La obra de teatro (1)
Querer ser un gran actor puede trastocar algunos de tus límites. Pero, todo sea por la fama.
De siempre me ha gustado bastante la interpretación. Ya desde pequeño participaba en todos los teatros del colegio.
Cuando entré en la universidad tuve la suerte que hubiera un grupo de teatro consolidado y de cierto nivel al que, sin dudarlo, me apunté desde el primer día. El objetivo de dicho grupo era sacar una obra por curso y en mi primer año sólo tuve un pequeño papel secundario pero que para mi fue como protagonizar el último éxito de los Oscars.
El siguiente curso más de lo mismo, aunque ya mi papel tenía algo más de peso en la obra.
El tercer año tuvimos la suerte de que el famoso actor-director y realizador de teatro Carlos Galvez iba a colaborar con nuestro grupo. Para colmo, la obra se iba a presentar en un prestigioso certamen de teatro aficionado del que habían salido varias compañías de éxito. Tras un casting entre los miembros del grupo de teatro salí elegido para actuar en la obra "Familia de tres" del conocido dramaturgo escocés Allan McAllister y compartiría protagonismo con Marta, una compañera del grupo de teatro con muchas tablas y con el propio Carlos Galvez. Un sueño hecho realidad.
En una primera reunión con Carlos nos contó la visión que el tenía de la obra, de como Allan quiere decirnos que la pareja es la única forma estable de relación ya que un trío, por bien avenido que esté, al mínimo problema se deshace y tiende al modelo de pareja. Nos repartió unas fotocopias del texto de la obra que más bien eran un guión ya que sobre el propio texto, en cada uno de los diálogos, estaba cuajado de anotaciones del propio Carlos referentes a la escenografía y sobre que dar más énfasis.
La obra trata de una mujer que convive con dos hombres en la Suecia rural y todo parece idílico pero varios roces cotidianos nos van haciedo ver, a lo largo de la obra, que esta especie de familia se mantiene gracias a las uniones de dos en dos, y que dicha situación con pocas tensiones que haya va a tender a eso.
Sobra decir que durante las dos semanas que nos dió para ir revisando el texto yo me lo aprendí de memoria ya que no hacía otra cosa en mi tiempo de ocio.
Pasadas estas semanas nos volvimos a reunir ya en el local de ensayos que había en la Universidad para ir trabajando algunas escenas. Por mi parte, si bien me sabía el texto de memoria y no fallaba, al contrario que Marta, mi actuación era un poco mecánica. Al final de la semana tuvimos una reunión donde Carlos me indicó que debía verme en el personaje, interiorizar la situación y que mis frases no sonasen como algo aprendido sino como algo que sentía.
Así lo hice y duranse la siguiente semana los fallos de Marta eran el principal motivo de las reprimendas de Carlos.
Al final de la siguiente semana, ya sin fallos y con mayor fluidez en los ensayos, Carlos nos reunió, como cada viernes, para hablar de las cosas que creía que debíamos mejorar.
Marta, -dijo Carlos- aún debes memorizar más los textos de tu personaje, sigues fallando a veces y a estas alturas eso no debería pasar.
Ok -replico Marta-, este fin de semana me aplicaré a estudiar mis diálogos.
Espera -contesto Carlos-, que ahora os digo.
Y tú -seguía hablando Carlos mirándome-, Pablo, se nota que te sabes el texto de memoria, hasta aqui, bárbaro, pero tambien se nota que no estas metido en el personaje. A ver, chicos -ya miraba a los dos-, se trata de una mujer y dos hombres que viven juntos, que hacen su vida juntos y que duermen juntos.
Tu, Pablo, actuas como el gallito del corral. ¿Crees que un tío así compartiría cama con otro?
Bueno... -traté de excusarme-, no lo sé.
Y tu, Marta -seguía Carlos- a veces actuas como queriendo dar a entender que tu personaje debe coquetear a veces con uno a veces con otro. No. Hilda -el personaje de Marta- no actúa así, para ella sus dos hombres son iguales, recuérdalo.
¿Y cómo podemos mejorar? -pregunté a Carlos.
Eso es lo que quería deciros. Debemos meternos no sólo en los personajes sino en la propia situación. A veces, para alguna obra he tenido que meterme en las situaciones reales de un personaje, vivir su vida. Sólo así puedes hacerlo creible.
Ahora nos dirás que nos vayamos a Suecia! -respondió Marta riendo
Marta, da igual donde este el trio, el caso es que es un trio. ¿Que os parece si este fin de semana os venis a vivir a mi casa y tratamos de actuar como estos personajes?
Yo tendría que explicarlo en casa -dijo Marta dubitativa.
Por mi si -dije yo emocionado y consciente de lo que supondría dar ese salto de nivel en mi modo de actuar.
Vale, chicos -terció Carlos-. Esta noche os llamo y me decís.
Así quedó la cosa hasta que a esto de las once de la noche recibí una llamada de Carlos en la que me decía que Marta había aceptado y que todo dependía de mi. Por supuesto que le dije que si. No sólo era el hecho de convivir con Carlos Galvez un fin de semana sino lo que aprenderíamos a la hora de actuar.
Quedamos en que el sábado, a las 10 de la mañana estaríamos en su casa. Apunté su dirección y directamente me fui a dormir para estar lo más descansado posible.
A las 10 en punto de la mañana estabamos tanto Marta como yo en la puerta de un edificio casi señorial del barrio de Salamanca, que era donde vivia Carlos. Llamamos y nos abrió. Según subíamos hasta el primer rellano se veía algo desvencijado pero manteniendo ese toque de clase alta que tienen estos edificios. El ascensor nos llevo hasta la sexta planta y salimos y justo enfrente estaba la puerta de Carlos abierta con él esperándonos.
- Muy bien, chicos. La puntualidad es una virtud. Pasad.
Pasamos a su casa que era, sobre todo, espaciosa. A la entrada tenía una salon en el que cabía mi casa de Moratalaz entera. Ahora, la decoración era un tanto, diríamos, vintage. Es decir, que era un piso heredado al que no se le había cambiado nada. Para mi supuso una pequeña decepción ya que imaginaba a Carlos viviendo en un sitio con más glamour. No obstante, aún algo pasada de moda, la casa era elegante.
Pasamos los tres al salón de la casa y nos sentamos cada uno en un sofá. Carlos comenzó hablando de que el objetivo del fin de semana era que en los ensayos todo fuera más fluido y que el comportamiento de los actores fuera lo más parecido al que tendrían los personajes de verdad.
Una vez terminó de explicarnos estas cosas, y tras un corto silencio, dijo Carlos:
- Bien, ahora que se supone que somos un trio, desnudemosnos.
La cara de Marta era un poema. La mía supongo que igual aunque yo me quedé quieto y ella hizo una tentativa de levantarse e irse. Carlos la tranquilizó y trató de explicarla que para un actor el hecho de mostrar su cuerpo no tiene más trancendencia que eso. Que si quiere seguir esta profesión, y él la veía futuro, tarde o temprano iba a tener que pasar por eso. De hecho, todo esto lo decía mientras él mismo seguía desnudándose como si nada.
Abrió sus brazos, ya desnudo y dijo:
- Veis? Joder, que soy un tio de 50 años y no tengo ninguna vergüenza en mostrar mi cuerpo, que no es el de un jovencito. Vosotros que sois jovenes y con cuerpos mejores que el mio ¿os da vergüenza? Venga, sólo lo pasaréis mal el primer minuto, creédme. Después no le daréis la menor importancia.
Yo, creyendo que esa era la forma de seguir en ese mundillo -yo ya me veía recogiendo un premio Max- comencé a desnudarme. Marta, mirando a uno y a otro que ambos aceptábamos el estar desnudos y creo que un poco con las mismas esperanzas que yo se dió la vuelta y comenzó a quitarse su ropa.
Al rato yo estaba completamente desnudo aunque tratando de esconder mi paquete. Marta se quito su braguita y tapándose con los brazos sus tetas y su coño se giró un poco, lo suficiente como para que pudíeramos verla la cara, que estaba completamente enrojecida.
- Vamos... abriros de brazos, dedicad unos minutos a ver los cuerpos de los demás y a que os vean el vuestro. Mirad sin problemas. Una vez hayais mirado y remirado vuestro desnudo ya no tendrá ningún misterio y actuaremos con total normalidad entre nosotros, como se supone que debemos actuar. ¿No lo creeis así?
Con dudas Marta y yo fuimos dejando a la vista de todos nuestras partes más íntimas y ciertamente, tras repasar otros cuerpos y soportar las vistas de los otros poco a poco la sensación de vergüenza se va pasando.
El cuerpo de Carlos pues tal y como él decía, el de una persona que ya tiene sus años aunque bastante bien cuidado en un gimnasio. Le adornaba, eso si, un pene que en reposo como estaba no bajaba de unos 18 o 19 cm. y toda la zona completamente depilado. Como calzaba el amigo!!!
Marta era tan liviana como parecía con ropa a pesar de sus 170cm de altura. Unas tetitas pequeñas con unos pezoncitos rosaditos y pequeños, con el pelo rubito del pubis perfilado y recortadito formando un triángulo digno de ver. Su pelo lo llevaba con un moño en lo alto lo que dejaba ver un cuello casi perfecto.
Por mi parte, a pesar de un pequeño michelín que se resiste, no me conservo mal. Claro, que mi pene no es el de Carlos y mayor es la impresión de esa diferencia por que nunca me he depilado, soy bastante velludo y ese pelo escondía parte de mi pene.
Pasado un par de minutos y ya totalmente liberados de prejuicios al vernos desnudos, Marta soltó una sonrisa y señalándome dijo:
Joder, Pablo, vaya matojo de pelos que tienes ahi!
Si, eso, Marta, buena idea, -dijo Carlos-, riámonos de nuestros cuerpos. Liberemos la tensión.
Y tu? -dije yo mirando a Marta- con esas tetitas tan... infantiles?
Cabrón! -soltó enfadada, ya que había dado con uno de sus traumas- y tu eres un picha floja. Menuda diferencia con Carlos.
En efecto, mi polla no era la de Carlos pero no quise tomármelo como una ofensa y preferí rebajar la tensión.
Sin embargo -repliqué-, aunque no son muy grandes, son bonitas.
No, Pablo, si está bien que critiquemos los cuerpos de los demás, así tendremos mayor naturalidad.
Tu, por ejemplo -siguió Carlos, mirándome- deberías cuidar un poco más tu aspecto. Marta tiene razón en que tanto vello no es muy estético.
Bueno, eso se puede solucionar, pero tan importante es? -pregunté.
No es esencial, claro, pero la estética es un añadido para un actor -me respondió Carlos.
Jajaja, - reía Marta - me veo haciendo una sesión de depilación a Pablo.
Sólo si lo haces tú -dije envalentonado retándola.
Eso está hecho! - respondió.
Carlos -prosiguió- Nos prestas lo necesario para depilarlo?
Si, claro, vamos al baño.
Los tres desnudos nos fuimos a su baño y Carlos me indicó que me metiera en la bañera para no llenar todo de pelos. Sacó de un armario una maquina como de cortar el pelo y se la dió a Marta la cual me hizo darme la vuelta y comenzó por algunos vellos que tenía en la espalda. Tras eso, bajó a mis gluteos los cuales repasó y siguió por las piernas hasta los piés.
El cosquilleo de la máquina y algún roce de las manos de Marta para comprobar como quedaba hizo que la situación pasase de un mero juego a algo que se me podía ir de las manos.
Me hicieron darme la vuelta y Marta comenzó desde la base de mi cuello hacia abajo, hasta de nuevo llegar a los pies pero dejó la zona púbica sin depilar. Yo había conseguido evadir mi mente pensando en otras cosas para no ver esa situación como erótica pero todo se fué al traste cuando Marta agarró mi polla para apartarla y pasar la máquina al lado. Menos mal que Carlos la paró indicándola que ahí mejor con crema depilatoria. Ufff... salvado por la campana!
Sacó una crema que me la dió para que yo mismo la extendiera y así hice pero Marta, que se divertía con la situación, dijo que por la zona de mi ano tenía aún mucho pelo. Me hicieron inclinarme dado la vuelta y ella misma la extendía al tiempo que criticaba jocosamente lo velludo que era. Y no solo fue por ahi, sino que animada como estaba decidió que la máquina no me había dejado lo suficientemente depilado y me extendió crema por todo el cuerpo. Menos mal que era con una espátula y que la crema estaba fría, porque aplacó mi calentura.
Unos minutos después me di una ducha para quitar toda la crema y la sensación era desconocida para mi ya que desde bien niño tenía vello. Sentía los roces en mi piel mucho más intensamente y sinceramente, era agradable.
Sin un ápice de vergüenza, Marta se lanzó a comprobar que mi zona genital estuviera bien depilada y sujentando mi polla con una mano ojeó mis testículos. Sin soltarme la polla y con una cara pícara, con la otra mano cogió la polla de Carlos. Al instante nos soltó y dijo sonriente:
Perdonadme, pero nunca había cogido dos pollas a la vez...
Nunca? preguntó Carlos.
No, debería? - respondió Marta sonrojándose.
Bueno, sólo lo preguntaba. Y tu, Pablo, alguna vez has cogido una polla distinta a la tuya?
Yo? - respondí airado- Que dices?
Recuerda, Pablo - me respondió Carlos-, tenemos que representar un trio que dos tíos se meten en la misma cama. En esa situación, ves creible esa respuesta tuya?
Pero... -balbuceé.
Va, cógeme la polla - me ordenó Carlos.
Con poca gana cogí la polla de Carlos y pude comprobar la suavidad de la misma. Era la primera vez que palpaba una distinta de la mia y la suya se veía poderosa e inmensa con respecto a la mía. O al menos era la sensación que me daba. Acto seguido retiré la mano y me increpó Carlos:
Estas lleno de inhibiciones, Pablo. Si te digo que me des la mano la retirarías. A no ser que tengas otra idea más allá, mi polla no es más que un trozo de carne sin más. O es que piensas otra cosa?
Bueno... -babuceaba de nuevo acorralado mientras Marta se divertía de la situación.
Repito -siguió Carlos-, la situación de los personajes es que dos tíos no tienen reparos en meterse desnudos en la cama y practicar a la vez el sexo con su mujer. Si se andaran con esos miramientos, quien se iba a creer que eso puede ser así?
Además -proseguía-, no te he dicho que me la comas, joder, sólo que la toques.
Tras esto echo mano a mi paquete sobándolo a placer.
- Así, cojones, así quiero que me toques la polla. Desinhíbete de una puta vez!
Yo muerto de vergüenza lancé mi mano contra su paquete sobando sus huevos y si su polla era enorme así en reposo, los huevos no desentonaban, pero lo peor fue ver que se le empezó a empalmar. Marta miraba algo más seria el espectáculo concentrada en la polla de Carlos ya que adquiría dimensiones espectaculares. Yo mismo me estaba quedando asombrado. Carlos sonreía satisfecho viendo nuestras caras de asombro al ver su herramienta.
- Pablo! -gritó Marta señalandome - tu también... en fin...
Si, me estaba empalmando y peor aun, instintivamente estaba masturbando a Carlos y aunque yo siempre me he dado por satisfecho con mis medidas no tenía nada que ver con lo de Carlos. Estaba que me quería morir. Un tío me estaba tocando y me estaba empalmando y al tiempo que tenía en mi mano su polla y el caso es que no me veía con fuerzas para salir de esa situación.
- Eso no es malo -dijo Carlos-, déjale que se libere por completo de prejuicios. Y tu, Marta, ve comentando que sientes al ver lo que estas viendo.
Ahora era Marta la que estaba muerta de vergüenza y casi susurrando decía:
Pues veo a dos tios que se estan tocando la polla
Te he preguntado que sientes -replicó Carlos-, no lo que ves, eso ya lo sabemos.
Esto... es una situación rara. Por una parte me da un poco de repelús pero por otra parte...
Tras un silencio siguió Marta.
- ... por otra parte es excitante.
Yo estaba embobado ya masturbando sin ninguna duda la polla de Carlos que hacía lo mismo con la mía y apenas pude oir lo que decía Marta, pero Carlos que parecía controlar la situación perfectamente siguió diciendo:
Como de excitada? Te gustaría a ti estar tocando las dos pollas a la vez?
Me muero de vergüenza, Carlos -respondió Marta.
Vergüenza es lo único que sobra en este oficio, Marta. Una actriz no debe tener vergüenza nunca. Y recuerda, no somos Marta, Pablo y Carlos, somos Hilda, Olaf y Jacob, que para más señas se viven juntos. Crees que ese sentimiento existiría?
Pero Carlos -trató de replicar Marta-...
Tratamos este fin de semana ser nuestros personajes -respondió Carlos de forma conciliadora- y tenemos la oportunidad de actuar como ellos harían. ¿Que haría Hilda?
Un suspiro mio cortó la conversación y el caso es que el cabrón de Carlos me estaba apretando la polla mientras me masturbaba y me estaba haciendo disfrutar.
Quzás fueron las palabras de Carlos o fue mi suspiro, el caso es que Marta cogió con cada mano el capullo de nuestras pollas. Su cara había mutado y parecía disfrutar la situación mirando alternativamente nuestras caras en las que ya se dejaba ver la excitación.
Durante un rato seguimos así hasta que Marta se arrodilló frente a nuestras pollas y dirigió su boca a la de Carlos. Yo, que seguía masturándole notaba como a veces sus labios rozaban mi mano. Al poco rato cambió y fue mi polla la que recibió sus atenciones. Carlos movió su mano más a la base de mi polla para permitir que Marta me mamara más profundamente y ésta no desperdició la ocasión.
La situación, aunque no era para contársela a los amigos, era de lo más placentera. De hecho estaba viendo que si seguíamos así un rato no tardaría en correrme.
Marta, chúpasela a Carlos que si no me corro -dije.
Naa -replicó Carlos-, dale caña, más aún.
Carlos apretó su mano más y Marta le obedeció succionandome con frenesí, de tal modo que tarde poco en notar que me llegaba un orgasmo.
Joder... me voy a correr -dije.
Marta, recibe su corrida en tu cara, quiero verlo -dijo Carlos.
Marta se colocó frente a mi polla acariciando el capullo con su mano y en efecto, al poco rato me corrí como nunca lo había hecho. Marta sin inmutarse y con sus ojos cerrados recibió toda mi corrida en su cara. Que pinta de puta tenía con toda la cara llena de semen.
Yo seguía sin soltar la polla de Carlos que parecía disfrutar la situación.
- Ahora si, Marta, dedícame tus favores -dijo Carlos.
Marta se plantó frente a Carlos y trató de abarcar lo que podía de la poderosa polla de Carlos con su boca. Yo eché la mano un poco más atrás para dejarla más libertad de acción.
A ti no te apetece, Pablo -me dijo Carlos.
Apetecerme que? - dije extrañado.
Sumarte a la fiesta de Marta.
Dices que te chupe la polla?????
Si, eso digo. ¿Por qué no?
Me quedé callado. Hombre, iba contra mis principios lo de chuparle la polla a un tio pero tambien hacerle una paja, y ahí estaba con mi mano en su polla. Aún así me daba muchos reparos, y Carlos lo notaba.
Venga, anímate, Pablo. No ves como Marta lo disfruta?
Que pedazo de polla, que buena está -dijo Marta sacando la polla de su boca por un instante.
Sin querer, como un movimiento reflejo me fui arrodillando y acercandome a ese tronco de carne que daba para dos bocas sin el menor inconveniente. Al fin, tuve su polla a unos milimetros de mi boca y sin saber por que la abrí y comenze a chupar con la lengua su tronco.
- Así, Pablito, así. Que buen actor vas a ser -decía Carlos.
Un minuto despues mi boca trataba de abarcar ese tronco con los labios hasta que Marta, dejándome su lugar me cogió de la cabeza para guiarme. Ya era inevitable. La polla de Carlos invadía mi boca y por mi parte no solo no oponía resistencia alguna sino que trataba de tragármela todo lo posible, como compitiendo con Marta, que estirando su mano agarró mi polla y la masajeaba.
Yo me estaba empalmando de nuevo y proporcionandole a Carlos una mamada que a buen seguro estaba disfrutando.
Hicimos varios cambios para alternativamente comerle la polla hasta que, con ella en mi boca djo Carlos:
- Poneos los dos juntos frente a frente y morread.
Yo me puse a morrear a Marta pudiendo saborear los restos de mi propio semen hasta que sin avisarnos Carlos descargó sobre nosotros varios chorros de semen caliente. Ahora ya no, pero en su momento me avegonzé de reconocer que lo saboreé con auténtica lujuria.
Mientras Marta y yo seguíamos comiendonos la boca Carlos dijo que lo habíamos hecho fenomenal, que creía que ese fin de semana íbamos a hacer grandes progresos. Siguió diciendo:
Y tu Marta, no quieres tener un orgasmo?
Ufff -respondió Marta-, claro que si!!
Que polla quieres para ello.
Lo dudas, Carlos? Yo quiero este pollón -dijo mientras agarraba su polla.
Pablo -me dijo Carlos-. Sóbala todo el cuerpo, ponla caliente como una perra para mi.
Yo me afané en besar sus pechos y pasaba las manos por todo el cuerpo hasta que recale en su ya húmeda vagina. Jugué un poco con mis dedos mientras nos tumbábamos en la mullida alfombra que teníamos bajo nosotros. Marta a los pocos minutos ya exclamaba pidiendo polla a Carlos, que esperaba divertido viendo la excitación de Marta.
- O me la metes tu o me la mete Pablo, pero quiero polla ya!!
Carlos se arrodilló y me apartó de encima de Marta y comenzo a apuntar su pene algo más flacido contra la vagina de Marta. Aún estando así, entraba perfectamente y al rato Carlos comenzó a moverse con más ganas.
- Dios! Carlos, me estas matando, como se esta poniendo tu polla dentro de mi.
Yo me sentila la verdad un poco desplazado del juego y deje volar mi mente para recordar lo pasado y me vinieron ciertos remordimientos. Carlos que seguía bombeando dentro de Marta se giró para ponerse sobre el suelo cogiendo a Marta en volandas que quedó sobre él.
Vamos a dsifrutar a tope los tres -dijo Carlos.
Ufff, yo seguro -contesto Marta.
Pablo, ve calentando el culo de Marta. La vamos a dar un regalo.
Marta comprendió que lo que pretendía Carlos era follarsela por detrás. Asustada ante el calibre de su herramienta hizo ademán de negarse.
- No, Marta, quiero que sea Pablo el que te la meta. La tiene pequeña y no te dolerá y una vez dentro podrá ver lo que es una polla poderosa al notar la mia.
Marta asumía que el macho alfa del grupo era Carlos y que sus deseos sexuales había que cumplirlos. Yo por mi parte, aunque me hirió un poco el orgullo no pude replicar nada, y menos ante la expectativa de follarme el culo de Marta que era precioso. Comence con varios dedos tocando alrededor de su ano hasta que poco a poco uno de ellos fue entrando y jugando, luego dos hasta que por fin, sin cortarme toque la entrada del coño de Marta que seguía taladrando Carlos para lubricar con sus propios jugos vaginales mi inminente invasión de su culo.
Apunté mi polla que estaba más tiesa que nunca, creo, y comencé a empujar. Será por la dilatación anterior con mis dedos o por la excitacion de Marta pero entró sin problemas. Poco a poco fuí metiendo más polla al tiempo que notaba como rozandome el pollón de Carlos que entraba y salía a un ritmo vertiginoso.
Huaaaaau!! Que gustazo con dos pollas dentro -aullaba Marta.
Disfrútalo Marta -dijo Carlos-, esa es la situación de tu personaje. A que te gusta?
Diosss, es la obra de mi vida, Carlos. Sígueme follando fuerte. Y tu, Pablo, dame más caña si puedes.
Ese "si puedes" me humillaba. Joder, hasta ahora iba bien servido con los rollos que había tenido pero ahora parecía que no era un hombre del todo. Protesté un poco pero Carlos me replicó mientras seguía follándose a Marta:
- En todas las relaciones hay alguien más dominante, es normal. Hasta ahora tu eras el dominante, ahora mismo no lo eres. No pasa nada, disfruta del sexo y no pienses más.
La verdad es que me convenció. Carlos siempre sonaba convincente y al final, es evidente, cedimos a sus caprichos.
Pasados unos minutos más y ya con varios orgasmos de Marta pasados Carlos tiró de Marta hacia arriba y con ella casi fui yo, quedando su polla enhiesta al aire mientras la mía seguía dentro del culo de Marta.
Vamos Pablo, correte conmigo -decía Carlos.
Estoy a punto -repliqué.
Conforme vió que me corría el se corrió tambien llenando mi culo y espalda de semen, que chorreaba hacia abajo. Noté como con sus manos repartía esa leche por mis gluteos y ano hasta que noté como uno de sus dedos lo profanaba.
- Carlos, que haces? -pregunté.
Carlos se limitó a tirar con sus manos de mi y fui a caer justo con mi ano en la punta de su polla, que naturalmente no entro debido a lo cerrado que lo tenía y al grosor de la misma.
Pero Carlos no cejaba en su empeño y moviendome trataba de dar punzadas contra mi culo. Marta se había salido de mi y había puesto su coño en la boca de Carlos que se lo chupaba hasta que la dijo que me sujetase. Se levantó y tras de mi me sujetaba por la espalda impidiendo que me escapase. Yo ya me temí lo peor... ese pollón me iba a violar.
Punzada a punzada se iba abriendo camino en mis carnes no sin un intensísimo dolor y sin gritos que mitigaba la mano de Marta sobre mi boca.
Disfruta lo que se siente teniendo una buena polla dentro -me decía Marta al oído.
Hija de puta, cabrones, me estais violando -traté de decir.
Varios minutos duraba ya mi agonía hasta que Carlos dijo:
- Pablito... lo peor ya ha pasado.
Se quedó inmóvil y yo también durante un rato con un trozo de su polla dentro de mi culo. Pasado ese rato el dolor se había disipado un poco. Carlos tiró de mi sólo un poco y volvió a parar. De nuevo el dolor y de nuevo se disipaba.
Así estuvimos varios minutos hasta que en un tirón que dió de mi ya no sentí más dolor que el que tenía, que seguía yéndose. Mas tarde, el dolor era una simple molestia.
Marta se retiró de mi lado y de nuevo volvió a mirarme y su cara era de asombro
- Joder, Pablo, te has tragado más de media polla! es increible!
En esto, Carlos comenzo a moverse muy suavemente y las sensaciones molestas daban paso a oleadas de placer... de puro placer. Me estaban violando y a ratos lo disfrutaba. ¿Que me estaba pasando???
Carlos me soltó e instintivamente me eché atrás sacándome parte de esa polla de mi culo pero, y aún no sé por qué, yo mismo volví a metérmela de nuevo. Un rato después cabalgaba a Carlos sin el menor pudor y sintiéndome completamente lleno y extasiado con el placer que recibía.
Marta que observaba el show que le estábamos dando Carlos y yo a distancia se fue a sentar en la cara de Carlos para que la comiera el coño de nuevo.
Vamos, Carlos, hazme acabar en tu boca -le dijo.
Ven para aca, que al final me has salido muy puta. Y Pablo maricón perdido -añadió.
No me importó oir eso ya que estaba concentrado en el polvazo que me estaba echando que me tenía en las nubes. Busqué la boca de Marta pero me rechazó el beso.
- Cómeme las tetas, putita -me dijo.
Yo me lancé a chupar sus pechos como un poseso y mientras lo hacía, Marta riendo sólo hacía recordarme mi frase de que sus tetitas eran infantiles. Me daba igual. Yo, mientras disfrutara como lo estaba haciendo cualquier cosa me resbalaba.
Un buen rato de cabalgada más tarde Carlos dió signos de que se iba a correr. Como ya era tradicional en él, nos dijo que pusieramos nuestras caras para regarlas con su semen. Yo con gran pena me salí de esos 27 centimetros gloriosos en plena erección y me puse junto a Marta esperando recibir mi dosis de semen. Carlos entre grandes estertores se corrió y como la vez anterior Marta y yo nos besamos chupando los restos de ese semen.
Carlos fué el primero que se acercó a un sofá y cayó desplomado.
- Joder, chicos, que sesión me habéis dado!
Tanto Marta como yo fuimos a acomodarnos a nuestros respectivos sofás e igualmente caímos rendidos.
Que gustazo -dije entre dientes.
Vaya, no nos vas a denunciar por violación entonces? -bromeó Carlos.
Tu crees que nos denunciará por violarle o si dejamos de hacerlo más veces? -reía Marta.
Que cabrones sois! -respondí- Pero si, os denunciaré si no volvéis a intentarlo.
Calma, calma, Pablo -respondió Carlos-, el fin de semana da para mucho, tu no te preocupes.
Vimos que el reloj marcaba la una. Carlos decidió que nos daríamos una ducha y comeríamos. Tras la comida retomaríamos otros detalles de la obra para ensayarlos, pero eso es para otro relato.