La nueva vida (sexual) de Sergio.
Sergio, cachondo, entra al chat, sin imaginar todo lo que pasará desde ese momento.
Era domingo y estaba aburrido y cachondo. Mala combinación. Me metí al chat en busca de morbo y si se daba el caso, de algún encuentro real. Pero seamos sinceros, esos encuentros casi nunca se daban y digo casi nunca, porque habré quedado con alguien a través del chat en tan solo dos o tres ocasiones.
Llevaba ya algunas horas hablando con distintos tíos, pasándonos fotos y fantaseando con que nos gustaría hacer o que nos hicieran. Cuando estaba a punto de abandonar el chat, aburrido ya, me habló “TresXpas”.
TresXpas:
Hola, ¿qué tal?
Sumiso22:
Hola, estaba a punto de marcharme ya.
TresXpas:
Vaya, ¿qué andabas buscando?
Sumiso22:
Algo de morbo.
TresXpas:
Nosotros somos tres, y buscamosa algún chico que
nos atiendamientras estamos en casa jugandoa
losdardos y apostando por verquién es el primero
enfollarse al pasivo.
¿Quería morbo? Pues toma. Nada me ponía más que la sumisión. Estuvimos hablando un rato más. Me aseguró que no harían nada que me incomodara o que no quisiera hacer, que se trataba de un juego sexual en el que yo obedecía sus órdenes, siempre dentro de unos límites para que todos lo disfrutáramos. Nos pasamos los números de teléfono, para hablar por WhatsApp. Cuantas veces había agregado a otros con la intención de quedar y al final se quedaba en eso, en intención. Pero había algo en “TresXpas” que me daba confianza, no parecía un tío que solo buscaba una paja fantaseando.
El primer mensaje que me mando al WhatsApp fue una foto de los tres. Madre mía, como estaban. Tres hombres, dos de ellos con barba. El tercero, parecía el más joven y aunque era realmente guapo, tenía la cara más aniñada. Uno de los dos que tenían barba, también tenía todo el torso cubierto de pelo (en la foto salían en bañador, en la playa). El otro barbudo, solo tenía un poco de pelo en el pecho y una fina línea que iba desde el ombligo hasta perderse en el bañador. Al de la cara aniñada, y a mi parecer más guapo, no se le veía ni un pelo. Los tres tenía muy buen cuerpo.
Yo:
Joder, estáis muy buenos.
Chat1:
Tu tampoco te quedas atrás, bonitas fotos
¿Cuándo puedes quedar? ¿Podrás con los tres?
¿Me estaba retando? A ver, lo máximo que había hecho era un trío, y aunque no sabía si iba a poder con los tres, le dije que me pusieran a prueba. Le mandé dos fotos, las que el me pidió; una de frente y otra de espalda. En la foto frontal, estaba en el baño, frente al espejo, y se me veía desde la zona del vello púbico (depilado) hacia arriba. No os voy a mentir diciendo que tengo abdominales, o unos muslos trabajados en el gimnasio, o un culo con el que partir nueces, no. Mi cuerpo es el de un chaval delgado normal. ¿guapete y resultón? Si, pero nada más. En la foto que salía de espalda, se me veía con un calzoncillo/suspensorio de rejilla negro, unas zapatillas blancas y unos calcetines también blancos con rayas negras.
Me explicó que era exactamente lo que buscaban. Consistía en que yo debía ir y nada más llegar quedarme en ropa interior, les daba igual si era bóxer, slip o lo que yo quisiera. Pero dejó caer que le había gustado mucho cómo se me veía en la foto de espaldas. Una vez estuviera casi desnudo, tenía que servirles lo que me pidieran: llevarles bebida, comida… Me dijo que muy posiblemente me irían metiendo mano a cada rato. Ellos, en un principio estarían vestidos. Y aquí vienen las reglas del juego. Cada ronda a los dardos, el ganador se quita una prenda (si, normalmente es al revés, ahora lo entenderéis), y el primero en quedarse desnudo por completo, sería el primero en disfrutar de mí. “TresXpas” o “Chat1” como lo nombré en mi teléfono, me aclaró que al final terminaría follando con los tres, pero que así le daban emoción a la partida.
Me imaginé en una habitación, con esos tres hombres jugando a los dardos mientras yo iba de un lado a otro haciéndoles de sirviente, casi desnudo. Me puse más cachondo de lo que estaba cuando entré al chat. La idea me molaba.
Por mi parte, le dije que tenía todas las tardes libres. Estudiaba por las mañanas. Me dijo que les enseñaría mis fotos a los otros dos y si les gustaba me hablaría, indicándome: el día, la hora y el lugar. No me pidió más fotos, yo a él tampoco. Pero si me dejó claro en todo momento que si me sentía incomodo o había algo que no quisiera hacer, que lo dijera, que todo era un juego en el que debíamos disfrutar los cuatro. Me gustaba que hiciera hincapié en eso, pues había muchos que en lugar de sumiso buscaban algo así como un esclavo, alguien que no tuviera voz, que no se negara a nada que le pidieran, le gustase o no. A mí eso no molaba nada. ¿Me molaba ser sumiso? Si, pero como decía “Chat1” dentro de ese juego sexual y disfrutando.
En esas quedamos, en que me avisaría. Ese día me masturbé usando solamente me imaginación, bueno… y la foto que me mandó de los tres. Cuando me metí en la cama para dormir, empecé a darle vueltas, ¿Y si eran tres locos que a saber que me hacían? Tal vez solo era un viejo que buscaba ver desnudos a chicos jóvenes, pero… en ese caso me hubiera pedido más fotos, y no fue así. Me quedé dormido pensando que muy posiblemente no volvería a saber de quien quisiera que fuera.
El lunes, como todas las mañanas, desayuné con Santi. Estábamos estudiando lo mismo, aunque él estaba en un año superior. Santi es mi mejor amigo, del tipo de amigo al que se le puede contar todo, y cuando digo todo, es todo, sin que te juzgue. Él da su opinión, si le parece bien o le parece mal algo, lo dice sin paños calientes, pero nunca juzga.
-Santi, ¿qué opinas si te digo que tal vez quede con tres tíos?
-Define quedar -dijo, mirándome por encima de la taza del café con leche.
-Pues… quedar, ya sabes -le di un bocado a mi tostada de tomate, sin dejar de mirarlo.
-Para tirártelos ¿no? -asentí, y Santi continuó hablando -pues que tengas cuidado y que uses protección, ¿de que los conoces?
Sabía que el decirle que posiblemente tuviera sexo con más de una persona a la vez, no le iba ni de lejos a escandalizar, pero lo peliagudo venía ahora.
-Del chat, ayer hablé con uno de ellos.
-Sergio, enserio… ¿del chat? -dijo dejando la taza en el platito y mirándome a los ojos.
-¿Qué pasa? Es otro modo de contactar con gente.
-Si, con gente que no da la cara y que se hacen pasar por otras personas para conseguir fotos o videos. ¿Qué le has mandado?
-Solo dos fotos en las que no se me ve nada. Él me mandó esta -busqué la imagen en el teléfono y se lo pasé.
-A ver… están los tres para arrodillarse ante ellos, sí, pero no sabes si son ellos realmente. ¿Cuándo has quedado?
-Aún no he quedado, me dijo que les enseñaría mis fotos a los otros dos y que ya me avisaría con el día, la hora y el lugar -me encogí de hombros.
-Antes de quedar con ellos, diles de hablar por Skype o de quedar en algún sitio público, asegúrate de que son ellos. Y si lo son y te molan, ten cuidado y disfruta perra, que la vida es corta.
Reímos los dos y terminamos de desayunar hablando de cosas banales. Adoraba a Santi. Nos conocíamos desde siempre, no recuerdo ninguna etapa de mi vida en la que Santi no estuviera presente, cosa de ser vecinos en el pueblo imagino.
El jueves, cuando ya daba por hecho que no iba a volver a saber de TresXpas, me mandó un mensaje:
Chat1:
Mañana a las 20:00 te esperamos, ven tranquilo,
No vas a hacer nada que no quieras. Recuerda,
cuando llegues, quédate en ropa interior y
zapatillas. Si no tienes ningún inconveniente no
respondas a este mensaje. Mañana te mando
dirección. Lo vamos a pasar bien.
Me quedé un rato mirando el teléfono, empalmado. Releí varias veces el mensaje y no le respondí. La situación me daba mucho morbo, y no pensé en el consejo de Santi de proponerle quedar en un sitio público o al menos vernos por Skype. Me costó dormir esa noche, mi cabeza no paraba de imaginar cosas a cada cual más morbosa. Me masturbé por segunda vez y al poco rato me dormí.
-¿Salimos esta noche a tomar algo? -me propuso Santi al salir de la facultad.
-Esto… hoy no puedo -me acaricié la nuca y evité mirarlo a los ojos.
-Has quedado con los del chat -no me lo preguntó.
-Sí, esta noche -respondí mirando a mi alrededor, estábamos parados en las escaleras de salida y la gente pasaba por nuestro lado.
-Y ni habéis quedado en un sitio público, ni os habéis visto por Skype. -negué con la cabeza -A ver, ya sabes lo que opino Sergio, deberías quedar antes en un sitio público, pero bueno si te da morbo llegar y follar, también lo entiendo.
Nos apartamos un poco del bullicio que había en la salida y le expliqué de que iba la cosa, ya que él sabía que había quedado con tres tíos, pero no sabía todo el royo. Le dije que yo iba en rol de sumiso, que ellos estarían allí jugando a los dardos y que el ganador sería el primero en “disfrutar de mi”, aunque al final terminaría con los tres.
-Joder, como te lo montas. Solo te pido una cosa… bueno dos, una que uses protección y la segunda que me digas la dirección.
-Hecho, aún no se la dirección, a lo largo de la tarde me la dirán.
Nos despedimos y quedamos en que le mandaría la dirección y que, si a la mañana siguiente no tenía un mensaje mío, se plantaría allí. ¡Eso es un amigo!
Después de comer y de echarme una pequeña siesta, me metí a la ducha para depilarme por completo. Solía ir siempre depilado, pero quería estar perfecto. Con la depilación ya hecha, me hice un lavado en profundidad y después de esté me di un baño de espuma. Cuando salí de la bañera eran casi las 19.00 y aún no había recibido la dirección. Fui a mi habitación, me eché crema hidratante por todo el cuerpo. Me puse la misma ropa interior que llevaba en la foto que le mandé junto a unos calcetines blancos. Estaba pensando que ropa ponerme cuando sonó el teléfono. Era el, bueno… ellos. Eran casi las 19.30, así que, como la idea era que al llegar me quedara semidesnudo, opté por un pantalón vaquero y una sudadera.
De camino al lugar indicado, le mandé a Santi un mensaje con la dirección. Me envió el icono del pulgar levantado junto con un “disfruta zorra”.
Llegué diez minutos antes y me quedé un par mirando al edificio. Mi teléfono volvió a sonar. Leí el mensaje sin entrar a la aplicación: “la puerta ya está abierta”.
Miré a la cuarta planta (encima de esta solo había una más) y vi asomado a uno de los dos barbudos con el teléfono en la mano. «Bueno, ya sé que uno de los tres sí que es como en la foto» pensé, mientras subía en el ascensor. Al llegar a la cuarta planta, me dirigí hacia la puerta D, estaba semiabierta.
Al entrar, vi un perchero a la derecha. Los escuchaba hablar, ¿sabrían que estaba ya allí? La excitación fue en aumento. Me quité la sudadera y el pantalón. No sabía qué hacer. anduve unos pasos. A la izquierda había un espejo. La imagen que me devolvió me gustó: zapatillas blancas, calcetines del mismo color y suspensorio de rejilla negro.
-Antes de venir coge unas cervezas de la cocina, que se nos han terminado -di un respingo hacia atrás. La voz era grave y ronca. Se me erizó la piel.
Antes de llegar al final del pasillo había una puerta a la derecha que daba a la cocina. Entré y me gustó verlo todo tan limpio y recogido, me dio algo más de confianza. Abrí la nevera y la vi llena hasta los topes, se veía que hambre no pasaban. Y sed tampoco, toda la parte inferior estaba ocupada por latas de cerveza. Cogí tres, me armé de valor y fui al salón.
El salón estaba al final del pasillo por el que había entrado. Cuando salí de la cocina y di los cuatro últimos pasos que separaban el pasillo del salón, sentí que el corazón se me iba salir.
Allí estaban, dos de ellos sentados en un sofá, el otro en un sillón. Joder, que tres hombres. Si en foto deprendían morbo, tenerlos frente a mí y estando yo semidesnudo, hizo que tuviera una erección en cuestión de segundos.
Iban los tres vestidos con pantalón vaquero y camiseta de manga corta, con la diferencia de que, el que no tenía barba llevaba los vaqueros con rotos.
-Has venido igual que en la foto, me gusta -dijo el lampiño, y me sorprendió que era la misma voz que me había pedido las cervezas.
-No estés nervioso, acércate -dijo uno de los barbudos.
Me acerqué, puse las tres latas de cerveza sobre la mesa baja y sentí los seis ojos comiéndome con la mirada. Tras unos segundos en silencio, el lampiño, volvió a hablar.
-Nunca solemos presentarnos, pero como veo que estas muy nervioso, haremos una excepción contigo -parecía que era él quien llevaba la voz cantante. -Yo soy Víctor. Él -dijo señalando al barbudo que tenía todo el torso lleno de pelos (esto lo sé por la foto, no por que tenga poderes para ver a través de la ropa) -es Samuel -levantó la mano, dejando ver una leve sonrisa. -Y el otro es Toni -este imito el gesto de su amigo.
-Yo me llamo Sergio -les dije, alternando mi mirada de uno a otro.
Víctor se levantó del sillón y vino hacia mí. Giró a mi alrededor, mirándome de arriba abajo, hasta que se paró detrás de mí y puso sus manos sobre mis hombros. Era más alto que yo. Acerco su nariz a mi cuello y aspiró, a la vez que bajó uno mano y me agarró el culo, con fuerza.
-Lo vamos a pasar muy bien -dijo en mi oído.
Sentí su voz ronca y varonil dentro de mí. Escuché el sonido que hicieron las latas de cerveza que Samuel y Toni abrieron casi a la vez. Víctor seguía detrás de mí, me besó ambos hombros y me acaricio los brazos y la espalda. No esperaba esas muestras de cariño o complicidad. Pensaba que iba a ser todo mucho más… ¿rudo? ¿sucio? No sé decir como pensaba que sería la situación, pero no la imaginé así. Esos gestos hicieron que, a pesar de tener a los otros dos frente a nosotros, me relajara. Víctor lo notó.
-Eso, destensa los músculos, recuerda que no vamos a hacer nada que no quieras. Estamos aquí para pasarlo bien los cuatro.
Asentí con la cabeza y Víctor se separó de mí. Volvió a ocupar el sillón en el que estaba sentado cuando llegué. Dio un sorbo de su lata de cerveza y vi su nuez bajar y subir. Joder, quería lamérsela.
Ahí estaba, semidesnudo frente a esos tres hombres que no conocía de nada y que no me quitaban los ojos de encima.
Me fueron ordenado que me diera la vuelta, que me agachara, que me pusiera a cuatro y que me acercara gateando a ellos. Les obedecí, claro. Y uno a uno, con mi cabeza entre sus piernas, me dieron de beber, pero no lo hicieron desde la lata, no, lo hicieron desde su boca, mezclando la cerveza con su saliva. Repitieron la jugada un par de veces más, hasta que se vaciaron las latas y me indicaron que fuera a por otras tres.
Cuando regresé al salón, los vi de pie, y vi también la diana a la que jugarían a los dardos. Estaba tan absorto con la situación que no me había casi ni fijado en el salón. Las paredes pintadas en blanco. En un lado y pegando a un balcón estaba el sofá, dos sillones (en los que segundos antes estaban los tres sentados) y una mesa baja. Al otro lado había una mesa con cuatro sillas y entre los sillones y la mesa con las sillas, estaba la diana.
Le di una lata a cada uno y estos aprovecharon para tocarme el culo.
-Estamos viendo quien empieza la partida. ¿Quién quieres que sea el primero en follarte? -Me preguntó Víctor.
«Dejaros de dardos y follarme ya los tres» fue lo que pensé en decirle.
-Me da igual -fue mi escueta respuesta.
-No quiere mojarse -dijo Samuel.
-Bueno, ya lo mojaremos nosotros en un rato -añadió Toni.
-Se me acaba de ocurrir una idea. Sergio, ponte de rodillas donde estabas antes, el primero en darte con un escupitajo, será quien empiece la partida -terminó diciendo Víctor.
Fui sumiso a arrodillarme junto a la mesa baja, mientras escuchaba las risas de los tres. Echaron a piedra papel y tijera el orden para, literalmente, escupirme. Empezó Toni, que se quedó corto y vi caer su salivazo unas baldosas delante de mí. El siguiente fue Samuel que, aunque si llegó a mi altura, cayo unos centímetros a mi derecha y tampoco me dio. Víctor cogió impulso y casi sentí la humedad de su lapo cuando paso de largo rozando mi oreja.
Como tuvieran la misma puntería jugando a los dardos que la que estaban teniendo para acertarme a mí con un escupitajo, no me follaban en todo el fin de semana.
Vi a Víctor grabando la escena y me puse nervioso. Fui a decirle que dejara de grabar, pero se me adelantó.
-Relájate, estos videos son para uso personal -me guiñó un ojo y puso el teléfono sin dejar de grabar sobre una estantería.
El primero en darme fue Samuel, lo hizo en el moflete izquierdo, justo debajo del ojo. El siguiente fue Toni, este me dio en el pecho.
Ya con el orden de tirada establecido me puse en pie y volví a acercarme a ellos. Víctor me agarro la cara, haciendo que abriera la boca y me besó, pasándome eso sí, toda su saliva. Fue un beso sucio, con morbo.
La diana estaba colgada a la pared y era electrónica. No era la típica diana redonda que muchos hemos querido tener en nuestra habitación, tampoco era obviamente, una de esas máquinas grandes de un bar o pub. Se trataba de una mezcla de las dos, con el tamaño perfecto para una casa y la jugabilidad de una maquina grande.
Comenzaron a jugar al 301. El juego consiste en ser el primer en llegar a 0. Todos los jugadores comienzan con el marcador en 301 y el primero en ponerlo a 0, es el ganador.
En el primer turno de tirada Samuel se quedó a 230, Toni a 215 y Víctor a 242.
Yo quería que el primero en follarme fuera Víctor, porque, aunque a primera vista me gustaban más Samuel y Toni (ya dije que los tres estaban bastante buenos), la actitud chulesca y el notar que era Víctor quien llevaba la voz cantante hacía que la balanza del morbo se inclinara hacia él.
Llevaban tres o cuatro rondas de tirada y mi función consistía en ir a la diana quitar los dardos de esta y dárselos al siguiente.
Mientras uno tiraba, los otros dos me metían mano y me comían la boca, a veces de uno en uno y otras los dos a la vez. Intenté varias veces echar manos de sus pollas, pero no me dejaban.
-Tranquilo, vas a tener tiempo de tocarlas y sentirlas -me decían, apartándome la mano de sus paquetes que se notaban duros.
El primero en llegar a 0 fue Toni. Y Víctor, una vez más, llevó la voz cantante.
-Vamos a dejar que sea nuestro invitado quien elija que prenda nos quitamos ¿qué quieres que se quite Toni? -me preguntó.
-¿La camiseta? -dije dudando.
-Tienes ganas de ver carne eh. Venga Toni, ya lo has escuchado, camiseta fuera.
Joder como estaba Toni. Tenía, como en la foto, una capa de pelo sobre el pecho y una línea fina que baja del ombligo y se perdía en el pantalón vaquero.
El ambiente poco a poco se fue caldeando cada vez más, ya no solo me metían mano superficialmente, sino que me introducían algún que otro dedo, apoyándome en la mesa junto a la diana.
A Víctor se le ocurrió que cada vez que alguno acertara al centro podía darme azotes en el culo, las veces que quisiera hasta que otro de ellos diera en el mismo lugar y fuera este último el encargado de azotarme.
Fueron pasando rondas, la mesa baja frente al sofá cada vez estaba más llena de latas de cerveza vacías, mi culo estaba rojo por los azotes que me fueron dando y los tres maromos estaban ya sin camiseta.
A Samuel le quedaba por quitarse un calcetín para poder verlo en ropa interior, Toni aún tenía los dos calcetines puestos y era Víctor quien se encontraba con los pies desnudos. Deseaba que ganara Víctor esa ronda, salivaba incluso imaginándomelo tan solo en ropa interior. Pero fue Toni quien ganó, quedándose, al igual que Samuel, con un solo calcetín.
El último en darle al centro fue Víctor, y mientras Toni se quitaba el calcetín se acercó a mí para darme un fuerte azote y seguidamente agarrarme el cachete con fuerza. Con mucha fuerza. Haciendo que me pusiera casi de puntillas. Con la otra mano me agarró la cara y acercó su boca a mi oreja.
-Vas a tener que esperar un poco más para verme casi desnudo -me dijo con su voz grave y ronca sin soltarme el culo.
En las dos rondas siguientes se igualó la situación. Lo que quería decir que, en la siguiente, ganara quien ganara iba a empezar a desaparecer pantalones. Mi excitación aumentó (si es que eso era posible) y a ellos se les notaba con ganas de ser los primeros en disfrutar de mí.
Tenía el culo ardiendo y dilatado: ardiendo a causa de los azotes que me fueron dando, cada vez más fuertes; dilatado porque no pasaban ni dos minutos sin que tuviera un par de dedos follándome.
El primero en quitarse los pantalones y quedarse en bóxer fue Víctor. Volví a salivar. El bóxer le quedaban que parecía que se los hubieran dibujado sobre la piel. Y el bulto. Joder el bulto. Estaba duro y cargaba a la izquierda.
El siguiente en perder el pantalón fue Samuel. Me sorprendió verlo con slip en lugar de bóxer, pero no me desagradó para nada. Tenía las piernas cubiertas de pelo, al igual que el torso.
Y como si se hubieran puesto de acuerdo para darle emoción a la cosa, el siguiente en ganar y por lo tanto en quitarse una prenda, fue Toni. Este se quedó en bóxer y al igual que Samuel también tenía pelo en las piernas, pero en menor cantidad.
Cada vez tenía más calor y ellos ya no podían disimular sus erecciones, tapadas únicamente por la fina tela de su ropa interior. El que mejor cuerpo tenía sin duda era Víctor, con ese bóxer azul y la punta de su polla amenazando con salírsele; le seguía Samuel, que me volvía loco con su barriga y pecho ambos cubiertos de pelo y ese minúsculo slip blanco el cual no dejaba nada a la imaginación, se le marcaban hasta las venas; luego estaba Toni, que tampoco se quedaba atrás, este se quedó en bóxer de color negro, en el que se perdía el camino de pelo que le bajaba del ombligo.
Los miraba a los tres, excitado como nunca lo había estado. Me sentía dentro de una película porno y yo era el protagonista. No me importaba cuál de los tres ganara esa ronda y por lo tanto consiguiera ser el primero en “disfrutar de mi”, pero si me hubieran preguntado, habría elegido a Víctor, y eso que tengo cierta debilidad por los hombres con pelo en el cuerpo, pero su actitud, el mostrarse tan seguro de sí mismo, el llevar la voz cantante y su voz tan varonil… me enloquecían.
Ganó Toni.
-Lo siento chicos -empezó a decir Toni dirigiéndose a sus amigos, pero mirándome a mí -voy a ser el primero en comprobar que sabe hacer nuestro invitado con estos labios -se paró frente a mí, mirándome a los ojos, pasándome el dedo gordo por los labios para a continuación, introducírmelo en la boca.
Le chupé el dedo durante unos segundos, sin apartar mi mirada de la suya y sintiendo los otros dos pares de ojos puestos en nosotros.
-Llévatelo a la habitación o le dan por el culo a la partida y nos lo montamos ya los cuatro -apuntó Samuel.
-Deja Samu, es mejor así, es el que la tiene más pequeña de los tres, nos va a abrir camino -añadió Víctor.
Los escuché reírse a los dos mientras Toni me agarró de la mano y me llevó al sofá. Pensaba que íbamos a alguna habitación, pero no, hizo que me sentara, quedándose el de pie frente a mí.
-Que cabrón, lo va a poner a comérsela ahí -escuché que le dijo Samuel a Víctor.
Estábamos a escasos metros, podían vernos con lujo de detalles y eso… eso me puso más de lo que ya estaba.
Toni hizo que hundiera mi cara en su paquete, aspiré su olor y me encantó. Comencé a darle pequeños mordiscos a través de la fina tela. Agarré los bordes del bóxer y lo miré, pidiéndole permiso para bajárselos. Me hizo un pequeño gesto con la cabeza y le dio un trago a la lata de cerveza que tenía en la mano. Se los baje y su polla dura salió disparada. «Joder, pues si esta es la pequeña…» Pensé nada más verla, tiesa, dura, desafiante y con una gota de precum en la punta. Saqué la lengua y no pude contenerme, le lamí el capullo, llevándome en la lengua el sabor salado de la gota que tenía en este. Tenía un poquito de pelo en la zona, el que te sale después de una semana sin pasarte la cuchilla.
Después de darle alguna que otra lamida al capullo, al tronco, a los huevos… me la metí en la boca. Miré a Toni y este echó la cabeza hacia atrás, resoplando. Posó la mano que tenía libre sobre mi cabeza, pero sin hacerme presión, me dejo a mi llevar el ritmo de la mamada.
Se la comía despacio, disfrutando de tener por fin una de las tres pollas que me iba a comer esa noche.
-¿Te gusta? -Le pregunté con su capullo sobre mis labios.
-Sigue -dijo, seguido de un bufido cuando me metí más de la mitad de golpe en la boca.
Me metía todo lo que me entraba y lo miraba a la cara. lo veía resoplar y la cara de morbo y vicio con la que me miraba me fascinaba. Repetí varias veces la misma jugada. Sacaba su rabo entero de mi boca, para inmediatamente después meterme centímetro a centímetro todo lo que me entrara, llegué un par de veces con cierto esfuerzo y alguna arcada a tocar con mi barbilla sus huevos.
Una de las veces en las que su polla había desaparecido por completo en mi boca, fue el quien me la sacó de golpe. Se inclino, me beso con furia y cuando separó sus labios de los míos escupió dentro de mi boca, me dio un pequeño guantazo y volvió a hundir su polla en mi garganta.
-Joder que boca, de las mejorcitas que he probado, ¿cómo vais tíos? ¿Quién va ganando? -preguntó Toni.
-Si esto sigue así, la siguiente polla que va a probar es la mía -dijo Víctor, al cual vi por el rabillo del ojo que se estaba agarrando el paquete mientras seguía chupándosela a Toni.
Después de un par de minutos más comiéndosela, Toni se separó de mí y volvió a los segundos con un bote de lubricante y condones.
-Quítate las zapatillas, pero no los calcetines y ponte a cuatro en el sofá.
Le obedecí, apoyé la cabeza en el respaldo del sofá e imaginé como se me vería. Calcetines blancos y suspensorio de rejilla que no dejaba nada a la imaginación.
Lo vi ponerse el condón, me dio un par de azotes en el culo y cuando pensaba que me iba a bajar el suspensorio, lo que hizo fue romperlo por el centro, dejando mi agujero expuesto a él.
Se inclinó y me dio dos, tres, cuatro lametones, en el quintó pensaba que me iba a correr sin tocarme. Me agarró de las dos nalgas, abriéndome bien y siguió comiéndome el culo no recuerdo cuanto rato más.
Abrí los ojos cuando su lengua se separó de mi ano y vi a Víctor y Samuel mirando la escena a nuestro lado. Víctor totalmente desnudo y pajeándose. Joder, aunque de grosor la tenían igual, la de Víctor era un par de centímetros más larga que la de Toni. Samuel seguía con el slip puesto que debía ser bueno si era capaz de retener lo que marcaba sin romperse.
Víctor sonrió, se puso de pie en el sofá y me acercó la polla a la boca. Le recibí con ganas. Sus huevos eran bastante más gordos que los de Toni y no tenía ni un pelo.
Toni se acomodó detrás de mí, apoyando su capullo en la entrada de mi culo. Víctor me agarraba de la nuca y a diferencia de Toni que me dejaba hacer, comenzó a follarme la boca. Samuel lo veía todo sentado en el sillón, aun con el slip puesto.
Víctor no me daba respiro, lo escuchaba gemir y pensaba que se iba a correr en cualquier momento. Toni me agarro de la cintura y comenzó a empujar. Mi ano cedió y su rabo empezó a entrar en mí. La polla de Víctor no me dejaba gemir, pero lo estaba disfrutando demasiado. Cuando la tuve toda dentro de mí, Toni comenzó a bombear, lento, sintiendo cada centímetro entrar y salir.
Samuel se levantó y se acercó a nosotros.
-Tíos, ya está bien la broma, no puedo más -dijo tocándome el culo.
-Las reglas son las reglas, el que queda tercero no entra en juego hasta que alguno de los dos nos corramos -dijo Víctor, sin parar de follarme la boca.
Si no llego a tener la polla de Víctor en mi garganta, se me hubiera escapado una carcajada. Samuel, resignado, volvió al sillón y abrió otra lata de cerveza.
Toni aumento el ritmo de la follada, la sacaba entera para volver a incrustármela bien al fondo, acompañado de nalgadas cada vez más fuertes.
-Como aprietas tío, esto es una delicia -me decía Toni.
Cambiamos de postura a petición de Víctor para que fuera más cómodo comérsela. Víctor se sentó en el sofá, yo me arrodille en el suelo y Toni se puso detrás de mí. Me la metió de golpe y aun con la polla de Víctor en la boca, grité en una mezcla de placer y dolor que me encanta. Así estuve algunos minutos: comiéndosela a Víctor mientras Toni me follaba el culo.
El ritmo de la follada que Toni me estaba dando aumento, síntoma de que estaba a punto de correrse. Me daba fuerte y rápido, me apretaba las nalgas con las dos manos. Comenzó a gemir con fuerza, me agarro entonces de la cintura y me dio los últimos empellones. Paró de golpe y se dejó caer en mi espalda. Nuestros cuerpos estaban sudados y la habitación olía a sexo.
Cuando Toni salió de mí, me dejo una sensación de vacío que pronto se llenaría.
Samuel me llamó sin levantarse del sillón y Víctor me sacó la polla de la boca. Fui gateando hacía él. Joder, verlo ahí sentado, con las piernas abiertas y con todo el torso cubierto de pelo hizo que mi culo palpitara.
Me lancé directo a lamer algunas gotas de precum que se veían en el slip. Olí todo el contorno de esa polla que se intuía como la más grande de las tres. Agarré el slip por el borde y al igual que hice con Toni, lo miré pidiéndole permiso para bajárselo. Pero Samuel se inclinó, me agarro de la barbilla, me ordeno abrir la boca, echó dentro un salivazo, me dijo que no me lo tragara y entonces sí, me indico que le bajara el slip y se la comiera.
No miento si digo que es la polla más grande que he visto. Salió como un resorte golpeando su abdomen, la miré unos segundos, la agarre y contemplé las venas de ese mástil. Era más larga incluso que la de Víctor y más gorda que la de Toni. Era el pollón de los pollones. La polla superior.
Puse mis labios sobre su capullo rosado y dejé caer encima de este la saliva que me había pasado antes, para acto seguido metérmelo en la boca, saborearlo y comenzar a comérsela a placer, disfrutándola. Le acariciaba la barriga y el pecho. Me fascina el tacto de un torso peludo.
Mientras tanto, Víctor ya se había puesto un condón y se situó detrás de mí, agarró el suspensorio (o lo que quedaba de él) por el elástico y me lo quitó. Comenzó a darme mordiscos en las nalgas y se me erizó la piel.
-Creo que no va a hacer falta lubricarlo más, lo tienes pidiendo polla a gritos -me metió dos dedos de golpe, que hicieron que me fuera hacia delante y me ahogara con la polla de Samuel.
Me la saqué de la boca y tosí. Samuel me miró a la cara y me acarició la mejilla. Cuando me recompuse, volví a comérsela.
Víctor puso su capullo en mi ano, me acaricio la espalda y se inclinó acercando su boca a mi oreja.
-¿Estas preparado? Me gusta hacerlo fuerte.
No me dio tiempo de responderle, de un empujo me la clavó entera. Samuel debía saber lo que me iba a hacer, porque a la vez que Víctor me la metió, Samuel me la sacó de la boca. Grité, y esa vez, fue de dolor. Me había partido el culo.
-Relájate, ya está dentro -dijo Víctor acariciándome hombros y espalda.
Me agarré a Samuel, puse mi cara sobre su polla dura y la sentí palpitar. Mientras uno me acariciaba la espalda, el otro lo hacía con mi cabeza.
Cuando me recuperé de la estocada que me dio Víctor, levanté la cabeza y volví a comérsela a Samuel. Estaba otra vez como antes: con una polla follándome el culo y otra la boca.
Toni había vuelto hacía un rato del baño con el bóxer puesto y nos miraba desde el sofá, se le veía que empezaba a empalmarse otra vez.
Durante los minutos siguientes lo único que se escuchó fue nuestros gemidos y el chocar de los cuerpos.
Samuel comenzó a llevar él el ritmo de la mamada. Le gustaba agarrarme la cabeza para que no la moviera y ser él quien movía el cuerpo.
Víctor debía de haber dejado sus huellas en mi culo, no paraba de darme azotes, sentía el culo arder. Sus movimientos eran rápidos, fuertes y duros. Me la metía entera y empujaba para que entrara más, si hubiera sido por él, me hubiera metido hasta los huevos.
Samuel comenzó a follarme la boca a un ritmo frenético y Víctor me agarró la polla y empezó a pajearme.
No pude más, intenté aguantar, pero me fue imposible. El hecho de ver y escuchar a Samuel disfrutar de mi boca, los gemidos y el placer que Víctor me estaba dando, ya no solo por la follada si no por la paja que me estaba haciendo, hicieron que no pudiera más y me corrí. Y no se si fue por las contracciones de mi culo a causa de la corrida o por qué, pero Víctor también empezó a correrse y a Samuel pareció darle envidia, pues me llenó la cara de semen.
Dejé caer la cabeza en la ingle de Samuel, al lado de su polla húmeda. Víctor aun sin sacármela del culo cayó encima de mí. Los tres respirábamos agitadamente y Toni se levantó del sofá para ir a coger el teléfono de Víctor que seguía en la estantería, grabándolo todo.
Nos duchamos todos, me dejaron a mí el primero y cuando iba a vestirme me propusieron quedarme a dormir. Acepté.
-Entonces no te hace falta vestirte, así estas perfecto -dijo Víctor entrando al baño y dándome un beso.
Cuando nos duchamos los cuatro prepararon algo para cenar. Ellos iban en ropa interior, yo estaba totalmente desnudo. Intenté hacer algo, ayudarles a preparar la cena o a recoger el salón, había latas de cerveza en la mesa y en el suelo, pero no me dejaron.
-Descansa, que te lo has ganado -me dijo Samuel, dándome también un beso en la boca.
¿En qué momento se había dado la vuelta a la tortilla?, ¿La cosa no era que yo les atendía a ellos en lo que quisieran? A ver… no me malinterpretéis, no me desagradaba para nada, al contrario. Víctor debió ver mi cara de confusión.
-¿Qué ocurre? -me dijo sonriendo
-Eh, nada.
-Que te pensabas que te íbamos a tener como nuestro sirviente ¿o qué? -añadió Toni.
-Pues… más o menos si, por lo que hablamos pensaba que iba a ser algo así -les dije.
-¡Oye! Que si te mola eso por nosotros encantados que nos lo hagan todo -Apuntó Víctor, mirándome con una ceja levantada.
-Nosotros buscamos eso como rol sexual, dentro de un juego. Una vez que se termina el juego, pasas a ser nuestro invitado -dijo esta vez Samuel.
-Me parece genial, pásame la pasta que no puedo tener más hambre -dije de lo más natural (o todo lo natural que se puede decir algo cuando estas desnudo con tres tíos en ropa interior a tu lado después de follártelos), se miraron entre ellos y rompieron en carcajadas.
Cenamos hablando de todo un poco, riendo y… si, me iban metiendo mano a cada rato y me comían la boca.
Esa noche volvieron a follarme. Primero se la comí a los tres a la vez, si comérsela de uno en uno ya era una pasada, estar rodeado de esas tres pollas, era el paraíso. Tenía en todo momento la boca y las manos ocupadas, los iba mirando a la cara y no podía gustarme más el verle sus gestos de placer, el cual les estaba proporcionando yo.
Hubo un momento en el que me pusieron de rodillas en una silla y estuvieron un rato jugando con mi culo. Se iban turnando para metérmela de golpe. Primero me la incrustaba uno, la sacaba y otro ocupaba el lugar. Me estaban volviendo loco, y al no estar comiéndosela a ninguno podía gemir y gritar cuanto quisiera y eso parecía gustarles aún más.
Pasado un rato me cogieron y me sentaron en el sofá, indicándome que levantara las piernas. Me fascina esa postura, puedes verle la cara con lujo de detalles al que te está follando.
El primero en hacerme suyo en esa posición fue Víctor. Me la metió despacio, mirándome a los ojos. Una vez la tuve entera dentro con su pulgar me separó los labios y escupió dentro de mi boca. Comenzó a bombear. Miraba sus brazos, apoyados a ambos lados, fuertes, trabajados. Se mordía el labio con cada embestida que me daba.
-¿Te gusta? -me preguntó.
-Ssssí -dije entre gemidos.
-¿Qué es lo que te gusta?
-Esto.
-¿Qué es esto? Dilo, di lo que te gusta -aumentó el ritmo de las embestidas y me dio una hostia.
-¡Que me folles! ¡Que me folléis los tres! eso me gusta -dije retorciéndome de placer.
Samuel y Toni estaban al lado, mirándolo todo y pajeándose. Alargué la mano y se la agarré a Samuel que era el que me pillaba más cerca, no tuve que hacer mucho esfuerzo, supo que es lo que quería y se subió al sofá, ofreciéndome su polla. Se puso a horcajadas sobre mi pecho y comencé a comérsela.
No recuerdo cuanto rato estuvimos así, pero si recuerdo que no quería que terminara. Estaba disfrutando como nunca lo había hecho.
Víctor se corrió entre espasmos, me la sacó, se quitó el condón y se perdió en el baño. Samuel fue a ocupar su lugar. Ya había sentido su polla dentro de mi cuando jugaron conmigo en la silla y sentía que me partía cada vez que me la metía él.
Apoyó su capullo en la entrada de mi culo y se inclinó a besarme. Nos besamos durante unos segundos, los suficientes para que Samuel notara que me había relajado y dejara ir la totalidad de su polla dentro de mí. Grité, pero fue un grito ahogado dentro de su boca. Siguió besándome, sin moverse ni un centímetro, dejando que mi culo se adaptara a semejante trabuco.
Me sorprendí moviéndome yo al cabo de unos segundos. Quería que me follara, quería darle placer, sentir cómo me abría.
Samuel se separó unos centímetros de mi boca y sonrió. Comenzó a moverse despacio. Me agarró con las dos manos la cara y me miraba a los ojos. Sentía su respiración en mi rostro y su polla entrando y saliendo de mí. Si seguía así, me iba a correr sin tocarme. Podría decir que eso más que follarme parecía que me estuviera haciendo el amor. Era cariñoso, pero fuerte. Delicado, pero llevando el mando. Nos íbamos a besar otra vez cuando Toni entró en escena.
-Échate para atrás que quiero que me la coma -dijo Toni, poniéndose en la misma posición que se puso antes Samuel.
Y ahí estaba otra vez, por no sé cuántas veces esa noche, con dos pollas dentro de mí.
Se la comía a Toni con más ganas, con más ansia, quería que se corriera rápido, no porque no disfrutara teniéndola en la boca, sino porque quería centrar todos mis sentidos en disfrutar de Samuel. Funcionó y, en unos minutos, tuve la cara manchada de semen.
-Joder chaval, la mejor mamada que me han hecho en la vida -dijo Toni sacudiéndose las ultimas gotas en mi cara.
Víctor, que había vuelto al salón, no sé cuándo porque no me di ni cuenta, le dio a Samuel una caja de pañuelos y este me limpió la cara.
Volvimos a la misma posición en la que estábamos antes de que se uniera Toni. Samuel volvió a comerme la boca, instantes después de tener la polla de su colega follándomela. Eso me enloqueció e hizo que me moviera junto a él. Nos acoplábamos a la perfección, parecía que habíamos hecho eso cientos de veces. Le agarré del culo, duro y al igual que su cuerpo, cubierto de pelo. Lo atraía más hacia mí. Quería fundirme con él.
Comenzó un bombeo constante, sin perder el ritmo. Me estaba haciendo enloquecer y sin tocarme, tan solo sintiéndolo dentro mí, me corrí, manchando mi cuerpo y el suyo. Él hundió la cabeza en mi cuello y se corrió conmigo. Nos quedamos sin movernos durante al menos un minuto. Samuel se había dejado caer encima de mí y sentía como poco a poco iba recuperando el ritmo normal de la respiración.
Cuando su polla salió sola de mi culo, Samuel levantó la cabeza y me miró a los ojos.
-Ha sido una pasada -me acarició la cara, me besó y se levantó para ir al baño.