La pasantía del sexo, mi nuevo empleo (2)

Caigo media atontada por la falta de aire, pero cuando me pregunta que me pareció, se escucha mi voz entre jadeos: “Su placer es mi mayor placer amo”

Yo seguía en el suelo llorando, media idiotizada, no entendía que es lo que estaba pasando, pero una cosa tenía clara: no volvería a preguntarle a Ignacio, no estaba dispuesta a recibir otro golpe por respuesta. Él se dio media vuelta y se dispuso a seguir durmiendo, mientras yo no me movía e intentaba encontrar una respuesta a la situación: una broma, una cámara oculta, una pesadilla, una confusión.

Estuvo unos minutos intentando volver a dormirse, pero al parecer no lo logró, porque se incorporó en la cama, estirando sus brazos y luego se volvió hacia mí.

  • Bueno, bueno putita, parece que o no te acuerdas muy bien de lo que pasó anoche o no entendiste bien las reglas de la situación – abrí la boca para contestar, pero una mirada suya me hizo cerrarla automáticamente – pero eso tiene fácil arreglo. Anda a la cocina a prepararme el desayuno, quiero café con dos tostadas con jamón y queso, para ti, saca unas galletas que están en la última gaveta de la derecha y vuelve. Tendré una respuesta muy gráfica para todas las preguntas que te rondan en estos momentos.

Todavía estaba asustada, así que me levanté sin hacer ruido alguno y me dirigí a la cocina a hacer lo que me habían dicho. Calenté agua y preparé el café, luego las tostadas. Me moría de ganas de comer lo mismo, pero algo en su forma de hablarme me hacía pensar que no era buena idea, así que me agaché a buscar las galletas que me había dicho. Casi me fui de espalda cuando me di cuenta que era una bolsita de galletas para perro. De verdad pensé que se trataba de una broma de muy mal gusto, y me di vuelta para ir a encararlo, pero al darme vuelta esta de pie detrás mío mirándome burlón y me dijo:

  • Alguna duda? Tardaste tanto que pensé que no habías encontrado las cosas, pero veo que lo encontraste todo, así que: vamos!

Su voz sonó tan autoritaria, que me tragué mis palabras, tomé las galletas, las puse en la bandeja y tomándola lo seguí de vuelta a la habitación. Al llegar, me di cuenta que habían unos pocos cambios. Estaba la televisión prendida con un video en pausa y justo frente a ella, a los pies de la cama había un pequeño cojín, en el que con un gesto me dijo que ocupara, antes que tuviera tiempo de darme cuenta, sacó un collar con una cadena atada a la pata de la cama y me lo colocó en el cuello, restringiendo mi campo de movimiento. Él se tendió en la cama y me dijo:

  • Ponte cómoda putita, porque lo que vamos a ver ahora son las decisiones que tú tomaste anoche y que, aunque ahora no lo creas, cambiaron por completo tu vida. Son varios videos, unos más largos que otros, no es necesario verlos todos, pero sí los fundamentales, según el tiempo veremos lo que alcancemos, porque todavía tenemos mucho que hacer... Ah! Aprovecha de comer mientras vemos los videos, no habrá otra oportunidad hasta la noche.

Terminada la última frase, tomó el remoto de la tele y le puso play al video.  Me volví hacia la pantalla y quedé de una pieza al ver mi rostro en primera plana. Estaba en el asiento de copiloto de un auto, que luego de un par de segundos reconocí como el de Ignacio, estaba despeinada, con el maquillaje un poco corrido, pero muy despierta. La imagen estaba tomada con un celular, enfocando perfectamente mi blusa abierta y las copas del sujetador bajas, dejando ver la mayor parte de mis tetas y mis pezones rosaditos, pero bien paraditos. En ese momento estaba gritando como una loca y tocándome las tetas solita.

  • ¿te gusta como me tocó? Sí! Cierto? Lo hago para ti, sólo para ti. - En respuesta se escuchaba la risa de un hombre, que claramente estaba gozando con la escena que estaba dando. En eso seguía hablando - Vamos! La noche es joven, no me vayas a dejar aún, podemos pasarlo muy bien juntitos, de verdad que haría que lo pases muy bien y haré todo lo que quieras.

En ese momento mi interlocutor pareció mostrarse más interesado en mi jueguito, porque preguntó:

  • estás segura que serías capaz de hacer todo lo que yo quisiera?
  • Si si si si si si, todo, todo, todo lo que quieras
  • A ver, si es así, acerca tus tetitas a mi cara para morderte un pezón – en menos de un segundo, se veía como mis tetas se acercaban hacia la cámara que estaba grabando la fatídica escena y aparecían unos dientes que aprisionaban el pezón que tenían más cercano escuchándose un grito mío en respuesta. Después de un rato en eso, me dijo -  bien, si, me gusta que me hagas caso. Ahora, ponte a chuparme la polla, porque te voy a llevar a un lugar que nunca olvidarás.

En eso se veía como mi cara bajaba por la pantalla y luego con un cambio de enfoque se veía como iba hincada en el asiento del copiloto, reclinada sobre el asiento del piloto, con mi cabeza en su entrepierna, siendo incapaz de hablar, por lo que aunque no se veía claramente, intuí que había hecho exactamente lo que me habían dicho que hiciera. Después de un rato en esa posición  me dijeron que soltara la polla, pero que no me alejara mucho de ella.

Cuando finalmente me incorporé la cámara captó una escena perfecta: Se veía mi carita llena de leche y como intentaba limpiarla con mi propia lengua. No había alcanzado a lograr mi cometido, cuando la cámara dejó de grabar  y la pantalla se puso negra

Estaba tan hipnotizada y horrorizada mirando la pantalla que no me había dado cuenta que Ignacio estaba de pie delante mío. No quería mirarlo, pero él se aclaró la garganta, en claro gesto de querer captar mi atención, así que lentamente levante la mirada avergonzada. Al llegar a su cara me topé con una sonrisa burlona que me miraba de vuelta

  • Imagino que no te acuerdas de nada cierto putita?, aunque imagino que ya lo entendiste – al ver mi cara de no entender lo que estaba ocurriendo me dijo  - bueno, si no te has dado cuenta te lo diré yo: ayer te drogué para que hicieras todas estas cosas y la verdad es que debo reconocer que salió mejor de lo pensado – hizo una pausa para regodearse  con los recuerdos de la noche anterior y luego continuó - No sabes lo que me gustaría que me repitieras esa mamada ahora mismo, pero la verdad es que quiero dejarla para después de nuestra maratón de películas. Dime golfa, ¿qué te ha parecido la primera parte? – yo mantuve la mirada, pero no fui capaz de articular palabra - Es digna de una perra en celo cierto? Muy bien, vamos a la segunda parte porque ahora se pone mejor la cosa – y tomando el control se inició otro video

Nuevamente era yo la protagonista del video, pero esta vez estábamos en la misma habitación de ahora. Con el ángulo de la cámara se veían los pies del camarógrafo al final de la cama y yo de pie, pudiendo verse mi cuerpo completo. Tenía puesta la misma ropa del día anterior: falda, tacones, y blusa, los botones desabrochados dejaban entrever el sujetador y se notaba que había pasado por el baño porque estaba peinada y había arreglado el maquillaje. En ese momento se escuchó la voz de mando:

  • Muy bien preciosa, encántame ahora: quiero que bailes para mí, mientras te vas quitando la ropa y te vas tocando si? Así nos calentamos juntitos.

Sólo bastó que dijera esas palabras y mi cuerpo empezó a moverse, meneaba las caderas, mientras con mis manos acariciaba mi cuerpo por sobre la ropa. Por momentos me inclinaba hacia él y le mandaba besos y otras le daba la espalda, inclinándome para mostrarle mi culito. Estando así de espaldas, desabotoné la blusa y dejé que se deslizara por mis hombros hasta caer al suelo. Sin volverme, soltaba mi sujetador, evitando que se cayera al sostenerlo con mis manos. Así me subía a la cama y me acercaba a la cámara, donde estaba también Ignacio y me lo quitaba muy cerca de él, permitiéndole observar muy de cerca las tetas bien formadas, suaves y con los pezones duritos de lo caliente que estaba en ese momento. Se ve como una mano se acerca y las aprieta, pero no por mucho rato, por que debo seguir con el baile.

Vuelvo a los pies de la cama y me muevo permitiendo que las tetas bailen y se muevan a su ritmo en algunos momentos y en otros las agarro y aprieto entre mis manos, para luego seguir acariciando mi cuerpo. Nuevamente le di la espalda a la cámara e inclinándome para dejar mi culo en primer plano comencé a bajar la falda, hasta que ya podía caer sola y dejando en evidencia una pequeña tanga que cubría mi chorito.  Seguí moviéndome y acercándome a la cámara hasta que estuve tan cerca que en la pantalla sólo se veía la tanga y me la quité dejando a la vista mi depilado coñito, habiendo sacada la tanga empecé a tocarme y masturbarme solita, hasta que repentinamente apareció una tercera mano en escena que empezó a meter primero uno, luego dos y así continuó hasta tener 4 dedos dentro. En ese momento el camarógrafo parece haber terminado muy caliente, por que la cámara se desenfocó apuntando al cielo y solo se escucharon gemidos tanto míos como de Ignacio.

Él parecía disfrutar torturándome porque los dejó un rato, para atormentarme antes de cortar el video. Nuevamente se me acercó y me dijo:

  • Se pone interesante la cosa no? Eso era para que te dieras cuenta que tu lo pasaste tan bien como yo anoche putilla, aunque no te acostumbres, no será siempre así. Me encantaría continuar, pero se nos hace tarde, así que pasaremos al video más importante y después nos iremos, te parece? – no me dio tiempo para contestar y pulso el play nuevamente.

Esta vez apareció mi cara en primera plana, pero era una versión dantesca de mí: tenía los ojos desorbitados, las mejillas encendidas, el pelo desordenado y cayendo por rmechones sobre mi cara y finalmente se veía un hilo de semen que caía por la comisura derecha de mis labios, con algunas gotitas de leche en el resto de mi cara. No alcancé a espantarme de mi aspecto, porque me lo impidió el discurso que empecé a dar:

  • Juro que voy a ser su perra para siempre y solo viviré para darle placer en todos los aspectos posibles.  Desde hoy, no solo mi cuerpo, sino que mi vida le pertenecen a usted, el único y más misericordioso de los amos. Tengo mucho que aprender, y desde ya agradezco su paciencia para enseñarme y pido disculpas por los errores que pueda cometer y los problemas que pueda ocasionarle mi amo.
  • Muy bien perrita, entonces dime una vez más ¿quién es tu amo?
  • Usted mi amo
  • Y ¿qué puedo hacer contigo?
  • Todo lo que usted desee mi amo, soy un objeto más de su posesión, puede usarme a su antojo.
  • ¿y quien puede usarte?
  • Sólo usted mi amo, salvo que me dé instrucciones expresas de que otra persona pueda usarme y establecer los límites de ese uso.
  • Y ¿no te vas a arrepentir?
  • No mi amo, usted es demasiado benévolo conmigo, cuando vaya a equivocarme, tiene que tratarme con mano dura para recordarme mi posición. Por eso el video, para que nunca olvide mi compromiso y mi sumisión a usted mi amo
  • Muy bien, ven a tomar tu leche entonces, para sellar nuestro pacto con la leche que te corresponde.

La cámara toma distancia, enfocando como él permanece sentado en la cama y yo me acerco a cuatro patas a esa verga que se me ofrecía como el certificado de mi nuevo título: el de perra. Al estar cerca lo tomo con una mano desde la base, llevando mis labios al glande, mientras mi otra mano acaricia sus pelotas. No me dedico a acariciarlo, sino que rápidamente lo meto hasta el fondo de mi garganta, al parecer el movimiento fue muy brusco, pues se ve como una arcada arquea mi espalda, pero él impide que salga de mi boca ni un solo milímetro de su polla.. Me dice que él se encargará de la mamada, pero no hay movimientos, y empiezo a sentir ahogo, empiezo a tragar para intentar tomar un poco de aire y siento como gime de placer, al parecer las contracciones de mi garganta tienen el mismo efecto que la presión de la lengua. Tarda un poco más en lograr el efecto deseado, pero finalmente se ve como apreta mi cabeza contra su pelvis y gime profundamente, para luego retirarse de mi garganta.

Caigo media atontada por la falta de aire, pero cuando me pregunta que me pareció, se escucha mi voz entre jadeos: “Su placer es mi mayor placer amo”

Nuevamente se corta la imagen y me encuentro con la cara de Ignacio, mi amo, a la altura de mi cara

  • Te das cuenta de lo ocurrido putita? Te das cuenta que ahora me perteneces?

Tardo un poco en contestar y tengo que concentrarme mucho, pero finalmente logro articular muy bajo:

  • Si amo
  • Muy bien, entonces ahora dúchate y vístete porque tenemos que ir a buscar tus cosas para traerlas para acá – iba a replicar al respecto, pero me cortó rápidamente diciendo - ¿donde se ha visto que una perra viva sola? ¿como se alimentaría? No, es imposible e irresponsable de mi parte dejarte vivir sola. Así que iremos a buscar tus cosas y luego iremos de compras, porque hay muchas cosas que necesitarás.

Sin pensarlo dos veces me metí al baño, era mi oportunidad de estar sola por algunos minutos y pensar. Sabía que no podía hacer nada, pues descubrir la situación en mi trabajo sólo serviría para que me despidieran, así que no tenía muchas opciones. Me metí a la ducha y lloré por mi situación.