La pequeña Martha (4)

El insaciable trasvesti no paraba de perirme que nos fuéramos a coger...

LA PEQUEÑA MARTHA IV

Después de la rica aventura con Daniel, Mar y yo decidimos portarnos como nos dictara la adrenalina, además ella continuaba con el tratamiento hormonal para convertirse en mujer, eso era lo que más deseaba en la vida y la apoyé totalmente en su decisión; debido a eso, sus pechos ahora eran más grandes y redondos, talla 32-B, producto del tratamiento con el que continuaba, las constantes depilaciones habían logrado eliminar casi por completo el vello que cubría su, ahora terso, cuerpo, se había operado la nariz y con mucho ejercicio logró reducir la medida de la cintura, siguió usando la lencería que tanto me gusta, las tangas eran minúsculas y sus sostenes transparentes, estaba orgullosa del cuerpo que tanto trabajo le había costado modelar; el recuerdo del que un día fue Ricardo estaba prácticamente perdiéndose en el olvido.

Un día recibimos una invitación para asistir a una boda, sería a partir de las 3 p.m., nos alistamos para asistir y Mar se arreglo con un vestido largo negro y bastante ajustado, francamente estaba deliciosa, por mi parte, llevaba un traje verde, que según ella, me sentaba perfecto, al entrar al jardín en donde se efectuaría la recepción, encontré al causante de que nos conociéramos, saludamos afectuosamente a Alberto y nos llevó a su mesa; ahí se encontraba una mujer de cara preciosa, quizá algo bajita de estatura pero con un cuerpo que se adivinaba apetecible, no omito mencionar que me impactó realmente por su gran belleza; nos presentó a Jenny, que ese es su nombre, tomamos asiento con ellos, iniciamos la plática y nos dispusimos a disfrutar del festejo.

Después de la suculenta comida que nos ofrecieron, dio inicio el baile, el grupo que amenizaba la recepción era realmente bueno, dominaban prácticamente todos los ritmos, sus ejecuciones eran magníficas, todo eso y las finas bebidas nos dejaron listos para bailar con nuestras respectivas parejas.

Los cuatro nos levantamos para divertirnos bailando, así pude admirar el cuerpo de Jenny, lo hacía muy sensual, no podía admirar sus piernas pero bajo la tela se adivinaba que las tenía muy bien torneadas, sus caderas eran redondeadas y las nalgas, ¡qué ricas!, paraditas y se movían al compás de la música de una forma que se antojaba acariciarlas, sus pechos, pequeños, no se notaban flácidos al bailar, al contrario, se notaban firmes como rocas, Mar, por su parte, disfrutaba también moviendo su rico trasero igual que la acompañante de Alberto; la diversión estaba llegando a un punto en que la pista estaba completamente llena, las parejas tuvimos que estrecharnos más al bailar, Mar y yo nos pegamos el uno al otro, mi macana sintió la cercanía de Mar y empezó a reaccionar levantándose, las demás parejas también estabas con muy poco espacio; de repente, un cambio brusco en la música y, a la voz de la cantante, nos hizo cambiar de pareja, me tocó con una señora que no conocía pero que era buena bailarina, luego otro cambio, y otro más, cambiamos de parejas como 6 ó 7 veces hasta que me tocó en suerte tener en mis brazos a Jenny, y pude intercambiar algunas palabras con ella, soltera, profesionista, 25 años y muy poco tiempo como novia de Alberto, terminó la melodía y nos dirigimos a la mesa, pedimos otras copas porque la sed era mucha, había que recuperar el aliento y nos quedamos platicando un buen rato, nuevamente la plática se centró en nosotros:

-¿Hace cuanto que son novios? – preguntó Jenny.

  • Llevamos algo así como 3 años – respondí -, y todo va bien hasta ahora, deberías de preguntarle a Alberto, él fue quién nos presentó.

Jenny volteó a ver a su pareja y le preguntó:

  • Nunca me habías dicho que Mario tenía novia, solo me platicas de él, ¿por qué?

La cara de Alberto se tornó de un rojo intenso y solo acertó a decir:

  • Es que últimamente no nos habíamos visto

Obviamente nuestra situación era diferente, así que Mar se apresuró en aclarar:

  • Mira Jenny, lo que pasa es que no somos una pareja como las demás, nuestra relación no tiene como fin llegar a casarnos.

  • ¿Por qué?, ¿acaso no se quieren lo suficiente? – volvió a preguntar Jenny.

La situación estaba poniéndose tensa, y para evitar que alguien más escuchara las razones, Mar llevó a Jenny al tocador en donde pensaba aclararle todas sus dudas, mientras se ausentaban, le pregunté a Alberto que si su pareja era de mentalidad abierta:

  • ¿Le has platicado algo de nosotros?

  • Ahora sabe que son pareja pero realmente no sé cómo lo vaya a tomar, nunca he tocado ese tema con ella.

  • Pues espero que Mar tenga la suficiente diplomacia y tacto como para explicarle que es hombre y cuál es su sexualidad – comenté con algo de preocupación.

Pasamos unos minutos en completo silencio, cuando las vimos regresar, seguimos sin proferir palabra para saber si la explicación había resultado satisfactoria, la respuesta no se hizo esperar:

  • Permíteme felicitarte M…, Mar me explicó todo y me parece que son una pareja ejemplar, nunca pensé que hubiera personas así, definitivamente me dejaron sorprendida.

Su comentario no aclaró nada, pero intervino Mar:

  • Ahora ella sabe lo que realmente soy, no quise esconder nada, porque tarde o temprano con algún comentario escuchado por ahí, iba a enterarse, preferí ser sincera – finalizó Mar.

Con eso quedó saldado el asunto y seguimos con la diversión, Alberto sacó a bailar a mi pequeña y yo salí con Jenny, supuse que las preguntas se sucederían una tras otras, estaba dispuesto a contestar sinceramente, Jenny disparó la primera:

  • Lo único que no entiendo es cómo lo hacen, no me lo imagino.

  • Pues como todo el mundo, únicamente lo que cambia es la posición.

  • ¿Lo hacen anal? – siguió con curiosidad.

  • Sí, y también oral, si tratas de obtener placer lo logras, no importa por dónde sea.

  • Pero – se detuvo un momento y prosiguió -, aún sigue teniendo atributos masculinos, ¿verdad?

  • Sí, espero que dentro de poco tiempo se opere, es cuestión del médico decidir cuándo será – respondí sin pena.

  • No me imagino como lo hacen, pero… - nuevamente una pausa, sus mejillas enrojecieron levemente -, a mí me gusta besar a mi pareja cuando lo hacemos, ¿y ustedes?

  • También, solamente que tenemos que buscar la forma de besarnos mientras lo hacemos.

El tema siguió por el mismo sendero y el rostro de Jenny cada vez denotaba mayor asombro, en ese momento la música cambió a romántica, tendí mis brazos hacia ella y nos balanceamos con las notas musicales.

  • Tal vez sea muy antigua de ideas, tal vez me falte tener mayor experiencia en el ámbito sexual o que no he tenido variedad en el sexo, yo lo hago acostada boca arriba y ya, no sé que me pasa, tengo curiosidad por ver una relación de ese tipo – dijo algo apenada.

  • Por mi parte no tengo objeción, es cuestión de preguntarle a Mar si accede, ¿no crees?

Con la angelical cara llena de gusto me llevó hacia ellos, preguntó rápidamente y en secreto a mi pareja, la respuesta de Mar fue instantánea:

  • Él ya aceptó, también yo, espero que Alberto esté dispuesto a acompañarte.

Los tres volteamos a verlo, su gesto era de incredulidad y asombro, quedó así por unos segundos y después dijo:

  • Creo que ya lo decidieron, ¡vamos pues!

Pasamos a recoger nuestras cosas de la mesa, nos despedimos apresuradamente y salimos rumbo a casa de Mar. Durante el trayecto las preguntas de Jenny continuaban, que si arriba, que si abajo, que los condones, que si tenía erecciones, que si…, en fin, su curiosidad era interminable, mientras tanto, mis manos acariciaban la humanidad de mi pequeña, piernas, tetas, todo lo que estaba a mi alcance.

Llegamos al apartamento y pasamos a la sala, ellos también estaban algo excitados, para evitar que no se olvidara la razón por la cuál estábamos ahí, besé apasionadamente a Mar y mis inquietas manos empezaron a recorrer su cuerpo, ella respondió pegando su cuerpo hacia mí, la tomé de las nalgas para hacer más estrecho el abrazo, giró un poco la cadera y me excitó totalmente, volteé hacia los invitados y también se acariciaban producto de la escena que tenían enfrente, una de las manos de Alberto se perdió dentro del escote de Jenny, ella acariciaba sobre el pantalón la verga de su acompañante, comencé a desvestir a Mar, bajé poco a poco el vestido para ir descubriendo la rosada piel que tanto me hacía calentar y que recibió mis besos y lengüetazos, el vestido quedó a los pies de mi nena, desabroché las medias del liguero y las deslicé lentamente hacia abajo sin dejar de acariciarle las piernas, luego, liberé sus pechos del carcelero que las mantenía encerrados, el sostén voló hasta un rincón, chupé con gusto los rosados pezones que estaban a la altura de mi vista, bajo la minúscula tanga se apreciaba el bulto que comenzaba a crecer, nuevamente volteé hacia la otra pareja y noté con satisfacción que seguían nuestros pasos, estaban a medio vestir y las caricias se hacían cada vez más prolongadas e intensas.

Tocó entonces el turno de Mar, me quitó el saco y la camisa, luego prosiguió con mis zapatos y pantalón, los que arrojó a un lado, sus dedos recorrían toda mi humanidad haciéndome estremecer, cuando llegó a mi bóxer, lo bajó lo suficiente para que asomara por el borde la cabecita de mi pene hinchada por la excitación, lo succionó con los rojos labios y poco a poco se lo fue metiendo hasta tragarlo todo.

Sujeté por la cabeza a Mar para aumentar mi placer, cuando dejó totalmente parado mi caramelo, se puso de pié frente a mí y se dispuso a ser sometida a mis deseos carnales, la tomé por la cintura y la atraje hacia mí, se dejó llevar y nuestras pieles quedaron juntas, me agaché y fui bajando la pequeña tanga, primero descubrí su herramienta, la cuál saltó hacia delante en cuanto salió de entre la tela, di un pequeño beso en la punta de su pene y continué bajando su diminuta prenda íntima hasta que llegó al suelo, me quitó el mío y rodamos abrazados sobre la alfombra, las dos armas estaban totalmente erectas, chocaron entre ellas como si estuvieran en un duelo de espadachines, puse mi boca sobre un pezón y lo mordí suavemente al principio, fui aumentando al presión de mis dientes sobre él y la excitación de Mar aumentó, cogió mi verga con las dos manos y me masturbó con frenesí, la detuve e hice que se acostara boca abajo para lamer su espalda, sus gemidos, por causa de esa caricia, aumentaban de tomo, se estremeció cuando llegué a sus redondas nalgas, las besé y acaricié fuertemente para preparar la penetración, me alcanzó un condón que me coloqué rápidamente y, lubricando con saliva su anillo, se hincó para rendirse a los deseos carnales y facilitar la cogida, puse mi macana en la entrada, ella cooperó abriendo las piernas y separando sus montañas de carne con las manos, empujé fuerte y mi instrumento se deslizó íntegro en su oscura cueva, el grito que salió de su garganta resonó por todo el apartamento, era una mezcla de placer y dolor, inmediatamente hizo que sus caderas hicieran un movimiento circular con lo que me proporcionó un goce intenso, mi miembro entraba y salía de sus entrañas como un pistón a máxima velocidad.

Se escuchó por la sala el inconfundible sonido que se produce durante una rica mamada, al voltear, Alberto estaba sobre Jenny en la posición del 69, tal visión exacerbó más mis sentidos, alcanzaba a ver parcialmente los pechos de ella y cómo se tragaba la lanza de mi amigo, disminuí el ritmo de mis acometidas para disfrutar del espectáculo, Mar también volteó y, deteniendo sus movimientos, alargó su brazo para acariciar lo que pudiera de la otra pareja; tan ensimismados estaban que, cuando notaron una mano extraña dándoles caricias, la jalaron para que participara activamente con ellos, saqué mi reata del culo de Mar y nos unimos a ellos para hacer una confusión de manos piernas y sexos en el cuál solo existía un propósito, dar y recibir placer; Mar le chupaba las bolas a nuestro amigo al mismo tiempo que su chica le daba una fenomenal mamada, yo, por mi parte, pasaba mis manos por todo el suave cuerpo de Jenny, ella al sentirse mimada de esa forma dejó de chupar la tranca y, volteando hacia mí, sacó la lengua como invitándome a poner mi verga cerca de ella y que pudiera lamerla, acerqué mi pene a la invitante lengua y recibí unas deliciosas lamidas, luego introdujo mi glande entre sus labios y sorbió con tales ganas que parecía querer que mi leche llenara por completo su boca, con la punta de sus dedos acariciaba tiernamente mis bolas y tomé sus rosados pezones entre los míos y los jalé y pellizqué para que se levantaran aún más, su reacción estuvo de lo mejor, buscó las 2 herramientas y, poniéndolas juntas, lamía una mientras masturbaba la otra, alternaba las caricias entre nosotros, Mar se agachó para lamerle su peludo osito y eso la enloqueció de gozo, se acostó sobre la alfombra y pidió a gritos se penetrada.

La complacimos entre los 3, nos alternamos para meterle nuestra respectiva lanza, sus suspiros iban en aumento, cada vez que recibía una pistola nueva, ella alzaba su concha para que la penetración fuera hasta lo más profundo posible, tenía 3 miembros para calmar su calentura y parecía que necesitaba más. Mar fue quién se vino primero, lo estaba haciendo de perrito y lo hizo sobre las ricas nalgas de Jenny, luego yo la penetré montada sobre mi hasta que llené su húmeda cueva con mi semen, por último Alberto le dio toda la leche en la boca que hambrienta de placer bebió completamente.

Quedamos abrazados todos, la reunión había sido demasiado agitada, sin dejar de ser satisfactoria y placentera, así estuvimos hasta bien entrada la noche, momento en que ellos se retiraron, no sin antes comentar:

  • Le agradezco que me hayan abierto los ojos en cuanto a lo que se puede hacer en el sexo – comentó Jenny -, espero que ahora él – dijo señalando a mi amigo – no busque a nadie más, quiero complacerlo en todo y voy a poner en práctica lo que hoy vi y sentí.

Reímos todos y se despidieron de nosotros, espero que en verdad practiquen de todo para evitar el aburrimiento.

Espero sus comentarios en mi correo.

Don Pato

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