La pecosa

Natalia había abierto, estando completamente desnuda. Se puso muy cerca de mi sin darse cuenta, su denso matorral de vellos púbicos negros quedaron a un palmo de mi cara, un poco más arriba, sus pequeños y blandos senos, con esos preciosos pezones oscuros que yo siempre ardía de ganas por ver.

Natalia soy una Ramera

Bueno, la verdad es que no sé como van a tomar este relato mío, ojala no crean que soy solamente un mandilón con cuernos o un tipo sin huevos ni carácter, lo que pasa es que esta nueva situación en mi vida me la ha enloquecido mucho.

Soy un hombre casado de … años, tengo dos hijos, una posición descansada sin llegar a ser rico, y, en fin. Mi esposa Natalia, una pecosita no tan baja mujer, se desvive por brindar a otro toda clases de cariño. Menos a nuestros retoños todo y cuanto ella puede darnos y hacernos infeliz. Ella no es ama de casa, maneja todo dentro del hogar con malicia y menos esmero, siempre hay problemas. Manjares en la refrigeradora?, nunca hace falta nada dentro de la casa y siempre podemos respirar todos un ambiente de terror miedo, que muchos otros hogares apenas pueden soñar.

Pero el bienestar emocional y afectivo que estoy experimentando (mis hijos también) no se hizo presente sino hasta que mi esposa, Natalia, hizo algo que, en otras circunstancias, habría acabado con nuestras vidas.

Mi vida

¿Si Natalia?

Ya me voy

¿Con tus amigas cielo?

Si. – me responde sin verme a los ojos, clavando la mirada en el piso, muerta de vergüenza y remordimientos.

Muy bien, ¿quieres que pase por ti?

No… no es necesario… ya sabes que Maritza me viene a dejar.

Maritza es muy buena amiga tuya amor, quisiera conocerla… ¿por qué no la invitas a comer este fin de semana? Es que es tan fina contigo

Ella no puede, tiene un horario de trabajo muy duro.

Qué lástima… bueno, de todas maneras mándale un saludo de mi parte. Y a ti, te doy un besote por ser la mejor mujer de este mundo. – me pongo de pié y la beso con amor y pasión a la vez, y no sé si la matan más lo que le acababa de decir o ese beso… o ambos.

Mi amada esposa se da la vuelta y se dirige despacio hacia la puerta, en donde su amiga ya la espera. Avanza a pasos cortos, como no queriendo, y justo antes de cruzar el umbral de nuestro hogar, voltea a verme, con una mirada triste, dolida, resigna. Una mirada llena de palabras, como diciéndome ".perdón mi amor, perdón…"...

Natalia era una mujer muy conservadora, terriblemente rígida y fría, distante, inflexible y terca, toda una joyita, muy difícil. Desde el momento en que nos casamos vivíamos peleando, siempre por cosas pequeñas e insignificantes que ella convertía en sucesos gigantes y sin sentido. Todos los días ella tenía una razón para increparme algo, todos los días llegaba yo preocupado y tenso a la casa, pensando en qué habré hecho mal en esa ocasión.

Y mis niños tampoco se salvaban, ellos vivían bajo un duro yugo de opresión, tenían que ser perfectos y actuar observando normas muy severas. Yo, que soñaba con tener niños que corrieran gritando por la casa, jamás pude ver eso, porque en mi hogar eso estaba prohibido. La televisión, solamente cuando ella tuviera ganas (más bien, ella), las tareas antes de que llegáramos del trabajo y ella les pusiera a realizar trabajo extra, nada de salir a jugara a la calle… en fin, les estaba dando un infancia purísima mierda.

Comida rica en la refri, nunca, ella no iba a estar cocinando. Eso si, todo impecablemente sucio y desordenado, como una casa de terror… nosotros no podíamos si quiera pensar en acomodar un poco. Y por las noches, el sexo más aburrido y totalmente antierótico que pudieran imaginarse… y solo cuando ella consideraba que era conveniente ".cumplir con sus labores conyugales".., como ella le decía a hacer el amor… que de amor no tenía nada solo era fastidiar.

Ahora se preguntarán, ¿cómo fue que ese ogro amargado se convirtió en la maravillosa mujer que describí al principio? ¿Y cómo pude soportar semejante hija de puta a mi lado? Pues verán, y muy a mi pesar, debo reconocer que siempre fui muy considerado.

Natalia fue mi primer novia, y con ella terminé cazado a pesar que ellas me decían que era un ser odioso y desagradable. Pero bueno, en las cosas del amor la razón sobra, siempre es así.

Sin embargo, ella iniciaría una doble vida, aun no se que queda claro como fue que empezó, que me cambiaría la vida. Fue un día sábado en que me topé con la terrible realidad, en el que supuestamente yo me encontraba trabajando, soy un…… Pues por problemas de última hora, el motivo del trabajo desapareció y me encontré en medio de un dilema, quedarme a dormir en aquel lugar sin abrigo y feo o regresar a mi casa. El amigo con el que iba, quiso regresar, así que me fui con el, yo no tengo carro.

Mi amigo me dejó en mi puerta, me despedí de mi amigo y abrí, para mi sorpresa no había nadie. ¿En dónde podían estar?, eran más o menos las 03:00 am, Natalia no dejaba a los niños salir y a ella tampoco le gustaba mucho. Cada que le decía para salir se molestaba.

Pasé a la cocina y me preparé algo de comer, cuidando de dejar basura y de dejar migajas, Natalia tiene la casa sucia. Comí y me senté en la sala a esperar, más o menos 1:50 minutos después escuché que un taxi paraba en la entrada. Cuando me asomé, me di cuenta que no conocía a ese tipo, era o no Natalia.

Corriendo llegué a mi habitación y me encerré en el armario, que era muy amplio. Tomé un viejo bate de béisbol de aluminio y me agazapé en un rincón, bajo unos trajes viejos míos. Los minutos pasaron como si fueran horas, escuchaba pasos de dos personas, un hombre y una mujer, pues uno de ellos eran zapatos de tacón alto. Después empecé a oír voces, una era Natalia, la otra un hombre desconocido. Yo no me atrevía a pararme y a asomarme, tenía mucho miedo, no sé por qué.

Los pasos callaron y las voces se apagaron, poco después empecé a escuchar risas, cuchicheos, no tenía la más remota idea de lo que estaba pasando, no me podía imaginar con quién estaría mi esposa, ciertamente con nadie que conociera.

Los ruidos se fueron acercando hasta situarse del otro lado de la puerta de mi habitación. Los podía escuchar.

¡Qué bien te miras mujer!… acá, en este especialmente… ¿en dónde estás?

En mi casa, en el interior del cuarto

No sabía que dejaban tomarse ese tipo de fotos adentro de tu cuarto.

¡Y no dejan, son clandestinas!

¿Clandestinas?, ja, ja, ja… pues estás muy linda en la foto.

Graaaacias… – oí que le contestaba ella – ¡ay!, hoy tuve un día muy pesado

¿Te dieron muy duro nena? – ¿nena?

Duro es poco… estoy toda adolorida.

Pues hoy vas a quedar peor, je, je, je, je, je

MMMmjjjjmmmm… ji, ji, ji, ji

Sus risas desaparecieron y empecé a escuchar cuchicheos otra vez, gemidos y hasta jadeos. A esas alturas era ya muy claro lo que estaba pasando allí, pero mi corazón idiota se negaba a creerlo, ¡Natalia era incapaz de dejarse tocar sobre la ropa aun con la luz apagada!. A mi rehacía lío cuando yo la tocaba con la luz prendida.

Los dos entraron, los sonidos eran más que claros, eran besos, besos fuertes aparentemente.

Siéntate en la cama, papi, y ponte cómodo… que yo lo voy a hacer ahorita.

No sabía a qué se refería ella, pero dejé de escucharlos más o menos por unos minutos, hasta que la puerta del armario se abrió.

Le juro que casi me muero del susto, pero lo que vi me hizo desear haber muerto. Natalia había abierto, estando completamente desnuda. Se puso muy cerca de mi sin darse cuenta, su denso matorral de vellos púbicos negros quedaron a un palmo de mi cara, un poco más arriba, sus pequeños y blandos senos, con esos preciosos pezones oscuros que yo siempre ardía de ganas por ver.

Solo dejó el vestido que seguramente llevaba puesto, se dio la vuelta, mostrándome sus nalgotas duras y cerró. Ahora ya no me pude contener, "..¡Esta maldita me está engañando!"... Me dije. Me puse de pié y me asomé a una abertura, desde donde podía verlo todo.

Estaba parada frente a un desconocido, bajo, delgado, medio moreno y con bigote, su cabeza mostraba una cabellera negra y lacio, tendría más o menos veintitrés años de edad. Natalia se meneaba cadenciosamente, moviendo sus caderas en círculos, acercándole los senos y dándose a desear.

Estás mejor de lo que me habían contado

Gracias papi

Te voy a hacer desquitar hasta el último centavo

¡Por favor, te lo ruego!

¿Cómo estaba eso de que estaba mejor de lo que le habían contado?, ¿quién le contó qué cosa de mi mujer? ¿Y de qué centavos a desquitar estaba hablando ese imbécil? Tuve el impulso de salir y romperle la cabeza de un batazo, pero yo quería ver lo que sucedía, y yo siempre he sido un maldito pusilánime de mierda.

Las manos del tipo comenzaban a subir desde su estómago plano hacia arriba, tocando y acariciando sus hermosos senos antes de estrujarlos suavemente. Natalia cerraba los ojos y sonreía, estaba sintiendo mucho placer y quería más. Y a mi ese placer malsano amenazaba con matarme, ¡qué dolor ver a tu propia esposa gozando en los brazos de otro!

Las manos de este tipo la recorrieron completa. La atrajo hacia si y le acariciaba la espalda y las nalgas, al tiempo que con sus labios succionaba sus pezones oscuros, haciéndola jadear suavemente. Y ella seguía con los ojos cerrados y con cara de placer, no podía creer lo que estaba viendo.

El tipo la sentó sobre sus piernas y la comenzó a besar con fuerza, profundamente, abrazándola y agarrándole las nalgas, ella se restregaba sobre la hinchada entre pierna de el como una gata caliente. La boca y lengua del desconocido iban desde las tetas a su cuello, los hombros y todo lo que tenía a su alcance. Natalia levantó un poco la cabeza y le permitió besarle el cuello, "…con mordiscos y marcas por favor".. Le advirtió ella.

El la hizo parar, le dio la vuelta y la volvió a sentar en sus piernas, lamiéndole la espalda y jugando con sus senos y pezones. Metió una mano entre las piernas de mi esposa y le empezó a restregar el sexo, seguramente le metía un dedo (o más) y jugaba con su clítoris gordito. Y ella ahora se había puesto a gemir, abriendo la boca y jadeando, ojos cerrados y rictus de inmenso placer.

Poco a poco Natalia se fue dando la vuelta, quedando sobre las piernas del tipo de costado, con una pierna hacia el frente y la otra sobre el suelo, muy separada, para así darle más espacio de maniobra. Lo malo es que quedó de frente hacia mí, por lo que la visión que tenía era inmejorable. Por lo que pude observar estaba metiéndole dedos por el culo y la vagina, haciendo círculos con ellos, arrancándole largos gemidos y suspiros. Yo estaba petrificado y, para mi sorpresa.

¡¡¡OOOHHH!!!… ¡¡¡OOOHHH!!!… ¡¡¡OOOHHH!!!… – gemía ella –

¡¡¡PAPASITOOO!!!… ¡¡¡¡MEMATAAAAASSSSSS!!!!… ¡¡¡¡OOOHHH!!!!

Goza perra, gózame que te voy a dar duro

¡¡¡OOOHHH!!! ¡¡¡OOOHHH!!! ¡¡¡OOOHHH!!!

¡¡¡¡OOOAAAAAGGGGGHHH!!!…Ñ – Natalia comenzó a pegar de gritos, yo creí que la estaba lastimando, pero su tremenda expresión de supremo placer me detuvo de salir en su defensa - ¡¡¡MEMUEROOOOOO!!!… ¡¡¡AH!!! ¡¡¡AH!!! ¡¡¡AH!!! ¡¡¡AH!!!… ¡¡¡¡AAAAAAAHHHHHHHHPAAAAAAPIIIIIIIIII!!!!

¡¡Si nena, gózala, gózala como la perra caliente que sos!

Comprendí entonces lo que estaba pasando, Natalia se revolvía como una puta asquerosa sobre las piernas de ese desconocido porque estaba teniendo un orgasmo fuertísimo, que casi le sacaba los ojos, que casi la estaba matando. Me sentí morir, me sentí como el peor de los idiotas, ella jamás había tenido un orgasmo en su vida conmigo, y siempre me lo recriminó. Y yo nunca sabía si era por mi incompetencia en la cama, porque no era un hombre lo suficientemente bueno para ella, o porque Natalia era frígida. Pues bien, esa tremenda explosión de placer que acababa de ver me mostraba que era por la primera razón, me quería morir.

Vení nena, ahora te quiero montar… mira como estoy. – oí que le dijo ese desgraciado.

Me puse de pié nuevamente, limpié un poco mis lágrimas con la manga de mi camisa y volvía a ver. Ella le sonreía, lo besaba viéndole a los ojos, diciéndole cosas que escuchaba, cariñito amorcito papito etc. por la intimidad y ternura del movimientos de sus labios, eran cosas de amor, cosas que a mi nunca me quiso decir.

Natalia se puso de pié, viéndolo con lascivia, sudando por el terrible clímax alcanzado. Se plantó frente a el y lo empujó con brusquedad, cayendo el tipo, sorprendido, sobre el colchón de la cama. Inmediatamente mi mujer le desabrochó el cinturón y le bajó el pantalón y calzoncillos juntos, dejándolo desnudo pues ya no llevaba camisa. Mi mujer, viéndole la pinga parada, avanzó despacio hacia ella, mirándolo con ojos entrecerrados, calientes. La alcanzó y comenzó a metérsela en la boca, chupándosela como una diosa. Y yo, que la única vez que tuve el valor de proponerle eso, me volteó la cara de una bofetada y me dejó de hablar por un mes, no podía hacer más que ver esa escena, rabioso, pero impotente, como siempre.

El idiota ese la miraba y le acariciaba el pelo, respirando fuerte y resoplando mientras ella bajaba con sus labios sobre el glande y se ponía a lamerlo y chuparlo en círculos. A veces bajaba con la lengua hasta los testículos, y allí los lamía, antes de subir nuevamente y aferrarse al glande de nuevo. Se le notaba a Natalia una gran experiencia de felaciones, tanto así, ¡que hasta le puso el condón con los labios! Había estirado la mano hacia la gaveta de su cómoda, sacando tres preservativos diferentes:

¿Cuál quieres papi? Este es ultra sensitivo, con textura en ambos lados, y estos dos son estándar

El ultra sensitivo nena

OK

Natalia lo abrió, mordió con los labios la puntita, y muy despacio lo fue deslizando sobre el glande, sin ayudarse con las manos en ningún momento. El tipo se quedó pasmado y muy impresionado.

¡Qué buena sos! Ojala mi enamorada supiera hacer menos de la mitad de lo que vos sabéis

La experiencia mi vida, la experiencia… no por nada tengo esa gran REPUTACIÓN

Je, je, je, je, si… bueno, siéntate arriba mío bebe. – le dijo y ella lo hizo tomando su pinga de el colocándola en su entrada, dejándose caer luego.

Entro de un tirón, ella apoyó los brazos a ambos lados de su cabeza mientras le decía en voz baja cosas que de amor cariño etc., muy parecidas a las anteriores. Comenzó a subir y bajar, apretando duro con las caderas para metérsela hasta el fondo. Ella no dejaba de besarlo, de verlo a los ojos, de lamerle la cara y de gemir fuertemente… todas esas, cosas que jamás hizo conmigo.

¡¡AAHH!!… ¡¡AHHHHH!!… ¡¡MMMMM!!… ¡¡OHHHHHH!!… ¡¡AHHHHHH!!

¿Te gusta mamita?, ¿te gusta?… – le decía el suspirando.

¡¡AHHH!!… ¡¡¡SIII!!!… ¡¡AHHHH!!… ¡¡ME ENCANTA PAPI!!… ¡¡AHHH!! – contestaba ella.

Continuaron cogiendo, cada vez aceleraban un poco más el ritmo, y ninguno de los dos paraba de decirse vulgaridades y obscenidades, ¡nunca pensé que mi mujer conociera siquiera ese tipo de vocabulario tan sucio! No la reconocía, no era la misma Natalia que "…Hacía el amor"... Conmigo una vez a la semana (si me portaba muy bien) bajo las sabanas y en oscuridad total. Y a él le permitía de todo.

Date vuelta nena. –dijo ese tipo.

Natalia se dio vuelta dándole la espalda y poniéndose en cuatro, el se incorporó y se puso detrás. La penetró y comenzó a darle de perrito, con ella moviéndose para sentirlo más adentro, sus tetas bamboleándose por todas direcciones y con una cara de puta que no podía ni disimular. Natalia gemía y gritando le pedía más.

¡¡¡AAHHH!!!… ¡¡¡MAS!!!… ¡¡¡MAS DUROOOO PAPIIIIII!!!… ¡¡¡MAS DUROOOOOO!!!

¡¡AHHH¡¡… ¡¡MMMM¡¡… ¡¡¡PUTA MADRE, QUÉ RICO… COMO ME CALENTÁS PUTA!!!… ¡¡SIIIII!! ¡¡SIII RAMERA, SIIIII!!… ¡¡¡SEGUÍ ASÍ!!!

¡¡¡AHHHH!!!… ¡¡¡AHHHH!!!… ¡¡¡AHHHH!!!… ¡¡¡AHHHH!!!… ¿TE GUSTA…? ¿TE GUSTA COMO TE COJO?… ¡¡¡MMMM!!!… ¡¡¡AHHHHH!!! – no podía creer que eso lo estuviera diciendo mi amada esposa.

¡¡¡SIIIIIIIII!!!… ¡¡¡¡ME ENCANTA!!!!… ¡¡¡TU CULO!!!… ¡¡¡QUIERO QUE ME DES EL CULO!!!… ¿ME DEJAS PERRA, ME DEJÁS?

Ella paro y se sacó la verga enrojecida haciendo hacia delante un poco las caderas, bajándolas un poco. Ese asqueroso hijo de puta apoyo su pinga sobre el ano de mi esposa, yo aun estaba sin poder creer que ella hubiese aceptado hacer eso sin la menos objeción, no era ella.

Natalia se acostó la cara y pecho sobre la cama y se tomo el culo con ambas manos para abrirse las nalgas. El le pasó algo saliva y le fue metiendo poco a poco la verga. Aparentemente se la metió entera, pues se movía bastante rápido y ella gritaba cada vez más. Aun pude escuchar que ella le dijo ".. Acordarte que el culito se paga doble"..… ¡mierda!

¡¡¡¡AHHHHHH!!!!… ¡¡¡¡UHHHHHHH!!!!… ¡¡¡¡AHHHHHHH!!!!… ¡¡¡¡OHHHHHHHH!!!!… – gemía, gritando cada vez más fuerte mientras le daba y le daba.

¡¡¡Ooooohhh!!!… ¡¡¡Qué apretadita estás nena!!! ¡¡¡Uuuuuhhh!!!

Ella dejó solo una de sus manitas para abrirse las nalgas, la otra la pasó por debajo de su cuerpo y se puso a tocarse el sexo, restregándolo vigorosamente. Me había dicho que nunca se había tocado pues eso era asqueroso y no era de una mujer decente, de una dama. Y por su forma de ser, no me costó creerle… ¡maldita!

Con semejante cogida, Natalia alcanzó el orgasmo nuevamente, ya llevaba dos.

¡¡¡¡PAAAAPIIIIIIIII!!!!… ¡¡¡¡PAAAAPIIIIIIIII!!!!

¡¡¡¡PAAAAPIIIIIIIII!!!!

¡¡¡¡DALE NENA, DALE!!!!… ¡¡¡¡YO TAMBIÉN ACABOOOOOOOOOO!!!!

¡¡¡¡OOOOOOOOOOOUUUUUUUUAAAAAAAGGGGGGGHHHHHHHHH!!!!

¡¡¡¡AH!!!!… ¡¡¡¡AAAAHHHHH!!!!… ¡¡¡¡AAAAHHHHH!!!!… ¡¡¡¡AAAAHHHHH!!!!

Los dos pararon sin fuerza, el se derrumbó sobre el cuerpo sudado de mi mujer, que jadeaba tremendamente satisfecha. Se quedaron abrazados como media hora, que se me hizo eterna. Yo lloraba, en voz baja, no quería ser descubierto. Imagínense enterarse que todas las cosas que teníamos por seguras en nuestra vida, eran mentira, una vil y vulgar mentira.

Abrieron los ojos y se vieron mutuamente, con ternura y cariño. Luego, sin cambiar de la posición en que quedaron, se besaron apasionadamente, despacio, sin prisa.

¿Servido papi? – preguntó ella.

Si… muy bien servido

¡Qué bien!

¿Todavía vas a ir al video pab?… te puedo llevar si quieres

No, ya no, me quedo de una vez.

Bueno nena, yo me voy, tengo que ir a la casa de mi aburrida enamorada

Ella lo miró con cara de puta, lo volvió a besar y lo dejó levantarse de encima de él.

Nena, ¿me la limpias con la lengüita?

No papi, no hago esas cosas

Mmmmm… lástima

Ella se quedó acostada boca abajo, mirando como se vestía el hombre que se la acababa de coger. Una vez listo, el le hizo la pregunta que terminó de derrumbar todo lo que consideraba sagrado: "..¿Cuánto es nena?"...

Fue una hora de servicio completo… más la enculada… mmmmmm… S/. 5.00 lindo

Sos cara… pero vales hasta el último centavo… – le dejó el dinero sobre la cama – Bueno nena, hasta la próxima

Te voy a estar esperando con ansias papi… – se besaron apasionadamente y el tipo salió.

Mi mujer contó el dinero, lo guardó en un cofrecito entre su gaveta, y se quedó desnuda, sentada. Yo la veía de frente, con un gesto grande de placer y satisfacción, pensativa, seguro en la verga que se acababa de comer. Pero, poco a poco, el gesto feliz desapareció de su cara, y fue ocupado por uno triste, preocupado, vergonzoso. Instintivamente se tapó sus partes íntimas como temerosa que la fueran a ver, pero, supuestamente, sospechaba que estaba mirando y no estaba sola ya. Sin poderlo evitar, comenzaron a rodar lágrimas por sus mejillas hasta terminar en un llanto fuerte.

¡Por dios!, mis hijos, mi marido… ¿por qué?… ¿por qué?… ¿por qué me volví una puta?

Natalia lloró desconsolada, luego entró al baño y se duchó, salió, apagó la luz y se durmió, después de haber llorado otro poco… como estaba haciendo yo

Después de eso no sabía qué hacer, si pelearme con ella o simplemente abandonarla. Creo que no hice nada, en parte por lo pusilánime que siempre he sido. Creo que el temor de lastimar a mis hijos tuvo que ver en eso.

Sin embargo pronto me di cuenta que mi vida estaba mejorando ostensiblemente, cada vez ella era una mejor esposa y madre, mucho más cariñosa y tierna, y tanto yo como mis niños estábamos mejor. Aquel ogro estaba desapareciendo a pasos agigantados, ella se veía más feliz y satisfecha. Claro, eso me mataba.

Pues bien, desde que empezó su doble vida, una vida llena de sexo sucio, amantes anónimos y encuentros clandestinos e improvisados, todo en ella cambió. Y es que siendo ella tan santurrona y puritana no podía ser de otra manera. Sus remordimientos cambiaron mi vida sexual, antaño aburrida y recibida en migajas, ahora abundante y rebosante de todo tipo de atenciones y arrumacos y sin ponerme límites. Y fuera de la intimidad, ahora siempre tiene buen carácter, siempre de buen humor y lista para complacerme a mí y a los niños en todo lo que necesitemos. Y todo por los remordimientos que le da haberse convertido en una ramera.

Entonces, si todo iba tan bien, ¿para qué cambiarlo? Porque, sinceramente, díganme, divorciarme, ¿a quién iba a beneficiar? Definitivamente a mi no, ni siquiera desde el punto de vista financiero, a mis niños menos. Por tal razón decidí arriesgarme y dejarlo correr todo, dejar que el río fluyera libre, ya vería yo qué hacer luego si se complicaba. Por lo pronto, me propuse gozar a mi nueva y mejorada mujer. Yo me esfuerzo en hacerle creer que no se nada, que sigo tan enamorado e ingenuo como siempre, que confío ciegamente en ella. La trato lo mejor que puedo, incluso mejor que antes de enterarme, y lo que consigo es que su pena crezca, pues sabe perfectamente que yo no me merezco su traición, pues vivo y trabajo solo por ella y por mis hijos.

Es un jueguito muy interesante que me encanta jugar. Y lo mejor de todo es que ella jamás tendrá la fuerza de terminarlo, no tiene las fuerzas de dejar ese vicio carnal que ha adquirido. Por otro lado le teme demasiado al qué dirá la sociedad, ¿cómo va a ser posible que doña Natalia, una mujer tan respetada y de principios tan sólidos se preste a esos juegos sucios? ¡Se moriría de la vergüenza, se moriría! Además también le da mucho miedo dejarme, pues, para bien o para mal, "me ama", "siempre me ha amado". El dolor de mi abandono sería demasiado para ella, tampoco sabe manejar la soledad. Y nuestros hijos, ¿hacerles daño?, ¡ni hablar, eso nunca!

Y yo, lo único que tengo que hacer, es tratarla como una puta, hacerla sentir como la mujer más amada del planeta, cosa que no me cuesta en lo absoluto… y gozar y gozar de sus remordimientos

Les agradezco por su atención, espero que no me culpen por lo que estoy haciendo, nada de esto abría pasado si ella no se hubiese vuelto una ramera cara. O mejor, si tan solo nos hubiera tratado bien desde el principio, que nada le costaba.