La nueva vida de un vicioso reprimido. Capítulo II

Empezando a construir el resto de nuestra viciosa y morbosa vida

Capítulo II: empezando a construir el resto de nuestra viciosa y morbosa vida

Antes de continuar me gustaría aclarar que, en esos días de folleteo descritos al final del capítulo I en los cuales nos confesamos que queríamos disfrutar de todos los placeres que el sexo ofrecía, también nos hicimos jurar el uno al otro que jamás habrían sentimientos por otras personas, ni hombres ni mujeres (os recuerdo que ambos somos bisexuales) y en el caso de que los hubiere, dejaríamos de golpe y porrazo este desenfreno sexual en el que convertimos nuestra vida desde los  primeros días en Madrid que voy a narrar en este capítulo. Nos queremos demasiado, no se nos ocurre pensar en perdernos el uno al otro, emocionalmente sólo tenemos ojos el uno para el otro y no nos imaginamos en una relación sólida y duradera con otra persona que no seamos nosotros mismos. Y bueno, así ha sido hasta el día de hoy, lo único que ha aumentado es nuestra cuenta corriente hasta una cantidad indecente de dinero (jejeje) y nuestro amor por el otro. Esa complicidad que tienes con alguien, que sólo con mirarle a los ojos sabes lo que está pensando. No sentimos nada por nadie más allá del disfrute físico y de aprovecharnos de todas las partes del cuerpo de nuestros y nuestras amantes de la forma que se nos antoje hasta dejarlos inservibles y quedar saciados.

Pues bien, y para poneros en situación tanto para los que nos os acordéis del primer capítulo (siento el retraso) como para los que lean esta serie desde este capítulo (recomiendo fervientemente tanto el prólogo como el capítulo I antes de proseguir), algo pasadas las 18:00 del martes 10 de abril, bajábamos Susana y yo del tren cargados con dos maletas tamaño medio cada uno, con toda nuestra ropa y un ordenador portátil dentro, una bolsa de deporte con 50.000 euros en efectivo, lo cual era toda la herencia que mis padres, recientemente fallecidos, me habían dejado (además del piso del pueblo, el cual ya estaba convenientemente puesto en venta) y, por último y lo más importante, y por paranoicas razones que ambos, mi amada Susana y yo, compartíamos (“como lo perdamos me suicido” nos repetíamos tanto el uno al otro como a nosotros mismos, interiormente) el boleto ganador del Euromillón del pasado viernes 30 de marzo por valor de 181 millones de euros, guardado dentro de mi calcetín derecho, y casi aplastándolo con la planta del pie jajaja, y comprado con mis padres dos días antes a ese viernes y que fallecieron en un fatal accidente de tráfico el Sábado de Gloria (o Pasión, como creo que realmente se llama, el caso es que ambas cosas íbamos a sentirlas durante el resto de nuestras vidas tanto Susana como yo jajaja) sin saber que su fortuna iba a disfrutarla su único hijo, el cual pensaba pegarse la vida padre junto a la mujer que amaba.

Íbamos cargadísimos, y lo primero que Susana deseaba hacer al salir de la estación (donde hacía un día precioso la verdad, sin una nube, algo de aire pero temperatura acorde con la época del año en la que estábamos: no hacía un calor sofocante propio del verano en España pero ya podía ir uno en manga corta sin riesgo de resfriarse) era encenderse un cigarro. Susana iba prácticamente de verano, con un top blanco de una conocida marca que resaltaba sus preciosas tetas, sin nada debajo, y un mini vaquero de esos que llegan hasta mitad de muslo, y unas bailarinas. Ya se compraría en Madrid los más exclusivos tacones y vestimenta apropiada para nuestras noches de vicio y lujuria jejejeje. En el pueblo ese día hizo un calor inusual, que fue lo que le hizo vestirse así. La encontré nerviosa desde más o menos mitad del trayecto, necesitaba fumar, y cuando lo encendió pude apreciar en su bello rostro y a través de sus gafas de sol, el placer de darle la primera calada, larga y profunda, a su filtro. Sin pensárselo solté también las maletas, la agarré fuerte del culo y le comí la lengua. Compartimos el humo de su cigarro de su boca a la mía mientras yo no paraba de sobarle ese culazo que tenía, tiene y siempre va a tener gracias a que ahora dedica mucho tiempo al deporte ya que, como buenos ricos, tenemos poco o nada que hacer nada más que llevar una vida hedonista de lujos y vicios jejejeje.

“Te quiero, eres el hombre de mi vida y voy a hacer que te sientas orgulloso de mí durante el resto de nuestras vidas, voy a ser tu zorra y la zorra de quien tú quieras que sea, pero ante todo te pertenezco, en cuerpo y alma” me dijo al oído.

“Eres lo mejor que me ha pasado en la vida, lo digo de verdad, no me olvido de lo que tengo en el calcetín, pero contigo siento que eres yo, y nadie mejor que yo mismo para compartir todo lo que la vida nos va a ofrecer a partir de ahora, no?” intenté aportar algo de humor, pero humor sentido, a tanto sentimentalismo y ñoñez, lo cual a Susana le encantó, pues rompió a reír, haciéndome reír a mí también, aunque vi brotar y caer bajo las gafas de sol de mercadillo que llevaba un par de lágrimas de emoción y alegría, las cuales recogí con mi dedo. Después sequé su mejilla, le quité las gafas de sol, tirándolas al suelo y pisándolas hasta que estaban completamente destrozadas. Susana observó la escena con estupefacción y, todavía con la cara emocionada, le dije antes de que pudiera soltar palabra:

“Amor mío, el primer caprichillo con los 50.000 euros va a ser tuyo, ya veremos si hoy, una vez te folle esa boca y ese culo tan precioso que tienes y deshagamos el equipaje, o ya mañana cuando tengamos nuestro futuro juntos solucionado, y va a ser comprarte unas gafas de sol como Dios manda, y no como esa mierda que llevabas que no te costarían ni 10 euros”

Susana volvió a sonreír, le dio otra fuerte calada a su cigarro mientras me miraba, y esta vez pude ver excitación sexual en su mirada. Volvió a besarme y me susurró: “lo que mi hombre quiera, si quiere dejarme mi boca y mi culo como un bebebero de patos está en su derecho, le pertenezco. Y, por cierto, joder qué cachonda me he puesto de pensar que voy a tener todos los caprichos que quiera a partir de ahora sin preocuparme de ver lo que gasto uffff jajajaja”

De pronto volvió a comerme la boca, pasándome otra vez su humo, y devolviéndoselo yo otra vez a la suya, para ella ya expulsarlo. Separándose de mí, soltó espontáneamente: “de lo de compartirlo todo contigo ya ni lo pienso, lo doy por hecho jejeje, y sabes que me chifla”

Volvimos a reír los dos mientras nos abrazábamos. Susana tiró el cigarro, nos dedicábamos una última pequeña sonrisa, mirándonos cómplices, y cogimos cada uno sus maletas, cargando yo al hombro (por cerca que estuviésemos no me atrevía a ponerla encima de una maleta) la bolsa con los 50.000 euros (en billetes de 50, 100 y 200 por cierto). Menos mal que nuestro alojamiento (un confortable hotelito de 3 estrellitas que Susana había escogido por internet el día anterior mientras yo estaba reunido tratando mi herencia, en el Paseo de Santa Isabel, justo enfrente de la estación y a medio paso del Paseo del Prado) estaba justo al cruzar la calle, ya que íbamos los dos que no podíamos con tanto peso.

Al llegar al hotel, mientras yo hacía el registro, Susana se agenció de un par de folletos que hay en todos los hoteles de cualquier ciudad con mapas y recomendaciones de lugares de interés y tal. En 5 minutos teníamos asignada la habitación doble estándar de 66 euros la noche que Susana había solicitado por internet. Ya habría tiempo de dormir y follar, juntos o por separado, en las mejores suites de los mejores hoteles, de momento nos conformábamos con nuestro pequeño y primer nidito de amor en el centro de la capital de España. Supongo que aún no tendríamos la mente totalmente cambiada hacia cómo piensa alguien con tanto dinero como el que (todavía no, pero estaba por venir) teníamos nosotros. Nada más abrir con la tarjeta divisamos una habitación medianamente moderna decorada con cutres cuadros por no dejar las paredes en blanco, un amplio lecho matrimonial, sus dos mesitas de noche con su luz nocturna, un escritorio con una silla y la explicación de la red Wifi gratis. Al lado del escritorio habían también un par de pequeños sillones. Justo arriba del escritorio había una estantería, casi a la altura del techo, donde se hallaba el televisor, una tele de unas 15 pulgadas bastante decente. El cuarto de baño pues era normal, con su bañera con cortinilla, un par de enchufes para secador y/o maquinilla de afeitar y bolsitas de champú y gel del hotel. Vamos, lo que viene siendo un hotel de 3 estrellas de ciudad de toda la vida. Nos sentíamos libres, en una ciudad que ambos sabíamos que nos enamoraría, alejados de todo nuestro pasado, con el suficiente dinero para no tener que pensar en nada durante el resto de nuestros días y, en ese justo momento, extremadamente cachondos jejejejeje.

Empujé a Susana hacia la pared del cortísimo pasillo que había desde la puerta de la habitación hasta lo que era el cuarto en sí y donde estaba el baño. Mi mano agarraba su pelo, su mejilla estaba pegada a la pared y sus piernas abiertas de par en par, sobresaliendo su culo, mientras lo sobaba y le preguntaba al oído:

“¿Este culo a quién le pertenece, quién puede hacer lo que quiera con este culazo pegado a una preciosidad rubita como tú?

“mmmmmm, este culito pertenece al hombre que lo está sobando como le da la gana en este momento…”

En ese momento le ordené que sacara un poco más el culo hacia fuera y le di unos fuertes azotes, a los cuales Susana respondía con tímidos “ays!” y “ummm”. Metí mi mano por su culo y metí mi dedo índice en su coño primero (muy húmedo por cierto, se nota que le gustaba que la tratara como a una zorra barata) y luego lo saqué y se lo metí en el culete. Susana dio un respingo: “uy, ufff, parece que mi hombre no se olvida de su promesa de la estación…mmmm…”

Saqué mi dedo de su interior y le di la vuelta. Sin yo hacer nada, ella cogió, rauda y como si estuviera poseída, mi mano, llevándose a la boca el dedo que había estado explorando su coño y su ano. “Pero qué zorra estás hecha, no hace falta ni que te ordene cosas ya…” Ella, al mismo tiempo que lamía y paladeaba mi dedo lleno de sus flujos, sonreía y parpadeaba como cuando  una niñita mala y caprichosa hace algo malo y suplica el perdón de su papi…

La besé como sólo un hombre enamorado besa a su amada, la ordené arrodillarse delante de mí y quitarme la correa y el vaquero. Cuando mi polla quedó completamente erecta a escasos centímetros de su nariz, ella hizo el amago de engullirla, pero la corté de inmediato.

“ssshhhsssst, qué coño haces zorra? Vamos a probar algo nuevo” Me dirigí hacia uno de los sillones, me senté con las piernas espatarradas hacia arriba, dejando el agujero de mi culo totalmente abierto y expuesto. No tuve que repetírselo, bastó con que nos miráramos de esa forma que tenemos de mirarnos cuando hay complicidad absoluta y estamos cachondos. Mi niña sonrió y vino gateando hacía mí, pegó un fuerte escupitajo en mi esfínter y cuando sentí su caliente lengua jugueteando con mi agujero anal creí estar en el paraíso…uffff, qué gustazo me estaba dando la mujer de mi vida.

“Ummmm, ñam ñam, jjjjjuuup jjjuuup- sonido d escupitajo para mantener mi culo húmedo, a la vez que alternaba su lengua con un par de dedos en mi culo: teníamos claro que queríamos probarlo y saber todo del sexo, incluida la homosexualidad, así que no perdíamos el tiempo- me encanta tío, cabronazo es la primera vez que lo hago pero a partir de ahora quiero incluir esto cada vez que follemos, me encanta comerte el culo, pero pensé que eras tú el que quería usar mi culo como me has dicho en la estación…espera, ahora vuelto, tengo un antojo y vamos a hacer las cosas bien jejejeje”

Susana volvió con un cigarro, lo encendió y tiró el humo a todos los sitios que sabía que me encantaba que lo tirara: mis huevos, lo que hay debajo de los huevos (el perineo) y el agujero del culo, ya totalmente abierto gracias al buen trabajo de Susana con sus dedos y su lengua. “Qué cabrona eres, cómo me gusta joder aaaahhh, mmmmm…sigue…

Ella no paraba de fumar, de sonreírme mientras lamía y mordía mis huevos y el perineo y se dedicaba a follar mi culo con su lengua y su saliva.

“No te preocupes princesa, que yo también voy a usar tu culo, de hecho levántate, y vamos a la cama, quiero hacer un 69 de culos, y luego follarte el culo. Tu boca y tu coño quizás los folle esta noche si no estamos muy cansados después de cenar en algún sitio caro y lujoso, que mañana tenemos mucho tute”

Susana se reincorporó, nos levantamos, ella del suelo y yo del sillón, la besé, y su boca sabía a tabaco y a vicio, me encantaba, me tumbé sobre la cama y ella encima de mí en dirección contraria. Así estuvimos un buen rato comiéndonos los culos. El suyo sabía a gloria. Cuando se cansó de comerme el culo, encendió otro cigarro y se dispuso, sin yo darme cuenta ya que no veía una mierda por estar atrapado entre sus nalgas y sus piernas, a comerme la polla, como sólo ella sabe, escupiendo, y haciendo unas buenas gargantas profundas, hasta que se puso como una piedra.

“Tío, por favor, hazme tuya ya, reviéntame el culo”

“Claro, vamos allá mi amor” La besé de forma muy lasciva, intercambiándonos el humo de su cigarro y los jugos de nuestros culos, era una delicia…y también fue una delicia cómo entro mi rabo duro en su culo totalmente abierto y dilatado de tanto jugar con él. Fue como untar un cuchillo en mantequilla. Fue una gozada tanto para ella como para mí. Estuve sodomizándola un buen rato mientras no parábamos de chillar y gemir, ella sosteniendo el cigarro en la boca y girando el cuello para mirarme con esa cara de zorra morbosa que tiene y me pedía que le azotara el culo y la cogiera del pelo tirando hacia atrás. Eso fue demasiado para los dos. A mí me encantaba usarla y a ella ser usada. Descargué en su interior una buena lefada. Le preñé el culo al mismo tiempo que ella se mediomeaba del gusto (vamos que se corrió, con esa forma que tienen las tías de correrse que es el squirting). Su culo estaba inmaculadamente limpio, pero aún, así ordené que me limpiara la polla con su lengua, cosa que hizo encantada mientras terminaba su cigarro y tiraba el humo al capullo.

Ya eran las 7:30 de la tarde, empezaba a anochecer y nos quedamos, completamente desnudos y acurrucados en la cama aún sin deshacer. “Te amo” me dijo. “Eres lo más grande, mi vida” le respondí. En ese momento tuve un pequeño bajón: volví a recordar a mis padres, pero ahí estaba el amor de mi vida, con ese cuerpo escultural y hecho para el pecado a mi lado animándome. Total, se me pasó en 5 minutos. Nos dimos unos piquitos y decidimos que ya iba siendo de deshacer el equipaje. Mientras nos empujábamos y nos pellizcábamos, ya que seguíamos desnudos, todo de broma claro está, fuimos deshaciendo cada uno sus maletas. Éramos dos enamorados. Luego, evidentemente y ya que olíamos a sexo guarro y vicioso, nos dimos una larga y reconfortante ducha juntos, donde, tras muchos abrazos y morreos, hice que se corriera una vez más bajo el agua con los dedos de mi mano izquierda en su coño y los de la derecha en su boca.

Mientras Susana hacía esas cosas que hacen todas las mujeres después de bañarse (secarse el pelo, echarse cremas…en fin todas esas cosas que ya sabemos, les lleva tiempo y nos encanta lo guapas que se ponen, tanto para nosotros como por ellas mismas) yo encendí nuestro portátil, el cual iba necesitando ser renovado, pero eso ya no era problema gracias a nuestra “pequeña inyección económica” jejejeje, lo conecté y me dispuse a ver sitios buenos y caros para llevar a Susana a cenar.

“¿Qué te apetece guapa? Un italiano, de tapeo, marisco…”

“mmmm, ya que tal, vamos a darnos un homenaje como dios manda, que tiemble la cuenta no? Jajaja vamos a pegarnos una mariscada te parece mi niño?” decía mientras se maquillaba delante del espejo del baño sosteniendo un cigarro en la boca recién duchada…cómo me ponía esa mujer, MI mujer…

“Estupendo, me apetece mucho, son cosas que a partir de ahora vamos a poder comer cuando nos salga de los huevos y no como capricho una vez al año jajaja, me encanta”

Escribí en Google “mejores marisquerías Madrid” y tras ver las 4 o 5 primeras entradas, ya tenía decidido donde íbamos a pegarnos la comilona: una conocida marisquería, un sitio exclusivo en pleno barrio de Salamanca (donde acabaríamos comprando una de nuestras casas), uno de los distritos más lujosos de la capital, muy tranquilo pero a la vez más o menos a tiro de piedra del centro (o todo lo que se le pueda llamar el centro a una gran ciudad). Vimos fotos por Internet y nos encantó, los dos nos mordimos el labio inferior mientras nos mirábamos. Creo que ambos estábamos pensando lo mismo: como hace menos de dos semanas no teníamos dinero para nada y ahora íbamos a reírnos de todo el mundo que no podía permitirse los lujos que para nosotros iban a ser ínfimas migajas. También miré en el mapa donde paraba el restaurante, y aunque estaba más o menos en línea recta, estaba bastante lejos: había que cruzar todo el paseo del Prado, luego el del Retiro, y luego había que dar también buena cuenta de la Castellana hasta casi llegar al Bernabéu (algo bueno que tengo es que aunque no haya estado en los sitios, con mapas me oriento enseguida, no me cuesta nada, joder, para algo están). Eran ya casi las 9 de la noche, así que convenimos que el taxi nos consiguiera un taxi, aunque decidimos hacer la vuelta, por mucho que nos costase, así bajaríamos la pedazo de cena que nos íbamos a pegar y de paso pasearíamos por la ciudad. Llamé al restaurante y tuve suerte, ya que había sitio libre, de modo que reservamos una mesa para dos para dentro de un mínimo de 15 minutos y un máximo de 30.

Ya limpios y preparados para salir- yo con una camisa azul marino y unos vaqueros claros, y Susana con unos vaqueros negros que le marcaban todo el culete y una camisa blanca mediotransparente que le marcaba los pezones, y unas sandalias de tacón que resaltaban sus gemelos, muslos y culo-“quiero que me cojas por la calle, tanto de la cintura como del culo, y que todo el mundo vea qué zorra tienes, mi amor”, me dijo tras verla preparada y darme un casto piquito jejeje- guardamos el boleto del Euromillón en el cajón del escritorio, sabiendo que ahí estaba a buen recaudo, cogimos 1.500 euros en billetes de 100 y 200 que yo guardé (ahora que podíamos, mejor coger de más, nunca se sabe, aunque sólo íbamos a ir a cenar y volver, pero mejor ir sobraos jejeje”) y salí a la calle a observar a mi querida amada degustar un cigarro mientras me decía cuánto me quería y esperábamos al taxi.

Durante el trayecto pedimos al taxista que nos hiciera un pequeño tour por la ciudad, no muy largo pero para ver lo más bonito sin desviarnos demasiado. Llegó hasta Colón luego se desvió por la Gran Vía para luego volver a bajar por el Congreso y ya llevarnos al restaurante. Susana y yo nos agarrábamos fuertemente la mano en el asiento trasero del vehículo, embelesados con la ciudad y la cantidad de oportunidades de ocio que ofrecía.

A las 21:30 estábamos en la puerta del lujoso restaurante. “Me encanta, me voy a poner las botas, gracias cariño por traerme aquí”

“A partir de ahora vas a tener siempre lo mejor” contesté a mi mujer (no estábamos casados, ni sé si algún día lo estaremos, pero somos un matrimonio, el uno para el otro) tras darle un piquito y darle una palmada en el culo al tiempo que pasábamos por la puerta. El maitre nos atendió muy profesionalmente y nos dijo que nuestra mesa estaría lista en unos 10 minutos ya que habían tenido un problema de última hora, nos dio la opción de dar un pequeño paseo o tomar algo en la magnífica barra que tenían, ofrecimiento que aceptamos. Susana pidió un par de cañas y media docena de almejas de carril a casi 5 euros la unidad. “Es como comer tu coñito pero fresquito” le espeté a Susana”. Casi se parte de la risa y se le atraganta la que se estaba comiendo, pero me respondió de una forma tan morbosa que nunca había imaginado: “entonces me va a encantar convertirme en bisexual, porque me encantan jajajajaja, y, por cierto, he leído que son afrodisíacas, no sé si voy a contenerme o voy a tener que meterme bajo el mantel durante la cena a comerte la polla”. Yo también rompí a reír con lo de la bisexual, y la segunda parte me la dijo al oído, no era plan de montar una escena, estábamos en un sitio de gente con clase, y nosotros teníamos el principal medio para conseguir esa clase, que es el dinero, pero la clase estábamos en proceso de conseguirla pero bueno, no dábamos el cante jejej, y la verdad que rociadas con algo de limón y con una caña fresquita estaban de muerte, un manjar y en un sitio sólo al alcance de privilegiados como nosotros…

Muy profesionalmente, cuando el maitre observó que nos habíamos terminado la caña y las almejas, se ofreció a acompañarnos a nuestra mesa. Nos escoltó hacia uno de los bastantes y lujosos (de estilo decimonónico diría yo) salones que por lo que percibí había en el local-“enseguida serán atendidos”- nos espetó amablemente, perdiéndose por el restaurante, y vi que no íbamos a estar solos, puesto que había un par de mesas con dos parejas más, eso sí, desentonaban bastante: los hombres eran maduros, diría que de 50 años para adelante, y las mujeres eran bastante más jóvenes, “aunque preciosas ambas” (en palabras de Susana durante la cena): una tendría como 15 o 20 años menos, lo cual hacía presagiar que quizás estarían casados o serían amantes, pero ella estaba con él por el dinero que seguramente tendría, y la otra pareja sí que era un cante total: la chica era más joven que nosotros, yo le echaría unos 21-22 años, y por la complicidad que había entre ellos al hablar y reír, se notaba que la niña era seguramente una escort y el tipo un hombre de negocios de paso en la capital, el cual se estaba dando un homenaje con una putita a la que luego se la follaría en su hotel, pagándole bastante dinero por sus servicios claro está.

“Mmmmm, me está dando alguna idea morbosa” me dijo Susana mientras los miraba…”ya te contaré… jejejeje”

Enseguida teníamos a un camarero tomándonos nota. Estábamos muy hambrientos así que no escatimamos. Me refiero obviamente a la comida, los precios si los mirábamos era simplemente por morbo de saber lo que íbamos a degustar sabiendo que nos lo podíamos permitir, que nuestro dinero era prácticamente inacabable. Dejé a Susana que pidiera todo ella.

“De entradas tomaremos una docena de gamba roja a la plancha, la más grande que tengan, otra docena de langostinos de Vinaroz, media docena de cigalas cocidas, 100 gramos de percebes y un centollo para cada uno. Antes del plato principal tomaremos una ensalada mixta y como plato principal, yo tomaré mero al horno y tú cariño? Lo regaremos todo, de momento, con un Marina Alta fresquito, por cierto” ennumeró Susana al camarero

“Lo lamento señorita, no disponemos de ese caldo, deberá elegir otro”

“Uy, es que estoy acostumbrada a ese cariño” me comentó. Ahí se notó que nos faltaban tablas todavía en el mundo de los millonarios jajaja.

“Tomaremos un Albariño Pazo de Pedreira. Bien frío, por favor. Y yo tomaré” le dije al camarero. Realmente fue el primero que divisé rápidamente de la carta de vinos.

“Una excelente elección, caballero”

Al irse el camarero, Susana me miró con cara de “qué?” y simplemente dije:

“Uno caro, yo que sé”

Los dos rompimos a reír.“Ufff, me tengo que poner las pilas jajaja, pero bueno a lo bueno se acostumbra una rápido, ven aquí” dijo Susana

“Has estado estupenda mi vida, yo no lo habría hecho mejor” le respondí. Tras un suspiro de “uff, menos mal, poco a poco” por parte de Susana, me acerqué para dejarme comer la boca por mi preciosa mujer de 26 años (yo, os recuerdo, tengo dos más). No tenía absolutamente nada que envidiar a esas dos con las que compartíamos salón, aunque, le eché el ojo a la prostituta de lujo con el viejo. Seguro que podríamos follárnosla cuando quisiéramos. Todo era pagar lo que demandaba…

Durante la cena seguimos hablando de todo lo que queríamos hacer y del mundo de posibilidades que se nos abrían a partir de ahora. Todo estaba de categoría, como no podía ser menos. Pedimos otra botella de vino antes incluso de la ensalada, nos quedamos secos. Tras el plato principal, pregunté a Susana:

“Nena, te importa si pido yo los postres? Te fías de tu amor no? Te conozco y sé que te va a encantar lo que te pida jejeje”

“Claro cariño, soy toda tuya, ya sabes que en todos los sentidos, jejeje

“Muy bien, camarero por favor. De postre mi mujer tomará leche frita y y yo tomaré cuajada de leche de oveja. Y, por favor, tráiganos la carta de puros y la de bebidas.

“Ufff estoy hinflado nena. No puedo más. ¿Por qué me miras así? Hay que empezar a vivir como millonarios no? Y los millonarios fuman puros, y de los caros jajajaja” respondí a esa mirada de “no sé por qué haces eso” de Susana

“Jajaja, cariño, yo fumo, para mí no va a ser un problema, es más, seguro que me va a encantar y me voy a enviciar, pero tú no sabes fumar, espero que no te atragantes ni te pongas malo”

“Tranquila mujer, como tú has dicho, a lo bueno se acostumbra uno rápido jejeje”

“Jajaja, es verdad, ven aquí. Muuuuak. Te quiero”

Tras compartir nuestros postres, riquísimos los dos por cierto, pedimos al camarero que nos eligiera él un par de puros suaves, ya que era nuestra primera vez.

“Les recomiendo un Montecristo Master Robusto, quedarán embriagados”

“Por favor, cuando quiera” así respondió Susana, con una sonrisa a la cortesía del camarero “Y para beber yo tomaré un Bacardi Heritage cortito con Limón y mi marido un gintonic de Hendricks y Blue tonic, por favor”

“Si me permite decírselo, señorita, me gustaría decirles que han demostrado tener un excelente gusto durante toda la noche. Enseguida podrán degustarlo todo”

“Muchas gracias” cuando el camarero se alejó, agarré la mano de mi amada con fuerza. “Joder ya me estoy acostumbrando a que nos traten como reyes donde quiera que vayamos”

“Yo estoy cachonda jajaja”

“Yo también, toca.” Y llevé la mano de Susana a mi entrepierna, donde pudo sentir mis gruesos 21 cm de carne. Dio un suspiro. “Ufff, esto va a ser mi segundo postre. Leche, pero natural, no frita jajaja”

En ese momento vino el camarero, y observamos como cortaba los puros y nos servía las bebidas. Nos preguntó si queríamos que nos encendiera los habanos, pero declinamos el ofrecimiento amablemente.

Primero se lo encendió ella. Qué mujer, qué categoría, era el primero que fumaba pero lo hacía con una sensualidad y un saber estar dignos de una estrella de cine o de, como mínimo, lleva fumando puros toda la vida. “Mmmmm, el camarero tenía razón, está suave y muy rico, otro vicio al que ya estoy enganchada jajaja”. Me dio su puro que ya estaba encendido y se encendió el otro para ella. Me costó 3 o 4 caladas acostumbrarme a su sabor y, sobre todo, a no tragarme el humo, es decir, a aprender a fumar habanos, pero en menos de 5 minutos ya lo dominaba y sabía apreciar su aroma y sabor. Estaba degustando un gran habano y una gran bebida junto a la mujer de mi vida, la cual seguía con una mano en mi entrepierna masajeándome la polla y con la otra sostenía la copa, ya que el puro lo tenía en la boca. De vez en cuando intercambiábamos el humo del puro como hacíamos con el del cigarro mientras follábamos. Ya no dábamos el espectáculo, eran más de las 12 y las otras dos parejas ya se habían marchado. Tras más de media hora degustando el habano nos acabamos la copa y apagamos lo que quedaba del habano, teníamos sueño e hice una señal al camarero para que nos trajera la cuenta y pidiera un taxi. Que le den por culo a caminar. No iba a hacer caminar a mi amor por medio Madrid con tacones (no muy altos, pero tacones) con dos botellas de vino y un cubata en el cuerpo cuando mañana necesitábamos estar a tope, y había un buen trecho al hotel. Susana dio un suspiro de alivio cuando oyó salir la palabra “taxi” de mi boca.

“De todas formas te lo iba a pedir yo jajajaja. Me habrías matado si me haces andar todo ese trayecto de vuelta andando cabronazo jajaja”

“Del taxi a la cama nena. Ya habrá tiempo de conocer Madrid a pie. Eso sí, una buena comida de coño te voy a hacer al llegar al menos, zorra jajajaja”

“No quiero que me comas el coño, quiero comerte la polla, venerarla, admirarla y ensalivarla hasta que me atragante o me obligues a atragantarme con ella, dejándola reluciente con mis babas. Así estoy de cachonda hijo de puta ufff. Paguemos de una vez y vámonos”.

La cuenta ascendía a 367 euros. Casi 100 de esos euros pertenecían a los dos habanos y las dos copas. La calidad se paga y nosotros buscábamos la mejor. Susana ni la miró. Estaba demasiado ensimismada terminando su copa, fumando y mirándome con admiración como hacíamos el primer despilfarro (superfluo, por otra parte. Nos lo podíamos permitir) de nuestra nueva vida. El taxi ya esperaba en la puerta. Nada más entrar y decirle el nombre de nuestro hotel Susana desapareció hacia abajo por el espejo retrovisor del taxista, me desabrochó el pantalón vaquero y empezó a comerme la polla sin previo aviso. No comía, engullía. Se escuchaban los “glurp, glurp, glurp”. Noté al taxista incómodo mirando varias veces por el espejo. No tardé casi nada en lefar la boca de mi mujer. Luego se incorporó en el asiento, me besó con pasión comiéndome la lengua y haciéndome compartir toda la leche que había sacado (no mucha, recordad que le había follado el culo antes de cenar). Me encantó sentir su caliente boquita con sabor a lefa y a habano de los buenos.

Cuando se incorporó, observó (ella estaba en el lado contrario al del taxista, yo estaba justo detrás de él) cómo el taxista se había puesto cachondo contemplando la escena y se estaba pajeando mientras conducía…”uy uy uy, no somos los únicos que se lo pasan bien”

El taxista, un hombre bajito, calvo y regordete, no sabía para donde mirar. Le habían cazado. “Anda, haz feliz al pobre hombre. Te quiero” Susurré al oído de Susana. “Pare un momento” ordené al taxista. Al parar Susana salió del coche y se metió en el asiento delantero. “Usted no se va a por otro cliente con eso tan duro, hombre de dios, déjeme que le baje eso”. Justo después de decir eso, Susana se acercó a la polla del hombre, escupió un par de veces en su mano y empezó a masturbarle mientras el taxista seguía conduciendo sin decir palabra, sólo gemidos…”uuaaaaa, ufff,aaaaahh” Susana no llegó a chupársela, sólo masturbó la pequeña polla del hombre, haciéndole eyacular en la mano de Susana en incluso menos tiempo del que había empleado en ordeñarme con su boca. Se limpió la mano de la corrida del hombre con unas toallitas que tenía el taxista justo al lado de la palanca de marchas cuando ya doblábamos la calle para entrar en la calle del hotel. Al llegar a la puerta del hotel, le preguntamos qué le debíamos por la carrera

“Nada caballero, qué menos que llevarle gratis después del buen rato que su señora me ha hecho pasar, que tengan una buena estancia en Madrid y cuídela, que esta mujer vale un potosí”

Los tres reímos. Susana metió la polla del hombre en su pantalón y, agradeciéndole la carrera gratis, nos fuimos riéndonos y abrazados por la cintura como dos enamorados hacia la habitación del hotel. Caímos rendidos enseguida, completamente desnudos y abrazados el uno al otro. Había sido un largo día de emociones y sólo era el principio. Mañana tocaba recorrer Madrid para encontrar los mejores asesores y la mejor entidad privada para ingresar el boleto y obtener las mayores y mejores garantías e intereses y, cómo no, celebrarlo por la noche como tocaba.

Fin del capítulo II

P.D.: No sé cómo insertar fotos en el relato, así que os dejo algunos enlaces ( http://www.smokingfetishkingdom.com/showthread.php/84667-Smoking-Hottie-Full-Set-2-Tiny-Yellow-Bikini )  ( http://www.smokingfetishkingdom.com/showthread.php/84570-Smoking-Hottie-Full-Set ) con fotos de una chica que me encanta y que se asemeja bastante al amor de mi vida que es Susana, tanto en su rostro como en su cuerpo. No es coña. Espero que esta gran serie de relatos os esté poniendo tan cachondos/as como mis anteriores relatos y  disculpad si no ha habido demasiado sexo, pero considero todo lo demás tan morboso como el sexo y bueno, escribo sobre lo que creo que puede gustar y sobre todo lo que me gusta a mí también. Además, quiero y deseo que sea una serie larga y habrá tiempo para todo el sexo del mundo, creedme. Valoraciones y comentarios, todos bienvenidos. Mi e-mail: fit2012@hotmail.es. Un abrazo a todos/as