La perdición de papa 5

Es la historia ficticia de una hija que descubre el secreto mejor guardado de su padre, lo que dará un giro inesperado en su relación familiar.

El peor de mis temores se había cumplido, Papa había dejado las cosas de aseo que habíamos comprado, en mi escritorio, y la caja de condones, sobre el teclado de mi portátil, con mi perfil de la web abierto.

Me había pillado con todas las de la ley, que tonta fui, por favor, vaya descuido más estúpido, y por eso fue al baño.

Me quedé en estado de shock un minuto, mi mente totalmente en blanco, mi corazón acelerado, …cuando volví a reaccionar, sentía como me faltaba el aire y tuve que sentarme en la cama.

Cerré la puerta y empecé a llorar desconsoladamente, para eso no tenía excusas, sentía que papa estaría enfadadísimo y que no me hablaría nunca más en la vida, después de haberle recuperado.

Aquello había llegado demasiado lejos y empezaba a darme cuenta de lo que estaba haciendo. Era una locura. Cuerpo de mujer y cabeza de niñata, estaría pensando en ese momento.

No me atrevía a salir, y casi era la hora de la cena, decidí ponerme el camisón y meterme en la cama, estaba realmente avergonzada.

Me quedé dormida, inconscientemente, una hora o así, entonces me di cuenta que el ordenador seguía encendido, tenia que eliminar mi perfil y empezar a afrontar aquella situación.

Entonces vi el ultimo mensaje que me había enviado papa la noche anterior “tengo muchas ganas de conocerte cariño, descansa mi amor, seguimos mañana, te quiero princesa”.

Es verdad que era un salido, pero era realmente cariñoso y tierno, y escrupulosamente respetuoso, me conquisto desde el primer momento. Echaría mucho de menos sus mensajes y su forma de adularme. Aquello se había terminado.

Decidí, antes de borrarme de la web, escribir un último mensaje: “es una pena que se haya terminado de esta man…” “Conectado”

¡Vaya por dios! Papa estaba en línea, y yo, temblando, pensando la manera tener una salida digna de aquella situación.

“Princesa, he preparado la cena especialmente para ti, tu sugardaddy te espera si lo deseas, como siempre te he dicho, no tienes que hacer nada que no quieras hacer. Si no lo deseas lo entenderé y haremos como si nada hubiera pasado, no quiero perderte”.

¡¡¡¡¡Que!!!!! Papa me estaba proponiendo ser su sugarbaby, como si nada, y yo llorando por las esquinas como una idiota. Sabía que había caído en mi trampa, que estaba disfrutando de lo lindo, pero es mi padre… ¿Qué podía hacer en ese momento?.

Es verdad, que yo había descubierto su gran secreto, su oscuro objeto de deseo y sus vicios inconfesables. Papa nunca habría tenido la oportunidad de hacerla realidad por discreción. Haber roto ese esquema, le estaría causando un gran remordimiento, como a mí.

Él tenía más que callar.

“Ok, deberás esperar a que tu princesa se ponga preciosa, aun tardare un rato, espero que este todo perfecto para mí”.

“Por supuesto, te esperare impaciente”

Entonces se desconectó.

No me lo pensé demasiado, debía lanzar el ultimo órdago y atraparlo sin que tuviera escapatoria. Aunque no sabía cuál sería su reacción y como encajaría todo aquello.

Estaba muy nerviosa, con el estómago encogido, casi no se ni como pude maquillarme.

El conjunto de ropa interior, el vestido ceñido, algo de bisutería, no demasiada, un poco de perfume y los zapatos de vértigo. Era una autentica diosa, sentía que no habría hombre en el mundo que no se resistiera a mis encantos en ese momento, pero a mí solo me interesaba uno.

Si mama me hubiera visto en ese momento me habría castigado de por vida.

Intente hacer algo de ruido, quería que supiera que estaba lista. Me esperaba mientras bajaba las escaleras, se había puesto un traje de chaqueta y corbata oscuro muy elegante. No gesticulaba nada, me miraba fijamente.

Cuando me acerqué a él me sonrió, yo también lo hice, con mucha complicidad.

“Hola papi, aquí tienes a tu princesa, recuerda que soy una señorita” le dije mientras le mostraba mi mano.

“No… No te preocupes mi am… amor, voy a cuidar de ti, te lo voy a dar todo, todo, todo” y la beso muy sutilmente. Note cierta rigidez, pero el momento lo requería.

Acaricio mi espalda hasta mi cintura para conducirme al salón, mientras me miraba de arriba abajo con cara de mojigato. Había una mesa preparada con mantel, cubiertos y unas velas encendidas. Todo muy elegante.

“Lo… lo mejor para mi Princesa” mientras me acomodaba la silla para que me sentara.

Rápidamente se apresuro a servirme la cena, entraba y salía de la cocina. Hasta que todo quedo listo, y se sentó frente a mí.

“¿Agua, un refresco?” que era lo que siempre tomaba.

“Tomare una copa de vino” papa me miro un poco extrañado, pero era mayor de edad ¿no?, y era hora de que me tratara como a una mujer. No dudo en abrir una botella y servirme.

Después de un rato casi en silencio, ante aquella situación, no se si decir incomoda o excepcional o forzada, decidí que debíamos hablar de todo aquello.

“quiero pedirte disculpas, sabía que eras tú, pero he descubierto que quiero ser tu sugarbaby, soy consciente de que eres mi padre y no es una relación adecuada, pero podemos llevarlo en secreto, nadie sospechara”

Entonces me miró fijamente, muy serio, estaba como hipnotizado

“como tu desees, yo lo hare por ti, y no tienes que disculparte de nada, ya te dije que no tienes que hacer nada que no quieras hacer, yo te seré siempre fiel, te lo daré todo, todo y todo, mi amor”

Que papa estaba totalmente colgado por mi era algo que empezó a excitarme y mucho.

“¿todo, todo, todo?” jaja

“Si mi amor, te daré todo lo que quieras, dinero, ropa, caprichos, pídeme lo que quieras venga, por favor, necesito complacerte, por favor”

“acércate, vamos acércate”

Tímidamente, se puso frente a mi cabizbajo, entonces le susurre al oído “¿Verdad que me quieres y me deseas? Seré tu diosa, tu perdición, solo tendrás ojos para mí, para tu baby”

Asentía con la cabeza y una medio sonrisa, y entonces me acerqué aun mas para que me abrazase, sentía sus brazos rodeándome con fuerza sin dejarme escapatoria, mientras rozaba mi cuerpo con su cuerpo, su sexo erecto sobre mi cintura, mis pechos sobre su abdomen.

Nos miramos, y acerque su cabeza hasta que sus labios se toparon con mis labios en un profundo beso.

Un escalofrió recorrió mi cuerpo, empezaba a estar realmente mojada en ese momento.

“Sebes papi, me pica un poco este tobillo”.

Y se abalanzó sobre él, de rodillas, y empezó a darle besos y a acariciar mi zapato. Vi como su bulto empezaba a tener espasmos.

“¡Uy si¡, ha sido un día largo, podrías darme un masajito en los pies “

Se sentó en el suelo, su cara empezó a relajarse, vi su expresión como cuando estábamos en el centro comercial, estaba disfrutando y mucho de aquello.

Entonces apoyo mis pies sobre sus muslos, entre besos y caricias a mis piernas, y alguna mirada indiscreta más arriba, me quito muy suavemente los tacones, antes de dejarlos en el suelo les paso la lengua mientras me miraba.

Los masajeaba con mucha delicadeza, disfrute muchísimo allí sentada, tome mi copa de vino y me deje llevar por aquel momento tan sensual con papa. Después de un rato, cogió uno de mis pies y lo acerco a su cara, empezó a olerlo, pasar su lengua y a introducir miss dedos en su boca, y eso que llevaba las medias puestas.

Una manchita empezó a aflorar de su pantalón, y ahí no me corte un pelo, apoye mi otro pie sobre su entrepierna sintiendo su excitación mientras papa suspiraba de placer.

Yo, realmente húmeda, y sin ninguna experiencia en esos temas con hombres, lo saqué de su boca y empecé a deslizar mi pierna sobre sus labios, cogió la indirecta, y siguió pierna arriba hasta postrarse a cuatro patas frente a mí, y cerré las piernas con fuerza.

Acerqué su cabeza un poco mas hasta rozar su nariz con mi sexo, entonces empecé a sentir su respiración profunda. Quise que disfrutase de ese momento un rato, con mi olor a hembra.

“Me tienes muy mojadita papi, me has puesto muy cachonda en el centro comercial, ya me has visto en la ducha”

Mi nivel de excitación desbordante y el fuego de mi entrepierna hizo que las abriera y apartase mi braguita dejando al descubierto mi vagina, no pude mas que empezar a tocarme mientras papa miraba atónito sin pestañear.

Hizo un amago de acercarse, pero lo frene, quería que solo mirase y que participara cuando yo estuviera lista.

“Te quiero princesa, mi amor, eres lo mejor que me ha pasado en la vida…”

Todo aquello no hacia mas que incrementar el clímax del momento, yo seguía deslizando mis dedos en mi sexo cada vez con mas intensidad, como una posesa. Hasta que no pude más y tuve un gran orgasmo que incluso llego a salpicar su cara.

Entonces acerque la cabeza de papa y este empezó a pasar su lengua con mucha suavidad mientras yo suspiraba de placer y agotamiento.

“¿te gusta papa?, será solo para ti, quiero que te esfuerces en complacerme mi amor”

Ahí fue cuando se puso manos a la obra y empezó a chupar como dios manda. Nunca me habían hecho algo así y era maravilloso. Seguía realmente húmeda.

Me puse de pie y me quité el vestido, dejando ver mi esbelta figura, papa besaba mis zapatos y acariciaba mis piernas.

Muy provocativamente lo cogí por su corbata y empecé a dirigirme a su dormitorio, el me siguió a cuatro patas, como si fuera mi perrito.

Me coloque delante de un espejo para disfrutar mirándome, como una verdadera diosa, sentía que tenía el poder y quería más. Allí seguía arrodillado mientras me admiraba de arriba abajo.

Me quite el sujetador, mis pechos erguidos y mis pezones realmente duros corroboraban la enorme excitación que sentía en ese momento. Después baje mis braguitas hasta mis tobillos. Papa muy educadamente me ayudo a quitármelas.

Quería que disfrutara viéndome, adorándome, que sintiera lo afortunado que era por poder tocarme y tenerme cerca. Ahí estaba, mas mojado que yo, mirando, casi sin pestañear, mi cuerpo.

Volví a coger su corbata y me lo lleve a la cama, allí me tumbe boca abajo. “Me das un masajito papi, quiero que te aprendas cada centímetro…”

Y empezó a tocarme por todas partes y a darme besos, hasta que llego a mi trasero, donde hizo especial interés. Nunca pensé, que, al pasar su lengua, sentiría un placer así, hasta el punto que sentí como mojaba las sabanas.

Entonces me di la vuelta, quería que me besase como si lleváramos sin vernos años, nos morreamos con lengua, papa estrujaba mis pechos con suavidad y pasaba sus dedos por mi cuerpo hasta llegar a mi clítoris manteniendo mi excitación al máximo en todo momento.

No aguantaba más, le mire y le dije que se desnudase. Ahora era yo la quería disfrutar de el… Papa se sorprendió un poco y sin dudarlo se puso de pie y lo hizo, mientras yo seguía observando tocándome en la cama.

Continuara…