La Otra Cara Del Rosario (1/3)

Una historia no apta para religiosos

Chile,  1890

Las heladas de ese invierno amenazaban a la población conjunto a lluvias inusuales en la región,  los truenos rugían entre las espesas nubes que cubrían aquella tarde de agosto mientras la procesión a la parroquia  se mantenía intacta, los feligreses tanto aristócratas como plebeyos  caminaban junto al féretro del  sacerdote al mando del pequeño pueblo del centro sur.

Aquel homenaje al difunto sacerdote era encabezado por dos diáconos parroquiales y dos hermanas religiosas que representaban el internado de niñas “Las Iluminadas Del Carmen” le seguían las familias más poderosas del pueblo, tras ellos caminaban los mercaderes y por último los pueblerinos que lloraban la partida de la única persona que mantenía los ojos de dios en aquel sector.

Los ojos azules de un joven de cabello claro y tés trigueña  se alzaron al cielo al ver impactar un rayo en los montes del horizonte dando la bienvenida a las primeras gotas de lluvia que comenzaban a caer, los diáconos ordenaron a los hombres que cargaban el féretro entrarlo al interior de la casa santa lo antes posible, el pueblo entero entro apresuradamente al edificio para resguardarse de la lluvia y comenzar la ceremonia de rezos y cantos a dios.

Esteban: ¿Claudio no piensas entrar?

El joven no despegaba los ojos del cielo mientras su rostro se cubria de agua, su acompañante lo cogió del hombro moviéndolo de adelante hacia atrás para que reaccionara, logrando su propósito. El joven miro fijo a su amigo.

Claudio: ¿no te parece raro el clima que vivimos en estos días?

Esteban: más raro me parece que te quedes mirando el cielo cuando los rayos ya están por caer.

Claudio: creo que regresare a casa, mi hermana debe estar asustada

Esteban: te acompaño, mis padres nos saldrán hasta que las plegarias se alcen y vean el espíritu elevarse

Claudio: jaja me queda claro entonces que pasaras la noche en mi casa

Esteban: anda vamos que las calles ya se están saturando del agua

Ambos jóvenes corrieron por los charcos de agua, la distancia entre la casa de Claudio y el centro del pueblo se encontraban a 3 kilómetros,  se perdieron entre la espesura del bosque mientras corrían por el dificultoso camino.

Esteban: mi madre esta como loca, esta mañana no nos dejo  probar pan, según ella dios se había marchado del pueblo, todos arderemos en el infierno

Claudio: pronto llegara el nuevo sacerdote y las mujeres entraran en razón, mi hermana a rezado toda la mañana.

Esteban:  ¡hey! Detente

Claudio: ¿Qué sucede?

Estaban corrió hacia un pequeño claro con una laguna que estaba en el  bosque, Claudio quedo perplejo al ver como su amigo corría hacia una extraña figura que parecía estar en cuclillas.

Esteban: ¿te encuentras bien?

Una joven de cabello oscuro y tes clara estaba arrodillada frente a la laguna con sus manos juntas rezando.

Claudio: mira su ropa, es del internado

Esteban: mira como llueve, que haces aquí a estas horas

La joven continuaba con su rezo sin prestar atención a los dos jóvenes que estaban detrás de ella, estaban se quito su abrigo colocándolo sobre la joven.

Milena: ¡qué haces!  Váyanse, si los ven me castigaran

Claudio: ¿quién aria eso? Mira la lluvia te estás empapando

Esteban: no te lo quitare hasta que no te levantes y dejes que te llevemos al internado

Milena: ¡Largo!

Esteban: loca…

Claudio: ¡Esteban!

El joven volteo al grito de su  amigo, encontrándose la figura oscura de una religiosa a sus espaldas, la joven reacciono de inmediato golpeando la mano de Estaban provocando  que tirara el abrigo

Milena: hermana Calvario, le juro que no se quienes son

Calvario: como te atreves a hablarle a hombres mientras meditas estúpida

La religiosa saco una vara entre su túnica alzándola para dirigirse a la joven

Esteban: no se atreva a tocarla, ella no hiso nada

Calvario: ¡Tu! Impertinente, arrodíllense o no saben modales

Ambos jóvenes se reverenciaron  ante la religiosa, mientras la joven estiro sus manos hacia la religiosa recibiendo el golpe de la vara en ellas.

Calvario: continua tus plegarias pecadora, y ustedes dos  diríjanse a su casa sin voltear o las llamas del infierno caerán sobre ustedes.

Los jóvenes se enderezaron emprendiendo marcha a la casa de Claudio entre la lluvia dejando atrás  a la joven  y su custodia.

Una casa maltrecha de madera, dio la bienvenida a los jóvenes empapados

Beatriz: hermano dónde estabas estaba preocupada

Claudio: disculpa nos entretuvimos en el camino

Esteban: ¿entretuvimos? Esa mujer estaba torturando a esa chica

Beatriz: ¿qué mujer? ¿Qué chica? ¿Qué hacían ustedes dos?

Claudio: una hermana del internado, tenía  a una chica  a la orilla de la lagua rezando bajo la lluvia.

Beatriz: que dios perdone los pecados de aquella desdichada

Esteban: ¿pecados? Para tener 14 años hablas como una anciana Beatriz

Beatriz: las hermanas no castigarían a alguien por no hacer nada

Esteban: que pecado puede cometer una chica que parece de 16 años

Beatriz: mirar hombres, eso es pecado, y merece castigo

Claudio: basta, regresa a tu habitación, que ya estoy aquí.

Esteban: tu hermana seria una excelente torturadora de ese internado

Claudio: mi madre la crio con principios, sabes bien que tu madre pensaría igual que ella, ¿y tú que pensabas  al intentar detener a la monja?

Esteban: la quería golpear, sin razón

Claudio: estás loco

Los días pasaron al igual que las lluvias, misteriosamente desde el anuncio de la pronta llegada del nuevo sacerdote el cielo se había calmado, todo el pueblo pasaba en la parroquia alzando rezos al cielo para que dios volviese a poner sus ojos en aquel pueblo.

Claudio acompaño a su hermana al lago para que lavase algunas prendas mientras el intentaba pescar algo para la cena, cada vez se alejaba mas intentado buscar algún pequeño cardumen de peces que pudiesen ser su suerte del día, se sentó a la orilla del lago junto a sus anzuelos camuflado por  las largas hojas del sauce a su espalda.

El joven se sobresalto al sentir un feo golpe en el agua como si alguien hubiese caído al agua, imaginando que sería su hermana, dejo todo en el suelo y corrió hacia dirección del golpe, encontrando en el suelo una túnica negra, y sobre ella un cuello blanco, se oculto entre unos arbustos observando el lago, de donde salió un cuerpo semi musculoso, una piel clara y libre de todo bello corporal, el cabello castaño mojado ocultaba parte del  rostro del sujeto, a simple vista no era un hombre de más de 23 años, mientras más se acercaba a la orilla dejaba mas al descubierto aquella anatomía que tenia hipnotizado a Claudio, un abdomen plano sobresaliendo 6 marcas del musculo, un oblicuo prominente le daba paso a un bello púbico no muy poblado, que entre los pocos bellos que habían colgaba un pene claro, y dos largos testículos rosados que se balanceaban al caminar, el hombre camino hacia la rúnica vistiéndose con ella, sacudió su cabello para arreglarlo y coloco el cuello al comienzo de la túnica.

Con ello Claudio comprendió lo sucedido, el nuevo sacerdote había llegado al pueblo.

Próximo Capitulo:

Esteban: ¿por qué te castigaron?

Milena: hay muchas cosas prohibidas para una virtuosa como yo

Esteban: ¿acaso esto está prohibido?

El joven se abalanzo sobre la muchacha uniéndose en un apasionado beso

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Claudio: quiero ser monaguillo de la parroquia si me lo permite padre

Antonio: bienvenido a la parroquia, dime Antonio que no soy tan viejo

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Beatriz: ¿desde cuándo te interesa tanto la religión?

Claudio: la muerte de mi madre dejo un vacio en mi corazón, quizás la religión lo llene hermanita

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Calvario: sé muy bien lo que haces en tus salidas ¡pecadora!

Milena: hermana le juro por dios

El sonido de la bofetada dejo atónitas a todas las alumnas presentes

Calvario: no jures en nombre de dios a tus atrocidades, terminare con esto de una vez, te vas a los calabozos

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Calvario: si vuelvo a verte cerca de algunas de mis estudiantes provocare que el mismísimo infierno te trague

Esteban: yo… no … no lo haré mas hermana

Calvario: solo hay una manera de limpiar tu cuerpo del pecado… desnúdate ahora mismo

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Antonio: no temas ver el cuerpo desnudo de un semejante

Claudio: eso es pecado

Antonio: mirarlo con lujuria es pecado, pero el cuerpo es algo hermoso, el mirar el cuerpo de un semejante tuyo no te ara mas pecador de lo que ya eres.