La nueva vida de Xenia (parte 6)
Xenia cae en las manos de su asqueroso jefe
Xenia no daba crédito a lo que aquel sucio sujeto le proponía. No podía creérselo, la espiral de sexo y depravación en la que se había metido continuaba pero ahora se ponía peligroso. Las cosas eran muy serias y no podía arriesgarse a que la acusasen de aquello.
- Bueno, vete empezando que tengo ganas de irme a casa – la espetó el asqueroso doctor.
- No, por favor, no me haga esto – lloriqueaba la nena intentando que se compadeciese de ella.
- Vamos, no te hagas la remilgada ahora, que tengo muy poca paciencia y me importa una mierda lo que te pase, zorrita.
- Por favor…
- Arrodíllate aquí y empieza a chuparme la polla, maldita furcia – vociferó el doctor.
Xenia, asustada, se acercó y se puso de rodillas frente al tipo dispuesta a obedecer sus órdenes, estaba resignada cuando de repente se oyó a través de la megafonía del hospital un mensaje.
- Doctor Bermúdez, acuda a urgencias, doctor Bermúdez.
- Puta mierda. Justo ahora, joder -dijo el doctor malhumorado
- Largo de aquí, puta – vociferó el tipejo mientras le señalaba la salida – Hoy te has salvado pero tú y yo no hemos acabado.
La rubia, aliviada, se acomodó como pudo la ropa y el pelo y salió del box como alma que lleva el diablo. Una vez fuera del hospital emprendió el camino a casa sin acordarse de don Marcos, en esos momentos su cabeza no estaba para nada ni para nadie. Necesitaba llegar a casa pero antes tenía que parar por el Drago´s, con las prisas se había dejado el bolso y el teléfono en el bar. Se encontraba en estado de shock, pensaba en lo sucedido aquella noche, por conceder un pequeño deseo a un desgraciado se había metido en un buen lío y por poco no había acabado en las manos de aquel asqueroso doctor. Entre cavilaciones llegó al bar y lo encontró abierto a pesar de que eran las 5 de la mañana. Entró y se encontró a Ramón sentado en una mesa con una botella de ginebra y un vaso en la mano.
- Pero mira quien aparece por aquí, mi camarera estrella.
- No estoy para bromas, Ramón, solo vengo a por el bolso.
- Así que casi se nos muere aquí el viejo.
- ¿Cómo lo sabes?
- Me lo han dicho las vecinas, esas brujas de arriba no pierden detalle.
- Si, le ha dado un infarto, vengo del hospital, no se si saldrá de esta.
- Bueno, nadie le echará de menos. Pero lo que me ha resultado raro es encontrar un sujetador aquí tirado, junto a restos de lo que parece semen y un poco más allá el envoltorio de una pastilla de viagra.
- Ehhhh – Xenia se quedó completamente en blanco, no sabía que decir.
- Y además fíjate, parece que es de tu talla, bien grande para esos melones – decía Ramón mientras jugaba con el sujetador
- Mira, no te tengo que dar explicaciones, Ramón.
- ¿Te has follado al viejo?
- No, no, ha sido…. Bueno, que no es asunto tuyo.
- Mira, rubia, lo que sucede en mi bar es asunto mío. Te tengo aquí pagándote un buen sueldo y no me haces ni puto caso, vale, lo acepto, pero que te folles a un viejo alcohólico me toca el orgullo.
- No lo entiendes, Ramón, no es lo que piensas.
- Claro que es lo que pienso. Te ha pagado igual que te pagó el otro hijo de puta para ir a su fiestecita. Yo también te pago y te ríes en mi cara. Pero eso se termina ahora.
- Ramón, estás borracho y no sabes lo que dices.
- Se perfectamente lo que digo, tú y yo vamos a arreglar un asunto que tenemos pendiente ahora mismo o si no no te molestes en venir mañana – dijo el propietario del bar mientras se levantaba con dificultades de la silla.
- No, Ramón, eso no va a pasar.
- Claro que va a pasar, puta barata. Te aseguro que va a pasar o mañana te vas a la calle.
- No tienes quien te lleve el bar, me necesitas.
- Jajajaja, esa si que es buena, tengo cientos de putas dispuestas a currar aquí en cuanto las llame. Y además esas me chupan la polla gratis.
- Ramón, por favor, no sigas con esto.
Xenia estaba asustada. Su jefe siempre se la insinuaba pero nunca lo había hecho de forma tan directa y en tono amenazante como ahora. Entre tanto Ramón se había acercado a la nena que permanecía inmóvil en la barra.
- No se porque te resistes tanto si vas a acabar pidiéndome más. No sabes lo que te estás perdiendo. A lo mejor no soy tu tipo pero se hacer berrear a una golfa como tú.
- Déjalo Ramón, es muy tarde, estás borracho y….
La nena se quedó paralizada cuando Ramón frente a ella y sin mediar palabra se bajó el pantalón descubriendo una enorme polla rodeada de pelos negros que colgaba flácida junto a unas descomunales pelotas. Su falo no era tan largo pero tenía grosor exagerado y torcido hacia la derecha.
- ¿Qué pasa? ¿Te ha comido la lengua el gato? – dijo Ramón con sorna ante la cara de incredulidad de la nena
- No…, esto no……. no puede ser Ramón…
- Mira, te lo digo por última vez, o empiezas a chuparme la polla ahora mismo o te largas y no vuelves a pisar este bar.
- Yo no…. no puedo, por favor.
Las palabras de Xenia sonaban débiles e inconexas. La nena no podía dejar de mirar la enorme polla que tenía delante. No sabía que hacer pero no podía perder el trabajo sin tener otra cosa asegurada. La rubia tomó una decisión, se dirigió a la puerta para cerrarla desde adentro y luego se acercó lentamente a Ramón.
- Está bien, Ramón, pero esto solo va a pasar una vez y el próximo mes quiero 100 euros más.
- Maldita puta, 100 euros. Te los tendrás que ganar.
- Eres un maldito hijo de puta chantajista.
- Si, lo soy.
Xenia iba a someterse a aquel tipejo pero al menos sacaría algo a cambio. No era peor que otros tipos con los que había estado y al menos sacaría algo de dinero para ir más holgada el próximo mes. La nena se sentó en la silla frente a Ramón y con sensualidad comenzó a acariciar el flácido miembro de su jefe. Lo masturbaba con suavidad dejando emerger el enorme glande de aquella polla. Xenia seguía estando perpleja ante los monstruosos penes que se iban cruzando en su vida. Era como una maldición o una lotería pero todos ellos eran bestiales, Fredy, Héctor, aquellos dos negros, Borja y ahora Ramón.
El pene de su jefe iba cogiendo tamaño y firmeza y Xenia se lo metió en la boca con dificultad ya que la llenaba por completo. Haciendo grandes esfuerzos solo podía alojar un tercio de aquella polla en su boca y eso que aún no estaba completamente erecta. Mientras tanto Ramón ya había desabrochado su blusa y jugueteaba con sus tetas con una sonrisa en la boca.
- Ahhhh, que placer, no sabes cuanto tiempo llevo soñando con tenerte así, comiéndome el rabo.
- Mmmmmmggggg, ggggggggg, ahhgggggg – eran los únicos sonidos que podía emitir la rubia afanada en su labor y luchando ya con un rabo inmenso y completamente duro en su boca.
- Y además tienes unas tetas perfectas, joder, Xenia, que buena estás.
- Gracias – contestó la nena sacándose la polla de la boca.
Xenia empezaba a excitarse antes los hábiles toqueteos de su jefe y el contacto de aquel enorme rabo con su boca. Ramón le puso ambas manos en la cabeza y comenzó a hacer fuerza con su abdomen tratando de encajarle más polla pero el enorme grosor se lo impedía. Conseguía meter la mitad de su rabo en la boca de la nena pero aquella cálida cavidad no daba para más.
- Vamos nena, se que te la puedes tragar entera. Esfuérzate.
- Es muy gorda Ramón, no me entra más.
Pero Ramón no se daba por vencido y volvía a atacar con más fuerza. Notaba como su glande chocaba con la garganta de la nena y se resistía a ir más allá pero en un momento dado hizo un seco movimiento de cadera y agarro con fuerza la cabeza de la nena consiguiendo penetrarla la garganta.
- Ohhhhhhh, siiiiiiiii, sabía que te la tragabas.
- Ahhhhhhhgggggggggggggggggg – gemía la rubia que se ahogaba con aquel trabuco.
- Vamos, un poco más
Y diciendo esto el jefe apretó con fuerza y encajó por fin todo su nabo en la garganta de la nena, perdiéndose la nariz de Xenia entre el bosque de pelos de su jefe.
Ramón la mantuvo así unos segundos provocándola algunas lágrimas para finalmente liberarla y empezar un rápido mete y saca en la garganta de la nena que se dejaba follar la boca con resignación.
Cuando el gordo propietario del Drago’s estuvo saciado de sexo oral levantó a la nena, la colocó de espaldas y fue el quien se sentó en la silla, con su gorda estaca apuntando al cielo. Hizo reclinarse a Xenia hacia delante dejando su culo expuesto y al alcance de su boca, levantó la falda negra y separando el tanga hacia un lado hundió su cara en la zona íntima de la nena que se dejaba hacer como un títere. Pronto notó la lengua de su asqueroso jefe recorriendo su rajita y su ano, lo cual la provocó gratas sensaciones. Sin duda Ramón sabía como excitar a una mujer.
- Eres la puta más rica que me he comido en mi vida – dijo el obeso jefe mientras le daba placer a la nena ahora con sus dedos
- Mmmmmm, yo no soy mmmmmmm, una aaaaahhhhh putaaaaa – replicaba con apuros Xenia al notar como los dedos de Ramón se colaban en su coño y masajeaban su clítoris.
- Si, a partir de hoy eres mi puta y ya solo vas a querer follar conmigo.
- Ahhhhhhh, sigue, por favor, sigue – decía la rubia notando de nuevo la lengua de su jefe puntear ahora su culito.
La nena estaba disfrutando como una loca y ahora Ramón la indicaba que se montase sobre él, que se empalase en aquel falo, gordo como su antebrazo. Xenia obedeció y pasando una pierna a cada lado de Ramón que seguía sentado en la silla comenzó a descender en busca del ariete de carne que la esperaba. Con delicadeza comenzó a meterse el pene de su jefe en su lubricado coño, notando un inmenso placer a cada centímetro que entraba, rozando sus paredes vaginales y estirándolas al máximo para alojar aquella masa de carne. Poco a poco hizo desaparecer todo el rabo y sintió como su culo se apoyaba ya en las piernas de su amante. Ramón aprovechó la situación para meter su cabeza entre los pechos de la nena que le abrazó con pasión. La rubia se sentía excitadísima pero quería más así que lentamente comenzó a subir para luego dejarse caer nuevamente con fuerza y comenzar a cabalgar de manera salvaje aquella barra de carne que tanto placer la estaba dando.
- Ahhhh, putita, te dije que lo ibas a disfrutar.
- Si, si, fóllame, fóllame, más duro.
- Te voy a partir a la mitad, zorra.
Ramón espoleado por la nena comenzó a acompañar el sube y baja con movimientos de cadera que hacían más profunda la penetración y provocaban el sonido del choque de ambos cuerpos. Los perfectos pechos de Xenia subían y bajaban a toda velocidad pero la rubia no conseguía alcanzar el orgasmo y Ramón decidió cambiar de postura. Sin previo aviso levantó a la nena en vilo y la llevó hasta el billar donde la tumbó para colgar las piernas de la rubia de sus hombros. Allí la empezó a penetrar con furia mientras Xenia se apretaba los pechos y cerraba los lejos disfrutando de aquel descomunal rabo perforándola una y otra vez hasta que Ramón decidió que era hora de probar la entrada posterior y dirigió su dura polla al rosado agujero de la nena que sintió la presión en su ano.
- Mmmmm, ten cuidado, la tienes muy gorda.
- Ya he roto muchos culos con esta y el tuyo va a ser el próximo.
- No se si me va a caber.
- Te va a entrar porque eres una puta de primera y lo vas a disfrutar.
Ramón hacía fuerza con su enorme rabo y la cabeza del gordo mástil ya empezaba a abrirse paso en el ano de la nena que sentía un terrible dolor por la falta de lubricación. Intentó detener a Ramón poniendo sus manos en la barriga de este pero el avance continuó, centímetro a centímetro entre bufidos y gritos de la nena.
- Me vas a romper el culo, cabrón, para.
- Llevo meses deseando abrirte el culo y sacarte toda la mierda, puta y hoy me voy a saciar.
- Nooooo, no, ya no entra más, para, por favor.
Pero cuanto más gemía la nena más se excitaba Ramón y empujaba con más fuerza. El pobre ano de la nena se resistía a la invasión pero la fuerza bruta de su jefe era imparable y ya había encajado tres cuartas partes de su nabo. Una vez allí el tipo empezó el retroceso para volver a atacar con más fuerza y esta vez si encajar toda su polla en el dolorido culo de la nena que grito como si la hubiesen clavado un cuchillo.
- Ahhhhhhhh, bestia, para, me arde el culo.
- Te lo voy a dejar bien abierto para que la próxima vez no te duela, golfa.
- Por favor, Ramón, con cuidado.
Pero el obeso jefe no tenía intención de poner cuidado y con su polla dura como el acero empezó a sacudir una y otra vez aumentando la velocidad más y más mientras la nena se retorcía de dolor. Xenia trataba de amoldarse a la gran polla que invadía su culo y poco a poco lo iba consiguiendo gimiendo tímidamente y notando como su delicioso ano era destrozado.
- ¿Ves como te gusta, golfa?
- Ahhhh, ahhhh, duele, duele, mmmmmhhhhhhh, mmmmmhhhh.
- Te voy a partir a la mitad, maldita zorra, eres mía.
- Mmmmmmmhhhhhh, mmmmmmhhhh
- Pídeme que te rompa el culo, puta – vociferó Ramón.
- Nooooo, mmmmmmm.
Xenia se resistía a someterse por completo a su jefe pero la lascivia se apoderaba de ella y no sabía cuanto más podría aguantar sin entregarse por completo a aquel desagradable sujeto. El dolor casi había desaparecido y volvía a estar excitada. De repente notó que Ramón sacaba por completo su rabo dejando un inmenso vacío en su culo. No entendía nada, miró a Ramón que la observaba con lujuria. Xenia seguía con sus piernas sobre los hombros de Ramón, totalmente a su merced, él tenía el control de la situación y lo sabía. El gordo arremetió de nuevo contra el dilatado ano de la rubia pero esta vez solo metió la abultada cabeza de su miembro para sacarla nuevamente y comenzar así a puntear el culo de la nena que se retorcía de placer ante cada estocada.
- Ahhhh, ¿qué me haces, cabrón?
- Te estoy poniendo bien cachonda.
- Mmmmmm, ahhhh, ahhhhhh.
El enorme glande de Ramón entraba y salía a toda velocidad del recto de la nena sin ir más allá, la estaba matando de placer pero quería más, estaba a punto de sucumbir.
- Vamos, zorra, pídemelo.
- Noooo – dijo Xenia con poco convencimiento.
- Pídeme que te rompa el culo – decía el gordo mientras aceleraba el ritmo de su punteos.
- Mmmmmmmmm, no…..
- Vamos zorra.
- Siiiiiiii, rómpemelo, hijo de puta.
- Eso quería oír
Xenia no pudo aguantar mas y se entregó a su despreciable jefe sin reparos. Ramón tenía el control de la situación y la nena solo esperaba ansiosa que la siguiera follando el culo lo cual no tardó en suceder. Notó como la dura estaca de su jefe entraba de nuevo por completo en su enrojecido ano dilatándolo por completo y sintió las enormes pelotas rebotar en sus nalgas. La imagen era espectacular y pronto el sonido seco de los golpes de cadera contra el trasero de Xenia se mezcló con los gemidos de la nena que estaba cerca de un enorme orgasmo.
Sabía follar, a ratos paraba y hacía giros con su cadera excitando más a la nena que notaba como aquel gordo rabo la batía el ano y se lo ensanchaba provocándole un inmenso placer unido a un leve dolor.
- Ahhhh, cabrón, me vas a matar.
- Se como hacer gemir a una perra como tú.
- Mmmmmmmm, mmmmmmm, no pares, fóllame más fuerte.
- Te voy a poner a cuatro patas como la perra que eres.
El gordo no dijo más, bajó a la nena del billar al suelo y la colocó como había avisado, en posición de perrita con su culo totalmente dilatado esperando que lo llenasen.
- Tienes el culo como un túnel y acabamos de empezar.
- Vamos, cerdo, fóllame – dijo Xenia a la cual ya nada la importaba.
- Tú lo has querido.
Dicho esto comenzó una terrible sodomización, las embestidas de Ramón eran brutales, tan potentes que Xenia tenía que hacer esfuerzos para no irse hacia delante. La rubia gritaba poseída, lo cual excitaba más al gordo propietario del Drago’s que golpeaba con una fuerza que no se intuía en su fofo cuerpo, encajando todo su ariete a cada golpe de cadera en el maltrecho ano de la rubia.
- Más, más, no pares, hijo de puta.
- Zorra de mierda, te voy a dejar el culo bien abierto.
- Si, siiiiiii, siiiiiii, rómpemelo, cabrón.
Ramón sudaba a chorros y su respiración estaba agitadísima por lo cual decidió parar unos segundos y sacar su rabo dejando ante si un tremendo hoyo entre las nalgas de la nena que pedía más y más.
- No pares, cerdo, sigue.
- Tranquila, tenemos todo el tiempo del mundo.
- Dame un poco más – dijo Xenia mientras agarraba la gorda polla de su jefe y la intentaba meter de nuevo en su ano.
- Quieta, quieta, zorra, suplícame que te rompa el culo.
Xenia se volvió hacia su jefe con su preciosa cara desencajada por el dolor, el esfuerzo y la lascivia que recorría sus venas y no dudó en humillarse porque en esos momentos todo le daba igual, solo quería satisfacer sus deseos.
- Vamos, guarra, cómeme un poco la polla mientras recupero el aliento.
- No, fóllame el culo.
- Tranquila, que te lo voy a romper pero ahora mi rabo necesita unas caricias.
- Eres un cerdo hijo de puta.
- Vamos, mama – dijo Ramón agarrando la cabeza de la nena y acercándola a su entrepierna.
Xenia accedió sin oponer resistencia y comenzó a tragarse el sucio rabo con esmero, chupaba como si no hubiese mañana sin importarle el desagradable sabor de aquella polla que segundos antes había estado en su ano y que solo deseaba que volviese allí. Lameteaba el falo de arriba abajo, lo chupaba y se lo intentaba meter hasta el fondo de su garganta provocando gran placer a Ramón que se excitaba más y más.
- Ah, pero que guarra eres.
- Aghhhh, Mmmmggggg, mmmmmgggg
- Abre la boquita que te va un regalo.
Xenia en estado de máxima excitación obedeció y mirando hacia arriba abrió su deliciosa boca para recibir en ella un viscoso y abundante chorro de saliva. La nena no era dueña de sus acciones y comenzó a juguetear con él mientras volvía a chupar la gorda polla que tenía delante.
- Eres aún más puta de lo que creía, voy a hacerte de todo, hasta lo que no me dejan hacer las putas más guarras.
- Vamos maricón, dame por el culo.
- Tú lo has querido.
Diciendo esto Ramón tumbó boca abajo a la nena en el sucio suelo del Drago’s y se sentó en el espectacular culo de Xenia que notaba el frío de los azulejos en su pecho desnudo pero ardía en deseos de ser penetrada de nuevo. Ramón, con una pierna a cada lado del cuerpo de la nena no se podía creer lo que tenía ante si. Aquella diosa tumbada, con sus deliciosos pechos sobresaliendo por los lados y su tremendo culo deseando ser penetrado.
- Me encanta follarme putas en esta posición porque se os cierra el culo y así os duele más.
- Cállate y rómpeme el culo, cerdo.
- Te vas a arrepentir de esas palabras.
El gordo agarró su falo y lo dirigió al culito de la nena pero como ya había dicho el culo de la nena estaba cerrado con sus piernas juntas y totalmente tumbada en el suelo, lo cual dificultó sobremanera la penetración. A pesar de que empujaba con fuerza su polla no lograba abrirse camino en el ano de la rubia que se quejaba.
- Ahhhhh, me duele, así no.
- Cállate puta.
- Déjame ponerme a cuatro patas como antes.
- Que te calles.
El gordo se levantó y se acercó hasta la barra de donde cogió un bote de grasa que utilizaba para engrasar las juntas de las cañerías y que no se oxidasen.
- Con esto te van a entrar hasta los huevos.
- Vamos maricón, fóllame de una vez.
El gordo se untó los dedos con la viscosa grasa y se colocó en la posición anterior para comenzar a lubricar el ano de la rubia que notaba como los dedos de su jefe se colaban en su agujero posterior, provocándole gran placer, pero ella quería aquella gorda polla y aburrida de esperar la agarro y se la llevó a su culo. Esta vez si la cabeza de la polla consiguió abrirse paso en su plegado ano provocándola placer y dolor a partes iguales. Ramón la agarró con ambas manos de la cintura y comenzó a follarla con fuerza. Las estocadas cada vez eran más rápidas, su polla se perdía por completo en el oscuro agujero de la rubia que ahora estaba totalmente lubricado y la nena sentía que se moría de dolor y placer a la vez. De repente notó un gran peso sobre su espalda. Su jefe se había tumbado sobre ella y ahora arremetía con toda su furia mientras la chupaba la oreja y le susurraba al oído.
- Vas a ser mía, zorra.
- Si, si, si.
- Te voy a romper el culo todos los días.
- Si, Ramón, pero no pares, dame más.
Ramón se aprovechaba del estado de sumisión de Xenia que solo quería alcanzar el éxtasis. Ramón estaba al límite de su aguante y en un esfuerzo brutal aceleró sus embestidas, su polla entraba y salía como un cohete en el maltrecho culo de Xenia que sintió una caliente descarga en su interior lo cual desencadenó un brutal orgasmo de la nena que se retorcía de placer mientras su recto se inundaba del cálido líquido.
La rubia se convulsionaba entre descargas mientras Ramón gemía como un loco en su interminable corrida. Los dos quedaron exhaustos, el gordo dueño del Drago’s sudando después del esfuerzo y la nena en estado de shock, aún no recuperada del todo. Fue Ramón quien se levantó primero sacando su polla completamente cubierta de leche y otros elementos viscosos del culo de la nena que se resistía a cerrarse después del maltrato al que se había visto sometido. Pronto comenzó a salir toda la simiente que se había depositado en su interior corriendo por la cara interior de los muslos de Xenia que seguía disfrutando de su orgasmo. Notó de pronto unas manos que la agarraban por debajo de sus brazos y la obligaban a incorporarse. Quedó de rodillas, aún con los ojos cerrados sin saber muy bien donde estaba, pero volvió a la realidad cuando notó como el falo de Ramón se abría paso en su entreabierta boca. Sin tiempo de reaccionar sintió su boca invadida por un trabuco de carne recubierto de una repugnante mezcla de sustancias.
- Vamos nena, límpiamela y nos vamos a casa. Que quede reluciente.
Xenia luchaba por no ahogarse mientras aquel pollón cada vez más flácido se alojaba en su boca. Después de unas cuantas embestidas Ramón se dio por satisfecho mientras la nena luchaba contra las arcadas que estaba sufriendo.
- Ha sido el mejor polvo de mi vida, aunque mañana creo que lo mejoraremos.
- Eres un cerdo, Ramón.
- Y tu mi cerda, porque has gozado como una marrana. Toma de regalo.
El gordo agarró la cabeza de la nena y la dedicó otro abundante gargajo que esta vez se estrelló contra la nariz de la nena dejándola cubierta parte de la cara. Y después de eso Ramón se arregló la ropa y se fue no sin antes dedicarle un comentario a la nena.
- Limpia un poco esto antes de irte y cierra bien, que mañana hay que trabajar, o más bien luego jajajaja.
Xenia se limpió, y miró el reloj que colgaba detrás de la barra. Eran las 7:30 de la mañana y estaba muerta del cansancio. Se adecentó un poco en el baño, sentada en la taza expulsó aún una gran cantidad de semen por su maltrecho ano y después de limpiar ligeramente el bar se fue a su casa pensando en aquella noche loca. Se avergonzaba de todo lo que había pasado pero solo en parte porque aquel último orgasmo lo compensaba todo. Aquel gordo que tanto la repugnaba la había hecho disfrutar como nadie con su enorme polla. Pero no quería someterse a él, no, era su jefe y solo eso, aquello no podía seguir así, una vez y no más, con ese pensamiento se durmió en su cama, por fin.