La pelea de mi mujer y su amiga (2)

Pero las cosas no podían quedarcomo estaban...

LA PELEA DE MI MUJER Y SU AMIGA 2ª parte

Comprenderéis que después de lo que pasó nuestra relación se volvió muy tensa, ya sé que la solución fácil era follarme a una mujer, pero no quise pagarle con la misma moneda, además, de hacerlo me ponía a su altura y eso no me gustaba.

Un sábado Marta me dijo que vendrían a cenar Ana y su marido Juan, parecía muy poco apropiado, me vería con su amiga por primera vez después de lo pasado pero además con su marido delante, Juan podía enterarse de todo el asunto y no creo que le gustara saber que su mujer había dicho a su amiga que se había acostado conmigo.

Pero no tenía nada que perder, había resultado ser el más perjudicado con todo aquello sin ni comerlo ni beberlo, mi mujer me puso los cuernos con Carlos, había perdido mi mejor amigo y nuestra relación estaba por los suelos, pasara lo que pasara no podría salir peor.

Cuando llegaron mi recepción fue muy fría, saludé a Juan pero no le dirigí la mirada ni la palabra a Ana, su marido me miró de manera muy extraña, supongo que no entendía porque me comportaba así con su mujer, durante la cena todos estábamos muy tensos sin casi decirnos palabra, Juan seguía sin entender nada de lo que pasaba y al final de los postres Marta dijo:

  • Ana, esta noche tienes que follarte a mi marido.

Ana se quedó roja como un tomate pero la cara más extrañada era la de Juan, si el ambiente hubiese sido bueno quizás se podía pensar que era una broma pero tal como estaban las cosas ni se le pasaba por la cabeza, Marta le dijo a Juan:

  • Para entender esto tienes que saber toda la historia, te la resumo, Ana y yo nos enfadamos y me dijo que se había follado a mi marido, para devolverle los cuernos me follé a su amigo.
  • Te lo follaste?, le preguntó enfadado Juan a su mujer.
  • No, dijo rápidamente Marta, y aún que parezca raro, este es el problema, le he puesto los cuernos a mi marido por una mentira de tu mujer y tiene que solucionarlo.
  • Le dijiste esto?, le preguntó Juan a su mujer
  • Si, respondió tímida y avergonzada
  • Además de engañar a tu amiga, fingiste que me habías puesto los cuernos a mi?
  • Si, volvió a decir.
  • Pues tendrás que solucionarlo tal como te ha dicho Marta
  • Pero… pero… yo no puedo follar con Pablo….
  • Tus mentiras han ocasionado un gran problema, creo que es justo lo que te ha pedido Marta a pesar de que me harás un cornudo, pero eso lo hablaremos después tú y yo a solas como solucionarlo, le dijo con tono de mala leche.
  • Pero… pero… repitió Ana
  • De pero nada, dijo mi mujer, tienes que follar con mi marido.

Yo seguía pasivo escuchando todo aquello, por primera vez en muchos días pasaba algo que me podía beneficiar, Ana está bastante bien y si mi mujer y su marido me la ponían en la cama, no me resistiría.

  • Y cuando debo hacerlo, Preguntó Ana
  • Ahora mismo, respondió Marta.
  • Si, cuanto antes mejor, dijo su marido, y después hablaremos en casa.

Realmente no sabía exactamente qué hacer, si mostrar una actitud activa y levantarme para ir hacia Ana o quedarme esperando como se desarrollaban los acontecimientos pero no tuve que esperar mucho, Marta se vino hacia mí y cogiéndome de la mano me hizo levanta para ponerme al lado de Ana y nos dijo:

  • Es tuya, fóllatela como hice con tu amigo.

Ana, consciente que todo le estaba en contra y solo podía hacer una cosa se levantó, no quise hacerlo de forma impulsiva como hizo Marta con Carlos y fallármela delante de todos, me dirigí a la habitación, ella me seguía mirando al suelo, abrí la puerta y la hice pasar, seguía sin mirarme a la cara, me dijo:

  • Que tengo que hacer?

Podía hacerle lo que quisiera a aquella mujer pero follar con alguien que no quiere no era lo que me apetecía así que le dije:

  • Está claro que vamos a follar, tú has montado este rollo y es la única salida, pero podemos hacerlo en plan "dejármela meter" o pasarlo bien.
  • Es que nunca he estado con otro hombre.

La verdad es que estaba bastante excitado pero el hecho de reestrenarla me puso todavía más caliente pero no sabía mucho como actuar, si ella nunca había estado con alguien que no fuera Juan, yo hacía casi 20 que tampoco estaba con otra, le dije que lo mejor era calmarnos, la deje sentada en la cama y me fui a la cocina, cogí una botella de cava y un par de copas, en el comedor vi a Juan y mi mujer que me miraban como pasaba con todo esto en la mano, entré de nuevo, abrí la botella y serví dos copas, sin decir nada conseguí que se calmara, o quizás estaba empezando a desearme?, no sé.

Cuando pensé que ya era hora de actuar, le puse la mano en la espalda, se sobresaltó pero se dejó hacer, la fui subiendo hasta el cuello, ella seguía con la mirada al suelo, acerqué los labios a la mejilla y le di un cariñoso beso, al contactar estaba temblando, dejé su cuello, me levanté y me puse delante suyo, su mirada baja se quedó sobre mi polla lo que la puso más nervosa todavía y al fin levantó la vista, no tenía cara de enfado, simplemente de vergüenza, la misma que pondría cualquier mujer ante algo así inesperado, me arrodillé entre las piernas y acaricié las mejillas, seguía temblando, inclinó la cabeza presionando una con el hombro como para acentuar el contacto, cuando pude sacarlas puse los dedos sobre el primer botón de la blusa, pasivamente se dejó hacer, fui desabrochándolos, empecé a ver el sujetador blanco, cuando acabé con los botones la abrí, ella me ayudó con los movimientos a sacarla, me quedé mirando aquellas tetas que siempre había sospechado que eran muy bonitas tapadas por el sujetador.

Continué con los pantalones pero al estar sentada era difícil, con la mano en el hombro le hice inclinar sobre la cama, no se resistía, le desabroché el botón y bajé la cremallera, pude ver el inicio de su braguita blanca, cogí los pantalones por la cintura y tiré de ellos, Ana hizo los movimientos necesarios para que se los pudiera sacar, lo hice junto a los zapatos.

Realmente era una mujer muy bella, la ropa interior no era sexy pero creo que esto aumentó mi excitación. Le extendí la mano para que se levantara, lo entendió y se puso a mi lado para sacarme la camisa y los pantalones, cuando los bajó se dio cuenta que en mis calzoncillos algo estaba muy crecido, por primera vez me miró a los ojos con una sonrisa, me alegré que cambiara su actitud.

Me tendí en la cama e hice que se pusiera a mi lado, la abracé acercando mis labios a los suyos y sin conseguir que los abriera le di un beso, puse la mano en el cierre del sujetador y lo desabroché, quedó libre pero seguía tapando las tetas que tanto deseaba ver, puse las manos en las tiras y pasándolas por los brazos lo saqué, al fin pude ver sus pequeños pezones que culminaban dos pechos blancos, firmes y preciosos, estaba más nerviosa que nunca, no sabía qué hacer, si taparse o dejar que la mirara pero no hizo nada, la volví a acariciar las mejillas para que se calmara y después fui bajando las manos por el cuello hasta llegar a aquellas tetas tan bonitas que capté con la palma de la mano, Ana temblaba pero ningún gesto me indicaba que no le gustara, cuando las tuve perfectamente calibradas fui bajando las manos por su plano vientre hasta llegar a la goma de las braguitas, le miré a los ojos, sabía que se las quitaría, apartó la mirada avergonzada, le cogí las gomas y se las bajé, aparecieron los pelos del pubis, morenos y espesos, acabé de bajarlas, se movía para facilitarme la labor, cuando llegaron a los tobillos las saqué y las dejé al lado de la cama, me quedé mirando la desnudez total de la amiga de mi mujer mientras esperaba que reaccionara y lo hizo, cogió los calzoncillos y los bajó, mi polla salió disparada rozando su mano, me pareció que al verla susurró algo que me resultó inaudible.

Ya los dos desnudos la volví a acariciar, empezaba a sentirse cómoda, cuando acariciaba los pechos noté como los pezones empezaban a ponerse duros, me alegré, seguí bajando para captar la suavidad de los pelos del pubis, cuando quise poner las manos entre las piernas no me costó que las abriera, al llegar a la rajita estaba ya un poco húmeda, la acaricié con suavidad y poco a poco me centré en el clítoris, las piernas las fue separando, ya estaba muy tranquila recibiendo mi masaje que le gustaba, se lubricaba mucho y su cara empezaba a ser de placer, me apliqué al máximo en el botón del placer, los gemidos empezaron a oírse, se movía con espasmos y al fin noté que estaba a punto de correrse, me agarró con fuerza y con dos fuertes espasmos se corrió mojándome la mano.

Cuando se tranquilizó me di cuenta de que estaba ya totalmente entregada y deseosa de continuar, se incorporó y acercó los labios a los míos, era ella quien empezó besándome y acabamos marreándonos abrazados.

Después me acarició todo el cuerpo con suavidad acercándose a mi polla lentamente para que me excitara, al fin llegó allí, la agarró para darle caricias hasta que acercó la boca abierta para ponérsela dentro, me hizo una excelente mamada, no dejaba de acariciarla, hizo algún movimiento que entendí que quería disfrutar de mi lengua mientras me la chupaba, puse la cabeza entre sus piernas, antes de acercar la lengua al clítoris me quedé mirando su coño rojizo, separé los labios y apunté la lengua, gemía sin sacar la polla de la boca, estaba muy a punto de correrme, le avisé para que pudiera sacársela si no quería llenar su boca pero con la mano me indicó que no, aquello fue suficiente para socavar mi resistencia y me corrí, claro que a ella también le gustó por que se corrió con migo.

Al separarnos pude ver que tenía la leche dentro de la boca y se la estaba tragando con una sonrisa, nos abrazamos como queriendo segur estando cerca mientras nos recuperábamos, y no necesité mucho para hacerlo, me incorporé, ambos sabíamos que me la iba a follar, se puso con las piernas abiertas para recibirme, tenía una sonrisa en los labios, estaba deseosa, apunté la polla al agujerito, muy despacio fui entrando centímetro a centímetro en aquel dulce agujero que la abrazaba con deseo, mientras empujaba mi amante ocasional gemía suavemente cerrando los ojos para captar el placer del roce, cuando los huevos tocaron el coño inicié el movimiento, Ana tardó poco en conseguir que sus gemidos fueran audibles por cualquiera, me cogía como para evitar que dejara de follarla de aquella manera, mi boca se posó en un pezón, noté que le gustaba mucho, iba alternándolos mientras seguía bombeando en su cueva, no paraba de gritar y gemir, como si su orgasmo fuera constante, de vez en cuando notaba una presión en la polla originado por sus espasmos en el coño, un gemido más fuerte y su retirada de la cabeza hacia atrás junto con una fuerte compresión del coño hicieron notarme su larga corrida.

Quiso cambiar de posición, me salí y se puso encima, ver como bajaba introduciéndose la polla era una visión perfecta, empezó a cabalgarme, ambos teníamos las manos libres para recorrer el cuerpo del otro, tardó poco en tener otro orgasmo y a mí me faltaba poco, le pregunté si podía correrme dentro, balbuceó que si, momento en el que disparé chorros en aquel precioso coño mientras repitió orgasmo, este quizás el más fuerte.

Nos quedamos tumbados abrazados besándonos tiernamente, por primera vez me dijo algo:

  • Si no fuera una mujer fiel te tendría como amante.

Me alegré del comentario, nos quedamos callados largo rato, como si no quisiéramos que se acabara aquel momento mágico, al final decidimos ducharnos y vestirnos, pero antes le pedí que me dejara ver su cuerpo de nuevo para tenerlo guardado en mi memoria, tras varios segundos se vistió, le ayudé a abrocharse el sujetador, cuando estuvimos vestidos nos abrazamos y nos dimos un último beso.

Cogidos de la mano salimos al comedor, Marta y Juan estaban sentados en el sofá esperándonos, pude ver el pelo revuelto de mi mujer y la camisa mal abrochada de Juan pero ya nada importaba, todo había acabado bien.