La paja

Me gusta verla y tocarla, sentir como al calor de mis manos se va llenando todita de sangre...

La paja

Hoy me he vuelto a medir la pija, creo que me ha crecido dos centímetros, pronto la tendré como el Negro, aunque la mía es más bonita. Me gusta verla y tocarla, sentir como al calor de mis manos se va llenando todita de sangre.... como poco a poco se va poniendo dura, sentir cuanto palpita y se alborota como si quisiera salir de mi mano brincando como resorte. Juego con ella, bajo lentamente la piel que cubre su cabeza y veo que se va poniendo brillosa y reflejante como los pisos que friega mi ma todos los días. Ahora ella no está porque salió al mercado, no le gusta dejarme solo, pero no le queda otra, tengo que cuidar a la abuela que está enferma y apenas puede moverse. Está media dormida y yo aprovecho para jugarme el pirulí así quedito y sin hacer ruido. Ya esta tan dura como un pequeño tronco con la diferencia que tiene muchas venas y está muy caliente.

El Negro me enseñó a hacérmela crecer la otra vez que mi ma me llevó con la tía porque festejaban el cumple del Pepe que aunque tiene mi edad aun no le salen pelos ni en los sobacos ni en el pubis, lo digo porque esa ocasión fui al baño de su recámara y estaba la puerta abierta y pues el Pepe estaba ahí... Entré porque muchas veces hemos orinado juntos en la escuela. Mientras me sacaba el pájaro miré como el Pepe no tiene pelos y además lo tiene todo escondido y como del tamaño de un dedo, parece una tripa. Yo creo que le dio pena que lo viera porque luego luego cortó su pis y se salió del baño sin decirme nada. Yo no hice caso y saque mi cosa que empezaba a crecer, eso me pasa últimamente, cada rato se me quiere poner dura. Acabé de orinar y sentí que me miraban, volteé y ahí estaba el Negro, llegó despacio sin hacer ruido y que me pesca acariciándomela. El me dijo –que pasa bato, ya te la jalas tan pronto?- yo me quedé sin saber que decir, sin cerrar la bragueta me quedé como tonto y me puse rojo. El se rió y cerró la puerta, se puso a orinar y me preguntó si sabía pajearme. Yo le dije que no y el dijo que me iba a enseñar. El Negro es mayor que yo, tiene como 21 años, es hermano del Pepe quien me ha contado que ya se ha tirado a algunas tías. Al poquito tiempo se le empezó a poner dura a él y yo veía como subía y bajaba su mano por su pija que parecía a punto de reventar y su respiración se hacía más rápida, de repente resoplaba y hacía ruidos extraños. El nomás me miraba y se miraba, de pronto la cara se le puso roja, cerraba los ojos y respiraba mas intensamente, hacía ruidos extraños, como que quería gritar pero se aguantaba. Yo me asusté pero me quede como bobo viéndolo hasta que empezó a echar chorros y chorros de líquido espeso y blanco que ahora ya sé que se llama esperma aunque le decimos leche. Apretó mas su gran verga morena y mientras echaba chorros, yo no podía dejar de verlo, me impresionaba el tamaño y lo grueso que estaba y el modo en que escupía su pija en pequeñas pausas y además lo fuerte que salían para estrellarse en el excusado. Ahora que lo recuerdo me dan ganas de habérsela agarrado, así como a la mía, apretarla y hacerle una paja, pero en aquella ocasión no se me ocurrió nada de eso, y además yo no sabía lo de las pajas. Solo veía como gruñía y luego como se limpió con papel de baño mientras descansaba su cabeza sobre el brazo que apoyaba en la pared y luego me dio unas nalgadas, pero apretándome una de las nalgas. –Aprende primo y a lo mejor te dejo que me hagas una un día de estos- ....

La cosa es que desde entonces me pajeo, y muchas cosas me vienen a la cabeza, por ejemplo el recuerdo del Negro, su pija y sus huevos llenos de pelo negro y siento aquí adentro muy bonito, mi respiración también se agita y me dan fuertes sacudidas para arriba y para abajo. Siento como se me quiere salir la leche pero me detengo para calmarme un poco. Mi mano ya esta toda pegajosa por las gotas que han escurrido, me llevo la palma de la mano a la boca y pruebo. El sabor es salado y un poco pegajoso pero me sabe un poco raro ...

Escucho la voz de la abuela que le habla a mi ma. Todavía no quiero terminar pero debo apresurarme porque no tarda en gritarme a mí, es muy impaciente. No debe verme todo nervioso y agitado porque luego me regaña, debe sospechar lo que hago. Me dice que no piense ni haga cosas sucias, tal vez se imagina algo, pero yo no le hago caso, porque es muy rico y mi pito que crece y crece siempre quiere caricias y echar la leche.

Empiezo a darle duro, como quien dice empiezo a apretar el paso aunque lo que realmente aprieto es el pito y un poco mi culito, me da cosquillas cuando lo aprieto, que rico siento, tenso las piernas para detener los chorros, tengo la sensación de que recorren mi pito y que ya no los puedo detener. Acaricio con la otra mano mis huevos y los aprieto suavemente. Ya está más mojado y se resbala mucho de mis dedos que lo cubren totalmente, la cabeza tiembla, no aguanto mas.... aflojo los dedos y vuelvo a apretarlos. No lo puedo evitar y salen chorros y chorros de leche blanca, creo que esta vez fueron siete. Me pongo rojo de la cara y siento el descanso en el cuerpo aunque estoy todo temblorosos. Mi pija sigue dando brincos solo que ahora son como para recuperar la tranquilidad. Me limpio la cabeza y la mano en papel desechable, suavecito para que no se me irrite y recojo los últimos restos de liquido que aun escurre por los labios morados de la cabeza. Ya mi abuela me está gritando, respiro hondo tratando de recuperar la calma y voy lentamente a verla mientras se me ablanda el pájaro aunque siento que todavía respira y escurre un poco.

Todas las mañanas despierto con la pija bien tiesa y aunque duermo con pijama se me abulta mucho, lo bueno es que duermo solo y no me ve mi ma y es cuando aprovecho para agarrármela. Ya mi mano sabe lo que tiene que hacer y empieza lentamente a subir y bajar por ella. A apretar y aflojar hasta que suelta gotas de agüita pegajosa y salada que hace mas rica la paja porque el pito endurece mas y resbala por mi mano y lo puedo apretar más. He pensado que ahora que va a ser mi cumple le voy a decir al Negro que venga a mi recámara a ver mis trofeos del fut y cuando entre y cierre mi cuarto le diré que ya se como se hacen las pajas a ver si tengo la suerte de volver a ver como se acaricia y yo pueda acariciarlo, el dijo que me dejaría hacerle una paja. Nomás de pensar eso ya estoy a punto de echarlos, uff, ya debo pararle a esto pienso mientras mi mano se llena de liquido espeso y blanco y se escurre a mi pijama y a la sábana. Me recuesto unos minutos y prometo de nuevo ya no volver a jalármela, ni pensar más en el Negro. Solo espero que durante el día no se me endurezca tanto como ahora y ruego interiormente que el Negro venga a mi cumpleaños el sábado.

Pepelot 4

05-2006