La pandilla de amigos conoce a la novia de Luis[2]
Mis manos volvieron a sus piernas y se deslizaban de extremo a extremo. Cuando llegaban a la parte superior, la mano que tenía posada en el interior de sus muslos rozaba sutilmente la tela que cubría su coño. En cada ida y venida el roce era menos disimulado y Paola lo aprobaba con su silencio...
Segunda parte y continuación del anterior relato:
"La pandilla de amigos conoce a la novia de Luis": https://todorelatos.com/relato/171679/ ( el final extendido lo encontraréis en mi blog )
[ PREVIAMENTE ]
Empezó a meterla y sacarla y parecía que a ella todavía le dolía ya que cada vez que Carlos llegaba al fondo esta se echaba cada vez más hacia delante y mi polla cada vez estaba más salida de su coño. Carlos se percató y la cogió por su cintura para llevarla hasta él al mismo tiempo que su cintura embestía en dirección contraria. De nuevo otro gritito y esta vez más fuerte. Llevamos esa tónica un buen rato y ella le cogió el gustillo.
¿¿??: Pero que hijo de la gran puta...
Los tres miramos la puerta de manera sincronizada. Conocía bien esa silueta, era mi novia y estaba claro que me había metido en un buen lío.
[ AHORA ]
Apenas pude pegar ojo esa noche. A la mañana siguiente me encontraba en uno de los sofás, boca arriba, pensativo mirando el techo. Carlos estaba roncando en el sofá de al lado. Carla se quiso ir de mi casa tras lo sucedido pero era demasiado tarde y le pedí que no lo hiciera, que yo dormiría en el sofá. Paola y Luis durmieron en la cama de invitados donde sucedió todo.
Cuando ya había salido el sol me dirigí a mi cuarto y piqué a la puerta.
-Pasa. -dijo Carla.
-¿Qué tal has dormido?
-Estupendamente.
Sabía que no era verdad y me senté a su lado para hablar con ella.
-Lo siento Carla... Si puedo hacer algo solo tienes que decirlo. Te juro que es la primera vez que te soy infiel.
-¿Sabes que es lo que más me dolió? Que lo hicieras a mis espaldas, joder. Creía que teníamos confianza y no nos ocultábamos nada... Coño, si hasta habíamos hablado de hacer tríos algún día.
-Ya sé que no es excusa pero la edad, el alcohol y sobretodo mi estupidez me empujaron a cometer ese error... No volverá a pasar. -dije fustigándome.
-Te quiero David y no quiero que dejes de vivir la vida por mi... No te voy a pedir que no la vivas, solo te pido que no hagas nada a mis espaldas porque sino tendrás un grave problema. Y que te quede clara una cosa, no vas a ser el único que viva experiencias al margen.
-Joder Carla, no sé que he hecho para merecerte. Te prometo que así será y solo tengo una cosa que pedirte.
-¿Qué?
-Nunca con colegas de la pandilla.
-No sé yo... Carlos tiene una polla que...
-No me jodas Carla...
-¡Es broma! -finalizó ella.
En ese momento alguien picó a la puerta de la habitación y Carla se levanto para abrirla.
-Lo siento chicos... Siento todo lo que pasó ayer. Creo que lo mejor será que me vaya. -era Paola.
-¿Ayer? ¿Qué pasó ayer? -dijo Carla quitándole peso.
-No sé de que estás hablando... -le ayudé yo.
Carla le dio un abrazo y le dijo al oido:
-Tú no tienes la culpa de nada, son estos dos cerdos que son unos liantes.
-Gracias... -dijo tímidamente.
-Bueno, despierta al resacoso de tu novio y vamos a desayunar. No olvides ponerte el bikini, hoy es día de... ¡piscina! -dijo animadamente Carla.
Volvía a ser la dulce y encantadora chica de la que me enamoré. Carla y yo bajamos y esta despertó a Carlos de una patada.
-Hostia Carla, me has hecho daño.
-Y más daño te tendría que hacer tras lo de anoche...
-Lo siento... Fue una cagada y asumo toda responsabilidad... -se disculpó él.
-Más te vale. -cerró ella.
-¿Qué pasó anoche? -dijo Luis apareciendo con Paola por sorpresa.
-Nada, que este imbécil me vomitó encima. -dijo mi novia demostrando una gran agilidad mental.
Todos nos sentamos a desayunar y volvió la normalidad habitual con Carlos provocando a Luis: reprochándole que tuviera menos aguante que ninguno, preguntándole si llevaba puesto el bikini...
Tras ingerir una buena cantidad de bollería nos fuimos directos a ponernos el bañador para disfrutar de mi piscina, la cual medía 4 metros de ancho por 7 de largo. Normalmente Carla solía hacer topless en la playa pero en mi casa se tapaba por respeto a mis padres y vecinos. Cuando llegamos a la piscina Carlos ya estaba untándose de protector solar. Yo hice lo propio, nos duchamos ambos y de un salto nos metimos en la piscina. Al fin aparecieron Luis y Paola y estos se quedaron con Carla en las hamacas para tomar el sol. Paola lucía muy provocativa con un pequeño y fino pareo que no se quitó en ningún momento.
Carlos y yo nos divertíamos en el agua, haciendo el tonto, jugando a “sota, caballo y rey” como si tuviera algún sentido hacerlo siendo solo dos. Aproveché la soledad del momento para explicarle la charla que había tenido con Carla esa mañana. Tras un buen rato decidimos salir en busca de refuerzos.
-Venga sosos, animaros que el agua está de vicio. -les propuse.
-Con la resaca que llevo creo que voy a pasar de momento... -dijo Luis.
-Yo me meteré en un rato, dejad que digiera el desayuno antes. - dijo Paola.
-¿Qué vamos a comer? -preguntó Carlos.
-Mi especialidad: pollo a la cerveza. -contestó Carla.
-¡Sí! Te quiero Carla. -finalizó Carlos.
Estuvimos un rato los 5, tumbados tomando el sol mientras contábamos batallitas.
-Creo que voy a refrescarme un poco en la ducha, hace mucho calor. -informó Paola.
Tras su frase se levantó dándonos la espalda y se quitó el pareo que llevaba atado a su cintura. La vista que nos ofreció a los cuatro fue esplendorosa debido a que la parte inferior de su bikini era un pequeño tanga que permitía verle su espectacular culo.
Tras la imagen dirigí la mirada hacia Carla la cual estaba observando mi reacción. Le puse pucheros a modo de petición no verbal para que dejara salir mi parte mas pervertida y ella soltó un gran suspiro:
-Luis, ¿me ayudas a preparar la comida? -le preguntó mi novia.
-¿Ya? Que pereza, ¿no? -dijo él.
-El pollo tiene que estar un buen rato en el horno... Lo preparamos todo y volvemos. -argumentó Carla.
-Si tío, y nos preparas tu famoso alioli, que está que te cagas. -le animó Carlos.
-¡Hostia si! Enseña a tu chica de lo que eres capaz. -ayudé yo.
-Está bien... Aunque no tiene ningún secreto. -cerró Luis.
Me había bastado una mirada para pedir permiso a Carla y me demostró lo perfecta que era allanándome el camino alejando el único obstáculo que se interponía en mi depravado plan. No me la merecía, estaba claro, pero tal vez el favor se lo iba a cobrar más temprano que tarde y puede que ya supiera como.
-¿Dónde están Luis y Carla? -preguntó Paola tras volver de la ducha.
-Han ido a preparar la comida. No te preocupes, ahora volverán. -dijo Carlos.
Paola se volvió a tumbar sobre su hamaca, boca abajo. Tenía el cuerpo mojado y las gotas se deslizaban lentamente por su fina piel. Mi polla emitió un calambrazo, pidiéndome actuar, y yo estaba totalmente de acuerdo con ella.
-¿Te has echado crema Paola? Hay que tener cuidado que el sol es muy traicionero. -le dije.
-No... La verdad es que no me he traído.
-No te preocupes, ahora te pongo de la mía que va de lujo. -le propuse yo.
Sin darle tiempo a decir nada me senté sobre su bonito culo dispuesto a aplicarle loción por toda su espalda.
-Con tu permiso. -dije yo.
Le estaba pidiendo permiso para desabrocharle la parte superior de su bikini pero ella no dijo nada. Le quité el nudo aunque debido a su posición no me aportó ningún beneficio visual. Eché un buen chorro de crema en su espalda y comencé a esparcirla todo lo que pude. Pronto aquel manoseo se convirtió en un masaje, pasando mis dedos sobre su cuello, hombros, lumbar... Y como no, también por su costado acercándome peligrosamente a sus dulces tetas.
Ella se mantenía en silencio y decidí bajar mi posición para repetir la misma acción en sus piernas y tal vez en alguna zona más. Carlos se acercó y cogió el relevo en la espalda mientras yo exprimía bien el tuvo en ambas piernas. De nuevo, esparcí lo mejor que pude la crema por sus extremidades y disfrutaba de toda la extensión de las mismas. Sin voluntad de controlarme subí lentamente hasta sus preciosos glúteos y los empecé a sobar de forma descarada con ambas manos.
-Chicos, ya os empiezo a conocer... Lo que pasó ayer no se volverá a repetir, fue un error, estuvo mal.
-Lo sabemos y este es el modo que tenemos de pedirte disculpas. -dijo Carlos para que continuara el juego.
Mis manos volvieron a sus piernas y se deslizaban de extremo a extremo. Cuando llegaban a la parte superior, la mano que tenía posada en el interior de sus muslos rozaba sutilmente la tela que cubría su coño. En cada ida y venida el roce era menos disimulado y Paola lo aprobaba con su silencio. Me atreví a dar un paso más y posé la yema de mi dedo pulgar en su zona más íntima para aplicarle un ligero masaje circular sobre la tela.
Carlos se percató de mis acciones y me guiñó un ojo. Después paró el movimiento de sus manos y se acercó a la cara de Paola, la cual tenía la cabeza orientada hacia un costado con los ojos cerrados. Este le obsequió con unos tiernos besos en la boca. Paola permaneció inmovil con los dos primeros pero con el tercero se dejó llevar.
Saqué mi polla a pasear y Paola y Carlos hicieron lo mismo con sus lenguas. Puse mi falo entre las nalgas de Paola e inicié un movimiento con mi cadera para masturbarme con las paredes internas de sus glúteos. De nuevo me invadía la calentura e iba apretando con mayor fuerza mi miembro contra su trasero. No desaproveché la ocasión de manosear su culo con ambas manos y comprimir ambas nalgas contra el rabo que había en el centro.
-¡Chicos! ¡El pollo ya se está haciendo en el horno! -nos avisó Carla.
De nuevo mi novia demostraba su compromiso a no ser descubiertos avisándonos desde la lejanía que se estaban aproximando. Paola reaccionó rápidamente abrochándose la parte superior de su bikini y velozmente se tiró a la piscina. Yo me tapé lo más rápido que pude y seguí sus pasos. Carlos fue el último en acercarse al agua, no tenía ninguna prisa.
Luis y Carla aparecieron desde el interior de la casa y saludaron con la mano. Cogieron las hamacas y se las llevaron bajo el toldo para disfrutar de la sombra, con lo que ahora se encontraban más alejados.
Dentro de la piscina rompimos la tendencia creciente de nuestros morbosos actos y nos pusimos a jugar con la pelota. No tardé mucho en acercarme a Paola para apretarle con fuerza su culo, con una mano. Ella me apartó y se fue directa al borde de la piscina. Posó sus brazos cruzados en el exterior dejándo sumergido su cuerpo en el agua, desde sus pechos hasta sus pies.
Yo me puse exactamente igual que ella, a su lado, pero no tenía los brazos cruzados. Carla me miraba bajándose las gafas de sol y yo tenía las palmas de mis manos pegadas, como si estuviera rezando, pero no era lo que estaba haciendo, estaba pidiendo permiso a mi novia. Carla asintió con la cabeza dándome luz verde para llevar a cabo mis depravadas fantasías.
Carlos se puso al otro lado de Paola, dando la espalda a las hamacas, y yo me posé justo detrás de ella. La teníamos casi rodeada y con suavidad empecé a acariciarle la zona lateral de cada muslo.
-Chicos, no sé que os proponéis pero mi novio está mirando.
-Sí, está viendo tu cara y mi cogote... -dijo Carlos.
Ante su silencio me saqué mi dura polla bajo el agua y la introduje entre sus muslos. Comencé a frotarle la entrepierna con la zona superior de mi falo.
-Esto no está bien... -susurró ella.
-Nadie se va a enterar. -dijo Carlos tratando de convencerla.
Este también se la sacó bajo el agua y cogió la mano de Paola para llevarla a su miembro. Le mostró el ritmo que tenía que aplicar y dejó que le masturbara de manera autónoma. Yo seguía con el roce de mi polla con su entrepierna ayudándome de mis manos que sujetaban su cintura. Carlos le apartó la zona superior de su bikini para liberar sus pechos y manosearlos con firmeza. El cuerpo me pedía embestirla con mas fuerza y ganas, pero teníamos que tener cuidado de no ser descubiertos.
Carla desapareció y cuando volvió a aparecer lo hizo acompañada de Juan y Jorge. No me había percatado que habían llamado pero por suerte mi novia si lo hizo. Se sentaron en las hamacas y saludaron con la mano desde la distancia. Yo hice lo mismo y Paola, al verlos, se asustó y se fue a otro extremo de la piscina tapándose los pechos.
Carlos y yo también nos tapamos pero no estábamos dispuestos a desaprovechar la oportunidad. Volvimos a jugar con la pelota para disimular y despejar cualquier sentimiento de culpabilidad que pudiera tener Paola.
-Paola, ¿Te puedes abrir de piernas? -pregunté yo.
-¿Cómo dices?
-Tranquila, es porque me gusta bucear. Voy a ir desde este extremo al tuyo, pasando por debajo de tus piernas, para volver aquí, tocar la pared y de nuevo pasar por debajo tuyo. ¿Me ves capaz?
-Está bien, vamos a ver cuanto aguantas bajo el agua.
Cogí aire e inicie mi marcha bajo el agua. Pasé por debajo de ella apoyándo una mano en su culo para coger impulso y en el regreso hice lo mismo con la zona de su coño. Una vez en la posición inicial me giré para tomar impulso con mis piernas contra la pared y volví a tocar su magnífico trasero cuando pasé por debajo. Salí del agua para situarme tras ella.
-Mi turno, abriros los dos de piernas. -anunció Carlos.
Lo hice y me acerqué bien a Paola, arrimando mi bulto a su culo. Carlos pasó una vez, volvió sobre sus pasos y en el último tramo chocó su cara con la entrepierna de Paola.
-Mierda, he calculado mal. -dijo tras salir a coger aire.
-No puedes pretender estar a mi nivel. -le vacilé yo.
Ahora nos encontrábamos formando un sándwich, con Paola en medio cara a cara con mi colega y yo pegado a su espalda, o mejor dicho a su culo. Instantáneamente nos sacamos nuestros tiesos miembros del bañador y empezamos a restregarlos por el cuerpo de ella.
-No empecéis que esto puede acabar muy mal...
-O muy bien. -dije yo.
Carlos introdujo su mano en el tanga de Paola para acariciar su coño y yo, que en ese momento le daba la espalda al público, le liberé las tetas para pellizcarle los pezones. Sin tener que decir nada nos cogió las pollas con cada mano y comenzó a masturbarnos. El juego que estaba haciendo Carlos con su mano estaba dando sus frutos y Paola llevaba la punta de nuestros rabos a la puerta de entrada de su coño y culo respectivamente.
Ella tampoco tuvo que decir nada y mi colega y yo le apartamos cuidadosamente el tanga hacia un lado para eliminar las barreras que se interponían en nuestro camino. Primero se metió la de Carlos en su coño y esté propinaba suaves embestidas con tal de follarla como era debido. A mi me costó un poco más y decidí cesar de mi intento para facilitarme la tarea metiéndole un dedo previamente. El primer dedo no costó demasiado y luego inicié la penetración con dos para enseñar a mi polla el camino a seguir.
Ya estaba preparada y así lo notó mi falo cuando se introdujo hasta el fondo del recto de Paola. El contraste del agua fresca con la caliente temperatura de nuestras pollas en lo mas profundo de Paola provocaba un placer difícil de describir.
Movíamos nuestras caderas lo más rápido que podíamos con cuidado de no reflejar dicho movimiento en la parte superior de nuestros cuerpos para no ser descubiertos. Paola aprovechó que yo le tapaba con mi cuerpo, además de estar dándole la espalda al resto del grupo, para lamer la lengua de Carlos y solapar sus bocas iniciando un apasionado morreo.
-Daros prisa o nos descubriran. -susuró ella.
-David, cúbreme. -pidió Carlos.
Para acabar lo más rápido posible tuvimos que dividir el placer de ambos, o mejor dicho, aplazar el mío. Traté de tapar con mi cuerpo el campo visual que tenían los demás aunque por lo que vi no nos prestaban mucha atención. Paola abrazó por el cuello a Carlos y este le cogió del culo para acelerar el ritmo y la fuerza de sus embestidas. Prosiguieron con el morreo para darse más placer entre ambos y sobretodo para reducir el sonido de los gemidos de Paola. Mi colega también soltó algún gemido que descubría una buena descarga en el interior de Paola.
Ahora me tocaba a mi y tras disimular, moviéndonos un poco por la piscina, Carlos se posicionó estratégicamente para cubrir toda posibilidad de ser descubiertos. Paola me abrazó con brazos y piernas y yo le agarré del culo como había hecho mi amigo. Empezó a darme tiernos besos en la boca que me estaban llevando a la locura.
-Me gustas. -dijo ella.
-Eso sospechaba.
-Haz conmigo lo que quieras.
-Quiero acabar en tu culo.
-Pues no te cortes. Es todo tuyo.
Carlos se sentó en el borde de la piscina, con sus piernas en remojo y dando la espalda al resto. Paola se acercó a él ofreciéndome su culo. Mi estaca fue directa a su ano y la introduje sin problemas gracias a la follada anal que había iniciado minutos atrás. La metía hasta el fondo, con fuerza, y la sacaba hasta la punta. Recorría la profundidad de su recto con toda la extensión de mi rabo, una y otra vez, mientras le agarraba de la cintura para hacer que su culo chocara con mi cintura.
El éxtasis de Paola era visible y lo demostró liberando la polla de Carlos de su bañador para llevársela a la boca.
-Mira lo buena putita que eres...¿quieres vaciar la leche del biberón? -dijo él.
-Me da igual, necesito meterme algo en la boca para no chillar.
Carlos acariciaba el pelo de Paola y yo aumentaba el placer de esta al frotarle su clítoris con una de mis manos. Ver la energía con la que movía su cabeza para engullir con ansia la polla de mi colega provocó que mi polla comenzara a escupir chorros de leche en lo más profundo de su recto.
No pudimos alargar el placer pero la experiencia fue increíble y cada uno consiguió llegar a la meta. No era el primer polvo que echaba en la piscina pero ese trío en esas circunstancias provocaba que fuera una experiencia totalmente diferente, por no decir mejor. Carlos y yo esperamos a que nuestros bultos dejaran de serlo y nos salimos de la piscina.
-¿Podéis decirle a Luis que me traiga la toalla? -solicitó ella.
-Claro. -contesté.
Carlos llegó primero y comenzó a secarse con su toalla. Yo, que iba detrás, saludé a a Jorge y Juan.
-¿Qué pasa maricas? -dije a los recien llegados.
-Por fin os da por acercaros a saludar. -reprochó Jorge.
-Haberos acercado vosotros... ya sabéis lo que cuesta salir de la piscina. Por cierto Luis, Paola dice que le acerques la toalla.
-¿Y por qué no viene ella? -dijo Luis extrañado.
-Que sé yo... Supongo que le dará vergüenza que estos dos le vean el culo. -le contesté.
-¿Y que más da? Se un buen perrito faldero y llévale la toalla... Venga, corre... ¡Bub! ¡Guau! -le vaciló Carlos.
Luis obedeció pero no porque se lo dijera Carlos. Carla me miraba con una sonrisa, estaba claro que algo maquinaba y todo aquello me iba a costar caro... Aunque el precio bien lo merecía.
Paola y Luis se acercaron a nuestra posición y los que iban a ser sus dos nuevos colegas se presentaron. Los dos cabrones imponían, eran altos y deportistas. Al lado de estos, Carlos y yo parecíamos Timón y Pumba.
-Bueno que, ¿os vais a bañar? -pregunté a Jorge y a Juan.
-Pfff... Mejor después de comer, tengo hambre y me han dicho que nos espera el legendario pollo a la cerveza de tu parienta. -dijo Juan.
-¡Mierda el pollo! -dijo Carla antes de salir corriendo.
Por suerte para todos no se quemó. Mientras Carla finiquitaba su plato el resto abrimos la mesa del jardín y sacamos algunas sillas para comer en el exterior. Ayudamos a Carla a sacar todo lo necesario y disfrutamos de una maravillosa comida entre risas, provocaciones y vaciles.
Tras recoger la mesa, Carlos, Paola y yo decidimos que la piscina había acabado para nosotros y por este motivo nos fuimos turnando para ducharnos en la ducha del lavabo para quitarnos el cloro del cuerpo. Primero acudió Carlos, después yo y por último Paola. Tras la ducha, Carlos y yo nos tumbamos en las hamacas para ver como se bañaban en la piscina mi novia y Luis. JJ (Jorge y Juan), veían un partido en la tele, en el salón de mi casa, sin dejar de asaltar mi nevera en busca de cervezas.
-Menuda mina hemos descubierto... Espero que el pardillo de Luis no la deje escapar. -dijo Carlos.
-Tú no te cortes. Yo tampoco lo haré si consigo que Carla me dé permiso.
-Me parece muy raro que te de carta blanca...
-A mi no... Estoy seguro que trama algo o se está guardando una petición a la que no podré negarme.
-Suerte, tío.
Carla y Luis se acercaron a nuestra posición y mi novia parecía sacada de una película de James Bond. Su espectacular cuerpo mojado con sus espectaculares curvas lucía de escándalo con dos pequeñas prendas que no dejaban nada a la imaginación. Sus tetas se movían con el habitual contoneo de unos pechos grandes y naturales. Volví a recordar la suerte que tenía por poder disfrutar de su físico y tenía claro que si me pedía total y absoluta monogamia yo iba a aceptar sin ningún pero.
-¿Qué es lo que se escucha? -preguntó Luis orientando su oído al interior de la casa.
-¿Es un gato? -dudó Carla.
-Mas bien parece un perro ladrando. -aporté yo.
-¿Qué pasa? ¿Tienes un puto zoo en tu casa y no nos hemos enterado? -finalizó Carlos.
Los 4 seguimos el rastro sonoro y descubrimos que el ruido venía tras la puerta que conectaba el garaje con el interior de la casa. La abrió Luis y los 4 nos asomamos a la vez. Allí estaban Juan, Jorge y Paola. Los 3 formaban el mismo sandwich que se había producido en la piscina pero con diferentes protagonistas varones. Juan le estaba dando por detrás, Jorge le estaba reventando el coño y Paola estaba votando suspendida en el aire entre los dos. El animal resultó ser Paola que no podía evitar chillar como una perra.
Al vernos se pararon los 3 de golpe pero “JJ” no sacaron sus miembros de ella.
-No me jodas... Cariño... -dijo Paola.
Luis se fue veloz a cambiarse con intención de irse y no seguir aguantando aquella humillación.
-Seguid, no paréis... Quiero que me destrocéis por dentro. -pidió Paola a sus dos nuevos amantes.
Así lo hicieron. Aquello fue la humillación máxima: Paola no fue tras Luis para disculparse o para tratar de razonar con él sino que prefería seguir con el placer desbordado que le estaban dando esas dos torres. Carla decidió darles privacidad cerrando la puerta y en cuestión de segundos Luis cogió la puerta de salida sin decir palabra.
Los gritos se intensificaban y al poco rato salieron los tres. Jorge y Juan se dieron una ducha y nos quedamos los 4 restantes en el pasillo.
-No sé que decir. -dijo avergonzada Paola.
-No podrás decir que no ha sido un placer, eh... En realidad han sido unos cuantos, eh pillina. -dijo Carlos dándole con el codo.
-Parece ser que esto es un adiós. -dijo ella.
-No, ni de coña. Tú vas a seguir viniendo a nuestras quedadas, hemos hecho un buen fichaje contigo.
-¿Significa eso que soy una más en vuestro grupo?
-No, no te equivoques. Tu no serás miembro del grupo, serás la putita del grupo. Créeme que te va a gustar mas así. Ya verás cuando conozcas al resto. -le informó Carlos.
-¿Es que quedan más por conocer?
-Joder, y tanto, solo has conocido a la mitad. -acabó Carlos mientras se la llevaba cogiéndola de un hombro.
Nos habíamos quedado solos Carla y yo:
-Sabes que esto te costará caro, ¿verdad? -me advirtió Carla.
-Me lo temía... ¿Que te ronda por la cabeza?
- Pienso follarme a tu padre .
Continuará...