La oportunidad

La oportunidad llama a la puerta, ¿serías capaz de dejarla pasar cuando se te ofrece así?

Llegó el momento que tanto esperaba con tantas ganas. Sonaba el teléfono y era ella, Nuria.

Pero no nos adelantemos. Volvamos una semana más atrás y pongámonos en antecedentes.

Soy Javier, Javi. Vivo con mi novia con la que llevo saliendo unos 4 años, aunque viviendo juntos han sido los últimos 5 meses en una ciudad del sur con mar, en la provincia de Málaga. Ella es Marisa, no es diminutivo de María Isabel; le pusieron Marisa tal cual.

Nos fuimos a vivir juntos porque ya tocaba después de tanto tiempo, para salir del nidito familiar y para ver si le daba otro aire a la relación. Que digamos estaba un poco… estancada.

Bueno, vaya por delante que Marisa es genial, una curranta y luchadora. Se emancipó de su familia a los 20 añitos y se fue a vivir sola. Dice las cosas claras y se puede contar con ella para casi todo, le gusta la aventura pero no ir de camping. Pero también tiene un genio que vaya telita. Fisicamente es castaña clara y una cara muy linda, como pegas unas caderas bastante anchotas, lo que hace un culo y muslos generosos.

Era viernes ya del mes de junio y estábamos charlando por la tarde en casa:

-       Pues ya hemos comprado los billetes. Así que Ángela y yo nos vamos el próximo finde a visitar a mi prima a Barcelona.-

-       Hummm, ¿quedamos en que yo te daba permiso?- Ni que yo mandara en algo…

-       Vamos a ver, que nos vamos y ya está. Tú te quedas aquí y te distraes con lo que quieras. Pero la casa bien recogidita y el suelo fregado. – Todo en tono socarrón, se hacía la mandona.

-       Que sí que sí, que cuando se acabe la fiesta y eche a las guarrillas limpiaré para que no te encuentres el desbarajuste.- Hacíamos siempre las mismas coñas que si yo me iba con unas guarrillas y ella con unos guarrillos.

-       Me parece perfecto. El viernes por la tarde nos acercas al aeropuerto.- Para terminar con la conversación.

Esa misma tarde, Nuria me mandaba mensajitos al móvil, así que la llamé. Me decía que estaba de capa caída. Llevábamos intentando quedar ya meses, pero por unas y otras no encajábamos las agendas. Pero que ahora lo necesitaba.

-       Claro que sí nena. Además me debes más de una, que me has estado dando capotazos bastante tiempo.- Reproche que le hacía que no iba en serio.

-       Ayyy, es verdad, te tengo abandonaito.

-       Pues ahora sí que sí. Vete pensando a donde me vas a llevar el próximo finde, que me quedo de rodríguez.- Oye, si la jefa se iba tendría que entretenerme.

-       Que lástimita!! Con lo chico que es.- Siempre le digo eso y ahora me la devolvía con su correspondiente recochineo.

-       Pues eso. Nos vemos y nos ponemos al día, a ver qué es eso que te atormenta.- Ya en un tono más serio.

-       Pues chico, que se me junta todo. Los males, los desamores, el estancamiento en el curro de mierda explotada,…- Nuria se desahogaba conmigo y yo con ella. Hacíamos de psicólogos el uno con el otro.

-       Pues este finde que no pase. Vete pensando a donde me vas a llevar.

-       El viernes no puedo, me tengo que quedar con mi sobrinillo.

-       Ufff, ya estamos con los capotazos. El sábado, y ya se puede parar el mundo.- Le dije temiendo otro plantón.

-       El sábado soy tuya.- Con una sonrisa.

-       Hecho chica. Vamos quedando la semana que viene. Un abrazo fuerte.- Mía dice… aysss.

-       Un beso fuerte chico!!

A Nuria la conocí cuando coincidimos trabajando en un centro comercial, en los comercios de la galería. Siempre había tiempos muertos en las horas tontas. Y mucho “tonteo” por parte de todos los que trabajaban allí.  Mucha gente joven con los que se coincidían durante muchos días.

Por aquel entonces yo estaba soltero y les decía tonterías a todas las que podía. Pero Nuri era una con la que me hubiera gustado salir y no solo ser amigos. Ella, si tenía una relación que no iba muy bien por cierto, pero no pasamos de ser más que amigos. Nuria salió de allí unos cuantos meses antes que yo.

Desde entonces teníamos algo de contacto. Una llamada, algún email, alguna vez que quedábamos en grupo,… Cosas así. Seguíamos teniendo muy buenas migas, pero desde hace unos meses la relación se volvió a estrechar. Estaba pasando por problemas personales y, aunque tenía muchos amigos porque es encantadora, lo cierto es que encontraba en mí un apoyo que no tenía de otros amigos. Nos dábamos esa compañía que no nos daban los de nuestro alrededor y ese apoyo que tanto nos hacía falta.


Quedaba una semana de curro por delante. En la oficina pues más o menos con el trabajo rutinario de facturación de una consultoría/gestoría fiscal. Somos 6 personas, a parte del jefe. 3 chicos y 3 chicas. Aunque 2 de las chicas son una especie de secretarias que nos dan apoyo al resto.

Las mesas están agrupadas de 3 en 3, como en triángulos y luego está el despacho del jefe, servicios, una pequeña cocina y otra sala de reuniones. Y papeles, montañas y montañas de papeles en archivadores en las estanterías.

El caso es que una de estas secretarias de apoyo, Susana, le gustaba jugar. No es que fuera guapa, pero sí atractiva. Más bien canijucha, pero con unas piernas y culos muy apetitosos. Pechos no voluminosos pero sí bien levantaditos. Siempre cuidando mucho su pelo y la ropa, maquillada bastante pero con gusto. Se sabe que se la mira y se regodea de ello.

Así que le gusta jugar y yo como la vergüenza para eso se me pasó ya pues nos damos tiritos. Los otros compañeros se lo pasan genial viéndonos como jugamos al gato y al ratón. En más de una ocasión me han preguntado cómo es que nos llevamos así. Pero les he dejado claro la historia: que es juego y nada más, así se hacen más amenos los días.

Ahora Susana había cogido la costumbre de darme un carpetazo “de cariño” cada vez que se acercaba. Con la sonrisita socarrona de los otros 2 con los que me sentaba.

-       Susana, hay que ver.- Le dije en tono de ligero reproche.

-       ¿Qué pasa amor?- Le daba por ahí.

-       Que no me des más mujer, que me voy a quedar ya tonto del todo.

-       Ayyy pequeño, si es de cariño. Ya sabes que eres mi favorito.- Con voz melosa.

-       ¿Ahora soy yo tu favorito? ¿No era Carlos?- Es cierto, lo había dicho otro día que estuvimos de coña no recuerdo con qué y como Carlos era más bueno era su favorito.

-       Pero ya he cambiado. Ahora tú eres mi favorito amor.- Dijo sacando la lengua y poniendo una mano sobre mi hombro.

-       Lo siento Carlos, ahora soy su favorito.- Dije con una sonrisa mientras la acaricié disimuladamente una pierna por debajo de la rodilla sin que nadie lo viera, algo fugaz. A lo que no hizo ningún gesto.

En la parada para el desayuno se me ocurrió la genial idea de contar que me quedaba solo en casa porque Marisa se iba con una amiga a visitar a su prima a Barcelona. Claro, el canchondeo monumental: calzonazos, la casa bien arregladita, quien lleva los pantalones es ella, … y demás comentarios y chascarrillos a mi costa.

Pero mira que sois tontos. Así me puedo quedar en casa tranquilo y salir de parranda el fin de semana y hacer lo que quiera. Además Carlos, ¿de qué te ríes? Si estás buscando piso porque a tu novia, que no vive contigo, te ha dicho que no le gusta. Que no le gusta por las vecinas de enfrente. Y tú a callar y buscando piso estás. Y tú igual, que cuando sales vas corriendo para almorzar con tu novia y te tienes que cruzar más de media ciudad y llegas por los pelos siempre. Panda de mamaostias…

Pues así riéndonos sin maldad con las puyitas.

-       Entonces este finde sales libre eh.- Dijo Susana.

-       Digo, libre como el viento. No sé qué haré todavía. Si me iré a dar un rule con la moto o cogeré la bici.- Cosas que también hacía cuando está Marisa, pero no tanto como me gustaría.

-       Vaya tela, una vez que puedes aprovechar para salir por la noche y la vas a desaprovechar. Y tu jefa por ahí pasándoselo en grande.- Susana metiendo cizaña.

-       Si no te quito razón, pero todos lo colegas están casados y castrados.- Respondí refiriéndome a Carlos y Miguel.

-       Pues vente conmigo y mis amigas.- Dijo Susana con ganas de ver si picaba.

-       Desafío lanzado!- Apostilló Miguel.

-       Venga, vámonos este viernes todos.- Dije para no echarme atrás e invitando a todos.

-       Yo es que no puedo… - Fue la respuesta general del resto de chicos y chicas.

-       Tanto hablar y después nada. Si es que sois lo peor.- Con malicia acallaba Susana las excusas del resto.- Pues tú te vienes Javi.

-       Venga!!! ¿Quién dijo miedo?- Ahí que iba como un valiente a la boca del lobo.

Casi sin comerlo ni beberlo se me había resuelto el fin de semana para estar entretenido. En realidad me daba un poco de miedo Susi. Si en la oficina a veces parecía una gata en celo, una noche por ahí después de 2 copas y sin la inhibición del resto de compañeros de oficina… ufff. Pero también es verdad que a mí me iba la marcha, si no le diera juego pues no sería así. Y además que coño!! Que a todos/as nos gusta el juego y el flirteo o como lo queráis llamar.


Por casa el ambiente pues como siempre. Tenemos mucha complicidad Marisa y yo, pero de cuando en cuando se le cruza algún cable y da unas contestaciones que me dan ganas de coger la puerta. Ignora muchas, muchísimas, pero en otras no lo soporto y le pregunto el por qué me trata así y tenemos la discusión.

Esta semana pensaba que la cosa estaría más tranquila, como se iba a ir a ver a la prima y eso pues… efectivamente, me equivocaba. El ambiente estaba tenso. Y la verdad es que no sabía por qué.  La situación me tenía ya cansado y totalmente perdido.

Con Nuria algún mensajito de aliento de ella a mí y yo a ella durante la semana y deseando ambos de vernos. Nos hacía falta. Le comenté lo de que me iba el viernes y le encantó la idea, que me diera el aire y que era lo mejor que podía hacer.

A Marisa también se lo había contado que me iba el viernes con los compañeros de oficina, aunque no era del todo cierto, solo había una compañera de la oficina. Lo de Nuria no se lo dije, ella sabe quién es Nuria y que hablo con ella aunque no la conoce. Respeta que tenga amigas con las que hablo porque ella también tiene amigos. Pero que fuera a salir con ella de noche no creo que le sentara bien. Aunque no tenía que temer, o sí…

Por la oficina la cuestión también había dado otra vuelta de rosca. Susana parecía algo más melosa y con más atenciones hacia mí. Para escarnio de los compañeros a mi costa.

-       Hola chica.- Le dije a Susana mientras me acercaba a su mesa.

-       ¿Qué necesitas amor?- Qué melosa es cuando quiere y que mal genio se gasta también cuando quiere.

-       Ayyy, es que me desmontas.- Es cierto, cuando me dice eso es que se me olvida a lo que voy. -  Necesito que envíes este sobre de manera urgente con confirmación de entrega por favor.

-       Claro que sí cariño.- Me coge los papeles con una sonrisa y un guiño.- Yo te cojo el paquete.

-       No me lo pongas tan fácil chica…- Le iba a soltar algo pero intenté contenerme y lo conseguí.

-       ¿No te gusta fácil? Pero como no sea así no arrancas, si no tienes peligro ninguno.- Por no habérsela dado ahora lo usaba contra mí.

-       ¿Si verdad? Menos daño que el pescaito con arroz en blanco.- Le seguí el chascarrillo para que no fuera a más porque ya estaba toda la oficina siguiendo el duelo dialéctico y descojonados.


Y llegó el viernes. Ya teníamos el horario de verano, así que almorcé en casa con Marisa que también salía pronto. Estuvimos comiendo en casa, ya una vez que nos cambiamos y nos pusimos frescos. Recogimos la mesa y Marisa cogió el bote de nata del frigo.

-       Quiero postre, así que no te tardes en venir.- Me decía mientras se iba con el bote de nata hacia el dormitorio.

-       Ahora mismo te lo voy preparando.- Mientras me tocaba el paquete y sonreía.

Cuando llegué al dormitorio estaba tumbada sobre la cama con los pechos montados con nata y un camino blanco que iba directo a su depilada entrepierna.

Me despojé de las calzonas y dejé al aire mi miembro ya con un tamaño considerable pero que le quedaba aún para llegar a su plenitud. Me tumbé a su lado y la besé. Mientras acariciaba el interior de uno de sus muslos. Mordí su oreja y me dirigí a sus pechos, para lamer lentamente la nata de sus pechos. Algo sonrosado sobresalió de la nata, pero no era una guida precisamente, si no unos pezones más que erectos y hermosos. Paré y me alejé un poco para observar tal estampa.

Continué bajando lamiendo el canal de nata. Hasta que llegué a su sexo, empecé a lamerlo despacio. El resto de la nata no duró mucho, pero seguí lamiendo y lamiendo. Despacio haciendo que se fuera derritiendo. Marisa gemía, mientras tanto lamía su sexo y separaba algo más sus piernas. Así me quedaba más espacio para acercarme y meter bien mi legua allí donde más la quería ahora.

Marisa se arqueaba y gemía cada vez con más intensidad, entonces me concentré en lamer y chupar su clítoris. Al mismo tiempo empecé a penetrarla con un dedo, buscando su punto G. Entraba y salía con gran facilidad por la combinación de saliva y flujos. Ella se agitaba y gemía cada vez más, su orgasmo estaba cerca ya así que saqué el índice de su sexo y lo dejé a las puertas de su culo. Haciendo círculos en los alrededores del hoyo mientras me aplicaba con más ansia a su clítoris. Lo seguía acariciando desde fuera, dejando que fuera ella la que lo reclamara dentro de sí.

Su respiración era ya un jadeo más que otra cosa y el movimiento de sus caderas y culo más ostensible. Estaba al borde del orgasmo así que metí el dedo en su culo, solo la 1ª falange, un gemido más fuerte salió de su garganta mientras me agarraba la cabeza con una mano.  3 o 4 segundos más tardes su orgasmo llegaba y se extendía por su cuerpo mientras se la oía jadear y gemir y agitarse. Yo seguía castigando su sexo y culo hasta que dejó de agitarse.

Dejé de lamer su sexo y me quedé ahí extasiándome del olor intenso que manaba de su piel y entrepierna. Le permití que se hiciera otra vez dueña de sí misma, fui subiendo y besando su cuerpo hasta quedar cara a cara. Enfilé nuestros sexos y entré despacio, aunque aquello era como meter un cuchillo en mantequilla caliente. Hasta el fondo sin vacilar.

Despacio, saliendo casi completamente y volviendo entrar, bien hasta el fondo. Así seguía con ese ritmo y forma de hacer, para que deseara más. Agarré su culo con una mano mientras la besaba y aumenté el ritmo. Tuvo que liberar el beso porque ambos necesitábamos más aire y también expresar nuestro placer con gemidos. Redoblé de nuevo el ritmo hasta dejarnos al borde de alcanzar el orgasmo.

-       Oye!! Vale ya eh, que te estás pasando. Que te gusta mucho lo bueno.- A pesar de todo, la sangre llegó a su cabeza.- Ponte una gomita anda.

-       Una gomita eh,- Tenía razón, había que serenarse un poco. Me la puse.

Entré de nuevo en ella. La sensación es sobrecogedora, pero ni se acerca a lo que se siente sin esa barrera. Maldita y bienhallada al mismo tiempo.

Ahora ya no había lugar a más preámbulos. Empecé a bombear de nuevo aumentando el ritmo. Nuestros cuerpos se iban agitando cada vez más, perdiendo conciencia con la realidad y buscando instintivamente estar más cerca el uno del otro. Acerqué mi boca a su oreja para lamer su lóbulo, sabía que le encantaba eso y que daría otro empujón más a su orgasmo.

Empecé a notar ese punto de no retorno, así que empujé más fuerte y más rápido hasta que me invadió esa descarga eléctrica que empieza en la columna y recorre todo el cuerpo. Marisa estaba cerca pero aún no había llegado, seguí con mi último esfuerzo para conseguir que llegara. Pude ver como a ella también le invadía el placer y sus gritos se hacían más quedos. Me eché a su lado para recobrar el aliento.

-       Muy bien, así te quedas descargadito mientras no estoy.- Me dijo satisfecha.