La pequeña guarilla
Continuación de la importancia de ser sumisa
Silvia pasó todo el viaje a mi casa completamente callada. Me sonreía cuando le decía algo pero apenas hablaba.
Eso hizo que empezase a sentirme incómodo. Tenía que asegurarme de que seguía siendo mi perra. Por eso mientras estábamos en el ascensor me abalanzé sobre ella y empecé a besarla mientras mi mano entraba en sus apretados pantalones.
La sonrisa de picara que puso y la humedad de su entrepierna me demostró que había vuelto.
La verdad es que la chica besada tan bien como la chupaba. Mientras nos liabamos en la ascensor saqué las tetas de su escote y empecé a comerselas. Eso hizo que enloqueciese por completa empezando a gemir y restregarse contra mi entrepierna.
-Perra, ¿Porque estabas tan rara?
Por suerte Silvia supo que le hablaba enserio y dejo de frotarse con mis partes lo que permitió que hablasemos como dios manda aunque aún tenía su par de melones para despertarme.
-Lo siento, de verdad que lo que hicimos en el baño me encantó es solo que, es la primera vez que estoy con alguien con quien...tengo tanto en común.
-Pues eso está muy mal Silvia, deberías habermelo contado, te tendré que castigar.-Mientras decía esto le hice un gesto para que pusiese el culo en pompa sobre la pared del ascensor.
Ella sonrió y lo hizo demostrando que se sentía más comoda. Su culo estaba precioso transparentados en sus leguins. Quería azotarlo así que lo hice.
Sin pensar mucho lo que hacía descargue mi mano sobre una de sus nalgas que se sacudió unos segundos antes de estabilizarse.
-Gracias-dijo entre gemidos- más por favor.
Era imposible encontrar nada que pudiese volverme más salvaje. Olvidandome de que la ascensor seguía subiendo empecé a azotarle el culo sin parar. Ella no podía parar de gemir mientras sus leguins empezaban a mancharse.
-¿Te gusta, puta?
-Me encanta, amo, de verdad necesitaba un hombre así. ¿Puedo correrme?
Le cogí del pelo y lo acerqué a mi cara para susurrarle al oído.
-Correte puta golfa-mientras empezaba a azotarle de nuevo.
A los pocos segundos Silvia había dejado de superar humedad por su coño. Sus ojos estaban desorbitados y sus piernas le temblaba mientras su saliva manchaba la pared.
-Buff, me ha encantado-dijo mientras me abrazaba y me daba un beso en la mejilla. Entonces se dio cuenta de mi erección y sonrió mientras decía:
-¿Entramos en tu casa para que descargues en el coño de tu perra?
Pocos minutos después mi rabo entraba en su coñito. Estaba apretado y húmedo y ya había decidido que iba a pasar mucho tiempo ahí.
Silvia estaba abierta de piernas y sus perfectos melones y cara de puta hicieron que perdiese el control y empezase a penetrarle sin parar. No sabría decir que sonaba más alto, sus gemidos de placer, mis cojones rebotando entre sus piernas o los azotes que le daba en sus tentadores melones.
A los pocos minutos nos corrimos juntos. Mientras recuperamos la respiración me prometió que tomaría la pildora del día después si yo prometía follarla a pelo desde entonces.
-Me parece bien perra pero quiero algo más
-¿El que, amo?-dijo ella sonriendo.
-Quiero follar tu coño a cuatro patas como la perra que eres.
-Diría que tus deseos son órdenes pero tus deseos también son los míos-dijo mientras se ponía a cuatro patas.
Ahora ya sabéis como conocí a mi puta
Continuará....
Si cualquier chica se siente identificada con la protagonista y quiere pasarlo bien mi skype es james.moriarty.mistery y mi gmail