La pasión oculta de Erica

Desde muy joven he sentido y desarrollado una irresistible atracción hacia la sumisión. Y este es el relato de mi único contacto con ella, en mis propias carnes...

Soy una sumisa…. Una perra

Dicho así en voz alta suena tan increíble

Pueden llamarme Erica. Soy una joven de 26 años, de cuerpo, rostro, y aspecto agradable y armonizado, como tantas mujeres de mi edad..

Y me considero una persona normal y sana en todos los aspectos.

Amiga de sus amigos, buena estudiante (estoy en el ultimo año de historia del arte), de trato agradable, culta y educada.

Todavía vivo con mis padres, con quienes mantengo una relación excelente.

Pero como he dicho al principio, soy una sumisa compulsiva.

Solo de imaginarme y fantasear viéndome desnuda, a cuatro patas, en un jardín cualquiera y desconocido, a merced de un viril y dominante macho, un calor incontrolable me nace en lo mas profundo de mi sexo y me corro al instante.

Me encuentre donde me encuentre.

Por si se lo preguntan, no tengo la menor idea de por que siento como siento, ni yo misma lo se, pero es un sentimiento que experimento desde mi mas temprana pubertad.

E imagino que siempre lo he sentido.

No hay causa aparente, jamás tuve trauma alguno, y mi infancia fue de lo más feliz y tranquila.

Simplemente tengo esos instintos muy arraigados.

Naturalmente y dados mis intereses, he devorado cuantos libros, revistas y artículos caen en mis manos.

Siendo Justine, e Historia de O, mis libros de cabecera, mis biblias.

Cuantas veces me habré corrido leyendo cada pagina de ellos.

Luego descubrí Internet, y el cielo se abrió ante mi.

Allí descubrí que no estaba tan sola como pensaba y que hay miles de personas con las mismas fantasías e intereses comunes.

Cuantas experiencias y confesiones habré leído desde entonces en las miles y miles de paginas relacionadas con el tema.

Me fascinan en especial aquellas páginas personales donde el dominante de la relación expone a su sumisa completamente desnuda, encadenada, y al descubierto, en obscenas fotografías, exponiendo al mundo el dominio absoluto sobre su propiedad, y ver a la esclava en cuestión, orgullosa de exhibirse por expreso deseo de su dueño.

Hace unos meses descubrí esta pagina de relatos por casualidad, y ahora soy una voraz y fiel lectora, en especial de los apartados de dominación y sadomasoquismo, mis dos pasiones.

Y hoy me decido a compartir con los lectores mi primera y única experiencia real por el momento.

Ya confesé y hablé de mis tendencias y mis deseos mas ocultos, pero nunca me había decidido a hacerlos realidad. No me atrevía.

Deseaba realizarme, pero tenia miedo, mucho miedo.

En mi ciudad, cuyo nombre omitiré por discreción hay un bar de copas no muy diferente a cualquier otro, sino fuera por su llamativo nombre y pintoresco nombre, que también me permito omitir por cautela, aunque se pueden imaginar que esta relacionado con la D/s y el S/M

Yo había pasado por delante muchas veces sin atreverme a entrar y sabia que es frecuentado por esas tribus urbanas que se dan por llamar "gente gótica",o siniestra, ya saben, vampiros, aves nocturnas, punks reciclados y demás fauna extraña, aunque también acude gente de todo tipo, dándole al local una extraña mezcolanza. Y donde como imaginaran la música suena a todo volumen, Marilyn Manson y grupos de sonido y tendencias parecidas.

Y un miércoles, recién salida de un examen decidí armarme de valor e ir a tomar una copa e investigar por mi cuenta.

Iba sola, y no puedo describir la excitación que sentía al dar el primer paso real hacia la realización de mi fantasía mas anhelada.

En realidad no pensaba conseguir nada concreto, pero solo el hecho de estar rodeada de gente "rara" y pensar y fantasear que cualquiera de aquellos seres podría ser un severo Amo en potencia ya me ponía a cien, y bajo mis ajustados ropajes enteramente de negro, que me había puesto para no desentonar demasiado, mi coño no paraba de humedecerse y contraerse de excitación.

Pedí un gin tonic en la barra y me dediqué a deambular por el local, prestando atención a toda la extraña fauna y dejándome impregnar, llena de gozo, por el ambiente.

De pronto en uno de los innumerables recovecos que cuenta el local, que en su casi totalidad esta en penumbras, descubrí algo que me impactó como un dardo clavado directamente en el corazón.

Simplemente era un panel de anuncios, donde numerosos cuadraditos de papel anunciaban todo tipo de perversiones y fantasías:

"Busco amo desesperadamente" decía uno, "Perra insatisfecha busca disciplina" decía otro, y otros muchos con enunciados y leyendas parecidas.

No se cuanto tiempo debí estar delante de aquel panel, embobada, leyendo aquellos anuncios y fantaseando sin parar.

Quizás fueran solo unos minutos, o una hora.

El caso es que debí llamar la atención lo bastante, porque de pronto oí una masculina voz a mis espaldas.

  • No creo que lo que buscas lo encuentres en uno de esos anuncios.

La mayoría los han escrito "de coña" o los mismos dueños del local para imprimirle morbo al decorado

No lo había oído acercarse, en parte por el alto volumen de la música y en parte por mi propio ensimismamiento.

Me sobresalté involuntariamente como una niña cogida en falta, cosa que debió hacerle mucha gracia a mi desconocido interlocutor. Aunque caballerosamente no lo demostró.

  • N-no, yo… traté de negar lo evidente, pues me daba mucha vergüenza. Siempre he sido muy tímida. Y mucho más con lo referente a mis tendencias sexuales.

  • No te disculpes, ni te avergüences. Cada cual es como es y siente como siente.

Además, llevas mas de media hora leyendo todos los mensajes y por tu lenguaje corporal es evidente que muy interesada.

Yo no sabia que decir o como responderle, aquel desconocido de apariencia apuesta y gran aplomo parecía que leyera en mi interior como en un libro abierto de par en par, pero además había algo en el que tranquilizaba, como hipnotizándome.

Quizás fueran sus ropas, oscuras, pero elegantes y sobrias, o su apariencia franca y honesta.

De mediana estatura, pelo corto, negro y bien peinado, unos ojos francos y un rostro agradable.

Hice lo único que podía hacer dada la situación, sonreir medio avergonzada, en silencio, como dando por buenas sus palabras, y reconociendo que me había pillado "in fraganti".

Con suavidad me cogió del brazo, casi sin tocarme y me guió hacia uno de los extremos más alejados del local, donde la música se escuchaba menos fuerte al tiempo que me decía.

  • Vamos, te invito a otra copa

Yo me deje llevar mansamente, estaba como cautivada por el magnetismo y la seguridad que irradiaba, y en cierta manera, era como vivir un sueño hecho realidad.

Una vez nos acomodamos en un tranquilo reservado, empezamos a hablar, bueno en realidad hablé yo, mucho y de forma imparable.

Espoleada por las certeras, intuitivas, y sutiles preguntas que aquel hombre me iba haciendo en los momentos más precisos, me abrí del todo con aquel desconocido.

Le hablé de mis gustos y tendencias, de mis fantasías, de mi temor a llevarlas a cabo

No se cuanto tiempo estuvimos hablando, pues yo me encontraba tan a gusto con él que era como si lo conociera de toda la vida.

Aunque seguramente habían pasado un par de horas fácilmente.

Ya estábamos a punto de despedirnos cuando Jon (así me dijo que se llamaba), me hizo una propuesta sorprendente e inesperada.

Me dijo que se ofrecía a hacer realidad al menos parte de mis fantasías.

Si yo estaba interesada en pasar un fin de semana con él, donde asumiría los roles con los que tanto fantaseaba, debía estar el viernes a las 8 de la tarde en punto, en la puerta del local.

El pasaría con un coche y me invitaría a subir, si yo no estaba daría por supuesto que no me interesaba o me había asustado y nunca mas volvería a saber de él ni de su invitación.

Me daba justo dos días para meditarlo y pensar.

Y dándome un casto y amistoso beso en la mejilla desapareció rápidamente entre la multitud.

Yo tenía muchísimas preguntas que hacerle, pero cuando quise reaccionar ya no pude encontrarle.

Ni que decir tiene que me marché a casa mas excitada que nunca y esa noche me masturbé de la forma mas furiosa y descontrolada que había experimentado en mucho tiempo, perdí la cuenta de las veces que me corrí, y me dormí exhausta, sudorosa, y empapada en mis propios jugos.

Pero el viernes a las 8 en punto, allí estaba yo, con un pequeño bolso de viaje con mis artículos de aseo mas básicos, bien lavada y vestida, como para salir de excursión, y sintiéndome como una niña de 12 años ante su primer viaje de placer.

A mis padres simplemente les dije que me iba de acampada con unas amigas de la facultad, sin dar más explicaciones, y tampoco me las pidieron.

Los minutos pasaron lentamente y yo consultaba mi reloj nerviosa e impaciente, las 8 y cinco, y diez, y cuarto, y Jon seguía sin aparecer.

Ya empezaba a pensar que todo se había tratado de una broma pesada o una tomadura de pelo, cuando un coche oscuro se paró frente a mis pies y descubrí a Jon sentado tras el volante.

Mi corazón dio un vuelco y rápidamente me acomodé a su lado.

Mis pulsaciones se pusieron a tope, parecía que mi corazón se me iba a salir del pecho, pero no dije nada, apenas un tímido hola a modo de saludo, y me mantuve en silencio.

Jon tampoco habló, aunque se le veía completamente tranquilo y dueño de sus emociones, controlando toda las situación.

Al fin, cuando ya habíamos salido de la ciudad, tan solo me dijo.

  • Así que te decidiste al fin a hacer realidad tus fantasías. ¿estas completamente segura de que es lo que deseas? Porque si no es así aun podemos dar la vuelta.

Ante la firmeza con la que asentí, incapaz de pronunciar palabra y apenas sin mirarle a la cara, prosiguió.

  • Muy bien, entonces sigamos, pero ya has ido bastante cómoda, y ahora deberás empezar a comportarte como lo que tu deseas ser, una perra.

Detuvo el coche en un sendero al lado de la carretera, protegido por algunos frondosos matorrales, y me hizo bajar.

Me ordenó quitarme absolutamente toda la ropa, cosa que hice no sin mucha vergüenza, pero también completamente excitada, y con el coño chorreándome de placer.

Y una vez estuve tal y como Dios me trajo al mundo, me colocó un collar de perro al cuello, me esposó las manos a la espalda y me vendó los ojos.

Luego, el mismo levantándome en vilo, me depositó con delicadeza, tumbada en el asiento trasero, y me dijo que no dijera ni un apalabra hasta que él no me lo ordenara.

Y continuamos trayecto.

No se cuanto tardaríamos, quizás dos o tres horas.

Yo estaba bastante cómoda pese a mi estado, y estaba gozando como nunca, presa de la combinación de morbo, excitación y algo de temor, lo que hacia que mi coño se contrajera a cada instante y mis pezones estuvieran duros y erectos como pequeñas piedrecitas.

Pero al cabo de un tiempo el coche por fin se detuvo, y por el cambio progresivo de temperatura que yo había ido notando en mi cuerpo, y que pese a ser principio de verano ahora notaba bastante fresco, yo diría que nos encontrábamos en algún lugar de la sierra….

Continuará

Pero solamente si aprecio que la historia merece la atención y el beneplácito de los posibles lectores/as, pues jamás me permitiría la osadía de faltarles al respeto aburriéndoles con el relato de siempre.