La partida de Póker
Una partida de póker entre cinco amigas muy especial y diferente a todas las conocidas hasta ahora que saciara su apetito sexual en todos los sentidos. Pasa y disfruta
La partida de póker
Eran las siete de la tarde y mis amigas estaban a punto de llegar. Lo habíamos planeado todo el fin de semana pasado, atrincheradas en un reservado de una de las discotecas que solíamos frecuentar. A mí me tocó ser la anfitriona por ser la que se quedaba sola aquel fin de semana, ya que mis padres se iban de viaje. Todas éramos hijas de acaudalados señores, más conocidas como las típicas hijas de papa, guapas, caprichosas y presumidas. Sin expectativas en la vida, sin ánimos de superación, cuyo único objetivo era el de cazar un marido tan rico como nuestros padres, para que nuestro nivel de vida no sufriera lo mas mínimo. He de decir que este no era mi caso pues mi padre me había obligado a estudiar duro, a sacarme la carrera de periodismo por decisión propia, y a trabajar duro en nuestra revista empezando desde los puestos más bajos de esta.
El timbre sonó y nuestro mayordomo abrió la puerta dando la bienvenida a mis invitadas, a las cuales las condujo tras hacerse cargo de sus abrigos y bolsos hasta el salón principal donde yo ya las esperaba. Francisco nuestro mayordomo era un señor mayor, que pasaba los sesenta años con facilidad, llevaba en casa de mis padres desde tiempo inmemoriales, de hecho cuando yo nací ya trabajaba para ellos, por lo que era como mi segundo padre, uno más de la familia.
Nuestros fines de semana comenzaban a ser demasiados normales, demasiado cotidianos, estábamos cansadas de salir de fiesta, de ver como siempre eran la misma clase de hombres los que nos pedían salir, los que nos invitaban a bailar, a una copa con intenciones deshonestas, y por eso se nos ocurrió la idea de montar aquella partida de póker, única y exclusiva para nosotras y para nuestro disfrute.
Cuando Francisco las hizo entrar en el salón tras abrir las puertas corredizas de este, pude ver a cuatro hermosas jóvenes desfilar ante mis ojos. Amanda era la más espectacular, rubia con el pelo largo, un poco ancha de caderas pero con unos pechos despampanantes que hipnotizaban a cualquier macho cabrío. Siempre vestía faldas ajustadas y blusas con escote, realzando todos y cada uno de sus encantos. En el lado opuesto estaba Jessica, delgada como ella misma, pelirroja de media melena, siempre vestía pantalones vaqueros ajustados que realzaban su culo, del que se sentía muy orgullosa. No así de sus pechos, pequeños y diminutos, de hecho ya le había pedido a su padre que su próximo regalo de cumpleaños fuese un aumento del mismo. Luego estaba Susan, de todas la mas recatada, tanto en su forma de ser como en su forma de vestir, pero yo estaba segura que debajo de ese envoltorio había un volcán en erupción a punto de explotar. Y la última de todas era Nieves, morena con el pelo rizado, una sonrisa alegre y una mirada picarona. Sus formas definidas donde destacaban sus generosos pechos y un culo de escándalo, hacían que siempre o casi siempre fuese la primera a la que los hombres la entraban en cualquier fiesta, o acto público al que acudiésemos.
-Bueno chicas la partida empezara a las ocho, así que, si os parece tomar asiento y os leeré las reglas para que luego no podamos decir eso de “es que yo no lo sabía”. – las dije invitándolas a sentarse a una mesa redonda donde había dispuesto cinco sillas, una para cada una. Lo primero de todo me presentare para los lectores, me llamo Samantha, tengo veinticinco años, soy rubia, de ojos verdes, un metro setenta de mujer, con unas caderas llamativas, un culo del que estoy muy orgullosa, y dos pedazos de tetas sin operar que ya quisiera mi amiga Jessica.
Y sentadas todas en nuestros asientos, Francisco nos sirvió una copa de champan a cada una mientras yo me disponía a leer las reglas del juego.
-Mas o menos todas conocemos las reglas, creo que estuvimos presentes cuando las hicimos, pero por si acaso paso a leéroslas. – miradas picantes, insinuantes y alguna que otra risita se dejo oír por el salón. – Empiezo chicas:
1º Todas debíamos venir con falda. Jessica eres la única que viene con vaqueros, así que ya estas subiendo a mi cuarto y poniéndote una de las mías.
2º Debemos llevar solo cuatro prendas, (blusa, falda, sujetador y bragas), quedando excluidas las medias, los zapatos u cualquier otra prenda o aderezo que se nos pudiera ocurrir.
3º Cuando una de nosotras gane una mano, aquella que este a su izquierda se deshará de una prenda, pudiendo elegir cuál de ellas quiera.
En este punto hice un pequeño receso y con una señal de cabeza a Francisco le indique que hiciera pasar a nuestros otros cuatro invitados especiales.
4º Participar en esta partida lleva una aportación de 500 euros, con los cuales pagaremos a nuestros invitados especiales.
Cinco jóvenes morenazos de más de metro ochenta, bien fornidos y guapos como ellos solos se ubicaron al lado de cada uno de nosotras. Nuestras miradas obligatoriamente se fueron más tarde o temprano a sus partes, que quedaban bien marcadas por la única prenda que llevaban puesta, un diminuto slip blanco.
5º Cuando perdamos por quinta vez y estemos desnudas por completo, deberemos de chuparle la polla durante dos minutos al invitado especial que tengamos a nuestra derecha, luego decidiremos si queremos seguir jugando la partida, o abandonamos.
Llegados a este punto hice un pequeño receso pasando la miradas por cada una de mis amigas, al ver que ninguna hacia comentario alguno di por sentado que estaban de acuerdo en todo y proseguí.
6º La sexta vez que perdamos el pago será el de levantarnos, inclinarnos sobre la mesa y dejar que nos penetren durante diez minutos por el invitado que nos haya tocado en liza en esta partida tan diferente. Y recalco que no vale echarse para atrás en ese momento, hay que decidirlo antes de jugar la mano.
-Vamos que nos van a follar de seguro a cuatro de nosotras. – inquirió Nieves al tiempo que se echaba a reír, despertando las risas de las cinco.
7º Y séptimo, y ojo a este punto. Cuando perdamos por séptima vez quedaremos descalificadas y ya no optaremos al premio final, que os recuerdo es de 2000 Euros con lo que pagaremos un fin de semana a la ganadora con uno de nuestros chicos a las Islas Canarias. Pero tendremos que pagar igualmente un precio por esta séptima derrota, y en esta ocasión tendremos dos opciones para escoger. Una que vuestro invitado especial os encule durante cinco minutos, o que Francisco os caliente el trasero con el cinturón durante cinco minutos.
Al tiempo que yo exponía este punto, mi mayordomo se acerco a la mesa y quitándose el cinturón del pantalón lo deposito doblado en dos justo en el centro de la mesa, amenazador. Luego volvió a retirarse al lado de la puerta en espera de alguna de nuestras necesidades.
-La verdad es que no sé que es peor. Nunca me la han metido por ahí, de ningún tamaño, ni grande ni pequeña, y presiento que la primera vez debe de doler, pero tener ese cinturón en el culo tampoco debe de ser agradable. – dijo Susan meneando la cabeza como si llegado ese momento no supiese que decidir
-Te puedo asegurar que ese cinto, pica de lo lindo, y te deja el culo pero que bien coloradito, te lo digo por experiencia. Hace años que no le cato, pero le he sentido en mis posaderas en más de una ocasión. – dije con total naturalidad, ya que Francisco me había cubierto en más de una ocasión de mis correrías nocturnas, pero ese encubrimiento iba acompañado de una buena tanda de azotes con ese mismo cinturón y a culo descubierto como decía el, para aprender bien la lección. Mis amigas me miraron sorprendidas, como si nunca esperasen que alguien del servicio pudiera tomarse esa licencia con alguna de nosotras. Fue Amanda la que hablo terminando ese silencio tan cortante.
-Yo escogeré si pierdo una buena enculada. Primero porque me encanta, y segundo porque esta cosita que esta aquí abajo no se puede desperdiciar ni lo más mínimo. – señalando el paquete del chico que estaba a su derecha.
-Bien, finalmente os paso el documento por el cual nos comprometemos a cumplir con estas normas en esta partida tan especial que nos disponemos a jugar. Chicas firmar y que Francisco los recoja. Tenemos media hora antes de que comience la partida. Suerte.
Todas nos levantamos de la mesa, alguna se bajo la falda remangada por estar sentada, como si no quisiera enseñar mas pierna de la que se mostraba en ese momento. Que ingenuas pensé, si dentro de un rato más de una va a tener una buena tranca metida en el coño. Jessica se fue directa a mi cuarto a cambiarse sus jeans por una falda, decidió ponerse una mini vaquera, algo fácil y rápido que quitarse.
Media hora más tarde todas estábamos nuevamente sentadas a la mesa con nuestros invitados ubicados a nuestra diestra. Amanda rompió el precinto de una baraja nueva y comenzó a barajarlas, acto seguido le pidió a Nieves que cortara y dijo.
-La que levante la carta más alta es mano.
La partida comenzó. Francisco nuevamente nos sirvió una copa de champan a cada una mientras la primera mano se disputaba, siendo yo la ganadora, por lo que Nieves que estaba a mi lado tuvo que desprenderse de su primera prenda. La escogida fue la blusa negra que llevaba puesta, que fue retirada por el mayordomo, solicito a recogerla antes de que esta cayese al suelo.
-Empezamos bien guapa. – dijo rompiendo el silencio. Todas nos echamos a reír, una risa nerviosa que denotaba cierto nerviosismo.
La segunda mano la gano Jessica, provocando que Susan se tuviera que despojar de una de sus prendas. Con total naturalidad y una sonrisa en sus labios se levanto y metiéndose las manos por debajo de la falda, se subió esta lo necesario para quitarse las bragas de color azul marino de encaje que llevaba puestas. Todas nos reímos, mas por la hinchazón que dicho movimiento provoco en su invitado especial que por el hecho de verla hacerlo. El paquete de aquel chico estaba a punto de salírse del slip.
La tercera mano la volví a ganar yo con un full de ases y sietes, provocando que nuevamente Nieves tuviera que desprenderse de otra de sus prendas. En esta ocasión fue la falda negra que llevaba puesta, quedándose en braguitas y sujetador. Dirigiendo su mirada a la derecha clavo sus ojos en el slip de su invitado especial diciendo.
-Tres mas y me toca saborearte cariño. – luego alzo la vista hacia el chaval y comenzó a reírse, lo que provoco nuevamente la risa nerviosa de todas nosotras.
Las manos fueron sucediéndose, yo tuve que desprenderme de mi blusa roja primero y luego de mi falda marrón de vuelo alto. Susan volvió a perder deshaciéndose también de su blusa azul, y Jessica decidió quitarse la falda vaquera que la había prestado para la partida, antes de que nuevamente Nieves perdiera. Llegado este momento todas supimos que aquello no iba en broma y que a cuatro de nosotras nos iban a follar antes de abandonar aquel salón, quedo bien palpable cuando Nieves se quito su sujetador liberando a sus Lolitas, como a veces las llamaba ella. Mientras barajaba las cartas para la próxima mano no paso desapercibido el movimiento de una de sus manos acariciándose uno de los pechos hasta subírselo hacia arriba para acabarlo dándole un par de lametones con su lengua. Ella al vernos comento.
-Tengo que ir entrando en calor, presiento que voy a ser la primera en comer polla chicas.
Nuevamente la risa tonta de todas, y un único pensamiento. ¿Tu sola?
Nieves resistió en las siguientes manos, hasta dejar totalmente desnuda a Jessica que perdió dos manos seguidas y otra posterior. Yo ya estaba en bragas y sujetador, y Susan se había desprendido de su falda antes que de su sostén. Nos había dado la espalda para hacerlo, mostrándonos un culo impresionante, y que hicieron que los ojos de nuestros invitados se salieran de sus orbitas, y sus pollas abandonaran su escondite en más de uno. Todas estábamos calientes, todas estamos deseando que las demás perdieran para verlas en acción, la partida se calentaba por momentos.
La siguiente mano la gano Nieves y forzó a Susan a quitarse el sostén, por lo que quedo también desnuda. Ella, Jessica y Nieves estaban a una sola mano de comenzar a chupar. Jugamos una nueva mano y como aliadas entre ellas fui yo la que tuve que quitarme el sujetador. Mis tetas quedaron expuestas con sus dos aureolas marroncitas deseosas de ser des gustadas, pues el ardor que sentía por dentro iba al alza por momentos.
Todas nos miramos, estábamos desnudas o casi desnudas, incluso Amanda que se resistía a perder prendas ya estaba también en braguitas y sujetador. Finalmente fue Jessica en perder por quinta vez, todas nos callamos como si alguien nos lo hubiese ordenado, estaba vez ninguna rompió el silencio con su nerviosa risita.
Jessica nos miro sonriendo, y tras hacer con las manos un gesto como diciendo “que se le va a hacer”, ni corta ni perezosa se giro hacia su derecha e introduciendo una mano bajo el slip de su invitado especial, le saco el miembro viril para dar comienzo a una mamada de dos minutos como dictaban las reglas. Francisco se acerco a la mesa y puso el cronometro en marcha justo cuando Jessica introdujo en su boca el miembro de su invitado. Primero le dio un par de lametazos como probando su sabor, como aquel que prueba por primera vez un helado de sabor, luego comenzó a subir y bajar su mano al tiempo que succionaba por completo aquella inmensa polla que había pasado de cero a cien en tan solo unos segundos. Los primeros gemidos de placer se dejaron escuchar por parte el joven. Sus otros cuatro compañeros ansiaban el momento en que sus parejas perdieran para ofrecerles algo similar a sus respectivas vergas. Jessica se afanaba en tragar, cada vez mas, mejor y con mayor fluidez, quedaba palpable que no era la primera polla que se comía en su vida. La saliva resbalaba por las comisuras de sus labios cuando Francisco interrumpió la escena con un sonoro “Tiempo”.
Le verga del joven dejo en ese preciso momento de sentir las caricias de la lengua de Jessica, que soltándola se dispuso a continuar con la partida mientras decía.
-¿A ver a quien la toca chupar ahora, porque yo no voy a perder antes de que alguna de vosotras trague polla?
Todas nos reímos de nuevo con nuestra risa nerviosa y repartimos cartas. Fue Amanda la perdedora y la que se desprendió de su sostén. En la siguiente mano perdió Susan teniendo que dar paso al degusta miento de rabo.
-¡Ven aquí morenazo que te la voy a devorar! – dijo sin casi dar tiempo a Francisco a poner el cronometro en marcha. Con una facilidad endiablada saco el miembro viril del chico de debajo de su slip y dio comienzo a una mamada desenfrenada. Sin lugar a dudas Susan estaba pero que muy, muy caliente. Fueron dos minutos intensos en los que sus labios recorrieron el tronco del miembro del joven en varias ocasiones, para acariciar con su lengua luego el capullo y acabar engullendo después por completo hasta hacerlos desaparecer dentro de su boca. Los gemidos del joven nos hicieron presentir que se vendría en menos de los dos minutos que estaba estipulada la prueba.
Nuevamente Francisco alzo la voz para marcar el tiempo, Susan se saco la polla de la boca y con su mano derecha hizo como si se limpiara las comisuras de los labios, la partida continuaba. Las dos siguientes manos las perdimos Amanda y yo, por lo que quedamos totalmente desnudas y a la siguiente ronda ya nos tocaría polla seguro, aunque quizás alguna la pudiera probar antes en su coño, ya que tanto Jessica como Susan ya habían perdido cinco veces y comido polla. Nieves fue la siguiente en perder, había resistido pero finalmente sucumbió y tuvo que hacerle una felación a su invitado especial que en dos minutos quedo bastante satisfecho. Aunque más satisfecho iba a quedar cuando nuevamente al perder a la siguiente mano le tuviera que poner el coño para que este se lo penetrara durante diez minutos.
-Bueno, chaval, te he dejado a punto de miel. ¿Me aguantaras diez minutos empotrándome? – le dijo al chaval que con marcada sonrisa denotaba una ganas de follarsela endiabladas.
Nieves se levanto y aparto la silla a un lado, apoyo sus manos sobre la mesa y dejo expuesto su chocho para que el chaval clavara en él su verga. El joven se quito del todo el slip y situándose detrás de ella guio a su miembro hasta la entrada de la cueva, y poco a poco fue introduciéndoselo hasta clavarlo por completo. El tiempo corría y Francisco miraba la escena como cualquiera de nosotras. ¿Se habría empalmado ya el mayordomo, o a su edad ya no podría? Nieves cerró los ojos y comenzó a gemir como olvidándose de que allí estábamos nosotras. Desinhibida, caliente y deseosa disfrutaba de su derrota con aquella dura polla reventándola por dentro. Las embestidas eran feroces, arrancando auténticos gritos de placer a Nieves, que no dejaba de tocarse una de sus tetas, para lamerla acto seguido como anteriormente ya había hecho antes de pensar que sería la primera en probar polla.
Los diez minutos pasaron y Francisco marco el tiempo. El chico con disgusto tuvo que sacar su miembro del coñito de Nieves, que con cara de viciosa le miro como diciéndole, tranquilo que en un momento te ofrezco mi culo. O al menos eso pensamos todas, la opción de cinto no la contemplábamos. Una vez más la partida continuaba y así nos toco tanto a Amanda como a mi chupar polla durante dos minutos. La verdad es que sentí un poco vergüenza cuando me toco hacerlo, mas por Francisco que por mis amigas. ¿Qué estaría pensando mi mayordomo de mi? ¿Se lo diría a mis padres a la vuelta de su viaje?
La partida se iba acercando al final, y tanto Jessica primero como Amanda después, tuvieron que ofrecer sus lindos conejitos depilados a sus invitados especiales para que se los follasen durante diez minutos. ¿Quizás tuve que poner algo mas de tiempo pensé?, pero la verdad es que a Amanda con un pie puesto sobre la silla, una mano sobre la mesa y la otra tirando de su culo hacia un lado para que su invitado especial la follase mejor y más profundo, solo la aguanto ocho minutos y veinte segundos. El joven tuvo que sacar su polla del interior de la vagina de Amanda y correrse sobre su culo derramando sobre este una gran cantidad de semen.
Amanda con cara viciosa se relamió los labios como diciéndole no ha estado mal, pero no me has aguantado lo suficiente. Todas reíamos y aplaudíamos como si estuviéramos viendo un gran espectáculo en algún teatro, riendo y casi hasta saltando sobre nuestras sillas.
La partida seguía, Jessica, Nieves y Amanda tendrían que ofrecer su culo para ser enculadas o azotadas, Susan y yo para ser penetradas. La victoria estaba cerca. Para mi desgracia perdí la siguiente mano. Así que tuve que levantar mis posaderas del asiento y al igual que mis compañeras predecesoras, inclinarme y ofrecer mi vagina al invitado especial que me había tocado en suerte. El miembro viril de este ya estaba por fuera de su slip, y se le podía ver en todo su esplendor, de hecho ya sabía por la mamada que le había ofrecido unos minutos antes que este era de un tamaño significativo. Cerré los ojos y sentí el clic de cronometro igual que sentí como aquella enorme polla me separaba las paredes internas de mi coño. Mi boca se abrió en un tremendo suspiro y no pude más que mirar al techo mientras decía susurrando.
-¡Joder que polla tienes cabrón!
Mis compañeras de partida se rieron al tiempo que comencé a gemir como una perra en celo. Las embestidas de aquel semental me iban a destrozar por dentro. Me tenia bien sujeta por las caderas, y sus empujones hacían que mis tetas se balancearan de adelante a atrás, en círculos, en cualquier dirección. Lleve una de mis manos hacia atrás para separarle un poco de mí, pero cambie de opinión al momento deseando ser taladrada aun con más fuerza. El joven aguanto el envite como un campeón, haciendo que me corriese no una sino dos veces delante de mis amigas, con unos gritos de placer audibles en toda la casa. Creo que debí de poner los ojos en blanco cuando llegue al éxtasis total. Finalmente el tiempo se acabo, no sé si para bien o para mal.
-¡Joder niña!, te ha tocado el bueno. Vaya manera de empotrar cabronazo. Yo lo quiero igual. – dijo Susan a su invitado especial.
Sin haberme recuperado de la follada que me habían regalado por mi derrota en la mano anterior, volví a perder en la siguiente, teniendo que decidir si me perforaban el culo, o me lo calentaban. La verdad es que nunca antes me habían dado por detrás, y no tenía ni ganas de que mi culo fuera invadido por ningún ente extraño por muy placentero y gustoso que pudiera ser, y menos por la tremenda polla que acababa de follarme. Por eso me permití la licencia de introducir el cinto en el juego, con la excusa de poder escogerlo en el momento de llegar a esta tesitura, si era menester. Me levante de la silla, y estirando mi mano derecha agarre el cinturón para ofrecérselo a mi mayordomo Francisco.
-Espero que no disfrutes mucho. – le dije mostrándole una media sonrisa burlona, ya que cuando se lo propuse me dijo que seguramente llegase este momento y que me lo pensara.
Ya con el cinturón en las manos del mayordomo y bajo la atenta mirada de mis amigas, puse mis manos sobre la mesa, me incline y levante el culo hacia arriba dejándolo bien expuesto. Cinco minutos me parecieron demasiados minutos para ser azotada, seguramente luego no podría ni casi sentarme.
El primer azote cayó dibujando la primera línea rojiza sobre mi trasero, y arrancando mi primer gemido, y esta vez no de placer. Francisco se tomo su tiempo dejando transcurrir unos segundos que yo agradecí. Primero para recomponerme y segundo porque si sumábamos esos segundos entre correazo y correazo, al final me habría ahorrado unos cuantos. El segundo azote cayo unos centímetros más abajo el anterior, dibujando otra línea rojiza, y haciéndome que me arqueara lo suficiente como para demostrar a mis amigas que aquello dolía lo suyo. ¿Quizás hubiera tenido que elegir el ser enculada?, pensé. Calculo que en el primer minuto de castigo me cayeron como unos seis correazos, mi culo ardía. Francisco se tomo la licencia de acercarse a mí y acariciar mi trasero, como midiendo la temperatura que mis nalgas estaban adquiriendo, consolándomelas al mismo tiempo, y ganando tiempo al cronometro por otro lado. Al fin y al cabo no era tan mala persona, me cubrió en mi adolescencia, me castigo cuando lo creyó necesario y era mí aliado en este juego, para que mi culo no fuera desvirgado. La zurra continuo y mis posaderas recibieron otros tantos de correazos bien dados que invitaban a no seguir mis pasos, casi mejor una buena polla en el culo, decían que dolía al principio pero que disfrutabas después. Llegábamos al final del castigo, y tras recibir no menos de treinta correazos, las lágrimas ya corrían por mis mejillas, y aunque los últimos azotes ya no eran tan intensos ni fuertes, la cantidad de ellos recibidos denotaban que el castigo era bastante severo. El tiempo pasó y yo me recompuse para volver a mi asiento, algo que no hice con facilidad. Francisco deposito el cinturón nuevamente en el centro de la mesa, siendo observado por todas mis amigas como pensando que pudieran ser sus culos sus próximos objetivos. Mi mayordomo se ausento durante unos segundos del salón, tiempo en el que yo proclame mi derrota y soltaba una advertencia.
-Bien, yo ya he perdido. Ahora antes de seguir con la partida os invito a reconsiderar, sobre todo a las que estáis a punto de caramelo, si queréis seguir, o retiraros antes de que, o bien os enculen, o bien probéis las caricias de este cinturón.
-Yo me retiro, este tiene la polla muy gorda para mi culo, y no pienso dejar que me azote ese grandullón. – dijo Jessica con total rotundidad. Y la verdad era que la polla de su invitado especial era bastante gruesa y su culo muy delgado. Todas nos reímos y nos miramos. Quedaban Amanda, Susan y Nieves.
-Yo también me retiro. Me han dado por detrás varias veces, pero aquí y ahora no me apetece– dijo Amanda.
En la partida quedaban por lo tanto solo dos aspirantes al triunfo final. Nieves que todas creíamos que por su trayectoria iba a ser una de las primeras perdedoras, y Susan que nos hizo saber que en caso de perder se fuese preparando su polla, porque se la metería bien dentro del culo.
Repartimos cartas y gano Susan, que se levanto de la silla festejando su victoria entre aplausos y gritos de alegría. Miro a su invitado especial y dándole un buen morreo le dijo delante de todas.
-No sufras corazón, te prometo que en nuestro finde te dejare darme por el culo a base de bien.
El joven sonrió de manera viciosa, y Amanda, Jessica, Susan la ganadora y yo miramos a Nieves como reclamándola el último pago por su derrota. Al unisonó las cuatro la dijimos.
-¿Por el culo o cinturón?
Nieves se levanto, aparto la silla, se subió a la mesa, cogió el cinturón tirándolo lejos de ella, se puso a cuatro patas y le dijo a su invitado especial.
-¡ Vamos cariño, pétame el culo con tu preciosa verga ¡
El joven no se lo pensó dos veces, ya se había quedado antes con las ganas de correrse dentro de esa mujer, y ahora iba a reventarla el agujero del culo a base de buenos y contundentes pollazos. El mayordomo le ofreció al joven un buen chorro de lubricante en sus manos, para que frotándose la polla esta quedara bien lubricada para su cometido.
-Estoy chorreando cabrón, no creo que necesites eso. Vamos que me enfrió. – dijo Nieves sorprendiendo a sus amigas por su comportamiento.
El joven subió a la mesa, se arrodillo tras el culo de Nieves y sin pensárselo ensarto su polla en el culo de la dama, que arqueada con la cabeza hacia atrás la recibió con tremendo deseo y con tremenda determinación. Esta entro tímidamente al principio, como si fuera a encontrar resistencia a su acogida en el interior de aquel precioso culo, pero luego se fue introduciendo como si tal cosa hasta que finalmente los huevos del chico golpeaban las nalgas de Nieves. Luego el ritmo fue subiendo, rápido, más aprisa, frenético. Nieves miraba a la mesa, sujeta por la caderas, recibiendo una y otra embestida a cada cual más fuerte que la anterior. Sus gemidos eran de placer y de dolor contenido, estaba disfrutando y sufriendo. Levanto la mirada y se encontró con los ojos de Jessica, extasiada por la escena, ella no hubiera podido hacerlo pensó, pero reconoció que la envidiaba. Nieves comenzó a acariciarse el clítoris mientras su compañero continuaba perforándola a toda velocidad, como si estuviese poseído por el mismísimo diablo. Nieves gemía y se retorcía con la mirada perdida, estaba gozando de aquella polla y su único deseo era correrse antes de que el joven se derramase en el interior de su culo. Al cabo de un par de minutos y ofreciendo un espectáculo maravilloso a sus amigas, a sus invitados especiales y al mayordomo el final del acto estaba cerca. Jessica sin darse cuenta estaba haciéndoles una paja a los invitados especiales que estaban al lado, meneando con sus manos la polla de ambos, una con la izquierda, otra con la derecha. Susan prefirió regalarle a su invitado una buena mamada, y yo me quede simplemente mirando. Poco después Nieves llego al orgasmo dejando caer sobre la mesa de caoba una chorro de liquido que se extendió por la misma hasta chocar con sus rodillas, y el joven irrumpió en un alarido derramándose en el interior del culo de Nieves y dando por finalizado aquel enculamiento en toda regla.
Y así termino esta partida de póker tan especial, y una velada inolvidable para aquellas cinco amigas, que acordaron que cada año repetirían aquella partida, dando igual si estaban aun solteras, casadas, divorciadas o viudas.