La pequeña Beatriz. Viaje relámpago
Mi cuñada Beatriz viene a visitar Barcelona durante unas horas. No viene a hacer turismo, si no a cumplir una de sus fantasías mas intimas: se tratada como un objeto sexual mientras este bajo mi tutela
A las 10:30 el vuelo de Beatriz, procedente de Vigo tocaba tierra en el aeropuerto del Prat, en Barcelona. Así me lo hizo saber en el mensaje que recibí en mi teléfono tan solo abrirse las puertas del aparato: “Ya estoy aquí. Recuerda: soy tu juguete”. Aquel mensaje era la culminación de una fantasía sexual para mi cuñada desde hacía muchísimo tiempo: la de servirme como si fuera un simple objeto sexual.
Como ya os conté, hace muchos años que mis cuñados saben que tanto mi mujer como yo nos movemos en el mundillo liberal. Para él fue una noticia con cero de carga morbosa, pero a ella le descubrió un mundo excitante al que quería entrar y cuando se lo propuso a su marido se encontró con un rotundo NO. Para Beatriz, la respuesta de Fernando tampoco fue una sorpresa, pero se esperaba que al menos se lo meditara. Lamentablemente, la falta de confianza en sí mismo hizo que no pudiera blanquear su situación y que tuviera que seguir manteniendo en la sombra sus escarceos sexuales porque si… cuando una hembra necesita sexo, lo encuentra, por mucho que le diga a su maridito que ha olvidado la idea de tener relaciones con otras personas.
Oficialmente, ese día estaba en dos sitios diferentes a la vez, todo dependía de a quién se lo preguntaras. Si lo hacías a cualquiera de su familia, estaba en un simposio en A Coruña, en el que se iban a debatir nuevas propuestas educativas para aplicarlas al colegio donde era subdirctora. Si lo preguntabas en su lugar de trabajo, simplemente, se había cogido un día libre para visitar a un par de médicos debido a un pequeño problema de pigmentación que tenía una de sus gemelas. ¿Mentiras? En absoluto. Las dos situaciones existían, simplemente Beatriz ya tenía las respuestas y la comunicación de las mismas había sido pospuesta hasta el día siguiente.
Hoy hacia cuatro semanas que me había llamado y me había dicho que iba a coordinar un día para escaparse desde su ciudad hasta la mía y que tenía un plan para desaparecer desde las nueve de la mañana hasta las diez de la noche. La muy puta tenía los horarios, a un mes vista, de los aviones para ir y volver entre las dos ciudades el mismo día y las historias que contar para que nadie notara su ausencia de las tierras gallegas.
Carlos, tengo una fantasía – me contó mientras estaba sentada en el baño por video conferencia en su día – quiero llegar a Barcelona, que me cargues en el coche y que me uses una y otra vez junto con tus colegas. Me da igual como, cuando y donde. Solo quiero que al llegar a casa tenga que meterme en la bañera porque no me sienta ni las pestañas, que cada vez que eructe durante la siguiente semana, me venga a la boca gusto a semen y que cuando estornude manche las bragas porque no pueda retener nada de lo dilatada que me dejareis ¿Crees que es posible?
Claro que sí, cuñadita. Solo has de decirme que reglas de uso quieres. Cuantos machos, donde corrernos, que limites vas a poner…
Ya te lo he dicho, Carlos – me contesto con una voz de cachonda acorde a la cara de puta que estaba poniendo en ese momento – Me da igual… Seré tu cubo de semen. Quiero sentirme como una de tus zorritas.
Veintiún días después, a las 10:42 se abría la puerta de pasajeros entrantes en la T1 del aeropuerto de Barcelona y aparecía una Beatriz espectacular. Su cabello castaño y liso caía hasta casi el culo, cubriendo la espalda que un traje de tela azul estampado con franjas blancas no conseguía tapar. El vestido, que le llegaba justo por debajo de las nalgas, tampoco cubría una gran parte de su pecho, que casi se le escapaba por el escote y que pese a no ser tan abundante como el de sus hermanas mayores tenía un buen tamaño para poder usarlo para algo más que para amasarlo. Como calzado usaba unas sencillas sandalias y sus únicos complementos eran un bolso de mano y una chaquetita que a primera vista me pareció un impermeable.
Hola, cielo – dijo metiéndome la lengua en la boca en un tórrido beso tras apartarse la mascarilla en medio de toda la gente que salía de su vuelo sin que nadie reparara especialmente en nosotros – Que ganas tenia de hacer esto sin preocuparme de que pudiera reconocer alguien.
Hola, cariño – le dije dándole otro morreo mientras mi mascarilla colgaba de una oreja y agarrándole el muslo por debajo del vestido que ya está húmedo, notando como no llevaba bragas – estas realmente empapada…
Me he corrido tres veces en la hora que hay de vuelo – me confesó acercándose a mi oído – y eso que casi no me he masturbado…
Ven, putita – le dije, agarrándola por la cintura y llevándola hacia la zona de aparcamientos – hay muchas pollas que te quieren follar y tenemos poco menos de ocho horas para que te rellenen todas con su semen caliente.
¿Semen? ¿Me van a follar a pelo? – Pregunto incrédula mi cuñada a la vez que disminuía su velocidad al andar.
¿Es lo que querías, no? – le dije subiendo mi mano de la cadera a su pezón para apretárselo y provocando un ligero reflejo de dolor cuando nos cruzábamos con un grupo de chavales que se percataron de la maniobra y en ingles hicieron comentarios obscenos, ocultando sus sonrisas tras las máscaras que todos llevábamos – Siempre me has dicho que tu DIU es uno de los más infra usados de toda Galicia, así que hoy lo vas a poner al día. Todos mis colegas se han hecho pruebas y están sanos como peras, así que no te preocupes…
Y dándole una palmada en el culo, la introduje en el ascensor cuando se abrieron las puertas. Una vez en el interior, aprovechando que viajábamos solos, metí la mano bajo su escueto vestido y jugué con sus labios menores, que mantenían oculto su inflamado clítoris hasta que este despunto entre ellos. Entonces presionándolo con mis dedos índice y medio, empecé una rápida paja que hizo que Beatriz boqueara como un salmón fuera del agua.
- Mas pajas no, Carlos – suplico la gallega – polla… Necesito que me des polla.
Ignorando su petición, seguí con mi labor y justo antes de que se abrieran las puertas en la última planta del aparcamiento, un potente orgasmo asaltaba a mi cuñada, que tenía que agarrarse a mí para no caer de bruces al abandonarle la fuerza en las piernas.
- Eres una cerda, Beatriz – le dije dejando de presionar el capuchón de su clítoris e introduciendo esos mismos dos dedos de golpe en su palpitante coño. Cuando la palma de mi mano impacto con su babeante clítoris solo necesite unos movimientos para que pasara del orgasmo clitoriano a un squirt que dejo el suelo del ascensor empapado – Una verdadera cerda – le dije mientras sacaba mis empapados dedos y le daba una bofetada que le manchaba toda la cara y parte del pelo con su propio flujo al tiempo que impedía con el pie que la puerta del ascensor se cerrara, dejándonos allí encerrados.
La ventaja de volar entre semana es que las infraestructuras básicas del aeropuerto están a medio rendimiento y estacionar en la última planta del aparcamiento casi te asegura que allí no habrá minusválidos usando un baño que, por ley, ha de tener todo establecimiento público. En su lugar me dirigí a ellos y tras asegurar la puerta con el pestillo, hice que una insatisfecha sexualmente cuñada se agarrara a la pica.
- Como he echado de menos este agujero – le dije a mi cuñada después de subirle la faldita, dejarla apoyada sobre el final de su culazo y separar las nalgas con mis manos. Aquellas ancas ocultaban un asterisco marrón perfectamente depilado a laser. El mismo ojete que hacía años había tenido el placer de desvirgar en el día de su dieciséis cumpleaños y que tanto placer le daba a mi cuñada cuando era follado de verdad. Pese a todo, algunos dirán que, por el karma, su marido tenía verdadera aversión a usar aquel agujero para nada que no fuera el propósito natural del mismo. Decía que él era tan macho que no quería follar por un lugar que usaban los maricones en sus relaciones sexuales. Pobre idiota…
Conocía a mi cuñada y sabía que antes de aterrizar en Barcelona, se había preparado el ojete a conciencia, así que prescindí de rodeos y tras sacar las fotos de rigor previas a su uso, coloqué mi capullo en la entrada trasera y empecé a apretar. Inmediatamente, aquella delicada entrada empezó a tragar mi polla y en unos segundos y apenas sin esfuerzo se había adaptado a mi polla para que la taladrara sin contemplaciones. Agarrándole el pelo con la mano izquierda, le azote en la nalga derecha y le ordene que empezara a follarse mientras la miraba fijamente a los ojos a través del espejo del baño.
Con media sonrisa de zorra, aquella hembra empezó a moverse, primero lentamente, saboreando como mi polla dilataba un ojete que no había visitado en demasiado tiempo por el puñetero confinamiento. Pese a ello, mi buen amigo Luis lo mantenía entrenado e hidratado tanto interior como exteriormente.
Cuando el ritmo de la follada se incrementó sustancialmente, volví a tirar del cabello de Beatriz como si fuera la rienda de una fogosa yegua y le indique que ahora tomaría yo el control, empezando a bombear. El cambio de tercio le encanto y se afianzo en la pica para que le pudiera dar duro. Al poco tiempo, con cada embestida, una cara de placer se reflejaba en el espejo y al poco, un torrente de líquido caía como una cascada de entre sus patas, resbalando por sus muslos y mojando mis pantalones junto a mis zapatos por completo mientras que mi cuñada se mordía el dedo índice de la mano derecha para no gritar, con tanta fuerza que el color abandono el apéndice.
- Carallo, Carlos… Me corro, cariño… Me corro, joder… - Decía la putita mientras seguía apretando los dientes para no chillar y me miraba por el reflejo – Lo necesito, cariño… necesito esto a menudo en mi vidaaaaaaahhhhhhhhh!!!! – dijo poniendo los ojos en blanco, presa de su segundo orgasmo consecutivo. Encular a aquella mujer era un placer reservado a unos pocos elegidos. Tenía un culo duro y un ojete que te succionaba la polla como si fuera una aspiradora. Además, nerea le había contado los secretos para ser una buena hembra y sabía que tenía que contraer y relajar el esfínter mientras era follada para incrementar el placer del macho y así lo hacía casi sin pensarlo – Oooohhhhh por Dios!!! Llénamelo, cariño… por favor… Dámelo… préñame por favor…
Pese a que le estuviera dando por el culo y, además, llevara en el coño un DIU, aquella pequeña zorra sabía que me excitaba sobremanera la opción de preñarla, así que, agarrándola por el cuello, le giré la cara y besándola desde atrás, solté mi primera descarga en el interior de su ojete mientras la golpeaba con mi cadera una y otra vez.
Cuando ella noto como se dilataba mi polla para dejar pasar mi abundante corrida se afianzo fuerte a la pica, sabedora de que le iba a dar muy duro para que hasta la última gota de semen saltara de mis huevos a su agujero, cosa que sucedió durante un placentero minuto donde los dos parecimos salir de nuestros cuerpos para fusionar nuestras almas en un sincronizado orgasmo.
Momentos después, con mis huevos totalmente vacíos y mientras empezaban a producir la siguiente carga que se llevaría mi cuñada, saque la polla de su ojete. El antes cerrado agujero era ahora un boquete de color rojo del que salía un torrente de semen, pero ni un ápice de detrito. Beatriz sabía cómo preparárselo para no tener problemas con la mierda.
Sin que se lo tuviera que decir, se giró y poniéndose en cuclillas, se metió mi babeante polla en la boca. Aquella postura le permitía atender adecuadamente mi polla mientras que dejaba salir todo el excedente de semen que le había metido. A diferencia de las hembras de la piara, Beatriz no tenía la obligación de recoger mi semen para tragárselo, sino que lo hacía siempre que le apetecía.
Unos minutos después, mi polla estaba limpia y su ojete casi vacío, así que le ordene que se levantara para marcharnos.
¿Qué haces? – Le pregunte cuando se dirigió al rollo de papel de wáter situado al lado de la taza.
Pues… limpiarme ¿Por? – Contesto, frenándose antes de recoger el papel.
No te he dicho que lo hagas – la instruí - Es más… hoy no te limpiaras hasta que llegues a casa esta noche y te metas en la bañera.
Me encanta que seas tan cerdo, cariño – me dijo mientras se bajaba la falda.
Cuando salimos del baño nos dirigimos a la única furgoneta estacionada en la planta. De hecho, era el único vehículo estacionado en todo el aparcamiento. Era una Mercedes clase V de color negro, con los vidrios posteriores tintados de negro. Un modelo tan discreto que hasta que no abrí la puerta mi cuñada no vio en la parte posterior a Marcos sentado cómodamente mientras agujero le lamia los huevos como un cachorrito indefenso al tiempo que se metía un consolador de considerables proporciones en el coño y una cola asomaba de su ojete.
- Caray, Beatriz, que guapa te veo – le dijo Marcos a mi cuñada como si el hecho de que hubiera una hembra lamiéndole los cojones fuera lo más natural del mundo – Bienvenida a Barcelona. Anda, sube y únete a agujero, que ya me ha dicho el hijo puta de mi amigo que has venido para que te traten como a un juguete sexual durante todo el día. Pues venga, no te cortes…
Beatriz, tras subir al vehículo y despojarse de su vestido, se arrodillo al lado de la esclava y empezó a comerle la polla a mi compadre mientras yo cerraba la puerta y poniéndome a los mandos de la furgoneta abandonaba sin prisas el aparcamiento del aeropuerto.
José! Pischa! – Dije por el manos libres de la furgoneta mientras conducía hacia la cercana ciudad de Terrassa – Vamos para allí. ¿Está todo listo?
Buenos días, cabronazo! – Me respondió mi amigo al otro lado de la línea – Si. Todo listo. Ya estamos todos aquí ¿Cómo está la infiel?
Muy bien, socio!!! – Respondió Marcos, entrando en la conversación – Bea, dile algo a nuestro colega.
Gogogogogo – Fue lo único que pudo articular la maestra.
Perdona si no se le entiende mucho – se disculpó Marcos con José – pero es que ahora mismo le estoy follando la garganta.
Jajajaja – rió el empresario mientras que por debajo de su voz se escuchaban otras risas, señal de que el Egarense había puesto el manos libres y la conversación era escuchada por más personas – Eres un hijo puta, Marcos…
Estaremos ahí en unos veinte minutos – le dije a mi colega – Entraremos por el parking.
Aquí os esperamos – dijo mi amigo antes de colgar.
Gracias a la configuración que le habíamos dado al vehículo, los asientos centrales estaban casi pegados a los posteriores, dando una distancia lo suficientemente grande para que mi cuñada estuviera a 4 patas, con la polla de Marcos golpeándole la campanilla sin que tuviera que adoptar ninguna postura rara. Por su parte, mi compadre había tumbado a su juguete bajo la panza de Bea y ahora mismo le estaba comiendo el coño con tanta maestría que el orgasmo era algo inevitable. Y cuando algo es inevitable, termina sucediendo, así que justo cuando entrabamos en la A2 mi cuñada se corrió como una cerda en la cara de agujero mientras Marcos le taladraba ferozmente la garganta.
¿Ya te estás corriendo, puta ninfómana? – Pregunto divertido mi compadre mientras no cesaba de follarle la garganta – Pero si apenas hemos empezado…
Viene con muchas ganas y hambre atrasada – comete yo desde el puesto del piloto mientras miraba por el retrovisor como la cara de agujero quedaba empapada por los flujos de mi cuñada.
Se nota que el polla corta de tu marido no te da lo que necesitas… - dijo mi compadre mientras sacaba su polla de la garganta y le daba un tortazo - ¿Cuánto hace que no te monta el cornudo?
Treintaisiete días exactamente – le respondió mi cuñada, mirándole a los ojos y lamiéndole la polla con deseo.
Demasiado tiempo sin catar polla, cuñada – le dije desde el asiento del piloto.
Bueno… - comento Beatriz mientras rozaba su inflamado clítoris contra la lengua de agujero – por suerte Luis me lleno los agujeros la semana pasada… pero ha pasado tanto tiempo… - dijo haciendo un mohín.
Anda, monta, hija de puta… - Le dijo mientras le pellizcaba un pezón – Conociendo a Carlos, te habrá rellenado el ojete en ese baño al que me dijo que te llevaría…
Y tirándole del pelo hizo que se sentara encima de su polla. El empapado coño de Beatriz se tragó la considerable polla de marcos con un sonoro “chof”. En cuanto la gallega se notó llena, empezó a cabalgar como una posesa, falta de la sensación de montar una buena polla de forma habitual.
Hostia que bueno… Carallo…. Uffffffff. Como lo necesito, joder!!! – Decía Beatriz mientras movía el culo sobre la polla de marcos, que le abría las nalgas para que la lengua de agujero trabajara el ano, del que todavía caía parte de mi corrida anterior y sus propias pelotas – Párteme a cona, Marcos…rómpeo todo!!!
Eres una viciosa – la apretó mi colega mientras le daba un par de sonoras tortas en las tetas. Luego, cogiéndola mientras cruzaba tras su nuca ambas manos, empezó a follarla duro.
La polla de Marcos entraba y salía del coño de mi cuñada a un ritmo vertiginoso y el flujo blanco de esta empezó a correrle en dirección a los huevos mientras agujero se afanaba por lamerlos para darle más placer a su Amo.
Justo cuando cogíamos la salida para incorporarnos a la B40 Marcos relleno el coño de la maestra mientras la agarraba por las caderas. Mi cuñada hacía unos kilómetros que se corría de una forma continúa poniendo los ojos en blanco coincidiendo con la feliz idea de agujero de meterle un par de dedos por el culo mientras se ponía otra vez bajo su Señor a lamerle los huevos en un vano intento por mantenerlos limpios de flujo de la cerda que le cabalgaba. La gallega se movía como si fuera presa de un ataque prolongado de epilepsia mientras juraba y blasfemaba en todos los idiomas que conocía.
Toma semen, cerda! – gemía Marcos mientras notaba como su polla rellenaba de semen a mi cuñada – Bienvenida a Cataluña.
Ah…. Ah… Ooohhh!! Si!! Si!!! Lefa… dame lefa!!! – suplicaba ella totalmente fuera de si mientras notaba como uno tras otro los chorros de lefa de Marcos impactaban contra su cérvix – semen… semen… si…
Poco después y con los cojones vacíos, Marcos ordeno a Beatriz que se pusiera en cuclillas sobre la cara de agujero. La gallega, que es muy obediente cuando le interesa se puso en la posición indicada y mientras notaba como la carga de marcos salía de su interior se dedicó a limpiar la polla de mi colega de la mezcla de flujo pastoso y leche.
Carlos… ¿hay baño a dónde vamos? – Pregunto Beatriz tras finalizar la limpieza de la polla de mi colega – Me estoy meando desde que subí al avión.
Estas sentada en uno – respondió Marcos mientras le daba de forma humillante unos pollazos en la cara a la gallega. Ella miro con la duda pintada en la cara, primero a Marcos y luego a agujero, que seguía lamiéndole el coño, muda e impasible ante la posibilidad de que una total desconocida le meara en la boca – No seas imbécil, Beatriz – Se espetó – si te digo que te mees, méate - La morena se encogió de hombros y se concentró. Para ella no era la primera vez que se meaba en la cara de alguien, pero se le hacía raro en un coche en marcha.
Cuando agujero noto el cambio de sabor en el coño de Beatriz, pego sus labios a los vaginales y se preparó para tragar. No era algo que hiciera habitualmente con otra hembra, ya que dulce era la que se encargaba de ello en la piara, pero no le era extraño, ya que en más de una ocasión la habían usado las hembras de mayor rango simplemente para humillarla, así que la larga meada de la gallega no le supuso ningún problema y se la trago sin dificultades hasta que el chorro ceso. Cuando dejo de notarlo, la joven esclava saco la lengua y pegándola al agujero del culo, lamio el coño en toda su longitud, dejándolo limpio de cualquier rastro de orina.
Joder – exclamo Beatriz tras aliviar su vejiga – Que bien educada tienes a tu mascota. Entre el gustazo de cómo me la limpiado el coño de semen y como se ha tragado mi orina, un poco más y me corro.
Pues hazlo – le dije a mi cuñada – estamos a unos minutos de nuestro destino, así que todavía te queda tiempo.
Beatriz dejo de estar en cuclillas para ponerse de rodillas sobre la cara de agujero y cogiéndola por el pelo le ordeno que sacara plana la lengua. En esa postura, toda la superficie de la lengua de la sumisa quedaba como un inmenso rascador contra el que Beatriz frotaba su clítoris una y otra vez.
- Hostia qué bueno!!! Hostia que rico!!! – Decía la perra galaica – Es como cuando me follo la cara de María!!! Hostia que me corro!!!!!! Ooooooooohhhhhh!!!! – dijo la gallega, soltando un chorro que deliberadamente fue a parar a la cara del juguete sexual de Marcos.
Con Beatriz todavía reponiéndose del orgasmo y sentada sobre la cara de agujero, entramos en el aparcamiento comunitario del sex shop de mi amigo. Tras estacionar al lado de la puerta, les dije a las hembras que no hacía falta ni que se vistieran y que entraran directamente por la puerta de atrás del local.
Dentro, José y sus invitados ya estaban avisados de nuestra llegada y de las normas de uso, así que cuando la morena entro en el sex shop lo primero que noto fue que el empresario la agarro por la melena y le comió los morros, metiéndole la lengua hasta la campanilla. A diferencia que, con Marcos, Beatriz no se conocía con José y tampoco con ninguno de los hombres que la estaban esperando dentro del local y que empezaron a meterle mano tal como la vieron. En unos segundos Beatriz paso de estar en un aparcamiento donde tenía liberta de movimientos al interior de un local, donde un número indeterminado de hombres le metían los dedos por el coño y el culo mientras amasaban sus tetas y tiraban de sus pezones. Todos aquellos machos lo hacían para satisfacer sus propios deseos sexuales sin tener en cuenta los de Beatriz y si no hubiera estado de acuerdo con que lo hicieran hubiera resultado una violación en grupo en toda regla, así pues, la casada infiel tenía exactamente lo que quería.
El hacerla entrar desnuda únicamente tenía un propósito: que se pudiera ir vestida para casa con la misma ropa que había traído. Conocía a todos los hombres que la esperaban dentro y sabía que su primera reacción al verla seria esa: usarla como una muñeca de trapo. De un vistazo reconocí a José, el dueño del local, que seguía comiéndole la boca mientras su mano izquierda la agarraba por el pelo y la mano derecha tenía bloqueada la mandíbula para que no pudiera zafarse de su beso. A la derecha de la gallega se encontraba Pedro, un director de sucursal bancaria cuarentón de plena confianza que había participado en unas cuantas movidas organizadas por mí. Era un hombre de corta estatura, pero con una polla considerable. Moreno y con entradas se le notaba que solía ir al gimnasio todo lo que podía. En ese momento tenía agarrada la teta derecha de mi cuñada y la apretaba y succionaba como si se tratara de un bebe que hace tres días que no se alimenta. Chupaba, mordía y tiraba del pezón a placer. Mientras, la teta izquierda de Beatriz era maltratada por Joan, el más veterano del grupo. Un hombre de sesenta y pico años largos. Era el típico jubilado cachondo que se apuntaba a todo lo que podía y que hacía tantos años que se encontraba en el ambiente que uno se preguntaba si ya existía antes de que él naciera. Con su mano derecha tenía apresada la teta de la infiel mientras con la izquierda tiraba y roscaba el pezón, como si quisiera desenroscárselo, haciendo que la teta se estirara peligrosamente sobre sí misma. Tras ella se había colocado Ulises y estaba trabajándole lo que para él constituía una verdadera fijación: el agujero del culo. Tal como la mujer había entrado en el local, se había colocado detrás suyo y ensalivando dos dedos se los había metido del tirón por un ojete que afortunadamente ya estaba lubricado y dilatado desde hacía un rato. Respecto a los otros cuatro que la sobaban metiéndole los dedos en el coño y la zarandeaban de un lado al otro, no conocía ni los nombres. Es más, alguno, creo que era la primera vez que lo veía en directo, puesto que sabía que eran clientes habituales del sex shop a los que vaca vaciaba los huevos de forma más o menor regular y que gozaban del favor de José.
Todos ellos tenían tres cosas claras para acudir a aquella reunión: la primera era un test negativo y reciente de ETS. La segunda era que el test rápido que habían realizado hacia un rato para la detección del puto COVID diera negativo. Y la última, pero no menos importante era que podían hacerle lo que les diera la gana a la zorra que no llevaba collar. En cuanto a usar a la que sí que lo llevaba, todo era pedirles permiso a sus Amos y esperar una respuesta.
Poco después de entrar en el local y sin todavía haber dicho nada, la respiración de Beatriz se entrecorto y fue víctima de un intenso orgasmo que salpico el suelo y algunos pantalones con un potente squirt producido por gente a la que no conocía y a la que ni siquiera veía puesto que la cabeza de José estaba pegada a la suya mientras la morreaba.
¿Ya te has corrido, zorra? – Dijo el empresario separando sus labios de los de la gallega y soltándole una torta en plena cara – pero si todavía no hemos empezado contigo!
Ah… Ah… Otro… Otro!!! – pudo únicamente responder mi cuñada. La introducción de dedos en sus agujeros, la estimulación de sus pezones, mezclado con el dolor de los pellizcos y azotes que recibía en el culo había hecho que su cerebro se sobrecargara de placer y no diera para tanto estimulo.
Después del tercer orgasmo a Beatriz ya le empezaban a fallar las piernas y por fortuna la pudieron sujetar dos de los asistentes, uno por cada brazo. La gallega no sabía ni cuántos hombres la estaban tocando puesto que el gran número de ellos que había y la poca luz en la entrada no facilitaban las cosas. Además, su instinto la conminaba a salir de allí mientras que su coño le decía que, de ninguna manera, que aquello era lo que había deseado toda la vida.
¿Ya te fallan las piernas, putita? – Pregunto Ulises mientras le empujaba los omoplatos hacia adelante mientras mantenía firme las caderas, lo que hizo que la hembra expusiera más el culo – espera, que te voy a sujetar… - Y separando las nalgas con las manos introdujo de un solo golpe una nada desdeñable polla en el agujero anal de Beatriz que, gracias a la lubricación previa que le había dejado yo y la lengua de la sumisa y al trabajo previo de los dedos del propio invasor, se tragó aquella polla sin más dificultades – joder, que puta aspiradora – dijo el veterano mientras empezaba a bombear sin complejos aquel bien trabajado orificio.
Hostia si! Qué bueno! Dame… Carallo! Dame pollGOPS!!! – empezó a rogar Beatriz, pero al estar en una postura tan precaria e inclinada, no tardó mucho en recibir la visita de la polla de José por la boca. El empresario la agarro por la nuca y sin demasiados miramientos empezó a follarle la garganta a una babeante Beatriz que tenía que coordinar su respiración con el uso que hacía de su cavidad bucal el pollón de 25 cm que a intervalos regulares le introducía hasta el fondo el empresario.
¿Ves? – Le dije a Marcos mientras bombeaba mi propia polla en la garganta de su juguete, que estaba de rodillas ante mi mientras producía una ingente cantidad de baba – Te dije que, pese a la fama de las gallegas, estas son unas cachondas. Y si no… ¿A cuántas conoces tú que a los cinco minutos de entrar en un local donde no conocía a nadie ya está siendo sodomizada y follada por la boca mientras los otros seis tíos que tiene alrededor le soban el coño y le trinchan las tetas?
En eso tienes razón – me contesto mientras procuraba que se viera lo mejor posible la grabación que estaba haciendo con la cámara de vídeo que no había perdido un solo detalle del viaje, colocada como estaba en un trípode en el interior de la furgoneta – Es una pena que el imbécil de su marido no la quiera compartir. Ahora, en lugar de estar currando a mil y pico kilómetros igual se estaría follando a mi hija o a tu mujer… quien sabe… o a las dos juntas!!!
Bueno… ya sabes… gilipollas sin autoestima hay en todos lados – le dije mientras ahogaba a la esclava contra mi polla. Las contracciones de su garganta me resultaban tremendamente excitantes.
Después de un rato largo dándole por el culo, el veterano Ulises vació los huevos en el interior del ano de Beatriz con un tremendo rugido y mientras la llamaba de todo menos bonita. Cuando termino, saco su goteante polla del ojete de Beatriz siendo ocupado este inmediatamente por otra polla.
Gracias por invitarme a la fiesta – me dijo mi amigo mientras me tendía la mano – en cuanto me dijiste que venía por aquí tu cuñada en visita relámpago no me lo pensé y reservé el día para ella
Sabes que siempre cuento contigo para estas cosas – le respondí mientras le estrechaba la mano. A los amigos hay que cuidarlos y por cierto… agujero, limpia a mi amigo.
La hembra se levantó del suelo, donde estaba masturbándose viendo como era follada Beatriz y gateando se dirigió hasta la polla de mi amigo, la cual agarro y se la metió en la boca con total naturalidad. Daba igual que no lo conociera de nada y que acabara de salir del culo de otra hembra. La verdad es que Marcos había hecho un trabajo excelente con aquel cachito de mierda.
Joder con la niñata ¿No? – pregunto mi amigo mientras dejaba hacerse en la polla por la experta boca de la esclava.
¿Esta bien enseñada, eh? – pregunto con orgullo Marcos – He dedicado muchas horas a que le quede claro su papel en la vida. Y cuando llegue el momento, la preñare para que su saga continúe y pueda transmitir a su hija los conocimientos que le he inculcado.
Mientras hablábamos me fije en Beatriz. En aquel preciso momento estaba cabalgado sobre la polla de Pedro. El banquero había conseguido que la pusieran encima suyo y le había clavado la polla en el chochito de madre de la gallega, consiguiendo que lo cabalgara a duras penas, puesto que tenía que coordinarse con José y ambos querían llevar el ritmo, lo que les contrariaba a los dos. Por fortuna, un rato después consiguieron acompasar su follada y cuando una polla entraba hasta lo más profundo del ano de Beatriz la otra estaba a punto de salir de su coño. Por fortuna, antes de que esto sucediera, la hembra Invertía el rumbo y para clavarse profundamente la polla en el coño casi dejaba salir la de su ano.
Mmmmmmmm gogogogo… Mmmmmm – apenas podía decir la gallega, a causa de las dos pollas que se estaba comiendo casi al unísono. A diferencia de Pedro y José, Joan era un tío muy colaborativo y cuando uno de los clientes habituales de vaca vino a meterle la polla en la boca a la maestra, en lugar de pelearse por la hegemonía sobre aquel agujero, se había hecho a un lado para poder entrar los dos a la vez en él. El resultado es que Beatriz tenía dos pollas en la boca, que entraban y salían al tiempo, haciendo que su lengua tuviera que salir en más de una ocasión de la cavidad bucal para que esos dos rabos entraran. Pese a ello, la muy puta todavía se las apañaba para pajear con más o menor ritmo la polla que tenía en cada mano mientras sus dueños le amasaban las tetas como si de dos bolas de pizza se trataran.
¿Te la imaginas en un club? – me pregunto Marcos sin perder detalle por el visor de toda la escena – está a la altura de las nuestras…
Si, tío… sería un miembro más de la piara si viviera en Barcelona – le conteste a mi amigo mientras le metía la polla en el coño a su juguete. Pese a las muchas horas de uso que llevaba aquella cría, gracias a su edad y elasticidad, su coño era un hueco caliente y húmedo donde poder clavarla sin problemas y siempre ser bien recibido.
Joder, pisha!!! Que culo tiene la zorra!!! – dijo al aire, sin dirigirse a nadie en concreto – te lo voy a dejar fino!!! – y empezó a incrementar el ritmo.
El pollón de José entraba y salía cada vez más rápido del ojete de Beatriz. No era nada que no pudiera soportar ya que su culo recibía así a diario un consolador negro con el que la maestra se solía masturbar en la cama, al lado de su marido. Al principio esto molestaba sobremanera a Fernando y en más de una ocasión le pregunto si era para humillarlo, pero la respuesta de Beatriz era siempre la misma: que le quería y que tenía la suficiente confianza como para masturbarse al lado de su marido. En buena medida ambos tenían razón: Beatriz quería humillar a su marido usando para masturbarse un agujero al que este tenía aversión, pero también lo hacía porque le daba mucho morbo que él viera como algo (o alguien como le gustaba fantasear a ella) le entraba por el culo y como ella se corría, teniendo que poner una toalla para no mojar las sabanas con sus abundantes flujos.
Te voy a preñar, puta – exclamo de repente Pedro, estirado bajo la cintura de Beatriz – Toma, zorra!!!! – Dijo mientras se movía con impulsos más fuertes y profundos, señal de que sus huevos ya estaban descargando en el interior de la maestra.
Toma la mía también, cerda!!! – Dijo José mientras le apretaba las nalgas con sus manos y se la clavaba hasta que sus huevos chocaron con los de Pedro.
Beatriz, al notar sendas descargas en su interior, empezó a mover el culo como ella sabía y en cuestión de unos instantes se unió a la corrida comunitaria, solando sus propios flujos sobre la polla de Pedro, empapándolo en una mezcla de semen, flujo y sudor. Pese a ello y seguramente porque Joan la había agarrado por la nuca y no dejaba que se retirara de la mamada, la maestra no perdió el ritmo de la doble felación y cuando ambos folladores que la estaban rellenando en ese momento se retiraron, el veterano ocupo el lugar de pedro y estirándose en el suelo hizo que la morena lo empezara a cabalgar a él.
- Ahora me toca preñarte a mí, Bea – dijo el veterano y mientras le tiraba de los pezones, empezó a follarla.
Para cuando José y Pedro salieron de la malee y vinieron hacia nosotros, Beatriz volvía a tener todos sus agujeros ocupados.
- Vaya guarra está hecha tu cuñada – me comento José mientras agarraba a agujero por la coleta y se la dirigía para que le limpiara la polla de restos de semen, buen conocedor del protocolo de actuación de la esclava. Luego, amarrándola por la nuca, le metió su todavía morcillona polla en la boca y apretó para que le entrara toda.
No era la primera vez que aquella esclava recibía la polla del dueño del sex shop en la boca y sabía perfectamente lo que le gustaba, así que relajo la garganta y permitió el paso del miembro del empresario hasta que sus huevos le tocaron la barbilla y se preparó para la descarga. El dueño del local, fiel a su tradición, relajo los músculos de la uretra y empezó a mear directamente en la garganta de la sumisa, que sin ningún problema se tragó la lluvia dorada hasta que, una vez finalizada, el dueño de la polla tiro de ella y dejo el capullo en la boca de esta para que le limpiara las ultimas gotas de orina y los restos que le hubiera podido dejar Beatriz.
Cuando agujero termino con su labor en la polla del empresario y viendo que Pedro no se acercaba a ella, miro a su Amo y este simplemente cabeceo. Entonces, a cuatro patas, se acercó hasta la polla flácida del banquero y metiéndosela en la boca, realizo su trabajo de limpieza. Si con la otra apenas había tenido trabajo ya que el ano de Beatriz estaba bien limpio, en esta tuvo que esforzarse a fondo puesto que el flujo de la maestra era abundante y además, al haberse corrido los dos machos a la vez, parte del semen del que le taladraba el culo había caído hasta los huevos del segundo, produciendo una mezcla de sabores que una gourmet como ella sabía apreciar.
Para cuando termino la esclava con su labor, Beatriz había hecho lo propio con la polla de Joan. Ahora que no tenía dos pollas en la boca había podido tomar el control de los miembros que la rodeaban y si bien tenía una por agujero mientras masturbaba a un par más, estos jugadores no eran tan dominantes como nosotros y eso, para una guarra como Beatriz era una ventaja.
Tras chuparle la polla con el coño, una técnica que Beatriz dominaba a la perfección, dejo seco a un pobre Joan que apenas le duro unos minutos y tras hacerlo y mientras este era limpiado por la boca experta de agujero, Beatriz pidió a los cuatro hombres que quedaban sin correrse que hicieran un semicírculo en frente suyo y empezó a comerles la polla mientras les masturbaba.
- Quiero que me deis mucha leche, chicos – les pedía con cara de zorra cuando tenía la boca vacía, mientras saltaba de polla en polla como una actriz porno acostumbrada a los bukkakes – decírmelo cuando estéis a punto de correros y yo os digo donde tenéis que hacerlo.
Y efectivamente, cuando uno tras otro fueron avisando de su inminente corrida, mi cuñada les indico que quería que se lo echaran todo en la boca, así que uno por uno fueron vaciando sus descargas de semen en la boca de una hembra a la que no conocían hacia una hora.
Cuando las ultimas gotas de semen cayeron en su boca, Beatriz se levando y se acercó a agujero, se puso a su lado y con la boca llena de lefa, le dio un tórrido morreo con el que compartió su captura con la esclava, lo que la pillo medio de sorpresa, provocando que parte de la corrida se escurriera entre los labios de las dos y fuera a caer al suelo, pasando antes por las tetas de la profesora.
Tras beberse entre las dos las cuatro corridas, Beatriz se separó de agujero y tras pegarle una sonora torta, le dijo que era una entupida. Le pregunto si su Amo le dejaba desperdiciar tan alegremente el semen y al responder que no, le dio otra torta y le obligo a comerse todo el que había caído. Primero fue el de sus tetas y luego, el que le chorreaba abundantemente por los muslos. Cuando ambos caudales estuvieron controlados, hizo que se estirara en el suelo y poniéndose en cuclillas sobre su cara, relajo los músculos del coño y el ano y dejo caer toda la leche que había recibido durante las múltiples corridas con las que había sido homenajeada.
Límpiame bien los agujeros, cerda – le dijo Beatriz a la sumisa mientras tiraba muy duro de sus pezoncitos haciendo que las tetas se le estiraran tremendamente – quiero quedar bien limpia para que tus Amos me rellenen bien el agujero que no me han llenado todavía.
Eres una cerda, cuñada – le dije mientras me ponía delante suyo y dejaba que empezara a chupármela - ¿Estas disfrutando? – le pregunte mientras le acariciaba el pelo. Ella sonrío y cabeceo afirmativamente.
Tal como habíamos comentado, ese había sido el sueño erótico de mi cuñada durante casi toda su vida: ser usada sin limitaciones por un grupo de machos que la sometieran a todos sus caprichos. Y si encima tenía una hembra para satisfacer sus deseos bisexuales, muchísimo mejor.
Cuando considere que mi polla estaba suficientemente trabajada, agarre por el brazo a mi cuñada y la lleve hasta los sillones, echándola boca abajo sobre el respaldo. En esa postura, su culo quedaba expuesto y sus dos agujeros ofrecidos para poder ser usados.
- Agujero. Al coño – ordene secamente a la sumisa, que inmediatamente agarro mi miembro y lo dirigió hasta el babeante coño de mi cuñada.
Aquel chocho había recibido mucha caña y mucha más que le faltaba por recibir, pero pese a todo, cuando se la metí, me recibió con la misma calidez y tensión de los que habitualmente hacía gala. Había parido por cesárea para, según ella, conservar la presión en el coño y llevaba de forma habitual unas bolas chinas para poder ejercitar los músculos vaginales, así que aquella zorra sabia como apretar una polla.
En aquella postura me la había follado multitud de veces desde que en su tierna juventud la había empezado a montar furtivamente en casa de sus padres. Y cada vez que lo hacía me producía un morbo tremendo, pero tener a agujero detrás, comiéndome los huevos y el agujero del culo era un plus añadido.
- Anda, chúpame la polla, cerda, que te voy a dejar fino el culo – dijo Marcos poniéndose de rodillas ante la hembra que me estaba follando y metiéndole la polla en la boca antes de empezar a follarle la garganta.
En aquella postura, incluso para una cerda vocacional como Beatriz, era complicado respirar, así que empezó a moquear en cuanto noto como el miembro de Marcos empezaba a chocar contra su garganta. Las lágrimas le acudieron a los ojos poco después y si no empezó a toser y a hacer arcadas fue por su extrema cachondez, que la obligaba a estar a la altura de una cerda como estaba considerada.
El trabajo combinado del coño de mi cuñada, que presionaba rítmicamente mi polla con cada envestida que le proporcionaba a su garganta Marcos y la lengua de agujero en mis pelotas y ojete hicieron que apenas veinte minutos después de empezar a bombear su coño, lo rellenara de semen caliente.
Tras terminar y retirarme para que agujero hiciera su trabajo de limpieza en mi polla, marcos abandono la boca de la infiel y, dándole la vuelta al sofá, enculo sin miramientos a la gallega para empezar a follarla realmente duro.
- Toma, hija de puta!!! – Le decía mientras le azotaba las nalgas dejándoselas cada vez más rojas – eres tan guarra como tu hermana!!! Vaya putas ha tenido vuestra madre, zorra!!!! Seguro que estaría superorgullosa si ahora viera como le estas poniendo los cuernos a tu marido, como a una fulana cualquiera!!! Pero la culpa también es del cabrón, que no te da lo que necesitas!!! Toma cerda!!! Traga por el culo!!!
Y diciéndole esto, se vacío en su interior. Beatriz, al notar el enema de leche también lo hizo, poniendo el respaldo del sofá perdido de flujo y restos de semen que todavía le caían de mi anterior corrida. Una vez vacío, mi colega le follo la garganta a su juguete con la polla medio fláccida para eliminar los restos de semen que en ella quedaban.
- Arriba, cuñada – le dije a Beatriz poniéndole un plug anal de los gordos en lugar de dejar que agujero la limpiara – no seas gandula.
Ella, con cara de no entender bien lo que pasaba, se levantó y noto como la corrida de Marcos quedaba retenida en el tapón metálico coronado con un cristal rojo, saliéndole de su dilatado coño un hilo de mezcolanza entre su flujo y los restos del semen de todos los que nos habíamos corrido en su interior, cayendo a borbotones hasta el suelo o resbalándole por la pierna hasta unas encharcadas zapatillas que ya estaban resbaladizas de todo lo que habían aguantado.
Tengo hambre – anunció Marcos - ¿Os apetece comer algo rápido?
Hay un Mc Donal’s en el Parck Valles – apunto Joan – y el aparcamiento esta siempre tranquilo.
Así pues y tras despedirnos del banquero, el empresario y sus clientes, haciéndole caso al veterano, nos dirigimos al establecimiento de comida rápida para comprar la comida basura que servían allí. No es que nos hiciera especial gracia, pero tanto Marcos como yo teníamos claro que la propuesta de nuestro amigo tenía truco, así que le seguimos la corriente y tras pedirnos si podía ir con ella a solas a buscar la comida, bajo de la furgoneta y se dirigió al establecimiento agarrándola por la cintura, como si de su novia se tratara.
Apenas cinco minutos después, llego la primera foto al grupo que habíamos formado los integrantes de la fiesta, llamado “viaje relámpago”. En ella se podía apreciar a Beatriz comiéndole la polla a Joan en los baños del establecimiento. Uno tras otro, fueron llegando videos en los que se veía a la gallega en situaciones cada vez más humillantes, desde estirarle los pezones hasta ponerle las tetas bien tensas hasta hacer que le comiera el culo, todo ello gravado desde el soporte que daba el cubo de las compresas usadas que había dentro del establecimiento. En el último, aparecía la maestra con el plug que yo le había puesto en la boca mientras quien podía ser su abuelo, la bombeaba desde atrás y por la cara que ponían ambos, con gran placer.
Veinte minutos después de haber bajado de la furgoneta, Joan y la gallega volvían a la misma. Los pezones de Beatriz se marcaban claramente bajo el vestidito ligero que había traído de casa y justo por debajo de la tela, que apenas tapaba su depilado coño, escapaban dos surcos húmedos, producto de las múltiples corridas por ambas piernas. Al pasar delante de un grupo de chicos jóvenes, uno de ellos hizo algún comentario que no pude escuchar desde dentro de la furgoneta, pero la reacción de mi cuñada fue la de subir la parte trasera del vestido, dejando el culo al aire. El chaval, que se encontraba en compañía de su novia, no puedo hacer otra cosa que mirarle las nalgas, fijándose en el cristal del plug que la mujer llevaba insertado, lo que le garantizo una colleja de la joven y la burla de sus compañeros.
- Joder, Carlos. Menuda cuñada tienes – dijo Joan mientras subía a la parte trasera de la furgoneta y se sentaba a la espera hasta que la mujer hiciera lo mismo – me dijiste que era una guarra, pero no me imaginaba que tanto… Ha dejado que me la follara por detrás en el WC… y sin terminar de cerrar la puerta. No veas que espectáculo le ha brindado a un par de tíos que había ahí… si no la saco a rastras, les come también las pollas a ellos…
Beatriz, que acababa de subir al vehículo, cerró la puerta tras de sí y quitándose la mascarilla agarro a agujero por los cabellos y le dio un morreo salvaje. La chiquilla, pillada de sorpresa apenas reacciono cuando un torrente de líquido con un sabor conocido, proveniente de la boca de la gallega, inundo su garganta. Sin embargo, como buena esclava no tardó en reaccionar y tragarse toda la cascada de meado proveniente de la boca de la viajera.
- Es que estaban tan duras y al aire… - dijo la gallega tras verter toda la meada que le había metido Joan en la boca antes de salir del restaurante y escupir en la boca de agujero - ¿Te gusta el sabor, zorra? – Le pregunto al juguete de mi colega mientras le pegaba una torta que le giraba la cara – tranquila… ahora lo mejoro…
Y sacando una de las hamburguesas de las bolsas, le levanto la parte superior del panecillo y la dejo en el suelo. Luego, se colocó en cuclillas sobre la misma y retirando el plug dejo caer la mezcla que este retenía sobre la carne de la hamburguesa. El líquido blanco formo rápidamente una mezcolanza con el kétchup y la mostaza y antes de que se derramara por los bordes, Beatriz la volvió a tapar.
- Límpiame antes de comer, guarra – le dijo mientras la agarraba por los cabellos y se la acercaba a las nalgas, como si fuera un papel de wáter.
La limpieza anal era la especialidad de dulce. Pese a ello, todas las hembras de la piara tenían experiencia en ella, así que, sacando la lengua, la esclava hizo lo que se le ordeno hasta que no percibió ni rastro de semen. Cuando mi cuñada se dio por satisfecha con la limpieza ofreció a la esclava la hamburguesa que había condimentado. Esta, dándole, las gracias, la devoró sin mostrar ni pizca de repulsión sentada sobre la polla de Marcos mientras mi cuñada hacía lo propio con la suya, clavándose mí rabo en un coño que a estas alturas estaba tremendamente dilatado y húmedo.
Tras comer aquellos panecillos de baja calidad Marcos manifestó su intención de mear. Cuando su juguete lo escucho, rápidamente se levantó y se puso de rodillas ante él, pero mi compadre, haciéndole un gesto de negación, se lo ordeno a Beatriz.
- ¿Te crees que soy una de tus esclavas? – pregunto de forma altiva mi cuñada mientras masticaba.
Como única respuesta, Marcos agarro por la nuca a Beatriz con la mano izquierda y le soltó una sonora torta con la derecha. La viguesa, pillada por sorpresa casi cae al suelo al sentirse desequilibrada. Entonces, mi compadre tiro de ella con la mano que tenía colocada en su cogote y la atrajo hasta su polla para clavársela hasta los huevos. Una vez dentro y mientras que con la derecha le agarraba la nariz, empezó a mear en lo más profundo de su garganta.
- Tú serás lo que yo te diga que seas – dijo mientras la miraba a los ojos – y si digo que eres mi urinario, lo serás. A menos que quieras que se hagan públicos todos los videos que hemos estado gravando durante todo el día – Beatriz, puesta de rodillas le miro a los ojos y esbozo una sonrisa mientras seguía tragando orina – Ya me lo imaginaba yo… eres una golfa, Bea…
Tras vaciar Marcos la vejiga y aprovechando que la morena estaba de rodillas, también lo hicimos Joan, mientras agujero le lamia el ano y Yo y dándole un privilegio por lo bien que se había portado el juguete de mi compadre, hicimos que se pusiera en cuclillas sobre la cara de Beatriz y también pudiera mear, si bien la gallega termino comiéndole el coño mientras le metía tres dedos por el culo, lo que le provoco un húmedo orgasmo.
- Joder, que delicia de coño tiene esta cría – dijo Beatriz mientras limpiaba los últimos rastros de flujo de agujero – Si con esta edad ya es así de manejable, cuando crezca un poco será una jodida alfombra.
Todos reímos la apreciación y tras dejar a Joan cerca de su coche, nos dirigimos hacia el aeropuerto para que aquella pequeña puta tomara el vuelo de regreso a “la normalidad” tan aburrida que tenía a diario. Si cuando había llegado a Barcelona, hacia apenas unas horas, parecía una señorita, ahora olía y parecía una puta después de una noche de servicio. Tenía el pelo crespado, los pezones luchaban por taladrar la tela del vestido y de sus muslos fluían dos líneas brillantes que le bajaban por los muslos hasta unas encharcadas sandalias que estaba seguro que tal como llegara a su casa, tiraría a la basura.
Ya casi estamos – dije cuando nos desviamos en la salida del aeropuerto - ¿Qué tal te lo has pasado, cuñadita?
Bru… brutal… Ufffffffff – dijo casi sin poder hablar debido al trabajo que le estaba haciendo marcos con los dedos en el clítoris – Quiero repet… repetir… Hostia neno… hostia… que me corro otra vez!!! – Y diciendo esto, la gallega tuvo su enésimo orgasmo ante una cara de agujero que estaba totalmente empapada por el sudor y los múltiples squirts que la gallega le había regalado durante el trayecto.
Pero que guarra eres, Bea… - dijo Marcos sin dejar de triturarle el clítoris con los dedos – todavía no te has ido y ya quieres volver… Lástima que vivas tan lejos, porque si no, te presentaríamos al resto de cerdas. Seguro que te integrabas bien.
Vendré un finde que… un finde que mi cabrón trabaje… todo el finde… Oohhhh… Joder… Vendré a visitaros a todos… uffffffff
Recuerda de venir con las niñas – le dije a mi cuñada. Ya sabes que las primitas son buenas amigas y con gustos más que similares
Si… las niñas… si… Ooooohhh…. Marcos… ¡¡¡Me corro otra vez… joder!!!
Agujero, ayúdala – le ordene a la esclava – pero tal como está ya, no le valdrán unos pocos dedos.
La masoquista ejecuto rápido la orden y tras introducirle los cuatro dedos de su mano derecha sin apenas oposición, plegó el pulgar bajo el resto e introdujo todo el puño en el coño de Beatriz, que al notarse totalmente llena puso los ojos en blanco y se volvió a correr. Por su parte, la joven esclava, acostumbrada a esa práctica con guante empezó a trabajar el coño de la gallega como si se peleara con su cérvix, lo que hizo que casi de forma involuntaria, la gallega se pusiera en pie, flexionando las rodillas para que el puño de guante entrara y saliera sin oposición mientras seguía con los ojos en blanco. En esta postura, el ano de mi cuñada quedaba a la altura de la polla de Marcos, que aprovecho la circunstancia y la volvió a penetrar por detrás, lo que producía la impresión visual que la esclava estuviera masturbando a su Amo a través del cuerpo de la gallega
- Me corro… me corro… las tetas… me corro – repetía una y otra vez Beatriz, así que marcos la asió por ellas y usándolas de apoyaderos hacía que saltara sobre su rabo, clavándoselo hasta el fondo.
Diez minutos después de estacionar en la última planta del aparcamiento del aeropuerto, Marcos volvía a descargar en el interior del ojete de una Beatriz que había emprendido un viaje interestelar desde hacía rato. La gallega se corría una y otra vez, empapando el brazo de la esclava, a quien le bajaban chorretones blancos por el antebrazo hasta el codo y una vez ahí, caían en forma de gruesos goterones hasta el suelo de la furgoneta.
- Hostia puta… - dijo Marcos tras introducirle otra vez el plug anal grande en el ojete de Beatriz para evitar que perdiera su corrida – si casi no tiene resistencia… - y empujando un poco más de lo habitual hizo que el cristal del juguete sexual fuera lo único que se viera, introduciéndolo unos milímetros en el ano de la infiel.
Tras ordenarle a agujero que le limpiara la polla Marcos pasó a la parte delantera de la furgoneta, dejándome a mí el asiento posterior. Entonces, con el puño de la esclava todavía trabajando el coño de mi cuñada, agarre a la gallega por la nuca y como si fuera una más de mi piara, empecé a follarle la garganta.
A estas alturas del día, Beatriz no era más que una muñeca de trapo sin ninguna voluntad. Y en aquel momento, lo único que podía hacer era mantener el equilibrio lo mejor posible a 4 patas. El puño derecho de agujero había rotado desde su frontal hasta su retaguardia y ahora entraba y salía como si fuera un ariete, mientras que la mano izquierda de la esclava se mantenía sobre sus nalgas y las azotaba con ganas, dejándolas rojas y con marcas de dedos claramente visibles.
Estas disfrutando ¿verdad, hija de puta? – Le dije mientras seguía empujando mi polla contra su garganta, provocándole arcada tras arcada – seguro que si el cornudo de tu marido te viera ahora mojaría los pantalones porque se correría al instante.
Go go go go go – era el único sonido que podía emitir mi cuñada. Las babas hacía tiempo que le habían empezado a caer de la boca, recorriéndole la barbilla y llegándole hasta el inicio de sus tetas.
Vaya cacho de fulana – decía marcos sin perder un solo detalle a través de la pantalla de su teléfono móvil, con el que gravaba toda la escena – Se nota que en su familia hay buenos genes de puterio… Como tragan todas las hembras…
Muérdele el culo, agujero – le ordene al juguete de Marcos – Quiero que cuando se mire en el espejo por la mañana recuerde que no es más que un agujero en nuestras manos.
La joven esclava cumplió la orden al instante y llevando su boca hasta la nalga izquierda de Beatriz, le proporciono un fuerte mordisco que le marco la nalga, dejándole la señal de sus dos líneas de dientes. Aquel estimulo doloroso hizo que mi cuñada saliera del subespacio con un alarido, pero buena conocedora de su trabajo, la esclava incremento otra vez el ritmo del puño, logrando que la zorra gallega encadenara un orgasmo con el chillido, consiguiendo que se corriera mientras le dolía la nalga.
- Atenta, zorra – Le dije a mi cuñada mientras tiraba de su pelo, lo que hizo que mi rabo se desencajara de su garganta, dejando un espeso chorretón de baba entre ambos puntos. Ella, producto de la sobreestimulación que le provocaba el puño de aguante en su interior, no termino de entender lo que le decía hasta que un potente chorro de semen salto desde mi capullo e impacto directamente en su cara, pelo y parte del escote – toma, puta. Para que cuando esta noche te bese el cornudo de Fernando huela lo que es un macho.
Beatriz tardó en reaccionar y en abrir la boca. Pese a ello, todavía consiguió capturar un par de lechazos que trago con devoción. Cuando vio que mi polla dejaba de escupir semen, acerco la boca a ella y limpio las últimas gotas de semen que caían mientras notaba la proximidad de un nuevo orgasmo.
Para ya, hija de puta!!! – Le dijo a agujero mientras se contraía para intentar resistir el próximo orgasmo – me vas a reventar!!!
Disfruta zorra – le dije a mi cuñada – porque el ultimo orgasmo que te vas a llevar de Barcelona te lo va a dar una niñata que apenas tiene la mitad de edad que tú.
Y dicho y hecho, la gallega se volvió a correr mientras por su cara resbalaba todavía mi semen, camino de sus puntiagudos pezones. Cuando termino de convulsionar, agujero retiro la mano del coño de la madre. El espectáculo era dantesco: después de más de un cuarto de hora de fist aquella cueva parecía la entrada del metro, totalmente abierto y babeante. Casi tan húmedo como el brazo de la esclava que parecía acabado de salir de un bidón de lubricante.
No quiero volver – dijo Beatriz, haciendo pucheros – aquello es muy aburrido!!!
tranquila, cuñadita – le dije mientras me guardaba la polla en los pantalones – El verano está cerca y te prometo que este año iremos a visitarte durante mínimo un mes. Y te prometo que esta vez, traeremos a parte de la piara para que disfrutes.
¿De verdad? Qué bien! – Dijo como si fuera una niña a quien se le promete un regalo para su cumpleaños – Si no fuera por María y Luis, creo que me volvería virgen otra vez. Y hablando de Luis… ji ji ji – rió traviesamente la gallega – en cuanto aterrice me espera para “llevarme a casa”
Vamos, que falta una polla por follarte hoy ¿No? – pregunto Marcos
Pues quedamos para que me acompañara, pero no dijimos nada de follar… - respondió la gallega, mientras se atusaba el pelo, intentando poner un poco de orden en aquel desastre salpicado de semen
Tras abrir la puerta de la furgoneta y hacer que la viajera bajara, se despidió de Marcos y su juguete. De la esclava fue con un tórrido beso, pero dan Amo, con un simple apretón de manos. No por nada, sino porque después de correrme en su cara le prohibí que se limpiara hasta llegar a Vigo, o al menos, mientras estuviera en Barcelona.
Así pues, gracias a la mascarilla pudo ocultar parte de la leche que se le secaba en la cara, pero aquella que tenía en el pelo y por encima de la nariz era perfectamente visible, lo que provoco no pocas miradas morbosas hasta que llegamos al control de billetes.
Muchas gracias, Carlos – Me dijo sinceramente mi cuñada antes de empezar la cola para acceder a la parte restringida del aeropuerto – estoy molida, pero me lo he pasado genial. Me encantaría repetir si os apetece a ti y a tus amigos
Claro que sí, cuñada – le dije mientras le estrechaba la mano y le apretaba fuertemente uno de los pezones que se transparentaba de su maltrecho vestido. Se notaba ajado, con sospechosas manchas y con los ojales de los botones casi tan abiertos como el resto de agujeros de la gallega – cuando quieras, me lo dices y organizaremos algo menos… formal…
Con una sonrisa, Beatriz se giró y se encamino hacia el control de billetes y una vez superado, me mando un beso por el aire. Un par de horas después me llegaba un video de nuestro amigo común Luis. Estaba gravado en la parte posterior del cementerio municipal de Pereiró y en él se veía como la descomunal polla del gallego, de más de 25 cm entraba y salía del coño y culo de mi cuñada como si fuera un miembro de tamaño medio. El gallego, que hacía comentarios despectivos mientras la follaba nos preguntaba si nos podía enviar a su mujer para que le diéramos el mismo “tratamiento que a mi cuñada y tras más de diez minutos de videos, se corría en el culo de la infiel, poniéndole otra vez el tapón para que llegara a casa bien rellena.
Apenas diez minutos después, una foto de mi cuñada a 4 patas, con los agujeros tremendamente dilatados y expuestos para la cámara llegaba a mi teléfono con un escueto mensaje de texto: “por fin en casa. Me voy a la bañera a masturbarme pensando en lo bien que me lo he pasado. Ya me enviaras los videos. Besitos, cuñado”