La pelea de mi mujer y su amiga

Mi mujer y su amiga íntima se pelearon y está habló demasiado, lo que tajo consecuencias inprevistas.

LA PELEA DE MI MUJER Y SU AMIGA

  • Cariño, he invitado a cenar a Carlos.

Me dijo Marta cuando llegué a casa el viernes, lo más curioso no es que invitara a cenar a mi mejor amigo, lo curioso es que me hablara, resulta que hacía casi una semana que no lo hacía, se había peleado con su gran amiga Ana y esta ni corta ni perezosa le soltó que se había acostado con migo.

De nada sirvió que lo negara todo, que le dijera que en 20 años de matrimonio nunca le había sido infiel, ella estaba muy cabreada, hacía una semana que es como si viviera solo en casa, dormía en el sofá, ni me hablaba.

Cuando llegó Carlos tuvo una gran sorpresa, al salir Marta de la habitación lo hizo con una vestimenta de escándalo, minifalda súper corta y una camisa anudada bajo las tetas dejando el vientre descubierto, ni el ni yo entendíamos porqué mi mujer se había vestido de aquella manera, nunca lo hacía, es más, normalmente viste muy poco sexy, Marta se acercó a mi amigo y se dieron dos besos pero mi mujer lo hizo muy cerca de la boca, por sorpresa de ambos.

Durante la cena Ana me hablaba como si no hubiese pasado nada pero se comportaba de una forma muy extraña, todo hacía pensar que intentaba seducir a mi amigo, se movía de manera que se le abriera el escote y cuando se levantaba no le importaba mucho que se le subiera la falda y nos diera algún primer plano de un trocito de su culo.

Carlos se sentía extraño, me miraba como diciendo "que le pasa a tu mujer?", pero lo tenía difícil para darle una respuesta, yo tampoco lo sabía.

  • Este tanga me molesta mucho, no estoy acostumbrada, se me pone dentro de la raja del culo, incluso dentro del coño, mejor será que me lo saque

Nos dijo al final de la cena, puso las manos debajo la falda y sin importarle que estuviera Carlos se lo bajó, la imagen de mi mujer con las bragas en las rodillas hizo que casi se le salieran los ojos de las órbitas a mi amigo, Marta le dijo:

  • Se te ha puesto dura al verme así?
  • Desde que he llegado que la tengo dura, respondió Carlos
  • Déjame verlo dijo mi mujer mientras se acababa de sacar el tanga y se acercaba a él.

Carlos estaba sorprendido, mi mujer se arrodilló entre sus piernas y le abrió la bragueta, mi amigo se dejaba hacer más que nada porqué no sabía cómo reaccionar, Marta le apartó los calzoncillos y la agarró la polla que efectivamente estaba dura, mi amigo me miró, no sabía qué hacer pero tampoco sabía que responderle, Marta acercó los labios a la polla y se la tragó casi toda, Carlos empezó a ser incapaz de resistirse a todo aquello y decidió disfrutarlo sin importarle que la mujer que se lo hacía fuera la mía. Sin dejar de chupar se desanudó la camisa, dejó libres las grandes tetas para que mi amigo las viera, este no se atrevía a tocarlas pero ella le cogió una mano y se la puso encima.

Después de un rato en que mi amigo disfrutó y mucho de la mamada Marta se levantó, primero tiró de los pantalones, después se acabó de sacar la camisa, se levantó la falda y a horcajadas se puso encima de la polla de mi amigo cogiéndosela y apuntando al coño, desde mi posición tenía una visión inmejorable de como poco a poco la polla de Carlos entraba en el coño de mi mujer y de cómo después se deslizaba dentro fuera mientras mi amigo jugaba con sus tetas y pezones ya sin importarle que a la mujer que se lo hacía fuera la de su mejor amigo, pude ver que mi mujer estaba a punto de correrse y lo hizo con una intensidad que de su coño salió tanto flujo que parecía que se había meado, Carlos no es de piedra y sus gestos me hacían pensar que luchaba por no correrse y cuando no pudo más se tensó acelerando el ritmos lo que provocó que mi mujer sintiera un nuevo escalofría y se corriera mientras notaba la leche golpeando el fondo de su coño.

Marta se bajó, vi como se escurría por la raja parte de la leche, cogió el tanga y la camisa, me dijo:

  • Estamos empatados, los dos somos cornudos, por cierto Carlos, ha sido un gran placer follar contigo

Y se fue a la habitación, mi amigo no sabía que decirme, se sentía incómodo y no era para menos, se vistió y se fue.

Pero no se acaba aquí, al cabo de un par de días Ana y mi mujer se reconciliaron y le confesó la verdad, que nunca se había acostado con migo, solo lo dijo para enfadarla.

  • Y ahora qué hacemos?, el dije, tú me has puesto los cuernos y yo he sido fiel siempre

Marta no supo que decir, estaba avergonzada.