La Obsesión del Mayordomo
Como va creciendo el deseo de un hombre por la hija de sus patrones.
Este relato es ficticio, no representa situaciones ni personas reales
Este es mi primer relato así que agradeceré cualquier comentario y/o sugerencia, narrado en primera persona por simple comodidad.
La cuidad de México es conocida como la “Ciudad de las oportunidades” y al menos para mi lo fue, llegue a la capital del país desde una pequeña comunidad al norte del país, tiempo después conseguí un trabajo como chofer de una familia adinerada, Ramón y Julieta se convirtieron en mis patrones, una pareja muy entrañable, muy agradables y de buen trato. Ramón era vicepresidente en una empresa dedicada a la exportación de materiales de construcción y Julieta era un ama de casa siempre al pendiente de distintas labores altruistas sin descuidar su casa y reuniones sociales.
Este matrimonio no tardo en tener una hija, su nombre es Naima, una niña pequeña y risueña que corretea de un la al otro de la casa desde primera hora y hasta casi la media noche
La vida sigue su curso, el tiempo paso y de chofer pase a mayordomo, si, esa figura sobria y formal que se ve en películas y novelas. Los años junto a la familia han hecho que Ramón y Julieta me consideren alguien de confianza e incluso casi de familia, pero esto no ha sido igual para Naima, quien ahora es una joven 18 años con una actitud soberbia y prepotente como la de cualquier niña mimada y consentida, siempre asistiendo a los mejores colegios y relacionándose en las más altas esferas sociales, mirando a todos hacia abajo incluido yo, lo verdaderamente relevante para mi era su cambio físico, era una chica alta, de piel blanca, un rostro fino y atractivo con esa larga cabellera rubia que hacia juego perfectamente con sus ojos verdes, unos labios carnosos completaban el cuadro de un ángel, su cuerpo era aún mejor, era robusta sin ser gorda, brazos y piernas firmes y fuertes resultado de las sesiones de natación y atletismo durante toda su vida escolar, pechos pequeños peor redondos, bien puestos en su anatomía, pero lo mas increíble de su juvenil cuerpazo era ese enorme trasero, grande y firme casi siempre enfundado en ajustados jeans o shorts con los que le en taba pasearse por todos lados, sabia lo que tenía y no tenía porque ocultarlo, siempre sonriente y siempre altanera, regañando a las cocineras si al comida estaba fría, salada o son sabor, gritándole al chofer si se atrevía a retrasarse un solo minuto, mirándome con pena cuando siquiera me atrevía a hablarle.
Los años no habían pasado en vano para mi, 15 desde que llegue a la cuidad, mi cuerpo un poco descuidado mostraba una panza víctima de la falta de ejercicio desde que estaba al frente de la casa, aun con una buena cabellera que estaba rodeada de canas pero sin estarlo por completo, siempre tratando de sonreír y dar lo mejor de mi a esa familia que me ha dado sustento durante tanto tiempo, pero es cierto que los últimos años es Naima la razón que tengo para despertar, verla caminar, hablando con ese tono “fresa” saliendo de sus labios, pasearse en sus jeans o en su uniforme escolar, amaba el aroma de su perfume, de su cabello, el contoneo de su cuerpo y su sonrisa angelical, no estoy orgulloso de lo que ha ocurrido pero el deseo no hizo más que aumentar.
7 de Septiembre
Grito de coraje, toda la mañana de un lado al otro, eso ocurre cuando la madre e hija que contrataste para el servicio de la casa renuncian de un lado al otro, he tenido que ordenar la sala y el cuarto de mis patrones mientras la otra empleada se encarga de la cocina ya sala de tv, ahora solo me queda la habitación de Naima, es raro pero no entro aquí desde que ella era una niña, desde que comencé a verla con otros ojos la pena aumenta y no me permite comunicarme mucho con Naima, entro y veo su cuarto, totalmente pintado de rosa, con posters de artistas asiáticos y norteamericanos, su cama es grande, un fino edredón color morado y las sabanas blancas desordenadas, rápidamente acomodo todo dejándola perfectamente arreglada, levanto la basura, libros y ropa tirados y los coloco en su lugar, por último me inclino para levantar sus jeans azules, los reconozco como los que había usado el día anterior por las pequeñas piedras rosas al frente, los tomo y extiendo viendo lo grande que es la zona que cubre su trasero y de pronto como si fuera el premio obtenido en una rifa cae una pequeña tanga rosa, un fino hilo dental de fina tela, cae al piso ante mis ojos y mis manos tiemblan, lanzó el pantalón a la cama y con cierto nerviosismo levanto la diminuta prenda íntima del suelo, solo de imaginar lo apretada que debió estar contra su trasero hacen que mi imaginación vuele, el hilo muestra ciertos restos de excremento debido supongo a lo enterraba que debió quedar entre sus nalgotas, aprieto la tanga contra mi nariz aspirando lo mas profundo que mis pulmones me lo permiten, caigo sobre su cama y repito la misma acción hasta quedar totalmente embriagado, pase el resto de la mañana masturbandome con la prenda en mi nariz, algo en mi ha despertado y será difícil de controlar.
20 de Septiembre
Se me ha hecho costumbre entra al cuarto de Naima por las mañanas para oler sus calzones hasta hartarme, el día de hoy ocurrió algo cuando lo hice, me masturbaba con fuerza con mi pené enredado en uno de sus sostenes mientras aspiraba fuertemente en cachetero que Naima había dejado en la cesta de la ropa sucia de pronto al acabar, gran parte de mi semen quedo regado en los restos del sándwich de jamón de jamón d empavo que la joven cena cada noche lo que me causo un escalofrío y dejo algo implantado en mi cerebro, algo que no pude controlar, mande a la cocinera temprano a casa y me encargue personalmente de la preparación del sándwich de mi pequeña obsesión, la mayonesa que tanto le gusta esta ahora mezclada con mi semen, mis manos tiemblan mientras entrego el plato en la mesa de su habitación
- ¿Y Juanita?
Me dice con desgano
- tuvo que salir temprano.
Le contesto mientras la veo dar el primer mordisco a su cena, una mueca se ve en su rostro y el temor a ser descubierto entra en mi por primera vez
- lo dejaste salado.
Toma el jugo que lo acompaña pero no afirma nada mas
- lo siento
Respondo aguantándome las ganas de reír triunfante, con mucho cuidado pongo mi celular a grabar mientras ella come hasta el ultimo bocado y se retira, yo debo hacer lo mismo, corro a mi cuarto y tras asegurar la puerta me masturbo toda la noche reproduciendo el video donde Naima come ese sándwich con mi leche en el.
2 de Octubre
La joven Naima lleva casi dos semanas comiendo mi semen cada noche, creo que se ha acostumbrado a mi sabor pues ya siquiera reniega de ello, pero el día de hoy mi suerte llega a su punto máximo, la tubería del baño de Naima se rompió y las reparaciones llevaran algunos días por lo que ella debe ducharse en el baño de servicio el cual está junto a mi habitación, aproveche todo el ajetreo y taladro en manos hice un hueco estratégico que me permitía una vista directa a la regadera, ahora me dirijo a el escucho la regadera y al asomarme encuentro la recompensa a tanta espera, el agua cae por el cuerpo desnudo de Naima, su piel blanca, algo pálida mientras enjabona su larga cabellera rubia y sedosa, el shampoo es distribuido por sus manos con fuerza y los restos del mismo caen por su espalda y pechos, ahora logro verlos, firmes y pequeños con pezones rosados erectos y firmes ante mi vista, al bajar la vista puedo ver esa vagina rosada, cerrada y rodeada por esos pelos finos que revelan la autenticidad de su rubio natural, el shampoo resbala por sus fornidas piernotas hasta sus pies con sus uñas cuidadosamente recortadas y pintadas, me masturbo con fuerza mientras ella se aclara los ojos abriéndolos, toma una pequeña pastilla de jabón color azul y voltea hacia los lados, un ligero suspira me revela el error que cometió, no trajo las esponja para el cuerpo y sin más remedio tiene que pasar el jabón por su cuerpo, limpiando su fino rostro y pasando de su cuello a sus muchos, los junta y mueve entre sus manos enjabonándolas en el acto, sus brazos axilas y abdomen se van llenando de jabón al igual que sus piernas, cuidadosamente enrabia su vagina moviendo el jabón en círculos lentamente y finalmente mis plegarias son escuchadas, el jabón cae y ella tiene que darme la espalda revelándome por fin es enorme par de nalgas blancas, formes y sin muestra alguna de estrías, ella se inclina y ese par de nalgotas se abren y su apretadisimo ano rosado queda a mi vista unos segundos, recoge el jabón y dejándome a la vista su gran traerlo comienza a enjabonarlo por completo incluso metiendo la pastilla entre las nalgas lo que provoca que mi leche salga disparada con fuerza por todos lados en medio de un gran grito y un aun mas grande sonrisa ,como dicen por ahí “2 de octubre no se olvida”
5 de Noviembre
No puedo mas, el día de hoy he decidido dar el paso final, mi obsesión por Naima no ha hecho más que crecer y crecer, el destino esta de mi lado, sus padres se despiden de mi, van a celebrar su aniversario de bodas, subo la escalera con el sándwich de la niña en mis manos, esta vez que el “ ingrediente especial” es diferente, ella comienza a comerlo poco a poco hasta que lo termina, los somníferos no tardan en hacer efecto y 15 minutos después ella esta en su cama totalmente a mi merced.
Baje y les di al noche libre a las empleadas, esto inusual pero ante la gran oportunidad las tres se fueron, así casi temblando subí las escaleras en busca de mi Gran Premio.
Ahí estaba, mi pequeño ángel rubio, su cabello desarreglado y su blusa un poco subida, la tome de los brazos y poco a poco la fui acomodando al centro de la cama, le di varias bofetadas hasta comprobar que no despertaría.
- Pues siempre te has sentido superior a mi, pero esta noche no serás más que mi perra.
Me lance sobre ella, comencé a besar su hermoso rostro incluso lamiéndolo, su aroma me embriagaba, su sabor se apoderaba de mi, mis manos pasaban a través de ella aun vestida, pero era hora de mas, comencé a levantar su blusa poco a poco hasta sacarla por su cabeza, sus pechos redondos cubiertos por su sostén rosa el cual solo aparte sin retirarlo dejando sus lindas tetas al aire, mi boca se apoderó rápidamente de sus pezones rosados, pequeños y jugosos para mi, los lamia y mordía casi como un desesperado, ella suspiraba totalmente drogada mientras era lamida y manoseada.
Fui besando su abdomen, bajando poco a poco hasta encontrarme con el botón de sus jeans, me puse de rodillas sobre la cama tomando aire, totalmente exitado fui desprendiendo ese pequeño botón dorado y lo abrí, el borde de su calzoncito color rosa quedo a mi vista.
Prolongaba el momento, mis manos fueron a los costados de su pantalón deslizándolo poco a poco por sus carnosas piernas hasta dejarlo en sus pies, pase mis manos a atravesar de sus piernas, recorriéndola sede arriba a abajo sintiendo su suavidad goleándolas ligeramente besándolas de arriba a abajo, pero ya no quería prolongar mas el momento, mis manos volvían arriba sentía la tela de su prenda íntima al pasar mi mano por ella, tomaba el elástico y lo bajaba esta vez más rápido, un fuerte balón hasta bajarlo a su pantalón, su vagina rosada con finos vellos rubios rodeándola, labios carnosos, mis manos fueron a ella comodidad hubieran sido llamabas la masturbe suavemente como quizás ella alguna vez lo habría hecho, eso me dio una idea así que comencé a desnudarme desabrochando y bajando mi pantalón, luego quite mi bóxer dejando libre mi pene ya totalmente duro, así tome una de sus manitas y comencé a masturbarme con ella, lentamente sintiendo su calidez, le pague el favor masturbandola a ella, poco a poco aumentando la fuerza de ambas, su vagina fue quedando poco a poco empapada, finalmente decidí terminar la faena lanzando mi semen caliente sobre su rostro, finalmente si ya lo había probado como aderezo que mas que lo usara ahora como crema humectante, deje el semen en su cara y poco a poco fui recuperando el aliento mientras lamia los líquidos que habían salido de su vagina, eran el mejor manjar que hubiera probado en mi vida, pero faltaba mas, el gran momento había llegado, tomándola de los hombros la gire hasta dejarla boca abajo, frente a mi quedaron sus perfectas nalgotas blancas, firmes y suaves, lo primero que hice fue colocar mi nariz entre ellas, lo necesitaba habría dado mi vida por hacerlo y ahora nada me detenía, comencé a lamer su trasero, de nalga a nalga y luego entre ellas, besándolas, abriéndolas y cerrándolas Naima era el mejor juguete que hubiera tenido en mi vida, mi pene estaba como piedra otra vez, así que empece a frotarlo con fuerza entre ambos globos de carne, moviéndome con fuerza gimiendo y disfrutando cada segundo, pero debía detenme, seria muy bueno eyacular en sus nalgas, pero era mejor hacerlo dentro de ella. No iba a arruinar su vida (y de paso la mía) embarazándola, además no era su vagina lo que mas quería probar, así baje de la cama, primero busque y busque hasta encontrar un tubo de vaselina, luego coloque una almohada bajo ella para levantar su trasero hacia mi, se veía tan linda ahí: indefensa y ofrecida, separe sus nalgas y comencé a untarle vaselina en su apretadisimo ano rosado, poco a poco hasta dejarlo cubierto, cuando termine el proceso, apunte mi pené hacia el, abriendo sus nalgas ahora con ambas manos centre mi objetivo y comencé el proceso mas placentero de mi vida, mi cabeza fue entrando a base de empujones, aun dormida la escuche gemir mientras mi pene se iba abriendo paso entre sus nalgas haciéndome gozar mientras resbalaba en sus paredes, estaba tan apretada, era claro que nada debía entrar por aquí, reía del placer y de victoria mientras la bombeaba con tal fuerza que pensé que me arrancaría el pene en el mete y saca, la penetra salvajemente hasta que no pude mas y me vine dentro de ella dejando mi semen en sus entrañas, lo deje metido ahí, quería quedarme así toda la noche, pero sus padres no tardarían mucho en regresar, así que sin más remedio se la saque, mi pene tenía restos de excremento en el de tan profundo que había llegado, me limpie y luego hice lo mismo con ella para después acomodar su ropa, el teléfono sonó y corrí hacia el, era su padre que me avisaba que pasarían la noche en un hotel alas afueras de la cuidad, con un amplia sonrisa me acerque nuevamente a Naima
- Parece que nos queda una larga noche
Le susurre al oído mientras de un jalón volví a bajar sus pantalones.