La perdición de papa 3
Es la historia ficticia de una hija que descubre el secreto mejor guardado de su padre, lo que dará un giro inesperado en su relación familiar.
Aquella tarde, y después de una comida en silencio, decidí quedar con mis amigas para desconectar un poco. Pero nada más fuera de la realidad, en mi mente seguía papa y yo excitadísima. Estaba como ausente, y eso que había un tema interesante con una de las chicas, que se había echado novio.
Al volver, miré mi móvil y vi que tenía varios mensajes de la web, y uno era de papa. Por la noche lo vi.
“Princesa, me gustaría ir poco a poco contigo, no te imaginas lo loco que me tienes, hare lo que me pidas. No te enfades, yo tengo más que perder que tú, pero te necesito, por favor dame una oportunidad, será nuestro secreto”
La verdad es que no podía echarle en cara absolutamente nada, papa era todo un sugardaddy, y, visto lo visto, era lo que quería para mí. Decidí volver a escribirle, esta vez algo más receptiva y con mejor humor.
Al rato vi que se conectaba, no tardo en escribirme. Se alegro muchísimo. Seguimos conversando un rato más, estaba interesado en mi hombre ideal y ahí yo llevaba ventaja. Lo describí perfectamente, notaba su entusiasmo. Incluso cuando le dije que me gustaban los slips, empezó a mandarme fotos de los suyos y de otras cosas más, claro.
Como el día anterior, empezó a subir de intensidad, me exhibía su miembro sin pudor, sabía que me gustaba, y que estaba muy cachonda. Así que quise jugar con él, me bajé las braguitas y me hice una foto de mi escaso vello púbico mientras cerraba las piernas con fuerza.
Se volvía loco por mí, estaba perdiendo la cabeza, me decía. Hasta que de repente, una foto mostro unas gotas sobre su escritorio, no mucho la verdad.
“princesa, es la sexta que te dedico hoy, no puedo más, es para ti, te deseo, te amo, mi diosa”
Aquello me hacía crecerme, estaba exultante. Al poco me fui a la cama.
La semana paso rápido, mi relación con mama estaba muy tensa y no habíamos vuelto a hablar del tema.
Seguía hablando con papa todas las noches, aquello iba a más. Notaba como él deseaba verme en persona, y darme caprichos y regalos, protegerme y sentirme entre sus brazos, hacerme feliz. Es curioso porque cuando más le paraba los pies más se entregaba, como si estuviera obsesionado o algo enfermizo. Disfrutaba tanto de aquello.
Ese viernes tenía que irme a su casa, estaba entre deseosa y temerosa, una mezcla de excitación y miedo que me hacía disfrutar incompresiblemente.
Después de comer y mientras hacia la maleta, decidí arreglarme un poco más de lo normal, un vestido algo más ceñido y corto, un escote insinuante y no mucho maquillaje para no perder mi frescura. Intente imitar a todas esas lolitas de la web que hacían perder la cabeza a hombres como papa. Estaba realmente nerviosa deseando ver su reacción.
Cuando sonó el timbre, baje las escaleras como una autentica diva virginal, lo necesitaba. Allí me esperaban atónitos. Mama, con una mirada feroz, pensando que me estaba vengando de ella de esa manera. Y papa boquiabierto, como un auténtico mojigato. Tras una fría despedida nos fuimos.
“te has puesto muy guapa cariño, está claro que ya eres una mujercita”
Sentía una enorme felicidad, mucha, y no sé porque, se me empezaron a caer las lágrimas.
“Cariño que te sucede, estas bien” Papa paro el coche en mitad de la calle “todo bien, ¿bien con mama?”.
Estaba claro que había notado la tensión entre ambas.
“Papa quería pedirte disculpas por todo este tiempo, te he guardado mucho rencor y creo que he sido muy injusta contigo. Me gustaría que tuviéramos una relación como la de antes”.
Papa me dio un abrazo enorme y largo, sentía como acariciaba mi espalda mientras lloraba desconsolada. Me miro con los ojos brillantes y una gran sonrisa, me dijo que estaba deseando, durante mucho tiempo, que llegara ese momento.
Estaba claro que ya no me vio como a una niña, y se sinceró conmigo:
“cariño, no te imaginas el tiempo que he pasado pensando en ti, lo que he llorado a escondidas por no poder verte. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida, no tienes que preocuparte. Se que has discutido con mama. No tienes que disculparte de nada”.
Volvimos a darnos un largo abrazo, hasta que un coche que esperaba detrás empezó a pitar.
Papa arranco y nos fuimos, entonces me dijo que íbamos al supermercado del centro comercial que había cerca de su casa para hacer la compra, y allí nos sentaríamos en una cafetería para hablar más tranquilamente.
Me conto muy por encima la historia, aunque no entro en detalles de infidelidades ni nada de eso, ni culpo a mama de nada, aunque claramente se intuía. Sabía que habíamos discutido porque ella lo llamo.
“Mama me sigue tratando como a una niña y yo ya soy una mujer”
Seguimos sincerándonos un rato, la verdad es que era un hombre maravilloso, disfrute mucho escuchando todo lo que decía, y eso que no era precisamente agradable.
Poco a poco nos fuimos calmando, papa intentaba levantarme el ánimo, “nunca te había visto así, me has impresionado cariño, estas muy guapa” me dijo mientras me hacia un escaneo de arriba abajo.
Uffff, en ese momento, que, para él, probablemente fue un cumplido inocente, para mi fue una bomba de excitación. Después del paréntesis emocional, empecé a sentir la humedad en mis braguitas. Mi mente empezó a revolucionarse y mis armas de mujer, evidentemente afloraron.
“Gracias papa, mama no me deja vestirme ni maquillarme así, y ya tengo edad, tampoco es nada malo. Si por ella fuera, me metería en un convento” empezó a sonreír.
“Espero que tu no seas como ella y me dejes ir como quiera. A mis amigas no les ponen pegas y, tengo que ir a escondidas y pidiéndoles cosas”.
Entonces papa se levanto y me dijo “no te preocupes cariño, esta tarde vamos de compras, podrás coger lo que quieras y luego lo dejaras en mi casa, así mama no se enfadara”
Mi cara se ilumino por completo y me lancé a darle un abrazo fuerte y a comerle a besos, entonces sentí como me rozaba su bultito. Papa estaba algo sorprendido por mi reacción, además, delante de todo el mundo. Pero era su hija, así que, rápidamente se relajó y pasamos al centro comercial.
Empecé a pensar en aquellas sugarbaby´s y deseaba ser una de ellas, en ese momento haría todo lo necesario para que papa callera a mis pies. Sabía perfectamente como sacar al sugardaddy que llevaba dentro.
Decidí ser muy cariñosa, y mientras andábamos, le cogía de la mano y me agarraba fuerte de su brazo, mostrándome algo inocente e indefensa.
Primero tenía que hacerle sentir muy hombre, y cuando cayera en mis garras, mi pelele. Estaba muy feliz, pletórico, lo veía en su cara, imagino que tanto tiempo sin una mujer debía ser duro.
Entramos en mi tienda favorita, y por supuesto que conocía todo lo que allí había, muchas tardes las pasaba con mis amigas en otro centro comercial mirando y probándonos cosas. Sabía que tenía que mostrarme algo caprichosa, provocativa y muy sensual con él.
De nuestras conversaciones del chat, sabía que a papa le gustaba la ropa ajustada, las trasparencias y el encaje, los tacones altos, y la lencería en todas sus formas.
Así que primero me lance por unas blusas con algo de trasparencia, unos vestidos y unas camisetas, no me corte un pelo. Cada vez que cogía algo se lo daba a papa para que lo llevara, esa tarde lo utilizaría de esa manera.
Nos fuimos a los probadores con un montón de cosas, era el momento clave, ahí tendría que ser muy zorra con él. Tras probarme el primer vestido, abrí la cortina para que me lo viera, papa se quedó inmóvil “Cariño, te… te queda muy bien”.
Era realmente ceñido y, además, decidí quitarme el sujetador para que luciera, aún más, el generoso escote, y de lo excitada que estaba y el aire acondicionado, se marcaban mis pezones, que se habían puesto realmente duros.
“¿te gusta papa?, ¿no es un poco atrevido?, ¿me queda bien?, ¿no crees?”
Papa seguía anodado mientras yo me pavoneaba delante del espejo. Entonces cogí su mano y la pase por una costura que había en la cintura. “no me esta muy ajustado aquí, papa”
Podía sentir su nerviosismo al tocarme, su mirada lasciva y un bulto en su pantalón, que rápidamente tapo con las prendas que llevaba colgadas del brazo. La excitación, las pupilas dilatadas y un ambiente cargado de feromonas no hacían mas que añadir erotismo y sensualidad al momento.
“creo que te esperare fuera cariño”
Papa estaba muy incómodo e intentando parar aquello, y huir vilmente, pero yo no iba a permitirlo.
“No por favor papa, tenemos que recuperar el tiempo perdido, no sabes la ilusión que me hace esto, la de veces que he soñado con ir así de compras, … intentare darme prisa para que no te aburras”.
Me probé varias cosas más, hasta que le dije que fuera a por una camiseta ajustada de tirantes de una talla menos. Estaba en braguitas y con los pechos al aire en el probador, cuando en un lateral vi como asomaba su brazo con la prenda, al darme la vuelta para cogerla vi cómo me miraba por una rendija de la cortina.
Rápidamente aparto la mirada. Decidí que era el momento de volver a calentarlo un poco, así que me la puse y le dije que pasara. Su cara de asombro al verme en braguitas fue para recordar “pasa y cierra rápido papa”.
“hija, deberías taparte un poco”
Empecé a dudar de si me quedaba bien o no, y entonces, intencionadamente, me quite la camiseta y me quede con los pechos al aire para probarme la otra y decidir. “¡Pero hija!”.
Entonces me giré, y le dije, “¿papa es que nunca has visto unos pechos?, además, con lo bonitos que los tengo”
Se puso colorado y miraba para otro lado, resoplando, aunque mirando de reojo. Entonces, mientras me miraba al espejo pude ver, en un descuido de papa, como a la altura de su bultito había una pequeña mancha húmeda.
Aquello fue un punto de inflexión, sí que sí, papa estaba realmente excitado. Imagino que con la misma incertidumbre interior que yo, e intentando aparentar normalidad.
Decidí seguir probándome el resto de la ropa con el dentro del probador. Seguía extasiada con aquella situación, sobre todo cuando me tocaba o me rozaba.
Salimos del probador con un montón de cosas camino a la caja, sin decir nada, sabía que a papa le gustaba pagar, por eso no me preocupe por nada. Además, mientras esperábamos en la cola empecé a coger algo de bisutería.
“¿No se cuales elegir? Me gustan todos papa” El me miro con cara de satisfacción, sabia que estaba disfrutando tanto o mas que yo. Entonces volví al ataque.
“Soy tu princesa, ¿verdad, papa?” Su gesto cambio a serio en un instante, mientras yo le ponía una picara carita de pena. Hubo uno de esos silencios que parecen eternos, sabia que me la estaba jugando, aunque no sospechaba nada.
“Claro que sí, cariño, siempre has sido mi princesa, papa va a cuidar de ti y te va a proteger, mi amor” … Uy, aquello empezaba a sonarme.
Cuando llego nuestro turno, papa lo puso todo sobre el mostrador, la cajera se quedó impresionada con tantas cosas “¡Soy su princesa, no crees que tengo el mejor padre del mundo!”, ella sonrió y asintió con la cabeza. Nosotros nos miramos y me acerque a el para que me diera algunos mimos.
No pude evitar mirar hacia abajo, seguía excitado, y mucho, porque se empezaba a intuir otra mancha más. Aquello me hizo acercarme más a él para que me abrazase, mientras la cajera terminaba. Me giré un poco para restregarme, entonces fue cuando sentí su masculinidad.
Papa se separó rápidamente de mí, pensando que quizás no me habría dado cuenta, entonces empecé a notar que se estaba poniendo muy nervioso. Pago la cuenta, cogió todas las bolsas y salimos de la tienda.
“Discúlpame cariño, tengo que ir un segundo al baño”
Casi que tiro las bolsas al suelo y allí me dejo sola en mitad del centro comercial, realmente cachonda y pensando que se estaría tocando como un animal por mí.
Mientras le esperaba gire la vista y vi mi próximo objetivo.
Continuara…