La Oficina V
Nuevo día con Mario y Leyre
Al día siguiente, había quedado con Leyre y Mario en casa de mis perros a las 10 de la mañana. Llame antes a Paula para decirle que no saliera en toda la mañana de casa. Le explique la situacion y le encantó la idea.
A las 9.30 estaba yo alli ya para preparar todo para la llegada de mis empleados. La verdad es que más que para para supervisar, ya que Paula lo había preparado todo por mí. Lo tenía a los 2 desnudos con un collar puesto y de rodilla como sabe que a mí me gusta que estén. Fue un descubrimiento lo de esta chica, y me alegraba que fuera mi perra y solo mía.
A las 10 en punto sonó la puerta y alli aparecieron Leyre y Mario juntos
- Vaya, ¿Venís juntos?
- Que va - dijo Mario. Nos hemos encontrado abajo.
- Pasad que los perros ya están preparados. Os presento a Paula. Es la hija de los perros y mi sumisa.
- Fantastico, otra para la cuadra – dijo Leyre
- Tranquila – respondí. Esta no estaba en el acuerdo que hicimos. Es solo mía.
Los 2 me miraron con decepción, pero al ver a los perros se les paso. Paula fue a por ellos y los trajo con 2 correas ellos caminando a 4 patas, una escena digna de recordar.
- Bien, a ver que les hacemos hoy – dijo Leyre. Cuéntame algo sobre tuis vecinos – pregunto a Sonia.
- ¿Qué quiere saber? - contesto
- Seguro que hay alguno que te pone ojitos jeje. A mas de uno le apetecerá follarte.
- Eso no se lo tienes que preguntar a ella – dije. El vecino del A de esta planta es un viejo que cada vez que la ve, se la come con los ojos.
- ¿Ah sí? ¿Cómo es?
- Tendrá 65 años. Es gordo y bastante feíto. Tiene aspecto de desaliñado siempre. Se que a Sonia le da mucho asco.
- Perfecto. Podras hacer un bien entonces jajaja.
Sonia miro a Leyre con cara de preocupación. Era un individuo que le repugnaba. Su aspecto de sucio siempre, su olor fuerte, todo en el era repugnante para ella.
Leyre fue a la cocina y cogió un mandil. Llamo a Sonia y se lo puso.
- Quiero que vayas asi a pedirle un poco de sal parta algo que estás haciendo.
- Pero Señora, no puedo ir asi, Se me ve todo el culo y sabrá que estoy desnuda debajo.
- No puedes, pero iras puta. Aquí se hace lo que yo ordeno. Si te dice algo, quiero que le invites a venir a tu casa.
- Pero, …., no lo hare.
La bofetada que sonó a continuación resonó en toda la casa. Sonia cayó al suelo y se llevó su mano a la cara. Cuando levanto la cabeza, estaba llorando.
- Si quieres, tengo más guardadas aquí.
- No Señora, está bien, lo hare.
Sonia fue hacia la puerta, abrió y se dirigió a la casa del vecino. Toco al timbre y tras un rato se abrió la puerta
- Hola vecino – Dijo Sonia.
- Hola bonita.
Iba vestido un con un bóxer y una camiseta sucia. Estaba despeinado lo que le daba un aspecto aun peor.
- Quería saber si tienes sal que se me ha acabado y la necesito para un guiso que estoy haciendo – dijo Sonia rezando por que siguiera dormido y no se le ocurriera decirle nada.
- Claro que sí. Para una vecina asi tengo lo que necesite.
Y se dio media vuelta para ir a su cocina a por la sal. Cuando volvió, se fijó más en Sonia y se dio cuenta de cómo iba. Una sonrisa se le dibujo en la boca
- Vaya vecina, sí que vienes fresca. Si quieres pasa que hacemos algo para que este más caliente jeje
- No puedo – dijo Sonia sabiendo que la conversación estaba siendo escuchada por Leyre y Mario, pero si quieres puedes venir un ratito a mi casa.
- ¿No esta tu maridito hoy?
- Si, pero no hay problema por eso.
- Vaya, no sabía que erais tan liberales, jeje.
Y diciendo esto cerro su puerta y pasándole una mano a Sonia por detrás, le agarro el culo. Al entrar en la casa, se quedó un poco cortado al ver tanta gente.
- Tranquilo vecino, que somos de confianza – le dije. Yo soy Eduardo y estos son Mario y Leyre. A paula creo que ya la conoces.
- Encantado – dijo aun algo retraído. Soy Juan.
- Bien Juan – dije- Como ves, estos 2 son mis perros. Puedo hacer con ellos lo que quiera. Mario y Leyre son 2 empleados mios que los han ganado este fin de semana y a Leyre parece que se le ocurrió meterte a ti en el juego, siempre que estes interesado, claro.
- Y como no lo voy a estar – dijo aun nervioso. ¿Pero con que les puedes hacer lo que quieras, a que te refieres?
- Pruébalo tú mismo – dije
Juan entonces fue hacia Sonia y le dijo que abriera la boca. Esta lo hizo y dejo caer un escupitajo en ella.
- Trágatelo – le ordeno.
Sonia lo hizo con gran cara de asco.
- Mira la puta de la vecinita. Siempre tan altiva conmigo y ahora te tengo a mis pies como la perra que realmente eres.
- Antes de usarla, tendrás que firmar un documento por el que te comprometes a no molestarles si no te son ofrecidos y a no revelar su vida real a nadie, ¿entendido?
- Si, si, donde hay que firmar.
Una vez hecho este trámite, los 4 miramos a Juan y le dijimos que ya era suya para lo que quisiera y que, si necesitaba ayuda para algo, se la pidiese a José. Él sonrió y mando a José que se acercase. Lo hizo como un perro y le dijo:
- Ahora perro quiero que me la pongas tiesa para follarme a tu mujercita.
Se bajo el boxer y enseño un miembro bastante ridículo. José empezó a chupar. No le hizo falta chupar mucho porque la situacion ya le había empalmado bastante, pero lo tuvo un rato asi. José chupaba con ansia pensando en que, si le hacía correrse, no se follaría a Sonia, pero su intención quedo barrida cuando le dijo
- Ahora voy a follarme a la zorra de tu mujer. Quiero que la tumbes en la mesa y le sujetes los brazos mientras lo hago.
José fue hacia Sonia, le tendió la mano y la llevo hasta la mesa. Alli la tumbo bastante al borde para dejar su coño disponible para la penetración. Después fue hacia la parte superior de la mesa. Mira a los ojos a Sonia, y está comprendiendo, le dio los brazos, los cuales los sujeto con fuerza.
Juan se acercó a Sonia y sin miramiento se la metió de un solo golpe. Mientras, le agarraba los pezones y se los retorcía con saña, haciendo gritar a Sonia. Tras unas pocas embestidas se corrió.
- Acércate cornudo – dijo a José. Quero que limpies el coño de tu mujer y lo dejes reluciente.
José se agacho y empezó a chupar quitándole todo el semen que pudo al
Coño de Sonia. Una vez Juan decidió que ya estaba limpio le dijo
- Dale un beso a tu mujercita por lo bien que lo ha hecho. Quiero que los 2 compartáis mi esencia.
Asi lo hicieron y estuvieron besándose un rato hasta que la boca de los 2 estaba completamente limpia.
Mientras, Mario ya la tenía totalmente tiesa ante la escena que había vivido y le dijo a Sonia que no se moviese de encima de la mesa que se la iba a follar el ahora. Leyre llamo a José y le dijo que empezara a comerle el coño tan bien como él sabía hacerlo. Yo esta vez tenia a Paula para aliviarme con ella, asi que la acerque un poco la cabeza a mi polla. Ella comprendió perfectamente y me bajo la bragueta sacándomela y comenzando a chupar.
En un momento, aquella casa se convirtió en un auténtico lupanar donde la lujuria se hizo la dueña de todo: Mario y Sonia, Leyre y José y Paula y yo. Juan estaba todavía descansado pero tal escena se la había vuelto a poner dura, asi que se pajeaba frenéticamente como un mono.
Asi acabamos todos con nuestras respectivas parejas y cuando Mario acabo, Juan fue a Sonia y le dijo que abriese la boca. Estaba ya muy caliente por lo que se corrió enseguida en ella y le ordeno que se lo tragase todo.
Una vez finalizamos y todos a gusto, nos despedimos y nos fuimos. El día siguiente paso igual más o menos y asi acabo el premio para Leyre y Mario. Al despedirnos hasta el día siguiente en la oficina, les recordé que no podían decir ni hacer nada sin mi permiso y que, si seguían trabajando tan bien, quizás tuvieran oportunidad de tenerles otra vez. Ellos me agradecieron el premio que les di y me aseguraron que nada saldría de su boca al respecto en la oficina
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