La Otra Cara Del Rosario (Final)

Claudio lanzo un débil gemido al sentir un delicado ardor en su culo, junto a la leve presión que estaba realizando Antonio...los pies de Claudio se tensaban a momento por la excitación los gemidos a momento se transformaban en intentos de tomar grandes bocanadas de aire para abastecerse.

Claudio: el diacono me dio la carta del obispado

Antonio: veamos qué resolución tomaron

El jardín a esa altura del año estaba cubierto por las hojas secas y quebradizas de los enormes arboles que cubrían el pequeño lugar,  Antonio tomo la carta entre sus manos, quitando el sello de cera para descubrir su contenido, Claudio comenzó a pasearse por los pasillos del jardín mientras su amado leía el mensaje, llamándole la atención la escultura de un ángel  que estaba cubierta por enredaderas y maleza, cuando un abraso por la espalda y un beso en el cuello lo saco de su concentración.

Antonio: en los próximos días vendrá un cardenal para realizar una investigación

El joven no pronuncio palabra, continuo viendo fijamente aquel ángel con mirada triste y con sus alas entre sus manos, como si alguien lo hubiese despojado de ellas, mientras en su espalda reposaba una enorme espada.

Antonio: cuando llegue esa estatua me espanto, intente que la sacasen, pero uno de los diáconos me dijo que había sido traída de España por los primeros católicos de este pueblo

Claudio: su mirada, es triste…

Antonio: es una representación del arcángel Gabriel

Claudio: según he leído jamás perdió sus alas

Antonio: claro que no las perdió, es un simbolismo, es uno de los pocos arcángeles que no pasan su vida en el cielo, ser la justicia de dios en la tierra tiene sus sacrificios y una de ellas es permanecer gran tiempo en la tierra protegiéndonos ante los demonios

Claudio: crees que mi hermana y  Esteban tengan alas

Antonio: estoy seguro que dios perdono todos sus pecados terrenales y abrió sus puertas para que ellos ingresaran en el paraíso

Claudio: los extraño

Antonio tomo de los hombros al joven llevándolo contra su pecho, mientras varias lágrimas rodaban por sus mejillas, los recuerdo de los tiempos alegres junto a su hermana y amigo invadían su mente.

Antonio: no llores por los muertos, pues ellos ya descansan, por alguna razón nuestro señor no quiso que padecieran los tormentos mundanos

Claudio: ¿acaso nosotros si debemos padecerlos?

Antonio: aun nos falta algo por hacer aquí, ser felices juntos…

Claudio: hoy me encontré con Milena en el cementerio, me ha contado que mañana regresa al internado, tiene miedo

Antonio: el internado es el lugar más seguro junto con la parroquia en estos días

Claudio: pero me mencionado que…

El sonido de alguien aclarando su garganta exalto a la pareja separando sus manos a penas lo notaron, ambos voltearon a la entrada del jardín viendo la triste figura de Milena apoyada en unos de los pilares de la puerta

Antonio: hija mía, adelante, ven con nosotros

Milena: disculpen la interrupción, pero como Claudio le contaba, mañana regreso al internado y necesito confesarme

Claudio: con permiso, arreglare los inciensos para la última misa

(…)

Antonio: acompáñame al confesionario

Milena: la tarde esta bellísima, y siempre, desde que era una niña me tranquilizaba este jardín, padre, no le temo a dar la cara ante mis pecados

Antonio: entonces sentémonos en la banca… cuéntame tus pecados, que dios sabrá perdonarte

Milena: temo ser la culpable de la muerte de Esteban

Antonio: ¿Por qué te atormenta ese pensamiento?

Milena: hace meses, cuando el padre Celestino falleció, yo estaba siendo castigada por Sor Calvario en la laguna, me encomendó rezar toda la noche bajo la lluvia, junto a las aguas. En ese momento Esteban y Claudio intentaron sacarme de allí, pero los descubrió Sor Calvario. Esteban quiso defenderme, esa acción de él, de defenderme de tal forma me rondo la mente día y noche, hasta una tarde que me hablo en el cementerio, ahí me di cuenta de que quería pasar mi vida junto a él, pero Sor Calvario me mantenía vigilada, el día en que lo mataron esa mañana me entre a él, en cuerpo y alma padre, mi corazón es y será de él para siempre. Temo que ella nos viese en el rio y arremetiera contra Esteban padre.

Antonio: lamento no poder consolarte con mi respuesta hija, pero con los antecedentes de Sor Calvario no puedo dar nada por seguro.

Milena: temo regresar al internado, y que pueda dañarme

Antonio: Sor Piedad es la única que puede dar castigo a las alumnas

Milena: padre, hace semanas lo único que quería era morir y descansar junto a mi amado, pero ya no, quiero hacer justicia por su muerte, quiero ver pagar a quien se atrevió a quitarlo de mi vida

Antonio: tomare tu seguridad en mis manos, brindare tu bienestar a como dé lugar.

(…)

La oscuridad había caído en el pueblo, sumiéndolo en tinieblas, las antorchas de la plaza comenzaban a ser  encendida por los pobladores, las últimas carretas y carrozas hacían vibrar las empedradas calles, las puertas de la parroquia ya habían sido cerradas y los diáconos descansaban en sus habitaciones. En la penumbra de la noche la figura de Claudio salía de una de las locaciones para pasearse por el pasillo en dirección a la habitación del sacerdote, antes de entrar quito la túnica de su cuerpo dejando ver a la oscuridad toda su anatomía. La habitación estaba iluminada por tres velas para que el párroco lograse leer en su escritorio, Antonio al ver parado a su lado el desnudo cuerpo de Claudio, lo abraso por la cintura dejando su mejilla contra el vientre del joven.

Antonio se levanto del asiento lentamente quedando a la par que su amado, con una de sus manos extrajo el cuello de su túnica mientras que las manos de Claudio ayudaban a quitar el resto de la vestimenta, ya ambos completamente desnudos a la luz de la vela, comenzaron a rozarse con sus manos mientras un beso los unía, las manos de Claudio pasaban de acariciar el cuello de Antonio a recorrer toda su espalda hasta aquel culo firme. Antonio mirando fijamente a su amante lo llevo lentamente a las suaves sabanas de la cama, recostándose ambos mientras sus lenguas seguían danzando dentro de sus bocas, las manos de Antonio tocaban cada milímetro de la suave piel de Claudio, con sus manos coloco al joven en posición fetal rozando la cabeza de su verga por el culo de su acompañante causando que los gemidos aparecieran dentro de la habitación.

Claudio lanzo un débil gemido al sentir un delicado ardor en su culo, junto a la leve presión que estaba realizando Antonio para lograr que entrase todo su pene, los primeros movimientos fueron suaves y delicados para dar paso a que las manos de Antonio se aferraran firme a  las caderas de Claudio comenzando con embestidas frenéticas, los pies de Claudio se tensaban a momento por la excitación los gemidos a momento se transformaban en intentos de tomar grandes bocanadas de aire para abastecerse. Cuando las embestidas decayeron, el joven sin sacar el pene de Antonio de su interior se monto sobre el comenzando a mover su cadera en círculos y en sentadas bruscas, hasta sentir aquel liquido llenar sus entrañas.

(…)

Soledad: Sor Calvario, ¿que hace a estas horas en la capilla?

Calvario: la estaba esperando madre, quería consultar ciertos puntos que me he percatado en las últimas horas

Soledad: es hora del desayuno, así que diga lo que deba decir y marche a comer

Calvario: estuve buscando a los guardias, pero no encontré a ninguno, ¿les ha encomendado alguna tarea…?

Soledad: los guardias fueron expulsados del internado, es impropio tener hombres cerca de las niñas y de las religiosas, las tentaciones son enormes

Calvario: son hombres deformes madre, por ello estaban obligados a usar mascaras y cubrir sus cuerpos con túnicas y paños, quien podría tentarse con alguien así, los escogí personalmente para asegurarme de aquello.

Soledad: lo tengo claro hermana, pero por ningún momento pensé que en las niñas y religiosas fuesen las tentadas, son hombres y tienes la lujuria en sus mentes, son ellos los que podrían tentarse

Calvario: pero los guardias son esenciales madre…

Soledad: no se qué clase de culto santo piensa que es este lugar hermana, pero en ningún lugar encontrara hombres custodiando un lugar santo lleno de mujeres.

Calvario: pero madre si alguien…

Soledad: deténgase hermana, los guardias no eran necesarios, quien podría atentar contra este lugar, ahora vaya con el resto de las religiosas y coma.

Calvario: espero no se arrepienta de la decisión que está tomando…

La mujer salió a toda prisa ondeando su túnica al viento, cruzando los amplios jardines para llegar al comedor donde debían estar el resto de las hermanas y alumnas, cuando una escena la paralizo frente a la escala que daba el ingreso al ala principal del internado.

Sor Piedad caminaba junto a Claudio por la entrada principal hacia la religiosa, mientras reían a momentos

Piedad: Sor Calvario, ¿Qué hace aquí? Debería estar desayunando junto a las alumnas

Calvario: ¿Qué hace él aquí?

Claudio: buen día hermana

Piedad: en unos días un cardenal de la capital visitara el pueblo, en busca de malas prácticas, mientras tanto Claudio custodiara personalmente a la joven Echeñique por mandato del párroco.

Calvario: esto es indignante, expulsan a los guardias y le dan la entrada al mismísimo demonio

Piedad: ¡hermana! Detenga sus blasfemias en este mismo instante, Claudio es la mano derecha del párroco, guarde respeto

Calvario: claramente usted no tiene idea de la clase de jovencito que es este ni mucho menos del sacerdote, ambos son prostitutas de Satanás

Piedad: ¡ya basta! No quiero verme en la obligación de informarle sus acciones a la madre superiora

Claudio: lamento que mi persona la altere de tal forma hermana, o quizás mis ojos le recuerden la mirada de auxilio que le dio mi hermana la noche de su muerte

Sor Piedad paso su mano por la espalda del joven invitándolo a subir las escalas para ingresar finalmente al internado, dejando atrás a una paralizada Sor Calvario que gruñía entre dientes, Sor Piedad se detuvo un instante volteándose a mirar a la religiosa

Piedad: recuerde desayunar hermana, no vaya a descompensarse

Apenas escucho esas palabras Sor Calvario camino rauda en dirección al ala de los dormitorios, abandonando su destino principal, abrió de golpe la puerta de su alcoba cerrándola de igual forma, comenzó a dar patadas a su cama mientras no despegada sus ojos de un crucifijo que colgaba de la pared, se detuvo inclinándose para extraer  un alambre un púas metálicas, se sentó sobre su cama no sin antes tomar el crucifijo para colocarlo en el piso bajo ella, levanto su túnica para dejar sus muslos descubiertos, mordiendo su labio interior rodeo su muslo con el cable, presionándolo cada vez mas mientras comenzaba a brotarle sangre a causa de las púas, parte de la sangre recorría toda su pierna mientras que otra parte caía en forma de gotas sobre el crucifijo que se encontraba en el piso, la mujer llevo su cabeza hacia atrás con los ojos cerrados en dirección al cielo

Calvario: ¡dios! ¿Porque me has abandonado?

(…)

Los días transcurrían, bajo la atenta mirada de Sor Calvario en las tardes Claudio salía de sus aposentos para ir al jardín a sentarse junto a Milena bajo los altos arboles, mientras el resto de las alumnas paseaban por los alrededores

Milena: vi como mirabas al padre, es la misma mirada que tenía Esteban cuando me miraba a mí

Claudio: ¿Qué insinúas?

Milena: no los juzgo, quizás antes lo hubiese hecho, pero al sentir amor por Esteban, me di cuenta que no hay límites en ese sentimiento

Claudio: no se qué cosas te has imaginado pero estas equivocada…

Milena: estás en tu derecho de ocultarlo, debido a lo que significa, solo quiero decirte que aquí tienes una amiga, siempre tendrán mi apoyo

Claudio: debo volver a mis aposentos, te veré en el rezo de la noche

Milena: Claudio

Claudio: dime

Milena: gracias por estar aquí, gracias por acompañarme

Claudio: para eso estamos los amigos, para apoyarnos

A lo lejos un grupo de alumnas conversaba junto a Sor Piedad, apenas Milena vio desaparecer a Claudio, cerró su libro levantándose para dirigirse a conversar con el resto de las internas, cuando un jalón de brazo la detuvo, quedando frente a frente con Sor Calvario, a quien había evitado todos esos días desde su regreso

Calvario: qué manera de sorprenderme tienes

Milena: la madre superiora y el padre le prohibieron acercarse a mi hermana

Calvario: acaso quieres que obedezca a quien trajo a la prostituta del demonio a este lugar, pero claro, son iguales, tú y ese asqueroso abren sus piernas

Milena: ¡deténgase!

Calvario: debiste heredar  las costumbres de tu madre….

Milena: ¿acaso cree que no se? Acaso piensa que yo no sé que usted mato a Esteban, y apenas llegue el cardenal usted pagara por todas sus atrocidades

Calvario: yo soy la justicia de Cristo en la tierra

Milena: usted es una despechada, usted odia a toda mujer que sienta lo que es ser mujer, usted odia a toda aquella que levante el deseo en un hombre, porque sabe que usted se a marchitado bajo ese habito, odio el saber que perder sus días sin que ningún hombre la tomase con fuerzas…

Calvario: blasfema

Milena: un hombre que la bese con pasión, sentirse amada, usted no es más  que la cascara de un roble seco, usted morirá sola, ni dios la mirara, usted se secara en vida como las páginas de un libro viejo

La joven cayo al césped por la bofetada que le propicio la religiosa al escuchar las palabras que muy en el fondo herían todo su ser al saber que cada una de las palabras dichas por la chica rondaban hace años en su mente, las alumnas se agruparon alrededor de la escena, mientras corriendo Sor Piedad se abría paso

Piedad: ¿ha perdido el juicio? Se lo advertí hermana, yo soy la única que puede proporcionar castigo a las alumnas, usted es una simple custodia, ¡retírese!

Calvario: las cosas en este lugar están peor de lo que temí, tomare acciones para corregirlas a ¡todas!

Mientras ambas religiosas caminaban apresuradas al interior del internado, una de las alumnas se inclino al lado de Milena para ayudarla a ponerse de pie ante los murmullos de todas las chicas

Emilia: ¿estás bien?

Milena: eso creo, espero que con esto terminen de expulsar a esa bruja

(…)

Apenas las luces del internado se extinguieron por la alta hora de la noche, una pequeña luz se movía entre los pasillos, la puerta de la capilla se abrió entrando en ella la figura encapuchada junto con su antorcha, Sor Calvario tomo el recipiente del incienso volteándolo para desocuparlo, con ayuda de su túnica limpio el recipiente para verter un pequeño frasco con un liquido trasparente en él, la religiosa se cubrió la boca y nariz para salir del cuarto junto al recipiente, camino nuevamente por el pasillo para llegar a la puerta más lejana, la abrió con sumo cuidado, viendo la figura de Claudio iluminada por la luna mientras estaba en un profundo sueño. La mujer camino suavemente hasta dejar el recipiente a un costado de la cama, para después salir tal cual había entrado, como una sombra.

(…)

Soledad: ya voy

La anciana mujer termino de colocar su habito sobre su cabellera para abrir la puerta, encontrándose con la macabra cara de Sor Calvario iluminada por la luz de la antorcha

Soledad: ¿qué hace aquí? Debería estar dormida hermana,  al amanecer vendrá la carroza por usted para llevarla a la cabaña, mientras llegue el cardenal

Calvario: solo será un minuto madre

Soledad: entre rápido…

Calvario: madre si me lo permite quisiera que me acompañara al comedor

Soledad: como se le ocurre, a estas horas.

Calvario: se lo suplico, es mi última noche, solo quiero pasar estas horas a su lado

(…)

Milena se movía de un lado a otro por una terrible calor que sentía en todo su cuerpo, involuntariamente trago una enorme bocanada de aire, sintiendo como su garganta ardía, comenzó a toser sin parar, entre la oscuridad se levanto de la cama, viendo como un humo intenso se expandía por toda la habitación

Milena: ¡despierten!

Las alumnas pegaron un salto ante el grito de la joven, la cual abrió de golpe la puerta viendo como toda el ala de dormitorios ardía en fuego, todas se sobresaltaron comenzando a gritar, las religiosas llegaron corriendo en harapos para cubrir sus cuerpos, mientras ordenaban desalojar el lugar a todas las muchachas.

Milena: Sor Piedad ¡Claudio!

La joven se soltó del brazo de la mujer comenzado a correr entre las llamas, intentando llegar a la habitación del joven, las ventanas comenzaron a quebrarse sobre la chica que no dejaba de correr, el fuego se extendía por toda la techumbre, apenas Milena llego a la habitación sintió como Sor Piedad llegaba tras ella, sin esperas la joven abrió la puerta viendo como la cama y los alrededores ardían por completo

Milena: ¡Claudio!

Piedad: tranquilízate, debemos salir de aquí, este lugar se derrumbará, el no está aquí

Ambas corrieron nuevamente por el pasillo en dirección al jardín, sin importarles los vidrios que estaban regados por todo el lugar, apenas ambas llegaron al lugar se detuvieron al ver cómo eran embestidas por un carruaje que salía a toda prisa del internado, al ver aquello Sor Piedad tomo del brazo a Milena llevándola a la entrada del internado donde todas observaban atónitas como el carruaje derribaba todo a su paso, incluyendo las grandes puertas

Luisa: hermana, ¿Qué ha sido eso? ¿Quién ha robado ese carruaje, acaso la madre?

Piedad: no lo sé Sor Luisa, reúna a las niñas hay que sacarlas de aquí

Matilde: ¡Sor Piedad, no encuentro a la madre!

Una religiosa bajaba a toda prisa las grandes escalas para llegar al jardín reuniéndose ante las atormentadas alumnas mientras las religiosas intentaban mantener la calma, el resplandor de las llamas se hacía cada vez más intenso y amenazaba con extenderse por todo el internado

Matilde: la busque en su habitación y en la capilla pero no hay rastros de ella

Piedad: el comedor…

Las dos mujeres corrieron nuevamente a las escalas, seguridad por Milena que se zafó de una religiosa que la retenía, solo quería encontrar a Claudio, Sor piedad, corría a toda prisa por los pasillos iluminados por las intensas llamas que rodeaban el lugar, apenas llego a la puerta del comedor la abrió de un golpe

Piedad: ¡No! ¡Dios Mío No!

Milena paso a llevar a Sor Matilde para entrar tras Sor Piedad, viendo horrorizada a la madre superiora colgada de la enorme cruz que reposaba sobre una pared, y un montón de mesas apiladas bajo ella

Milena: ¡ayuda!

Las ventanas del comedor reventaron dejando entrar las llamas del exterior, iluminando la escena por completo, la madre superiora colgada de la cruz mientras su vientre mostraba una abertura desde la garganta hasta la pelvis, Sor Matilde tomo del brazo a la joven y a la otra religiosa para obligarlas a abandonar las dependencias que comenzaban a arder por completo.

Los lugareños de los alrededores, se agolpearon a la entrada del internado, ayudando a las alumnas y religiosas montar en los carruajes para ir en dirección a la plaza principal, donde la noticia del incendio se había hecho saber, todos los pobladores estaban reunidos rezando, mientras las carrozas se detenían para dejar bajar a las mujeres, Milena corrió entre las multitud que deseaban saber el estado de las alumnas, divisando a lo lejos la figura del párroco que salía de la parroquia.

Milena: se lo llevo

Antonio: ¿Qué dices?

Milena: Calvario mato a la madre superiora, incendio el internado, y se llevo a Claudio ¡estoy segura!

Antonio corrió a los carruajes mientras los padres de Milena corrían a donde estaba ella, nadie se percato por el tumulto que Antonio soltaba uno de los caballos del carruaje montándose en el en dirección al convento, cruzando el camino del bosque a todo galope escuchando un grito entre el viento de uno de los campesinos que había sobrepasado por la velocidad “la casa de los Fredes está en llamas también”

La túnica de Antonio ondulaba por el golpe con el viento al igual que se meneaba la crin del caballo negro que montaba, se desvió del camino principal para entrar en un camino casi invisible  por el césped que lo cubría, mientras más se acercaba, Antonio lograba ver a la distancia un resplandor rojizo que hacia contraste con la oscuridad de la noche, a su lado pero en sentido contrario vio una figura negra cabalgando a todo ritmo, por un segundo la mirada de Sor Calvario y el padre Antonio hicieron contacto, cortándose de inmediato, ambos continuaron cabalgando a sus destinos.

A penas vio el enorme fuego que cubría aquella maltrecha casa, Antonio bajo a toda prisa del caballo, tirando la puerta principal de una patada, cubrió su cara con parte de su túnica, entrando en aquel infierno que se había convertido aquel lugar, sobre una mesa atentada por las primeras llamas se encontraba el cuerpo inconsciente de Claudio, Antonio al acercarse se percato como las vigas de la techumbre comenzaban a ceder y caer por todos lados junto a una que otra teja, con dificultad tomo el cuerpo de Claudio por debajo de los brazos, y a rastras lo saco de la casa en llamas, lo alejo hacia el camino donde se escuchaban las primeras ruedas de carrozas que viajaban al lugar, Antonio se dejo caer colocando la cabeza de su amado en sus piernas mientras acariciaba su rostro.

Antonio: ya estás conmigo amor

Milena y sus padres en compañía de otros lugareños vieron la figura del sacerdote con el cuerpo de Claudio mientras a su espalda ardía la casa por completo en medio de la oscuridad de la noche.

(…)

El alba comenzaba a iluminar las fronteras de las montañas que rodeaban el valle, los primeros rayos del sol empezaban a calentar las aguas de un manantial rodeado por sauces y árboles frutales, la oscura y sucia túnica de Sor Calvario se veía a las orillas del manantial, la religiosa lavo sus manos en las cristalinas aguas mirando al cielo

Calvario: al fin logre tu cometido dios mío, todos los impuros ardieron y están en el infierno que ellos mismo crearon

El sonido de risas y el chocar de vidrios alerto a la mujer, la cual se levanto apresurada para comenzar a correr pensando que eran pueblerinos que le daban caza, su túnica se enredo en unos rosales que habían en el camino, viendo como no muy lejos de ella la observaban cuatro maltrechos hombres,  hombres con ropajes sucios y rasgados, sus rostros estaban sucios al igual que sus ropas y sus mejillas eran rojizas, mientras que en sus manos sostenían botellas de alcohol

Calvario: ¿Qué miráis engendros  de Satán?

Los hombres se miraron entre si, comenzando a dibujarse una leve sonrisa en sus rostros,  mientras la religiosa luchaba por soltar su túnica de las espinas de las rosas, los vagabundos comenzaron a avanzar donde ella

Calvario: aléjense demonios, no se atrevan a dar un paso más o el infierno los tragara ante mis ojos

-Claro que si madrecita

Los cuatro hombres corrieron donde la mujer lanzándola contra el piso, por el forcejeo las espinas comenzaron a rasgar los ropajes de Sor Calvario y su cara empezó a sangran por los rasguños que recibía de las espinas, el solitario lugar era el único testigo de los gritos de auxilio que lanzaba la mujer, mientras entre los cuatro la arrastraban por el lugar para alejarla lo suficiente donde nadie los pudiese ver o escuchar.

3 días después

Cardenal: ¡un escándalo! ¡un verdadero escándalo! ¡como todo un pueblo se encegueció ante las brutales practicas de culto que impartía esa mujer!

El sermón del cardenal a todo el pueblo reunido en la plaza principal retumbaba en las paredes de la parroquia, en su interior no había ningún alma, solo la figura de Claudio junto a un bolso en su mano, que miraba la estatua del ángel en el jardín, la puerta que daba entrada al sector de los dormitorios se abrió apareciéndose por ella Antonio.

Antonio: ¿estás listo?

El joven lo miro suavemente asintiendo con una sonrisa en su rostro, unos segundos más tarde entro Milena por la puerta que daba entrada a la parroquia

Milena: el carruaje está listo en la entrada del cementerio, deben apresurarse el cardenal está por terminar su sermón.

Claudio se acerco a la chica dándole un apretado abraso

Claudio: muchas gracias por todo

Milena: sean muy felices, que dios bendiga su vida

Antonio se acerco a los jóvenes tomando a Claudio de la mano, mientras que con la otra daba un afectiva caricia en el rostro de Milena, tras eso ambos salieron del lugar, caminaron juntos por el pasillo rodeado de bancas que daba al altar de la parroquia, para salir por la puerta posterior donde se encontraba el campanario para llegar al cementerio.

(…)

Claudio: ya se deben haber percatado de nuestra ausencia

Antonio: Milena les contaría una historia convincente

Claudio: ¿y bien? ¿Dónde nos iremos?

Antonio: donde te lo prometí, al puerto de Valparaíso, allí nos espera un embarque a Estados Unidos. A nuestra nueva vida.

El sol estaba en su punto más alto iluminando los campos por donde recorría la carroza, la pareja observo como corría un caballo negro por los senderos, mientras no muy lejos se encontraba un majestuoso manantial. Antonio cerró la ventana de la carroza mirando a su amado a los ojos, tomo sus manos para terminar uniéndose en un profundo beso.

Fin

La Otra Cara Del Rosario

Una Historia No Apta Para Religiosos

Quiero agraderle profundamente a las personas que siguieron este relato hasta el final, gracias por preferir una historia un tanto distinta, una historia con no mucho contenido sexual, pero si con una historia que me esmere en crear para el disfrute de ustedes, se bien que un relato de este tipo no "vende" tanto como uno de mucho sexo, por ello agradesco haber leido cada capitulo que les entrege de un relato que a mi punto de vista se complento bien entre una gran historia con un contenido sexual acorde... gracias y hasta una proxima oportunidad.