La obsesión de mi tía carla

Nunca me imaginé que mamar verga le pudiera gustar tanto a una mujer.

LA OBSESIÓN DE MI TÍA CARLA

Nunca en mi vida he conocido una mujer mas obsesionada con la verga. Con algunas novias que he tenido siempre que llegamos al sexo generalmente no se niegan a tener sexo oral. Les encanta tanto hacerlo y aún más que se lo hagan. Pero el caso de mi tía Carla es impresionante.

Me fui a vivir con ella mientras estudiaba en la universidad y no pensé nunca que llegara a tener sexo con la hermana menor de mi papá que es una mujer atractiva. Un día sin pensarlo bajo los efectos de una borrachera nos besamos y tuvimos sexo en su alcoba después que su hijo, mi primo Toño de ocho años, se fuera acostar. Desde esa ocasión sostuvimos sexo incestuoso secretamente pues mi tía es una mujer viuda y muy desconfiada de los hombres y pocas oportunidades se ha dado para tener otra pareja y a mí al decir verdad me gusta mucho tanto su físico como su modo de ser.

Lo curioso, a parte de las preferencias incestuosas de mi tía es que a ella el sexo oral le enloquece a tal punto que se le olvida que tiene un coño que le puede dar placer tanto a ella como a mí.

El solo olor a verga la estimula como una perrita en celo. La mayoría de las veces se dedica a lamer mi verga solamente y solo a veces se permite que yo la coja. Su mayor obsesión es jugar con el semen en su cavidad bucal una vez yo me corro hasta terminar tragándolo con una sonrisa placentera y luego irnos al baño juntos para limpiarnos.

En una ocasión, veníamos de viaje en su auto y en el camino me venía diciendo que tenía ganas de mamarme el palo y yo le dije que esperábamos a llegar al apartamento, pues solo nos faltaba una hora para estar en la ciudad, pero su insistencia fue tal que orilló el auto fuera de la calzada en un paso solitario de la carretera como a eso de las seis de tarde y como los vidrios son oscuros me sacó la verga que estaba dormida, se reclinó sobre mi regazo me empezó a lamer la picha blanda después de pelarla con su hábil mano echando el prepucio para atrás. Ella me repetía que yo tenía la verga más sabrosa del mundo, que los olores a verga la excitaban demasiando y me la chupó hasta hacérmela poner dura. Yo me acomodaba reclinando el asiento hacia atrás para que ella estuviera más cómoda y así me la chupó con tranquilidad sin importar que a nuestro lado pasaran autos curiosos de ver a un carro aparcado solitario. Mamaba la verga con su boca provocadora de labios carnosos pintados de carmesí y cuando la tuvo toda adentro dentro la mordisqueaba juguetonamente con su dentadura perfecta generando unas sensaciones ricas en la cabeza de mi polla. Cuando se cansó me hizo la paja con ligereza mientras besaba mi barriga y yo le acariciaba sus tetas gordas y blandas. Me excitó hasta hacerme correr esperando la leche espesa disparada dentro de su boca. Eso la excitó aún más y luego se extendió y se masturbó y me pedía que le manoseara las tetas para decir obscenidades referidas a mi verga y su cuca caliente y tremendamente lubricada.

Una vez satisfecha condujo hasta llegar a casa y como Toño estaba ya dormido, nos metimos al baño a bañarnos juntos, entonces allí yo sentado en el inodoro ella permitía que la cogiera por el coño hasta que yo me llegué otra vez.

En otra ocasión que fuimos a la playa que estaba llena de gente me pidió que nos retiráramos un poco hasta donde el agua nos diera a la cintura o un poco mas arriba. Lo hicimos y una vez allí, me dijo que deseaba mi verga. Yo le dije que allí nos podían ver, pero ella insistió en que no. Entonces se agachaba como jugando a aguantar respiración bajo el agua y me sacó la polla de mi vestido de baño. La sensación del contraste entre la temperatura del agua fresca y el calor de su boca que experimenté en mi verga me puso arrecho, mi verga se hinchó para felicidad de ambos. En intervalos de 30 segundos Carla me chupaba la verga bajo el agua y acariciaba mis huevas, luego salía sonriente a respirar me abrazaba me decía que era muy rico y luego se agachaba desapareciendo de la vista de todos y me mamaba la mondá otra vez con una delicia única. Yo hacía esfuerzos para no expresar gestos delatadores y al mismo tiempo vigilaba que alguien no se acercara y nos pudiera ver. Carla volvía a salir tomaba aire y luego se zambullía para meter mi palo en su boca. Sabía jugar con sus labios y su lengua como solo una puta experta lo hace. Su lengua hábil como de serpiente daba lamidos rítmicos y deliciosos en la cabeza de mi polla que estaba a reventar. Cuando se le agotaba el aire, salía a respirar como hacen los delfines juguetones y luego se hundía bajo la lámina de agua marina a mamar mi mondá con más ahínco pues no solo la chupaba, sino que me pajeaba con fuerza. Una vez me salió otra vez a flote como submarino yo no soporté mas la furia de sensaciones eróticas y me vine con todas las fuerzas. El semen subió en forma de hilos blancos hasta la superficie tranquila que lentamente las olas mansas arrastraron consigo bajo las miradas divertidas y curiosas de Carla y yo.

Había ocasiones en que Carla le gusta mamarme la polla, pero con el olor de su cuca. Cuando quiere eso pues me deja que me la coja un ratito no sin antes chuparle la cuca para que se le lubrique bien. Así, cuando le meto la mondá, ésta se embadurna de jugos vaginales de olor penetrante que a ella le encanta lamer a lo largo de mi palo como si fuera un pan lleno de mantequilla suave y derretida. También cuando está de ganas nos hacemos el 69 que es muy rico porque la verdad es que la chucha de mi tía Carla está siempre bien limpia, lubricada y con un aroma estimulante.

Usualmente los domingos cuando ni la muchacha del servicio doméstico ni Toñito están en casa yo me sentaba a leer prensa en el sofá de la sala y ella se arrodillaba en la alfombra con 2una parsimonia tremenda y se dedicaba primero a limpiarme la polla con agua y jabón utilizando un trapo húmedo para luego dedicarse a chuparla. Su método infalible para hacérmela hinchar es acariciando mis bolas, la ingle y pasando su lengua por mi barriga. Cuando mi verga se para entonces se vuelca a lamer como serpiente y poco a poco se va tragando el palo hasta que se impone un ritmo de mamada único y perseverante que termina con mi leche en su boca. A veces hace pausas para lamerme los huevos y luego recorre el palo de mi mondá desde abajo hasta la cabeza. Eran mañanas deliciosas llenas de sexo. Cuando ya estaba llena de leche, sonriente me invitaba al baño, nos tomábamos una ducha y cuando yo tenía fuerzas para seguir follábamos en la alcoba un rato hasta que ella se cansaba. Le encantaba que yo me la culiara en pose de perrita. Ella en cuatro patas en el borde de la cama y yo de píe metiendo mi verga en su raja.

Ya no vivo con Carla, pero su obsesión sigue viva. No hemos dejado de tener sexo a pesar de las circunstancias. Lo que me animó a escribir éste relato ha sido que precisamente hace tres días ella de paso hacía su casa decidió llegar a mi apartamento a buscar unos documentos que yo debía entregarle y aprovechando que yo estaba solo nos pusimos a recordar viejos tiempos. Hacia algo mas de tres meses que no había hecho algo con mi tía. Me acosté boca arriba en mi cama y ella se me encimó con hambre felina, me bajó el pantalón, se desbotonó su camisa, se sacó las tetas y me hizo la paja rusa un ratito para que yo me excitara, pues sus tetas morenas y gordas me encantan.

Cuando mi verga estaba parada e hinchada hizo lo que mas le gusta en ésta vida. Me mamó la polla como en los viejos tiempos. La engulló en su boca caliente y con su saliva lubricante y oleosa me chupaba desde el pegue hasta la punta. Mi polla cabe perfectamente en su boca, pues ella es de boca grande y yo soy de verga mediana, pero gorda. Se cansó en esa pose así que ella decidió sentarse en el borde de la cama y yo me puse de pié frente a ella. Me la cogí por la boca metiendo mi verga hasta casi tocar su garganta profunda y tomándola con mis manos por la cabeza. Así yo controlaba su mamada. Saqué mi verga y me corrí disparando mi leche en su cara, cosa que a ella le divirtió. Nos fuimos a la ducha y nos bañamos, pero en allí me provocó darle mas verga. Así que le pedí que se pusiera de pié al lado del inodoro y montó un pierna sobre él. La chucha le quedó abierta y yo desde atrás le hundí mi verga hasta el fondo con mi pelvis pegada a sus nalgas. Me la comí por la chucha hasta que me corrí otra vez, pero antes me pidió que le avisara. Cuando le avisé que me corría ella hábilmente se agachó para engullir mi polla llena de jugos de su coño en su boca y esperar mi leche espesa.

Terminamos poniéndonos cita para la próxima semana.

Si alguna de ustedes mujeres divinas, tiene o siente la misma obsesión que Carla por favor les agradezco me escriban explicándolo, porque para serles sincero; no lo comprendo mucho. sutanitox@latinmail.com