La nueva vida de la perra (2)

La perra rompe con sus lazos con su vida anterior. Humillación y dominación.

Nota: esta serie no es cronológica, solo son diferentes momentos de la educación de la perra. Apenas contiene sexo, solo humillaciones y dominación, espero no "decepcionar" a nadie. Habrá más.

La perra sabía que el día de hoy no solo iba a marcar su futuro como perra, sino que también iba a ser una despedida. Hoy se iba a despedir de buena parte de su vida anterior, de su anterior vida como humana. Hoy iba a dar el paso de abandonar su anteriormente plácida existencia como humana, como persona, como mujer, para convertirse en perra. Aún no estaba preparada para ser una perra 24/7 pero hoy lo estaría más cerca.

Ambos sabíamos que uno de los frenos para seguir con su conversión a perra era que aún tenía amigas de su vida anterior que aún no conocían su vida anterior. Amigas con las que le daba permiso a salir algunos fines de semana y comportarse como una chica normal. Aunque tuviese que cumplir ciertas órdenes, ellas no sabían cuál era la condición real de su "amiga".

Para "arreglar" ese problema, no me valía que ella se lo dijese. No pensaba perderme ese momento. Además, podía ser una situación perfecta para dar un paso más en su humillación. Por otra parte, yo quería que su ruptura con su vida anterior fuese radical, así que tenía que ser a mi manera.

Yo ya las conocía como "un amigo", así que ordené a mi perra que organizase una fiestecilla en su casa, aprovechando que se quedaba sola, y que solo invitase a sus amigas, pero avisándolas que pasaría por allí un rato a recoger unas cosas que me tenía que dar.

Fue un viernes. Ellas habían quedado a las 8. Cuando llegué yo, eran las 9 y ya llevaban unas cuantas cervezas. Noté a mi perra muy nerviosa. Incluso alguna amiga suya bromeaba con que si sería porque me iba a pasar por allí. Si hubiese sabido lo que iba a pasar

Cuando llevaba apenas 10 minutos allí, di a mi perra la señal "Ve a por eso que me tienes que dar". Ella, temblando como un flan se levantó y se fue a su habitación. Por el cambio me dijo "ven, acompáñame", tal como habíamos acordado.

Fui a su habitación, cerró la puerta y sin decir nada, cayó a 4 patas y se desnudó. La puse el collar de perra y la correa que ella había guardado y con un rotulador escribí en sus tetas "soy una perra". Estaba a punto de echarse a llorar de humillación, pero comprobé su coño y estaba empapado, a punto de chorrear.

Dejándola así, salí de dormitorio y volví al salón. Allí hice callar a todas (eran 5) y les dije: "XXX tiene algo que contaros. Algo que os va a sorprender. Incluso es posible que no os guste. Solo os pide que la dejéis contároslo y que no digáis nada hasta que acabe". Se quedaron de piedra y empezaron a preguntarme. Les dije que callasen, que para ella sería muy difícil y que la dejasen hablar. Las dejé alucinadas en los sofás y volví a la habitación de la perra. La cogí de la correa y tiré de ella. Se resistía, pero así es más divertido.

Cuando llegué al salón, solo salí yo y dije: "XXX ha tomado una decisión propia. Nadie la ha obligado y, aunque sabe que os va a sorprender, quiere contároslo". Volvieron a preguntar como locas y volví a hacerlas callar. En medio de un silencio sepulcral, tiré de la correa y la perra entró en el salón. La cara de sus amigas era alucinante.

Un tirón en la correa hizo que la perra comenzase a hablar: "Soy una perra. He elegido, quiero ser una perra. Quiero ser usada, vejada y humillado por mi amo. Track es mi amo y él ha querido que os lo cuente así, pero nadie me ha obligado. Me gusta mi nueva condición y no voy a dar marcha atrás. Sé que no lo vais a entender, pero ya me importa poco. Si queréis iros y no volver a saber nada más de mi, hacedlo. Si queréis saber cómo y porque, preguntad a mi amo. Pero por favor, no intentéis convencerme de que lo deje, no lo voy a hacer".

Las reacciones fueron: Dos comenzaron a insultarme a mí y a ella y se fueron directamente. Lo más suave que la llamaron fue zorra. Otras dos comenzaron a gritar a mi perra, a intentar convencerla. Ella no levantó la cabeza, pero supe que estaba llorando y encharcando su coño.

No se callaron ni cuando les dije que no iba a responder, que hablasen conmigo. A mí solo me gritaron.

La quinta estaba en estado de shock. No podía cerrar la boca de sorpresa. Las dos anteriores le dijeron que si se iba con ellas y noté su duda. En ese momento, lancé la caña: "Si alguna quiere saber más de la nueva vida de la perra, puede quedarse o escribir al correo de XXX, que controlo yo.". La dejé ir, sabía que por muy interesada que estuviese, no lo demostraría en ese momento.

Cuando se fueron todas, mi perra se derrumbó y lloró a moco tendido. Como no se había movido de la posición de 4 patas, aproveché para completar la escena y mientras lloraba su humillación, la amplié usando su culo para follármelo y bajarme el calentón que tenía.

Al finalizar, sabía que se había quedado sin amigas, que había roto uno de sus lazos más fuertes con su vida anterior, que cada vez estaba más cerca de ser mía.