La oscura noche

Relatos cortos de momentos precisos....

(...) La noche se cernía entre ambos cuerpos y no tan solo la oscuridad era lo que rodeaba su piel, un ambiente cálido, lleno de deseo, y de un aroma de dos cuerpos que se buscaban. Él no era la persona que ella esperaba aquella noche pero no pudo controlar el deseo que de su cuerpo emanaba, recorría el cuerpo de él una capa de fina lluvia que no hacía sino más que acelerar el corazón de ella.

Los dedos de él acariciaban con ternura la espalda de ella, desde los hombros hasta donde la espalda pierde su nombre y donde tropezaba con una diminuta prenda que se había resistido a la hora de desnudarla, sus dientes marcaban en el cuello de ella el lugar donde las venas se inflamaban de pasión, su lengua inquieta jugaba con el lóbulo de su oreja. Ella se dejaba hacer.... El calor de la habitación iba en aumento y mientras él se deshacía de su ropa ella acariciaba el torso desnudo de donde antes había estado su camisa, sus lenguas enzarzadas en una disputa mientras las manos de ella ayudaban a dejar completamente desnudo a aquel al que no esperaba para aquella aventura,  en el momento en el que ella se desprendía de la última prenda de él, agachada y a la altura de sus ojos aparecía imponente el miembro de él que cabeceaba pidiendo consuelo de la soledad a la que se había visto abocado hasta entonces, lo hizo suyo y con movimientos diestros empezó a masajear de arriba a abajo aquel miembro que solicitaba guerra a gritos. Con un suave movimiento quedo dentro de su boca y con su lengua ágil lo recorrió en círculos haciendo que el gimiera por primera vez aquella noche, ella sabía muy bi9en lo que hacía y él lo agradecía con caricias a lo largo de su pelo. Él se tumbo sobre la cama sin dejar de recibir placer y buscando la postura idónea que le permitiera dar lo que estaba recibiendo, ambos terminan de lado, con sus manos ocupadas y sus lenguas ayudando en aquel frenesí del que ambos estaban siendo participes, los dedos de él entraban y salían del sexo cada vez más húmedo de ella y su lengua se aferraba al botón de placer que ella tenía entre las piernas, ella soltó por un momento el miembro para poder expresar el primer gemido de ella en esa noche en la que el destino quería verla gozar en manos de aquel hombre, para enseguida volver a posar sus labios sobre el miembro hinchado y anhelante de calor.

Tras unos minutos de inconstantes jadeos ella rogó que la penetrara, que no podía aguantar más y que deseaba tenerle dentro, en un ágil movimiento ella termino encima de él, entre los labios de su sexo estaba el miembro que no había perdido ni un solo ápice de erección desde que había sido liberado, y sabiamente ella lo hacía resbalar entre los labios viendo como aparecía la cabeza con su ojo vigilante entre las piernas de ella, sin poder más y  con otro ágil movimiento ella introdujo toda la grandeza del miembro dentro de sí, sus movimientos circulares y sus idas y venidas hacían que sus gemidos estuvieran acompasados. Él miraba a los ojos de ella y ella a los ojos de él, no eran capaces de reconocerse en aquel momento, no eran dueños de sí mismos y la lujuria y el placer se estaban apoderando de ellos lo que hacía que sus movimientos fueran cada vez más rápidos..., una pausa para recuperarse y él la invito a tumbarse delante y mostrando poca clemencia la penetro. Las uñas de ella se aferraban a su espalda y sus dientes a su cuello dándole más razones para no separarse de ella, él entraba y salía del sexo húmedo y palpitante que ella le ofrecía y ella se aferraba al miembro de él con todos sus músculos en tensión. La mano de él había encontrado la manera de llegar de nuevo al botón en el que antes había estado su lengua y con movimientos circulares la hacía derrotarse ante él.

El ambiente estaba cargado de calor y humedad de los cuerpos transpirando, el sonido de los jadeos que cada vez era mayor hacia vislumbrar que el final estaba cerca, los movimientos cada vez más acelerados proveían lo inevitable.

Ella grito sin poder contenerse mientras él hacía su última embestida, quedaron en la cama uno al lado del otro con las miradas cruzadas:

-Esto no lo debe saber Mario- Dijo ella dándose media vuelta.

Sin decir nada él se vistió y con una caricia se despidió antes de salir de la habitación. (...)