La perfecta casada
Una fiesta muy completa.
La casa estaba situada en la falda de una montaña, rodeada de pinos, tenia una piscina pequeña y un jardín a la entrada con unos parterres llenos de flores que con la más mínima brisa, desprendían un aroma delicioso.
Me llamo Rosa, tengo 32 años y llevo cinco casada con Álvaro, no tenemos hijos y por el trabajo de mi marido (Ingeniero Químico), solemos viajar bastante.
Nuestra vida sexual, es muy buena, probamos todo y como dice Álvaro, la vida es para disfrutarla.
Le gusta que para las continuas cenas que organizamos entre los amigos de la urbanización en la que vivimos, me ponga atractiva, sexy, provocativa y escotada, disfruta cuando todas las miradas tanto de hombres como de mujeres, recaen sobre mí, la verdad es que me encanta, me maquillo con sumo cuidado, resaltando aun mas, el poderío que la naturaleza me ha dado.
Soy alta, no muy delgada, pelo negro sedoso, con buenos pechos, guapa y unas piernas largas, torneadas con hermosos muslos que rematan en un culo respingon, mi carne es dura, cuesta trabajo pellizcarme y mi chocho, oculto por una tupida mata de bello, me hace disfrutar con locura.
Aquella noche de sábado, teníamos que ir a casa de Jorge y Marina, eran nuestros vecinos más cercanos y serian de nuestra misma edad.
Cuando salí del baño, envuelta en la toalla, Álvaro que se había duchado antes, estaba en la cama totalmente desnudo, con la polla tiesa y me dijo sonriendo.
--- Te estamos esperando los dos---
Mientras me acercaba, me quite la toalla, dejando que resbalara por mi cuerpo, una de mis manos, sobaba mis pechos, mientras la otra, bajando suavemente por mi cintura, la deposite sobre mi pelambrera, pasándola a lo largo de mi rajita.
Álvaro, me comía con la mirada, su boca entreabierta, dejaba escapar la lengua que pasaba por sus resecos labios, se masajeaba el cipote que con las venas marcadas, había dejado escapar un hilito y parecía a punto de reventar, me incline sobre él y comencé a lamerle el glande, su sabor que tanto conocía, me agrado, la lengua fue bajando hasta llegar a sus cojones, me metí primero uno en la boca y después de clavarle los dientes con mucha suavidad, lo lance como se tira un hueso de aceituna, después le toco el turno al otro. Álvaro suspiraba, su respiración entrecortada, indicaba que la estaba haciendo efecto la mamada, luego mientras me metía su polla en la boca, apretando con mis labios mientras subía y bajaba la cabeza, le fui metiendo el dedo índice por su ano, sus manos intentaron varias veces tocarme el coño, pero yo me negaba con brusquedad, mi otra mano libre, le apretaba las tetillas.
Un grito ronco, y una palabrota, fue el comienzo, parecía una fuente, el esperma se salía de la boca y manchaba las sabanas, yo seguía entrando y sacando el dedo, mientras él me decía que parara, por fin accedí y con la boca llena de leche, me enganche de sus labios, mordiéndolos mientras mi lengua se introducía hasta la campanilla, estaba ardiendo, quería sentir su cipote dentro de mi, me coloque encima y apuntando el glande entre los dos labios mayores, me lo introduje en el interior de mi vagina, con la lubricación que tenia entro sin dificultad, que placer, comencé a cabalgar encima de el y dado que mi excitación era tan grande, con cuatro meneos me corrí, me tumbe encima de su cuerpo sintiendo como su Respiración volvía a la normalidad.
El vestido rojo, con falda de vuelo por encima de las rodillas, tenia dos tirantes que por la parte trasera llegaban hasta el culo, dejando mi espalda al aire, por la parte delantera, tenia una raja que me llegaba hasta la cintura, mis pechos sin sujetador, bailaban cuando hacia algún movimiento brusco, asomando turgentes y desafiantes.
Jorge, compañero de mi marido, me había sacado a bailar y mientras me pasaba su sudorosa mano por la espalda, intentaba hacerme reír con un chiste algo picante, su pierna la tenia metida entre las mías y notaba como su polla se apretaba contra mis muslos, en un momento y dado que el jardín no-tenia mucha iluminación, bajo su mano hasta mi culo, tocándolo descaradamente, menos mal que el bolero termino y pudimos separarnos ya que estaba a punto de meterle la rodilla en los cojones.
Marina, la mujer de Jorge, estaba encima del piano y cantaba una canción ranchera, durante la cena se había tomado una botella de rioja, se había quitado los zapatos, subiéndose su vestido negro hasta la cintura, dejando ver sus muslos regordetes y blancos que hacían un buen contraste con sus bragas negras.
Todo el mundo estaba feliz y contento, desde luego las reuniones de los sábados, ya tenían fama entre la urbanización y cada semana aparecía una nueva pareja que se unía al grupo, pronto tendríamos que alquilar un local.
---- Te diviertes----- La voz que venia de mi espalda, me asusto, se trataba de una mujer rubia natural de unos 35 años un poco más alta que yo con una cara angelical, tenia el pelo corto unos hoyuelos en las mejillas unos labios sonrosados y sensuales con una boca perfecta, llevaba un vestido verde muy ajustado, haciendo resaltar sus pechos pequeños en forma de pera, sus caderas, muy marcadas, remataba un culo redondo y unas piernas largas con unos muslos tersos, acababan en unos pies calzados con un zapato de tacón muy fino.
Se presento, dijo llamarse Fina y era la primera vez que acudía a una de nuestras fiestas, desde que la mire, sabia que me había caído bien y estuvimos hablando bastante rato, le dije que esperase un momento que iba a bajar a Marina del piano ya que varias veces había estado a punto de caerse, me dijo que me ayudaría y entre las dos la bajamos y la subimos al primer piso que era donde estaban los dormitorios para acostarla.
Marina, reía lloraba y decía palabras incoherentes, fruto de la taja que tenia, le quitamos el vestido, los panty y los zapatos, la dejamos en bragas y sostén y la acostamos, no quería quedarse sola y nos sentamos cada una a un lado de la cama, pasándole una toalla mojada por el rostro y hablándole intentando tranquilizarla.
Nos dijo que nos quitásemos los vestidos y nos acostásemos con ella que tenia miedo a quedarse sola, al principio nos negamos, pero en vista del perreron que cogió, nos desnudamos y nos metimos con ella en la cama solamente con las braguitas ya que no usábamos sujetador.
Al principio se puso muy contenta, y decía que éramos sus mejores amigas, nos besaba a ambas, mientras reía y se arrimaba tanto a una como a otra, sobandonos todo el cuerpo, indicando que ojala ella lo tuviese tan duro y bien formado.
Los besos de Marina, varias veces habían rozado mis labios y sus manos que no paraban, me tocaron los pezones y en una ocasión, metiendose por el pernil de las bragas, habían rozado el clítoris, produciéndome un leve cosquilleo en el coño que me agrado sobremanera, por momentos me estaba poniendo ardiendo y alargando una mano por debajo de las sabanas, le sobe los pechos mientras pegaba mi cuerpo al suyo, notando su agradable contacto.
Pasados unos minutos, Marina se quedo dormida, momento que aprovechamos Fina y yo, para levantarnos, pasamos al cuarto de baño para arreglarnos un poco y pude ver por el espejo como Fina, no me quitaba los ojos de mi cuerpo tapado solamente con las braguitas, mientras que ella con un descaro que me dejo desconcertada, se había quitado las suyas y se estaba pasando el dedo índice por su enorme clítoris que totalmente hinchado, sobresalía como una pequeña montaña de su enorme pelambrera.
Suspiraba y mientras yo intentaba hacerme la distraída como si no la estuviese viendo, note como mis pezones, se estaban poniendo duros y tiesos, mientras un calor que me nacía del coño, inundaba poco a poco mis entrañas.
Fina que no había dejado de mirarme, noto como mi calentura iba en aumento y acercándose por la espalda, sin decir palabra, me rodeo con sus brazos y cogiendome ambos pechos con sus manos, los magreaba y moldeaba, prestando especial atención a mis pezones, me besaba el cuello y el lóbulo de las orejas, introduciendo su lengua en mi oído, notaba como su duro clítoris, se clavaba en mi culo, mientras tanto yo suspiraba y un intenso placer me iba inundando, me había metido la mano por las bragas y tocaba la raja de mi coño que estaba mojado introduciendo los dedos suavemente en mi vagina.
Fina, me dio la vuelta y me dijo que no me tocara mas que ella quería darme todo el placer, luego mientras me besaba en los labios, mordiéndolos con saña, su lengua, inspeccionaba cada rincón de mi boca, me quito las braguitas y colocándome abierta de piernas, sentada en la bañera, se arrodillo y comenzó a pasar su lengua por entre mi coño peludo, dándome pequeños mordiscos en mis labios mayores y en el clítoris, yo con la cabeza apoyada en la pared, me tocaba los pezones que por cierto estaban un poco doloridos y ronroneaba como una gata, mientras de mi garganta escapaban suspiros de placer y alegría.
Fina, que sabia comer un coño, me había metido dos dedos en mi vagina y me follaba, mientras su lengua, seguía trabajándome el chocho.
Un grito seguido de unas convulsiones, inundó mi cuerpo de placer, indicando que había tenido un tremendo orgasmo, quedándome semidormida.
Unos fuertes ronquidos, me hicieron reaccionar y saliendo del cuarto de baño totalmente desnuda, vi como en la habitación, Marina dormía placidamente, y colocándome el vestido, baje a la planta baja, donde los hombres totalmente mareados, cantaban una canción de los años sesenta.
Después de hacerle una señal a mi marido, me senté en un sofá, donde estaban reunidas las mujeres, contándose él ultimo serial de la tele.
Fistulo .