La odisea de Nerwen (la captura)

Nerwen y don Corneo ¡a solas!

Ya estoy aquí, otra vez, estaba por la mañana con una bolsa repleta de guiles (la moneda de este mundo) dispuesta a buscar un vestido nuevo (algo sexy para Vicent y posiblemente a Sephirot), las tiendas de Gold Saucer eran preciosas, llenas de cosas bonitas, ¿un vestido de falda bien corta combinado con un tanga?, no se, ¿qué impresión le daría a Vicent? Además, seguro que Tifa no me deja ni de coña ponérmelo, ¿un vestido elástico? De esos que se ponen los gimnastas para que se me noten mis pezones, no se, debería ser algo más especial.

Vi unos pantalones estrechos conjuntados con un top elástico, amor a primera vista, esa ropa debe ser mía a toda costa.

Al entrar en la tienda, vi a un dependiente gordo, enjoyado que llevaba el uniforme de la tienda.

-buenos días señorita, debo tomarle las medidas para su AUCH – decía el dependiente mientras le daba una patada en las pelotas.

No no, si a mi me va a engañar, ya me olía desde lejos que era Don Corneo.

-¡no puede ser! ¡mi disfraz es perfecto! – me decía Don Corneo.

Perfecto perfecto, pues no, ningún dependiente va tan enjoyado ni tan hortera.

-bueno, tengo un plan b ¡chicos! – decía Don Corneo chasqueando sus dedos.

Varios hombres del gordo mafioso me rodearon, pero yo había mejorado mis materias y los vencí con facilidad, ahora le tocaba a el gordete ese que estaba de rodillas suplicando.

Yo me senté en uno de los probadores mirando sus ridículas suplicas, pero de repente el me dijo algo que me dio mala espina.

-¿sabes porque estoy llorando y suplicando tu piedad?

1 ¿por qué no puede escapar?

2 ¿por qué está seguro de ganar?

3 ¿por qué teme por su vida?

-la segunda – le dije temblorosa (glup la que me espera)

-correcto – decía Don Corneo mientras apretaba un botón.

El probador se cerró y se inundó de un gas que no tardó en noquearme, antes de dormirme vi la sonrisa de ese pervertido, no puedo dejarme vencer, n-no pue…….

Me desperté ¡desnuda! ¡Dios mío! ¡ahora seguro que estoy embarazada y el bebe será tan idiota como el don Corneo! ¡que forma de degenerar la especie! :_(.

-si señor Sephirot, nadie la ha tocado y está en mi poder, pero me gustaría preguntarle por que quiere tanto a esa chica – decía Don Corneo por teléfono.

-¡don Corneo trabaja para Sephirot! ¡me capturó para el! ¡¿por qué no me pondría guapa?!.

-ah si, entiendo – decía Don Corneo temblando, se ve que le ha lanzado una advertencia.

Le veo mirándome fijamente, como si me devorara la mirada, yo desnuda, atada, indefensa, bajo una mirada de un sujeto que me ponía enferma, estuvo largo tiempo mirándome y entonces ¡se bajaba los pantalones! ¡me iba a coger!, yo me movía violentamente para soltarme, pero el se acercaba, no quiero que me haga eso no quiero que me penetre.

En cuanto abrí los ojos vi que ¡se pajeaba! ¡Delante mía! Así sin despeinarse, el muy guarro se pajeaba encima mía, ver como sus manos masajeaban esa cosa tan pequeña que si violase a una chica esta seguiría siendo virgen.

Seguía agitando su pene con ganas, jadeando con la mirada perdida, estaba claro que iba a echarme su corrida encima mía y no tardó, sus descargas se depositaron encima de mis pechos, pero entonces unos disparos abatieron a Don Corneo, ¡Vicent ha venido a rescatarme! X_D.

Pero me encontré con Elena, Renó y Rude ¡los turcos! Son los agentes de Shin ra que se encargan de asuntos turbios, siempre se visten trajeados.

Reno es un hombre pelirrojo con coleta y gafas de piloto, suele tener una vara eléctrica, es el menos serio del grupo.

Rude es un hombre de color, gigantesco, calvo, con gafas de sol, suele usar sus puños para combatir.

Elena era la novata, una chica rubia y esbelta, pero también arrogante, y tiquismiquis.

Me soltaron para llevarme como prisionera, había salido del fuego para caer en las brasas.

-bien hecho chicos, Sephirot la busca para algo, llevémosla a Scarlet – decía Elena.

¡Scarlet era una de las ejecutivas de Shin ra! ¡una bruja! ¡un monstruo! Ya estaba segura de que usaría mis senos para practicar sus latigazos.

Hablando de senos.

¡Reno me tocaba un pecho!.

-eh Rude, fijate, son de verdad, no como las de Scarlet que están rellenas – decía Reno, cuyo comentario me levantaba la moral.

Rude al principio no quiso, pero sus enormes y varoniles manos acariciaban con suavidad mis pechos, hizo una señal de aprobación.

-¡queréis dejar esas guarradas! – decía Elena (aguafiestas, con lo bien que me las manoseaban)

pero ella también me las miraba fijamente y murmuro que tenían razón, que eran mejores mis pechos que los de Scarlet.

Yo, desnuda, caminando en un descampado con las manos atadas a la espalda, ni siquiera me dejaban calzarme, entonces una filosa piedrecita me lastimó un pie, Elena a regañadientes dijo que nos detendríamos a descansar.

Empiezo a odiar el carácter de Elena, necesita que alguien se la meta dentro.

-necesitas un polvo, Elena – decía Reno como si me leyera el pensamiento.

Elena respondió abofeteando a Reno, y le ordenó a el y a Rude que vigilasen.

-¡¿por qué nosotros?! – se quejaba Reno.

-Rude vigila bien, pero tu no sabrías custodiar a la chica – decía Elena fijándose en la erección de los pantalones de Reno (la tenia grande :O).

Pero Reno sacó una pequeña television y se la mostró a Elena, se oían los gemidos de Elena en ese aparato.

La turca se quedó boquiabierta y pálida.

Luego Renó lo enseñó a mi y a Rude ¡era Elena! ¡desnuda! ¡usando los calzoncillos de un turco llamado Tseng! Joder, que ganas le ponía, como usaba la goma para acariciar su clítoris y tenia unos pezones pequeños y muy monos.

-Bien Elenita, hagamos un trato, te doy este vídeo a cambio de que de dejes coger por nosotros o …..

Elena empezaba a llorar, estaba secretamente enamorada de Tseng quería que su primera vez fuera con el, ahora, sus compañeros la violarían sin piedad Rude iba a sujerirle que no la chantajeara de esa forma pero Reno, sin hacerle caso a Rude, dijo.

-o irte a vigilar por ahí y nos dejas vigilar a la chica.

¡a mi! ¡menudo bobo es! ¡si fuera el me quedaria con las dos! Pero supongo que por su relación de compañeros no era capaz de hacerle algo a Elena, la cual dijo tímidamente.

-treinta minutos, después nos vamos.

-no tardaremos – decía Reno.

Elena se fue, dejándonos solos. Reno se fijó en mi pie lastimado y me sacó la piedra clavada para ¡lamerme la herida! Y no solo la herida, sino todo ah, el piehhh, l-la verdaaaahhd e-es que lo hace bi-bien.

Ins-insconcientehhhmenteeh, apoyaba m-mi cabeza e-en la entrepierna de Rude.

¡santo cielo! Algo se le hincha en los pantalones.

Rude se sonrojaba, su pantalón estaba a punto de romperse ¿qué monstruo contendrá ese pantalón?.

-vaya, has provocado a Rude, créeme, si no le tratas con amor, puedes salir lastimada, usa esos labios para besar a su bestia – decía Reno mientras lamía mis pies.

Como pude, desabroché sus pantalones con mi boca, apenas sentía lo que me hacia Reno cuando vi el monstruo de Rude.

Era una barra de carne negra de treinta y ocho centímetros, su diámetro era de ocho centímetros, daba miedo verla, pero al mismo tiempo, me atraía.

-Reno, mejor te dejo solo con la chica – decía Rude mientras se intentaba metérsela.

Reno lo miró decepcionado y le dijo.

-de eso nada somos compañeros, no, ¡somos amigos! Compartimos todo y esta chica no será una excepción, puede que las chicas te tengan miedo por tu "herramienta" pero ella es una prisionera, haremos con ella lo que queramos ¿no es así? Encanto.

yo no escuchaba, miraba esa maravilla negra que aún estaba firme.

-¿ves? ¿vas a negarle el alimento a una pobre hambrienta? – decía Reno mientras me abría la boca.

Pude ver a Rude que apenas podía contenerse, el glande de su verga se me acercaba a los labios, cerré los ojos y saboreé ese mito viviente, sabia bien, se ve que la limpiaba, era tan cálida, tan palpitante.

Pero Reno me empujaba para que la metiera en la boca, sentía como se me desencajaba la mandíbula, dolía, pero pensaba que acabaría acostumbrándome.

Sentía pena por Rude, le dolía que mis dientes le rozasen, usaba la lengua para darle más placer.

-venga encanto, se buena chica y trágatela, que mi amigo hace meses que no está con una mujer, desencaja la mandíbula – decía Reno.

Lentamente la verga de Rude conseguía entrar en mi boca, apenas podía respirar, movía la cabeza para que se corriera, pero Rude me la retiró mientras decía.

-túmbala en el suelo.

Estaba nerviosa ¿me iba a meter todo eso?, me quitaron las esposas y me tumbaron boca arriba, pero el no apuntaba a mi concha.

Puso su carne en mis pechos, quería que le pajease.

Su glande estaba entre mis pechos, mis manos acariciaban también el glande, mientras mis piernas acariciaban el tallo, que cálido, que duro, nunca estuve tan excitada, Reno puso su verga en mi boca, la chupé con ganas, con los dedos de mis pies acariciaba los testículos de Rude mientras usaba mis muslos para pajearlo.

-j-joder ¡como chupa la zorra! – decía Reno.

Rude no decía nada, jadeaba de placer, usando mis pechos para pajear su glande, si mis amigas me viesen con esa verga se morirían de envidia.

Sentí la descarga seminal de Renó que me llenaba la boca, entonces me esforcé en la tranca de Rude.

La cual no tardó en echármela toda en la cara.

Pero Rude también fue salpicado y discutió con Rude, entonces aproveché para escapar, volví donde antes estaba cautiva y recogí mi ropa y ¡estaba ese conjunto del que me había enamorado, me puse mi nueva ropa y salí de allí.

Estuve una hora caminando, estando atento a los bichos y asegurándome de que los turcos no me seguían, entonces vi a Vicent en chocobo (como un principe en un caballo blanco) en cuanto me vio, fue a recogerme, yo apoyé mi cabeza en su espalda :O_ en ese momento Vicent me dijo una noticia angustiosa.

Que Aerith se había ido a la ciudad de los ancianos.