La nueva vida de Xenia (parte 7)

Un encuentro inesperado para la diosa rubia

La nueva vida de Xenia (parte 7)

Eso había pensado, una vez y no más, y ese fue su firme propósito pero Ramón no entendió la palabra no y la noche siguiente la violó, aunque la palabra violación no se ajustaba a la realidad porque, si bien Xenia se resistió en un principio, terminó pidiendo más como la noche anterior y a partir de ese momento Ramón dispuso de ella como y cuando quiso. Durante las siguientes semanas Xenia fue perforada por la enorme polla de su jefe, en todas las posiciones imaginables, por todos sus agujeros, Ramón dilataba su culo cada noche, cubría su bello rostro de leche que la rubia tragaba con agrado. En ocasiones la penetraba incluso cuando estaba trabajando, la metía con disimulo en la pequeña cocina y se la follaba a escasos metros de los clientes habituales. Ramón abusaba de Xenia y la humillaba continuamente escupiéndola o metiéndola variados objetos en sus orificios, pero la nena, fruto de su excitación no era capaz de negarse a nada e incluso había desarrollado hacia su jefe una especie de posesividad. No es que se considerase su novia ni nada parecido pero se molestaba cuando sospechaba que había estado con alguna puta o llegaba demasiado borracho para complacerla. Por eso se esforzaba en satisfacerle siempre y mantenerlo contento. Además no podía negar que Ramón sabía follar con aquella gran polla, la hacía alcanzar extraordinarios orgasmos cada noche y además le había subido el sueldo por lo cual se podía decir que su vida marchaba razonablemente bien.

Un viernes por la noche, mientras la nena hablaba con los parroquianos habituales del Drago’s mientras esperaba que llegase la hora del cierre y con ella su encuentro con Ramón, sucedió algo fuera de lo habitual. Un grupo de mujeres irrumpió en el bar. Xenia no tardó en darse cuenta de que se trataba de una despedida de soltera. Eran 7, estaban todas medio borrachas y vestían un disfraz estilo catwoman con ajustados vestidos de cuero negro y una máscara que ocultaba parcialmente su rostro además de la consiguiente polla de plástico colgando de su culo a modo de rabo. Pronto empezaron a correr las rondas de copas y tequilas y las peticiones musicales que Xenia atendía con agrado y de vez en cuando se tomaba un chupito con las chicas. Aquello no sucedía nunca en el Drago’s así que la rubia disfrutaba del ambiente festivo y de vez en cuando invitaba a una ronda a aquellas locas que bailaban y se restregaban unas contra otras. Apenas eran las 12 y aquellas mujeres estaban desfasadas. Rondaban todas ellas los treinta y muchos y sus cuerpos embutidos en cuero no salían muy favorecidos, con lorzas sobresaliendo en sus abdómenes y traseros. Todas salvo una, entre aquellas mujeres destacaba una hembra espectacular, alta, esbelta y con unas curvas que difícilmente podía contener aquel ceñido vestido. Xenia notaba que aquella chica no le quitaba ojo, la sorprendió mirándola varias veces y se sintió incómoda, pero había algo en ella que atraía a la rubia. Después de varias rondas se acercó a la barra sustituyendo a una simpática gordita que hasta ese momento se había ocupado de pedir las consumiciones y la música. Al ritmo de Ricky Martin se acercó hasta Xenia que pudo observar una larga cabellera negra cayendo por debajo de la máscara. Pidió 7 tequilas y se sentó en la barra. La rubia se quedó asombrada con la espectacular delantera que tenía ante si. El vestido de cuero llevaba una cremallera en el frente que la chica tenía bastante abierta, mostrando la abundancia carnosa de sus tetas. Xenia, ligeramente nerviosa, comenzó a hablar mientras servía los chupitos.

-          Bueno, veo que estáis quemando la noche.

-          Si, mira que pintas me han hecho ponerme estas locas – dijo la espectacular mujer mirándose hacia abajo

-          Jajaja, si, pero a ti te queda muy bien, que tienes cuerpo para lucirlo – se animó la rubia.

-          Gracias por el cumplido, a ti tampoco te quedaría nada mal.

-          Ufff, yo estoy muy descuidada – dijo Xenia con modestia

-          De eso nada, tienes un cuerpazo.

-          Que va, es la ropa que ayuda mucho – añadió la nena mientras terminaba de servir el último tequila.

-          Pues a mi me parece que estás muy bien.

-          Gracias – dijo la nena medio sonrojada

Por alguna razón Xenia se había puesto nerviosa hablando con aquella chica.

-          Bueno, y dime, ¿Qué hace una chica tan guapa como tú trabajando en un antro como este?

-          De momento, hasta que salga algo mejor, con esto me da para pagar el alquiler.

-          Vaya, espero que pronto encuentres algo más decente. Y de hombres ¿cómo está este barrio?

-          Ufff, poca cosa, tenéis que iros para el centro si queréis encontrar algo – dijo Xenia nerviosa mientras ponía el último chupito.

-          Seguro que tú tienes algo para compartir por aquí – dijo la chica enmascarada sonriendo pícaramente.

La rubia se quedó estupefacta ante aquella insinuación. Se dio cuenta que la chica estaba medio borracha.

-          Nada, nada, no tengo suerte con los hombres – dijo la nena azorada

-          Pues habrá que probar con las mujeres ¿no?

-          ¿Cómo? no, no, a mi no me van esas cosas.

-          A todas nos va un poco el rollo chica-chica, solo hay que encontrar el ambiente y la persona adecuada, ¿no crees?

-          No, no creo, a mi me gustan los hombres – preguntó Xenia intrigada

-          A mi también pero una vez tuve un encuentro con una preciosidad de mujer y un chico y ufffff, fue genial. No me digas que tú nunca…

-          No, yo no – mintió

La nena se bebió un chupito incomoda mientras la espectacular chica se retiraba para entregarle las bebidas a sus compañeras de fiesta. No podía negar que sentía cierta curiosidad por volver a experimentar con una mujer después de lo bien que había ido la primera vez y aquella diosa que se contoneaba exhibiendo todas sus curvas le había hecho algo parecido a una proposición, o al menos así lo había entendido ella pero su vida estaba más o menos bien ahora y no quería estropearlo.

Una vez repartidas los chupitos volvió a por el suyo y cogiéndolo se subió a la barra y le pidió a Xenia que subiera con ella.

-          Vamos, guapa, sube a bailar conmigo.

-          No, no, por dios – se negó la rubia.

Aquella chica bailaba desbocada ofreciendo un grandioso espectáculo a los pocos clientes que estaban en el bar y que la miraban atónitos, sin ningún tipo de inhibición, escondida tras una máscara y flexionando su espectacular cuerpo. En ese momento en la lista de reproducción comenzó a sonar regeton y la ninfa de pelo negro se agachó agarrando a Xenia de la mano e instándola a subir. La rubia se negaba pero las demás chicas comenzaron a animarla y al final optó por acceder. Las dos, encima de la barra, se empezaron a contonear muy pegadas flexionando sus piernas y rozándose continuamente. Xenia fue dejando la vergüenza a un lado y comenzó a bailar de la forma más sexy que podía junto a aquella amazona que la rozaba continuamente con sus manos. En un momento dado la chica se inclinó rítmicamente hacia delante dejando su tremendo culo expuesto a Xenia que le dio un leve azote, lo cual fue correspondido por gritos de las demás integrantes de la despedida que enloquecían ante aquel espectáculo. Su amiga estaba fuera de si y se colocó justo detrás de la rubia comenzando a sobar sensualmente todo su cuerpo hasta detener sus manos sobre los pechos de la nena que empezaba a estar incómoda con todo aquello. Al mismo tiempo pasó su cabeza por detrás de la Xenia y le susurró unas palabras mientras seguían frotándose.

-          ¿No me digas que no te apetece?

-          Te he dicho que no.

-          ¿Seguro?

Xenia no podía negarse a si misma que la idea de restregarse con aquella ninfa le despertaba curiosidad pero no era el momento. La canción por fin acabó y la rubia se dispuso a bajar de la barra pero su compañera de baile tenía una última sorpresa preparada. La agarró y la atrajo contra su cuerpo para sin mediar palabra plantarle un apasionado beso en la boca. Le metió toda la lengua sin recato y la rubia, estupefacta, se dejó hacer ante los vítores de las locas que miraban y sacaban fotos con sus teléfonos. Laura se dio cuenta y bajó enfadadísima tras lo cual comenzó a discutir con sus amigas y Xenia aprovechó para volver a su puesto de trabajo tras la barra mientras los 4 ó 5 habituales le dedicaban piropos subidos de tono. La fiesta se había sofocado por la discusión y su compañera de baile se acercó a la barra indignada.

-          Malditas imbéciles, les dije que nada de fotos.

-          Bueno, que las borren y arreglado ¿no? – dijo Xenia

-          Pero si aquella zorra ya ha subido al facebook unas cuantas

-          Joder, a quien se le ocurre

En ese momento la gordita se dirigió a ellas mientras las demás salían del local.

-          Nosotras nos vamos, haz lo que quieras

-          Os podéis ir a tomar por culo

-          Joder, no te pongas así, que ya las ha borrado

-          Que os vayáis, ya os buscaré luego si tengo ganas.

-          Paga tú y luego arreglamos cuentas

La gordita salió del bar y las dos nenas se quedaron frente a frente en la barra. Xenia no sabía que decir y fue la otra chica quien tomó la iniciativa.

-          Bueno, ponme una copita y vamos a seguir hablando

Xenia se puso manos a la obra y se sirvió otra para ella. Siguieron hablando con continuas insinuaciones por parte de la otra chica.

-          Bueno, y ¿no me vas a decir como te llamas? – dijo la chica enmascarada

-          Te lo digo cuando me enseñes la cara, que aún no te la he visto.

-          Si quieres te enseño mi mejor cara, jajaja

Diciendo esto la chica comenzó a bajarse la cremallera del vestido que tenía en la parte delantera enseñando aún más del generoso escote que ya marcaba. Xenia no pudo evitar bajar la mirada y asombrarse ante la increíble voluminosidad de aquellos pechos e incluso desear palparlos, acariciarlos y comprobar si eran naturales o fruto de la cirugía, aunque tenía la sensación de que eran verdaderos.

-          ¿Te gusta lo que ves?

-          Hay que reconocer que tienes un cuerpo increíble, pero ya te he dicho que no me van las mujeres y me llamo Xenia.

-          Tú también tienes un cuerpo muy bonito. Yo me llamo Laura – mientras decía esto se fue retirando la máscara y ante Xenia apareció un rostro familiar. Aquella mujer con la que había compartido a Fredy tiempo atrás volvía a aparecer en su vida en el lugar más insospechado.

-          Pero tú, ¿qué haces aquí? ¿cómo sabías que yo…?

-          No sabía nada, para mi ha sido una sorpresa cuando he entrado y te he visto aquí, me han dado ganas de salir corriendo pero luego me he acordado de lo bien que lo pasamos con aquel negro y he decidido quedarme.

-          Joder, esto es muy fuerte.

-          Llevo toda la noche mirándote y pensando en aquel día, no sabes las veces que me he masturbado pensando en ti.

Xenia no dijo nada, ella también se había masturbado muchas veces pensando en aquel día pero aquel comentario fue demasiado directo. Tomó un trago de su copa y se fue a cobrar a los últimos clientes que aún quedaban en el Drago’s mientras aclaraba sus ideas. Los despachó y volvió con su antigua amante sin saber bien que le iba a decir. Estaba igual que la última vez salvo por el pelo que ahora llevaba teñido de negro azabache, lo cual le sentaba aún mejor.

-          Bueno, solo quedamos tú y yo – dijo Laura mientras hundía sus dedos entre los rubios tirabuzones de Xenia.

-          No te confundas, Laura, lo que pasó aquella vez estuvo muy bien pero no volverá a suceder – dijo Xenia retirándose ante la muestra de excesiva familiaridad de Laura

-          No te cierres a algo que podemos disfrutar las dos

-          Lo siento pero ya te he dicho que eso no me va y además antes te he mentido, tengo pareja aquí.

-          Mejor, podemos compartirlo.

-          Ni lo sueñes. En serio, Laura, me siento muy halagada pero no.

Justo en ese momento se abrió la puerta del bar y las dos chicas, instintivamente, se separaron y miraron hacia la puerta. Xenia hizo como que recogía las copas mientras Ramón entraba en su local y trancaba la puerta sin tan siquiera darse cuenta de que había alguien más dentro.

-          Pero bueno, ¿Quién es esta gatita?

-          Es Laura, una amiga mía que andaba de despedida de soltera y casualmente ha venido a dar al Drago’s. Este es Ramón, mi jefe.

-          Hola, Ramón.

-          Encantado, preciosa. A esta copa estás invitada y a las que quieras tomar a partir de ahora.

-          Menudo jefe más generoso que tienes, Xenia.

-          Bueno, soy su jefe y algo más, verdad, rubia.

-          Así que este es de quien me estabas hablando.

-          Ehhh, si, bueno, es él – asintió la nena azorada ante lo que estaría pensando Laura.

Xenia sentía cierta vergüenza porque Ramón no era el tipo de hombre que se esperaría nadie como su novio. Aunque de joven debía haber sido guapo ahora estaba totalmente demacrado, con una gran barriga, una melena completamente cana y barba de varios días también blanca, aparentaba más años de los que realmente tenía.

-          Termina de recoger mientras tu amiguita y yo nos tomamos una copa – dijo el gordo propietario del Drago’s que estaba medio borracho, como siempre, y comenzó a servir dos copas cargando en exceso la de Laura.

Xenia se apuró en recoger todo y oía como Laura se reía con los comentarios de Ramón que podía ser muy simpático cuando quería.

-          ¿Y a donde vas a ir a estas horas? Es mejor que te quedes aquí conmigo, tomando unas copas y luego ya verás como lo pasamos bien.

-          No se, no se, no quiero molestaros, seguro que tenéis ganas de estar solos – dijo Laura con picardía, sabiendo el tipo de sujeto que era Ramón

-          Por eso no te preocupes, Xenia y yo tenemos una relación abierta

Xenia se sobresaltó al oír aquello y notó como la mirada de Laura se desvío hacia ella.

-          Cállate Ramón, por favor – le espetó Xenia

-          Pero si es verdad, jajaja, además yo tengo amor aquí abajo para las dos, cuéntale a tu amiga.

-          Eso Xenia, cuéntame – dijo Laura poniéndola en un apuro

Xenia no hizo caso del comentario, terminó de recoger las copas y se metió en la cocina para limpiar allí. No sabía que iba a hacer. Las cosas se habían puesto raras y no sabía como iban a acabar. Solo deseaba deshacerse de aquella chica y que las cosas volviesen a la normalidad. Cuando salió de la cocina la situación se había puesto más extraña aún. Ramón tenía una mano en el muslo de Laura que bebía sensualmente su copa con una pajita y jugueteaba con su mano libre subiendo y bajando la cremallera de su vestido ante la cara de depravado de Ramón.

-          Voy al baño – dijo entonces Laura dejando a Ramón con las ganas de ir más lejos.

-          Muy bien bombón, pero no tardes, que quiero ver hasta donde baja esa cremallera.

Laura se fue sonriendo, intentando mantener la línea recta pero le resultaba complicado.

-          Rubia, esta noche me voy a follar a tu amiga

-          No, Ramón, ella se tiene que ir y además está muy borracha.

-          No me jodas, puta. Me voy a comer a esa zorra y tú me vas a ayudar.

-          Te digo que no….

-          Cállate o te vas a la puta calle. Esa perra está pidiendo polla y se la voy a dar así que más te vale que pongas de tu parte.

-          Por favor, Ramón, déjala en paz y te prometo que yo esta noche te…

-          Que te calles – la cortó el gordo – ya estoy aburrido de follarte, eres demasiado fácil, pero esta zorrita seguro que está poco usada y estrechita.

Xenia se sintió herida. Ramón solía ser brusco pero nunca la había tratado tan mal, al menos no verbalmente, ni la había despreciado de aquella forma. En ese momento Laura salió del baño. Traía la cremallera prácticamente bajada del todo y era un espectáculo ver como sus pechos bailaban al son de sus pasos ya que no llevaba sujetador. Ramón se levantó y fue quien tomó la iniciativa.

-          Mira, guapa, voy a ser directo, ¿por qué no nos dejamos ya de juegos y nos divertimos de verdad los tres?

-          Muy bien, yo también voy a ser directa. Yo quiero montármelo con Xenia y tú no me gustas, eres viejo y feo.

-          Serás zorra – gritó Ramón – Xenia es mía, solo folla conmigo y cuando yo la mando, así que si quieres algo con ella será con mi permiso.

-          Ya vale Ramón, no sigas – dijo Xenia herida en su orgullo

-          Tú cállate, puta.

La situación se había terminado de poner extraña. Xenia se sentía humillada por las palabras de Ramón y celosa de aquella chica que había estropeado su aparente calma pero no sabía que hacer, Ramón era muy impulsivo y en un arrebato de ira podría hasta echarla del trabajo así que permaneció callada.

-          Bueno, gatita, creo que podemos llegar a un arreglo los tres ¿no?

-          ¿Qué propones? – dijo Laura intrigada

-          Mira, yo voy a empezar a follarme a la rubia ahora y si tienes ganas te puedes unir.

-          Me parece bien – dijo la morena con un gesto pícaro en la cara.

-          No, Ramón, por favor – gimoteó Xenia.

-          Tú cállate y empieza a hacer lo que haces todas las noches para que tu amiguita vea lo que es un macho.

-          Perro ladrador, poco mordedor – le provocó Laura

-          Acuérdate de esas palabras, zorra. Y tú, aquí de rodillas. – gritó Ramón

Xenia dudó unos instantes, Ramón era un hombre autoritario que cuando se proponía algo no dudaba en hacer lo que fuese necesario para conseguirlo, lo conocía bastante bien y sería capaz de echarla si no obedecía. Laura por su parte parecía intrigada, se sentó en la silla y cogió su copa de nuevo expectante ante lo que estaba a punto de suceder. Ramón estaba encendido y se acercó a la rubia, la agarró del pelo y la obligó a arrodillarse frente a él, a un metro de Laura. La nena se vio, como cada noche, frente a la entrepierna de su jefe, pero esta vez estaba siendo humillada delante de aquella chica. Dudó unos segundos hasta que oyó de nuevo la voz de Ramón.

-          Vamos, puta, chúpamela.

-          Ramón, no me hagas esto, por favor.

-          Si vas a terminar pidiendo más, como todas las noches.

La paciencia de Ramón se agotó y desabrochó su pantalón dejando al aire su descomunal miembro semierecto, a escasos centímetros de la cara de Xenia que no sabía que hacer. El gordo miró a Laura y le dedicó unas palabras ante su cara de asombro.

-          Ya no te parezco tan feo ¿eh?

Laura intentó disimular su impresión dando un sorbo a su copa pero su cara la delataba.

-          Empieza a chupar, guarra.

-          Ramón, no, por favor, así no – gimoteó la nena

-          Que empieces, zorra!!!!! – vociferó el gordo.

La rubia no tuvo más remedio que comenzar a lamer aquella sucio polla que apestaba a no quería saber que. Comenzó metiéndose el enorme glande en la boca y notando un horrible sabor al que ya estaba acostumbrada. A cada chupada iba un poco más lejos y la polla de Ramón ya estaba completamente erecta cuando este posó ambas manos en su cabeza y comenzó a dar estocadas con su cintura haciendo sufrir a la nena que notaba como su garganta se iba dilatando para alojar aquel monstruo y las babas empezaban a salirle por las comisuras de los labios. Después de unas cuantas embestidas Ramón logró colar toda su polla en la garganta de la nena y la dejó allí unos segundos, haciéndola sufrir, con su nariz pegada a la gran mata de pelo púbico.

-          Mira, mira como traga tu amiguita, le encanta meterse mi polla en la garganta.

-          Es increíble como puede tragarse todo eso – dijo Laura perpleja

-          Tranquila, guarra, luego te la tragarás tu también

-          Pero suéltala, que la vas a ahogar.

Xenia estaba medio asfixiada cuando Ramón la liberó. Ya se había acostumbrado a encajarse aquel trabuco en su garganta pero nunca lo había tenido tanto tiempo allí metido.

-          Vamos, desnúdate, puta, que tu amiga quiere ver ese cuerpazo que tienes.

-          Ya vale Ramón, por favor – suplicó la nena

-          Que te desnudes o te echo ahora mismo.

Xenia obedeció y fue quitándose la blusa primero y después el sujetador con la cabeza agachada. Se sentía humillada e incómoda. Laura no le quitaba el ojo de encima y Ramón estaba disfrutando como un enano con la situación.

-          Mira que tetas tiene, no son como las tuyas pero no están nada mal – dijo Ramón mientras agarraba un pecho de la nena que tenía los pezones duros como el hielo.

-          Uffff, está buenísima – dijo Laura ante la sorpresa de Xenia.

-          Y verás como la pongo ahora.

Ramón dio la vuelta a Xenia y la hizo recostarse sobre una vieja y enorme mesa de madera dejando su culo expuesto. Le subió la falda, le retiró el tanga y comenzó a darle azotes con sus enormes manos y a sobar su sexo que a pesar de las vejaciones estaba ligeramente mojado.

-          Mira, mira como se moja esta zorra – decía Ramón que solo pretendía excitar a Laura.

La pechugona no respondía, pero su cara de vicio la delataba.

-          Vamos, ven a jugar con nosotros, puedes hacer lo que quieras con esta muñeca, no le dice que no a nada.

Laura seguía sin hablar pero se notaba que deseaba unirse a aquel perverso juego. Xenia seguía quejándose pero cada vez con menos convicción.

-          Ramón, para ya, no me hagas esto.

-          Si lo estás disfrutando, putita.

-          No….

Ramón no perdió más el tiempo y apuntó su dura estaca al orificio anal de la nena, lo cual era algo habitual, las últimas semanas solo disfrutaba follándola el culo.

-          Mira como le doy por el culo a tu amiga.

-          La vas a reventar con ese pollón.

-          Esta puta ya tiene el agujero hecho a mi rabo, pero no te quedes ahí, ven aquí y mira de cerca como la rompo el culo.

Para sorpresa de Xenia, Laura se levantó y se acercó a la mesa para observa en primer plano como Ramón encajaba su tremenda polla en el culo de la rubia y de un brutal empujón se lo metía casi hasta el fondo. La nena gritó ante aquella invasión y siguió con sus alaridos durante las primeras embestidas de su jefe. Estaba tratando de acostumbrarse a aquello cuando vio que la diosa embutida en cuero se ponía frete a ella, se agachaba y comenzaba a besarla, de forma apasionada, metiendo su lengua hasta el fondo de su boca y jugueteando con ella. Xenia solo estaba concentrada en aplacar las embestidas de su jefe y no le prestaba atención a lo que hacía Laura así que la dejó hacer.

-          Ahhh, si, claro que si, vamos a darnos amor los tres – bramó Ramón.

Xenia estaba confusa, las emociones y sensaciones se agolpaban ante ella, con Ramón a su espalda destrozándola el culo y aquella amazona de su pasado besándola con intensidad pero no estaba disfrutando, no le gustaba aquella situación y solo deseaba que se terminase cuanto antes. En esas estaba cuando Laura dejó de besarla y se bajó la cremallera de su vestido hasta la cintura para después retirarlo y mostrar el esplendoroso par de tetas con el que llevaba provocando toda la noche. Ramón cesó en sus embestidas y Xenia miró fijamente aquel par de perfectas bolas de carne que se mantenían erguidas a pesar de su descomunal tamaño coronadas por unos preciosos pezones marrones.

-          Ohhhh, son las mejores tetas que he visto en mi vida – dijo Ramón

-          ¿En serio?, ¿te gustan mis tetitas? – dijo la chica agarrándose con coquetería sus enormes pechos.

-          Si, y te aseguro que he visto muchas – bramó el gordo mientras volvía a tomar ritmo en sus estocadas a la pobre nena

-          ¿Y a ti te gustan? – le preguntó a Xenia que encajaba como podía los pollazos de su jefe

-          Ahhhh, ahhh, ahhhh, ahhhhh.

-          Pues cómelos

Y diciendo esto la morena se acercó a Xenia y le puso sus pechos en la cara para que la rubia los mamase lo cual la nena empezó a hacer con tímidas lametadas, más por instinto que por ganas, sofocando así sus gemidos. Ramón, completamente excitado aceleró y a cada golpe de cadera parecía que iba a sacar volando a la delicada rubia por encima de la mesa que con ambas manos trataba de abrirse el culo cuanto podía para hacer menos dolorosa la penetración pero ni así lo conseguia. Laura por su parte acariciaba los preciosos tirabuzones de la nena que tenía la cara perdida en su mar de carne mientras disfrutaba de las lametadas en sus pechos en estado de excitación. Cuando estuvo saciada la pechugona se retiró y se bajó la cremallera que su traje de cuero llevaba en la parte de abajo tumbándose en la mesa bocarriba con las piernas abiertas y mostrando un coño perfectamente depilado. Xenia estaba sufriendo por las embestidas de Ramón ya que normalmente utilizaba lubricante, lo cual hacía la penetración mucho más fácil y placentera y bastante tenía con aguantar aquello como para además tener que complacer las zonas íntimas de aquella mujer.

-          Vamos, Xenia, cómeme el coño como tú sabes – dijo sensualmente Laura

-          Ahhh, no, no, Ramón, me haces mucho daño. Échate lubricante, por favor.

-          Cállate, zorra, y come coño.

-          No, no, para, me duele, me duele, me duele mucho.

Xenia estaba sufriendo de verdad, la polla de Ramón la estaba destrozando en cada embestida y entonces notó las manos de la chica otra vez entre su pelo tirando hacia abajo. A la nena no la quedó más remedio que obedecer y pronto su boca se hundió en la entrepierna de Laura que estaba completamente mojada. Intentó darle unos lengüetazos pero el sabor la repugnó, mezcla de orines, sudor y flujos vaginales y retiró la cara.

-          Venga, Xenia, cómemelo, no te resistas que se que te gusta – dijo Laura

-          Ahhhhh, no, no, lávatelo un poco, ahhhh, Ramón, para, para, me vas a romper.

-          ¿Cómo? – dijo Laura ofendida – ¿me estás llamando guarra?

-          Noooo, noooo, ahhh, Ramón, no más, no más, por favor.

La morena volvió a arrastrar la cara de Xenia contra su coño pero la nena sintió una arcada ante el hedor que desprendía y de nuevo la rechazó, esta vez empujándola con sus manos de forma violenta. No sabía que era, ella se había comido muchas pollas sucias y desagradables pero esto era diferente. Ramón, ante la situación, cesó en sus golpes de cadera sacando su enorme trabuco del culo de la nena que sintió un enorme alivio.

-          Pero ¿Qué te pasa? – preguntó Laura enfada.

-          Tienes el coño muy sucio y no soy lesbiana, joder, es que apesta – replicó Xenia enfadada y maltrecha mientras recuperaba el aliento

-          Maldita puta, tú a mi no me llamas guarra.

-          Déjame en paz y lárgate – contestó la rubia contrariada.

Laura se levantó de la mesa visiblemente ofendida por el comentario de Xenia, que creía que la chica se vestiría y se marcharía pero Laura tenía otros planes. Se sentía despreciada por la negativa de la rubia y por sus comentarios y se acercó a Ramón que ya se había despojado de su camisa mostrando su enorme barriga llena de pelos blancos. Se puso a su lado y comenzó a sobarlo y a restregar sus pechos contra él y sensualmente le habló.

-          Esta zorra me ha despreciado y me ha llamado sucia.

-          Jajaja, pelea de gatas – rió Ramón divertido

-          Quiero que la destroces y luego ya nos divertiremos tú y yo – dijo Laura de forma sensual mientras agarraba el enorme falo de Ramón y comenzaba a masturbarlo lentamente – Ohhhh, menudo rabo

-          Dime que quieres que le haga a esta perrita.

-          Quiero que la hagas sufrir hasta que llore y me pida de rodillas que la deje comerme el coño.

-          Eso esta hecho.

Xenia se había levantado y no daba crédito a lo que oía ni entendía como había llegado a aquella situación cuando la noche había comenzado tan bien. El culo le ardía, la brutalidad de las embestidas de Ramón unido a la falta de lubricación habían dejado su delicado orificio anal muy maltrecho.

-          No hagas caso a esa cerda, Ramón, por una noche con ella vas a estropear lo que tenemos tú y yo – suplicó la nena.

-          Tú eres mía, zorrita, a ver si lo entiendes de una vez.

-          No, Ramón, échala del bar ahora mismo o no me vuelves a ver por aquí.

-          Jajaja, tengo docenas de putas como tú haciendo cola para trabajar aquí así que no me vengas con amenazas.

-          Por favor Ramón, siempre te he complacido, no me desprecies por esta sucia zorra – dijo la nena acercándose al gordo.

-          Ohhhh, esto es un puto sueño, dos zorras peleándose por mi. Sabes lo que pasa, Xeni, que a ti ya te he follado mil veces y de todas las formas posibles, pero a esta tetuda todavía no se la he metido y me ha puesto muy cachondo esta noche. Así que prepárate para sufrir.

-          No, por favor, Ramón – gimoteó la rubia.

La situación era increíblemente morbosa para el gordo Ramón que no terminaba de creerse que aquellas dos increíbles hembras estuviesen peleándose por él. Tenía a Xenia completamente desnuda suplicándole pero en esos momentos solo quería follarse a aquella otra mujer de inmensos pechos que tenía junto él acariciándole la polla así que accedió a sus deseos.

-          Vamos, Ramón, todo esto va a ser tuyo pero antes quiero que le destroces el culo a esa zorra – dijo Laura sobándose sus inmensos pechos con una mano mientras con la otra seguía masturbando a Ramón.

-          Como tú mandes – dijo el gordo agarrando a Xenia y tumbándola esta vez boca arriba en la mesa de madera.

-          No, Ramón, por favor – dijo Xenia, aterrada por el escozor que aún sentía en el ano.

Pero Ramón no hizo caso y se dejó guiar por Laura que con la terrible estaca en la mano la dirigió de nuevo al culo de la nena que permanecía rojo y ligeramente dilatado.

Continuará.