La perra meona (VI)
Ñ planea tener a sus dos perras conviviendo unos días en casa de a. Da instrucciones claras y espera que se cumplan ¿Cómo se lo tomará a?
Ñ: Buenas tardes, perra. Deja lo que estés haciendo y preséntate ante mí.
Era una tarde tonta de domingo, no tenía plan y estaba dormitando mientras veía una serie en Netflix. En cuanto sentí vibrar el móvil, me espabilé de pronto y, cuando leí el mensaje, algo se activó entre mis piernas. Me incorporé y me coloqué en posición Nadu antes de llamarle.
a: Buenas tardes, mi Amo. A tus pies.
Ñ: Muy bien, perrita, así me gusta. He hablado con m; como tú estás trabajando desde casa y ella tiene clases online, he decidido que vais a pasar unos días viviendo juntas en tu casa. Ella ya tiene instrucciones precisas sobre lo que debe hacer. Te acabo de mandar un correo,
léelo
atenta y luego lo comentamos.
Colgó de inmediato sin darme oportunidad a réplica. Me levanté, abrí el ordenador y empecé a leer el correo. ¡No me lo podía creer! Cada línea presentaba un escenario y un plan peor. Volvió a sonar el móvil.
Ñ: Conociendo a mi puta, supongo que estarás furiosa. Dime cómo está mi coño.
¿Estaba durmiendo y era una pesadilla o estaba pasando de verdad? Llevé mi mano entre mis piernas y sentí la humedad.
a: Húmedo, mi Amo. Pero...
Ñ: ¿Pero
qué?
¿Pero qué? ¿Algo que decir, cerda?
a: No, mi Amo.
Mi Amo estaba dispuesto a conseguir que me quedara clara mi posición ante él y respecto a m. Me había convertido en el último eslabón de la cadena y, hasta que no demostrara que lo tenía asumido, nada mejoraría para mí.
Ñ: Deja el móvil en el suelo y ponte a cuatro patas. Quiero comprobar que mi coño está perfectamente depilado, espero que no tengas ni un puto pelo.
Separé con las manos mis nalgas y fui pasando por la
cam
desde el ano hasta el pubis, despacio para que mi Amo pudiera examinar bien lo que es suyo.
Ñ: Estupendo, perrita, en cuanto a tu higiene nunca me decepcionas. Ponte el bikini y nos vemos esta tarde, te llamaré cuando esté libre. Ponlo bien fuerte y no lo toques, prohibido mear hasta entonces.
a: ¿Puedo hacer pis ahora, por favor, mi Amo?
Ñ: ¿No has entendido lo que te he dicho? Tienes dos minutos para ponerte el bikini y enseñármelo.
Quien haya leído mis relatos anteriores, sabrá en qué consiste el bikini. Es una cuerda que proporciona tanto placer como incomodidad e impaciencia.
Me lo coloqué y se lo mostré. Tras considerar que estaba a su gusto, sin decir nada, cortó la llamada.
Las siguientes horas fueron una verdadera tortura, una lucha interna para contener mis necesidades fisiológicas, mantener a raya el nivel de placer que me proporcionaba el bikini y frenar mis pensamientos que repetían en bucle lo que me esperaba los próximos días.
Tal y como había prometido, justo después de la hora de cenar, me volvió a escribir.
Ñ: ¿Cómo está mi perrita? Tengo poco tiempo, lo primero que quiero es ver mi coño que seguro que está chorreando.
Sin decir una palabra, activé la
cam
enfocando directamente la parte de mi cuerpo en la que estaba interesado. Estaba brillante, muy mojado y enrojecido.
Ñ: Pasa un dedo y lámelo con gusto, cerdita mía.
Obedecí sin pensar, no fue necesario rozar mucho, el flujo resbalaba por la cuerda.
a: Gracias, mi Amo.
De pronto las ganas de vaciar mi vejiga se apoderaron de mí y apreté las piernas.
a: Mi Amo, por favor, necesito soltar el pis.
Ñ: Voy a ser generoso y te voy a dar dos opciones: puedes quitarte la cuerda y mear o puedes quedarte con la cuerda hasta correrte y después mear. Tú eliges, pero ten en cuenta que te correrás como yo decida y, si eliges la primera opción, tardarás en tener una nueva oportunidad para correrte.
En una situación tan tensa, era incapaz de pensar, no podía tomar decisiones coherentes y lo peor de todo es que él lo sabía.
a: Mi Amo, por favor, se lo suplico, déjeme hacer pis primero.
Ñ: ¡Date una bofetada bien fuerte y espabila! Vuelve a leer las dos opciones que te he dicho.
Choqué mi mano fuerte contra mi cara dejándola marcada y contesté.
a: Mi Amo, prefiero correrme antes si usted me da permiso.
Ñ: Muy bien perrita, ya no puedes cambiar de opinión. Tensa bien la cuerda, que el nudo se clave bien contra mi clítoris. Harás cinco sentadillas seguidas, llegando bien hasta abajo. Al terminar la quinta tendrás veinte segundos para correrte. ¿Está claro, puta? ¡Empieza!
¡¡Joder, joder, joder, eso iba a ser imposible!! Apreté bien la cuerda, que separó más mis labios y comencé con la primera sentadilla.
La segunda... la tercera... cada vez que bajaba era mayor el sufrimiento; la fricción contra el clítoris, la presión de la vejiga, la prohibición de correrme, …. cuarta sentadilla, quinta …
Ñ: Muy bien, cerda, quítate el bikini y empieza a pajearte YA. 20, 19, 18, 17...
Me di toda la prisa que pude a pesar de lo torpe que estaba y lo mal que respondía mi cuerpo, y comencé a darme placer en un coño irritado y encharcado, al borde del orgasmo.
Ñ: 5, 4, 3, ...
a: Por favor, por favor, por favor,
mi Amo, ¡se lo suplico!
Ñ: NO, aguanta. 3, 2, …
Por qué,
Dios, por qué, ¡¿por qué no llegaba?!
Ñ: 1... ¡Córrete PUTA! Suelta todo eso que tienes y que me pertenece.
Buaaaaah
mientras me corría se me olvidó absolutamente todo lo que había pasado esa tarde y, tras unos segundos, sentí como los músculos de mi pelvis se relajaban y empezaba a mearme encima y sin solución.
Ñ: ¡Pero serás cerda!
a: Lo siento, lo siento, lo siento muchísimo mi Amo.
Noté como la temperatura de mis mejillas iba en aumento, me moría de la vergüenza y al mismo tiempo me gustaba y sabía que mi Amo disfrutaba viéndome sentada sobre un gran charco de orina.
Por un momento mi Amo enfocó su cara y pude ver su bonita y maliciosa sonrisa. Verle me calma, me reconforta, es el mejor de los premios que puede darme.
Ñ: Ponte a recoger todo y prepárate para recibir a m.
A las 12 en punto de la noche sonó el timbre, abrí la puerta y allí estaba mi compañera de cuadra, peinada con dos trenzas y cargando una mochila escolar llena hasta arriba.
Esperé a que entrara y le cogí la mochila y el abrigo, al quitárselo vi que iba vestida de colegiala: falda escocesa de tablas, camisa y calcetines blancos, corbata a juego con la falda y chaqueta y mocasines del mismo color. Mi primera reacción fue reírme, no me esperaba esa estampa tan ridícula.
La respuesta a mi risa fue un fuerte bofetón de m.
m: De parte de nuestro Amo. Gracias por recibirme en tu casa a.
Tras el shock inicial, empecé a enseñarle la casa. Vivo en un piso pequeño de un solo dormitorio, cocina americana, salón y un baño. Dejé la mochila de m en mi dormitorio y ella empezó a vaciarla, llevaba de todo menos ropa.
m: mi Amo me ha pedido que fuera a hacer unas compras para estos días. Sé que él te ha dado instrucciones igual que a mí. Buenas noches.
Me hizo salir de la habitación, cerró la puerta con pestillo y no volví a saber nada de ella hasta la mañana siguiente.
Muchas gracias por vuestras lecturas y valoraciones. Si siguen siendo buenas, continuaré contando cómo siguió la semana.