La odisea

El viaje de iniciación a la sumisión por parte de una mujer como cualquier otra...

A Crissy

Mis pasos sonaban inseguros al repiquetear de mis zapatos de tacón alto contra el silencioso empedrado del callejón que llevaba a mi destino, una nave situada en un poligono industrial de las afueras.

Después de varios meses de buscar infructuosamente un trabajo que me librara de la ruina en la que se hallaba mi cuenta corriente me pareció una buena solución contestar al anuncio que encontré casualmente en una revista de contactos, y donde se ofrecía puesto de esclava 24/7 durante un periodo mínimo de un año.

El perfil que pedían se ceñía a mis caracteristicas: de entre 20 y 30 años, con un fisico agradable y de buen ver, soltera y sin ningun tipo de compromiso afectivo, y con disponibilidad para ausentarme durante largos periodos de tiempo.

Y además la cantidad que ofrecían al finalizar el contrato me sacaría de apuros y bastaría para mantenerme con holgura hasta que hallara una buena ocupación.

Asi que después de ponerme en contacto telefónico, una anónima voz me citó para el proceso de selección.

Ahora, a punto de llegar a mi destino, aquello ya no me parecía tan buena idea.

La verdad es que estaba bastante asustada, pero tambien un inexplicable sentimiento de excitación dominaba todo mi ser desde las puntas de mis dedos hasta la raiz del ultimo de mis largos y ondulados cabellos rubios.

Después de unos cortos timbrazos la puerta se abrió automaticamente y me vi en medio de una estancia de medianas dimensiones, completamente vacía y desierta, pero muy bien iluminada a causa de numerosos focos que pendían del techo.

De improviso una voz masculina con un marcado tinte metálico, que semejaba surgir de ningun lado y de todos a la vez, me ordenó escuetamente y sin rodeos, con un tono calculadamente calmado y sosegado:

  • Puedes empezar a desnudarte completamente. ¡Ya!

La verdad es que no sabía que me iba a encontrar, pero desde luego ya iba mentalizada para algo parecido pues habia leído muchos relatos e historias sobre D/s y BDSM, asi que sin dudarlo demasiado comencé a desproveerme de mis vestiduras siguiendo las breves y concisas instrucciones.

Me quite la chaquetilla y al no encontrar percha o mueble alguno donde depositarla simplemente dejé que cayera al suelo.

Y en breves momentos el resto de mis ropas siguió el mismo destino, formando un monton informe y desordenado a mis pies.

Asi desnuda me sentía completamente indefensa y desvalida, y siguiendo un movimiento de autoprotección crucé un brazo por delante de mis tetas y otro tapando mi pubis en un acto reflejo.

La voz se dejó oir de nuevo al momento.

  • Cruza los brazos por detrás de la nuca y abre ligeramente las piernas.

Obedeci sin dudarlo de nuevo, venciendo mis escrupulos, y al cabo de un momento numerosos y tenues chasquidos algo metálicos se dejaron oir en la desangelada estancia.

Me costó un poco determinar su origen. Sin duda eran disparos de varias cámaras fotográficas que me estaban inmortalizando, seguro que tambien estaría siendo filmada desde el mismo momento de mi entrada, aventuré.

Pese al calor de los focos, hacía bastante frio en aquel lugar o simplemente yo estaba helada a causa de la excitación y el temor a lo desconocido.

El caso es que tenía la piel de gallina y mis pezones estaban erizados, tiesos y duros.

Al cabo de varios minutos, que me parecieron interminables, otra puerta que hasta el momento había permanecido discretamente camuflada entre el estucado de los muros, se abrió con un discreto siseo y la misma voz me ordenó de nuevo.

  • Adelante, entra, pero sin bajar los brazos.

La nueva habitación era algo más pequeña, y tan solo provista de una pequeña y muy baja mesita en el centro de la misma.

Sobre ella, varios folios mecanografiados y una sencilla estilográfica.

  • Puedes empezar arrodillandote frente a la mesita y bajar ya los brazos – continuó la misma vieja y ya familar voz metalica.

  • Hasta ahora aun puedes arrepentirte y dar marcha atrás, si asi lo deseas. Encima de la mesa veras algunos contratos y formularios que debes leer y firmar si estas conforme. Una vez hecho esto te convertirás en esclava 24/7 durante un año, periodo mínimo segun rezaba nuestro anuncio.

La voz enmudeció y no volvió a dejarse oir, dejandome a solas con mis pensamientos. Pasados unos momentos de vacilación, me arrodille según se me habia ordenado y cogí el primero de los contratos.

Era el típico contrato laboral donde se establecía el periodo de trabajo y los emolumentos finales.

Los restantes formularios eran similares, una poliza de seguros y un pliego de descargos, en fin lo habitual mas o menos en una subcontrata.

El ultimo de los pliegos, ligeramente más grueso, rezaba en la portada:

"Contrato de esclavitud"

Lo abrí con manos algo temblorosas y comencé su lectura, decía asi:

Entre Sclavin S.A. y ……………., en adelante "la esclava" o cualquier termino similar, se conviene:

  1. OBJETO. La esclava se entrega voluntariamente en relación de esclavitud a Scclavin S.A., comprometiéndose a la más absoluta aceptación de las indicaciones, órdenes y castigos que ésta determine, y cualquiera sea la forma, el tiempo y el lugar en que se manifiesten, durante el periodo aceptado por ambas partes.

  2. ALCANCES LEGALES. Los alcances de lo establecido en el artículo anterior son ilimitados e irrestrictos durante el citado periodo, es decir, sólo están supeditados a la voluntad unilateral de la empresa, ante la cual el esclavo reitera su plena sumisión y acatamiento, renunciando expresamente a cualquier disposición legal que pueda concederle hipotéticos derechos opuestos a lo que en este acto se dispone y acepta de común acuerdo entre las partes.

  3. ALCANCES PRACTICOS. Las tareas y servicios que la empresa decida imponerle a la esclava son amplios, generales y abiertos a su exclusiva decisión. Pero comprenden, como mínimo, las siguientes áreas expresamente definidas:

a) Servicios de esclavitud sexual, para los cuales el esclavo renuncia a su sexo, sea cual sea, y acepta los roles sexuales que la empresa le imponga, en particular, el de puta y sierva, en permanente disposición de entrega y obediencia.

b) servicios y trabajos domésticos de todo tipo, sean ellos prestados hacia la persona y sobre las pertenencias de la empresa, como también a favor de terceras personas o bienes que la misma determine.

  1. ALCANCE TEMPORAL. La duración del presente contrato es durante un año, prorrogable por parte de la esclava, en tanto que la empresa podrá renunciarlo en el momento que lo desee o bien cederlo temporal o definitivamente a cualquier tercero arrendatario o comprador. Para el caso de que la empresa decidiese la transferencia a un tercero del presente contrato, la esclava también expresa en este acto su plena e incondicional aceptación.

  2. ALCANCES ECONOMICOS. La esclava no recibira emulumento alguno mientras actue como tal, corriendo sus gastos de alimentación y vestuario a cargo de la empresa. Al final del contrato recibira la suma estipulada mediante transferencia en la sucursal bancaria cuyos datos nos facilitara a continuación.

  3. OTROS ALCANCES DE CONVICENCIA. Se deja establecido que la entrega de la esclava al dominio moral y físico de la empresa es absoluta y exclusiva, de modo que a todos los fines prácticos de la relación se compromete a tratarlo como su única, legítima e irremplazable propietaria. La relación que se conviene entre amo y esclava es asimilable a la que existe entre un ganadero y cada uno de sus animales. La consigna moral básica que inspira este contrato es, en definitiva, la que fija como aspiración excluyente de la esclava la de servir, halagar y producir en su amo el mayor de los goces posibles, mientras que de parte del amo es la de cuidar y servirse placenteramente de una hacienda leal, sumisa, disciplinada, productiva y eficiente.

ACLARACIÓN FINAL. El refrendamiento de este contrato por parte del esclavo constituye su última expresión de voluntad libre e independiente. Con posterioridad no podrá ejercer ninguna clase de elección ni tomar decisión alguna que no sea previamente conocida y aceptada por la empresa, quien se convierte, por consiguiente, de hecho y por los derechos que la esclava le ha concedido por el plazo ya estipulado, en su única y legítima propietaria, autorizada a disponer de su cuerpo, su mente, su actividad y su fuerza de trabajo y servicio de la manera que mejor se le ocurra.

Dado en ... a los .. dias de ... de ...., en un solo ejemplar, exclusivamente para prueba de dominio de la empresa.

Sentia ganas de salir corriendo, pero sabía muy bien que no tenía a donde.

Mis expectativas eran las mismas que hace unos minutos, asi que venciendo mis reparos y temores agarré la estilográfica y uno tras otro firmé todos los papeles, y de nuevo me quedé a la espera de acontecimientos.

No tuve que esperar mucho, evidentemente todo cuanto sucedía estaba siendo visionado por circuito cerrado y seguramente grabado tambien, porque enseguida de nuevo se abrió una puerta, esta vez con la novedad de que no se abrió automáticamente.

Un hombre vestido entramente de negro entraba en la habitación con paso firme y decidido.

En el rápido vistazo que pude darle, constaté que tendría unos 30 o 40 años, alto, moreno, rostro armónico y viril, y unos ojos duros, severos e implacables como portando toda la ira de Dios.

  • Baja la mirada, perra – me espetó sin levantar demasiado la voz.- Tu primera lección, una basura como tu no tiene derecho a mirar cara a cara a una persona, por lo tanto siempre mantendrás la mirada baja si no se te ordena lo contrario. Y creeme, no te conviene desobedecer.

El hombre guardó los contratos rubricados en un maletín y a cambio sacó unas esposas que con movimientos expertos me ciñó en las muñecas, manteniéndomelas a la espalda.

Tambien sacó un sencillo collar de perro, rojo, y bastante ancho que fue a parar a mi cuello, y terminó ajustando una pequeña correa metalica a dicho collar, que de momento quedó colgando entre mis tetas.

La operación apenas duró unos segundos, que habían bastado para que yo bajara un peldaño mas camino a mi degradación total.

Las rodillas empezaban a dolerme, la incómoda y continuada postura en contacto con el duro suelo de cemento comenzaba a hacer mella en mi resistencia fisica, poco acostumbrada a la incomodidad.

Por eso, concentrada como estaba en tratar de aliviarme, no me di cuenta que el hombre se habia desabrochado la bragueta y se habia sacado la polla.

Solo cuando la tuve a escasos centímetros de mi cara y el hombre me agarró la nuca atrayéndomela hacia ella con inequivocas intenciones me di cuenta de lo que vendría a continuación.

Por si quedaban algunas dudas, simplemente me dijo:

  • Vamos, chupa perra. A ver lo que sabes hacer.

Naturalmente hice lo único que podia hacer, de rodillas, desnuda, encadenada, y sometida voluntariamente como estaba.

Abrí timidamente la boca y me esmeré lo mejor que pude en hacerle una buena mamada.

No es que me considerara una experta, pero, desde luego, no era la primera vez que tenía una verga en mi boca. Y más que seguro que no sería la ultima.

He de confesar que la sensación no era en absoluto desagradable.

La polla estaba muy limpia y tenía un aspecto inmejorable, larga, gorda, dura, y caliente.

Y a pesar de la forzada postura, o quizás a causa de ella, me encontraba terriblemente excitada.

Me estaban tratando como a un animal sin voluntad, como a ganado

Y sorprendentemente, no me molestaba en absoluto. ¿Habría nacido para ello?..

La mamada no fue demasiado larga, de improviso, las nervudas manos del hombre incrementaron la presión sobre mi cabeza y al mismo tiempo aceleró sus embestidas, señal de lo inminente del desenlace. Y asi fue, en pocos instantes un intermitente caudal de leche tibia y dulce inundó mi boca, y no tuve más remdio que tragarmela toda.

Cuando terminó y antes de guardarse su herramienta del placer aun hizo una cosa insperada para mi. Y que hizo que me sintiera de golpe como una completa basura, como una mísera propiedad al servicio de cualquiera.

Empezo a mearse encima de mi cuerpo, cabeza, cabellos, pecho, piernas

No dejó apenas un centímetro de mi piel sin regar con su líquido fecal.

Yo mantenía mientras tanto la cabeza gacha, por varios motivos, primero, por obediencia a la orden dada de no mirar jamas a los ojos de mis superiores, segundo como protección para que no me entrara ningun meado en la boca, precaución que mas adelante comprobaría que era inútil, y tercero, por un completo sentimiento de vergüenza, derrota, y humillación.

Cuando terminó de mearme a placer, ahora si, se guardó la ya flácida polla con lentitud, en un movimiento millones de veces repetido, y dirigiéndome una mirada burlona, entre divertida y satisfecha, dió media vuelta y salió de la estancia sin más.

Y alli quedé, en la posición que me habia dejado, de rodillas, desnuda, completamente mojada de orines y con su sabor en mi boca.

Debió de pasar cerca de una hora y nadie daba señales de vida.

Yo terminé por medio sentarme en el suelo, justo encima del charco de meados, ya que tenia miedo a moverme del sitio por termor a un castigo, ya que no se me había dado instrucción alguna sobre que se me permitiera moverme.

Tenía frío, ya que la orina acabó enfriandose sobre mi cuerpo, y la habitación era muy fría, y ademas del nauseabundo olor, la sensación de suciedad empezaba a ser insoportable para mi, poco acostumbrada hasta ahora a semejantes guarradas.

Empezaba a desesperarme, cuando por fin se abrió la puerta de nuevo, de inmediato recuperé mi postura inicial de rodillas y quedé a la expectativa.

Un nuevo hombre venía a recogerme, pues aunque no levanté la vista del suelo, sus zapatos y forma de andar eran diferentes, eso se nota enseguida.

Sin mediar palabra, asió el extremo de mi correa por el asa y de un seco tirón, no demasiado fuerte, pero sufieciente para que me diera por aludida, me hizo ponerme de pie y seguirlo.

Y asi fuimos atravesando varios pasillos, estrechos y pobremente iluminados.

El iba delante, y avanzaba a grandes y rápidas zancadas, por lo que yo, maniatada a la espalda y con la correa tirando de mi, me veía forzada a iniciar un ridiculo trotecillo para mantener el ritmo.

Al fin llegamos a mi siguiente destino, y con alivio descubrí que eran unas enormes duchas.

Estaban en bastante mal estado, pero no me importó en absoluto, ante la inminencia de limpiar mi cuerpo de todas las inmundicias que llevaba pegado.

El hombre me indicó señalandome enérgicamente con un dedo que me situara al lado de un gran muro, justo donde había un desague. Y seguidamente me quitó el collar del cuello pero me dejó las manos esposadas. Sim embargo en vez de abrir el grifo de las duchas, fue hasta un rincón donde había una mangera semienrollada.

No hacia falta ser muy lista para saber lo que vendría a continuación.

Efectivamente, al instante un potente chorro de agua helada empapó mis maltrechas carnes.

No pude evitar dar un pequeño grito, que traté de sofocar como pude.

Cuando mi nuevo cuidador consideró que ya estaba convenientemente remojada, acercó un cubo con agua jabonosa, y por medio de una aspera esponja de esparto me frotó a conciencia por todos lados.

Era una sensación desagradable y placentera a la vez, yo estaba en un mar de contradicciones.

La esponja me irritaba y me causaba bastante dolor, sobre todo cuando pasaba por mis partes mas sensibles e intimas, como el coño, las tetas, o la raya del culo,pero por otro lado me sentía limpia y a pesar de la gelidez del ambiente,un sentimiento de laxitud se apoderó de mi.

Cada vez menos notaba el profundo sentimiento de vergüenza y humillación del principio.

Y me sorprendía a mi misma lo rápido que me estaba aclimatando a mi nueva condición, e incluso sentia un creciente sentimiento de placer, como si a cada nueva vejación, mi cuerpo respondiera pidiendo más y mas.

Tantos años, y no me conocía lo mas mínimo. Al parecer, yo era una completa masoquista pervertida necesitada de malos tratos y vejaciones, por lo se que ve.

Después de enjabonarme a conciencia, de nuevó dirigió el potente chorro contra mi cuerpo, pero esta vez fue mas breve, y además, a esas alturas ya me había acostumbrado a la temperatura del agua, por lo que incluso me permití disfrutar del momento.

Luego, me secó concienzudamente, por lo que no dejó parte alguna de mi cuerpo sin rozar, sobar, y manosear a su antojo, dejándome bastante caliente e insatisfecha.

Luego, una vez seca, de nuevo me ciñó el collar al cuello y por el mismo procedimiento, tirando de mi como a una perra, me condujo a otra estancia.

Pero esta vez ubicada apenas unas puertas más alla.

Era un cruce entre un camerino y un salón de ginecología y en ella habían dos hombres mas, ambos con el mismo uniforme que los anteriores, todo negro. Sin mediar palabra entre ellos, mi guía le entregó a uno de ellos el asa de mi collar y se fue tan raudo y silencioso como había venido, dejándome en aquellas nuevas manos.

Aquellos hombres parecían mas amables, aparentemente, pues uno de ellos me dijo con tono suave y muy educadamente, señalando el extraño sillon ginecologico, pues no tenia asiento, y obligaba a mi culo a permanecer en vilo,

  • Sientate aqui por favor y ponte cómoda – supongo que lo dijo con ironía, pues era imposible acomodarse en aquel sillon imposible, pero aparentemente lo dijo sin apenas doble sentido.

Una vez más o menos aposentada, me abrieron las piernas y las amarraron fuertemente a los estribos dejandomelas completamente espatarradas. Me quitaron al fin las esposas, pero solo para atarme las manos por detrás de la cabeza dejando mis axilas, y todo mi cuerpo completamente vulnerable.

Un enorme espejo cubría la pared justo enfrente del sillón, por lo que para bien o para mal, yo vería en todo momento lo que me fueran a hacer, que intuía poco agradable para mi.

Empezaron haciendo labores de peluquería, mientras uno de ellos se engargaba de depilar completamente mi coño, culo y axilas, el otro se dedicaba a mi hermosa y rubia cabellera.

Rubia si, pero hermosa por poco tiempo

En apenas unos minutos la mayoria de mi pelo fue a parar al suelo, dejandome rapada casi al cero.

Pero para hacerlo no había usado la típica maquinilla, sino unas enormes tijeras poco apropiadas para labores de peluquería.

El resultado, completamente provocado: Mi cabeza estaba surcada de desiguales trasquilones que me daban un apariencia similar a un pollo recien desplumado o a una colaboracionista en tiempo de guerra, pillada en falta, y expuesta a la vergüenza publica.

Ante la cara de consternación que se me puso, el mismo hombre que me habia hablado con amabilidad y que era quien me había esquilado me dijo:

  • Tranquilla, putita- te volverá a crecer con el tiempo- …si tu amo asi lo desea – terminó sentenciando.

Y dicho esto, ambos abandonaron la habitación dejándome sola con mis pensamientos y circunstancias.

Pero solo fue por breves minutos, pronto una nueva pareja de hombres hizo acto de presencia.

Sin duda, aquella gente estaba muy bien organizada y cada uno sabía lo que tenía que hacer a cada momento.

El conjunto era como un reloj bien calibrado.

Cada uno de aquellos nuevos desconocidos llevaba un pequeño maletín.

El primero de ellos lo depositó sobre una mesa y comenzó a desplegar un instrumental específico por el cual adiviné que iba a ser tatuada, mientras tanto el otro permanecía espectante, apoyado tranquilamente sobre la pared con los brazos cruzados, como si esperara su turno de actuar, y de pronto me puse muy nerviosa.

No fue por mi inminente tatuamiento, aunque el tatuador lo interpretó asi, pues me dijo:

  • Tranquila, muchacha, la tinta esta compuesta de una mixtura que desparecerá completamente al cabo de poco más de un año.

Yo asentí, siguiendole la corriente, pues no quería que averiguaran que mi nerviosismo se debía a la expresión que tenía el segundo hombre, el expectante.

Era una mezcla de sadismo, depravación, y lujuria tan concentrada en sus pupilas que solo de mirarlo me estremecía de pavor.

Negros presagios me decían que no lo iba a pasar nada bien en sus manos, fuera lo que fuera que tuviera que aplicarme.

Pese a que el tatuaje era muy artistico y detallado y me provocó no pocos dolorosos pinchazos en la nalga derecha, sitio donde me lo colocaron, el tiempo se me pasó volando, pues yo ansíaba retardarlo al maximo.

Irracionalmente no quería tener nada que ver con el otro hombre.

Pero todo llega, queramos o no, asi que dandome una seca palmada en el culo, el tatuador me dijo:

  • Bueno, yo ya he terminado, espero que te guste mi creación.

Yo asentí, mas de forma mecanica que por otra cosa, ya que mi mente estaba en otros menesteres, y ni siquiera le heché mas que un rápido vistazo.

  • Tu turno.-le dijo sonriente y con tranquilidad al otro hombre, que con parsimonia asintió, descruzó los brazos, asió su maletin y procedió a desplegar su instrumental.

Al verlo, mi corazón dio un vuelco, sabía que no iba a equivocarme y fatálmente acerté.

Varias agujas de diversas longitudes y diámetros se exponían, obscenas, ante mi aterrada vista, entre otros extraños y aterradores aparatos y accesorios.

Aun hoy tiemblo de recordar la terrible experiencia, asi que trataré de ser breve y no recrearme demasiado con los detalles.

El hombre de los ojos sádicos, con eficacia y parquedad de movimientos, que sin duda había realizado cientos de veces, encendió un pequeño mechero de alcohol y procedió a calentar la primera de las agujas, lo cual a pesar del dolor que sin duda iba a causarme, me tranquilizó un poco, ya que las condiciones higienicas eran máximas.

Mientras la aguja se calentaba, ambos hombres se pusieron guantes de latex y entre los dos hicieron que abriera la boca y me colocaron un aparato metalico que me impedía cerrarla.

El tatuador, que ejercia de ayudante, asió unas largas pinzas y pellizcandome la lengua con ellas, estiró hasta que mi lengua sobresalió un par de centímetros fuera de mi boca, y la mantuvo asi tensa durante unos instantes que se me hicieron eternos.

Cerré los ojos, no quería saber nada más del asunto, como si asi pudiera desvanecerse como un mal sueño.

De improviso noté un agudo dolor en mi babeante lengua y acto seguido otro muy similar casi en el mismo lugar, y después de una rapida manipulación note como me colocaban un pequeño y extraño objeto metalico.

Abrí entonces los ojos de golpe, que ya tenia repletos de lagrimas, y entre ellas pude ver en el espejo, como un diminuto anillo de oro sobresalia entre los pliegues de mi lengua, que aun permanecia estirada por las pinzas.

Y cuando me las retiraron por fin, aun mantuve mi lengua fuera, tal cual si fuera una perra, por temor al dolor que sentiría al meterla dentro de su recipiente habitual.

Pero muy pronto otro dolor haría de distracción del que sentía en mi boca, pues mis pezones comenzaban a ser agujereados tambien, y a ser adornados con otras dos sendas anillas, éstas de acero o un metal blanco de caracteristicas similares.

Finalizaron el doloroso proceso de anillado perforandome el clítoris y anillandomelo tambien de forma muy dolorosa.

Aunque para ser del todo honesta, aquel hombre sabía muy bien lo que se hacía, y no se había recreado en absoluto. Había sido rapido y eficaz, cosa que agradecí con una muda mirada.

Pense que ahí habría acabado todo, pero una nueva prueba destinada a bajarme un peldaño mas en mi autoestima, estaba por llegar.

Asi como estaba aun con el abrebocas tensando mi abierta boca, uno tras otro metieron sus pollas en ella obligandome a hacerles una mamada que solo terminó hasta que ambos se corrieron copiosamente llenandome la boca de su cremosa y fragante leche.

Lo recuerdo de forma dolorosa, pues la recien instalada anilla en mi boca, al mas mínimo roce me producía un dolor atroz.

No contentos con ello, se pusieron cada uno a un lado de mi maltrecho cuerpo y comenzaron a mearme encima de nuevo, con inusitada sincronización, poniendo especial cuidado de orientar de vez en cuando los chorros hacia mi boca, que abierta como estaba, era incapaz de rechazar el asqueroso contenido, y tomé no pocos tragos del amarillo líquido.

Sin embargo, lo que más me chocaba era que ninguno se regocijaba demasiado en el acto, parecía mas bien como si cumplieran con un ritual realizado con un fin específico de la forma más profesional posible.

Cuando terminaron de regarme toda, me desataron por fin y me ordenaron ponerme a cuatro patas, y tirando de mi correa me llevaron como si fuera una perra pelona y dolorida hacia mi nuevo destino.

A estas alturas esperaba que no durara mucho mas el proceso de degradación, ya no por prejuicios o consideraciones morales, que a esas alturas eran ya casi inexistentes y que habían hecho que fuera asimilando progresivamente en metódica cadencia mi nueva condición, sino porque estaba al borde de mis fuerzas y solo deseaba tumbarme donde fuera, descansar, y lamerme las heridas.

Fue como si me hubieran leído el pensamiento, era una prueba más de que aquella gente sabía muy bien lo que se hacía, y hasta donde llegar a cada momento.

Apenas recorridos unos pocos metros, me indicaron que entrara en una pequeña habitación, sin ventanas, y sin un solo mueble, era casi un nicho de lo minúscula que resultaba.

Me esposaron de nuevo las manos por detrás de la espalda, y engrilletaron mis tobillos.

Acto seguido salieron silenciosamente sin decir palabra y cerraron la puerta dejandome completamente a oscuras.

No me importó, y tampoco el olor a meados que recubría mi cuerpo resecandose sobre él, ya que esta vez no me habían limpiado.

Me acurruqué en una suerte de posición fetal, y a los pocos minutos estaba durmiendo como un bebe, en un sopor provocado por el cansancio ,el dolor y las ultimas emociones que habia experimentado en las últimas horas….

Continuara ?

Una aclaracion necesaria:

El contrato de esclavitud que aparece en este relato, esta sacado y adaptado de un relato publicado hace un tiempo en estas mismas paginas que llevaba por titulo:

" Contrato de Esclavitud " y escrito por un tal VOYEAUR, a quien espero que no importe que lo haya usado con el maximo respeto, dado lo mucho que me gustó.

Asimismo, quizas continue con la historia y la degradacion de Penélope, que por cierto asi se llama la heroína de este relato, si considero que ha tenido una minima grata acogida.

La verdad, yo me lo he pasado muy bien escribiendolo….