La pequeña Beatriz se hace “mayor”

Como el día de su cumpleaños mi cuñadita pequeña perdió el virgo anal

Después de esa primera follada, las relaciones sexuales con mi cuñada pequeña se hicieron algo relativamente habitual. Siempre que ella podía se quitaba las bragas (cuando no venia ya sin ellas) ante mí y me pedía que la follara hasta que se corría dos o tres veces mínimo. En la mayoría de las ocasiones terminaba con su ropa interior en la boca, para evitar que nos descubrieran por los chillidos y gemidos que daba mientras la follaba duro. Era tan activa sexualmente como su hermana y le gustaba tanto o más que a ella que le diera polla sin compasión. Además, la muy morbosa idolatraba que le dejara comerme la polla recién salida de cualquiera de los agujeros de su hermana. Era algo que la volvía loca y con lo que conseguía correrse sin ni siquiera tocarse. Le bastaba ponerse en cuclillas para oler mi polla y luego comérmela con verdadera devoción

A diferencia de cuando empezamos a follar, ahora llevaba el coño perfectamente rasurado, pero como todas las niñatas, cometía el fallo de depilarse únicamente hasta donde le alcanzaba la vista. Nunca había usado un espejo para depilarse el ano y mucho menos, se lo había pedido a nadie que lo hiciera.

Nuestros encuentros siempre eran fugaces y fogosos, en sitios poco habituales y en las posturas más raras imaginables. Habíamos follado en el coche, en la escalera, el trastero o en las golfas de la casa patriarcal, en algún campo o incluso en el taller de su padre. Y en estos lugares, la postura más cómoda suele ser la hembra a 4 patas y el macho detrás pero en ocasiones había suerte y la podía follar con su panza sobre el respaldo del sofá, bien ofrecida y con el culo en pompa pero siempre con una toalla debajo ya que en esa postura, mientras la follaba o se corría, salpicaba muchísimo.

Y cada vez que le bajaba las bragas y le clavaba la polla en su empapado coño de cría, no veía otra cosa que como aquel pequeño agujero rosa oscuro que tenia por ojete se contraía y dilataba con cada pollazo que le metía a su dueña. Y es que aquel agujero virgen me llamaba poderosamente la atención pese a estar rodeado de largos pelos, ya que no se lo había depilado nunca.

Prácticamente desde el principio de nuestras folladas las veces en las que le había podido comer el coño eran realmente escasas, entre otros motivos por el lugar de los encuentros y por la escasez de tiempo del que disponíamos para follar. Pese a ello, todas las veces que lo había hecho, mi cuñada se corría como una fuente, teniendo que ponerle casi siempre las bragas en la boca para que las mordiera y no chillara mientras lanzaba unos potentes squirts. En parte era porque tenía un clítoris tremendamente sensible y en parte, porque esa era una práctica que no practicaban sus amigos de la misma edad, acostumbrados a únicamente empotrarla a pollazos.

Un par de días antes de su decimo septimo cumpleaños, subimos a Galicia, con la intención de celebrarlo en su compañía y con toda la familia. Como era habitual, la pequeña zorra ya se había montado dos o tres situaciones para quedarnos solos y que la pudiera rellenar de semen después de una buena follada, con lo que decía que amortizaba las pastillas que compraba a escondidas, puesto que al no vivir en la misma comunidad, las folladas se limitaban a los periodos de vacaciones o en los viajes relámpago como aquel. Una de aquellas ocasiones fue con la excusa de ayudarla a buscar unos objetos para llevar al rastro de su instituto, con el fin de recopilar dinero para el viaje de fin de curso.

Después de comer, mientras la familia hacia la sobremesa o la siesta, mi cuñada pequeña me pidió ayuda para ese fin, así que nos levantamos de la mesa y nos dirigimos al desván. Era un lugar alto, estrecho y con unas empinadas escaleras por las que inicio es ascenso Beatriz antes que yo. Cuando cerré la puerta de la escalera a mi espalda y me gire, pude ver el culo de mi cuñada enfundado en un chándal  azul celeste, que había usado antes de comer para hacer algunos ejercicios anaeróbicos con la ayuda de una cinta de entrenamiento personal. Sabía que a Bea no le gustaba atarse la cuerda a la cintura ya que decía que le dejaba marcas, así que subiendo un par de escalones, puse mi cabeza a la altura de su culo y, metiendo las manos por entro del pantalón y las bragas, tire de él y lo baje hasta medio muslo. Mi cuñada, que esperaba “el ataque” se quedo parada a medio ascenso.

Delante de mí tenía el culo redondo y bien trabajado de mi cuñada. Pese a la tenue luz de la bombilla que nos alumbraba, pude ver que su coñito ya destilaba flujo, puesto que una baba unía su rajita con la braga, casi infantil, que llevaba puesta y que todavía le compraba su madre.

  • Joder, cuñadita… Que par de agujeritos tienes – Le dije mientras separaba con los pulgares sus nalgas, dejando al descubierto sus dos agujeros. Aquel aroma a hembra sudada me puso la polla como un garrote – estas para comerte…

Y tirando más de las nalgas, separe sus labios mayores, que se abrieron como una deliciosa almeja. Cuando metí la lengua en su coño note ese gusto familiar e intenso que tanto me gustaba. Primero me limite a acariciarle los labios menores con la lengua, retirando parte de su sabroso flujo. Luego, subí mi mano derecha y empecé a introducirle el dedo pulgar en el coñito mientras se lo seguía trabajando con la lengua. Era como si la follara con dos pequeñas pollas. Ella gemía cada vez más fuerte y se mordía los nudillos para hacer el mínimo ruido posible.

En mi afán por follarle el coño con la lengua lo más hondo posible, casi sin darme cuenta, introduje la punta de la nariz en su agujero marrón. Al darme cuenta de aquella situación, aspire profundamente y sin pensármelo dos veces, cambie la lengua de su coño a su ojete. Al entrar en su culo, la pequeña dio un respingo y se quedo muy quieta, momento que aproveche para follarle más duro el coño con el pulgar, que por su forma de entrar, le estaba rozando el punto G. Además, estirando el dedo índice me encargue de estimular con el mismo gesto su clítoris. También incremente la velocidad con la que le follaba el ojete, entrando y saliendo del mismo con la lengua tan dura como podía

Beatriz: Carlos… para… que… que me voy a… - Obviamente, no pare y Beatriz, en un acto desesperado, se saco la parte de arriba del chándal, lo hizo una bola y se lo llevo a la boca, introduciendo el máximo de ropa que pudo – HHHHHMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMM – Gimió tan alto que temí que nos descubrieran - HHHHMMMMMMMMMMMMMOOOOOOOOOOOFFFFFFFFFFF

Su ano se contrajo, aprisionando mi lengua en su interior y su coño empezó a manar flujo, como si se estuviera meando sin remedio. Tanto que note como me bajaba por el brazo y llegaba hasta mi codo. Pese a ello, seguí con la introducción de dedos y cambie mi pulgar por el índice y el medio, sin perder el ritmo. En cuanto note que su ojete se relajaba un poco, volví a follarselo con la lengua.

Aquel ojete no era la primera vez que se abría para mi, ya que en numerosas ocasiones, mientras la follaba, le introducía la primera falange, incluso la segunda de mi pulgar derecho, pero ella siempre decía que aquello era una guarrada y que se la quitara, así que, tras haber comprobado que cada vez entraba mas dedo, lo retiraba.

  • Hostia, Carlos… Mi culo… Hostia… hostia… Me encanta… - Decía separando ligeramente la prenda de ropa para volvérsela a colocar rápidamente para ahogar sus gemidos de placer.

Decidí hacer una apuesta y le ordene que se separara ella misma las nalgas. Beatriz se separo los cachetes sin dejar de morder la prenda de ropa, viéndole los dos agujeros claramente. Por un momento, deje de follarle el coño con los dos dedos y se los deje metidos hasta el fondo. Al mismo tiempo, empecé a hacer círculos con el pulgar en la entrada de su ano. Aquel masaje hizo que se abriera ese ojete virgen, momento que aproveche para poner la yema del dedo y empujar suavemente, ya que lo tenía empapado de todo su flujo. La primera falange entro sin apenas resistencia, así que puse tensa la mano e introduje la segunda en aquel agujero por explorar.

Mi cuñada soltó un respingo. Me miraba por encima del hombro, con cara de idiota mientras notaba como introducía tres dedos en sus agujeros. Cuando note que la presión sobre el pulgar disminuía ligeramente, le dije que se relajara y empecé a follarle poco a poco ambos agujeros. Al tener el pulgar en su ojete y el índice y el medio en su coño, el ritmo que llevaban los que tenía en su coño, era el mismo que el que notaba en su ojete.

La holgura del coño contrastaba con la presión que ejercían las paredes de su ano sobre mi dedo, pero poco a poco, aquella pequeña puta fue relajándose e incremente el ritmo. Poco a poco y de forma inconsciente, Beatriz fue echándose hacia adelante y abriendo más las nalgas, para facilitar la follada de mis dedos. Menos de tres minutos después de haber iniciado la follada anal con mis dedos, mi cuñada llegaba a su segundo orgasmo explosivo.

  • Hostia, hostia, hostia, hostia…. ME CORRO! ME CAGO!!! ME… ME TODO DIOS!!!!!! HHHHHMMMMMMMMMMMMMMMMM – Dijo antes de volver a morder con fuerza la ropa que tenia ante la boca y que había depositado en uno de los peldaños, pero sin soltarse en ningún momento los cachetes.

Esta vez, la corrida fue una autentica cascada de flujo. El orgasmo de Beatriz salió a chorro y mojo la escalera, sus bragas y el pantalón. Ella mordía con tanta fuerza el chándal que tenía en la boca que sus labios se ponían blancos, haciendo conjunto con sus ojos mientras convulsionaba como si estuviera sufriendo un ataque epiléptico. Casi dos minutos después, por la cara de Beatriz parecía que acababa de volver de un intenso viaje psicotrópico. Todavía con mis dedos en su interior y la respiración agitada me confesó que esos habían sido los orgasmos más fuertes de su vida. Y a juzgar por la cantidad de flujo que me resbalaba por el brazo, era cierto.

  • ¿Qué me decías del ojete? – Le pregunte mientras empezaba a mover suavemente otra vez los dedos en sus agujeros, pero esta vez añadiendo el anular al grupo que entraba y salía de su babeante coño y escupiendo entre sus nalgas para que mi saliva resbalara hasta su agujero trasero.

  • Hostia Carlos!!! Es brutal!!! Es como si cagara después de una semana sin poder ir al baño – la sinceridad de mi cuñadita siempre me había encantado – Si solo con el dedo me corro así, cuando me la claves por el culo, me cagare encima de verdad.

  • Es muy posible… a las jovencitas os pasa, que si os dan por el culo duro, os cagáis encima – Le dije picándola e incrementando otra vez el ritmo de la follada con los dedos – Eso es solo para mujeres con experiencia follando.

  • Joder… hijo de puta… la madre… que te… joder… pario… cabrón… - El cuerpo de mi cuñada se empezaba a tensar otra vez. Si su ojete antes apenas aceptaba la primera falange, tras las corridas entraban las dos sin ningún problema – la puta que te pario… Joder…

Mientras mi cuñada luchaba por contener su tercer orgasmo, con la mano izquierda me había desabrochado el pantalón y bajado los calzoncillos, dejando al aire mi babeante polla y salvando los escalones, me coloque detrás de su ofrecido culo.

  • Bea… Eres una cerda viciosa… - y diciendo esto, retire de golpe los tres dedos de su coño e introduje mi polla del tirón, pero dejando el pulgar en lo más profundo de su ojete. El cambio de diámetro por sorpresa dentro de su coño hizo que mi cuñada perdiera la concentración y con ella, dejara que el orgasmo que intentaba retener saliera a flote.

  • Ooooooohhhhhhhhh!!!!! JOPUTA!!!!!! DIIIIOOOOOOSSSSS

Tres orgasmos llevaban ya…. Cuatro, cinco… siete fueron los que alcanzo mi cuñada mientras le bombeaba los agujeros. El coño con mi polla, que estaba totalmente empapada por el flujo de mi cuñada y el ojete, que había lubricado dejando caer más saliva sobre él mientras duraba la follada.

  • ¿Lista para que te rellene, cerdita? – le pregunte al notar que mi descarga estaba a punto de brotar

  • Aahhhh… La boca… oohhh… en la… ooohhh… JODER… en la boca… por favooooohhhhh!!!

Solo hay en este mundo algo que le guste más a Beatriz que comerse el flujo de sus hermanas en la polla de alguien y es que este alguien se corra en su boca. Y personalmente, es uno de los lugares favoritos que tengo de hacerlo, así que tirando de mi polla y mi dedo, empuje la cadera de mi cuñada para que se diera la vuelta y se sentara en la escalera.

Al retirar mi polla de su babeante coño, también le saque el dedo pulgar de su apretado ojete y tal como me esperaba, estaba manchado de sustancia marrón. Por fortuna, la dieta sana que seguía la putita hacia que no oliera en exceso, así que cuando se sentó para tragarse mi corrida, la agarre de tal forma que mis manos bloquearon su cabeza y mis pulgares se posicionaron en sus mejillas para poder follarle la garganta a aquella niñata como tantas veces había hecho.

  • Toma lefa, zorra… - le dije mientras vaciaba mi abundante corrida en la garganta de aquella zorrita que me miraba a los ojos mientras que, con los pantalones y la braga a la altura de los tobillos, se masturbaba el clítoris con verdadera furia.

Los chorros entrando en su garganta y el trabajo que ella misma se hacía en el coño provocaron un nuevo orgasmo de mi cuñada, pero esta vez, en lugar de amortiguar el ruido con su ropa, lo hizo con mi polla, clavándosela ella misma hasta que su barbilla acarició mis huevos.

  • Hhhhhmmmmmmmmmmmmmm – gruñía mientras ponía los ojos en blanco y soltaba un potente chorro de flujo que empapaba todo aquello que se había mantenido seco hasta ahora.

Un rato después, ambos más tranquilos, saque la polla de la boca de mi cuñada. Parte de su baba se había escurrido por mi polla hasta los cojones y de allí, a sus tetas. Las bragas y el pantalón, ahora empapados impedían que pudiera separar los tobillos, por lo que la apertura de sus rodillas dejaba una obscena imagen de su coño babeante y abierto tras la follada.

  • Sniff… Sniff… - Olfateo mi cuñada, mientras empezaba a recomponerse la ropa – Carlos… ¿No hueles como a… mierda?

  • Si… - le dije mientras me agachaba para limpiarme los restos de excrementos que todavía tenía en el dedo con sus empapadas bragas – tienes en la mejilla izquierda

  • ¡Hostia! ¿Y cómo ha llegado ahí? – Pregunto mientras intentaba limpiársela con la mano, lo que únicamente provoco que se extendiera más

  • Es lógico que si te follan el ojete, incluso si es solo con el dedo y no lo tienes preparado, manches – le dije mientras le pasaba su camiseta, haciéndole señas para que la usara para limpiarse – por eso tu hermana lleva un irrigador en la maleta, para hacerse un buen enema antes de que la follen por detrás

  • Hostia puta! – Dijo sorprendida la niñata - ¿Y si no sabe que la vas a encular? ¿Cómo lo hace para que salga limpia?

  • Bueno… digamos que si le dan por el culo y se la sacan llena de mierda, es una mujer adulta y sabe como “baldear” una polla sucia sin tener una sola arcada.

  • ¡Que guarrada! – Exclamo Beatriz

  • Cuando seas mayor, lo entenderás – le comente dándole la puntilla a mi cuñada

  • No me jodas, cuñado – me dijo la niñata, recomponiéndose la ropa, pese a que la parte de abajo estaba totalmente empapada, como si se hubiera meado – me depilo el coño. Soy una adulta y puedo tragar por el ojete y limpiar una polla… creo…

  • Muy bien, “adulta” – le dije mientras me guardaba la polla en el pantalón, que también estaba empapado y me daba la vuelta para ir a cambiarme – friega todo esto antes de que alguien venga y se dé cuenta de que esto que hay en el suelo no es condensación. Y cuando estés preparada para que te abra el ojete de verdad, dímelo. Sera todo un placer

Un par de días y cinco polvos después, llego el aniversario y puesto que era la “puesta de largo” de la pequeña de la familia, los padres de mi mujer y ella misma se encargaron de preparar la fiesta en el garaje de la casa familiar.

  • Esta tarde… Hmmmm… iré con mis… joder… con mis padres a hacer la compra para… ufffffffff… la fiesta… - me decía nerea mientras cabalgaba sobre mi polla, moviendo aquellas maravillosas tetas que siempre me han encantado, en el sofá de la salita de estar - ¿te vienes?... JODER… Me voy a correr, cariño…

  • No puedo… uffffff… tengo cosas que acabar y quiero que el… ufffffffffff… martes, al llegar al despacho, estén… hmmmmmm. Listas… - le dije mientras movía sincronizadamente mi cadera con la suya para llegar a lo más profundo de su coño y le abofeteaba las tetas. Al notar los primeros espasmos de su orgasmo, le apreté los pezones hasta casi ponerlos blancos, lo que hizo que se intensificara su placer, llenándome los huevos y la polla de su delicioso flujo. Aquellos espasmos vaginales eran como si me chupara la polla y por mucho semen que me había sacado su hermana menor, siempre tenía una buena ración para mi mujer, así que, apretándole bien las ubres, le llene el coño de leche caliente.

  • DIOOOOOOSSSSSSSSS - Nerea noto la descarga de semen caliente en su interior y abriendo los ojos me miro fijamente, encadenando un orgasmo con otro – Que bueno!!!!

Y la verdad es que el coño de nerea era uno de los más apetecibles y experimentados de los que había tenido el placer de probar. Siempre cálido, mojado y dispuesto para ser follado.

  • Buffffffff. Que rico, cariño… - dijo mi mujer mientras se levantaba y ponía una mano en su coño para que no cayera al suelo desde su interior la mezcla de semen y flujo que ahora la llenaba – voy a lavarme un poco y les digo a mis padres que ya podemos irnos.

Mientras se alejaba en dirección al baño, seguí con la mirada aquel delicioso culo que se movía de forma cómica al mantener la mano entre las piernas su dueña, sujetando la braga que llevaba puesta hasta hacia un rato y que ahora actuaba como barrera de contención y recordé cuando se lo desvirgue en el apartamento de estudiantes que compartía, unos años atrás. Desde aquel día, ese trasero se había tragado ya unas cuantas pollas y todas habían salido de él más que satisfechas.

Por mi parte, mire mi depilada polla y vi la gran cantidad de restos de flujo y semen que tenía en ella. En otro lugar que no hubiera sido la casa de mis suegros, me habría levantado y habría seguido el camino de mi mujer hasta el baño, pero ahí, sabía que la limpieza iba a ser posterior, así que me levante y subiéndome los calzoncillos guarde el premio para mi cuñada.

Un buen rato después, el coche de mi suegra salía por el portal, en dirección a la ciudad, con ambos progenitores y la hija mediana en el interior. Por razones de guardar un pequeño factor de sorpresa, la pequeña se había quedado en casa, junto a servidor, que había alegado trabajo pendiente. Además, alguien tenía que quedarse en la casa para abrirles cuando llegaran los cuñados ya que no tenían llaves de la finca.

  • Tengo una cosa para ti – le dije a mi cuñada en cuanto la verja se cerró y el coche se perdió de vista.

  • ¿A si? – Pregunto ella toda curiosa - ¿Y qué es?

Metí una mano en mi bolsillo y lance a mi cuñada un trozo de tela de color negro. Ella lo agarro en el aire, poniendo cara de extrañeza. Cuando lo examino con más de cerca vio que eran una de las bragas de encaje de su hermana, pero no una de las nuevas, si no unas usadas, húmedas y con restos de flujo y semen. Beatriz sonrió e hizo lo que llevaba haciendo hacia muchísimos años, desde que las tres vivían juntas: se las llevo a la nariz y aspiro profundamente.

  • Uffffffff cuñadito… es reciente – dijo, acreditando ser una experta en el arte de oler bragas y determinar el tiempo que llevaban sin usarse – y además… ufffff… ¿Con semen?

  • Correcto, perrita – le dije mientras sonreía y me sentaba en el sofá – esta tarde, tu hermana se ha ido a comprar tus regalos después de que la rellenase bien. Esas bragas son las que llevaba puestas y ha usado para limpiarse.

  • ¿Y tú? – Pregunto a la vez que se acercaba hasta mí, poniéndose delante y mirándome con cara de putita viciosa.

  • Ya sabes, pequeña zorra, que cuando estoy aquí, jamás me limpio después de follar a tu hermana – le respondí a la vez que me abría la cremallera – eso te lo dejo a ti…

Beatriz soltó un gemido de excitación y tras oler otra vez las bragas, se las metió en el bolsillo. Estaba seguro que esa prenda iba a ser muy olida de aquí en adelante y ser la cómplice de más de una masturbación por parte de la pequeña de la familia.

  • Como me gusta que pienses en mi, cuñado… -  dijo mientras se arrodillaba y empezaba a desabrocharme el cinturón – sabes que me pone muy perra el flujo de mis hermanas en sus bragas, pero más si en lugar de la ropa lo puedo oler en tu piel… - la pequeña tiro del pantalón y junto a él, me bajo también los calzoncillos, dejando al aire mi ya morcillona polla – pero lo que de verdad me gustaría es poder catarlo directamente de entre sus patas – dijo dándome un lengüetazo en la base de los huevos, donde la niñata sabia que habría una mayor concentración de restos de nuestro polvo anterior.

  • Quien sabe, cuñadita – le dije mientras acariciaba su cabello, como si fuera una perra buena que hiciera lo que se espera de ella – igual, si te portas bien, en un tiempo, igual te la pongo delante para que le comas el coño y veas que ambas sois igual de cerdas y os parecéis en la forma de correros.

Beatriz gruño y se concentro en comerme la polla y los testículos. Era como una cerda buscando trufas. Olía y lamia todas las partes de mi entrepierna que llevaran el aroma de su hermana y cuando ya no hubo más en las cercanías de mi miembro, se concentro en él. Y mientras lo hacía, cada inspiración que le recordaba el olor de la entrepierna de nerea, mas cachonda la ponía. Hacía años que había aprendido, oliendo las bragas que sus dos hermanas tiraban a la ropa sucia para lavar, como sabia el flujo de la mediana y de la mayor y las pajas que se había hecho oliendo a ambas eran innumerables. Tanto le gustaba que ahora, sin tocarse, estaba a punto de correrse.

  • Carlos… Por favor… slurp – dijo mientras volvía a mis huevos para lamerlos por enésima vez – por favor… follame… por favor… - me suplico aquella zorrita, arrodillada ante mi – sniff… por favor… me he preparado como me dijiste y… sniff… estoy limpia y lista… - dijo antes de volver a hundir su nariz en mis huevos para captar los todavía presentes restos de su hermana.

Aquella afirmación estuvo a punto de hacer que me corriera en la boca de aquella fulanita. Apenas un par de días antes le había dicho como se tenía que preparar para que le abriera el culo y que no manchara y hoy, el día de su aniversario, estaba pidiendo que le desvirgara el culo. Eso si era un regalo que le iba a servir en el futuro.

  • ¿Te has preparado el culo para mi, zorrita? – Le pregunte a mi cuñada, que seguía lamiéndome los cojones como si fuera una perra. Ella asintió, sin dejar de trabajarme la entrepierna - ¿Te has pasado un par de enemas de litro por ese ojete virgen que tienes? – Ella volvió a asentir, poniendo la cara de imbécil que solía tener cuando estaba a punto de correrse. Su cara estaba llena de babas y algún resto de su hermana adornaba su nariz y su barbilla – Eres una zorra caliente, cuñada… te voy a abrir el culo y así vas a parecer una hembra de verdad en lugar de una niñata como hasta ahora.

Y diciendo esto, la agarre por la nuca y empecé a follarle la garganta con mi polla. Beatriz hacia bastante que había aprendido a relajar los músculos del cuello para que le entrara toda mi polla hasta que mis huevos chocaran contra su barbilla. Eso, el olor a su hermana en mi piel y el hecho de que le dijera que iba a dejar de considerarla una niñata hicieron que un potente orgasmo bajara de su cerebro adolescente hasta su entrepierna y sin que recibiera ninguna estimulación directa, se corriera como una cerda, manchando su braga, el pantalón y dejando caer gotas hasta el suelo, en el mismo lugar que hacia un par de horas antes su hermana desmontaba para irse a limpiar el coño, relleno de mi semen.

  • Ven, putita. Te voy a convertir en una hembra – le dije mientras me ponía en pie y la agarraba fuertemente por su pezón derecho, haciendo que me siguiera hasta su propia habitación.

En la casa de tres plantas, la habitación de la pequeña daba a la esquina, justo ante la verja del portal, que quedaba a unos 50 metros de distancia. La cama de cabecero de hierro verde estaba hecha de una forma impoluta. Sobre el cabecero, una foto tamaño poster de aquella zorra que ahorra agarraba por el pezón, con carita angelical y dispuesta para tomar la comunión… No pude dejar de sonreír al pensar que en apenas seis años mi cuñada había pasado de tomar la eucaristía con cara de beata a comerme la polla con verdadera maestria.

  • Pon un par de toallas sobra la cama y quítate la ropa, zorrita – Le dije mientras me desnudaba y abría la persiana de la ventana, a la vez que tiraba las cortinas. Desde aquella habitación tendría una vista perfecta de quien viniera a molestar.

Tras ir a mi cuarto a buscar el Lubrifist, regrese al de Beatriz. Mi cuñada ya se había desnudado y puesto un par de toallas de playa debajo y me estaba esperando a 4 patas, con el culo ofrecido y las piernas ligeramente separadas. Se veía que tenía ganas y mas por convencerse a si misma de que ya no era una niña que por el mero hecho de que deseara que le rompiera el culo.

La muy putita se acababa de depilar el coño, ya que se le notaba todavía algo irritado por el contacto con la cuchilla, pero como la mayoría de las novatas, había depilado solo hasta donde veía y no el agujero del culo en sí, que todavía presentaba un buen montón de pelos. Afortunadamente, su pelambrera no era muy abundante y visualmente no era desagradable. Sus pezones estaban totalmente inhiestos, así como su clítoris, que ya se notaba entre sus labios vaginales.

  • ¿Tienes ganas de polla, cuñadita? – Le dije poniéndome detrás suyo y pasando mi capullo por la raja empapada de su coño

  • ¿No se nota? – Contesto con una pregunta como buena gallega mi cuñada.

  • Se nota… Se nota… - le dije mientras la agarraba de las caderas y le hundía de un solo golpe todo mi rabo en su babeante vagina.

Era asombroso como aquel coño se había adaptado en apenas unos meses a recibir una polla de verdad y no las pichitas de sus compañeros de clase a las que estaba acostumbrada. Las primeras veces que me la folle no le entraba toda, ya que mi capullo chocaba con el fondo de su coño, pero con la práctica y las folladas cada vez más duras a las que la acostumbre, termino entrando sin problemas hasta que mis huevos chapoteaban en la entrada de la misma. Por fortuna, siempre había lubricado tan bien como su hermana y unos minutos después de empezar la follada, mis huevos ya estaban empapados de su flujo.

  • Ah… Ah… Ah… - repetía extasiada mi cuñadita mientras encajaba pollazo tras pollazo

Yo por mi parte, había destapado el bote de lubricante con lidocaína y había empezado a preparar el nuevo agujero que iba a pasar a formar parte de mi colección. Poco a poco había ido introduciendo un dedo bañado en dilatador en el agujero virgen de mi cuñada y el producto había empezado a hacer efecto a los pocos segundos de entrar en contacto con aquella superficie. Cuando entro todo el dedo pulgar lo retire y tras untarme el índice y el medio con el mismo producto, repetí la operación. Aquel gel era maravilloso. Inicialmente diseñado como lubricante para fist (introducción de puños) contenía un potente dilatador y algo de lidocaína, lo que anestesiaba e insensibilizaba parcialmente la zona tratada, haciendo que la sensación de escozor fuera mucho menor. Además, ese mismo producto hacia que perdieras algo de sensibilidad en la polla y pudieras durar muchísimo más, permitiéndote hacer un excelente trabajo y una vez desvirgada, aquel agujero no volvería a ser nunca más el mismo.

  • Hostia, Carlos… Hostia Carlos… - repetía mi cuñada conforme empezaba a follarla con los dedos para introducir más a fondo el producto – Hostia que bueno…

A los pocos minutos Beatriz ya se había corrido mientras recibía polla por el coño y mis dedos por su ojete. Poco a poco fui incrementando el rimo y cuando considere que su culo está listo para incrementar el nivel se lo dije.

  • ¿Lista para dejar de ser una cría? – le pregunte clavándole la polla con fuerza y velocidad hasta lo más profundo del coño

  • Joder, Carlos… Joder… Uffffffff

  • Me tomare eso como un “si” – le dije divertido, consciente de que en breves momentos iba a llegar a un nuevo orgasmo. Cuando la pequeña de las hermanas entraba en bucle conseguía un orgasmo tras otro.

Justo después de que se corriera, empecé a retirar mis dedos del que hasta hacia pocos minutos era un ano virgen. Mire mis dedos y me di cuenta que la cuñadita lo había hecho bien: ni rastro de mierda en ellos. Eso significaba que el enema le había limpiado la parte final del aparato digestivo y que ahora se podía usar para la segunda finalidad más importante para el que estaba creado: albergar polla.

Así que separe las nalgas y puede ver otra vez el ano. Ahora estaba ligeramente enrojecido y babeaba producto lubricante. Sin embargo, sabía que el proceso de colonizar aquel agujero iba a ser algo más complicado, así que seguí follándome a mi adolescente cuñada hasta que note que se acercaba a otro de sus orgasmos, entonces disminuí el ritmo primero y después se la saque, dejándola a las puertas de una nueva corrida, lo que hizo que saliera de su nube y se girara para mirarme. Seguía de rodillas, pero había bajado la cabeza hasta el colchón para que mi polla entrara lo máximo posible en su interior y obtener más placer. En esa posición su ojete se presentaba abierto ante mí y listo para tragárselo todo

  • Más… Carlos… Más… - Pedía aquella niñata en su propia cama – Polla… más…

  • Ahora te la daré, putita – respondí mientras me untaba bien con lubricante la polla, masturbándome ligeramente para distribuir todo el producto – ahora, pórtate como una adulta y ábrete las nalgas…

La pequeña putita obedeció y se separo ella misma las nalgas. Y lo hizo con tanta fuerza que incluso se abrió la raja de su empapado coño, dejando ver sus hinchados labios vaginales y un clítoris sobredimensionado que hasta hacia poco había sido frotado por la base de mi polla. Sus orgasmos hacían que estuviera empapada y que cayera un pequeño hilillo de flujo de su interior. Aquella hembra, como su hermana, era un torrente cuando se ponía cachonda y era algo que me encantaba desde el primer día.

Cuando note que tenía la polla a punto para tomar la virginidad anal de mi cuñada la dirigí hasta su ojete, apoyando mi capullo en él. Atesore el momento y procure recordar cómo era ese ojete antes de que nadie hubiera entrado en él y poco a poco empecé a empujar. Tal como esperaba, la dilatación previa de mis dedos y el lubricante hizo que se tragara la primera mitad del capullo sin apenas resistencia. Beatriz seguía manteniendo sus nalgas abiertas con las manos y esa tensión facilito que entrara la totalidad, no sin cierta resistencia pero sin quejas por parte de mi cuñada gracias al producto que impregnaba su ojete.

  • Hostia, Carlos… Me noto muy abierta por detrás… Es… raro – comento Beatriz cuando empecé a meter algo más que el capullo en el interior de su ano

  • Veras que es mucho más que “raro”, cuñadita – le dije mientras empujaba un poco más, introduciendo un tercio de la longitud total de mi polla en su estrecho agujero trasero – Te vas a correr de gusto una y otra vez…- Y diciendo esto, tire ligeramente de mi polla hasta notar que estaba a punto de salir el prepucio

  • Me cago, Carlos! – Exclamo mi cuñada al notar cómo se deslizaba mi polla fuera de su ano. Por fortuna, la tenía sujetada por las caderas e impedí que con el movimiento de echarse hacia adelante expulsara mi polla de su recto.

  • Tranquila, zorrita – le dije mientras volvía a meter lo que había sacado y añadía unos centímetros más al conjunto – justo acabamos de empezar…

Los próximos minutos se repitió la jugada de tirar y volver a apretar, conquistando unos centímetros más hasta que apenas quedaban tres dedos de polla por entrar en su dilatado ojete. Llegados a este punto y para hacerlo más morboso pase la mano derecha por debajo del cuerpo de Beatriz y empecé a jugar con su hinchadísimo clítoris. Este respondió de inmediato a la estimulación y en poco menos de un minuto, proporciono a su dueña un nuevo e intenso orgasmo.

  • Carlos!!! Me corro!!! Me corro y me cago a la vez!!! Carloooooooooooooooosssssss!!!! - Cuando note que aquella niñata me empapaba la mano con su abundante corrida, apreté suavemente pero con firmeza, lo que hizo que entre sus espasmos y mi presión, aquel agujero se tragara toda mi polla hasta que mis huevos chocaron con su empapado coño – Mi culo!!! Ah!!! JODER… JODER…SI… JODER!!!

Con toda mi polla en su interior mi cuñada empezó a apretar y relajar el ano, producto de su reciente orgasmo vaginal. Instintivamente empezó a echarse hacia adelante y atrás, follandose ella sola el culo mientras babeaba, maldecía y mordía la colcha. Parecía que estaba poseída pero en lugar de tener el diablo dentro, lo que había en su interior era mi polla.

  • ¿Te gusta, zorrita? – Le pregunte a aquella niñata que estaba en el viaje hacia lo desconocido más placentero de su vida - ¿O quieres que te la saque? – le pregunte mientras le daba un cachete en el culo

  • No!!! JODER!!! NO!!! Que bueno!!! Que… JODER!!! Carlos… Otro… Me… Viene otro!!! JODER!!!! ME CAGO, DIOS!!!!

Evidentemente, no se cago, solo se corrió abundantemente sobre las toallas que tenia entre las patas. Y lo hizo con mi polla hundida hasta lo más profundo, ya que ella misma se echo para atrás para que le apretara los pezones, cosa que sabía que le encantaba. Tres o cuatro orgasmos después tome el control de la follada. La había dejado que llevara ella el ritmo de la enculada en su primera experiencia, pero ya era hora de enseñarle como ha de recibir por el culo una hembra de verdad. Mi cuñadita, acostumbrada a que le marcara el ritmo de la follada fue cediendo progresivamente el control y pasó de una enculada suave a notar como incrementaba el ritmo.

Gracias al lubricante con lidocaína unos minutos después de asumir el control ya me estaba follando aquel ojete, que apenas una hora antes era virgen, como si fuera el culo de su hermana, mientras le azotaba el culo, le tiraba del pelo y le decía de todo.

  • Carlos!!! Otro… viene… otr… otro!!!! JODER!!! – El enésimo orgasmo de la cumpleañera explotaba entre sus piernas, salpicándome otra vez las piernas y dejándomelas empapadas. Aquel ano se contrajo otra vez, amenazando con cortarme la circulación de la polla de lo mucho que apretaba, pero yo, notando mi propio orgasmo cerca, no afloje el ritmo y le seguí dando duro – Carlos… Carlos… Para… por favor… para… Que me….

Beatriz no termino la frase y con un profundo mugido se corrió y acto seguido, se meo mientras echaba la cabeza atrás y chillaba de placer a pleno pulmón. Aquello lo había visto antes y era consciente de que podía pasar, ya que si a su hermana le sucedía, ella, siendo tan perecida física y mentalmente, también podía ser “victima” de estos accidentes.

Ver a mi cuñada descontrolada, junto con el placer que sentía en la polla por la presión ejercida por aquel recién desvirgado ojete y el reflejo de su cara con los ojos en blanco en el espejo que tenia al lado de la cama tuvieron la suficiente fuerza como para hacer que mis huevos descargaran un torrente de semen en lo más profundo del culo de Beatriz, que lo noto como un nuevo enema y respondió con un tercer orgasmo en menos de cuatro minutos.

  • Carlos!!! Qué bueno!!! Me encanta!!! – Me confesó mi cuñada cuando volvió a su cuerpo, después del “viaje” que se acababa de pegar, todavía con mi polla enterrada en lo más profundo de su ojete.

  • Ahora puedes decir que ya eres una hembra de verdad, cuñadita – le dije a Beatriz mientras tiraba poco a poco de mi polla hasta hacerla salir de su dilatadísimo ojete. Ahora aquel agujero tenía tres veces el diámetro de hacía poco más de una hora. De él goteaban grumos de semen mezclados con el lubricante y en el fondo, se podía ver un estanque de color blanco – Ahora, te aconsejo que vayas al baño y te sientes un buen rato para que te caiga todo lo que te he metido o si no, vas a manchar de verdad – Le indique mientras agarraba sus bragas y me limpiaba la polla de semen y lubricante. Afortunadamente el enema había hecho su trabajo y no había mierda. Una vez finalizada la limpieza de mi rabo, me gire y solucione el problema ante el que se debatía mi cuñada de cómo levantarse de la cama sin manchar mas la alfombra al introducirle las bragas en el agujero del culo, haciéndoles ejercer el papel de tapón.

Pese a todo, el destino es caprichoso y antes de que mi cuñada pequeña se pudiera levantar y vaciar el culo, su hermana mayor llamo al timbre de la puerta, dando al traste con le plan de sentarse para que la gravedad hiciera su trabajo.

  • Carlos… ¿Qué hago? – me miro con pavor la cumpleañera, todavía a 4 patas en la cama y con el culo en pompa, rebosante de mi semen.

  • ¿Tienes compresas? ¿SI? Pues te aconsejo que te pongas una en el culo y a la que puedas, te sientes en el WC a terminar el trabajo – Le dije mientras enroscaba la tapa del lubricante.

Mi cuñada se levanto como pudo y tras vestirse con la ropa que llevaba, se quito la braga que ejercía de tapón y se subió otra limpia con la compresa. Lamentablemente, las circunstancias de la tarde hicieron que soplara las velas, unas horas después, todavía con la compresa puesta a modo de barrera y notando como, poco a poco, mi semen abandonaba su recién desvirgado ano.