La penitente

Historia del fin del siglo XIX

LA PENITENTE.

México. 1896 en plena dictadura de Porfirio Díaz, han quedado atrás las luchas de reforma y contra el Imperio de Maximiliano. La iglesia vuelve a tener poder confabulada con el dictador y cada vez mas influye en el gobierno. Ya son más de  20 años de paz y el país se desarrolla industrial y económicamente. La sociedad se ha afrancesado en sus costumbres y el mismo José Yves Limantour se ha vuelto el hombre fuerte del régimen. Los “científicos” iniciaban su dominio sobre la sociedad mexicana.

Las costumbres también se había “renovado” pues después del dominio liberal, los conservadores gobernaban México y habían impuesto su doble moral. Los hombres tenían amantes y las esposas en la casa o representándolos socialmente, pero reprimidas sexualmente. Para disfrutar y divertirse estaban las amantes o las putas. Las esposas eran puras y santas…………bueno, al menos eso creían ellos.

El padre Francisco era cura de la parroquia del Carmen. A sus treinta años era un hombre alto, fuerte y atractivo, que tenia muchas feligresas, por lo general mujeres maduras y alta posición económica. Con varias de ellas había pasado de ser su confesor a su amante y ellas eran generosas con la parroquia que el administraba, por lo que llevaba una vida agradable. Entre todas sus feligresas había una que le gustaba más que todas, pero aun no había podido llegar a nada con ella. Doña Amalia de la Fuente y Gonzaga era una mujer de 37 años con dos hijas de 20 y 19 años. Alta, delgada, de amplias caderas, busto firme y un hermoso pelo rubio que le caía por la espalda. Su esposo, Don José de Ibarreche y Morientes era un hombre poderoso, dueño de tres haciendas y formaba parte del equipo de Limantour entre los “científicos”, a sus 55 años se sentía el dueño del mundo y tenía no una, si no tres amantes.  Una vicetiple que actuaba en los teatros, una viuda de clase media baja y una mucama de su propia casa. Doña Amalia tenía una reputación intachable y ni se diga de sus bellas hijas Mari y Lucy, par de señoritas ampliamente acosadas por los hijos de las mejores familias de México. Ambas eran altas y tenían el mismo pelo rubio de su madre, a todos lados iban juntas y rara vez se separaban. Las tres habían caído en la iglesia del Carmen y el padre Francisco les agradó por su simpatía y respeto que les demostraba, por lo que terminaron nombrándolo su confesor.

Esa tarde, después de terminar las confesiones de sus feligreses, el padre Francisco se retiraba a la sacristía cuando vio llegar a doña Amalia con cara acalorada y como si estuviera avergonzada.

-padre, necesito que me confiese, ya se que ya termino su turno pero lo que tengo que decirle no se lo puedo decir en la iglesia, alguien podría oírnos y me daría mucha pena.

-No se preocupe doña Amalia, siempre estoy a sus ordenes, pásele conmigo por favor.

Francisco llevo a doña Amalia hasta su vivienda que comunicaba con la iglesia y en una salita le dijo.

-aquí estamos seguros, cuénteme lo que le pasa y cuente con mi comprensión.

-Es que…..me da tanta pena, no me atrevo a mirar a los ojos a mi marido……si supiera mis pensamientos me repudiaría.

-Tranquila doña Amalia, cuéntemelo todo que para eso estoy.

Francisco se coloco los utensilios que usan los curas para confesar y se sentó en un sillón arrodillándose doña Amalia ante el.

  • bueno…….todo comenzó hace aproximadamente un mes, contrate una nueva mucama para que me atendiera solo a mi, de inmediato me cayo bien por simpática y alegre. Juanita se llama y es muy linda. A los pocos días me confesó que había sido moza de taberna y había corrido muchas aventuras, poco a poco fue confiando en mi, hasta que un día me contó de los placeres de…………de……….la sodomía.

-bueno hija, ese caso el pecado es de ella y no tuyo.

-espéreme padre, cada día me decía como disfrutaba que su amante le metiera………el pene en el ano, como disfrutaba…….chapándole el pene, o cuando el……….le chupaba sus partes intimas. Yo se que la sodomía esta prohibida por la iglesia y por la ley, pero………me gusta mucho que me cuente esas cosas, al grado que………que………las deseo. Tarde y noche pienso en ello, me éxito pensando que alguien me sodomiza. Que le chupo el pene a alguien.

Francisco vio el provecho que podría sacar de esta confesión así que se concentro bien en lo que iba a decir.

-mira hija, la iglesia siempre prohíbe lo que nos da placer, la gula es un pecado capital pero ¿Qué mal haces a alguien cuando comes? Así es en el sexo ¿Qué diferencia existe en que una mujer reciba un pene en su vagina, en su ano o en su boca? Ninguna, solo es sexo. Los hombres lo condenan por conveniencia, pero ellos lo practican con sus amantes negando esos placeres a sus esposas.

-entonces padre ¿usted cree que no es……..?

  • mire doña Amalia, existen muchas damas casadas que lo hacen con sus amantes, al principio vienen a confesarse cada semana y me lo cuentan, así durante un tiempo, hasta que dejan de venir.

  • ¿así que usted considera que………..?

-que se busque un amante y disfrute.

-pero ¿Dónde lo encuentro?

  • busque uno que sea discreto, que no tenga compromisos, que usted sepa que le guardara el secreto, que sea sano y que le guste a usted.

  • pues solo que sea un padre como usted.

-señora, yo estoy para servirla.

-¿usted seria capas de…….?

De pronto doña Amalia se levantó y salió de la sala dirigiéndose a su carruaje que la esperaba afuera, no volvió la cara atrás y Francisco solo escucho las pisadas de los caballos alejándose.

Durante una semana Francisco no supo de doña Amalia y ya había perdido las esperanzas cuando de pronto la vio llegar. Se veía cambiada, un poco estragada, como si hubiera pasado una temporada muy mala.

-padre ¿puede confesarme en su sala?

Francisco la introdujo en su casa y llevo a cabo toda la ceremonia previa de la confesión, doña Adela se sentó ante el diciéndole.

-padre francisco…….no he dormido en todo este tiempo………el deseo me supera al grado que no como………mi pregunta es ¿si lo hiciéramos seria usted lo suficientemente discreto como para no contárselo a nadie?

Francisco entendió que era su gran oportunidad y no pensaba desaprovecharla, así que pensó muy bien lo que le dijo.

-mire doña Amalia, ahora estamos bajo el sacramento de la confesión y todo lo que pasa dentro de el no puedo decirlo a nadie mientras no le de absolución y la penitencia  estamos bajo juramento.

-¿podríamos entonces…….?

-señora, estoy a sus ordenes.

Amalia se levantó y francisco detrás de ella, la paso a sus habitaciones y al llegar ante la cama ella se puso de espaldas para que francisco le desabrochara el vestido, el procedió despojándola del vestido y luego le quitó el miriñaque quedando en sus largos calzones de algodón, le quitó el corsé y brotaron sus hermosos pechos blancos como el mármol y hermosos pezones rojos, desamarró los calzones y los bajó dejándola completamente desnuda.

Se quedó admirado. Nunca había visto una mujer tan hermosa en toda su vida, su piel blanca, su pelo rubio, sus redondeados senos, y su culo……….¡Ufff!  De una cintura estrecha y un vientre plano brotaban dos hermoso globos redondeados, duros, firmes y en medio de ellos el oscuro orificio de su ano. Un vello púbico rubio cubría su vagina y le llegaba al culo en forma de bello. Francisco procedió a desvestirse lo mas rápido posible y al quedar desnudo Amalia pudo ver a un hombre de cintura estrecha y amplios hombros, musculoso, fuerte, viril y con un pene enorme comparado con el de su esposo.

-Es…….es muy grande- dijo quedamente.

-no se preocupe, la cosa será según como usted aguante.

Francisco la abrazo y la besó en la boca metiéndole la lengua en la boca, Amalia reaccionó de inmediato contestando sus caricias cimbrando de placer, el la recostó sobre la cama y llevo su boca a su vagina dándole la primer mamada que Amalia recibía en su vida; el placer fue enorme, de su vagina subía a su pecho y le llegaba al cerebro casi haciéndola perder el conocimiento. Cuando Francisco la penetro ella lo empujo con sus piernas recibiendo la enorme tranca dentro de su cuerpo, pronto abrió los grifos del amor y soltó sus jugos bañando el pene del cura.

-Ufff, esto es delicioso, nunca había disfrutado tanto.

Francisco continuos besándola y acariciándola, de pronto la volteo sobre la cama y la coloco empinada con el culo al aire. Francisco se quedó extasiado, nunca se había tirado un culo de ese calibre, con esa piel suave y tersa, ese oscuro objeto del deseo que al abrirle las nalgas se ponía color rosado, tomó un bote de crema y embarro la entrada del ano de Amelia, con los dedos empezó a masajear el culo sintiendo como se relajaba.

-Uggg…….ufffff……que rico siento padre…….que rico.

Francisco se coloco atrás de ella e inicio la penetración poco a poco, suavemente.

-¡Aggg……despacio…………me duele un poco!

Cuando el sintió que estaba toda adentro y que ella ya había superado el miedo del momento inicio el mete y saca.

-¡ay……que rico padre…..me gusta mucho! ¡Ufff……lo que tanto había soñado…….como lo gozo! ¡Gracias dios mío……..me vengo…….me vacío!

Amalia tuvo un orgasmo tremendo mientras su ano sentía sensaciones que jamás imagino. Su placer fue tal que se propuso de ahí en adelante disfrutar de la sodomía al máximo. Francisco continuaba dándole caña y cuando ella inicio el segundo orgasmo el dejo ir todo su semen en el recto de su penitente.

-¡Ufff…….señora……que rico culo tiene…….es delicioso!

-¡démela toda padre…….la disfruto mucho……..Uggggg…….me vengo a chorros!

Los dos terminaron agotados, exhaustos, felices. Se quedaron por unos minutos acostados y como la verga de Francisco aun estaba dura Amalia se estreno mamándosela. Se notaba su inexperiencia pero francisco la guío hasta que derramó un torrente de leche en su boca, la cual Amalia se tragó en su mayoría.

-Nunca había probado esto padre, me gustó mucho.

Durante toda la tarde estuvieron los dos desnudos acariciándose. Francisco la penetró de nuevo por el culo y le regaló una nueva venida en su boca, llegó el momento en que ella tendría que irse pero antes francisco aun desnudos los dos se sento en el sillon y ella se hinco ante el.

-tu penitencia será venir a disfrutar estos placeres cada tercer día.

-¿no podría ser diario?- preguntó Amalia.

-Bueno, pues que sea diario…….io te absolvo in de nominis pater…………..

Cuando doña Amalia llegó a su casa, con el culo adolorido, la esperaban su marido y sus dos bellas hijas.

-¿Dónde andabas mamita?

-En la iglesia rezando y confesándome.

-Me gusta que seas tan piadosa- le dijo su marido.

  • pues ahora voy a ir mas seguido, he estado muy lejos de Dios últimamente.

  • pues nosotras con ir un rato en las mañanas es suficiente.

-ya les llegara su momento.

Para don José era mejor que su mujer pasara mas tiempo en la iglesia, así no se enteraba de sus aventuras y como por su puesto en el gobierno tenia que viajar mucho se podía llevar a sus amantes.

-pues a mi me gusta mucho que vayas a las iglesias.

-ahora que te vayas de viaje voy a tomar unos cursos espirituales que habrá para señoras, así que tus hijas se quedaran con la institutriz.

-me parece muy bien.

Pacosuarez.