La pajera (3)

Susana empieza el negocio en casa de Anselmo

La madre de Susana le preguntó que de donde venía tan tarde. Le contestó que de dar un 'voltio' con las amigas.

-Pues llamó Juanita preguntando por ti

Susana se puso blanca, pero enseguida contestó.

-No salí con el grupo de Juanita.

-¿No estarás con otro golfo como ese Paco, no?

-No mami.

-Más te vale, jovencita. A ver si encuentras a un muchacho decente.

Se fue a su cuarto y cerró la puerta.

Sonó su móvil. Era un mensaje de Anselmo.

"Mañana. Hora de siempre. Dos cli"

Mañana, a la hora de siempre, dos clientes. El negocio marchaba.

Por la noche, en la cama, Susana pensaba, acurrucada. El día siguiente iba a ser un gran día. El inicio de su 'carrera' y su inicio como mujer. Estaba decidida a que Anselmo fuera su primer hombre. Era, sin duda, el adecuado. Cariñoso, amable, y la hacía estremecer de placer.

Al día siguiente fue a la farmacia a comprar condones. Aunque no era una chica vergonzosa, fue a una farmacia de otro barrio. No quería que le llegase a su madre ningún chisme. El día lo pasó muy nerviosa. Apenas pudo comer.

-Mami, esta tarde voy con unas amigas al centro. A lo mejor vengo un poco más tarde de lo habitual.

-Vale. Pero no muy tarde, eh?

-No mami.

Quince minutos antes de la hora, se fue. Bajó las escaleras y tocó en la puerta de Anselmo. El abrió la puerta y ella entró.

-Hola Anselmo.

-Hola Susana.

Pasaron al salón.

-Susana...aún estás a tiempo de parar todo esto.

-No quiero pararlo. Nada de lo que va a pasar aquí.

-Bueno, como quieras.

-¿Uno de los clientes es Julio, verdad?

-Sí.

-Jeje, sabía que repetiría.

-El otro es un amigo suyo. Pero se lo ha contado a más.

-Bien. Espero no tener que pedirte que me eches una mano! jajajajaja

Los dos rieron. Anselmo la miraba. Tan linda. Su risa era contagiosa.

Al poco sonó el timbre. Anselmo fue a abrir. Eran Julio y su amigo, Pedro. Los hizo pasar al salón en donde Susana los esperaba sentada en el sofá.

-Hola Julio.

-Hola preciosa. ¿Ves? Te dije que era preciosa, Pedro - dijo Julio mirando al nuevo.

-Hola -saludó Susana

-Ho..hola..

El hombre estaba un poco cortado, cohibido. Anselmo habló.

-Bueno, ya sabéis las reglas. Nada de tocar a la chica. Sólo ella puede tocar.

-Así es. Bueno, sólo hay un pequeño cambio. - dijo Susana - La paja normal son 15 euros. Paja con corrida en mis tetas, 20 euros. Y...paja con mis tetas, 30 euros.

Anselmo la miró, asombrado. No le había dicho nada de eso. Susana se limitó a sonreírle y guiñarle un ojo.

Pedro, rojo como un tomate, preguntó.

-¿Y paja con corrida en tu cara?

Ahora la asombrada fue Susana. No había pensado en eso. No estaba en el menú. Echó cuentas.

-Pues, paja con corrida en mi cara, 40 euros.

Anselmo no salía de su asombro. Aquella chiquilla era terrible.

-¿Y bien? ¿Qué desean los señores?

-Yo con una de 20 me conformo - dijo Julio.

-Tú me imagino con con una de 40, ¿No?

-Sí.

-¿Quién quiere ser el primero?

-Yo, dijo Julio.

Julio se acercó a Anselmo.

-¿Hay que pagarte a ti, no?

-Sí.

Le dio los 20 euros. Fue como cortar la cinta en una inauguración. Ya era, oficialmente, el chulo de Susana.

Delante de aquellos tres maduros hombres, Susana de empezó, lentamente, a desabrochar la camisa. La polla de Julio se empezó a notar bajo el pantalón. La camisa cayó al suelo, seguida de el sujetador.

-Wow, Susana. Vaya par de tetitas más lindas que tienes - dijo Julio.

-¿Cómo quieres ponerte?¿De pie o sentado?

-Así mismo. No voy a aguantar mucho.

Se acercó al hombre y puso su mano sobre el bulto. Acarició la palpitante polla y luego bajó la bragueta. Introdujo la mano y la sacó, acariciándola suavemente. Se metió en su nuevo papel.

-¿Así que te quieres correr en mis tetitas, eh?

-Sí, preciosa. Quiero dejártelas bien llenas.

Pedro y Anselmo lo observaban todo. Vieron como Susana se arrodilló delante de Julio y le hacía una lenta y muy sensual paja, mirándolo a los ojos. Sus bellas tetas a escasos centímetros de la cabeza de la dura polla del hombre.

Julio no mintió y no aguantó tanto placer y morbo y se corrió entre gemidos de placer. Susana dirigía los chorros, repartiéndolos entre sus dos pechos. Se miraba, excitada. Sentía los golpes cálidos del semen de Julio.

De la polla quedó un último hilillo de semen. Susana se acercó más y pasó la punta de la polla por una de sus tetas, recogiéndolo todo.

-Listo, caballero. ¿Le ha gustado?

-Uf, ya lo creo preciosa. Ya lo creo.

Susana miró a Pedro.

-Bueno, creo que te toca.

Pedro ya tenía la polla dura, abultando el pantalón.

-Yo...prefiero hacerlo a solas.

Susana miró a Anselmo. Éste le hizo una señal, indicándole con la mirada su cuarto. Ella lo entendió y se levantó. Anselmo cogió los 40 euros que Pedro le dio.

-Sígueme.

Mientras Pedro y Susana se metían el el dormitorio de Anselmo, Julio se guardó la morcillona polla y se sentó a esperar.

-Joder, Anselmo. Vaya pajote más bueno. Esa chavala está buenísima. ¡ Qué tetas ! ¿Qué tal folla?

-No lo sé.

-¿Te crees que soy bobo?

-Te digo la verdad. No me he acostado con ella.

-Pues entonces el bobo eres tú. Yo pagaría lo que fuera por un buen polvo con ella.

Susana cerró la puerta tras de sí. Pedro estaba callado. Se miraron el uno al otro. Ella se dio cuenta de que le miraba las tetas, aún con la corrida de Julio sobre ellas.

-¿Quieres que me limpie?

-Sí, por favor

Entró al baño interior del dormitorio y se limpió. Al pasarse la toalla húmeda por las tetas se rozó los duros pezones. Sintió placer. Su coño estaba muy mojado. El hombre que la esperaba al otro lado de la puerta, un desconocido, se iba a correr en su cara. Por primera vez en su vida un hombre se correría sobre su cara. La idea le producía extrañas sensaciones. Repulsa, por una parte. Pero también deseo, morbo.

Se dijo que sólo era por dinero. Dinero fácil. Sólo tenía que dejar que le llenara la cara y luego limpiarse. No quedaría ni rastro. Ella seguiría siendo la misa, pero 40 euros más rica.

Volvió a la habitación. Pedro seguía igual, de pie, esperándola.

-¿Así que te quieres correr en mi carita, eh? Eres un pervertidillo.

-Yo....lo siento..perdona.

Pedro se dio la vuelta con la intención de marcharse.

-Espera, espera. Lo siento - dijo Susana, acercándose al hombre - No te vayas.

-No tenía que haber venido. Pero Julio me convenció.

-¿Es que no te gusto?

Pedro la miró. Sus ojos estaban aguados. Ese hombre estaba a punto de llorar.

-No sé que hago aquí. Mi hija debe de tener tu edad.

-Pero yo no soy tu hija.

Pedro se derrumbó y se sentó en la cama, con lágrimas cayendo por sus mejillas. Susana no supo que hacer. Se tapó y se sentó a su lado.

-¿Qué te pasa?

Pedro le contó que se había separado recientemente de su mujer. Que había tenido que irse de su casa. Que casi no veía a su hija.

Susana no supo por qué, pero acabó abrazada a aquel hombre y consolándolo. Oyó un golpe en la puerta

-¿Todo bien? - era la voz de Anselmo

-Sí, todo bien. Ahora salimos.

Pedro se calmó poco a poco.

-Gracias. Te debo parecer un estúpido.

-No me lo pareces. Sólo me pareces un hombre que está pasando un mal momento. Te devolveré el dinero.

-No, no. No quiero que ellos sepan que no he podido.

-Ummmm pues me parece mal coger un dinero por un trabajo que no he hecho.

-No me importa. Me has ayudado a desahogarme un poco.

Susana llevó su mano a la bragueta de Pedro y empezó a acariciarlo. La polla estaba floja.

-¿De verdad que no quieres correrte en mi cara? Serías el primero que lo hace.

-No sé si..podré.

-Ya veremos.

Bajó la bragueta y sacó la flácida polla. Intentó ponerla dura, pero aquello no se levantaba. Se quitó la prenda que tapaba sus tetas, cogió una mano de Pedro y la llevó hacia ellas. Él se sorprendió.

-Creí que no se podía tocar.

-Yo decido quien toca y quien no. Acaríciame.

Pedro abarcó sus mano uno de los pechos y lo acarició, con dulzura, con delicadeza, como Anselmo. Susana notó con alegría como polla empezaba a creer en su mano. Al poco tiempo, estaba completamente dura. La pajeó despacito.

-Parece que tu polla si que quiere correrse en mi cara.

-También para mí será la primera vez.

-¿Cómo te gustaría que me pusiese? Arrodillada, en la cama...

-En la cama, por favor.

Susana se acostó en la cama de Anselmo, justo al borde. Pedro se acercó a ese lado de la cama y se arrodilló un lado. La polla quedó muy cerca de la cara de Susana. Ella la cogió con la mano y empezó la paja. Miraba a Pedro y le sonreía.

Él miraba como aquella preciosa mujer los masturbaba a escasos centímetros de su bello rostro. Por fin iba a poder cumplir una de sus mayores fantasías sexuales. E iba a ser con aquella chiquilla.

De la punta de la excitada polla salió una gotita de líquido transparente. Susana la recogió en el dedo pulgar y la extendió por el glande. Pedro gemía de placer.

-Me voy a correr.

-Ummmm eso es. Lléname la carita con tu leche...Córrete en mi cara.

Susana sintió como la polla se tensaba y cerró los ojos. Potentes chorros espesos le quemaron la cara. El semen de Pedro le caía desde la frente hasta la barbilla. Aquel hombre hacía días que no se corría.

Uno de los chorro le había caído sobre un párpado. Pedro con sus dedos se lo limpió. Susana abrió los ojos. Sentía en la cara el calor y la humedad de semen de Pedro.

-Gracias. Ha sido...maravilloso. Muchas gracias

-Bueno, es un sensación rara, la verdad, pero...me gusta.

Anselmo se estaba impacientando y volvió a tocar.

-Será mejor que me vaya.

-Puedes venir cuando quieres. Estaré encantada de que te corras en mi cara.

-Gracias otra vez.

Pedro se arregló y salió del dormitorio. Oyó como los tres hombres hablaban.

-¿Qué? ¿No se te ponía dura? - preguntó sarcásticamente Julio.

-Calla.

-¿Todo bien? - preguntó Anselmo.

-Sí...sí. Todo bien.

-Julio, vámonos ya.

-¿Pero que prisas tienes? A lo mejor le pido a esa putita otro pajote.

Anselmo se encendió.

-Ya se acabó por hoy, Julio. Venga, largo.

-Está bien, está bien. Ya nos vamos.

Los acompañó a la puerta y los despidió. Después se dirigió con rapidez a su cuarto. Allí encontró a su Susana sobre su cama, con el torso desnudo. Su cara cubierta de semen. Ella lo miró, sonriendo.

-¿Estoy guapa?

-Será mejor que te limpies.

-Anselmo...estoy cachonda...Hazme una pajita, por favor.

-Así no.

-¿Así como?

-Con la leche de otro hombre sobre ti.

-Vale, me daré una duchita.

Se desnudó del todo delante del él y se va al baño. Anselmo escucha el agua correr. Al poco, Susana vuelve, risueña.

-Ya no tengo leche de nadie sobre mi.

Se acostó nuevamente en la cama y miró a Anselmo.

-Desnúdate y ven aquí a mi lado.

Susana miró como Anselmo se desnudaba. Su cuerpo no era escultural. No era ningún jovencito de marcados abdominales. Pero iba a ser su primer amante. Su primer hombre.

Cuando estuvo con ella en la cama, Susana se acercó y lo besó. Él le devolvió el beso. Sus cuerpos se pegaron y Susana sintió en su barriga la dura polla de Anselmo. La cogió con su mano y le empezó a acariciar.

-Anselmo...¿Me deseas?

-Con todo mi ser, Susana.

-¿Quieres hacerme el amor? ¿Quieres ser mi primer hombre?

Él la miró. Aquella preciosa criatura le estaba pidiendo que la hiciera mujer. Que fuera su primer hombre. Era lo más bonito que nunca nadie le había pedido. Su corazón latía con fuerza.

-Oh, Susana..¿Lo dices en serio?

-Totalmente. Eres el hombre más cariñoso que conozco. Quiero que tú seas el primero.

Se fundieron en un nuevo beso. Se acariciaron. La mano de Susana subía y bajaba a lo largo de la dura polla de Anselmo. Los dedos de Anselmo recorría las mojada rajita de Susana.

-Vengo preparada, jeje

Buscó en su falda, en el suelo. De un bolsillo sacó un preservativo y se lo dio a Anselmo

-Pues sí. Ya tenías esto en mente.

-Sí...

Ella miró como Anselmo rompía el paquete y sacaba el enrollado preservativo. Miró con atención como se lo enrollaba a lo largo de la polla.

-Hacía mucho tiempo que no me ponía un condón. Pero es como montar en bici, parece.

Cuando la polla estuvo enfundada, Susana no pudo resistirse a tocarla.

-Ummm, casi parece que no lleves nada.

Anselmo iba a preguntarle si estaba segura de todo aquello, pero no lo hizo. Temía que ella se arrepintiera. La deseaba. Tenía que hacerla suya.

Susana no se iba a arrepentir. Estaba muy segura.

Anselmo se subió sobre ella, se echó sobre ella. La engomada polla quedó sobre el pubis de Susana. La besó, con pasión. Sus labios,sus mejillas, su cuello.

Ella gemía de placer. Estaba muy excitada. La polla dura se apretaba contra su monte de Venus, pero la quería dentro.

-Anselmo..por favor..fóllame ya...fóllame.

Con ayuda de una mano, Anselmo guió su dura polla a la entrada de la cerrada vagina de la muchacha. Mirándola a los ojos, empezó a penetrarla.

Susana entornó los ojos de placer. Sentía como la polla entraba en ella, separando las paredes de su coñito hasta que llegó a la membrana que atestiguaba su virginidad. De un empujón, Anselmo la rompió y la hizo mujer. Los ojos de Susana se cerraron. Sintió un agudo dolor, pero momentáneo.

Él la siguió penetrando hasta entrar todo en ella. Susana abrió los ojos lentamente y lo miró. Ambos sonrieron. Se besaron.

Anselmo comenzó a moverse, despacito. Susana sentía un gran placer. Se notaba completamente llena. Sentía la polla entrar y salir de ella.

-Aggg que rico..Anselmo...Ummmmmm más...así...más

Se movió más deprisa. La penetración se hizo más vigorosa. Y el placer de Susana aumentaba y aumentaba hasta que su cuerpo no lo resistió y fue atravesado por un placer tal que creyó morir. Todo quedó negro. Todo su cuerpo tenso. No podía respirar. Diez largos segundos de intenso placer.

Cuando su orgasmo acabó y el aire volvió a sus pulmones, al fin pudo gemir. Apretó su boca contra el hombro del hombre que seguía follándola para que su grito se ahogara. Su coño sufría agradables espasmos. La polla seguía entrando y saliendo de ella, follándola sin descanso.

Al los pocos segundos un segundo orgasmo la volvió a atravesar, más fuerte que el anterior. El tercero y definitivo estalló en ella cuando oyó a Anselmo gemir, temblar sobre ella y sentir una invasión de calor en el fondo de su coño. Anselmo se estaba corriendo con ella.

A la media hora, aún seguían desnudos sobre la cama, abrazados.

-Ha sido maravilloso, Anselmo. Gracias

-Gracias a ti. Me haces volver a vivir.

-Es tarde. Me voy ya. ¿Me avisarás cuando haya más clientes?

-¿Quieres seguir con esto?

-Claro que quiero. Me encanta hacer pajas, Y encima me saco un dinerillo fácil Hoy 60 euracos. La mitad es tuya.

-No quiero ese dinero.

-¿Por qué no? Tú pones la casa y conciertas las citas.

-No lo quiero.

-Bueno...jajajaja. Te pagaré en carne.

-¿Acostarte conmigo ha sido un pago?

-No tonto. Acostarme contigo ha sido por deseo. Lo tenía planeado. Te elegí como el primero. Y he elegido bien.

Anselmo la miró. Qué bellos ojos tenía esa chiquilla.

-Antes, cuando estaba con Pedro y le hacía la paja, pensaba que dentro de poco estaría contigo. Que me...follarías. Estaba muy cachonda. Su polla estaba muy cerca de mi cara, de mi boca.

La mano de Susana bajó lentamente hacia a flácida polla de Anselmo. La empezó a acariciar mientras seguía hablando.

-Mi mano acariciaba aquella dura polla. Y yo pensaba en que sentiría al tenerla en la boca. En qué sentiría al chuparle la polla. Mi coño echaba fuego. Si él me lo hubiese pedido, le hubiese chupado la polla, Anselmo. Nunca lo he hecho, y lo deseo. Deseo sentir en mi boca una polla bien dura, entrando, saliendo. Y que se corra dentro. Y tragarme toda la leche calentita.

La polla de Anselmo estaba otra vez dura. Las palabras y las caricias de Susana lo habían vuelto a excitar.

-Ummmm que dura tienes otra vez la polla. Has sido el primero en follarme. ¿Quieres ser el primero en correrse en mi boca? ¿Quieres ser el primer al que le haga una mamada?

No lo dejó contestar. Lo besó sin dejar de tocarle la polla. Después empezó a bajar, besando su piel mientras se acercaba cada vez más a su polla. Anselmo gemía de placer con los ojos cerrados, sintiendo como aquellos cálidos labios se acercaban cada vez más, hasta que algo húmedo lamió la punta de su polla. Era la lengua de Susana.

No podía permanecer con los ojos cerrados. Tenía que verla. Se incorporó y se apoyó en los codos. Entre sus piernas, Susana pasaba su lengua en círculos alrededor de su glande. Después se metió la punta en la boca y empezó su primera mamada.

-¿Lo hago bien?

-Muy bien...ahhhhh...hazlo también...con la mano.

Usando la boca y la mano, llevó rápidamente a Anselmo al orgasmo. Ella notó que llegaba y se preparó. Aún así, el primer chorro de semen la cogió por sorpresa y casi la hace atragantar, pero consiguió sobreponerse. Los siguientes los recogió y cuando ya no salía más, empezó a tragar, poco a poco. Anselmo gemía de inmenso placer, oyendo como Susana tragaba su esencia.

La miró. Ella lo miró, con la polla aún dentro de la boca. Le sonrió. Luego, lentamente, se la sacó de la boca.

-¿A cuánto crees que podríamos cobrar las mamadas?