La Otra Cara Del Rosario (2)

Una Historia No Apta Para Religiosos Se Agradecen Valoraciones Y Comentarios

Calvario: bien niñitas ¿listas para sus salidas?

Alumnas: estamos listas Sor Calvario

Dos grandes puertas fueron abiertas por unos hombres con mascaras blancas, dejando entrar la luz del sol al templo, las 28 alumnas del internado formadas en dos filas comenzaron la procesión a los carruajes afuera del recinto, cruzando el umbral, llegando a los amplios jardines con esculturas santas para finalmente llegar a la alta reja de hierro forjado terminados en puntas para evitar el escape de las alumnas.

Milena caminaba como tercera en su fila tal cual los hacían sus compañeras, cubiertas por largas túnicas con capucha, sus manos juntas alzando rezos y la mirada al piso hasta el turno de subir en uno de los carruajes que las llevarían a la plaza central del pueblo, dejando atrás las inertes figuras de las 10 religiosas que custodiaban el internado, mientras la madre superiora Sor Calvario las despedía al costado de los carros, cuando fue el turno de que Milena subiese al carro la religiosa la cogió del brazo.

Calvario: eh visto la maldad  y el pecado en muchos ojos, la mirada de Cristo esta sobre ti, y me ha ordenado ser su justicia en la tierra.

La joven con mirada atónita la quedo mirando mientras un frio recorría su espina dorsal provocando débiles temblores en su cuerpo

Milena: gracias por sus buenos deseos madre.

Calvario: sube antes que me arrepienta.

Esteban hijo de comerciantes que se ubicaban en la plaza central a vender sus productos a los pobladores, custodiaba el puesto cuando se percato de la procesión de carruajes que llegaba al lugar, el joven olvido sus obligaciones acercándose peligrosamente a la estación donde bajarían las alumnas del internado, sus ojos se iluminaron al ver bajar a aquella joven que hace días había tratado de salvarla de su castigo.

Un hombre de larga barba, vestidos de traje negro y sombrero de copa alta le dio la bienvenida a la muchacha llevándola a la figura de su madre que vestía un largo vestido color crema y un amplio sobrero que sujetaba por un lado de la cabeza. El joven saco la boina que llevaba en su cabeza con la intensión de de acercarse, cuando un jalón de brazo lo regreso a su lugar

Claudio: ¿Qué pretendes? Acaso quieres causarle más problemas

Esteban: solo quería saber cómo estaba

Claudio: ya viste lo que le paso la otra noche, déjala tranquila

La silueta de Beatriz se acerco sigilosamente a ambos jóvenes sorprendiéndolos mientras charlaban, causando el pánico entre ambos.

Beatriz: mirar a esas niñas es pecado

Esteban: ¿ya vas a comenzar?

Beatriz: daría mi vida por ser una de ellas

Claudio: sabes bien que con suerte nos alcanza para vivir, está fuera de tu alcance deja de pensar en ello.

Beatriz: no recuerdes mi maldecida vida, será mejor entrar a la parroquia que  por lo que veo ya llega el carruaje de las hermanas, comenzara la ceremonia para el nuevo sacerdote.

Los tres jóvenes esperaron en las puertas hasta que los aristócratas del lugar hubiesen entrado para darles paso a los comerciantes, como era de costumbre las grandes familias se ubicaban en los palcos interiores a observar las misas mientras los comerciantes ocupaban la planta baja, y los pueblerinos comunes se apostaban de pie al costado.

Los dos diáconos del pueblo ingresaron por las puertas del costado del altar junto a faroles que expulsaban humo de incienso, tras ellos caminaban las religiosas para tomar lugar en los diez tronos que  rodeaban al trono principal del sacerdote.

Los minutos pasaban y el pueblo  entero con su mirada al piso rezaban en silencio, hasta el instante en que las religiosas se levantaron seguidas por el resto de los presentes, alzando cantos, los ojos de Claudio estaban fijo en la puerta del centro del altar, sobre la cual descansaba una enorme cruz con el Cristo crucificado, las religiosas callaron al sentir la puerta abrirse, y de ella la menuda figura del nuevo párroco del pueblo ingresaba.

Tal cual Claudio lo imagina, aquel hombre que vio desnudo en el rio, ahora vestía una túnica blanca con lazos color dorado, las religiosas junto al pueblo se reverenciaron ante  la figura sacerdotal esperando que comenzara a hablar

Sacerdote: hermanos alzar la mirada y tomar asiento, conozco la preocupación de vosotros tras la muerte de mi antecesor, pero daros cuenta que dios y su magnificencia jamás los abandonarían y que el espíritu santa yace sobre vuestras cabezas en cada minuto del día.

Apenas la misa concluyo los fieles abandonaron el lugar hacia la plaza principal, Beatriz y Claudio caminaron juntos hacia el camino que los conducía  a su casa.

Claudio: Esteban desapareció luego que termino la ceremonia, quizás donde se metió

Beatriz: si sigues juntándote con ese hereje la ira de dios caerá sobre nuestras cabezas

Claudio: realmente das miedo, pero ¿sabes? Luego de la misa de hoy eh sentido a mi madre cerca de mí creo que no estaría más interesarme más en la religión.

Beatriz:  ¿desde cuándo te interesa tanto la religión?

Claudio: la muerte de mi madre dejo un vacio en mi corazón, quizás la religión lo llene hermanita

Beatriz: ese si seria todo un milagro, ahora apresurémonos que debo cocinar

(…)

Ernesto: me da tanta alegría que vuelvas por estos días a nuestro lado hijita

Milena: a mi igual padre

Soledad: espero tu comportamiento este mucho más adecuado a nuestra clase hija mía

Milena: claro que si madre, las hermanas hacen lo imposible por llevarnos por el buen camino, ahora si me lo permiten daré un paseo por el cementerio, tengo ganas de rezarle al alma de mi abuela

Soledad: pero que bien te ah hecho el internado mi niña, está bien, ve pero apresúrate que con tu padre haremos unas compran

Milena: gracias madre

La joven entro en las espesas rejas cubiertas de hierbas que circundaban el terreno santo caminando con su larga túnica entre las maltrechas lapidas, hasta llegar a una pequeña cerca que daba el ingreso a las tumbas de las familias poderosas del lugar, cerca de allí se encontraba una pequeña capilla donde se celebraban misas a los difuntos, la joven camino hasta una alta lapida adornada un enorme ángel con alas extendidas y una espada entre sus manos, se arrodillo ante esta rezando.

Esteban: espero este no sea otro castigo

La joven se sobresalto, cayéndosele la capucha, dejando a la vista una larga cabellera negra risada

Milena: ¿acaso me estas siguiendo?

Esteban: solo quería saber cómo te encontrabas, y pedirte disculpa por lo de la otra noche

Milena: acepto tus disculpas, ahora retírate por favor

Esteban: aquí no está Sor Calvario, no es necesaria tu agresividad

Milena: no quiero tener problemas, y no quiero que tú los tengas  tampoco

Esteban: entonces ¿te intereso un poco no?

Milena: enserio, ya puedes irte

Esteban: soy Esteban ¿Cuál es tu nombre?

La joven volteo un segundo al escuchar aquella pregunta, entrándole una pequeña alegría  a su cuerpo

Milena: soy Milena Echeñique

Esteban: un gusto señorita

Milena: eres un chico muy extraño…

Esteban: ¿por qué lo dices?

Milena: cualquier otro me evitaría luego de la reprimenda de Sor Calvario

Esteban: no le temo al infierno, si con ellos puedo ver tu sonrisa

Milena: no digas eso, si alguien te escuchase

Esteban: pero aquí no hay nadie más que nosotros dos ¿no?

Una tenue sonrisa se dibujo en el rostro de la muchacha, mientras la sangre enrojecía sus mejillas

Esteban: ves, así luces más bella aun

Milena: será mejor que me retire mis padre me esperan

Esteban: ¿hace cuanto estas internada?

Milena: un año, ya debo retirarme

Esteban: se puede saber el motivo de que estés en un lugar tan estricto

Milena: eso es inapropiado

Esteban: lo lamento, solo quiero conocer a la muchacha que me robo el corazón

La joven volvió a sonreír, coloco la capucha sobre su cabeza nuevamente  acercándose al joven para besarlo en la mejilla para emprender la marcha a la plaza nuevamente mientras dos ojos iluminados por la poca luz que ingresaba a la capilla la observaban.

Sor Calvario cerró completamente la puerta de la capilla encendiendo dos antorchas que se encontraban al interior, dejando ver la enorme escultura del Cristo resucitado, la mujer saco la vara de su ropaje colocándola  a los pies de la estatua, con ambas manos retiro su habito dejando caer su cabellera rojiza  y desabrocho su túnica dejándola caer al frio piso de piedra, quedando completamente desnuda ante la sagrada figura

Calvario: perdón mi señor, no eh sabido encaminar la vida de esa pecadora, perdóneme

La mujer tomo la vara dándose con ella en su espada dejando brotar la sangre de sus heridas, comiéndose el dolor y los gritos, se acerco a la escultura, poso sus labios en los fríos labios del Cristo, comenzando a besarlo mientras acariciaba sus partes intimas

Calvario: limpie mi cuerpo del pecado, soy suya, solo suya.

Claudio de encerró en su cuarto recostándose en su cama, desabrocho su pantalón dejando salir su erecta verga con la cabeza roja al recordar el cuerpo del sacerdote, comenzó a tocar su torso junto con caricias a sus testículos libres de bellos, tomo su pena comenzando a tocarlo lentamente para entrar en calor, llevo una de sus manos a la boca extrayendo  saliva para restregarla en toda su verga,  empezó con débiles gemidos de placer al masturbarse al recordar los pectorales y abdominales del sacerdote, su espalda se curvada a medida que intensificaba el ritmo del movimiento. Sus piernas se estiraban con fuerza al sentir sus dedos rosar la cabeza de su pene, el placer de recordar aquel pene moviéndose al caminar del sacerdote lo llevaba al éxtasis, sentirá su mano algo húmeda por los primeros líquidos cristalinos que lanzaba su pene, apretó su verga con mas fuerzas y aumento al ritmo hasta sentir como su semen salía eyectado a su pecho, el joven quedo rendido en su cama intentando recuperar el aire pensando en aquel sacerdote que le nublaba los sentidos.

Beatriz: ¿y tu donde crees que vas?

El joven interrumpió su caminata hacia la salida de su casa ante la pregunta de su hermana

Claudio: debo ir a hacer algo

Beatriz: no tardes

Claudio: lo intentare

Claudio al verse frente a la parroquia del pueblo camino firme a su interior, camino entre las bancas a una pequeña sala, donde había un cubículo, entro por la puerta del cubículo tomando asiento, junto sus manos intentando recordar los rezos de su madre, cuando la ventanilla del confesionario se abrió

Sacerdote: ave María purísima

Claudio: sin pecado concebido

Sacerdote: cuéntame tus pecados hijo mío, que dios sabrá perdonarte

Claudio: eh pecado padre, y eso me atormenta

Sacerdote: dime tu pecado hijo

Claudio: eh visto a un hombre desnudo padre

Sacerdote:   no temas ver el cuerpo desnudo de un semejante

Claudio: eso es pecado padre

Sacerdote: mirarlo con lujuria es pecado, pero el cuerpo es algo hermoso, el mirar el cuerpo de un semejante tuyo no te ara mas pecador de lo que ya eres.

Claudio: ese es el problema padre, eh sentido lujuria ante aquel cuerpo

Sacerdote: cuéntame tu edad hijo

Claudio: tengo 17 años padres

Sacerdote: a tu edad el demonio intentara tentarte con diversas lujurias, el sentir placer por el cuerpo de otro hombre solo es una tentación del maligno, si la evitas con la fuerza de nuestro señor, el demonio no tendrá poder sobre ti. Tus pecados son perdonados, reza tres rosarios ante la imagen de nuestra señora del Carmen.

La ventanilla se cerró quedando en completo silencio el lugar, minutos más tardes el joven sintió abrirse la puerta del costado del confesionario, sin pensarlo él salió de inmediato alcanzando al sacerdote.

Claudio: padre, ayúdeme

El sacerdote se volteo quedando frente a los ojos azules del muchacho, sintiendo un escalofrió recorrer su espalda

Sacerdote: te atormenta alguna otra cosa hijo

Claudio: quiero ser monaguillo de la parroquia si me lo permite padre

Sacerdote: que intereses están detrás de tus intenciones muchacho

Claudio: como usted lo dijo, el demonio intentara tentarme, pero bajo su custodia y enseñanza no logra su cometido padre.

Sacerdote: ¿a que le temes?

Claudio: a que el mal se apodere de mi cuerpo, y sea quemado vivo en la plaza como un bufón

Sacerdote: acompáñame al jardín

Ambos hombres salieron por la puerta trasera de la parroquia a los jardines del lugar con árboles frutales y diversas flores, el sacerdote se dirigió a una banca frente a una fuente de agua, Claudio se sentó a su lado con la mirada al suelo

Sacerdote: alza la mirada y no sientas pena de los errores que se te han impuesto, no le des paso al maligno de sentir victoria sobre tu cuerpo.

Claudio: siento vergüenza padre

Sacerdote: ¿has mancillado tu cuerpo pensando en la desnudes de otro hombre?

Claudio sintió como si las llamas del infierno brotaran de sus pies hasta su rostro encendiéndolo ante los ojos del sacerdote.

Claudio: si padre

Sacerdote: mientras los sacerdotes estudiamos, vemos a nuestros semejantes desnudos siempre en los baños, a tu edad el demonio también intento tentarme con esas artimañas

Claudio: ¿Cómo alejo el mal de usted?

Sacerdote: bajo el rezo, la paciencia y la clemencia de nuestro señor

Claudio: ayúdeme padre, no me deje perder mi camino

Sacerdote: bienvenido a la parroquia, y dime Antonio que no soy tan viejo

Un ardor proveniente del vientre de Claudio recorrió hasta llegar a su pene provocando una erección al pensar que pasaría sus días junto al cuerpo que tanto deseaba.

Los meses pasaban, Antonio se mantenía alejado de Claudio, mientras le enseñaba rezos y cantos para luego dejarlo en el jardín ensayando lo aprendido, nunca habían vuelto a hablar como aquella tarde luego de la confesión, a pesar de que todas las tardes se reunían para aprender cosas de la biblia y ayudarle en las misas de la mañana.

La fiesta de la virgen patrona del pueblo habían llegado y la caravana de carrosas del  internado regresaban a la plaza por aquel día, luego de los festejos, milena corrió a la tumba de su abuela esperando ver al hombre que le robaba el sueño de todos sus días, se inclino para rezar mientras esperaba hasta sentir como unos brazos la rodeaban por la cintura.

Milena: te esperaba con ansias, estos meses encerrada sin verte no me dejaban vivir, intente muchas veces ser castigada en la laguna, pero no logre que me llevasen

Esteban: espere con ansias volver a ver tu hermoso rostro

Los jóvenes caminaron a la capilla para sentarse en los bancos del interior, bajo la mirada de la escultura del Cristo resucitado

Milena: hace tiempo, tuve un romance con un trabajador de mi casa, cuando mis padres se enteraron  me internaron, dijeron que mi actitud era demoniaca

Esteban: solo me pareces una chica que desea amar, y si fuese el caso, serias mi pecado favorito

Milena: quisiera estar contigo siempre, pero si me sorprenden me castigarían de nuevo

Esteban: ¿Por qué te castigaron?

Milena: hay muchas cosas prohibidas para una virtuosa como yo

Esteban: ¿acaso esto está prohibido?

El joven se abalanzo sobre la muchacha uniéndose en un profundo beso, que estremeció a ambos cuerpo

Milena: detente, aquí no, nuestro señor nos mira

Esteban: iría al fin del mundo con tal de robarte otro beso amada mía

Milena: debo regresar o mis padres sospecharan

Esteban: ¿Cuándo volveré a verte?

Milena: intentare que mis padres me saquen por mi cumpleaños

Esteban tomo a milena del mentón dándole otro beso de despedida, para salir ambos de la capilla, mientras Sor Calvario oculta entre arbusto observaba la escena de los enamorados saliendo del cementerio.

Esteban emprendió camino luego de ver a su amada subir al carruaje que le llevaría de nuevo a su encierro, llegando a la altura de la laguna, se acerco al lugar donde la había conocido aquella noche de lluvia intensa, al contrario de aquel día esa tarde el sol estaba en lo más alto del cielo iluminado las cristalinas aguas, cuando el sonido de galopes lo sobresalto, a lo lejos se veía un caballo negro con un jinete que vestía del mismo color a su dirección, el joven temeroso retrocedió ingresando sus pies a las aguas, reverenciando al ver a Sor Calvario bajar del caballo, la cual camino apresura ante el joven con la vara en mano.

Calvario: acaso crees que no me doy cuenta del demonio que llevas en tu interior

Esteban: hermana yo…

Calvario: ¡calla! Has desencadenado la ira de nuestro señor sobre la alumna Echeñique

Esteban: ella no tiene la culpa, fui yo, yo la bese

Calvario: no trates de confundirme que sé muy bien lo que vi, el pecado esta en sus cuerpos

Esteban: golpéeme a mi, déjela a ella, ella no tiene la culpa, es mi culpa

Calvario: si vuelvo a verte cerca de algunas de mis estudiantes provocare que el mismísimo infierno te trague

Esteban: yo… no … no lo haré mas hermana

Calvario: solo hay una manera de limpiar tu cuerpo del pecado… desnúdate ahora mismo

Esteban: pero… que dice hermana

Calvario: ¡hazlo! O mi ira y la de dios caerán sobre Milena

Esteban: pero hermana

Calvario: si el castigo cae sobre ti, estarás salvándola

El joven al escuchar aquella frase se quito la camisa, dejando al descubierto un torso lampiño con algunos músculos marcados por sus labores

Calvario: desnudo completamente, y tendrás que hacer esto cada vez que te lo pida, o tu amada ardera en la hoguera

Esteban tembloroso quito lentamente su pantalón librando su pelvis con bellos y su verga ante la religiosa, la cual dejo caer la vara acercándose al joven

Calvario: con esto, dios limpiara tu cuerpo y el de Milena de los pecados

La mujer tomo firmemente el pene del joven provocando el estremecimiento del cuerpo de él,  comenzó a menearlo hasta lograr una erección adecuada en el muchacho, Sor Calvario se inclino antes aquella verga dura llevándola a su boca, un escalofríos recorrió el cuerpo desnudo de esteban mientras la religiosa lamia su pene se la base a la punta, logrando llenarle la boca de su semen a la mujer, que luego de aquello trago todo el liquido seminal, se levanto y miro al muchacho

Calvario: cuando sea la próxima vez te lo haré saber, pecador

La mujer regreso al caballo emprendiendo marcha hacia el internado dejando atrás la figura desnuda de esteban.

Semanas más tardes Claudio recibió el mensaje de uno de los diáconos que el padre Antonio lo esperaba en sus aposentos. El joven se levanto del banco frente a la fuente dirigiéndose  a los aposentos del padre, donde él lo esperaba sentado en su cama.

Claudio: en que puedo ayudarlo padre

Antonio: es hora de ver si los rezos y plegarias han funcionado hijo

El sacerdote se levanto quitándose la sotana, quedando completamente desnudo, tal cual lo había visto en el rio, con la diferencia que esta vez lo tenía frente a frente, Claudio se estremeció por completo al verlo

Antonio: tócame, y veras que el maligno ya no te atormenta

Claudio sin pensarlo dos veces, se acerco ante aquel cuerpo, comenzó tocando los pectorales del hombre, bajando su mano hasta los marcados abdominales, misteriosamente el padre comenzó a dar leves gemidos y su cuerpo comenzó a moverse débilmente, Claudio continuo su camino hasta tomar la verga del padre la cual comenzó a ponerse dura, el joven miro a los ojos a su acompañante, a lo cual Antonio reacciono besándolo apasionadamente.

Las manos de Antonio se alzaron para quitarle la camisa  Claudio para luego inclinarse un poco y quitarle el pantalón, llevándolo suavemente a sus aposentos, mientras Claudio sentía el calor de Antonio sobre él, sus penes se rosaban con cada movimiento, Antonio recorría el cuerpo de Claudio completamente, acariciaba tu torno sus piernas, su culo.

Pero el golpear de la puerta de la habitación los detuvo en seco, sintiendo sus corazones latir a mil por hora.

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