La nueva vida de la perra (3)
La perra llevaba ya casi un año de entrenamiento...
La perra llevaba ya casi un año de entrenamiento. Un año en el que había pasado de ser una niña pija del barrio de Chamberí, de familia bien, misa semanal, carrera inútil y novio forrado a perder no solo sus lujos, sus posesiones materiales, sus privilegios o su estatus social si no su condición de "humana".
En ese año había ido aprendiendo que su auténtico lugar en el mundo era a los pies de su amo, entregada, convertida en un cuerpo que usar, del que abusar y vejar a gusto de quién su amo quisiera. Había dejado de pensar, de opinar, de decidir para tener los deseos de su amo, su placer como único objetivo.
Había sido ella misma la que decisión comenzar ese camino pero la verdad es que nunca se había imaginado que iba a llegar hasta ese punto, hasta esa situación a esa posición de entrega total. Como aún no vivía con su amo, aún mantenía una ilusión de vida normal, algo parecido a su vida anterior. Algo parecido porque ya había perdido a sus amigas y a su novio al contarles cuál era su condición, que era una esclava con amo y era feliz así. Bueno, en realidad, todavía veía a una antigua amiga y a su ex, pero ya no de la misma manera que antes: ambos habían pedido a su amo poder usarla de vez en cuando y su amo pensó que sería una muy buena humillación.
Su amiga la usaba básicamente para humillarla. Siempre la había envidiado por su dinero y ahora se tomaba su venganza usándola de reposapiés frente al sofá, haciendo que la llevase encima con la perra a 4 patas u obligándola a comer comida de perro en un bol. También pidió al amo de la perra poder ordenarla que ropa podía usar en público y su amo decidió que aceptaría algunas de sus sugerencias, pero no la daría ese poder. Así, la perra, en público tenía que usar a menudo ropa muy pequeña, ajustada y de pésima calidad (siempre de los chinos o segunda mano), ropa interior vieja y agujereada (cuando llevaba) y complementos de imitación barata (plástico dorado sobre todo).
También su ex novio llamó a su amo para pedirle poder usar a la perra. El amo decidió invitarle de vez en cuando a sesiones de humillación, donde su ex la usaba sin miramientos y sin las delicadezas de cuando eran novios. En realidad, su ex no podía usar su coño, solo culo y boca, dos agujeros que la perra nunca le dejó usar cuando eran pareja.
Al mismo tiempo el amo iba puliendo la obediencia de la perra y enseñándola a ir cada vez un paso más allá en su entrega, en su humillación, en su conversión. Ni siquiera hizo falta forzarla en ningún momento, ella siempre obedecía, siempre estaba dispuesta y siempre sorprendía a su amo cuando este la probaba.
Mientras modelaba su mente, su amo también quiso modelar el cuerpo de la perra. Para ello, le hizo anillar pezones, labios vaginales y clítoris. Un tatuaje en el pubis, otro en el hombro y un último al final de la espalda la marcaban como perra. También le cambió la forma de maquillarse (mucho y de colores chillones), el corte pelo (muy corto, más cómodo) y sus hábitos de vida. Por ejemplo, ahora tenía que repasarse diariamente la depilación del vello púbico y otras partes del cuerpo.
Con ese cuerpo moldeado a gusto del amo y tras un año de entrenamiento, había llegado el momento de dar un paso más. Con el dinero que había conseguido vendiendo sus joyas y su coche y un dinero heredado, la perra había ahorrado una importante suma de dinero. EL amo decidió que la perra no necesitaba dinero pero que él no lo quería y tenía que invertirlo bien. Para ello, compró en su nombre un chalet muy apartado en una zona de la sierra poco explotada y que, sobre todo, tenía un fantástico sótano con muchas posibilidades.
Así, el amo preparó la casa para vivir allí con su perra, pero convertida esta definitivamente en perra, sin derechos como humana y entregada totalmente. Cuando se lo propuso, la perra no dejó de lamer a su amo y solo ladró una vez, que era su forma de decir "Si, mi Amo"