La oficina (selección del personal)

Nacho monta un negocio para poder tener su propio haren de sumisas.

La oficina (selección de personal)

Soy Nacho y acabo de montar mi propia empresa, tengo 42 años estoy soltero y mi situación económica empieza a ir estupendamente. Vivo en un chalet a las afueras y disfruto de todos los placeres de la vida. Sexualmente estoy encantado, puesto que este apartado de mi vida también funciona de acuerdo a mis deseos. En estos momentos tengo tres sumisas que me obedecen hasta en los más mínimos detalles. Son unas zorras muy agradables. Pero sinceramente me estoy cansando de ellas, por lo que al montar mi nueva empresa esperaba conseguir nuevas mujeres.

Para empezar a funcionar necesitaba mínimo dos empleados a parte de mi secretaria, y evidentemente decidí buscar tres mujeres acordes con mis gustos sexuales. Puse anuncios en los periódicos y el primer día de citas tenía 25 entrevistas.

Las primeras diez preguntas del cuestionario eran las normales: experiencia, estudios, aspiraciones económicas, todas esas cosas que te preguntan cuando vas en busca de un empleo. A partir de la décima pregunta todas iban en mayor o menor grado a descubrir si serían buenas sumisas. Antes de terminar todas las aspirantes se habían levantado de muy malos modos. Algunas incluso me amenazaron con denunciarme.

Quedaban dos candidatas en la sala y evidentemente mis esperanzas de conseguir algo este primer día eran nulas, me consolaba pensar que mañana vendrían otras veinte o treinta mujeres. La penúltima aspirante se largó en la pregunta número doce. E hice pasar a la última con muy pocas ganas de seguir entrevistando a nadie.

"La siguiente por favor" grité desde mi silla. Alicia se quedó tímidamente en la puerta. Al levantar la vista comprendí que esa iba a ser mi secretaria o por lo menos integrante de mi plantilla de sumisas.

Su modo de andar de sentarse de hablar de moverse delataban que estaba ante una mujer ideal para mi empresa. Ella estaba notando que mi mirada la desnudaba, se estaba poniendo muy colorada y de los nervios no podía casi ni hablar. Me levante y me senté al borde de la mesa muy cerca de ella para poder inspeccionarla mejor.

Tenía unas buenas tetas, una cara agradable, unas piernas bonitas y debajo de su falda se insinuaba una rajita jugosa y apetecible. No era demasiado alta, pero estaba muy bien proporcionada. Estaba sentada muy recta con las piernas juntas y las manos encima de las rodillas, su cabeza algo inclinada y sus ojos con la mirada baja.

Su entrecortada respiración daba muestra de su excitación, se sentía observada, desnuda, magreada, sobada y pellizcada, lamida y follada. Se estaba sintiendo mi hembra y se estaba poniendo muy caliente. Seguro que estaba empezando a mojar su tanga, ya casi no podía ni hablar.

De repente la ordene que se levantara, abriera las piernas y se subiera la falda pues quería ver sus muslos y su ropa interior. Vaciló un momento y supe que era mía. "A que esperas zorra, he dicho que quiero verte los muslos. Levántate, abre las piernas y súbete la falta". Tenía unos muslos firmes y carnosos. Su tanga blanco estaba algo mojado y su coño estaba depilado con sólo un poco de vello en la parte superior.

Comencé a observarla como si fuese a comprarla. La toque las tetas que eran duras, le abrí la blusa rompiéndole los botones y levante el sujetador para verle bien las tetas. Pellizque los pezones hasta que un gemido de dolor salió de su garganta y se le saltaban las lágrimas. "poco aguantas tú" le dije despectivamente retorciéndole los pezones con fuerza. Las lagrimas caían por sus mejillas.

"De rodillas" la grite ayudándola con un empujón en los hombros. Me saque la polla que comenzaba a crecer a pasos agigantados. "Demuéstrame lo que sabes hacer". La agarré de la nuca y la metí la polla en la boca. La verdad es que la muy puta la chupaba de maravilla, luego me enteré que era la primera vez que chupaba una polla. Me estaba gustando mucho, la agarré la nuca con las dos manos y comencé a follarla, la bombeaba como si fuera un coño, notaba como se atragantaba, notaba como la faltaba la respiración debido a que mi polla la entraba muy dentro. Todo esto me estaba poniendo al borde de una corrida espectacular y por fin descargue dentro de la boca de mi nueva secretaria. Ella se lo tragó todo, me limpió muy cuidadosamente con la lengua y volvimos a la entrevista.

"Empezarás mañana, necesito dos mujeres como tu o mejores. Antes de hacerlas entrar harás una criba para no tragarme tostones. Cuando te dirijas a mi me llamaras amo. Está prohibido llevar ropa interior. Está prohibido llevar pantalones. Está prohibido sentarse sobre la falda, tu culito siempre en contacto con la silla. Está prohibido que recibas o des placer sin que yo te lo ordene. Cuando estés sentada o de pie siempre tendrás las piernas abiertas. Jamás me miraras a los ojos. Jamás me hablaras si no te doy permiso. Y sobre todo harás lo que yo te ordene cuando yo te lo ordene. No te pegaré si no es estrictamente necesario y no te maltrataré. Si te portas bien tu también tendrás tu ración de placer. Comerás y beberás en el suelo como una perra y llevaras un collar con tu nombre. Dormirás en el suelo atada por una cadena. A partir de este momento no tienes hogar ni familia ni amigos. Sólo me tienes a mi y me perteneces, hasta que yo decida que me he cansado de ti y vuelvas a tu anterior vida. Saldrás a la calle únicamente conmigo y cuando yo diga. Cuando te quedes sola estarás encadenada y no podrás llegar a la puerta de la calle. De momento nada más. Mañana aquí a las ocho en punto de la mañana, me traerás un café, el periódico y mientras tomo el café y leo las noticias me comerás la polla. Ese será tu desayuno. Eso todas las mañanas. Si vas por el buen camino serás el ama cuando yo no esté. Este regalo te lo puedo quitar cuando quiera y dárselo a alguna de tus compañeras. Te tienes que ganar ser la preferida. Las demás lo harán para quitarte ese honor. A las nueve está citada la primera aspirante. ¿lo has entendido todo?". Con un hilo de voz me contestó "Si mi amo, a las ocho en punto". Había conseguido la secretaria perfecta.

Alicia hizo una selección estupenda y a media mañana ya teníamos a una empleada, a primera hora de la tarde estaba el equipo completo. Y lo mejor del caso es que no había tenido que realizar ninguna entrevista. Alicia tenía un ojo clínico para conocer a sus semejantes. Antes de la reunión de por la tarde di las gracias a Alicia por su trabajo. Y mi agradecimiento fue ponerle un arito en el clítoris del que colgaba una cadena. Y ya con el aro puesto y para estrenarlo la folle encima de la mesa. Cuando tenía la polla dentro tiraba de la cadenita y Alicia se derretía de gusto. Pero estaba aprendiendo muy deprisa y ni se la ocurrió llegar al orgasmo antes de que yo la autorizase. Y después de descargar en su cara, no la di permiso. Quería que mi control sobre ella y sobre las otras fuera total.

Por la tarde tuvimos el primer encuentro de toda la plantilla. Alicia detrás de mí, con el uniforme de la empresa. Minifalda de cuero negro, blusa blanca. Medias con liguero y zapatos de tacón. Las piernas bien abiertas. Con cierto aire de superioridad. Las seleccionadas frente a nosotros. Eran dos hembras de primera. Las explique su misión profesional y mientras yo inspeccionaba sus culos y sus tetas mi amable secretaria les leía las prohibiciones y las ponía al día de sus obligaciones para conmigo y para con la empresa. Al final de discurso yo añadí "En mi ausencia de la oficina Alicia me representará, la obedeceréis como si fuera yo, en todo".

Las ordené a las dos que se desnudaran, estuve un buen rato observándolas, tocándolas sin reparos. Metiendo mis dedos en sus coños y en sus bocas, inspeccionando su culo. Mirándoles los dientes. Más que mujeres parecían animales en una subasta y como a animales las estaba tratando, luego las ordene que se vistieran con la ropa de empresa. Por fin y para que no hubiera duda de que me pertenecían las puse a las tres un collar de perro con la leyenda "Propiedad de Nacho, para que me use como mejor le plazca" en el collar había una argolla de la que colgaban dos cadenas que enganche a sus pezones por medio de un piercing que las hice yo mismo. Ahora no había duda de que estas tres zorras me pertenecían. Llevaban mi marca. Me senté observándolas en mi sillón, ordene a Alicia que se tumbara a mis pies y a las nuevas que se dieran placer.

Las empleadas se montaron un juego lésbico siguiendo mis instrucciones. A Elena, la rubia, la ordene tirar de la cadena que sujetaba los pezones de Susana, mientras ésta tiraba a su vez de los suyos. Tenían los pezones muy estirados. Las primeras lagrimas las brotaban de los ojos. Sus gemidos de dolor se mezclaban con los de placer. Ahora las mande masturbarse, con la mano libre metían los dedos en el coño de su compañera. Sus respiraciones se aceleraban. Sus coños húmedos estaban al borde del orgasmo y Alicia silenciosamente y con mi permiso se masturbaba a mis pies. Las ordene parar, sus inminentes orgasmos se cortaron.

Ahora estaban las tres dándome las espalda, agachadas con las piernas rectas enseñándome sus tres formidables culos y sus coños empapados. Cogí mi regla de madera y fui golpeando sus culitos. Flojo al principio, casi una caricia. Detrás de cada golpe acariciaba el coño de la agraciada con el canto de la regla. Después otro cachete. Otra caricia. Tenían prohibido correrse hasta que yo no se lo ordenase. Y hacían verdaderos esfuerzos para que sus orgasmos se retrasasen.

Mi erección era ya formidable. Así que fui probando los tres culos. Y las tres eran analmente vírgenes. Tres culitos sin desvirgar para mi y en un solo día. Primero cogí a Elena. Se la metí en su empapado coño para lubricarla un poco y agarrándola de la cintura se la metí, la punta al principio, pero en cuanto encontré el camino se la clavé de una vez hasta dentro. Elena contuvo un grito. Su culito era muy estrecho y mi polla estaba enorme.

Bombeé unas cuantas veces y se la saque para desvirgar el culito de Susana. De la segunda embestida se la metí hasta dentro y soltó un grito de dolor que a la cuarta o quinta embestida se transformó en placer. Dejé para la última a Alicia para que fuera ella la que recibiera toda mi leche y para que se corriera conmigo. Mientras la enculaba metía mis dedos en su coño, tiraba de su cadena estirando su clítoris y antes de que me corriera ella ya había tenido tres orgasmos. Se movía como una loca tragándose mi polla hasta muy adentro. Sus movimientos y los míos nos hicieron llegar al orgasmo a la vez. Fue terrible, maravilloso. Se la saque y ordene a Elena que me limpiara con la boca, pero a ninguna de las dos las di permiso para correrse.

En lugar de eso las acompañe a sus bancos de trabajo. Los ordenadores y el material de oficina eran de ultima generación pero sus asientos eran de madera dura y fría. Cuando se sentaron até sus tobillos al banco y su cuello al respaldo. Sus manos también atadas llegaban justo a los lugares donde tenían que llegar. Sus espaldas rectas, su culo sobre la fría madera, sus piernas separadas y sus pezones enganchados a su cuello. Esta visión me estaba poniendo muy cachondo y mientras mis empleadas trabajaban, mi secretaria daba buena cuenta de mi polla.

El primer día de mi nueva empresa había sido todo un éxito. Y estaba muy contento con mis tres empleadas.