentaba mas para sí que para la perra, pensando en si la enorme bola que se le formaba al perro al follarla podía salir de su coño o permanecían enganchados como las veces anteriores - ¿No tienes nada que decirme?

  • Muchas gracias amo por regalarme su pis – contestó asqueada

Y Brutus llegó, la olió y levantando su pata también se entretuvo un buen rato en mearla, Pedro no había esperado eso, pero le gustó mucho, si él meaba a la perra, Brutus también podía hacerlo y una vez marcada la perra a su gusto, lamió su coño y su culo como era su costumbre antes de encaramarse a ella y follarla rápido, duro y fuerte. Como jadeaba la perra, a pesar del cansancio acumulado, aún le quedaban fuerzas para disfrutar de la follada del perro, la muy impúdica gruñía y gemía mientras Brutus aliviaba su continua calentura.

Terminada la faena ambos perros se quedaron enganchados, por increíble que pareciera, ese coño que era capaz de admitir todo lo que se le había ocurrido meterle no era capaz de expulsar la bola del perro y se mantuvo enganchada a él mas de veinte minutos, tremendamente curioso y divertido, por fin podría enviar a su cuñada las imágenes del perro arrastrando a la perra bien pillada.

Una vez premiada por su nueva proeza y recompensada por los días de labor, con la cascada de orgasmos que le produjo la bestial follada de Brutus y el posterior juego de arrastre, la mandó a dormir a la caseta, no era cuestión de que creyera que había mejorado su estatus, no estaba por encima del perro, de momento seguiría siendo él quien durmiera a los pies de su cama, la perra aún tenía que ganarse ese derecho, seguía siendo el último eslabón en la cadena de insignificantes criaturas.

A la mañana siguiente, muy temprano llegaron, en el camión de Nicolás, Mateo y Elena que quería ver la granja del valle o como ella decía, a la perra en su entorno.

  • Buenos días amigos, no esperaba veros hasta mañana – saludó Pedro saliendo a su encuentro – Bienvenida a mi humilde residencia Elena, me alegro de verte

  • ¿Humilde? Buenos días a ti también Pedro, pero tu propiedad es de todo menos humilde, este valle tuyo es precioso – comentaba maravillada con la extensión del terreno y la disposición de los edificios – tenías razón, vas a necesitar un montón de animales para esta granja maravillosa

  • Gracias, desde jóvenes que nos gustaba este lugar, ¿verdad toro? – sonreía a su amigo recordando sus andanzas por la zona

  • Cierto, siempre hemos tenido debilidad por esta zona en particular, parece que has preparado una buena parte del terreno para la siembra – comentaba Mateo al ver los terrenos cercanos al río con la tierra removida que no lo estaban en su visita anterior – has debido de trabajar de lo lindo esta semana

  • Bueno me ha costado un gran esfuerzo, ha sido muy cansado tener que azotar a la perra para que hiciera los surcos a mi gusto – se reía ante el asombro de sus amigos – además tanto el arado como el rastrillo pesan de lo lindo

  • ¿Que la perra ha arado los terrenos? – preguntaba Mateo sorprendido con el trabajo de la perra - ¿Ella sola?

  • Si, ella solita, con mi inestimable colaboración, por supuesto – contestaba orgulloso – ha sido duro, se me han roto tres varas en el proceso, pero ya te dije que tendría que acostumbrarse a realizar las tareas de la granja

  • ¡Ah Pedro, como eres! Espero que tengas algunas imágenes de esas que grabas para que podamos ver como lo ha hecho – comentaba Elena – por cierto ¿dónde la has metido?

  • Esta en la caseta descansando, por supuesto, ayer dejé que Brutus la follara después de todos estos días sin permitirlo y le soltó tremendo polvo que la dejó agotada – comentó acariciando la cabeza del perro - bueno la follada, el juego de arrastre, todos esos días de trabajo de campo que ha realizado y la nueva utilidad que ha aprendido

  • ¿Nueva utilidad? – intrigado Mateo - ¿Qué mas se puede pedir a una perra que hacer las tareas de la granja y comportarse como tal?

  • Bueno, ayer la utilicé como urinario por primera vez – afirmó orgulloso – solo tuve que ordenarlo una vez para que se comiera su cena bien regadita y bebiera el resto directamente del surtidor como postre – se reía

  • Por lo mas sagrado Pedro Pastor ¿no habrás sido capaz de hacer eso? – comentó Elena escandalizada - ¿Utilizarla de urinario?

  • Por supuesto que sí lo he hecho, no pretenderás que me levante cada vez que me apetece mear teniendo a una perra holgazana que puede ocuparse de ello, ¿no? – exponía sus argumentos como la cosa mas natural del mundo – Brutus también lo hizo, y la verdad, a pesar de que al principio no le gustó mucho la idea, pronto aceptó que una perra inmunda como ella tiene que agradecer todo lo que su amo esté dispuesto a darle. Ahora veréis. Aquí perra – llamó a voces

Y todos se giraron para ver aparecer a la perra, que, si la semana anterior presentaba un aspecto lamentable ahora era incluso peor, no solo su cuerpo estaba lleno de marcas de azotes, estaba demacrada y asquerosamente sucia, seguía llevando su collar y sus pinzas abriéndole el coño por donde asomaba ese clítoris atroz, mas grande aún que cuando la llevó a su casa

  • Colócate en posición que quiero mear mientras hablo con mis amigos, vamos a demostrarles tu nueva utilidad – dijo a la perra mientras sacando su polla casi la pilla desprevenida, sabía que no podía desperdiciar ni una gota – Como os decía, aunque sea en poco, este nuevo uso incrementa su valor, ya de por sí escaso, tiene que esmerarse con su adiestramiento ya que es lo único que tiene.

  • Tienes toda la razón – decía Elena viendo a la perra beber la orina de su amo, con gesto de desagrado pero procurando no desperdiciar ni una gota – has de conseguir que esta perra insignificante y sucia valore tu dedicación y agradezca todas tus atenciones

  • Joder tío, cuando acabes quiero probar yo – decía Mateo animado con la idea de poder orinar en una boca humana, bueno humana ya era mucho decir para referirse al ser inmundo en que había convertido Pedro a la perra – que dices Elena, ¿te animas?

  • Quizá en otra ocasión lo haga, pero ahora tengo curiosidad por saber en que consiste el juego de arrastre que has mencionado Pedro – preguntaba mientras veía como la perra terminada la micción de su amo se colocaba para recibir la de su marido – parece divertido y conociéndote seguro que lo es

  • Ya lo creo que lo es, verás, no se si sabes que los perros cuando follan se les forma una bola enorme en la base del pene – explicaba observando a su perra que tragaba con grandes esfuerzos la meada que salía de la enorme polla de su amigo – pues bien, esa bola entra en el coño de la perra y queda atorada, a pesar de lo que es capaz de dilatar la muy guarra y de todo lo que se ha follado, esa bola no sale y colocándose culo con culo Brutus arrastra a la perra de un lado para otro bien enganchada por su coño, es divertido verlo correr detrás de la pelota con la perra a rastras gimiendo

  • Si, ciertamente parece divertido – comentó Elena que no salía de su asombro viendo ahora a su marido jugar con su polla para regar a la perra de arriba a abajo – supongo que también lo habrás grabado

  • Oh si, por supuesto, de hecho te he lo he incluido en los vídeos que pensaba llevarte mañana con la perra – decía invitándolos a entrar en la casita – Aquí quieta perra, entra Brutus que eres capaz de volver a follarla

Y allí la dejaron secándose al sol de la mañana mientras ellos entraban en la casa, Lara se sentía ultrajada y se preguntaba si en realidad disfrutaba siendo utilizada de urinario, no podía ser cierto, temía cambiar su postura para averiguarlo, pero a pesar del mal sabor de su boca, a juzgar por lo que le costaba mantener sus bolas dentro debía de estar mas que empapada, claro síntoma de que una vez mas se había equivocado, en las últimas semanas pensó que no se podía caer mas bajo y cada día su amo le demostraba lo equivocada que estaba. Y esa horrible mujer santurrona con la que tendría que quedarse estos días la aterraba, tenía una manera cruel y lasciva de mirarla.

  • Verás Pedro, hemos pensado que sería mejor acercarnos hoy por la feria, si lo que quieres es comprar animales, sin duda encontraremos mas opciones hoy que mañana y además es que Elena quería ver como la perra alimenta a las gallinas, está tan sorprendida con el tamaño alcanzado por sus pezones y clítoris que si no te importa le gustaría verlo en directo – comentaba Mateo

  • Para nada, ahora entiendo que aparecierais tan temprano, me parece bien que marchemos hoy para la feria – sonreía a sus amigos mientras preparaba algo de desayuno – pero con lo que hemos pasado Elena no será que te da vergüenza pedirlo por ti misma, ¿verdad?

  • Bueno Pedro, a pesar de tu amable ofrecimiento para que me quede con la perra mientras estáis en la feria, no sabía si te disgustaría que te lo pidiera directamente, como apenas acabábamos de conocernos – se excusaba tímida a pesar de que su mirada no decía lo mismo

  • Pero Elena, eres tu la que me hace el favor al aguantarla en mi ausencia, y parece mentira, eres la mujer de mi amigo, ese simple hecho te otorga plenos poderes sobre la perra – afirmaba satisfecho con el interés que éstos parecían demostrar por ella – puedes disponer de ella a tu antojo siempre y cuando respetes el no deteriorarla físicamente, no tenéis que pedir permiso para nada que queráis hacerle

  • Gracias Pedro, es una proposición muy generosa de tu parte – aceptaba Elena mientras la maquinaria de su cerebro se ponía en funcionamiento – no sufrirá maltrato físico irreversible por mi parte – haciendo hincapié en la palabra físico

  • Para nada, todo lo contrario, es esa perra inmunda la que tiene que agradecer vuestro interés en su educación, además desde que la has afeitado las gallinas se esmeran mas en su alimento – recordaba agradecido porque el coño de la perra estaba totalmente desnudo y expuesto gracias a sus ideas – ¿Que os parece si mientras desayunamos vemos una película y luego nos dedicamos a las tareas de la granja?

  • Y seguro que ya se te ha ocurrido una que resultará interesante mientras comemos – preguntó Mateo que se apuntaba a un bombardeo desde que su amigo había regresado

  • Quiero que Elena y tú disfrutéis de la primera película de la perra, es la que grabó su hermana gemela el día que me la entregó en la caseta de la piscina, quizá así os resulte mas fácil entender mi postura – les decía acercándose a buscar un paquete – mirar lo que me ha enviado – mostraba el regalo de su cuñada a sus sorprendidos amigos, una fusta, un látigo corto con un montón de cintas de cuero y una mordaza de aro - ¿Qué se puede esperar de alguien que espera que utilicen esto contra una hermana que presenta su misma imagen? – preguntaba mientras comenzaba la proyección

El desayuno duró lo que la primera experiencia de la perra, Elena no podía creer que una hermana tratara así a su propia imagen, que delicia de perversión drogarla, martirizarla y atarla para que un hombre, hasta la fecha desconocido, hiciera con ella lo que se le antojase y hay que reconocer que Pedro lo hizo, la azotó, la folló y se la entregó a Brutus para luego correrse en su cara. Su amigo les explicó que era virgen hasta el momento, pero que ya dejaba traslucir su perra naturaleza, de hecho los comentarios que hizo durante la proyección, eran el acompañamiento perfecto a los gemidos de la perra amordazaba y los insultos de su amo.

  • Que perversidad la de la hermana – comentó Mateo – es increíble que dos personas puedan ser tan iguales solo físicamente

  • Y que lo digas, el pobre Don Rafael, padre de las gemelas, me preguntó con cual había estado porque él mismo no era capaz de diferenciarlas – recordaba Pedro – lástima no haber grabado la despedida de su padre, ¡ah! como se folló a la perra de su hija, pero queda para el recuerdo, la primera polla humana en taladrarle el culo

  • Has dicho que era virgen y como supongo que no habrás tomado ninguna precaución al respecto, es muy probable que esté embarazada ¿no crees? – preguntaba Elena

  • Bueno lo pensé ese día en la caseta, me corrí dentro de ella imaginando que serían dignas de ver esas tetas llenas de leche – comentaba – no me importaba el cornudo que tuviera que cargar con ella y mira, al final me ha tocado a mí

  • ¿Y te preocupa eso ahora? – preguntó Mateo que por nada del mundo se imaginaba a su amigo siendo padre

  • En absoluto, seguro que tendría una linda camadita, pero no me importa una mierda lo que suceda con las criaturas – razonaba – bastante tengo con la perra, el tiempo dirá si está preñada. ¿Vamos a dar de comer a las gallinas?

Lara continuaba analizando en lo que se había convertido su vida, cuando los vio salir un largo rato después y cuando lo hicieron, Elena llevaba una bolsa de su amo que se apresuró a guardar en el camión, temblaba solo de pensar en su contenido mientras a ella la preparaban para alimentar a las gallinas. Se lo pasaron en grande viendo a las gallinas dedicarse a su divertimento favorito, picotear y deformar el clítoris y los pezones de la perra.

  • Le daremos un momento para que se lave en río y nos marchamos, que se nos hará tarde – comentó su amo para agrado de la perra que necesitaba urgentemente un buen lavado

  • No es necesario Pedro – contestó la horrible mujer – realmente apesta a sudor, pis, semen y sabe Dios que otras cosas, pero no quiero que os retraséis por su culpa, ya me ocuparé de limpiarla en casa

  • Tu siempre tan amable Elena – agradecía Pedro – mucho tiene que aprender de ti esta perra inmunda

  • Pues ¡ea!, perra súbete a la parte trasera del camión – ordenó Mateo acompañando la frase con un empujón de su bota en su trasero – Elena te tiene preparados un montón de divertimentos para estos días

  • ¿Ah si? – preguntó Pedro curioso, con la mente perversa de esta mujer y toda una semana para prepararse, lamentaba perderse lo que haría a su perra – Te acordarás de grabarla para mí, ¿verdad Elena?

  • Pero claro, la grabaré constantemente, para ti y para su encantadora hermana gemela y ya me contarás que es lo que mas te ha gustado – palabras que atemorizaron a la perra, tanto por la alusión a su hermana como por lo que habría ideado la maldita mujer

Se pusieron en marcha, el trayecto hasta la casa de Mateo era corto y éste se lo pasó contándole a Pedro todas las cosas que su mujer le había pedido que preparara para poder jugar con la perra

  • Casi vacía el almacén – bromeaba risueño, desde el domingo anterior en que Elena había probado a la perra habían disfrutado como nunca en su matrimonio y Mateo agradecía y mucho esta mejora en su relación con su beata esposa – he descubierto que estoy casado con una despótica y despiadada santurrona

  • No me llames así, bruto – reprendía a su marido – solo porque te he tenido trabajando un poco y ya te estás quejando

  • Ja, un poco dice – se reía su marido abrazándola y recordando las peculiares ideas de su esposa mientras aparcaban el camión ante su casa – esa mente perversa que has descubierto te ha tenido postrada ante tu altarcillo rezando buena parte del tiempo, rogando a tu Dios para que te de fuerza de carácter suficiente y que no te tiemble la mano para poder llevar a cabo la ardua tarea de educar a la perra de Pedro

  • Como dice mi guía espiritual, si has de hacer las cosas, hazlas bien y deja que Dios te ilumine en todas tus tareas – decía Elena mientras los hombres abría el camión para que bajara la perra, que de asquerosa que estaba apestaba a kilómetros y nadie quería tocarla – despídete de tu amo perra

  • Hasta pronto amo, gracias por dejarme con la señor Elena para que me eduque en su ausencia – contestó sumisa

  • De nada perra, pero como reciba la mas mínima queja por tu comportamiento haré de tu vida un infierno llena de atroces padecimientos – se reía, como si su vida fuera otra cosa

  • Descuida Pedro, sabrá comportarse, si sabe lo que le conviene – se despedía Elena – espera detrás la lado de tu cuenco, perra

Lara oyó marchar al camión y comenzó a temblar, estaba aterrada por lo que esta mujer haría con ella, y además toda la orina que había bebido pugnaba por salir de su organismo

  • Bien perra, ya estamos solas – le comentó Elena acercándose con una horrible sonrisa en su rostro que no presagiaba nada bueno – ponte en posición de espera mientras veo unas cuantas películas

  • Si, señora Elena, pero necesitaría mear, ¿puedo hacerlo? – preguntó preocupada

  • De ninguna manera – negó colocando entre sus rodillas el cuenco que le había asignado y que de momento estaba medio lleno de agua – como desobedezcas y te mees tendrás que beberlo, así que tu verás – le dijo riendo antes de entrar en su casa

Elena estuvo cerca de dos horas viendo películas, no habría querido dedicar tanto tiempo pero no había sido capaz de separar su mirada de la pantalla, este Pedro era un verdadero genio, cada imagen era mejor que la anterior. Se había asomado a la ventana para controlar un par de veces a la perra, la muy estúpida no había podido aguantar sus ganas y el cuenco entre sus piernas estaba a rebosar de agua y orina, suerte que había dejado la cámara grabando.

Vio como la afectaban las ortigas introducidas en su cuerpo, como su amo la castigaba al llegar a casa, el corte de pelo y las gomas en sus tetas fueron algo sublime. El video llenando el abrevadero y alimentando a las gallinas consiguió calentarla mucho pero la follada del burro le arrancó su primer orgasmo.

Siguió con las imágenes de la perra atada y tremendamente irritada y a pesar de ello corriéndose cuando tanto el perro como su amo dedicaban su atención a sus enormes pezones y su aberrante clítoris. Vio aparecer a su marido y como la perra se la chupaba en el sofá que le había resultado tan cómodo. Después lo vio follándola como el burro, metiéndole su enorme tranca por el culo y ocupando luego su coño con una botella, se corrió en el momento que su marido ordenó a la perra limpiar el suelo de la leche que su culo había derramado.

El brindis con el champán y la última follada de ambos hombres a la perra colgada del porche, la cabreó, se sentía traicionada en parte, la muy guarra de la perra podía admitir la enorme tranca de su marido como ella no podía y tendría que pagar por ello, por lo que, excitada como estaba por sus dos orgasmos y la visión de la última follada, decidió que era hora de limpiar a la perra.

Lara vio salir a la mujer de la casa y se acobardó, no podía parar de temblar, se había meado y sabía que Elena cumpliría su amenaza, le haría beberlo, pero eso no sería todo, estaba segura, parecía mostrar un odio irracional hacia ella.

  • Perra inútil, una simple orden y no eres capaz de acatarla – comentó volviendo a entrar en la casa y saliendo con un gran embudo – ahora tendrás que beberlo todo antes de lavarte – le dijo introduciendo sin miramientos el embudo en su boca enterrándolo en su garganta y procediendo a llenarlo mientras la perra hacía unos esfuerzos tremendos por tragar y no ahogarse – Luego decidiremos el castigo por tu desobediencia

  • Lo siento mucho señora Elena, no volverá a suceder – se lamentaba la perra que había sufrido lo suyo al tener que ingerir de manera tan dolorosa mas de un litro de agua y orina

  • Por tu bien, espero que así sea, hora del baño – oyó que decía Elena retirando una manguera, cubriendo sus manos con unos guantes que le llegaban hasta los codos y cogiendo un cepillo que tenía las cerdas largas y duras – habrá que restregar duro para quitar tanta porquería, ¿verdad perrita?

  • Si señora Elena, tendrá que frotarme duro – accedió la perra antes de quedarse sin respiración al sentir el primer chorro de agua impactando en su cuerpo, no solo estaba fría si no que además salía con una presión que lastimaba

  • Cuando creas que no puedes soportar mis atenciones, me lo dirás, ¿de acuerdo perra? – le decía dirigiendo el fuerte chorro por todo su cuerpo – por nada del mundo querría lastimar a la perra de mi amigo – decía con voz dulce pero que sus actos desmentían mientras tras cebarse con el fuerte chorro en la entrada de su vagina, vertía jabón líquido por todo su cuerpo

  • Si señora Elena, la avisaré si no puedo soportarlo, pero procuraré agradarla aguantando lo que quiera hacerme – se arrepintió de sus palabras cuando la primera pasada del cepillo casi le arranca la piel

Helena estaba fascinada por el aguante de la perra, ese cepillo hacía mucho daño, lo había probado, cierto es que no aplicaba mucha fuerza, pero el simple roce se sentía arder y como no se contuvo en restregar bien sus pechos y coño hasta que todo su cuerpo se lleno de espesa y sucia espuma, no pudo menos que saborear el sacrificio de la criatura.

  • Bien perra – elogió su comportamiento mojándola para eliminar la espuma y comprobar que todo su cuerpo mostraba un tono rojizo que quedarían muy bien en las imágenes que estaba grabando a petición de Pedro – ¿es adecuada la presión del agua?

  • Si señora Elena, pdffffffffff – solo pudo responder, cuando al abrir su boca el chorro impacto de lleno en su boca obligándola a tragar otra vez

  • No recuerdo haberte ordenado cerrar la boca perra – regañó para que volviera a abrirla cuando ya había tragado una buena cantidad – Eso es, te llenaré tanto de agua que parecerás una linda perrita preñada

Y dicho esto y cuando consideró que había bebido mas que suficiente le ordenó ponerse a cuatro patas para poder aplicar el chorro del agua directamente a su culo

  • Hay que lavarte por dentro y por fuera ¿no crees? – se reía viendo los inútiles intentos de la perra por evitar que llenara sus entrañas – bien limpita te quiero para poder jugar contigo luego – decía introduciendo un dildo anal, no muy grande pero extremadamente ancho que la taponó para que el agua no saliera – quizá te resulte un poco incómodo esto, perra sucia, pero tenemos que conseguir una limpieza profunda - le decía repitiendo la operación ahora por su vagina y taponándola también

  • Gracias señora Elena por su dedicación con esta sucia perra – consiguió articular a pesar del malestar que experimentaba todo su cuerpo

  • Colócate de nuevo en posición de espera hasta que vuelva de comer, perra – sonreía satisfecha con la barriga que se le había puesto con sus operaciones de llenado – será solo un momento - se despidió de ella dejándola temblorosa en la posición que había ordenado volviendo a colocar su cuenco entre sus piernas

A Lara los temblores le recorrían todo el cuerpo, tenía una sensación de malestar como nunca había experimentado, sus tripas comenzaban a retorcerse con tanta agua en su interior y las ganas de mear habían regresado multiplicadas. Sudaba y jadeaba sin control intentando mantener su postura que cada minuto que pasaba resultaba mas difícil. Solo una vez había bajado su cabeza para comprobar el tamaño de su panza y se quedó horrorizada, realmente parecía estar embarazada.

Elena regresó al cuarto de hora, ya había decidido no entretenerse mucho y quería terminar con el lavado poder comenzar en serio con sus juegos. La cara de la perra era de auténtica lástima, sudaba, temblaba y se mordía los labios intentando aguantar las ganas de expulsar el líquido que ocupaba su cuerpo.

  • Es una pena que no estés preñada perra – admiraba mientras acercaba la cámara para no perder ningún detalle de la perra barriguda con sus tapones – habrá que comentarle a tu amo lo bien que te queda la panza hinchada

  • Si señora Elena – consiguió articular entre temblores – por favor

  • Calla perra estúpida – le ordenó de una bofetada – es hora de terminar con el lavado – le decía mientras colocándose de nuevo sus guantes procedía a quitarle primero el tapón de su vagina, procurando que el contenido de la perra llenara el cuenco – Eso es perrita, vacíate en tu cuenco – horrorizada la perra no puedo evitar obedecer y un fuerte chorro salió de su interior – ahora el otro, puede que este te moleste un poco – comentó justo antes de arrancar de un tirón el dildo que taponaba su culo consiguiendo que un torrente de líquido ligeramente parduzco terminara de llenar el cuenco y rebosara mientras la perra jadeaba y se quejaba

  • Habrá que aprovechar esta abertura, ¿no crees perra? – comentaba empezando a masturbar a la perra con su mano enguantada en el boquete que había dejado el dildo – procura no molestar con tus gemidos – le decía al escuchar los lamentos que emitía la perra – ya casi está, ahora, si, perfecto – decía cuando había conseguido introducir no solo su puño en su culo, si no también mas allá de su muñeca – procura no moverte ahora o no saldrán bien las imágenes y tendremos que volver a comenzar – la amenazaba mientras grababa como del ano de la perra sacaba su mano para volver a introducirla sin problemas – vamos perrita, jadea ahora para que tu amo pueda comprobar como disfrutas al estar tan limpia – decía aplicándose en un mete saca frenético que hacían las delicias de la perra llevándola al orgasmo

Una vez conseguida la misión de abrirle el culo a su gusto, entró a buscar uno de los juguetes que había traído para la perra, apareció con un cono de tráfico

  • Arrodíllate y siéntate sobre él perra – ordenó mientras acercaba la cámara para captar como el cono se perdía dentro de sus entrañas – mételo bien dentro de ese enorme agujero que se te ha quedado y pondremos una marca que intentaremos batir en próximas ocasiones – se reía de los esfuerzos que realizaba la perra para introducir el cono en su dilatado culo y marcar la abertura que había conseguido

  • Ahora jugaremos un rato con tu enorme clítoris, la verdad, no se que ha podido ver tu amo en él, resulta repugnante tan desarrollado, no hay forma humana de ocultarlo – comentaba mientras le pellizcaba ese inusual apéndice produciendo la consabida excitación en la perra - una cosa es cierta, ha conseguido que sea ultra sensible ¿te gusta verdad perra? – disfrutaba tironeándolo y retorciéndolo

  • Si señora Elena – jadeaba desesperada mientras un nuevo orgasmo la estremecía hasta caer a los pies de la señora agotada con su tratamiento, mientras esta se levantaba para volver a la casa

  • Quita ya el cono lasciva perra que tenemos que cerrar ese socavón de inmediato o quedará inutilizado de por vida – le decía introduciendo hielos por el orificio que ponto comenzó a cerrarse por efecto del frío sin conseguirlo del todo y tomando la manguera para darle el último aclarado

La llevó a la parte trasera de su casa donde tenía un tendal para secar la ropa y donde colocó a la perra para que se secara sujetando a la cuerda su collar, sus brazos bien extendidos y sus pies ligeramente separados descansando en el suelo.

  • Tu hermana ha tenido el detalle de enviarle a tu amo un par de juguetes – decía mientras comprobaba la cámara para captar las imágenes que vendrían a continuación y acercaba la bolsa de su amo que había traído de su casa – me ha pedido que los estrene contigo y por deferencia a tu hermana – continuaba hablando con gesto muy serio a pesar del gemido de terror que se le escapó a la perra al ver la fusta y el látigo – te daré dieciocho azotes con cada uno de sus regalos, uno por cada año que ha tenido que soportarte ¿Te parece bien perra?

  • Si señora Elena, si mi amo lo ha pedido – contestó gimoteando

  • Bueno, el ha pedido que los pruebe, el número de azotes es en honor a tu hermana que ha tenido que compartir su vida contigo y le gustará oírte contarlos ¿sabes contar verdad, perra estúpida?

  • Si señora Elena, se contar – decía asustada

  • Me alegro, lo harás con voz alta y clara, si pierdes la cuenta, tardas en contar o no me agrada tu tono comenzaremos de nuevo, ¿entendido?

  • Si señora Elena, procuraré no perder la cuenta y contar a su agrado

  • Me gusta que trates de agradarme ¿con que quieres empezar? ¿Fusta o látigo?

  • Creo que fusta, señora Elena – contestó dudosa

  • Fusta entonces, agradecerás a tu hermana sus regalos cuando cambiemos de fusta a látigo y al finalizar, espero que aprecie este detalle – decía mirando a la cámara – En tu honor Susana

Y sin compasión ni misericordia alguna, como indicaban sus salmos que había que aplicar un castigo a quien se hace merecedor de ello o es indigno en su comportamiento, comenzó a fustigar su espalda, culo y muslos oyendo a la perra llegar al doce. Los seis que faltaban fueron dos para su vientre, tres cruzaron sus tetas y el último directamente a esa aberración que tenía en el coño lo que consiguió que el número dieciocho apenas se entendiera al parecer mas un alarido propio de un animal.

  • Pasaré por alto esa manera de contar el último azote, perra – decía acercando la cámara para captar todas las marcas que le había dejado la fusta y cambiando después el instrumento para azotarla - ¿No tienes nada que decir a la cámara?

  • Gracias hermana – lloraba la perra

  • Seguro que puedes hacerlo mejor perrita, tu hermana se merece algo mas de tu parte que un simple par de palabras – se reía

  • Gracias hermana por el regalo que has hecho a mi amo y que la señora Elena ha tenido a bien utilizar sobre mi cuerpo – sollozaba

  • Mejor, segunda parte y esta vez espero no tener que rectificar tu agradecimiento

Y comenzó la tanda de latigazos solo que esta vez no seguían un orden establecido, cambiada de las tetas a los muslos, del vientre al culo y cuando contaba ocho y llegó el primer latigazo en su dolorido clítoris del jadeo que se le escapó perdió la cuenta y Elena riendo le anunció que volverían a empezar. No volvió a equivocarse, a pesar de terminar desfallecida de dolor y colgando de sus brazos y cuello con sus piernas medio dobladas mirando a la cámara agradeció a su hermana.

  • Espero que hayas disfrutado viendo el uso que ha hecho la señora Elena de tus regalos hermana – jadeaba

  • Muy bien perra, te has portado y creo que mereces una recompensa – premiaba Elena arrodillándose ante ella y sin poder contenerse lamió y mordisqueó el inflamado clítoris de la perra

Un largo rato estuvo deleitándose con el néctar que jamás había probado, a pesar de no poder mantenerse en pié la perra se corría con las atenciones de su fustigadora, que disfrutaba succionando, lamiendo y mordiendo esa cereza que le resultó deliciosa y estaba ahora caliente y colorada por efecto de los azotes.

  • Descansa mientras puedas, perra – le decía levantándose, limpiando su cara de los jugos que había disfrutado y dejándola colgada desfallecida con el látigo clavado en su vagina

  • Gracias señora Elena por las atenciones que muestra hacía mi – agradeció la perra con verdadera mansedumbre

Elena no estaba muy contenta de si misma, tendría que hacer penitencia por no haber podido resistir la tentación de probarla, pero es que la muy perra brillaba de excitación durante el castigo y con los latigazos que había propinado a su coño con ese clítoris irreverente, se había coloreado como si de una cereza se tratase, además de los jadeos y gemidos que emitía al contar esforzándose por no perder la cuenta de nuevo, fueron su perdición.