La peliverde y la webcam
Cuando compartes piso con alguien, nunca te esperas que te pasen este tipo de cosas.Estas dos chicas parecían simplemente un par de buenas amigas con gustos parecidos y con quien podía tener una buena amistad. Sin embargo, descubrí que esta parejita guardaba algún que otro secretito en la manga...
La verdad es que esta es una de esas historias que ni imaginas que te van a llegar a pasar, pero que, si ocurren en el momento justo, se convierten en grandes experiencias.
Esta iba a ser mi primera vez viviendo fuera de casa durante mas de un mes. Estos nueve meses que iba a pasar en Frankfurt intentando terminar la carrera no habían hecho nada mas que empezar. Estuve buscando pisos, compañeros, estancias…pero todo era o muy caro, o muy difícil de encontrar algo en condiciones. Al contactar con la universidad, me informaron que tenían estancias para estudiantes dentro del campus con todas las comodidades y no demasiado caro, por lo que finalmente me decidí por eso.
La verdad es que el sitio no estaba del todo mal. Me tocaba compartir salón y cocina conjunto con algunos compañeros de piso, pero los dormitorios y cuarto de baño eran individuales y privados. Había 6 habitaciones junto con la mía, de las cuales todos eran guiris de distintas partes del mundo. Solo quedaba de momento un dormitorio libre.
Durante mi primera semana, los conocí a todos. No eran bastantes simpáticos, aunque un poco sosos. Cada uno hacíamos ahí su vida independiente. Un día, estaba preparándome un caldo de sobre, de estos que los echas en agua y se preparan al instante. La verdad es que era la primera vez que probaba algo así, por lo que lo que vino después fue de chiste: Tal y como decían las instrucciones, eché agua y luego cuando hirviera, el sobre. El problema fue que eché demasiada agua (había que echarla a media cazuela) y demasiado rápido. Y si que fue una sopa instantánea si: Instantáneamente, comenzó a salir caldo por los bordes de la cazuela.
- ¡Mierda! – Solo pude acertar a decir. Intenté apagar el fuego lo más rápidamente posible, pero esa reacción química en cadena no veía su fin, dejando la encimera echa un desastre.
Mientras limpiaba aquel estropicio, noté detrás mía cómo se abría la puerta del salón. Yo no pude prestarle demasiada atención porque ahí seguía recogiendo caldo de la encimera y del suelo.
- ¡Hi! – oí desde la puerta del salón.
- ¡Hello, excuse me! ¡Just a second! – Cuando terminé de limpiar la parte más gorda, me iré a saludar.
A quien encontré fue a una chica que apenas me llegaría a los hombros, con un par de piercings en cara y nariz y teñida de un color que no sabría muy bien describir. Se le notaba que si estilo era más bien alternativo, tirando a heavy o emo, aunque no demasiado estereotipado. Pero lo mas llamativo para mi fueron esas dos enormes tetas que, a pesar de encontrarse en ese momento ocultas por una camiseta de RAMONES, destacaban irremediablemente. Hice un esfuerzo inmenso para que esta última observación durara apenas una décima de segundo. No quería empezar aparentando ser un salido.
- ¡Hi! Sorry for this… kaos, haha.¿What do you need? – Acerté a preguntar mientras pensaba (mirala a los ojos, ¡Mírala a los ojos!).
- ¡Haha, don’t worry! I’m the new one. Thats my room – dijo señalando la puerta del dormitorio vacío – My name is Sandra.
“Sandra…nada de ‘ Sendrah’ o algo así.” Pensé.
- Espera un momento, ¿eres española? – Me atreví a preguntar ya en castellano.
- Siiii, jajajajaja. ¡Qué casualidad! – Empezamos a reírnos los dos. Desde que estaba allí, no era la primera vez que me pasaba. Ya me pasó con una dependienta del supermercado, aunque ella era latina – Que alegría, eres el primer español que conozco desde que he llegado aquí, ahora me siento más tranquila.
- Pues sí, ya es casualidad, jeje – “¡Tío, dile tu nombre! – Por cierto, yo me llamo Vicente, encantado.
- ¡Igualmente! Bueno, te tengo que dejar ahora, tengo que recoger y deshacer toda mi maleta y ordenar mi dormitorio, tu…veo que también tienes trabajo…- dijo mirando la que yo había liado.
- Esto…si, ups!. Bueno, ya vamos hablando mas tarde si quieres y te cuento cómo va todo esto ¡Y en español!. – Nos dimos dos besos (la primera vez que hacía esa costumbre de saludo tan española y con la que las alemanas eran tan reticentes.
“Madre de Dios” Pensé mientras limpiaba. No lo comenté antes, pero cuando se giró también pude observar que tenía una cintura y un culo muy bien puestos, no tan ocultos por unos vaqueros rotos.
Durante esa tarde, me puse de acuerdo con ella y quedamos en el mismo salón para contarle mas o menos las normas cuál era su balda del frigorífico y cómo funcionaba y donde estaba todo en el campus. A continuación, pasamos al terreno personal.
- Bueno, yo soy de Valladolid y estoy aquí intentando acabar la carrera – Le dije yo.
- ¿Sí? ¿Por qué no lo hiciste antes? Este es mi segundo año de carrera y decidí aprovecharlo. Al principio tuve alguna que otra duda, pero mi novia me terminó convenciendo para que lo hiciera.
“Mierda, bollera y encima con novia, se me acabó el intentar nada”.
- Bueno, en mi caso más vale tarde que nunca. Tu por el contrario hiciste lo mejor, hazme caso. Yo en segundo de carrera también me lo empecé a plantear, pero no arriesgué. Fallo mío.
Tras esa crucial información, la conversación en la que pude comprobar que era inalcanzable, la conversación siguió por otros caminos: era gamer, cinéfila, y muy presente en las redes sociales. De hecho, me enseñó una pagina de modelaje en la que se había hecho unas cuantas sesiones de fotos que…madre mía, muy sugerentes y muy sexys. Hice mi mayor esfuerzo pa no abrir los ojos como platos. Yo solo acerté a decir “ah, que chulas, que buenas fotos”, pero mi mente lloraba “¡mierda!, ¿pero por qué tiene que ser bollera? ¡Y emparejada!”.
Pasaron los días y cada dos por tres nos encontrábamos en el salón, normalmente para comer o cenar. Alguna vez nos pusimos de acuerdo y fuimos a comprar comida conjunta o pedir del supermercado a domicilio, pero poco más.
Una tarde, en la que entré en el salón, me la encontré con su portátil hablando con alguien entendí que por Skype.
- ¡Hola Vicente! Disculpa, estoy aquí hablando con mi novia – me dijo, apartando la mirada del portátil – Es que estaba enseñándole el salón. Esta es Lucia. Lucia, este es Vicente.
- ¡Oh, encantada! – Desde la pantalla, me sonrió una chica con un estilo alternativo al igual que Sandra, aunque no tan acentuado.
Tenía al igual que ella un piercing en la nariz y su pelo era castaño. No pude ver el cuerpo, pero mi primera impresión era que de cuerpo no estaría mal, pero tenía que decir que, si de cuerpo Sandra era mas despampanante, Lucia era más guapa de cara que ella.
- ¡Hola! Encantado de conocerte por fin – saludé.
- Bueno que ¿Cómo se está portando la asquerosa esta por allí? – Me preguntó Lucía refiriéndose a Sandra.
- Pues…hasta donde sé, bien – dije bromeando. Con Sandra ya tenía bastante confianza para meterme con ella. En cuanto a Lucía, pude comprobar quien era la que, de las dos, llevaba más las riendas de la relación. Llevando mi imaginación al extremo, creo que acertaría a decir quien en la cama era la activa y quien la pasiva. Sandra, aunque simpática era más cortona. Lucía, sin embargo, no tenía pelos en la lengua.
Me quedé un buen rato con ellas charlando. La verdad es que tengo ya visto y comprobado que en lo que respecta a amigos gays, suelo tener más amigas lesbianas que chicos gays. Creo que uno de los motivos suele ser los gustos. Con ellas pude hablar de cine, de libros, de videojuegos…y, por que no, de chicas. Hablamos sobre famosas que nos tiraríamos, o enseñamos fotos de chicas con las que habíamos estado y las valorábamos. Sinceramente, me dio la sensación que estaban mas salidas que algunos de mis amigos, que no es decir poco.
En cierto momento de la tarde noche, sacamos unas cervezas y algunas bebidas mas (Lucía desde su casa se pilló unas cervezas) y nos pusimos a jugar al “Yo, nunca”. Para quien no lo sepa, consiste en un juego en el que hay que alguien del grupo hace una afirmación (mas bien, negación) sobre algo que se puede haber hecho en la vida. Si bebes, significa que lo has hecho (desde hacer pis en público hasta temas mucho más subidos de tono.
Empezamos con cosas muy infantiles, pero pronto entramos en terreno sexual.
- ¡Empiezo yo! – dijo Sandra – “¡Yo nunca…he follado con alguien de mí mismo sexo!”.
- ¡Vaya mierda de pregunta, Sandrita! – protestó Lucía. Obviamente, ambas menos yo bebieron. – ¡Me toca! “Yo nunca…he follado disimuladamente con una tercera persona cerca de mí”. – Bebimos los 3.
- ¡Eso no lo has hecho conmigo, guarra! – protesto riéndose una de ellas.
- ¡Ni tu conmigo, asquerosa! – respondió la otra – Vale Vicente, te toca.
- A ver… - tenía muy clara la pregunta, iba a empezar por lo fácil, iba a guardarme lo mejor para el final – Yo nunca…he follado en público.
Bebimos los 3.
- Psche, eso no es nada… - dijo Lucía simulando altanería.
- Me guardo lo mejor para el final, bonita. – Le dije guiñando un ojo.
- Vale, pues me toca. “Yo nunca…he tenido juguetes sexuales”. – Solo bebió Lucía.
- ¿En serio? – Pregunté divertido – ¡Venga ya! – dije, haciéndome el incrédulo, pero buscando lo que buscaba.
- ¿Qué no? Mira. – Desapareció por un momento de la cámara. Al volver, tenía en su mano un enorme falo de goma – Aquí lo tienes. Por cierto, tengo preparado uno para la siguiente...
- ¡Ni se te ocurra, Lucía! – saltó nerviosa Sandra.
- ¿Qué no? Ya veremos…jijiji – rio Lucía.
- ¿De qué habláis? – Estaba intrigadísimo yo.
- ¡Nada nada! – dijeron ambas al unísono.
Sin embargo, el tono de Sandra era muy nervioso, mientras que el de Lucía era divertido, por lo que deduje que, en la siguiente tanda, Lucía iba a hacer “confesar” a Sandra algo incómodo.
- “Yo nunca…me he corrido en el cine” – Dijo Sandra. Bebió solo ella. – Vale, ¿estás contenta? Ya lo he soltado.
- Jajajajajaja. ¿En serio creías que era eso? Parece que no me conoces, mi amor… - dijo Lucía con una sonrisa malévola. A continuación, se dirigió a mí. – Vicente, ¿te importa cederme esta tanda a mí?
- ¡Sin problema! – Estaba intrigado.
En aquel momento, vi como Lucía hacía una pausa dramática mientras seguía jugueteando con aquel dildo en la mano. Parece que era un mensaje subliminal para Sandra. Parece ser que lo recibió, porque…
- ¡NO!
- ¡SI! ¡A MI NUNCA ME HAN PENETRADO! ¡JAJAJAJA! -
- ¡Cuando vuelva a España, te juro que te mato, ijaputa! – dijo Sandra. Solo ella y yo bebimos.
- Pero a ver, sois lesbianas ¿no? – pregunté.
- Y eso, ¿qué tiene que ver? – me preguntó Lucía mientras aireaba el dildo. – Dejame que te cuente lo divertido de esto…
- El próximo que estemos en España, duermes en el sofá, que lo sepas – Dijo Sandra con cara de enfadada.
- Eso no te lo crees ni tú, bonita. – dijo mandándole un beso a su novia. Luego siguió hablando conmigo – A ver, yo antes de “salir del armario”, si había tenido relaciones heteros. De hecho, creo que yo no me consideraría un 100% lesbiana. Creo que podría decir que soy bi en un 80% de lesbianismo mas o menos. Y como ves, tengo mis juguetes. Aquí la muchacha, por el contrario – En aquel momento, Sandra le hizo un corte de manga con cara de niña enfurruñada – Jamás ha sido penetrada.
- ¡Hala vengaaa! – protestó Sandra – A ver, es que yo desde pequeñita siempre tuve claro que me gustaban las chicas. No es como contigo.
- Ya, pero bien que lo intentaste con aquel chico que me contaste de antes de estar conmigo.
- Ya claro. Pero aquello fue precisamente por eso, porque quería probarlo, a ver si me gustaba. Pero al final nada.
- Porque no fue por falta de ganas, fue por miedo. El mismo miedo que te da siempre cada vez que intento meterte este dil…
- ¡Vale ya!¡ No se para que te cuento na! ¿Vas a dejar algo para mas adelante o vas a sacar todos mis tratos sucios, peazo de perra? – Lucía empezó a reírse viendo como su novia se desesperaba. Sandra estaba deseando salir de aquel berenjenal, porque automáticamente se dirigió a mí y me dijo – Venga te toca, Vicente.
- Ok, a ver… - Ya ni me acordaba de lo que iba a decir. Caí a los 5 segundos. – “Yo nunca…he tenido sexo online”.
Era verdad. Hacía algunos años, había probado con una novia que tuve. Sin embargo, en aquel momento…
Solo bebí yo.
- ¿En serio, chicas? – dije sorprendido.
En ese momento, cambiaron las tornas. La cara de Lucía se volvió mas pálida, mientras que la de Sandra adoptó una expresión triunfante.
- ¡Ja! – gritó Sandra.
- A ver Sandra, no hemos tenido ocasión. Llevamos ya tiempo viviendo juntas, apenas llevas unos días allí y…
- ¡No pongas excusas! ¿O acaso no recuerdas aquel verano que me fui con mi familia de viaje? Que yo sepa, yo me la jugaba más que tú, porque yo dormía en la habitación de al lado de mis padres, mientras que tus esos días estabas sola en tu casa porque tus padres también se habían ido de viaje. Te lo propuse, pero no quisiste.
- Ya, Sandra. Pero es que a mí estas cosas de internet, las webcams…
- Cagueta, que eres una cagueta. Eso es lo que eres – le dijo Sandra a su novia.
Tras eso, siguieron surgiendo preguntas sexuales, hasta que ya nos dieron las 4 de la mañana y decidimos irnos a nuestros respectivos dormitorios.
A la mañana siguiente, mientras hacía lo que los ingleses llaman “Brunch” (mezcla de desayuno y almuerzo a las 1 de la tarde) vi entrar a Sandra muy sonriente.
- Que contenta te veo hoy, mujer – le dije.
- Bueno, es que anoche… ¿No oíste nada raro? – Me dijo, algo ruborizada.
- ¿Raro? Pues no sé, que debería haber oíd…¡NO! – exclamé, cuando me di cuenta de a qué se refería.
- Pues si – dijo Sandra, aún más colorada.
No hicieron falta palabras, pero me di cuenta de a qué se refería. Después de aquel juego, entre el alcohol y la lujuria, finalmente tuvieron sexo online.
- Y bueno… ¿qué tal fue? Por cierto… ¡De nada! – dije guiñándole un ojo y sacando la lengua pícaramente, haciendo como que me atribuía todo el mérito.
- ¡Vete a la mierda, Vicente! – Dijo riéndose – Pues…la verdad, creo que hubiera estado mejor. A pesar del calentón, se le notaba que aún no estaba muy convencida, aunque la cosa no acabó mal, al menos para mí.
- Bueno, siempre podéis volverlo a intentar. – dije. La verdad es que si, que en el fondo me sentía responsable de aquello y, por tanto, bastante orgulloso.
- Si, bueno…hemos llegado a un acuerdo que se puede volver a intentar más adelante – me dijo – Así que ya se verá.
- Bueno, pues ya me contarás con más detalle – dije divertido.
- ¡Anda…anda! ¡No seas morboso!
Pasaron algunas semanas y cada uno seguimos a lo nuestro. Una noche, mientras cenaba, Sandra salió y me dijo:
- Oye, ¿tu entiendes de ordenadores? Verás, es que hay una cosa que no me funciona por si me lo podías arreglar.
- Claro, tráeme el portátil – le dije.
- Que va, no puedo, hace un rato me quedé sin batería y ahí está, cargando. Y no puedo apagarlo porque ando liada con cosas de una asignatura.
- Ok, dame un minuto – la verdad es que en principio me resultó raro, pero no le di mas importancia. Recogí mis cosas y tiré para su cuarto.
La verdad es que alguna vez me había asomado a su cuarto para darle alguna sudadera de la lavadora que se había dejado.
Entré. Aquel dormitorio era una autentica leonera. Mi dormitorio no es que fuera impoluto, pero al menos se veía la cama. Pero lo mas llamativo del dormitorio era aquel impregnante olor a marihuana que desprendía. No era un secreto que Sandra le daba a los porros, porque ese olor se colaba a veces incluso a través de mi cuarto o pasando por el pasillo. Pero el submarino que había en aquel dormitorio formado era increíble.
Yo nunca había fumado porros. Bueno si, lo había intentado, pero no me había terminado de gustar. Sin embargo, su olor si que me gustaba bastante y, la mayoría de las personas que conocía lo fumaban, así que me lo conocía a la perfección.
- Mira, es que no me deja guardar esto – me señaló un documento con el que estaba trabajando – ¿Quieres una cerveza mientras?
- Esto…si, gracias – acerté a decir. Porros y alcohol, lo que me faltaba.
La verdad es que se trataba de una pamplina, pues solo era cambiarle el formato a un par de archivos y bajar un programa. Cuando terminé, estaba explicándole cual había sido el problema y cómo podía solucionarlo ella misma en otra ocasión, cuando sonó el Skype
“Lucía”.
- ¡Hola amor! ¿Cómo estás? – dijo Sandra – Mira quien está aquí.
- ¡Hola Vicente! ¡Qué de tiempo! – me saludó Lucía.
- Muy bien, jeje. Aquí estamos haciendo de informático. ¿Y tú qué tal?
- ¡Pues bien, aquí seguimos! ¡Quédate y charlamos los tres un rato!
Total, que accedí y estuvimos charlando y riéndonos un par de horas. Las cervezas y el olor a porro me estaban ya haciendo efecto. En cierto momento con las bromas, Sandra le soltó que me había “confesado” lo de aquella noche.
- ¡Serás chivata! – dijo riéndose Lucía – ¡Bocachanclas!
- Si te sirve de consuelo, yo iba esa noche como una cuba. No me hubiera enterado ni, aunque hubierais estado a dos metros de mí, jajaja.
- Si, la verdad es que podía haber estado mejor…pero bueno…
- ¿Y no lo habéis vuelto a intentar? ¡A ver, mera curiosidad, no pienses mal! – acerté a decir rápido.
- Jajaja, no tranquilo, pues…no, aun no, aunque…
En ese momento, se produjo un silencio y unas miradas cómplice entre ambas.
- Le dije que podíamos volverlo a intentar, pero con una condición… ¿no te la ha contado?
- Puess…la verdad es que cuando me lo contó, me dijo que era posible que lo fuerais a intentar, por eso pregunté. Pero no me especificó las condiciones. – dije.
- Pues…la condición era que, si yo accedía a “desbloquear” ese logro, ella accedía a “desbloquear” el suyo.
- ¿Le has comprado por internet un dildo o algo así? – dije riéndome.
- No, Vicente. El “dildo” vas a ser tú. Si quieres, claro – Eso último lo dijo Sandra.
Me quedé helado. No me esperaba eso.
- Espera, me estáis proponiendo que…
- Te estoy proponiendo que te folles a mi novia mientras yo miro y me toco, sí.
Me cogió un poco por sorpresa. No sabía que responder.
- Si no quieres, no pasa nada. Lo entenderemos – dijo Sandra.
- No si, a ver…si querer…tu novia es muy guapa – dije dirigiéndome a Lucía – Pero…no sé, es tu novia…
- ¿Y que problema hay? Ella lo quiere intentar, y yo no tengo problema – Dijo Lucía - ¿Sandra?
Como respuesta, Sandra me plantó un morreo con aquellos carnosos labios color carmín. No me había fijado, pero en aquella ocasión se había puesto una falda holgada y algo larga que la hacía aún mas sexy que de costumbre.
Rápidamente, la tuve entre mis brazos y sobre mi regazo. Era imposible que no notara mi erección.
Lo primero que hice fue dirigir mis manos a esas jugosas y enormes tetas ocultas bajo aquella camiseta heavy, solo para comprobar que no llevaba sujetador. Ella captó la señal y automáticamente se desprendió de aquella prenda, dejándome ver aquellos dos montes del placer con los que tanto había fantaseado.
- Chúpaselos – Oí decir a Lucía.
La verdad es que mi intención era seguir mi propio instinto. Sin embargo, decidí que, aunque iba a hacerlo, también iba a seguir las instrucciones de Lucía cuando creyera conveniente. No en vano, era su novia y conocería perfectamente cada centímetro de su cuerpo.
Mientras le lamía los pezones, ella no paraba de gemir y mordisquearme el cuello, a la vez que se contoneaba sensualmente sobre mi polla.
En ese momento, subí de sus tetas por su cuello buscando su nuca, a la par que con mi mano derecha (la cual junto con la izquierda llevaba ya tiempo masajeando aquel impresionante culo) se deslizó buscando su pubis, buscando el botón del placer.
Sus gemidos siguieron teniendo el mismo ritmo, pero aumentó la intensidad. Poco a poco, mis dedos fueron buscando su cueva, pero ella me susurró “No, sigue”.
Cierto, no me acordaba que, a pesar de tener experiencia homosexual, técnicamente seguía siendo virgen heterosexualmente hablando. Así que lo que hice fue aumentar mis caricias sobre su clítoris, sus gemidos se fueron incrementando, hasta que un espasmo por su parte me indicó que acababa de correrse.
No lo he dicho, pero, mientras le mordía el cuello, pude comprobar tras Sandra cómo en la pantalla Lucía ponía cara de viciosa y, teniendo en cuenta que no le veía ninguna de las dos manos, seguramente se estaría tocando por debajo del escritorio. Oír a su novia correrse hizo que cerrara los ojos y se mordiera el labio.
- Uff… - dijo en mi oído Sandra con la voz entrecortada – No ha estado mal – Se giró hacia la pantalla – Oye, ¿y tú que haces que sigues vestida? A ver esas tetas.
Lucía, con timidez, se desprendió de la camiseta de pijama que la cubría, mostrando un sujetador bastante sexy. Debió haber una mirada entre ambas novias que yo no pude captar, pero ví cómo Lucía se desprendía también del sujetador a regañadientes. Se tapó los pechos con las manos.
- Manos fuera. – Le ordenó Sandra.
En aquel momento y, poco a poco, Lucía dejó libres sus pechos. Realmente, comparadas con las de Sandra, podrían considerarse pequeñas. Aun así, seguían siendo bonitas.
- Vale, ya he cumplido, te toca – Dijo Lucía.
A continuación, Sandra dirigió a sus manos hacia mi paquete con timidez. En aquel momento, pude comprobar las fortalezas y debilidades de cada una de ellas y como podía manejar la situación. De modo que le cogí de la muñeca e hice que apretara fuerte diciéndole:
- Venga tranquila, que no muerde 😉 – dije divertido.
Empezó a acariciármela por encima del pantalón. Al ser un pantalón de pijama, no me resultó difícil guiarla para que me los bajara y me la tocara piel con piel. En ese momento, empezó a masturbarme suavemente. Se le notaba la inexperiencia, así que decidí ayudarla un poco. Poco a poco, hice que su cabeza fuera bajando hasta ella. Empezó a mirarla con cara rara, como sin atreverse.
- No te cortes, chiquilla. Animo.
En ese momento, comenzó un ritual como de ensayo-error. Lamía, chupaba, besaba, mordía…al ver su inexperiencia, comencé a darle instrucciones sobre como y a qué ritmo tenía que hacerlo. Fue una alumna aplicada porque, a los pocos minutos, ya le había cogido el tranquillo y me estaba haciendo una soberana mamada.
En ese momento, me fijé en la pantalla. Lucía seguía desnuda de cintura para arriba, y había vuelto a su ritual de tocarse bajo el escritorio.
- ¿Qué tal? – Me preguntó. Desde su perspectiva, ella solo podía verme a mí mirando hacia abajo o poniendo cara de placer, ya que Sandra se estaba marcando un Mónica Lewinsky bajo el escritorio.
- Pues…la verdaaaad…naaaada mal… - dije con la voz entrecortada.
- ¿Qué tal por ahí abajo? – le preguntó Sandra a su novia.
La respuesta fue un “vete a la mierda” con la boca llena. Nos reímos los tres.
- Vale – En aquel momento, Sandra se incorporó y se dirigió a su novia. – A ver ese coño.
Lucía ya estaba mas animada, así que inclinó su silla hacia atrás, puso los pies sobre la mesa y dejó a la vista un coño que, por desgracia y por la impresión que me dio, la webcam no le hacía buen favor.
- Bien, ahora sigue tu con lo que estabas, pero que yo te vea – ordenó Lucía.
Yo tenía la sensación de que allí no estaba ni pinchando ni cortando, pero…que cojones, me daba lo mismo. Sandra me hizo ponerme de pie para seguir con su maniobra pero, esta vez, enfocando la webcam hacia abajo para que Lucía lo viera. Ahora solo podía ver la cabeza de Sandra haciéndome un trabajo increíble. En ese momento, del portátil emergió un gemido que indicaba que Lucía había llegado a su primer orgasmo de la noche.
Cuando se relajó, tomé la iniciativa.
- Vamos a probar algo Sandra, levántate un poco.
- Ok, yo ahora vengo, voy a trae algo. Enseguida vuelvo – dijo recuperando la voz Lucía.
Mientras Lucía se marchaba, comencé a preparar lo que llevaba tiempo queriendo hacer: puse mi polla entre aquellas enormes tetas con la intención de que me hiciera una cubana. La verdad es que tengo que decir que estoy bastante bien dotado, algo mas de la media española. Pero aquellos dos enormes montículos hacían que mi miembro apareciera y desapareciera, cosa que me excitó muchísimo.
Estuve a punto de llegar al clímax cuando decidimos volver a poner la cámara de nuevo recta. En ese momento, vimos que Lucía se había traído su juguetito y había empezado a prepararlo y lubricarlo.
- ¿Creo que ya va siendo hora no? – dijo Lucía. – ¿Cómo lo vaís a hacer?
- Yo me encargo – dije.
No era la primera vez que se me planteaba esa situación. No me refiero a hacerlo con dos lesbianas de esa manera, me refiero a desvirgar a una chica. Ya lo había hecho antes y sabia mas o menos lo que tenía que hacer.
- Túmbate en la cama – le ordené a Sandra.
Sandra, con timidez, se tumbó en la cama.
- Lo primero de todo, tranquila, relájate. Cuanto más nerviosa estés, peor. Lubrícate. O si quieres, lo hago yo.
Empecé a besarla, a acariciarla y a buscar encenderla mientras ella se tocaba el clítoris. Estuve pensando en decirle que, cuando estuviera a punto de llegar al orgasmo, me avisara. Pero luego consideré que, si le decía eso, la pondría aún más nerviosa sabiendo lo que venía después. Así que seguí con mi ritual, mientras de vez en cuando llevaba mi mano disimuladamente a su pubis, como quien comprueba que el horno está lo suficientemente caliente. Unos gemidos, el calor y los fluidos que de ahí se desprendían, me indicaron que había llegado el momento. Le hice coger mi polla y utilizarla para seguir acariciando un poco su clítoris. Cuando vi que ya se había acostumbrado a su presencia ahí abajo, procedí a introducírsela.
- Shhh…aaayy… - comenzó a protestar.
- Tranquila…tu relájate. Al principio es difícil, lo sé. Animo.
- ¡Mírala, hijaputa! Y a mí que no me deja ni meterle ni un dil… ¡Perdón! – Empezó a decir Lucía mientras veía el espectáculo desde la pantalla, pero la mirada seria que le mandé la hizo callar, indicándole que no desconcentrara a su novia mientras era desvirgada.
Al principio, fueron unos quejidos lastimeros, se notaba que le dolía. Pero poco a poco, su vagina fue abrazando mi miembro y acostumbrándose a él, y aquellos grititos de dolor empezaron a transformarse en gemidos de placer. Comencé a embestirla suavemente…y poco a poco mas rápidamente, reaccionando a lo que su cuerpo iba pidiendo. Su segundo orgasmo de la noche y primero vaginal de su vida no tardó en aparecer.
- ¿Qué tal? – Le pregunté.
- Uff… - fue su única respuesta. Creo que en aquel momento no podía ni articular palabra.
Mientras se recuperaba y disfrutaba del momento, me dirigí al ordenador para ver a Lucía. Ella ya estaba a lo suyo, con su dildo a tope y gimiendo entrecortadamente. Yo seguí masturbándome delante suya para indicarle que estaba allí.
- …Sandra… - preguntó entrecortadamente Lucía.
- Ahí la tienes, recuperándose – le dije.
- Pues cuando tenga fuerzas de nuevo, que venga, que quiero verla en acción.
Sandra se levantó de la cama.
- Bien, ponte ahí que yo te vea. Vicente, tu ponte detrás.
Al principio no entendí qué quería, pero enseguida lo entendí: Quería que Sandra mirara a cámara mientras era penetrada desde atrás.
Tomamos posición y empezamos la segunda tanda, esta vez yo sentado en la silla, mientras Sandra con las manos apoyadas en la mesa y mirando a cámara, se sentaba sobre mi polla. Desde la perspectiva de Lucía, imagino que lo que vería serían las dos enormes tetas de su novia y su cara de placer, mientras que a mi por el ángulo creo que apenas me vería. Me daba igual, porque la imagen de aquel precioso y redondo culo botándome era mas que suficiente para mí.
- No te corras dentro por favor… - me pidió Sandra.
No era mi intención, aunque hubiera sido muy tentador. Pero mi lujuriosa mente aquella noche iba por otro lado. Sandra tuvo otro orgasmo, aunque esta vez mas pequeño que los anteriores. Eso me sirvió de señal para susurrarle un “me corro…”. Se desacopló de mí e hice lo que llevaba toda la tarde pensando: Puse la cámara inclinada para que Lucía lo viera, hice que Sandra se pusiera de rodillas y volví a ponerme de pie. Sandra debió captar el mensaje o haber visto demasiadas pelis porno porque, sin que yo se lo pidiera, se puso ante mi polla, empezó a mirarme con cara de viciosa sacando la lengua y agarró sus tetas para levantarlas bien.
Aquella imagen hizo que no tardara en venirme un orgasmo brutal que salió disparado por todos lados. Apunté hacia sus tetas, pero también me cuidé que aquella viciosa boca probara de mi bote. Cuando volví en mí, la imagen era espectacular: Aquella peliverde tenía bañadas tetas, cara y parte del pelo de mi lefa. Es una imagen que grabé en mi mente a fuego. En aquel momento, mientras nos mirábamos a los ojos de manera triunfal y satisfactoria, del ordenador nos vinieron unos gemidos que nos indicaban que Lucía ya había llegado también a su zenit.
- Voy a limpiarme – dijo Sandra.
- Yo por mí puedes quedarte así – dije.
- ¡Y por mí! – exclamó Lucía desde la pantalla.
- ¡No seáis asquerosos, anda! – respondió Sandra.
Y se dirigió hacia el cuarto de baño.
- Bueno Lucía, y tú, ¿qué tal? ¿Bien?
- ¿Me lo dices o me lo cuentas? – respondió. Cuando me fijé, me pude dar cuenta que Ya se había limpiado y vestido de nuevo. Imaginé que tras que se le bajara el calentón y volviera en sí, el miedo a las redes sociales resurgió rápidamente.
- Y bueno, ¿Cuándo te pasas por aquí? – Le pregunté. Estaba deseando probarlas a las dos a la vez.
- Bueno no se…prontito, ¿Quién sabe? – Respondió guiñándome un ojo y sacando la lengua.
FIN