La pasión los atrapa. - (Hermano&Hermana) Parte 3
Las sesiones de sexo se vuelven más excitantes entre los hermanos.
Nuestro papá volvió esa tarde, sus negocios habían salido muy bien y nos llevó a un restaurante para celebrar. Con mi hermano convivíamos en una completa complicidad de la que solo nosotros sabíamos y aunque papá notó que estábamos más cercanos no hizo comentarios al respecto. El restaurante era bastante elegante y me emocionó ver a mi hermano y a papá con trajes, se veían muy guapos y siendo yo el centro de su atención me sentía en las nubes.
Llegamos entrada la noche, cada uno se fue hacia su habitación y para mí era costumbre ajustarla con seguro, pero un instinto en mí me dijo que no lo hiciera esa noche. Para dormir solo usé una bata y aunque hacía frío mis mantas eran gruesas e impedía que me congelara. Ya estaba en la nebulosa de estar dormida y estar despierta cuando sentí el abrir y cerrar mi puerta, me corrí hacia una de las orillas y pronto la colonia que usaba mi hermano inundó mi cerebro. Sonreí al sentir como me abrazaba por la espalda y me pegué a él por completo hasta quedar dormida.
A la mañana siguiente, el sol ya entraba a raudales por entre las cortinas de mi ventana. Mi hermano seguía dormido abrazándome pues sentía sus suaves ronquidos en mi nuca. No me moví para evitar despertarlo pero revisé la hora en el reloj. Aun era temprano, y era domingo, teníamos tiempo de sobra, así que podíamos acurrucarnos un poco más. Me volteé suavemente y despacio para evitar que se despertara y sonreí ya al tenerlo frente a mí. Acaricié sus mejillas con las yemas de mis dedos sintiendo las cosquillitas que me pasaban al sentir su corta barba. Acaricié sus brazos desnudos y fui bajando lentamente por su cuerpo. Me entró curiosidad cuando a través de su pantaloneta lo vi completamente erecto. Sabía que muchos hombres despertaban así, pero nunca lo había comprobado, era realmente interesante. Sería un muy buen momento para aprender algo más.
Me separé de sus brazos logrando que no se despertara y bajé por su cuerpo con suavidad. Mis manos agarraron su erección por sobre la tela que la cubría y empecé a moverla hacia arriba y abajo aun con la tela de por medio. Segundos después retiré la tela y pude ver su pesada erección ya dura frente a mis ojos. Sonreí y fijé mi mirada en su rostro para comprobar que siguiera dormido. Saqué la lengua de mi boca y con suavidad la pasé por su glande sonriendo ante la textura de éste, a continuación pasé mi lengua por toda su erección, por las venas que sobresalían, por su contorno, por toda su extensión y en un momento dado me sentí poderosa al hacerlo. Sonreí para mí misma y mientras trataba de envolver su erección en una de mis manos, abrí mi boca y engullí parte de su pene, el impulso de querer vomitar vino a mí pero logré controlarlo, traté de que mis dientes no tocaran nada de su piel mientras lo chupaba con más ánimo cada vez. Solo lograba hacer que entrara un parte de su erección en mi boca antes de ahogarme, pero sabía que con el tiempo y práctica podría mejorar eso.
-¿Qué haces, ángel?- Su voz me tomó por sorpresa y solté de inmediato mi mano de su erección y mi boca también, sintiendo como un hilo de saliva se estiraba un poco. Limpie mi boca con mis manos y sonreí inocente viendo como en su rostro había una expresión de placer.
-Ehm, nada, creo.- Susurré en seguida y sonriendo amplio quité la bata de mi cuerpo dejándola caer al piso. Sonriendo subí sobre él quien me recibió con un apasionado beso. Pegué mis pechos desnudos contra su pecho mientras hacía que mi vagina aun cubierta por un panty se rozara contra su erección una y otra vez.
Nuestros gemidos no se hicieron esperar, él me hizo levantar un poco para con sus manos acariciar y apretar a su gusto y antojo mis pechos, caricias que me hicieron mojar y por ende excitar aún más. Me levanté solo un poco más para deslizar los pantys por mis piernas y aquellos fueron a dar junto a mi bata. Ya desnuda froté una y otra vez su caliente extensión por mi clítoris y vagina untándola de mis fluidos y jadeando al hacerlo.
Me tomó por sorpresa sentir sus manos en mis caderas agarrándome fuerte y entendí el mensaje llevando mi mano a su erección y guiándola hacia mi vagina. La penetración fue salvaje, no como había sido anteriormente, por lo tanto me hizo soltar un grito de entero placer, aun persistía algo de incomodidad, pero ahora si podía sentir el placer sin dolor. Cerré mis ojos y mordí mis labios al sentirlo estirando por completo mi interior pero evité que salieran más gritos o sonidos pues nuestro padre estaba solo a unos metros de distancia en su cuarto.
Sus caderas fueron las primeras que se empezaron a mover y para mi gusto, la fricción activaba todos los receptores nerviosos de placer. Me empecé a mover como el día anterior pero esta vez con su erección llenándome. Mi hermano se sentó en la cama mientras yo aun estaba sobre él y nos movimos casi a la par, el empujando, yo empujando. El retrocediendo y yo igual. Nuestros labios se encontraron una y otra vez sin parar. Nuestras pieles estaban húmedas por el esfuerzo y la excitación y aquello mejoró cuando de improvisto mi hermano metió su cara entre mis pechos y los chupo, lamio, acarició y apretó a su antojo.
Trataba de tragarme mis gemidos pero en algunos instantes eran demasiado excitantes. Su barba raspaba contra mi piel mientras mis uñas dejaban carriles rosas sin sentido en su espalda. Sin previo aviso me hizo bajar y me colocó de medio lado sobre la cama, él se acostó detrás de mí y entendí como lo quería hacer.
Levanté mi pierna, me pegué a él y sentí como su erección frotaba mi clítoris una y otra vez. Enterré mi rostro en la almohada y allí gemí y grité con gusto al sentirlo. Su erección me volvió a llenar y aunque mis movimientos estaban más restringidos no pude evitar llevar mi mano a la unión de nuestros cuerpos. Me sorprendí al sentirme tan mojada comprobándolo con mis dedos y aprovechándolos allí los llevé a mi clítoris empezándolos a mover en círculos sobre él sintiendo el palpitar de mi vagina contra la erección de mi hermano.
Escuchaba sus gemidos y jadeos contra mi oído y me excitaba cada vez más hasta que en un momento dado me corrí entre gritos, ahogándolos con la almohada. Todo mi cuerpo estaba en combustión, al cerrar mis ojos solo veía luces, pero él se seguía moviendo. Por el orgasmo no supe en qué momento estuve sobre mi estómago y mi hermano sobre mí. Tenía las piernas unidas pero sentía como sus manos abrían mis nalgas y su erección buscaba de nuevo mi mojada vagina. Llevé mis manos hacia mis nalgas manteniéndolas abiertas aunque mi cuerpo aun temblaba por el placer, y en aquella posición sentí como la penetración se hacía más excitante, sintiéndolo por completo.
No podía hacer nada, estaba por completo a su merced y lo que él quisiera hacerme, pero no me importaba. Mordía la almohada con fuerza sintiendo como si mi corazón fuera a salir por mi boca y mis pulmones no pudiesen darme más oxígeno. Para mi sorpresa, sentí unos juguetones dedos en la entrada de mi ano y me preparé para lo que quisiera hacerme. Relajé mi pelvis y sentí dos de sus dedos entrar por mi parte trasera, aquello me hizo sentir aún más apretada, llena por completo. Me faltó la respiración algunos segundos y tuve que soltar la almohada para no sofocarme. Movía mi culo contra sus dedos y contra su erección como pidiendo más y él entendió la señal.
Las embestidas de mi hermano hacían que la cama empezara a chirriar pero ya nada importaba. Ambos estábamos en una nebulosa de placer que solo nuestros cuerpos nos hacían sentir. Todas mis conexiones nerviosas se conectaron y estallé una vez más en otro orgasmo que casi me dejó sin sentido sobre la cama pero también sentí como su corrida llenaba mi vagina por completo con aquel líquido caliente.
Su cuerpo se quedó sobre el mío. Su pecho contra mi espada, podía sentir como su corazón latía acelerado casi como el mío. Su piel húmeda pegada a la mía. Ambos tratando de controlar nuestras respiraciones y ambos completamente saciados.
-Creo que papá nos escuchó.- Comenté preocupada con un hilo de voz, pues lo que estábamos haciendo estaba muy mal visto.
-Tranquila, él salió temprano, ángel.- Aquello me tomó por sorpresa, no había escuchado sus pasos, y que tuviera un sueño tan pesado rara vez ocurría. Suspiré de alivio y mi hermano se bajó de encima de mí.
Nos acurrucamos una vez más, ahora desnudos mientras nos dábamos pequeños besos e intercambiábamos palabras de cariño. Caí en cuenta nuevamente, en que mi hermano tenía novia, aunque obviamente sabía que lo nuestro nunca podía se real, me sentía un poco celosa, aunque la chica me cayera bien. Me levanté quitando esos pensamientos de mi mente y tomé la mano de mi hermano.
-Vamos a ducharnos cielo, antes de que vuelva papá.- Vi el entusiasmo en su rostro y reí bajo mientras entraba al baño. Cepillé mis dientes mientras el agua se calentaba y comprobándola entré mojando mi cabello y cuerpo. Sentí el cuerpo de mi hermano detrás del mío y sonreí pasándole la esponja para que me ayudara mientras enjuagaba mi cabello con champú. Con su ayuda fue más rápida la labor así que cuando yo estuve lista me dediqué a lavarlo a él.
Ya nos sentíamos completamente en confianza y empezaba a amar aquellos momentos juntos. Mirando hacia sus labios tuve la tentación de besarlos pero cuando lo fui a hacer con el agua cayendo sobre nosotros y él siendo más alto, el agua entró en mi nariz haciéndome toser y acabando el romanticismo.
Salimos de la ducha antes de que me ahogara y nos vestimos junto al tiempo en que papá volvía a la casa.
El día transcurrió con normalidad. Salimos al centro comercial, compramos cosas que hacían falta para la casa y los arrastré a comprar ropa. Ya en la noche papá se fue a su habitación temprano pues necesitaba descansar y con mi hermano nos quedamos en la sala frente al televisor viendo algunas películas. Estábamos en la penumbra y con una gran manta cubriendo nuestros cuerpos así que no me sorprendió cuando unos juguetones dedos empezaron a subir por mis piernas desnudas. Tenía ya puesto un pijama de dos piezas, blusa y pantalón corto el cuál era muy cómodo y se parecía a la que él traía puesta.
Mirando hacia las escaleras buscando una señal de que quizá papá estaba despierto separé mis piernas dándoles total acceso a sus dedos. Retirando la ropa hacia un lado pronto sentí sus dedos jugando con mi clítoris y mi vagina, casi como la primera noche en que habíamos dormido juntos. La temperatura de la habitación subió varios grados mientras busqué entre su ropa su pesada erección. Nos masturbamos mutuamente por varios minutos disfrutando de los suaves gemidos y jadeos del otro, al cabo de varios minutos me levanté desnudándome de la cintura hacia abajo y subí a su regazo dándole la espalda. Tomé su erección y la guié a mi vagina gimiendo bajo y sintiendo su calor dentro de mí.
Nos empezamos a mover lentamente y luego aumentando el ritmo siendo lo más silenciosos posible pero cuando mi hermano empezó a acariciar mi clítoris con sus dedos me fue imposible ser discreta. A los pocos segundos escuchamos el sonido de unos pasos y sin tiempo de bajarme subimos la manta por nuestros cuerpos y parecimos relajados en esa posición dando la impresión de que seguíamos viendo la película.
-Ya es tarde muchachos, a la cama.- Murmuró mi papá bajando las escaleras y caminando hacia la cocina. No podía bajarme pues la erección de mi hermano seguía en mi interior y desde la cocina papá podría vernos.
-Ya se va a acabar papá, ya vamos a dormir.- Comentó mi hermano en un tono conciliador mientras a propósito movía sus dedos sobre mi clítoris haciéndome ahogar un gemido y cerrar mis ojos con fuerza.
-¿Y tu porque andas encima de tu hermano?- Preguntó papá llevando un vaso de agua llegando al lado del sofá.
-Es que hacia frio papi, la manta no calienta lo suficiente. Ve a descansar y ten buena noche.- Susurré de la mejor forma que sabía y que a papá derretía con un toque de armonía en mi voz que me hacía parecer una niña consentida. Cuando su puerta se cerró respiramos profundo y con una de mis manos golpeé a mi hermano en el hombro. No vuelvas a hacer eso.- Comenté furiosa.
-¿Hacer qué? ¿Ésto?- Mientras mi hermano hablaba empezó a frotar con intensidad mi clítoris una y otra vez impulsando a que mis caderas se movieran frotando su erección dentro de mí y que me llevó a un orgasmo el cual tuve que ahogar mordiendo mi brazo y el cual fue seguido por el de él quien mordió mi hombro sin vacilación. Te encanta lo que te hago.- No fue una pregunta sino una afirmación, a la que asentí suspirando aun con las piernas temblando. Terminamos de ver la película y nos fuimos a dormir, pero no a mi cama, sino a la suya.