La perra vida 06

Pedro solicita la colaboración de sus amigos en la educación de la perra, la beata mujer de su amigo resulta una gran revelción. Gracias por los comentarios.

La perra vida

Capítulo seis

Querida Susanita, nuevos vídeos te esperan para tu disfrute, espero que te resulte tan placentero verlos como a mí grabarlos, tu perra hermana, poco a poco está aprendiendo a comportarse y asumiendo su lugar en la vida. Recibiré encantado noticias tuyas.

Atentamente tu cuñado

Pedro Pastor

Ese era el texto que acompañaba los cuatro enlaces con vídeos de la perra que Susana se apresuró a visualizar, no la pillaban en buen momento, pero que demonios, cualquier otra cosa podría esperar al recibir noticias de su hermana.

El primero mostraba a la perra con lo que serían actividades cotidianas recién despertada, meando, lavándose en el río y comiendo, era tal la vergüenza que sintió al verlos que pasó al siguiente sin apenas detenerse, ya no podía sentir mas desprecio por la perra de su hermana, verla comer sin inmutarse con la presencia del perro comiendo de su plato demostraban lo bajo que había caído, por no hablar de la botella y la meada.

El segundo era una auténtica tortura, lo cual le resultó tan gratificante como excitante, haciendo girar la bomba del pozo, incómodamente atada, recibiendo azotes, con sus tetas amoratadas y deformadas que ya en nada se parecían a las suyas y sufriendo al caer pero disfrutando con las atenciones del perro. Que guarra la perra, un verdadero placer.

El tercero resultó un suplicio mayor que el anterior, alimentar a las gallinas tenía que haberle resultado tan doloroso como parecía, pero al comprobar el estado en que terminaron sus tetas y sobre todo su clítoris no se aguantó mas y se masturbó comprobando que, a pesar de ser iguales, el suyo mantenía un tamaño normal y no esa deformidad que presentaba la perra. Que orgasmo mas delicioso imaginar el dolor que producirían esos picos insidiosos mientras la imagen detenida del enorme clítoris de la perra ocupando su pantalla la llevaba al éxtasis.

Pero el cuarto, ¡ah¡ con ese video tuvo que cancelar sus planes para la tarde ya que los dos orgasmos que le produjeron no bastaron y lo visualizó una y otra vez. La mente magistral y perversa de su cuñado demostró toda su depravación al aparearla con el burro, pero la última imagen del boquete babeante que era el culo de su hermana, cuando al quitarle la botella del coño se apreciaba su aberrante clítoris inundándose de leche de burro, se le grabaría a fuego en la retina.

Susana era feliz, la primera idea que había tenido su cuñado para modificar el cuerpo de su hermana y que ya no fueran iguales, parecía estar dando buenos resultados, sus tetas aparecían deformadas, sus pezones y clítoris habían triplicado su tamaño y su culo no pensaba que pudiera volver a cerrarse. Si, estaba muy satisfecha con todos esos cambios, además de las marcas de azotes que presentaba por todo el cuerpo.

Como Pedro había aceptado la víspera la invitación de su amigo Mateo para ir a comer a su casa el domingo, a petición de su santa esposa, decidió que pasarían un sábado tranquilo, se limitarían a realizar las tareas de la granja y no permitiría a la perra correrse en todo el día, estaría mas preparada y recaliente para ir de visita al día siguiente. Sería divertido ver como reaccionaba la mujer de su amigo, tan temerosa de Dios, puritana y buena, ante la suya, toda una perra en celo.

Después de llenar el abrevadero, esta vez del modo convencional solo animada por los azotes pero sin ataduras y dar de comer a las gallinas que, como no, hicieron lo suyo con los pezones y el expuesto clítoris de la perra, mas accesible por sus nuevos adornos, la llevó al porche para que dejándola amarrada de pies y manos pudiese descansar el resto de la mañana, pero cambió de idea ya que la muy puta de la perra con lo tremendamente excitada que estaba se retorcía para poder aliviar el calentón, cosa que no le convenía en absoluto.

  • Tu lo has querido, perra, había pensado no castigarte hoy y dejarte descansar – ladró su amo al verla intentando aliviarse frotándose con todo lo que quedaba a su alcance – he decidido que hoy no te corres – le comunicó sacándose su cinturón – y eso será lo que harás – le dio el primer azote – no se te ocurra – azote – correrte – azote – en todo – azote – el día – azote, azote, azote – o juro por lo mas sagrado –azote, azote - que te arrepentirás – una serie de azotes que la dejó sollozando y jadeando de dolor - ¿lo has entendido perra estúpida? ¿serás capaz de obedecer esa simple orden? – azote – nada de placer hoy

  • Si amo – lloraba la perra – lo siento – gimoteaba con el dolor producido por los azotes que habían caído por su cuerpo indiscriminadamente causándole auténtico dolor y nada de placer

  • Ya lo creo que lo sentirás como oses desobedecerme – le escupió pateando su marcado trasero y dejándola allí tirada lamentado su existencia. Bien, se lo había ganado por viciosa y puta.

Después de comer llevó agua a la perra con su añadido de somníferos para que lo dejara tranquilo y le ordenó beberla, era mucha, pero por miedo a volver a enfadar a su amo, no dejó ni una gota en el cuenco y al terminar fue a tumbarse a sus pies y agradecida porque no la alejaba de una patada, comenzó a lamer sus zapatos con verdadera devoción y total agradecimiento.

  • ¿Que voy a hacer contigo? – preguntaba acariciando los desparejos mechones de la cabeza de su perra, bebiéndose tranquilo una cerveza, muy contento con su comportamiento servil – no tenía intención de azotarte tan fuerte, pero tienes que ser una buena perra ¿lo entiendes? Si no consigo que obedezcas una simple orden y haces con tu cuerpo lo que se te antoja ¿Qué dice eso de tu amo? – se lamentaba – no podré demostrarle al mundo que he hecho de ti una buena perra, habré fracasado en el intento

  • Seré buena amo – prometía la perra sin dejar de lamer sus zapatos – seré la perra mas obediente, estará orgulloso de mí, aprenderé

  • Eso espero, no me gusta tener que castigarte, me gusta ver tu cuerpo marcado, es cierto, pero prefiero hacerlo por placer que como correctivo, vete a la caseta – ordenó a la perra antes de que los somníferos la dejaran k.o. en medio del porche, pensando en aprovechar el día diseñando nuevos juguetes - no quiero volver a verte hasta mañana

  • Si amo, pero, necesito mear antes, ¿puedo hacerlo? – preguntó bajando del porche para dirigirse a la caseta

  • Joder con la estúpida de la perra – le gritó arrojándole la botella de cerveza que impactó en su hombro y la regó con la que quedaba – he dicho que a la caseta, ¡Ya!

Y eso hizo la perra, meterse en la caseta hasta el día siguiente, pero tenía tantas ganas de mear que no sabía si podría aguantar, fue lo último que pensó antes de sucumbir al sopor producido por los somníferos.

A la mañana siguiente su amo la despertó tarde, era domingo, no habría labor en la granja y se marchaban de visita, la quería en la puerta del porche de inmediato. Temerosa de no obedecer lo suficientemente rápido se presentó ante el porche como le habían ordenado, estaba que reventaba con las ganas de mear y su amo lo sabía, le extrañaba que no lo hubiera hecho durante la noche y como éste se había levantado con ganas de pasar un buen día la dejó ahí esperando, nada mejor que un merecido castigo mañanero para comenzar la jornada, observaba su comportamiento a través de la ventana ¿habría aprendido la lección? Y esperó, tuvo que hacerlo durante un buen rato cuando los gemidos de la perra llamaron su atención.

  • ¿Pasa algo perra? – preguntó admirado por su contención, saliendo de la casa

  • Si amo, lo siento, necesito mear – rogaba meneándose para evitar escapes

  • Lástima, es hora de irse – le espetó alegre – pasaremos el domingo en casa de Mateo conociendo a su mujer, espero que te comportes

  • Si amo, pero

  • Chitón perra, sube a la camioneta, hoy viajarás delante arrodillada a mi lado, ¿de acuerdo? – le espetó dirigiéndose al vehículo – como sueltes una sola gota te crucifico.

Temerosa ante la amenaza que sabía sería capaz de cumplir intentó por todos los medios que no se le escapara nada, se estaba poniendo mala, sudaba profusamente y se mordía los labios, estaba a punto de rendirse cuando oyó la voz de su amo.

  • De acuerdo perra, si tantas ganas tienes de mear – sonreía con su nueva ocurrencia mientras recorrían la escasa distancia que les separaba de la casa de su amigo – saca el culo por la ventanilla y hazlo, pobre de ti como salpiques la camioneta – le sugirió divertido

  • Gracias amo, procuraré no manchar su camioneta – respondía agradecida y se encaramaba en el asiento para poder acatar la nueva orden y poder liberar al fin todo el líquido retenido en su interior

Por nada del mundo Lara se habría creído capaz de hacer una cosa semejante, de nuevo su amo le demostraba lo que realmente era, en lo que se había convertido, no tenía pudor, vergüenza ni dignidad, eso pensaba mientras colgada de la puerta de la camioneta, un torrente salía de su cuerpo, aliviándola.

Pedro quería castigarla y se lo estaba poniendo difícil, la verdad es que estaba haciendo verdaderos esfuerzos para no manchar la camioneta, la muy perra llevaba las rodillas dobladas apoyadas en la puerta y sujetándose en precario equilibrio estaba mostrando un digno espectáculo a los coches con los que se cruzaban, con todo su culo y medio cuerpo asomando por la ventanilla, pero encontró la solución a escasos metros, un socavón en la carretera donde meter la rueda sería la excusa perfecta para su castigo. Como había calculado se había producido, con el bache, el salto que pegó la camioneta fue lo justo que su perra necesitó para desequilibrarse y mojar el lateral del vehículo.

  • Perra asquerosa, ni se te ocurra moverte – le espetó parando la camioneta en el arcén y dejándola con el culo asomando por la ventanilla buscando una vara en la vegetación próxima y al encontrarla quietándole las hojas y probando su elasticidad – no eres capaz de hacer nada bien

  • Lo siento muchísimo amo, he intentado obedecerle, pero el salto

  • Nada de excusas estúpida – azotó su trasero con la rama, que por cierto había dejado una bonita marca – cuando ordeno algo – azote – espero que se me obedezca – azote – ¿lo has entendido o tendré que repetirlo? – tres azotes mas que cubrieron su trasero con bonitas marcas y debían dolerle lo suyo además de haber alcanzado su expuesto clítoris

  • Lo he entendido amo, no volverá a suceder – lloraba la pobre perra que no habría podido cumplir lo ordenado ni por asomo, a pesar de los esfuerzos realizados

  • Bájate de ahí – le ordenó – pon tus brazos a la espalda – le ataba los codos bruscamente para que no notara que, no solo era fingido el enfado, si no que, además, estaba encantado con lo bien que se había portado – acabarás el viaje en la trasera de la camioneta ya que no eres capaz de comportarte – le espetó a la vez que cruzaba sus preciosas tetas con tres nuevos varazos que dejaron unas marcas rojizas e hinchadas preciosas.

  • Gracias amo por enseñar a esta perra la manera correcta de comportarse – le agradeció llorosa después de haberla tirado en la cajuela de la camioneta, llevándose también la vara que tan buenas marcas había dejado, antes de taparla con la lona

¡Joder¡ con la puta perra, ya lo había vuelto a poner como un burro y estaban a punto de llegar a la casa de Mateo, no sabía si esperar a que cediera su erección antes o presentarse en casa de su amigo tan empalmado como estaba, al diablo con todo. Pedro aparcó delante de la casa de Mateo y se acercó a la parte trasera de su camioneta. Satisfecho con el aspecto que presentaba la perra la dejó allí tapada, no sin antes pellizcarle su enorme clítoris expuesto y obteniendo con ello la reacción esperada, su vagina visiblemente lubricada, quería conocer primero a Elena, la mujer de su amigo, ante de decidir que hacer con la perra.

  • Hola Pedro, me alegro de conocerle al fin – le saludó Elena respetuosa limpiando sus manos en el delantal y acercándose para besarlo en ambas mejillas, no sabía muy bien como tratarlo. Era una mujer estándar, ni muy alta ni muy baja, ni fea ni guapa, en fin, del montón, pero si era una buena compañera para Mateo, Pedro la adoraría por ello - Mateo no ha parado de hablar de usted últimamente. Está encantado de haber recuperado su amistad.

  • Buenos días Elena – saludó educadamente tendiéndole el regalo que le había traído – Por favor, tutéame ya que intuyo que seremos buenos amigos. Tienes la casa preciosa, Mateo es un tipo con suerte.

  • Es muy amable de tu parte, muchas gracias por todo – contestó satisfecha con su comentario y extrañada de que entrara solo, por no mencionar la erección que notó al saludarlo - ¿No viene a comer con nosotros tu mujer?

  • Si, está en la camioneta, pero es que me ha cabreado de camino y he tenido que castigarla, luego iré a buscarla – comentó aceptando la cerveza que le ofrecía – Verás, Elena, no se que te ha contado Mateo, pero es que mi mujer tiene un comportamiento atroz y a menudo debe recibir dura disciplina para enmendarlo, ¿comprendes? No me gustaría ofenderte, estoy invitado en tu casa, te respeto y eres la mujer de mi mejor amigo, pero a mi mujer la educo como creo conveniente. Espero que no te importe, si prefieres no verla, la dejaremos en la camioneta.

  • Oh, no te preocupes por eso, un castigo a tiempo te evitará males mayores, lo comprendo, mis salmos hablan de ello – decía como si pudiera imaginar el trato que recibía la perra, realmente encantadora – Dentro de un rato yo iré a por ella, tu disfruta de tu cerveza y déjanos a las mujeres juntas, Mateo está preparando la barbacoa.

Elena se acercó a la camioneta y tras comprobar que en la cabina no había nadie decidió mirar debajo de la lona que tapaba la cajuela. Su sorpresa no pudo ser mayor, ahí estaba la mujer, desnuda, con un collar de perro, hecha un lamentable ovillo, sus codos atados a su espalda, su cuerpo cubierto de marcas de azotes, unas mas recientes que otras, sus piernas encogidas contra el pecho que, que Dios la perdonara, nada mas ver esas preciosas tetas, la odió. No era justo que unas tuvieran tanto y otras tan poco. Quizá ese era el motivo de la erección de su marido.

  • Vamos criatura, te ayudaré a salir de ahí – le decía mientras sin ningún cuidado tiraba de ella hasta ponerla de pie para poder examinarla a gusto – Que ridículo corte de pelo llevas – se burlaba tirando de sus desparejados mechones – Y que tetas tan soberbias – comentaba sin resistirse a pellizcarle los insultantemente empitonados pezones elevándolas para dejarlas caer y deleitarse con sus rebotes, complacida con el silencio de la preciosa criatura - ¿Y que es esa deformidad que asoma entre tus piernas? – preguntaba mientras palmeaba el interior de sus muslos con la intención de que abriera mas sus piernas y poder apreciarlo, cosa del todo innecesaria ya que las pinzas que abrían su coño se encargaban de ello – Por lo mas sagrado ¿eso es un clítoris? – preguntó pellizcándolo también, con lo que la perra como era su costumbre, comenzó a jadear excitada – En nombre del cielo, no me lo puedo creer ¿disfrutas con esto? – escupió en su cara clavándole sus uñas e introduciendo sus dedos en su vagina parar comprobar que, efectivamente, estaba empapada – Dios todopoderoso, con razón tu marido tienen que castigarte si es este tu comportamiento habitual. Limpia lo que has ensuciado puerca – le ordenó introduciendo sus pegajosos dedos en su boca

Elena, jamás, en su vida, había tenido un comportamiento semejante, pero fue ver a este maravilloso ejemplar de hembra hecho un despojo, tirado en la cajuela y sentirse dominada por una extraña sensación que la impelía a humillarla y lastimarla. Tendría que hacer penitencia por ello, pero eso seria mas tarde, de momento la llevaría con los hombres y disfrutarían de lo que presumía ser un buen día entre amigos, el amigo de su marido tendría que explicarle los motivos parar tratarla así.

Mateo estaba intranquilo, Pedro le había contado en que estado se encontraba la perra y que seria su mujer la que la sacaría de la camioneta, no sabía como reaccionaría su pacata mujer ante la perra de su amigo, pero por nada del mundo habría imaginado que la vería aparecer prácticamente arrastrando a la perra por el pelo e insultándola por su torpeza.

  • Pedro Pastor ¿que terribles acciones ha cometido esta criatura para recibir semejante trato? – preguntó intrigada por las motivaciones que habrían provocado está situación mientras la empujaba hacia su marido viéndola caer de rodillas ante él

  • Elena… - advirtió Mateo, porque aunque la perra estaba preciosa con todas esas marcas y su clítoris brillante de excitación no eran quienes para juzgarlo

  • Esta bien, estamos en su casa y merece una respuesta, es una larga historia, pero por expreso deseo de su familia he de encargarme de su educación, me la entregaron como perra, y así tengo que tratarla – informaba a Elena que asumía sus palabras como si fuese cosa de todos los días tener una perra humana – Al menos de momento he tenido que ordenarle que no observe comportamiento humano alguno. Si te ofende su presencia...

  • No, no hay nada de eso, entiendo ahora tu preocupación Pedro, parece necesitar mucha disciplina, rezaré por ti, para que puedas sacar algo bueno de ella – comentó a su atónito público mientras veía como la perra caminaba de rodillas acercándose a su amo

  • Gracias Elena, muy amable de tu parte al incluirme en tus oraciones, pero con la ayuda de Dios o sin ella, conseguiré de esta perra lo que quiero – contestaba al colocarla donde la quería tirando de sus mechones – Aquí quieta – ordenó y la perra obedeció, quedándose de rodillas al lado de su amo, su cabeza baja, las piernas separadas y sus codos a la espalda empujando sus preciosas tetas insolentes, mientras todos la estudiaban y hablaban de ella.

  • No hay nada que agradecer Pedro, tanto yo, como mi marido, te prestaremos toda la ayuda que necesites ¿verdad Mateo? Ayudaremos a tu amigo a educar a esta díscola criatura a su antojo – comentaba con un brillo perverso en su mirada mientras retiraba un cubierto de la mesa, dejando solo tres – Castigos y disciplina la mejor educación que pueda recibir esa lasciva criatura

  • Claro querida, Pedro sabe que puede contar con nosotros para lo que precise – contestó alucinado su marido que, por nada del mundo, habría esperado esta reacción en su esposa, mientras la veía entrar de nuevo a la cocina canturreando – Joder tío, no se que mosca le habrá picado, pero esta mujer no se parece a la mía, Elena no es partidaria de los castigos, ni canturrea feliz, ya que estamos

  • Ya ves amigo, es la reacción que suele despertar mi perra en las personas de buen corazón temerosas de Dios – se reía Pedro brindando con su cerveza hacía su amigo –solo piensa en liberar de su pesada carga a sus semejantes, aunque tenga que utilizar para ello la ira divina. Me gusta tu Elena, me gusta mucho, tu si que eres un tipo afortunado.

Comentario que ésta escuchó satisfecha cuando regresaba de la cocina y colocaba un recipiente lleno de agua en el suelo ordenándole a la perra que bebiera de él y disfrutando como nunca cuando su orden fue obedecida de inmediato. Era muy excitante ver a esta impresionante mujer convertida en perra y actuando como tal.

Durante la comida ambos hombres ignoraron a la perra inmersos en su conversación, pero Elena se entretuvo en tirarle de vez en cuando un hueso del asado para que lo comiera, que divertido verla desplazarse hasta ellos de rodillas y hacer auténticos equilibrios para comerlos sin caerse de bruces, elevando su culo marcado y mostrando ese clítoris indecente.

Cuando acabaron de comer, Elena le pidió a Pedro que le dejara un rato a la perra mientas ellos disfrutaban de sus cigarros, quería hacerle algo que esperaba resultase del agradado de su amo. Pedro aceptó encantado con la complicidad mostrada por la esposa de su amigo, se arriesgaría con lo que quería hacerle, pero no sin advertirle que no le hiciera ni sangre ni nada irreversible, esperaba no tener que arrepentirse.

Media hora tardaron en regresar, media hora larga durante la que pudieron disfrutar de sus cigarros y una tranquila charla mientras escuchaban de fondo la autoritaria voz de Elena y los lamentos y gritos que emitía la perra. ¿Qué le estaría haciendo?

Cuando Elena apareció de nuevo con una expresión satisfecha en su rostro y un extraño objeto en su mano, seguida de la perra a la que parecía costar un poco gatear, Pedro no detectaba ningún cambio en su aspecto.

  • ¿Qué es eso que te ha llevado tanto tiempo Elena? – preguntó curioso – Por como gritaba la perra pensamos que le estarías arrancando la piel a tiras

  • He estado cerca Pedro, pero nada tan drástico como eso, solo la he adecentado un poco, espero que te guste como la he dejado. Muéstrate ante ellos perra, que puedan apreciar bien mi trabajo.

Y dicho esto la perra gateó hasta colocarse al lado de la mesa y girándose se tumbó de espaldas para, abriendo sus piernas al máximo como le había indicado Elena que hiciera, poder mostrar su inflamado y recién depilado coño, cambiaba de postura ante la atenta mirada de su admirado público para que pudieran observar desde todos los ángulos que no tenía ni un solo pelo. Lara ardía de vergüenza, se sentía mas humillada que nunca, ahora estaba mas expuesta, mas desnuda si es que eso era posible y además, la había insultado y abofeteado porque se excitaba con sus manejos y le había dolido muchísimo, todo por culpa de esa endiablada mujer que no paraba de invocar a Dios y a todos los santos.

  • Caramba Elena ha sido una idea estupenda – reía Pedro encantado con el aspecto que presentaba ahora ese coño pelado y mojado – Se puede apreciar su coño de perra con todo lujo de detalles

  • Pedro tiene razón, querida, has realizado un trabajo espléndido, ahora ese clítoris enorme que Pedro quiere ponerle se verá mucho mejor – reía también Mateo con la idea que su mujer había puesto en práctica – aunque decida quitarle las pinzas no habrá manera de ocultarlo.

  • Me alegro que les guste caballeros, pero creo que las vistas no son lo único bueno – y ordenándole a la perra que le acercara su recién depilado coño le introdujo sin miramientos el artilugio que había traído, que no era otra cosa que un mazo de mortero de considerable tamaño pero que finalizaba en forma de exprimidor – ahora que no hay pelos que retengan su excitación – comentaba mientras manipulaba el artilugio en su interior consiguiendo con ello excitarla y dañarla por igual – está correrá libremente por sus muslos – sonreía satisfecha viendo como los abundantes flujos que salían del coño de la perra, mientras palmeaba su culo marcado, hacían exactamente lo que ella había anticipado

  • Muy pero que muy bueno y además, tiene otra ventaja – comentaba el amo de la perra disfrutando del espectáculo que ofrecía esa mujer maltratando a su perra – a partir de ahora cuando alimente a las gallinas, estas no tendrán que perder tiempo tironeando de sus pelos

  • ¿Cuándo alimente a las gallinas? – preguntó sorprendida Elena sin parar de manipular el coño de la perra girando el exprimidor que funcionaba en él incluso mejor que con sus limones y naranjas, manteniéndola al borde del orgasmo al ir variando la intensidad de sus movimientos, mientras su culo comenzaba a colorearse con los azotes – Creo que no te entiendo.

  • Fácil, tiene que acostumbrarse a realizar las tareas de la granja y alimentar a los animales es una de ellas, por lo que se me se me ocurrió que sería buena idea que las gallinas picotearan su cuerpo para comer, así he conseguido que sus pezones y clítoris presenten ese aspecto desproporcionado – explicaba – tenéis que verlas tironeando de ellos como si fueran granos de maíz, una y otra vez, además de las múltiples marcas que le dejan con sus picos en los alrededores, me gusta tenerla bien marcada.

  • Es una gran idea, desde luego – afirmó Elena encantada con la perversidad de su nuevo amigo y los sentimientos que despertaba en ella – ¿Y como alimenta al resto de los animales? – preguntaba ahora entretenida en sacar y volver a introducir con golpes secos y enérgicos el exprimidor en el empapado y dilatado coño de la perra.

  • Pues, esa es una de las cosas que quería comentaros, solo tengo unas cuantas gallinas y un burro que se alimenta solo pastando a placer, por lo que tendría que acercarme a la próxima feria estatal parar remediar lo escaso de mi granja – comentó Pedro

  • Ningún problema con eso, a Elena no le gusta ir a la feria, pero si no tiene inconveniente, podría acompañarte el próximo fin de semana, le pedimos el camión a Nicolás y podremos traernos los animales que precises. ¿Qué tenías pensado? – preguntaba Mateo tremendamente excitado con los manejos de su desconocida mujer a la perra, tenía su enorme polla a punto de reventar con el espectáculo

  • No sé, quizá unos cuantos cerdos, conejos, cualquier animal que encuentre que pueda interesarme para la granja o para que se folle a la perra – decía Pedro sin tener nada claro al respecto y acariciando su erección por encima de sus pantalones

  • Bien caballeros, creo que esta perra está en su punto para ser follada. Mateo querido, ¿te importaría darme el gusto?, me encantaría ver tu verga de toro taladrando este bebedero de patos – reía encantada con la idea, la gran polla de su marido había representado un problema en sus primeros tiempos de matrimonio, le costó Dios y ayuda tolerarla y ahora que mostraba todo su esplendor que probara la perra si le cabía – Mientras perrita, podrás agradecerme el haberte adecentado, veamos como trabaja esa lengüita tuya – y dicho esto, le sacó de un tirón el exprimidor que tiró al descuido encima de la mesa, se levantó la falta y quitándose sus bragas abrió sus piernas para que la perra la devorara mientras su marido la follaba por detrás.

Mateo la taladraba como si le fuera la vida en ello, clavaba su polla en el empapado coño de la perra que de dilatado que lo había dejado su mujer lo admitía sin problema alguno. Pedro los jaleaba desde su posición de espectador preferente lamentando no haber traído su cámara y tomando nota de hacerse con un par de exprimidores manuales como ese. Elena mas por perversidad y vicio que por necesidad, abofeteaba de vez en cuando a la perra o le tiraba de su collar para indicarle la mejor manera de dar placer a una mujer. Mateo follaba furioso ese coño, marcando sus coloradas y dañadas cachas con sus manazas viendo como su mujer se corría una y otra vez con las atenciones de la perra. Su mujer, que hasta la fecha no había disfrutado con ese tipo de atenciones.

Una vez satisfechos sus apetitos dejaron que la perra limpiase la polla que la había follado, como era su obligación y para mayor enojo de Elena, pudo apreciar como la gran verga de toro de su marido entraba hasta los huevos dentro de la garganta de la perra, algo que ella nunca había conseguido, a pesar de haberlo intentado una y mil veces, deshaciéndose en arcadas. Si al terminar la limpieza no se hubiese acercado a ella para, sumisamente, acomodarse a sus pies y lamer también sus zapatos podría haberle solicitado a su amo la aplicación de otro castigo, pero que podía hacer, era débil y esa actitud de perrita buena le había resultado tremendamente satisfactoria. Eso pensaba mientras acariciaba su cabeza llena de mechones desiguales y se enfrascaban en una interesante conversación para relajar un poco los ánimos.

  • Interesante objeto que has traído Elena – le comentó Pedro sacándola de sus ensoñaciones y sin aguantar mas su curiosidad examinándolo – me ha parecido perfecto para la perra

  • Si, ¿verdad?, a mi también me lo pareció, como la perra se excitó tanto mientras la depilaba pensé que habría que exprimirla – reía divertida ante la admiración de ambos hombres por su ingenio – Te lo regalo si lo quieres, después de donde ha entrado, no volveré a utilizarlo, pero si es cierto que vais a la feria estatal, podrás comprar los que quieras de diferentes tamaños, hay un artesano muy bueno que se dedica a hacer estas cosas en madera, le puedes encargar lo que quieras, por cierto – pensaba en otros múltiples utensilios que serían interesantes

  • Lo de la feria es, si a ti no te importa querida, ya sabes que no me gusta que te quedes sola y si Pedro tiene que comprar los animales de la granja, tardaremos al menos dos días – anunciaba Mateo

  • Haremos una cosa, si os parece bien – contestó Pedro – te dejaré a la perra para que te haga compañía mientras estamos fuera, no es un gran ofrecimiento, pero si crees que puede entretenerte, aunque solo sea un poco, en ausencia de tu marido, acepta, por favor, te agradecería mucho no tener que llevarla, no la necesito para lo que tengo que comprar, entre escoger o encargar algunos utensilios, como me has aconsejado y seleccionar los animales adecuados tendré bastante

  • Es una idea estupenda – contestaba encantada Elena que podría hacer con la perra lo que se le antojase durante un par de días completos – Acepto encantada y no tienes nada que agradecer, ya te dije que te ayudaríamos en lo que necesitases, por cierto, antes dijiste que buscabas animales para la granja, pero me pareció entender que ¿pretendes que se follen a la perra? – preguntó curiosa alejando a la perra de sus pies, donde se había quedado tras lamer concienzudamente sus zapatos, con un brusco movimiento de su pierna y cierta mueca de asco

  • Si, eso hago, forma parte de su entrenamiento – contestó Pedro viendo el gesto despectivo de Elena y esperando que la mujer de su amigo no se escandalizara con ello, no después de lo que había visto – de momento solo la he apareado con el perro y el burro

  • Entiéndelo querida – intercedía su marido que también había observado el gesto de desprecio hacía la perra – su familia le ha pedido que la eduque y el hace lo que cree conveniente, además, su hermana gemela le ha pedido y pagado para que lo grave todo en video y la mantenga puntualmente informada de los progresos

  • En ese caso, que puedo decir, si su marido y su propia familia lo creen necesario y son partícipes de ello, no seré yo la que censure sus actos – comentó sintiendo un poco de lástima por lo que esperaba a la pobre perra y lo que había pasado – y dices que ¿la has apareado con el burro y lo has grabado?, quizá debería verlo, puede que me esté precipitando con mis dudas si a la perra no le resulta tan repugnante como parece, después de todo

  • ¡Oh¡ créeme si te digo que ha nacido para recibir, ni mas ni menos, el trato que le dispenso – comentaba Pedro viendo que Elena ya comenzaba a deleitarse con las imágenes que evocaba la conversación – puede que no disfrute de todo lo que le hago, pero te aseguro que se lo merece. Cuando te la traiga el próximo día me ocuparé de que recibas una suculenta serie de imágenes que serán testimonio fiel de su educación para que puedas juzgar por ti misma y podrás comprobar lo esmerado y completo de su adiestramiento

  • Muy bien Pedro, quedamos así entonces, perdona mis dudas, soy nueva en esto, de ninguna manera quería poner en entredicho el trato que otorgas a la perra, no sería digno miembro de mi sede espiritual si lo hiciera – se excusaba por la torpeza de sus comentarios, por nada del mundo quería quedarse sin su juguete de los próximos días por haber realizado un comentario poco apropiado – veré encantada las imágenes que envíes ¿en que otros animales habías pensado? – preguntó cambiando radicalmente de actitud entrando de lleno en el juego

  • Gracias por tu comprensión Elena, no resulta fácil encontrar una mujer tan buena de corazón, comprensiva y con tan buena voluntad como la que estás demostrando hacia una perra insignificante, que apenas se ha ganado tu aprobación – contestó Pedro realmente agradecido, no le gustaría tener que prescindir de la ayuda de esta mujer en la educación de la perra – He decidido comprarme, al menos, un par de cerdos, pero ahí se terminan mis ideas.

  • Veremos que encontramos en la feria – comentaba Mateo risueño - perros, caballos, ovejas, gatos, peces, burros, asnos, cerdos, serpientes, monos, elefantes, ponis – se reía - quizá haya un circo cerca

  • Mateo, como eres – se reía también Elena reconsiderando su actitud - ¿mas café caballeros? – preguntó dirigiéndose a la cocina

  • Joder tío, por un momento pensé que se rajaba – suspiraba aliviado Mateo

  • no me habría gustado que se excluyera de estas nuevas actividades, hoy ha disfrutado con cosas que no había hecho nunca y ha demostrado tener una vena perversa que me ha gustado mucho, jamás lo habría imaginado en ella, con sus oraciones y penitencias

  • Si, a mi me pareció lo mismo, pero afortunadamente para nosotros se lo ha pensado mejor – afirmaba Pedro – muestra una inteligencia y un sentido práctico poco común tu mujer, además, no ha demostrado un ápice de compasión por el dolor de la perra en el castigo, pero si mucha misericordia por su lamentable condición, me encantará disfrutar de las cosas que se le ocurra hacer con la perra en adelante.

Nuevo comentario que escuchó Elena que regresaba con mas café y llenó su alma de una alegría extraña, ya que Pedro, el hombre que consideraba mas depravado y calavera sobre la tierra parecía admirar las ocurrencias que había tenido. Pues, hablando de no mostrar compasión hacia su dolor, ya buscaría en sus salmos algunos de los castigos recomendados por su sede espiritual para enmendar faltas de comportamiento, su predicador estaría orgulloso de ella.

Tras la tarde disfrutada con los amigos Pedro se llevó a la perra a casa, que llevaba insertado en su coño el nuevo juguete ideado por Elena, quedando para el próximo fin de semana en que la traería de vuelta para acompañarla los dos días que los hombres pasarían en la feria estatal comprando las bestias que Pedro quería para su granja.

Elena estaba feliz, rezaría y haría penitencia para expiar las faltas cometidas esa tarde, pero suponía que Dios sería magnánimo con ella, a fin de cuentas, la perra de Pedro era una criatura del señor a la que solo habían intentado educar para mejorar su comportamiento. Lo consultaría ante su pequeño altar y esperando la inspiración divina ofrecería nuevos castigos y sacrificios de la perra para aligerar su alma, sus salmos estaban plagados de ellos, incluso podría escribir a su guía espiritual para que le indicara como obrar con las criaturas que se mostraban tan ignominiosas e inferiores, si, le escribiría esa misma noche mientras su odio y el envilecimiento de la perra estaban tan frescas en su memoria. Resulta increíble lo que se le puede ocurrir a una mente perversa con la devoción con que ella se aplicaba.

Al llegar a la granja, antes de dejarla descansar hasta el día siguiente, Pedro la premió por su comportamiento en casa de sus amigos, le colocó el otro juego de pinzas que había diseñado, los que juntarían sus pechos tirando de sus deliciosos pezones, los quejidos que emitía eran puro goce a sus oídos y una vez hecho quedaban tan deliciosamente apretados que no quiso evitar disfrutarlos por lo que se folló el canalillo que formaban y obligando a la perra a lamer su capullo cada vez que asomaba, estuvo un buen rato enterrando su polla entre las apretujadas tetas de la perra. Que orgasmo mas delicioso para terminar un día plagado de imágenes excitantes, lástima no haberlas grabado.