La pandemia hace extrañas amistades.
Empecé a hablar con una amiga con motivo del confinamiento. Eran tiempos duros para quienes vivíamos solos por lo que el acercarnos los solteros son cosas naturales
Llevábamos unos días con el run run del confinamiento, el contagio del coronavirus se estaba yendo de madre y los mensajes de amigos médicos indicaban que la famosa enfermedad china no era una broma y que las unidades de cuidados intensivos estaban llenos en todos los hospitales de Madrid.
Era cuestión de tiempo que el presidente del gobierno comunicase al país que empezábamos un confinamiento que después de los primeros 15 días nos dime cuenta que la cosa iba para largo.
A Sara la conocí un par de años antes en una fiesta de disfraces en Plasencia a la que acudí con una amiga, bueno una follaamiga, que entonces me interesaba poco y que en el momento presente me interesaba incluso menos. El caso es que de aquel fin de semana en Plasencia lo que saque en limpio fue Sara. No es que iniciásemos una gran amistad entonces pero si me la empecé a encontrar fin de semana si y fin de semana también. Alguna noche nos la pasamos de cháchara, incluso alguna noche la llevé a su casa e incluso alguna de estas noches tuvimos ese tipo de tensión sexual nunca solucionada en la que nos quedamos los dos con dudas sobre si subía o no subía a su casa. Los dos sabíamos que si subía me la follaba, pero unos días por H y otros por B al final nunca me folle a la moza.
Llevaba 15 días a pan y agua, me masturbaba a diario, pero no era lo mismo a lo que estaba acostumbrado. La mayoría de mis follaamigas no solo estaban confinadas pero la gran mayoría estaba ennoviadas y encerradas con su parejas, por lo que me lo tomé con calma.
Sara apareció haciendo un comentario muy de derechas en Facebook. La verdad es que me daba bastante igual sus ideas pero su comentario me dio pie para hacerle un comentario por el DM de FB y de ahí pasar al mail y del mail pasar a zoom.
Fue un poco a lo tonto, pero empezamos a hablar por zoom un rato, los siguientes días nos acompañábamos mientras cocinábamos y por último le dedicábamos cierto tiempo.
La verdad es que Sara tenía cosas, muchas, que no me hacía verme con ella como algo de futuro. Era, es, ultra facha y un poco entrada en kilos, por lo demás me caía genial y aunque fuese la cosa algo carnal, me la hubiera tirado cada vez que hablábamos.
Poco a poco y según avanzaban los días, pasamos del hola que tal a tajarnos a copas juntos y contarnos muchos detalles de nuestra vida sexual. Yo le conté que me encantaba atar a las mujeres mientras me las follaba, Sara me confesó que le encantaba estar a cuatro patas y que una polla la perforase el culo sin que nada más le tocase y notar como un trozo de carne iba abriendo sus carnes y haciéndola llegar a increíbles orgasmos. Me confesó que su fantasía sexual era que le arrancasen la ropa haciéndoselas trizas y se la follasen sin miramientos. Yo le comenté que me volvía loco ver correrse a una mujer al ser masturbada.
La verdad es que a lo tonto habíamos hablado un poco de todo, incluido de sexo, como suele pasar con dos solteros hablando con cierta continuidad. Sara me confesó sus gustos sexuales, cuanto tiempo llevaba sin follar. Yo le conté lo mismo, le confesé lo que me gustaba hacer entra las sabanas y el tiempo que llevaba sin follar en mi caso.
Cuando el presidente de nuestro gobierno alargó el confinamiento obligatoriamente 2 semanas más decidí proponerle algo a Sara.
- ¿qué tal esta mañana?
- Hola, ¿qué tal estas?, yo bien.
- ¿qué tal se presenta tu día?
- Bien. ¿el tuyo?
- Fenomenal.
- Te quería proponer una cosa.
- A ver…
- No pareces muy convencía.
- No, perdona, en serio. ¿qué me querías decir?
- Bueno, a ver como te lo digo. Esto de confinamiento va para largo.
- Ya
- Bueno, el caso es que te quería proponer que te traslades a mi casa.
- ¿perdona?
- A ver Sara, estas sola, yo estoy solo, nos llevamos bien, y esto va para largo.
- A ver Antonio, sabes de sobra que si nos metemos en tu casa no será hoy, no será mañana, pero lo que es cierto es que acabaremos en la cama. ¿y después?
- Después nada
- ¿cómo que nada?
- Te vienes, nos hacemos compañía el uno al otro. ¿follaremos?, desde el primer día, pero será solo sexo, como si jugásemos al risk, pero en pelotas. Cuando acabe esto, cada uno a su casa y si estamos contento seguimos quedando de vez en cuando y nos encamamos.
- Tu estas loco, las cosas no son tan fáciles.
- Bueno, al menos piénsatelo
- No hay mucho que pensar
- Como veas.
Me puse un te, una tostada y vi un poco la tele, a la media hora, Sara volvió a escribir.
- ¿y tienes un habitación para mi?
- Si – le contesté minutos después
- Y ¿cómo llegaré allí?
- Mandate la ropa por mensajero y vente en taxi como si vinieses a una reunión de trabajo
- ¿pero como justifico el ir?
- Te mando un justificante
- ¿seguro?
- Mucho.
- ¿Llevo algo?
- ¿tienes juego de mesa?
- Si,
- Pues mete en las maletas esos juegos de mesas y tus juguetes sexuales.
- Yo de eso no tengo
- Sara, no me seas cursi, los tiene como cualquiera de tu edad. Tráelos.
Poco antes de que me pusiese a preparar la comida, sonó el telefonillo.
- ¿si?
- Soy Sara, ábreme - mi polla se puso como un mármol. No era que llevase semanas sin follar, era que me ponía muchísimo que la conservadora Sara se trasladaba conmigo simplemente por que quería ser follada.
Fui a mi habitación de un armario cogí una polla vibradora y la deje encima de la mesa.
Le abrí la puerta.
- Hola, decidí aceptar tu oferta. –dijo - las maletas llegarán mañana
Yo no dije nada, simplemente le quite la chaqueta que llevaba le di la vuelta, la apoyé con su pecho contra la comedor del comedor, rasgué su vestido, le arranqué las bragas rompiéndolas y le desabroché el sujetador.
Empecé a masturbarla mientras ella gemía cada vez más alto, cogí con mi mano libre el vibrador y se lo clavé en ese recién depilado coño que abierto no solo se ofrecía sino que clamaba a gritos ser penetrado. Metí mi pulgar en su ano, ella dio un respingo, yo empecé a meterlo y sacarlo, poco a poco me fui haciendo sitio en ese desacostumbrado esfínter y poco a poco fueron entrando mis dedos. Le clavé mi polla en su ano y como ella había dejado caer unos días antes me la follé analmente sin tocar su cuerpo sin otra cosa que mi polla. Sara estalló en una serie de orgasmos a gritos y que no pararon hasta que me corrí en sus entrañas.
Sara se quedó mirada en la mesa con la respiración entrecortada. Se tomó dos minutos antes de darse la vuelta
- joder, ¿y va a ser todo así?
- Vete preparándote – le dije sonriendo.
- Además cabrón te has cargado el único vestido que tengo. ¿qué pretendes que me pase todo el día desnuda hasta recibir mis maletas?
- Si
Y efectivamente además de ser repetidamente folláda durante las siguientes horas, pasó en pelotas el resto del día.
Me follé a Sara en todas las posturas, formas, con toda clase de objetos,. Logré sacar de ella su parte sumisa, su parte animal, su parte deseosa de correrse sin parar. Con le paso del tiempo me hubiera gustado saber la cantidad de litros de lefa que le hice tragar, la golfa de ella escupió mi primera corría, no se repetiría. La noche antes de el levantamiento del confinamiento Sara perdió la conciencia a base de pollazos, fue una de mis mejores noches.
Salió de casa tres meses después de entrar en ella. Volvimos a quedar, incluso llegamos a salir a cenar y con amigos, un día le mandé el whatsapp que solía mandarle cuando quería montar y seis meses después de haberla sodomizado por primera vez y me contestó una respuesta nunca recibida.
- quiero ponerte a cuatro caras y darte.
- Antonio, te tenía que llamar. Bueno, creo que debemos de dejar de vernos. Me apetecería un montón, pero estoy saliendo con alguien y no debo.
Tuve el buen gusto de no insistir. Ahora esta la duda, ¿me la volveré a follár? O llegará a buen puerto su relación… veremos.