La otra (II)

Hola, soy yo de nuevo, Sergio, el cabrón que le puso los cuernos a su novia con un bombón alemán en Ibiza. Ya estoy en casa, mi vuelo llegó ayer por la mañana y ahora mismo estoy frente al pc de casa. He leído los comentarios a mi primer relato La otra (I), y agradezco muchísimos los consejos, pero los acabo de leer y he llegado demasiado tarde, pues lo he confesado todo.

Hola, soy yo de nuevo, Sergio, el cabrón que le puso los cuernos a su novia con un bombón alemán en Ibiza. Ya estoy en casa, mi vuelo llegó ayer por la mañana y ahora mismo estoy frente al pc de casa. He leído los comentarios a mi primer relato La otra (I) , y agradezco muchísimos los consejos, pero los acabo de leer y he llegado demasiado tarde, pues lo he confesado todo. La verdad es que no me la merezco, es guapa, inteligente y encima tiene buen corazón.

Anoche le dije que viniera a casa, que tenía algo que contarle. Ella estaba un poco nerviosa por teléfono, me insistía en que le diera alguna pista de qué iba eso tan urgente que le tenía que decir. Y bueno, ya por la noche en casa, se lo confesé. No podía vocalizar, no sabía cómo decírselo, me temblaba la voz, lloré incluso. Se lo dije de la forma en que me lo había preparado durante el viaje de vuelta a casa.

-Mira Sara me ha pasado algo de lo que estoy muy avergonzado. Mira, no sé cómo decírtelo, es algo que me supera ahora mismo –fue algo extraño, nunca le había hablado de esa forma antes, e incluso ella supo que había pasado un suceso que para mí significaba mucho, que hiciera que me comportara como lo estaba haciendo en ese momento. Recuerdo que las palabras apenas podían articularse con sentido. Me vio llorar como nunca había hecho y ella reía de forma fingida para que no estuviese así. En sus ojos vi escrito que se esperaba lo que le iba a decir, o que pudiera decirle que no la quería o alguna noticia similar.

No podía decírselo. La abracé, llorando y ella me consoló como no creía que no haría tras confesárselo. Siempre creía que las tías tenían un sexto sentido para oler todo tipo de situaciones, y en ese momento comprendí que no estaba equivocado. Me dijo:

-¿Te has acostado con otra?

Le dije un simple sí. Yo creo que estaba pálido, la quería y estaba confesando lo que creía que nunca haría, pero era lo más sensato tal como había ocurrido. Le conté todo, cómo conocí a la chica y cómo nos grabaron en plena calle, follando. No creo que pueda relatar todo lo que le dije, la palabra no expresa el dolor y la angustia con la que lo hice. Sólo sé que en ese momento no dijimos nada, se hizo el silencio en casa. Yo seguía llorando con la mirada hundida en el suelo. Si no le repetí cien veces te quiero, no lo hice ninguna. Le expliqué que fue un simple calentón, que para nada sentía nada por ella. No hablé acerca del video más que la mención de que nos grabaron. No quise dar más importancia a esa anécdota, pues heriría la sensibilidad aún más de lo que podía hacer el dejar a un lado la infidelidad.

Ella estaba enfadada por dentro, lo sé, la cara que tenía no lo demostraba, pero no podría explicar que me perdonara así por las buenas. Ella demostró ser más madura que yo, se acercó a mi lado me beso en las mejillas, y me dijo que no me agobiara, que hasta ese momento no había comprendido el dolor que le causaban los cuernos, y me dijo que me quería mucho. Pero las palabras que no se me olvidarán nunca eran las que minutos más tarde.

-Chico, tú verás lo que haces con tu vida, yo te quiero. Tu camino, como el mío es sin duda descubrir su felicidad, haz lo que creas más conveniente. Si tu felicidad está en el sexo, pues no seas tonto y búscalo con otras chicas, con todas las que quieras, pero si tu felicidad soy yo, sólo quiero que esto no se vuelva a repetir, llámame anticuada, pero creo que tengo razones para pensarlo así.

Hasta aquí todo bien, demostraba, como digo, ser más madura de lo que pensaba hasta el momento. La verdad es que siempre estábamos de cachondeo, pero ese día fue muy diferente a los dos años que llevábamos. Me dijo que ella quizás no fuera tan fogosa en la cama como otras tías, pero que su historia la avalaba. Me confesó lo que cambió mi idea de ella, no para mal ni para bien, si no para conocerla realmente. Me dijo que cuando era joven se había enamorado de un chaval mayor que ella, en concreto 9 años mayor, y que este se había aprovechado en cierta forma de ella. Este cabrón, si puedo insultar yo a alguien, había engañado a mi novia de forma continuada, tenía su propia novia y se aprovechaba de mi novia. Me confesó como la llamaba “mi putita” y como le pedía constantemente que le comiera la polla.

Esa noche apenas cenamos nada. Nos quedamos dormidos uno frente al otro, yo con los ojos rojos y secos de tanto llorar, acariciando su cara, y mi novia con los ojos fijos en mi boca, le encantaba mi boca. A la mañana siguiente me desperté antes que ella y le preparé el desayuno, sí, suena muy pelota después de lo que hice pero era algo que siempre hacía cuando se quedaba a dormir en casa.

Mi sorpresa fue cuando estaba duchándome. Estaba dentro de la ducha, y oigo abrir la puerta, claro, era ella, se desnudaba para entrar a ducharse conmigo. La miré con todo el respeto que me infundía en esos momentos, y mientras acariciaba mi cara me dijo que lo olvidara todo, que la viera como siempre la había visto, que la tratara como siempre, que no cambiara nada. Eso me hizo sonreír, y ella sonrió también. A partir de ahora la historia deja de ser neurótica y comienza a convertirse en pornográfica.

Se arrodilló mientras el agua caía sobre nosotros y se metió mi dura polla en su boca, y comenzó a comerla despacio y luego más rápido. Ese polvo se convertiría en mi más preciado tesoro, no era simple sexo, era amor, me lo había demostrado con su perdón y yo sólo quería llorar de alegría. Me la comió como una posesa, esa imagen de mujer fría que antes invadía mi cabeza, se había disipado. Se me escapó un “te quiero” y ella sonreía mientras seguía comiéndomela. Se notaba que le gustaba y continuó así durante un par de minutos.

Luego se puso en pie, yo la puse de espaldas a mí, y me arrodillé. Abrió un poco las piernas y comencé a hacerle yo el favor ahora a ella. Se lo comí como nunca, qué placer, comer un coño en la ducha, mientras el agua te cae encima. Mientras lamía su coño, ella se masajeaba el ano y se metía un dedo, así que se lo besé y se lo comí. Le metí un dedo por el culo, y luego dos, pero todo eso muy despacio. Era la primera vez que le metía un dedo en el culo a mi novia. Se lo acariciaba, se lo besaba, pasé mi lengua por su ano como si fuera su coño. Me puse de pie, y aunque tenía la polla un poco apartada de nuestras acciones, la mantuve a cien, sólo de pensar que iba a follarla por el culo.

Sin condones y sin lubricante, improvisé con el gel (algo que no aconsejo, porque ahora mismo tengo una quemazón…) bueno, mientras me unté con gel la polla, mi novia se mordía tímidamente la punta del dedo, algo que me recordó a la chica alemana que había hecho la misma postura, por lo que me hizo sonreír nuevamente y besar su mejilla derecha, pero ya no por pensar en la alemana, sino porque tenía frente a mí a mi verdadero amor (sé que suena muy cutre, pero ahora mismo estoy así, dentro de semanas se me pasará), lo sabía desde ese momento, que envejecería con ella. Bueno, al lío, se la metí por el culo lentamente, y solo me preocupé de no hacerle nada de daño. Ya dentro, no hubo problema, entraba y salía con facilidad y follé su estrecho culo como nunca antes había hecho, me gustaba incluso más que por el coño. Me pidió que siguiera, que no parara, le gustaba mucho. Mientras se lo follaba, le azoté varias veces el culo. Más fuerte decía ella con voz jadeante, sigue… no pares, así… espera, no te corras…. Así seguí durante un buen rato, hasta que le dije que me iba a correr, en ese momento, se dio la vuelta y se arrodilló con la boca abierta. Yo le pregunté si estaba segura y ella me dijo que le diera leche, así de claro, nunca había sido tan explícita. Así lo hice, vacié toda mi polla sobre su boca, llenando también toda su cara, a lo que respondió con una risa de enamorada, que yo no merecía.

Esta tarde, me llegó un correo de una persona desconocida con el enlace del video colgado en internet... algo que ya hablaré. Lo he visto y bueno…creo que dará para otro relato. Estoy tranquilo, no digo nada, si se me reconoce o por qué. De nuevo, gracias por su atención en este breve relato y os animo a con sinceridad comentar los videos. Mil gracias a todos. Un abrazo.

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