La Otra Cara Del Rosario (3)

–intentare que no te duela. Antonio aceleraba las envestidas mientras la parroquia se llenaba de gemidos de placer, Claudio acariciaba la sudada espalda de Antonio el cual no dejaba de embestir contra el culo del joven

Calvario: pero donde está el padre

Diacono: mi señora, le aseguro que está en la habitación

Calvario: pero acaso no vez insensato que estoy golpeando y no sale nadie

Diacono: mi señora yo…

Calvario: ¡largo! Que gente más inepta esta en esta parroquia

Antonio: perdone la demora madre, estábamos estudiando la biblia junto a mi pupilo

La religiosa quedo pasmada al ver al sacerdote salir de la habitación junto a Claudio, quien con la mirada hacia el piso se reverencio ante la mujer.

Calvario: no se qué practicas tendrán en Paraguay padre, pero aquí no se acostumbra a encerrarse junto a los alumnos, menos con este hereje

Antonio: le recuerdo que el líder de esta institución soy yo madre, por ende mis reglas son ley en la parroquia, espero no tener que informar al obispado de la capital de su falta hacia mis practicas.

Calvario: no padre, no mal interprete mis palabras no hay necesidad de meter al obispado en una confusión, mi intención solo era informarle que ya se cumplen seis meses de su llegada y que el internado está listo para su visita.

Antonio: bien, ya puede retirarse madre

Calvario: pero padre yo quería informarle de otro asunto

Antonio: puede retirarse madre, me lo informara cuando lo estime conveniente

Calvario: como diga padre

La mujer se inclino besando la túnica del sacerdote para salir rumbo a la plaza del pueblo con el rostro desencajado ante la actitud del párroco.

Claudio aun con la mirada al piso sin mover musculo sintió como la mano de Antonio rosaba su cara para que lo mirase, apenas Claudio vio los ojos del sacerdote sintió un calor infernal en su rostro.

Antonio: tus clases han concluido por hoy, es hora que te retires

Claudio: padre yo…

Antonio: hasta la semana próxima

El sacerdote entro apresuradamente a su habitación cerrándola ante la mirada de quien hace unos minutos había encendido su libido al máximo,   Antonio se sentó en su cama tomándose la cabeza con ambas manos rezando en silencio, la imagen del cuerpo desnudo de Claudio  aparecía en su mente a cada segundo sin dejarlo concentrarse, el hombre se levanto de golpe quedando frente a un crucifijo que reposaba en una de las paredes. Antonio se arrodillo para sacar un látigo que estaba bajo la cama, en la misma postura se coloco frente al crucifijo comenzando con su auto castigo por los malos pensamientos  que rondaban su mente.

Claudio salió de la parroquia sin mirar a nadie en la plaza, con la mirada al piso y una que otra lagrima acumulada en sus ojos camino sin demora hasta escuchar que alguien gritaba su nombre, el joven se dio media vuelta viendo la figura de su amigo correr hacia él.

Esteban: que ha sucedido, eh visto a la monja salir de la parroquia despavorida

Claudio: nada, un altercado con el padre

Esteban: no se cómo puedes vivir metido ahí, es una casa de locos

Claudio: quizás ya no vuelva amigo

Esteban: ¿Qué dices? Si el altercado fue con la monja no contigo

Claudio: no se, quizás ya me cansa un poco estar rodeado de tanta santidad, iré a mi casa no me siento muy bien.

Esteban: te vez algo pálido, te acompañaría pero mis padres me dejaron en el puesto

Claudio: tranquilo, iré rápido para recostarme

Esteban: bien, entrada la noche voy a verte a ver como sigues

Esteban corrió al puesto al ver que una pareja miraba las mercancías de su puesto, mientras mostraba las cosas a la mujer, escucho los gritos de una mujer que estaba  cerca de él,  el joven miro hacia donde la mujer corría viendo el cuerpo de su amigo tirado en el frio piso de tierra.

(…)

Beatriz: qué bueno que llegas, ya no se que mas hacer, la fiebre no le baja, y no a abierto los ojos desde que lo trajeron

Esteban: que gripe más fuerte le tiene que haber dado, yo lo note pálido pero no pensé que fuese para desmallarse

Beatriz: ven pasa

Esteban se sentó al lado de la cama donde reposaba su amigo, la piel de Claudio estaba blanca como la nieve y sus labios purpuras como las flores, apenas se notaba cuando respiraba, el joven puso una de sus manos en la frente de su amigo sintiendo el fuerte calor que Expedia

Esteban: tiene demasiada calentura

Beatriz: como eh podido le he dado aguas de hierbas, le he puesto compresas y nada está funcionando, no creo que esto sea gripa, no es normal.

Esteban: el doctor debe saber esto

Beatriz: sabes bien que con suerte nos alcanza para vivir, no tenemos para pagarle

Esteban: pero si continua así podría morirse

Beatriz: no digas eso, Claudio no puede dejarme sola

Esteban: el párroco, mañana le informare, puede que él pueda ayudarlo, es su alumno, no se negara a ayudarlo

Beatriz: eso espero…

El sonido de una horrible tos alerto a ambos, viendo como Claudio se retorcía en la cama, la joven le tomo de las piernas para calmar los movimientos, mientras Esteban los tomaba de la cabeza moviéndosela para que quedase de lado quedando asustados al ver como sangre salía de la boca de Claudio.

Las horas pasaban y Claudio no habría los ojos ni recuperaba el color en su rostro, Beatriz se inclino en la cama rezando hasta quedarse dormida junto a su hermano, el sol comenzó a salir entre las montañas, las primeras campanadas de la parroquia comenzaron a sonar en el centro, apenas el diacono abrió la puerta del lugar Esteban entro de golpe.

Diacono: joven, le pido que salga, la misa aun no comienza y no puede entrar hasta que entren las buenas familias

Esteban: necesito hablar con el sacerdote

Diacono: el no está disponible, ya le dije vuelva más tarde

Esteban perdió la paciencia tomando de la túnica al hombre, creando el pánico en el rostro del hombre, quien lo miraba con miedo

Esteban: ¡dime donde esta!

Diacono: en su habitación

Esteban: llévame ahora

Esteban soltó al diacono viendo como se arreglaba la túnica y semicorria hacia los jardines  interiores para entrar en otra sección de la parroquia hasta detenerse ante una puerta de madera oscura. Esteban lo empujo para golpear la puerta provocando que el diacono cállese al piso,  el joven golpeaba con fuerza  la puerta sin recibir respuesta

Esteban: ¡abre!  Debes tener una llave

De pronto la puerta se abrió dejando ver la figura del sacerdote parado con el seño fruncido, el diacono se incorporo rápidamente inclinándose ante el sacerdote.

Antonio: que alboroto es este, como os ocurre hacer tal escándalo en la casa del señor

Esteban: padre, necesito su ayuda

Antonio: esperas que te ayude después de este escándalo, ve y reza…

Esteban: Claudio está muriendo padre, ayúdenos

Antonio: retírate

Diacono: como ordene padre

Antonio: ¿qué sucede?

Esteban: desde que salió ayer de la parroquia que cayó enfermo, se desmayo en la plaza y desde ese momento que no abre los ojos, ayer tosió sangre padre

Antonio: ¿avisaste al médico?

Esteban: son pobres padre, no tiene para costear…

Antonio: ordenare que preparen mi carrosa, avisa al médico que lo espero en diez minutos en la plaza

Esteban: gracias padre.

El joven salió corriendo apenas el sacerdote se perdió en uno de los pasillos de esa ala de la parroquia, minutos más tarde el joven corría junto a un hombre con un viejo maletín hacia la carrosa que los esperaba frente a las puertas de la parroquia. El carruaje emprendió marcha apenas esteban y el doctor había subido.

Beatriz salió al sentir el galope de caballos y el sonar de las ruedas en el camino arrodillándose al ver al sacerdote bajar de la carroza seguido del doctor y Esteban

Beatriz: que orgullo que entre en nuestra modesta morada su santidad

Antonio: entre doctor, y haga lo posible para mejorarlo

Doctor: haré todo lo que esté en mis manos

Los minutos pasaban y el doctor seguía en la habitación con el joven, Antonio se paseaba de un lugar a otro rezando por que el joven se recuperara, Beatriz estaba arrodillada rezando frente a una maltratada virgen que estaba en el interior de la casa adornada con flores, mientras  Esteban esperada impaciente por noticias, apenas el doctor salió de la habitación fue donde el sacerdote llevándolo a las fueras de la casa.

Antonio: ¿Qué sucede? ¿Qué tiene?

Doctor: no estoy seguro, le aseguro que he dado mi vida intentando detectar el mal que lo aqueja, pero no se que pueda ser.

Antonio: cómo es posible, debe dar algún indicio de lo que le sucede, alguna señal

Doctor: padre, le sugiero que recé por su alma, no le queda mucho tiempo más de vida

Todo se nublo ante la vista del sacerdote, dejo de escuchar las palabras del doctor, todo a su alrededor estaba negro, comenzó a caminar hacia la puerta de la habitación sin ver nada en su entorno, todo se había cubierto de una oscuridad absoluta, entro en la habitación cerrando la puerta tras él, fue a la cama donde descansaba el pálido cuerpo de Claudio, Antonio saco el cuello de su túnica colocándolo entre las manos de Claudio, se arrodillo al lado de la cama tocando suavemente el rostro de su alumno.

Antonio: perdóname amor mío, mis pecado serán cobrados en tu inocente alma, toma el símbolo de mi estatus entre tus manos, no lo quiero, dios, padre del cielo y la tierra, renuncio a mis derechos a dirigir tu rebaño si con ello debo sacrificar el alma de quien ha llenado mi corazón de amor.

Antonio: dios, tu quien nos das y quitas la vida te suplico que salves ha este hijo tuyo de los males que padece, ofrezco mi alma y cuerpo  a cambio de la salvación de quien amo tanto como mi religión, doy mi vida a cambio de la suya, dios, poderoso y misericordioso salve a mi amado.

Una línea naranja se dibujaba entre las montañas, ya había llegado la noche y el sacerdote no salía de la habitación de Claudio, ante tal desesperación Beatriz tomo un tejido colocándolo sobre sus hombros corriendo a pesar de los intentos de Esteban por detenerla,  la joven con lagrimas en los ojos corría y corría sin saber a dónde se dirigía, el aire parecía abandonarla, el cansancio y la oscuridad dificultaba su camino, unas pequeñas luces se distinguían a lo lejos, como ultimo esfuerzos continuo corriendo hasta llegar a unas altas puertas de hierro forjado, una figura oscura como la noche camino hacia ella mientras las enormes puertas se abrían de par en par

Calvario: aquí no damos limosna niña, sal de estos territorios

Beatriz: madre, madre, madre. Ayúdeme mi hermano muere

Calvario: que dios perdone sus pecados, ahora te ordeno salir de…

Beatriz: el morirá madre, el padre lleva día entero junto a él rezando

Calvario: acaso quieres que crea que el padre sacrificaría su día por rezarle a un pueblerino corriente, quien sería tan importante para ocupar su tiempo

Beatriz: es su alumno, mi hermano es su alumno, el padre costeo los gastos del doctor, pero no hay salvación madre, se que ustedes tienen métodos, se que sus curandera podrían ayudarlo.

Calvario: ese hereje, que le gusta molestar a mis alumnas, como te atreves a pedirme…

Beatriz: en el pasado hubiese dado mi vida por ser una de sus alumnas para convertirme en una religiosa como usted, siempre la he admirado madre, pero hoy, míreme estoy cansada de correr, estoy a sus pies pidiéndole por la vida de mi hermano.

Calvario: Sor Piedad, venga

La oscura figura de otra religiosa camino hacia la joven ayudándola a ponerse de pie, le acomodo el cabello y se posiciono al lado de la madre superiora

Piedad: dígame madre, en que puedo servirla

Calvario: que síntomas tiene tu hermano

Beatriz: desde ayer no despierta, bota sangre por la boca, esta pálido, madre se lo suplico

Calvario: ya ¡calla! Insensata. Sor Piedad prepare las compresas y ordene arreglar el carruaje

Piedad: como diga madre

Apenas la segunda religiosa se perdió en la oscuridad del jardín la madre superiora tomo fuertemente del brazo a la joven

Calvario: escúchame bien, alguien de tu estatus jamás entraría en este internado, la gente como tú solo sirve para trabajar el campo y arruinarse las manos en la tierra, así que no vuelvas a decir herejías sobre vuestra vida. Ayudaremos a tu hermano, pero no resultara si no le entregas un sacrificio a dios del mismo tamaño del favor que el realizara.

Beatriz: pero madre…

Calvario: el peñasco del sacrificio no está muy lejos de aquí, ¡ahora largo!

Las puertas volvieron a cerrarse ante los vidriosos ojos de la muchacha, la cual cogió su tejido del suelo, colocándoselo nuevamente sobre sus hombros, seco sus lágrimas de la mejilla para continuar camino en la espesura del bosque mezclado con la noche.

(…)

Esteban se espanto al ver entrar a Consuelo por la puerta de la maltratada casa en compañía de otra religiosa que no parecía ser mayor de 20 años

Calvario: ¿dónde está?

Esteban: el padre está con él en esa habitación

Calvario: Sor Piedad proceda

Piedad: claro madre

La religiosa entro en la habitación sin dudarlo dejando a la madre superiora en compañía del joven que parecía mas pálido que de costumbre, al interior de la habitación se encontraba el sacerdote rezando con su rosario entre las manos.

Piedad: continúe rezando padre, no lo distraeré

Antonio: ¿como a llegado aquí?

Piedad: una muchacha llego al internado pidiendo ayuda y la madre superiora en su infinita misericordia ordeno preparar estas compresas para el joven.

Antonio: la muchacha ¿volvió con ustedes?

Piedad: me temo que no padre, cuando salimos ella ya no se encontraba,  padre ayúdeme a que el joven beba esto mientras le aplico estas mezclas  en su rostro

(…)

Consuelo: mañana te espero en la laguna, el alma de la alumna Echeñique está en peligro y la de tu amigo igual, más vale que pagues el precio por sus salvaciones

Esteban: Beatriz les informo ¿no es así?, ¿Dónde está ahora?

Calvario: todos deben pagar un alto precio por la salvación, tenlo siempre, siempre en mente

Antonio: madre, no espere verla a estas horas aquí

Calvario: padre, que gusto verlo, debió avisarnos de esto, hubiésemos venido mucho antes, usted sabe que nuestra medicina esta para la salvación de todo hijo de dios

Antonio: pensé que el doctor del pueblo podría hacer algo

Calvario: esos doctores, que se burlan de nuestras hierbas e infusiones, arderán en el infierno

Antonio: le sugiero rezar por el alma de mi pupilo antes de proliferar el futuro de la gente

Calvario: perdón padre, apenas Sor Piedad acabe levantare a las religiosas para una oración por la salvación de su estudiante, si quiere lo acercamos a su parroquia

Antonio: me quedare esta noche aquí, velando por la salud de Claudio, y esperando la llegada de Beatriz

Calvario: ¡pero padre! Como piensa pernoctar en tales condiciones

Antonio: basta madre, basta

Piedad: madre, ya he terminado, solo dios puede decidir sobre su salud ahora

Antonio: perfecto, pueden retirarse y muchas gracias por sus servicios Sor Piedad, que dios en su infinita gracia le pague en el cielo y en la tierra, pueden marcharse

Piedad: muchas gracias padre

Calvario: pero padre…

Antonio: hasta mañana madre.

Calvario: que pase… unas buenas noches.

Las religiosas besaron y se inclinaron ante la figura del sacerdote, saliendo del lugar luego de aquel ritual santo. La luna estaba en lo más alto del cielo iluminando al fin los prados del pueblo, aquella luz de plata comenzó a abrirse paso entre las ventanas de la casa, a la cabeza de la cama de Claudio se encontraba una pequeña ventana, que empezaba a iluminar el oscuro cuarto.

Antonio reposaba al lado de la cama, sentado en un banco bajo, su torso y cabeza estaban sobre el pecho de Claudio, mientras una de sus manos se encontraba aferrada a las del joven, el alba al fin aparecía entre las colinas, iluminando el rostro de Claudio, esta vez su rostro lucia un color mucho mas rojizo que el día anterior, sus ojos empezaron a abrirse lentamente, distinguiendo con dificultar todo lo que lo rodeaba, giro un tanto su cabeza para ver a su hermana sosteniendo su mano, pero para su sorpresa, el rostro que dormía a su lado era el del sacerdote que lo había hecho sentir amor, y que el solo hecho de pensar en perderlo casi lo había matado.

Claudio movió su mano para tocar el rostro de Antonio, provocando  que este despertara de golpe, y lo quedase viendo con una sonrisa en todo su esplendor, una sonrisa se dibujo en ambos amantes, Antonio se acerco besando los labios de Claudio.

Antonio: sabía que no me dejarías

Claudio: soñé que vivíamos juntos, que éramos felices

Antonio: lo seremos, seremos inmensamente felices, te amo

Claudio: pero… eres sacerdote

Antonio: dios no dejo que te fueras, el nos quiere juntos, el aprueba nuestro amor

Claudio: pero la gente…

Antonio: ellos jamás sabrán, nunca te dañaran, estaré siempre a tu lado

(…)

Antonio: yo me quedare a su lado, ya está por tocar las campanadas de medio día, necesito que busques por todo rincón a Beatriz, tiene que aparecer

Esteban: cuide de mi amigo padre, se lo ruego, yo buscara a Beatriz por todos lados

Antonio: ve tranquilo hijo mío, no dejare solo a tu amigo

Esteban salió corriendo de la casa en busca de la muchacha que aun no regresaba, no podía evitar pensar en lo peor, que alguien pudiese haberla tomado, matado, violado, o que algún animal salvaje pudiese haberla atacado, el miedo de encontrar su cadáver recorría todo su cuerpo, solo unos vagos rastros lo conducían, debido a que las ruedas del carruaje de las religiosas entorpecía la visión del joven. Quien se percato que las tenues huellas llegaban hasta el mismo lugar de las del carruaje. Las puertas del internado.

El joven intentando ver a alguna de las internas para preguntarle sobre la muchacha, se oculto entre los pilares, sin éxito, ninguna parecía acercarse a las forjadas rejas, en su desesperación por el pasar del tiempo se sentó en el piso mirando de vez en cuando el interior del internado, cuando unas huellas alejándose del internado en el sentido contrario de las primeras le llamo la atención, Esteban comenzó a seguirlas llegando a un dificulto camino de piedras sueltas, cuyo camino llegaba a lo alto de un montículo, al llegar a la cima mantenía la esperanza de encontrar a Beatriz rezando por su hermano, pero solo encontró el tejido de la chica colgando del risco que daba al rio que alimentaba la laguna, el viento de esa altura meneaba el tejido de un lado a otro.

Calvario: supuse que te encontraría aquí.

El joven rescato apresuradamente el tejido volteando para encontrarse con la figura de Sor Calvario mirándolo fijo, con su vara entre las manos.

Calvario: te dije que salvar almas cuesta un enorme sacrificio

Esteban: ¿Cómo pudo? ¡Era una niña!

Calvario: yo no le hice nada, solo le dije que debía realizar una sacrificio, al menos funciono ¿no?, tú querido amigo hereje está vivo… por ahora

Esteban: no pienso seguir con esto, no ser parte de su juego macabro

El joven sobrepaso a la religiosa para dejar aquel risco e ir a informar al sacerdote de la tragedia que había ocurrido

Calvario: creo que no debo recordarte que la alumna Echeñique está en mi dominio, imagino

Esteban se detuvo en seco al sentir aquellas palabras como lo que eran, una amenaza, la religiosa lo amenazaba con el amor de su vida

Esteban: deje a Milena en paz

Calvario: entonces desnúdate, es hora de limpiar tus pecados, solo que esta vez será diferente…

La mujer se desnudo a par con el joven, con la vara azoto las rodillas de Esteban, el cual callo de rodilla ante la religiosa, la cual lo tomo de la cabeza empujándolo hacia atrás, provocando que el desnudo cuerpo de Esteban cayese a la fría roca

Calvario: es hora de limpiarte en cuerpo y alma

La mujer se sentó sobre aquella verga que un día tuvo en su boca, pero que ahora la tendría entre sus piernas.

(…)

Gracias a las gestiones de Antonio, todo el pueblo presencio el funeral de Beatriz, y fue sepultada en el sector privilegiado del cementerio, la pena en el corazón de Claudio parecía no desaparecer, todas las tardes se reunió con su amado en los aposentos de este, para que Antonio  le abrasase y consolase. Los meses comenzaban a avanzar, las fiestas comenzaban a llegar, la celebración por el nacimiento de Cristo estaba a portas, y el pueblo entero comenzaba  a prepararlas, las internas preparaban sus cosas para pasarlas junto a sus familias, el ánimo de Esteban ya no era el mismo, su cuerpo estaba lleno de marcas de la vara de la monja, pero su amor por Milena lo hacía soñar con el pronto día de volver a verla. La parroquia estaba cerrada por remodelación para las fiestas, los diáconos había abandonado el lugar, el único que permanecía era el sacerdote quien era visitado en las tardes por Claudio.

Dos noches antes de navidad, la luna no había salido, la oscuridad reinaba en el pueblo, Claudio encendió velas en el altar de la parroquia para rezar, cuando sintió como la puerta que llevaba a los jardines internos se abría de golpe.

Antonio: amor, ¿Qué haces aquí? Pensé que estarías en casa

Claudio: pensaba en dormir aquí esta noche, quería rezar por mi hermana antes de dormirme

Antonio: ven aquí, todo estará bien.

Claudio se abraso de Antonio, quedando ambos de frente, desde aquel día en que Claudio había vuelto a despertar que no se besaban, hasta aquella noche, donde Antonio olvido el lugar y las circunstancias, besándolo apasionadamente.  Antonio comenzó a tocar el culo de Claudio, mientras lo besaba sin parar, el hombre saco el cuello de su sotana, sin dejar de besar al joven desabotono cada uno de los botones de la túnica, dejándola caer al piso. Para luego dar pasó a su acompañante, comenzó sacándole la camisa dejando a la vista aquel menudo cuerpo lampiño y blanquecino, retiro el pantalón de Claudio, quedando ambos en completa desnudes.

Antonio tomo en brazo a Claudio, dejándolo sobre la mesa del altar, quedando sentado con las piernas abierta apoyadas en las caderas del párroco, Antonio comenzó a besar el cuello de Claudio bajando lentamente hasta llegar a los pectorales, mientras que con sus manos acariciaba el abdomen del joven. La erección en ambos era  inconfundible Claudio dejo caer su cuerpo sobre aquella mesa quedando recostado, mientras Antonio besaba cada vez más cerca del pene del joven, hasta tenerlo frente a frente. Antonio comenzó a tocárselo, a besarlo, comenzó a hacerse caricias con su lengua, comenzó a lamerle toda la verga hasta introducirla toda en su boca, provocando que Claudio arqueara su espalda de placer, Antonio miro fijamente al joven abriéndolo de piernas –intentare que no te duela. A lo cual Claudio asintió, volvió a mirar al tejado mientras sentía como su acompañante introducía uno de sus dedos en su culo, sentía un ardor acompañado de una sensación de no parar nunca de sentirlo, comenzó a sentir como su culo cedía cada vez mas. Antonio retiro su dedo escupiendo su mano para frotarla en su propio pene, llevando la cabeza de este a la entrada del culo de Claudio, quien comenzó a jadear al sentir como la cabeza de la verga de Antonio hacia presión para entrarle, aquel ardor era insoportable, pero no quería dejar de sentirlo, cuando de pronto sintió que la pelvis de Antonio se pegaba a sus nalga, un agudo gemido salió de la boca de Claudio junto a que este se enderezara quedando cara a cara de su amado, el cual lentamente comenzó a mover su cadera adelante y atrás, el ardor era cada vez más intenso, pero sentir a su amado en su interior lo calmaba todo, la excitación estaba en su más alto punto, Antonio aceleraba las envestidas mientras la parroquia se llenaba de gemidos de placer, Claudio acariciaba la sudada espalda de Antonio el cual no dejaba de embestir contra el culo del joven, por unos minutos eran desenfrenado y en otros eran suaves y lentos, hasta sentir como un liquido le llenaba las entrañas cayendo rendidos en la mesa, bajo la atenta mirada del Cristo crucificado que colgaba de la pared.