La pasión de la doctora (1)

Una extraña y diferente pasión le suguiere a Marcela, Sara una mujer un tanto extraña.. parte primera de un verídico relato ocurrido en Buenos Aires en el 2004.

Hacia más dos horas que Marcela se encontraba en la casa después de volver de la clínica del barrio de Belgrano en la cual trabajaba.

En la mañana de ese mismo día, sus dos hijos se habían ido hacia Tortuguitas con el padre, a la casa quinta de su cuñada Matilde, por todo el fin de semana.

A último momento, casi cuando salía, desde la clínica la convocaron a presentarse en reemplazo de una médica que tuvo un accidente, para la atención de la sala de emergencia.

No podía decir que no, porque en esa clínica de buen nombre y de atención sumamente cara, significaría con el tiempo un posible reemplazo por no "ponerse la camiseta" como se dice en la Argentina, a la falta de colaboración con la empresa que se trabaja.

Así que con sus ilusiones de fin de semana destrozadas, los vio partir a su esposo y sus dos hijos desde su departamento de almagro.

Decidió esa noche a su regreso, irse a dar una ducha y luego cenar levemente en realidad no estaba muy cansada pero si algo aburrida y molesta luego que sus hijos le comentase como se divirtieron el la pileta, y jugaron con sus primos

Pero las palabras de su esposo le pegaron duro ay que al principio le notó un tanto enojado, aclarando todo cuando le dijese que era el único sin pareja.

Pero ella sabía como tratarlo y al final le termino diciendo:

cuando vuelvas, Pedro te complaceré en lo que mas quiera.

Y cambiando la vos a una hembra ardiente, le agregó:

Te dejaré hacer una buena sección… de sexo anal.

Te lo prometo y además no me quejaré, le terminó diciendo y riéndose luego, cuando escuchó que ese domingo Pedro tomaría doble ración de esas pildoritas mágicas

Se encontraba casi por irse a dormir cuando suena nuevamente el telefono, era Sara una muchacha que había ido a vivir hacía poco al edificio, Sara para la mayoría era sumamente extraña y se empezaba a tejer historias nada simpáticas sobre ella y sus actitudes de vida.

Perdóname Marcela, iniciando Sara el dialogo telefónico, no se a quien acudir pero no me siento bien y a la única que conozco eres a vos en esta zona como médica, no tengo ni fuerza para ir a un hospital y me siento mal

¿Puedo entonces irte, a ver ahora por mi salud?

Ahora, le contestó un tanto asombrada es que

Ante la duda de Marcela, ya que estaba semivestida, con una corta bata de noche y sin bombacha ya que en verano Marcela no usaba, además no atendía en su casa Sara insistió: ¡Perdóname es que en verdad estoy muy asustada y tengo miedo!

Cortándole a un diálogo de ella misma absurdo, le dijo Marcela:

Si baja rápido que si te atiendo.

No tardo Sara mas de unos breves minutos lo que le hubiese ocupado en cortar el telefono y tomar el ascensor cuando llegara a la puerta, y Marcela le abriese

Compadéceme le dijo Marcela a Sara a modo de disculpas por mi duda en atenderme es que hoy a sido mi día malo

Bueno mujer le dijo con vos compresiva Sara: estos disgustos

Que nos dan a veces las cosas o los hombres y mirándola Sara muy profundamente a Marcela, la hizo sentir indefensa por estar así vestida que solo atinó a decir Marcela:

Es que me acostaba, no te molesta que te atienda así.

Para nada, estas muy natural y bueno, linda le dijo Sara.

Gracias le dijo Marcela sonrojándose, bueno a lo nuestro, Sara te tomaré la presión después veré a que corresponden esos mareos

Acuéstate aquí, y dejándola acostada en el sillón fue a buscar los instrumentos para tomar los latidos del corazón y de la presión.

Mientras, le dijo Marcela desde el dormitorio ensayando una voz firme que para nada le salía:

Sara, despréndete y ábrete un tanto la blusa.

Bueno Marcela, así lo haré le contestó Sara, desprendiendo dos botones y mostrando el nacimiento de los dos pechos para que la médica le ocultara el corazón.

A decir verdad es que Sara disponía de una excelente figura, era delgada y apenas ancha de cintura, con una cara que escondía levemente sus veinticuatro años, algo pecosa y de cabello rojizo, ya que era hija de irlandeses, mas buenos senos duros que ella debajo siempre libres ya que no usaba corpiño. Justo en su volumen y amplios para que una boca los saboreara íntegramente.

Estaba ese día sin pantalones como vestía diariamente, y usaba una pollerita muy al viento y amplia, que dejaba entrever unas piernas muy contoneadas y perfectas, que ahora al estar acostada se había subido en demasía, casi dejando ver el inicio de su bombacha de color negra.

La primera impresión que advirtió Marcela fue de sorpresa al descubrir a esa mujer tan placida en el sillón, después su cuerpo, pero le llamo la atención sus piernas, es bonita se dijo:

¿Que problemas tendría esta joven que con el tiempo no pudiese resolver y en una amplia mirada interna se vio ella? En cambio en Marcela varios cambios habían operado, ya que sus senos con la lactancia, se había caído, cuando ella era aun joven, su vientre ahora estaba lleno de pequeñas arrugas internas, marcada en la piel que en inviernos se resaltan aun mas, sus piernas con las horas de estar siempre parada atendiendo en la guardia, se habían engordado y sus partos fueron desdibujando su cadera y hasta poniéndosele mas gordas, con algunas pequeñas varices, que se dibujaban como ríos rojos oscuros en una pierna blanca blanquísima.

Cuando se dio cuenta que Sara la miraba también, ella solió de su desconcierto para ir, dando una idiota abservacion a su retraso como:

Estaba mentalmente repasando que más necesito, pero era una realidad que le inquietaba el cuerpo de Sara.

Marcela, aquí es donde me duele mostrándole debajo del seno, tocándole a la medica por sobre su bata, ejerciendo una leve, levísima presión mas debajo de su seno. Marcela se puso rígida, y a la vez se estremeció

Cortada en su voz le dijo: Mucho, poco de repente es constante, y esperando la respuesta empezó a meter el estetoscopio sobre la piel blanca de Sara, fue ahí cuando Sara le tomara la mano, reteniendo el ingreso del aparato

Perdóname Marcela es que soy muy cosquillosa y volviéndole a soltar la mano le dijo, dale ya me acostumbraré

Te lo voy a poner despacito así te acostumbras y sin dejarle de mirarle a los ojos de Sara, apartó levemente la camisa y apenas presionado llegó por debajo del seno, a medirle su corazón

A un movimiento de Sara Marcela tocó su seno. Algo en su interior empezó a cambiar, su libido empezó a funcionar, su entrepierna se empezó a poner sensible

Notaba el seno de Sara sobre el costado de su mano, y ya no hacia nada por acomodar la mano de manera de no tocarla.

Estas bien, quiero decir cómoda Sara, le dijo la medica.

Muy bien, lo haces de maravilla le dijo ella.

Al decir así, Marcela la miró notando que Sara tenía los ojos cerrados y con el movimiento su pollera estaba alzada y dejaba ver una bombacha de suave color negro y que dejaba transparentar unos bellísimos pelos púdicos color rojizo, como su cabello. Además la blusa se abrió más de la cuenta y ya podía distinguir perfectamente el pezón de Sara y su mano apoyada sobre el otro

Sara, le dijo sacando de su mente a esa mujer, que te ha pasado que estas muy alterado tu corazón.

Cosa, le dijo ella

Marcela saco sin ganas la mano de ella sobre el seno y tomándola de los hombros, le dijo: Bueno párate

Incorporándose te tomaré la presión alzándole de la remera que con la anteriormente abierta mostraba ya sus dos senos al aire

Marcela los miró y Sara se dio cuenta apoyando las manos sobre las rodillas de Marcela, se acomodó mejor en el sillón, pero una vez hecho estos nos la quito, a sus manos de ahí, sus rodillas

Ambas se miraron y como tomando fuerza, Marcela le subió la manga de su camisa, es para medirte la presión le dijo a Sara

Si Marcela, estoy dispuesta:

Marcela la miró.

A todo esto en el movimiento mecánico de esa simple operación de tomar la presión a Marcela se le había abierto al bata y dejando ahora flotar al aire sus dos senos.

Sara, que le miraba los ojos noto que Marcela exponía los senos al aire, y mostrándole con la vista, lo que Sara estaba mirando, apretó aun más las manos sobre las rodillas de Marcela.

Sara, le dijo Marcela ahora haré presión sobre tu brazo trata de serenarte, si

Marcela

Si dijo la médica

Nada, sigue así y cuando la medica dirigiera la cara para apretar el aparato sobre el brazo Sara retiro una mano de la rodilla y le tomó al principio superficialmente un seno para luego recorrer por toda la periferia del pezón con sus dos dedos

Luego como masajeado el seno logro poner duro el pezón de Marcela

Ah Marcela, que bello es tomarte tus tetas

A la no respuesta de Marcela por dejar de realizar esa operación ahora Sara corre hacia un costado la bata de la médica y acerca a su cuerpo el cuerpo de Marcela que inerte, llena de placer se dejaba realizar todo

Sara, que hacemos le dijo, levemente y con voz quebrada Marcela

Amarnos le contesto la joven

Y ahí, apretándola sobre su cuerpo le besa por primera vez, levemente recorriendo su cara para luego depositarle en sus labios.

Eres hermosa, Marcela una verdadera hembra, eres toda una mujer delicada y sensual.

Marcela solo atinaba a escucharla su mente estaba en otra parte, gozaba de algo prohibido como jamás lo pensó hacer:

Sara yo nunca

Y a Marcela, Sara le calló la boca con un dedo, diciéndole

Solo sígueme en lo que yo te hago.

Si, claro le dijo.

Y alzándose del sillón, tomándole la mano a Marcela que estaba completamente desnuda, la lleva a su propio dormitorio.

Acuéstate le dijo, a Marcela.

Ahora me conocerás, mírame despacio todo lo que pronto tendrás a tu alcance.

Y así poco a poco se fue desnudando y al cabo de unos minutos, Sara estuvo completamente desnuda.

Mírame Marcela.

Si le contentó.

Te gusto, si claro respondió Marcela, eres muy linda Sara.

Bueno, ahora acuéstate del lado que lo haces habitualmente con él.

Marcela se corrió a la derecha, y lentamente Sara se fue acercando por la izquierda.

Cuando estaba a la altura de su cara, le dijo a Marcela.

Espera, y sígueme cuando te lo diga haciendo lo mismo que yo ahora te haré.

Lentamente fue tomando el cabello con su mano, envolviéndolo en sus dedos, y con la otra mano le fue recorriendo el rostro de Marcela que omnubilidada por la situación que estaba viviendo se dejaba hacer todo.

Luego Sara se acercó y posando los labios en su rostro le fue besando despacio delicadamente, a todo esto el sexo de Marcela estaba empezando a poner listo con pequeños tirones que arrojaban pequeñísimas cantidades de líquido en las paredes de su concha.

Cuando sintió posarse los labios de Sara entre los suyo, trato de evitarla pero ella, forzando su boca le introdujo la lengua que al rato ella aceptó ardiente, entonces Sara ensayo un juego pasional que terminó de vencer la poca ya resistencia de Marcela.

Metía y sacaba la lengua a modo de coito, y así vencida Marcela tuvo sus primeros orgasmos con la misma lengua de Sara dentro de ella.

Sara asombrada, tocándole suavemente su concha, le dijo

¡Picara no me esperaste!

Perdóname Sara, me fui jamás me había pasado.

Y ahora Marcela tomándo la iniciativa sujeta a Sara con firmeza e inmediatamente se subio arriba de su cuerpo y así de ese modo empezándole a besar desesperadamente sus senos que a diferencia de los de ella cabían todos en su boca.

Lo hacia con pasión rodeándole a Sara el pezón con su lengua y refregándose al mismo tiempo su concha con la de Sara, a la altura del clítoris, ahora Sara asombrada la apretaba mas con su mano en la cadera de Marcela para sentir en su concha la concha de Marcela junto a la de ella.

Mi amor Marcela, estas recalientes decía Sara.

Me calientas demasiado, Sara no se tus concha me satisface mas que la pija de mi marido, me calientas mas porque veo que me deseas Sara, lo tienes en tus ojos esa calentura de cogerme.

Me calentaste como nadie, Marcela, le dijo Sara te quiero coger toda la noche.

Lo harás querida, le dijo Marcela soy tuya al principio creo que me ibas a coger pero me terminarte cogiendo.

Sara le dijo estoy indefensa entre tus piernas, y sintiéndose como Marcela se balanceaba entre su labios vaginales y apretaba con su pelvis el clítoris con su propio clítoris le hacia ver el paraíso.

Eres una experta amor, le decía Sara.

Lo vi hacer en una película y el solo hecho que ahora te lo hago con vos Sara, me excita tremendamente.

Me voy le dijo suavemente al oído a Marcela, Sara

Lo haremos junta si, le respondió Marcela.

Y apretándose lo máximo en la cama se dejó caer íntegramente su cuerpo sobre Sara cuando la invadió un tremendo orgasmo, el que jamás había sentido en su cuerpo Marcela desde que se había casado.

Sara por su parte recibia esa pequeñas descargas de Marcela que inundaban su vagina mezclándose con sus propios jugos, es que Marcela orgasnaba arrojando sus fluidos como pequeños chorritos de orín, que no lo eran sino sus propios jugos lubricantes, fue así que Sara aprendió así esa noche como acababa Marcela.

¡Hay mujer! solo una vez tuve una hembra que acabara como vos Marcela, le dijo Sara entusiasmada.

En verdad ella se me escapó, por mi culpa pero esta vez no sucederá le terminó diciendo Sara.

A la mañana siguiente Marcela la despertó a Sara con un beso.

Apagó el despertador y le dijo:

Sara, me tengo que ir, sabes estoy de guardia.

¡Que lástima pensé que lo haríamos en la mañana!

Me calentaste mucho anoche pero no quiero variar mis cosas y mis dias por vos,

Marcela,… pero ya empiezo a quererte, le dijo Sara.

Una vez duchada Marcela miró Sara, que remoloneba aún en la cama, recordando inmediatamente la noche en esa misma cama.

Los besos de Sara, las acabadas de ella sobre su sexo y el sexo oral que ella dos se hizo más tarde.

Sara dándose vuelta y levantándose le dijo:

Cambia la cama Marcela porque si no tu marido

Si lo haré, cuando regrese, ellos llegarán tarde después de cenar.

Cuando vuelvo de la guardia te veo en tu casa Sara, será a eso de la 14.

Si claro amor, allí serás totalmente mía, tengo unos amigos de plástico para tu cola

Marcela se sonrojo y excitó.

Ya lo veremos le dijo Marcela, espera solo a la tarde Sara y lo sabrás.

Ahora apúrate mujer que no quiero que ningún vecino me vea, así desnuda a mí y tan temprano a ti aquí...

Continuara

Gustavo Gabriel Camisasca

De historias de Buenos Aires

Contemporáneo

Argentina

Septiembre del 2005