La oficina de Jennifer
Un divertido juego de rol
Había recibido una llamada de Jennifer, mi amiga que me convenció de ir a clases de inglés. Me dijo que tenía algo que mostrarme e hicimos cita para el día siguiente.
A la mañana siguiente llegó temprano a mi casa, y desayunamos con algo de calma. Lo que llamó mi atención fue que había venido en pijama y yo también lo estaba.
-¿Has oído hablar de los juegos de rol?- dijo de pronto.
-Sí, yo los he hecho alguna vez, ¿por qué lo preguntas?
-Bueno, hoy vamos a hacer eso, así que yo creo que mejor nos vamos en cuanto terminemos de desayunar. Me guiñó el ojo y terminamos de desayunar sin hablar mucho.
Salimos de inmediato, ni siquiera me dejó ponerme algo decente para ir a donde tenía que llevarme. Después de media hora más o menos llegamos a una parte céntrica de la ciudad donde había muchos edificios y entró al estacionamiento de uno.
-Estás loquita si crees que voy a salir del carro en pijama.
-No te preocupes, por allá está el elevador que nos lleva directo al piso donde tengo mi nueva oficina.
-Hablando de eso… ¿para qué compraste una oficina?
-Ya te lo dije, para venir a jugar.
Sonrió con un poco de malicia y bajamos del carro, yo caminaba con prisa para evitar que alguien me mirara, pero Jennifer caminaba normalmente. Entramos al elevador y llegamos al tercer piso, admito que estaba algo nerviosa al no saber los detalles del plan de Jennifer. Al fin llegamos al tercer piso del edificio, miré el pasillo y suspiré con alivio al ver que varias puertas, de lo que asumo eran otras oficinas, estaban cerradas, sólo dos estaban cerradas y las personas que estaban dentro no se veían por ninguna parte, sólo se oían sus murmullos.
Me señaló la puerta al final del pasillo. Metió su llave y abrió la puerta, al entrar había otra puerta, era corrediza de vidrio. Estaba oscuro, prendió las luces y me mostró la pequeña sala.
-El edificio es nuevo, bueno sólo entre comillas, derrumbaron los interiores y dejaron la estructura, al ver el anuncio en internet no pude dejar pasar la oportunidad. Después mi primo me ayudó a diseñar la oficina, le mencioné que quería poner material aislante de ruidos y me recomendó el que se usa en cines, que además de hacer eso también era retardante de fuego y térmico. Así que no se construyó prácticamente nada, sólo se armó la nueva estructura, todo el trabajo se terminó en poco más de un mes. Para aislar el ruido de la puerta me aconsejó poner esa puerta corrediza de vidrio un poco grueso, cuando alguien está afuera, no se oye nada de lo que pasa aquí dentro. Las ventanas son también del mismo grosor que el vidrio de la puerta.
Sonreí y después entramos a la verdadera oficina, era más grande de lo que parecía, había dos pequeños escritorios en cada pared, un pequeño sillón cerca de la puerta y al final había otra puerta. –Estos son los escritorios de mis secretarias, llegarán después. Ven, ahora sí, podremos vestirnos decentemente o incluso mejor-me invitó a pasar y noté que era otra oficina, un poco pequeña pero acogedora, en ella había también dos escritorios en cada pared.
-Escoge uno- dijo mientras hacía ademán con su brazo.
-Éste- dije y de inmediato me senté en la silla del escritorio de la izquierda.
-Bien, te dejo para que te cambies, en el closet de al lado está tu ropa, mientras voy a avisar al lobby que la oficina ya está abierta para las chicas, no tardo.
Sonreí de nuevo y en cuanto ella salió abrí el closet, en él había un coordinado de saco, chaleco y falda grises en un gancho, en otro había una blusa rosa de manga larga. En un pequeño cajón estaba la ropa interior, un bra y pantaletas negras de encaje con detalles florales, un paquete de pantimedias grises y en el fondo un par de zapatos de tacón alto.
Me desnudé y guardé mi pijama en el pequeño cajón bien doblada, después de pensarlo un poco decidí con malicia ponerme las pantimedias primero. Me sen´te en la silla y comencé a ponerlas poco a poco con cuidado, primero con la pierna izquierda, subí la media hasta la rodilla, después con cuidado me puse la parte derecha, me levanté y comencé a subir el resto con movimientos circulares alrededor del panti, las estiré lo más que pude para evitar estár incómoda. Me puse la pantaleta después, la cual resbaló sin problema gracias a las medias. Me puse el bra y todo el coordinado rápidamente.
Más o menos diez minutos después regresó Jennifer. –Ya está… ¡ay, olvidé pedir el almuerzo!, ¿podrías hacerlo tú? Baja hasta el lobby y a mano derecha de los elevadores verás un pequeño restaurante, tiene carta así que no te preocupes, pide cuatro almuerzos, los que tú más gustes y diles que los traigan a la una.
Así lo hice, en el tiempo que me tomó bajar, hacer el pedido y regresar a la oficina, Jennifer ya estaba lista. Tenía un coordinado similar al mío, sólo que el de ella era color azul marino con blusa negra semitransparente, medias azul marino también y tacones negros.
Me indicó que en uno de los cajones del escritorio había maquillaje, un cepillo, un pequeño atomizador y una lata de spray para el cabello. Saqué todo y comencé a maquillarme, puse un poco de rubor a mis mejillas, delineé mis ojos un poco y me puse un poco de sombra. Procedí a peinarme, mientras Jennifer hacía lo mismo. Sus pómulos resaltaban muy coquetamente con el rubor que ella usó, sus ojos café claro resaltaban debido a la sombra oscura que se puso y su cabello negro brillaba gracias al spray, lo traía recogido en una cola de caballo. Su esbelta figura resaltaba gracias su ropa.
Ya listas, esperamos en la pequeña sala a que sus secretarias llegaran.
Veinte minutos después llego la primera, tocó la puerta y Jennifer la hizo pasar, nos presentó, ella se llamaba Mónica, traía un coordinado también, era rojo, con blusa blanca, minifalda, medias blancas y tacones rojos. Después fue a sentarse a su escritorio y sacó unos papeles para revisarlos. Su cabello era largo y castaño claro.
Al poco tiempo llegó la otra, al igual que a Mónica la hizo pasar y nos presentó, ella se llamaba Alexis, al igual que todas llevaba coordinado; de color negro con blusa blanca, minifalda y medias color natural brillantes, tacones negros. Su cabello no era tan largo como el de Mónica y era color castaño oscuro. También fue a su escritorio y al igual que Mónica se dispuso a revisar papeles.
Jennifer y yo entramos a la otra oficina y ya en privado le comenté: -¿No te parece que Mónica y Alexis tienen algo raro?
-¿A qué te refieres?
-Bueno… sus rasgos eran un poco diferentes, por así decirlo y su voz…
-¿Tú crees? A mí no me parece-. Me interrumpió antes de poder terminar la frase.
Antes de que pudiera decir algo más, Jennifer sacó dos sobres de papel tamaño carta y me dio uno, me indicó que revisara los papeles que contenía. Así lo hice. Era un contrato de arrendamiento, pero al poco tiempo le dije a Jennifer que el escrito estaba lleno de errores ortográficos y de redacción.
Volteó a verme y entrecerró los ojos, salió de la oficina y llamó a Alexis. Al entrar ella con Alexis me pidió los papeles. –Tu captura está toda mal hecha, Alexis. Creí que tenías experiencia al contratarte-, Alexis bajó la cabeza pero no respondió, -¿Cuál es tu excusa?
-Lo siento señorita Jennifer, lo hice a última hora y como ya quería irme no lo revisé- dijo con voz baja.
-Ya veo, así que salir a divertirte es más importante que tu trabajo.
Alexis negó con la cabeza. –Lo siento señorita, volveré a capturarlo.
-No hace falta, tú sabes que yo castigo cualquier error-. Después de decir eso, Jennifer agarró del brazo a Alexis y la reclinó sobre el escritorio, mostrando el trasero. Acto seguido Jennifer la nalgueó algo fuerte, el chasquido que produjeron sus nalgas sonó un poco fuerte.
Después de eso, Jennifer dejó salir a Alexis. Miré a Jennifer con mis ojos abiertos como platos y ella sólo se limitó a sonreír.
Pasó media hora sin novedades, la hora del almuerzo aún se veía lejana. Mientras leíamos otros escritos oímos que tocaban nuestra puerta. Nos miramos una a la otra y alzamos los hombros en duda. Jennifer abrió la puerta y eran las chicas, Mónica estiró su brazo e hizo retroceder a Jennifer empujándola hacia la pared. Me levanté de inmediato, no sabía qué estaba pasando, si eso era parte del juego o no. Voltee a ver a Alexis que estaba cerrando la puerta y ella al verme negó con la cabeza, indicándome que todo estaba bien.
-Ya estamos hartas, señorita Jennifer, no toleraré un maltrato más-. Dijo Mónica mientras tomaba a Jennifer de los hombros y la hacía girar, dándonos la espalda. La inclinó y le torció ambos brazos hacia la espalda, sometiéndola por completo. Mientras acomodaba los brazos de Jennifer en una de sus manos. Con la otra comenzó a tocarle su trasero, que al estar inclinada, hacía que la falda se estirara mucho.
Intenté moverme para evitar algo peor, pero Alexis colocó su brazo rápidamente frente a mí, impidiéndome el paso, choqué con su brazo y noté que tenía mucha fuerza, demasiada diría yo, para una mujer de su talla. De nuevo volteó a verme y negó con la cabeza, tenía su mirada relajada, así que me limité a estar de pie detrás de su brazo.
Mónica seguía tocando a Jennifer, que gemía y le decía con voz fuerte que la soltara, pero Mónica la tenía completamente sometida, había subido la falda de Jennifer y ahora tenía acceso a sus nalgas, que estaban enfundadas en sus pantimedias.
-¡Suéltame ya!, ¡te voy a denunciar!
-¿Es que nunca deja de cacarear?- Dijo Mónica mientras con un movimiento preciso golpeó la parte trasera de la rodilla de Jennifer con su rodilla, haciendo caer a Jennifer de rodillas. Mónica la hizo retroceder un poco, se acomodó frente a Jennifer y acto seguido subió su minifalda y bajó sus pantimedias. No pude creer lo que veía. ¡Mónica tenía pene! Ahogué un grito al verlo.
Después comenzó a meterlo en la boca de Jennifer, la cual sólo gemía con ese pene erecto entrando en su boca. Mónica movía su cadera para meterlo más profundo, mientras Jennifer seguía gimiendo ahogadamente.
De pronto, Mónica volteó a vernos a Alexis y a mí e hizo un gesto con la mano, a lo cual Alexis me tomo de los hombros, me indicó con la mirada que me sentara y así lo hice, empujó la silla y me colocó casi en medio de la oficina. Mónica gemía de placer, ahora, desde donde estaba colocada, podía ver que Jennifer estaba mamando el pene de Mónica por cuenta propia. Movía su cabeza lentamente las chupadas comenzaban a sonar fuertemente, abría la boca y lamía el miembro erecto de Mónica. Momentos después Mónica separó la cabeza de Jennifer y eyaculó en su cara, los chorros intermitentes de semen, de los cuales el primero soltó la mayor cantidad, golpeó uno de los ojos de Jennifer, otro sus pómulos y uno más cayó en su cabello.
Mónica tomó su pene y lo golpeó en la cara de Jennifer. –Ahora nos van a complacer ambas a nosotras- dijo mientras le quitaba la ropa a Jennifer, que estaba aún de rodillas sin hacer nada. Mónica se quitó la ropa y pude ver que en realidad era hombre travesti. Mónica le hizo un gesto con la cabeza a Alexis, la cual comenzó a acariciarme.
Lo hizo sin pensar ya que de inmediato comenzó a acariciar mis senos, debo admitir que estar en una situación así hizo que me excitara, bajé la cabeza y miraba las manos de Alexis apretar y acariciar mis senos en círculos, tratando de abarcar mis senos con toda la manos.
Mientras Alexis me tocaba, Mónica ya tenía a Jennifer sometida de nuevo, la había inclinado y la tenía de cara al suelo, los brazos en la espalda de nuevo, el trasero al aire, la nalgueó varias veces. Después le indicó que no se moviera, salió a la otra oficina y volvió con un cable de internet, con el cual le amarró las manos detrás de la espalda. Le quitó la falda y después desgarró sus pantimedias, no se había puesto pantaletas y su sexo, ahora expuesto mostraba signos de excitación.
De inmediato Mónica bajó un poco más sus medias y comenzó a penetrar a Jennifer, lo hizo lentamente, oí gemir a Jennifer y al oír un gemido más fuerte supuse que la punta del pene de Mónica había llegado a lo más profundo de su vagina. Acto seguido Mónica comenzó a bombear lentamente. Sacó todo el pene y volvió a penetrar, esta vez lo hizo rápidamente a lo que Jennifer volvió a gemir sonoramente, después Mónica comenzó a bombear a un paso regular. Comenzó a hacerlo más rápido, el sonido de su vientre chocando con las nalgas de Jennifer me hizo mojarme un poco más. Después le dio varias nalgadas, a lo cual Jennifer dio protestó con gemidos más sonoros.
Mientras, Alexis ya tenía acceso a mis senos desnudos, había desabrochado mi saco, chaleco y blusa y había bajado mi bra, apretaba mis pezones delicadamente, los sobaba, al hacerlo, de inmediato se pusieron duros. Alexis comenzó a quitarme la ropa, poco a poco cada prenda caía a un lado de la silla donde estaba yo sentada.
Ya con el torso desnudo, Alexis se puso frente a mí, beso la parte superior de mis senos, y después chupó mis pezones. Los gemidos de Jennifer eran cada vez más fuertes, Mientras Alexis me bajaba la falda y después las pantaletas. Ella se bajó la falda también y pude ver que también tenía pene, muy erecto y con pequeñas manchas de humedad en sus pantimedias. Se las bajó un poco y comenzó a restregar su pene en mi sexo enfundado. Sentía su calor, el líquido pre seminal que mojaba mis pantimedias. Daba pequeños golpes en mis muslos.
Después se inclinó un poco y me susurró: -Vamos al escritorio, señorita Adela-, y me hizo ademán de abrazarla. Así lo hice y ella me tomó de los muslos; a pesar de su delgada figura, tenía brazos fuertes y pudo cargarme sin problema hasta el escritorio. Permanecí sentada mientras Alexis quitaba la pantalla de la computadora y después tiraba los papeles de encima.
Se acercó a mí de nuevo y comenzó a besar mis piernas, las lamía desde mis muslos, acariciaba de arriba abajo. Al fin me abrió las piernas y rasgó mis pantimedias, los hizo de una manera poco común, siguió rasgando el panti hasta que desaparecerlo prácticamente, sólo quedo el resorte en mi cadera; ya no eran pantimedias.
Tomó mis piernas de nuevo y las puso sobre sus hombros, mientras subía sus pantimedias, pero también las rasgó de tal manera que dejó libre su miembro erecto. Estaba casi morado de tanta sangre y después lo hizo, me penetró lentamente, y comenzó a bombear. Seguía oyendo los gemidos de Jennifer y esta vez los mío se unían a los suyos.
Cada bombeo hacía llegar más profundo su pene, hasta el punto que comencé a sentir cómo su glande besaba mi cérvix. Al hacerlo, comencé a gemir más fuerte y a estirar cada músculo de mi cuerpo.
Alexis me miraba fijamente, yo le correspondía la mirada pero también observaba mi alrededor con ese pequeño bamboleo que causaba cada una de sus embestidas. Estaba completamente a su merced. Comenzó a apretar mis senos, pellizcaba mis pezones a lo que yo gemía cada vez más fuerte. Embestía más rápido y más fuerte, yo comenzaba a perder el sentido del tiempo, no podía más que hacer puños con mis manos. Después disminuyó le bombeo, al mismo tiempo separó un poco mis piernas de sus hombros y quitó mis tacones. Al hacerlo instintivamente los puse sobre sus clavículas, intentaba empujarla, pero se dio cuenta y comenzó a echar todo el peso de su cuerpo sobre mí. Inmediatamente comenzó a bombear de nuevo. Agarraba mis piernas para impulsarse, los besos de su glande a mi cérvix eran muy placenteros.
Pude ver por unos momentos cómo Mónica tenía a Jennifer de pie, ella seguía con los brazos atados en la espalda, mientras Mónica le agarraba un hombro y la pierna izquierda que tenía levantada. Estaban frente a frente, Mónica bombeaba y hacía dar pequeños saltos a Jennifer, gracias a la altura de Mónica y a la altura añadida por sus tacones, después de varias embestidas el zapato de Jennifer cayó al suelo y ella movía el pie inconscientemente en círculos, también estiraba y apretaba sus enfundados pies.
Mientras, Alexis seguía penetrándome, pero ya sus embestidas habían disminuido de fuerza, de pronto la oí gruñir un poco y de inmediato sacó su pene, lo dirigió a mi pierna derecha y comenzó a eyacular. Su semen caliente caía y mojaba lo que ahora eran medias y no pantimedias.
Vi sus gestos y después se alejó un poco de mí. Estaba un poco decepcionada, Alexis llegó a su clímax, pero a mí me hacía falta todavía más para poder disfrutar de esa hermosa sensación. Mónica se detuvo al ver a Alexis alejarse, se alejó de Jennifer también, pero después la volteó y le desató las manos, la agarró de un brazo y la llevó a la otra oficina. Alexis hizo lo mismo conmigo, y nos fuimos a sentar al sillón, donde Mónica y Jennifer ya se estaban poniendo en posición.
Jennifer estaba un poco recostada en el sillón, con las abiertas y Mónica se disponía a penetrarla. Alexis en cambio, se sentó y se colocaba un condón, después me hizo ademán con las manos para sentarme en su pene.
Así lo hice, teniendo cuidado de no estorbar a Mónica y Jennifer, lo hice de dando la espalda a Alexis, quien me ayudó a mantener el equilibrio, al fin pude acomodarme, tenía los pies un poco en la orilla, apretándolos para intentar sujetar la orilla del sillón con mis dedos, puse mis manos en los muslos de Alexis, sintiendo la suave tela de sus medias. Me senté poco a poco, sintiendo ese pene caliente y palpitante entrar. Comencé a moverme de arriba abajo, primero lentamente, acostumbrándome de nuevo a tener ese pene dentro de mí. Volteé a ver a Jennifer y Mónica. Jennifer se agarraba del respaldo como podía, Mónica se acomodó de tal manera que tenía la pierna izquierda apoyada en el piso y la derecha arriba en el sillón. Movía sus caderas penetrando a Jennifer, quien sólo gemía.
Sin darme cuenta, ya había aumentado mi ritmo, subía y bajaba mi culo y Alexis intentaba seguirme el ritmo, mientras yo subía, ella intentaba bajar y cuando yo bajaba ella subía su cadera permitiendo a su pene besar mi cérvix de nuevo. Así estuvimos varios minutos, y gracias a esa posición pude tener el control. Sentía muy rico cuando Alexis encajaba su pene, me incorporé un poco, hice mi espalda para atrás e inconscientemente movía mis caderas en forma circular, haciendo que el pene de Alexis estimulara más mi cérvix.
Gracias a ese movimiento al fin podía sentir que el gran momento se acercaba, movía mi cadera intermitentemente, subía y bajaba y cuando sentía el pene de Alexis en lo más profundo, movía mi cadera circularmente. Mientras, Mónica abría más las piernas de Jennifer agarrándolas por los tobillos.
Al fin el momento esperado había llegado. De tanto moverme, había logrado estimularme lo suficiente. Comencé a bajar mi ritmo, esa sensación como de orinar me invadía, pero no era orina, de nuevo me incliné y puse las manos en las piernas de Alexis, las apreté y mis uñas le rasgaron un poco las medias. Me seguía moviendo poco a poco. Al fin el orgasmo había llegado, apreté más mis dedos tanto de las manos como de los pies, gemí fuerte y solté un pequeño grito. Mónica y Jennifer voltearon a verme y sonrieron. Quedé sentada en el regazo de Alexis, quien comenzó a acariciar mi cuerpo.
-¿Te gustó esta experiencia, Adelita?- dijo Jennifer de pronto, que ya se estaba incorporando de nuevo.
Suspiré y comencé a tomar aire de nuevo. –Sí…- Fue lo único que pude decir.
-Qué bueno, espero que mis sumisos, a quienes me costó trabajo de convencer para que nos dominaran hoy, te hayan complacido.
-Bueno… Aún me falta probar a Mónica.
Mientras decía eso, Mónica sonreía. Alexis soltó una pequeña risa.
-Y lo harás querida, por ahora ya es casi hora de almorzar, debemos recuperar fuerza para la tarde. Te apuesto a que no abres la puerta así como estás cuando traigan el almuerzo.
-¿Qué ofreces?- Le respondí con una enorme sonrisa mientras me levantaba y subía las medias rotas hasta mis muslos.