La Orden (01: Mas allá de la moral)

Un hombre descubre nuevos horizontes del placer.

La Orden

Capítulo 1: Mas allá de la moral

Todo empezó hará aproximadamente 2 años. Yo, por aquel entonces tenia 19 años , estudiaba en la universidad magisterio musical y vivía en un apartamento en el centro de Barcelona. Aun así sentía como mi vida no tenia demasiado sentido. Todo cambió un buen día.

Recuerdo que iba en moto por la Gran Vía, recuerdo como el aire se metía por dentro de mi chaqueta y me enfriaba. La sensación de velocidad y control era muy estimulante, era la libertad que tanto anhelaba. En un momento dado un coche negro de lujo apareció por una calle perpendicular a toda velocidad. Quien sabe si por un descuido o por la poca visibilidad del casco, colisioné. Me sentí suspendido en el aire por décimas de segundo y después caí pesadamente en el suelo, sintiendo dolor por todo mi cuerpo. Perdí el sentido.

Abrí los ojos lentamente y pude observar una habitación típica de hospital, con una excelente iluminación, un mobiliario de tonos luminosos, muy nuevo y todo el equipamiento típico, la camilla sobre la cual estaba estirado mas los pulsadores de atención.

Me fije en el hecho de que mi brazo estaba escayolado, comprobé el resto de mi cuerpo pero sólo descubrí contusiones leves. Me alegré bastante. De repente entro una chica con uniforme de enfermera trayendo un carrito de comida. Era asiática, bajita, con el pelo corto y teñido de rojo, tenia unas curvas notables, sobretodo en lo que concierne a sus pechos.

-Veo que se ha despertado-Dijo mientras me servia la comida, casi sin ni tan solo mirarme a la cara

-Donde estoy?-Pregunte confundido

-En el hospital clínico, ha sufrido un accidente y debe permanecer unos días aquí- Luego añadió

-Cómase esto y luego échese a descansar-

-De acuerdo-Asentí justo antes de que saliera de la habitación

Debo admitir que la comida estaba bastante buena, aun así note un sabor mas dulce de lo normal, aunque no le di importancia. Una vez acabada, deje lo que sobró a un lado de la cama y me estire con la intención de dormir.

Poco a poco, note un cosquilleo leve por todo mi cuerpo, me sentía adormecido pero a la vez de otra manera... mas bien excitado, empecé moverme de forma nerviosa. Me sentía un poco ausente, de forma que no tenia demasiada energía pero a la vez deseaba estimular todo mi cuerpo. La sensación de frotar mi cuerpo con la bata de hospital que llevaba era muy intensa y incluso me hacia desear mas estimulación pero no tenia energías para hacer nada mas.

No se cuanto tiempo estuve así pero en un momento dado oí la puerta abrirse y cerrarse, y luego echaron el cerrojo. Intenté ver quien había entrado, pero cuando me di cuenta me estaba poniendo una venda en los ojos delicadamente. Por algún motivo no podía resistirme. Lentamente sentí como me destapaba y me quitaba la bata de forma sumamente suave dejándome desnudo. No era capaz de resistirme, mi corazón funcionaba a una velocidad increíble.

Me sentí acariciado por unas manos suaves, ayudadas por algún tipo de aceite de masaje.

Recorrieron primero mi pecho, luego mi cara, mis brazos mis piernas... yo solo podía agitarme ante el increíble placer que me estaban proporcionando unas simples caricias.

Me sentía lleno de aceite por todo mi cuerpo y no deseaba que pararan de estimularme bajo ningún concepto .Mi excitación estaba llegando a un extremo jamás conocido hasta el momento, y eso que aun no había tocado mis genitales.

Entonces las manos empezaron a jugar por mi pelvis, yo solo podía moverme alocadamente, deseando que hicieran aquello que tanto deseaba, pero parecía que mi desesperación no servia de nada.

Finalmente, las manos agarraron mi pene y empezaron a deslizarse por el tronco, masajeándolo lentamente pero con fuerza. Entonces sentí una especie de pellizco suave en el glande, gracias al aceite no me dolió, sino que me hizo sentir un placer tan intenso que agite todo mi cuerpo y di un pequeño gemido.

Estaba en la gloria, no tenia ni idea de que pasaba pero gracias a el extraño estado en que me hallaba el aceite y la maestría de las manos, sentía el placer mas grande de mi vida. Una de las manos bajo y me masajeo los testículos mientras que la otra se cerro entorno al glande y se empezó a mover en círculos, haciéndome sentir un placer casi insoportable, agitarme de forma salvaje y gemir constantemente, acercándome a una velocidad vertiginosa hacia el orgasmo mas grande de mi existencia.

De repente, las manos me hicieron dar la vuelta y me colocaron una almohada bajo mi trasero, no pude oponer ninguna resistencia, tampoco lo deseaba.

Sentí como frotaban toda mi espalda para después dar paso a una legua que empezó a lamerme por todas partes, desde el cuello, donde me mordisqueo y succionó hasta los pies, proporcionándome de nuevo una increíble excitación y placer.

Entonces se acerco hacia mi trasero, no es necesario decir que james me habían hecho nada por ahí, pero por algún motivo estaba tremendamente excitado con esa idea.

Su lengua empezó a juguetear con mi ano, pasando por encima y rozándolo. Yo sentía un nuevo e increíble placer, me agitaba suavemente al ritmo de sus lamidas .Luego fue abriéndose paso hacia dentro, lentamente, jugando en círculos, mientras yo estaba perdiendo la cabeza agarrando fuertemente la almohada. De repente deje de sentir la lengua para notar un dedo rozándome ese orificio, poco a poco entro gracias al trabajo anterior de la lengua, y el lubricante del aceite. Muy lentamente se fue moviendo por mi interior, con mucho cuidado de no hacerme daño. Yo estaba de nuevo agarrado a la almohada, moviéndome violentamente, gimiendo, deseando que siguiera adelante. De repente sentí un segundo dedo penetrándome, sorprendentemente, sin dolor alguno. En ese momento, los dedos se doblaron hacia abajo, provocando un gran espasmo en mi cuerpo y posteriormente un fuerte gemido por mi parte. Había oído historias sobre el famoso punto G masculino, la próstata, pero jamás hubiera dicho que algo así pudiera ser tan increíblemente placentero. Los dedos siguieron con el masaje, yo me movía de forma totalmente violenta, mordiendo la almohada para acallar mis brutales gemidos, que casi eran gritos. La otra mano me empujó levantando mi pelvis, poniéndome a cuatro patas, para inmediatamente combinar el tan intenso masaje anterior en el glande, con la estimulación de la próstata. Mi mente estaba eclipsada con el placer, súbitamente, sentí acercarse un orgasmo, que poco a poco fue invadiendo la totalidad de mi cuerpo con una intensidad increíble, que me hizo temblar de pies a cabeza gritar como nunca en sobre la almohada y eyacular una cantidad impresionante sobre mi cama sobre la cual, una vez acabado el clímax caí rendido, y hasta mareado.

De repente oí una voz femenina susurrarme a la oreja

-Me ha encantado ordeñarte-

Y antes de poder reaccionar oí abrirse y cerrarse la puerta de nuevo, dejándome en mi propia confusión.

CONTINUARÁ

Espero que os haya gustado, me gustaría recibir comentarios en Akimbo_Wilks@yahoo.com