La nueva vida de Esteban I

Cómo hago algo nuevo que me hace disfrutar como nunca y lo que me veré obligado a hacer como consecuencia.

Me llamo Esteban y vivo en Sevilla y a mis 23 años llevo un estilo de vida que me gusta. Estudio sin matarme porque tengo un puesto esperándome en la oficina de mi padre, así que procuro pasarlo tan bien como pueda, saliendo con mis colegas hasta la hora a la que el cuerpo aguante. Me mola viajar con mis amigos y disfrutar de algunos días de veranito en Ibiza, Cerdeña o Zahara, o en invierno ir a esquiar a Sierra Nevada o Austria. T

Soy un tío bastante guapete, todo el mundo me lo dice, moreno, ojos verdes y de alrededor de 1’85 de altura. Hago bastante deporte, de modo que tengo un cuerpo bastante llamativo, trabajado en el gym desde hace años, dejándome buenos pectorales, brazos y abdominales, además juego al fútbol con los colegas bastante a menudo, lo que me deja unas piernas fuertes. Pero lo que más me gusta de mí es mi sonrisa y mis oyuelos. He notado que a más de una se le mojaba el tanga cuando le echaba todo mi encanto.

Tengo una novia, Lucía, una pibón de tía que me da todo lo que quiero, pero de todas formas es bastante remilgada a la hora de follar. Me cuesta días convencerla para que me la chupe, y ya que me deje metérsela por el culo, ni hablar. Y si está de vacaciones… ya nada de nada.

Aquella noche en el gym estoy bastante jodido porque entre el calor y que Lucía está en la playa con sus padres ya me empiezan a doler los huevos. Estoy tentado de ir al servicio y hacerme una paja en una de las cabinas, al fin y al cabo son ya las 10 y media y sólo quedan unos cuantos tíos ya. Pero logro controlarme y el estado de mi polla no ha pasado de morcillona. Levanto la cabeza para secarme el sudor de la frente con la mano. Entonces veo que Felipe ya se va, pero un segundo antes de salir por la puerta junto con otros tres gorilas como él, vuelve la cabeza para mirarme.

Felipe es un brasileño que alquiló un piso a un tío mío, para después dejarlo tirao e irse al piso de al lado. Desde luego a mí me hizo un favor, porque desde entonces mi tío me da un dinero para enseñar el piso a posibles alquilados, y además lo tengo de picadero cada vez que surja. Me fastidió bastante cuando lo empecé a ver por mi gimnasio, que ni siquiera está cerca de su casa. A partir de entonces lo veo cuando voy al piso de mi tío y ahora por allí. Siempre me saluda educadamente e incluso me pregunta cómo está mi tío, pero no hay manera: no me cae bien, y quizás ese es el único motivo por el que conozco su nombre. El nota es más bajito que yo, pero está el doble de petao, todo en él son músculos y junto con los colegas con los que se junta forman un grupito que da miedo.

Una vez que se han ido estos capullos sólo queda un tío mas o menos de mi edad, rubito y bastante delgado. Pero al poco veo que también se va y entra en los vestuarios. Sigo con mis ejercicios intentando evitar la presión que hay en mis huevos e intento distraerme pensando en otras cosas: que esta noche voy a salir con Óscar, Fran y Luis, amigos de toda la vida. Iremos a la discoteca y allí habrá bastantes tías con ganas. Ya han sido varias veces que me he follado a otras y he sabido mantenerlo con discreción, al fin y al cabo los únicos que lo han sabido han sido mis tres colegas, que son tan golfos como yo. Vuelvo a notar la presión en los huevos. “ Esta noche follo ”, confirmándomelo a mí mismo.

Cuando me doy cuenta ya es bastante tarde. Me extraña que Mateo, el monitor, no haya venido a meterme prisa porque el gimnasio cierra a las 11 y siempre tiene prisa por irse. Dejo las barras y voy al vestuario para darme una ducha rápida. Escucho que alguien se está duchando, así que imagino que es Mateo que se está regocijando bajo la ducha. Me despeloto y me toco la polla para comprobar que todo está bien rasuradito para esta noche. Cuando levanto la vista me encuentro el espectáculo.

Mateo, militar, tela de macho, que se come a todas las tías que andan por el gimnasio. Él tiene de rodillas al chaval rubio que salió antes. El maricón está chupando la polla de Mateo con bastante ansia, como si le fuera la vida en ello. Le lame el capullo, los huevos y se la traga entera como sólo lo había visto hacer en las películas. Mientras el cabrón de Mateo lo sujeta de la cabeza para asegurarse que le llega a la garganta. Los dos tienen los ojos cerrados y no me ven, ni me han oído con el ruido de la ducha. Entonces siento que se me pone dura.

Todo pasa muy rápido. Mateo le saca al rubio la polla de la boca de golpe y le da un empujón que lo hace caer de espaldas a la pared y él abre los ojos y veo que me mira. Pero no le da tiempo a reaccionar porque ya Mateo se ha puesto de espaldas a mí, mostrándome un culo depilado y fuerte, y le hunde de golpe su rabo hasta la traquea. Lo agarra de los pelos y empieza a follarle la boca sin compasión. El rubio sigue mirándome y veo la satisfacción que hay en sus ojos. Eso es lo que me hace reaccionar y salir de las duchas a toda leche. Me pongo los pantalones y los zapatos todo lo rápido que puedo y cuando salgo de ahí aun me estoy poniendo la camiseta. Dejo atrás a esos dos maricones y bastante confusión.

En mi casa me ducho, me visto y como algo ligero sin poder borrar el recuerdo de lo que vi. Mientras espero la hora de salir sigo comiéndome la cabeza: “ No me lo puedo creer de Mateo. Si liga un huevo ” Me llega la imagen del rubio recreándose con la polla de Mateo. “ Aunque el cabrón tiene que comerla de arte ” Rápidamente me pongo de pie asqueado por ese pensamiento. Y me dispongo a salir al encuentro de mis amigos.

En la discoteca las copas se acaban cada vez más rápido y si encima he comido poco, no tardo en notar cómo se me va la cabeza. He salido con la idea de follarme a una tía, pero cada vez que me pongo guarro veo al rubio mamón. Ya he visto a una que no paró de mirarme de reojo desde el primer repaso que le eché. Morena, bajita con sus curvas y una boca de chupapollas que me la pone gorda. Está aún más borracha que yo y con la mirada perdida repara en mí de vez en cuando para sonreir con cara de puta. Se acerca más y me dice algo que no alcanzo oír por la música del local, pero tampoco es que me importe, la tía lo dice todo por su forma de moverse y cogerme del brazo. Óscar, Luis y Fran ya han pillado carnaza, así que me puedo dedicar a ella en cuerpo y alma. Al poco la tengo restregando su culo por mi paquete y yo la rodeo con uno de mis brazos. Siendo tan bajita, mientras que bailotea de espaldas a mí para ponerme cachondo puedo verle perfectamente esas tetas grandes y empitonadas y me empalmo pensando que dentro de poco se las estaré comiendo. Aparto la mirada un momento de esas brevas para acercarme el vaso a la boca. Entonces lo veo. Es Felipe.

Le saludo con la cabeza y al momento me quedo pillado porque a fin de cuentas él no me ha saludado. Pero aún me jode más el hecho de que no me devuelve el saludo, está ahí plantado sin dejar de sonreír rodeado de los gorilas de sus amigos.

Cojo a la tía del brazo y le digo al oído que me acompañe. Asiente con la cabeza. “ Con ésta voy a olvidar enseguida al subnormal ese ” Pero para mayor frustración sus amigas, dos tías tela de feas a los que ningún tío se ha molestado en mirar, acuden a su rescate. Intentan llevársela de mi lado y mis intentos de interponerme no dan resultado, y con toda la caraja me “ofrezco” a follármelas a las tres. Me río y vuelven al rincón de donde salieron, arrastrando a su amiga, y con cara de ofendidas, aunque estoy seguro de que si les ofreciera mis servicios a cada una de ellas de forma independiente sí que aceptarían.

Vencido y muy cachondo, me dispongo a entrarle a otra tía. Una pelirroja que me mira con ojos cañeros. Pero Óscar viene hacia mí y me lo chafa todo. Tiene una papa que no se aguanta en pie, no sé qué habrá sido de la tía con la que estaba ni de los otros dos cabrones, pero el caso es que no tengo que ocuparme de él. Lo llevo al servicio a cuestas y le echo agua en la cara, entonces se desploma por los suelos. Yo he bebido también demasiado y no encuentro fuerzas para levantarlo, más bien tropiezo un par de veces al intentarlo. Mando un sms a Luis y a Fran para que vengan a ayudarme, aunque sé que o no lo miran o estarán tan “ocupados” que pasarán. Siento que mi cabeza también se va, cuando un nota se ofrece para ayudarme. Juntos lo levantamos y caigo en la cuenta de que no hay mas remedio que irse o “ ¿dónde dejo a éste? ” Sorteamos todo el gentío que hay en la disco y al salir puedo notar el aire fresco que da en mi cara y que agradezco. Comprendo que a partir de ahora Óscar es sólo asunto mío, así que voy a darle las gracias y por primera vez me fijo en su cara. Es el rubio del gimnasio. Lo único que se me ocurre es hacer como si no lo conociese y usar la borrachera que llevo en lo alto como excusa.

- Muchas gracias tío. Ya te puedes ir, yo lo llevo a su casa.

- ¿Vais a coger un taxi?

- Que va. Lo he fundido todo en las copas y mi amigo también, así que me toca cargar con él.

- Venga ya. Tu sólo no puedes. Yo te ayudo.

- No, no… de verdad... si vive aquí cerca… me pilla al lado - La verdad es que ninguno de nosotros vivimos cerca y no sabía cómo íbamos a llegar, pero tenía que desacerme de él.

- He traído coche, y milagrosamente lo he aparcado aquí cerca. Y no te preocupes porque yo no bebo. Así que no hay ningún problema.

Qué pasaba por la cabeza de ese tío. ¿Sabe quién soy yo? ¿O se ofrece así como así para llevar a tíos borrachos a casa? Entonces pensé que esto no sería una opción muy rara. “ Pero si sabe quien soy, entonces sabrá que lo estuve mirando mientras se la comía al monitor. ¿Espera chupármela a mi también? ” En ese instante mi polla se movió y yo acepté que nos llevara.

Óscar estaba dormido en el asiento trasero y él se presentó. Julián era muy delgado y vestía muy pijo. Hasta ese momento no me había fijado bien en él. Rubio, tan delgado, blanquito, con boquita resultona… “ Es uno de esos que se visten de tía y no te das cuenta de que es un hombre hasta que al quitarle las bragas te llevas la sorpresita ” Sin embargo una vez en el coche, viendo más cerca el momento, noto que no lo tengo claro, a pesar de las ganas de meterla en caliente. Sólo rompemos el silencio cuando yo le indico por dónde ir. Consigo hacerlo bien aunque también yo me encuentro mareado y bastante confundido. Sé que dejarme que me la chupe un tío es de maricón y jamás he tenido ni la intención ni las ganas de hacer lo más mínimo con un hombre.

Llegamos al portal de Óscar. Lo despertamos y, aunque igual de borracho, parece más sensato que cuando salimos de la disco, pero no se da cuenta ni de la presencia de Julián. Abro la puerta y pongo las llaves en la mano.

- Tío, tienes que subir solo. Son las cinco de la mañana, no es cosa de que entre en tu casa.

Óscar sólo asiente y decidido va hacia el ascensor sin despedirse. “ Ya mañana me dirá si llegó a sucama ” Julián y yo nos quedamos solos. Lo miro y él me sonríe con la misma cara que la morena tetona y la pelirroja cañera de la disco.

- Adiós - digo sin pensarlo y comienzo a andar hacia mi casa.

- Espera hombre. ¿No quieres que te lleve?

Había cambiado el tono de su voz. Ahora es meloso y se nota que quiere algo. Yo me paro y lo miro.

- Paso de maricones - aunque sé que no lo digo con convicción.

- ¿De verdad? Pues no se nota - Yo esperaba que le hubiese jodido el comentario y se hubiera ido. Así yo podría haber seguido mi camino hacia mi casa. Tumbarme en mi cama y hacerme una paja para que se me quitasen todas las tonterías de encima. Pero más que ofendido parecía divertido- Si me parece que tu lo necesitas más que yo, porque yo ya he comido hoy ¿Cuánto hace que no te la comen?

El muy marica no se andaba por las ramas y me quedé descolocado, mirándolo con la boca abierta. Se pone frente a mi y estoy a punto de darle una ostia, cuando empieza a sobarme el paquete con la mano. Como un acto reflejo me aparto de un salto hacia atrás y mi espalda choca contra el edificio de la casa de Óscar. Pero Julián no separa su mano de mi paquete y mi polla parece responder. Si estuviera sereno le habría dado ya una paliza, pero sé que me apetece y me dejo. Se agacha frente a mi y por encima del pantalón empieza a chupar mi paquete. Siento que los bóxer me van a reventar. Quiero que me la saque y se la coma. Como se la comía a Mateo. Y lo va a hacer en medio de la calle. Cierro los ojos y me quito el botón de los pantalones, ya dispuesto. Pero para confundirme más, él se levanta con cara de susto.

- ¿Qué haces? Aquí no - Me jode su reacción pero comprende que tiene razón. A esta hora no hay nadie en la calle, pero si nosotros hemos pasado…

- ¿Dónde?

- En mi coche. Ven - Mi desilusión es clara. Odio hacerlo en los coches. Estaban bien para un calentón antes de que… ¡Joder, claro!

- Podemos ir a un sitio más cómodo. Ahí estaremos mejor.

- ¿No hay nadie? - Su mirada se iluminó.

- Que va. Es una casa vacía. Esperando que la alquilen.

En su coche él no deja de tocarme el paquete. Tienes más ganas que yo, el cabrón. “ Mas le vale que valga la pena ” Me apetecería coger yo el volante y que empezara a chupármela ya. “ Pero no falta mucho. A ver cómo es

Desde que aparcamos el coche y llegamos a la casa el tío se corta, pero es abrir el portal y llamar al ascensor cuando se echa encima de mi paquete como un lobo. En un momento me desabrocha el pantalón y empieza a chuparme el bóxer sobre mis huevos y mi polla que ya ha llegado a sus 20 cm. Dentro del ascensor intenta besarme y yo lo aparto “ Eso sí que no. Yo sólo quiero una buena mamada ”. Pero como si no hubiese pasado nada se agacha y sigue con su trabajo. Yo quiero que se meta mi cipote en la boca de una puta vez, pero cada vez que voy a bajarme el bóxer él aparta mis manos y sigue babeándolo.

El ascensor se para en el último piso. Yo voy sujetándome los pantalones para que no se me caigan y en el rellano me dispongo a abrir la puerta. Pero el muy guarro no puede esperar… y yo me dejo encantado. Por fin noto que se libera mi polla y que sale disparada. Cierro los ojos, porque me cuesta imaginarme a un tío haciéndome eso. Él la agarra y empieza a  hacerme una paja. Eso me desespera y lo cojo de la cabeza para metérsela en la boca a la fuerza. El muy cabrón lo hace mejor que cualquier tía que me la haya comido. Aprieta sus labios, rodeando mi miembro, y los desliza para arriba y para abajo. Noto su lengua recorriéndola. Saborea mi capullo y la punta. Primero lo hace despacito y me hace sentir cada movimiento de su boca. Pero de repente noto que se la traga entera y empieza un vaivén que va aumentando en velocidad poco a poco. Abro los ojos porque tengo la necesidad de verlo con su boca ensartada por mi cipote. La situación me da tela de morbo. Me olvido de momento de las llaves, la coloco contra la pared del rellano y empiezo a bombearle la boca, tal como vi que lo hacía Mateo. La brusquedad parece que le anima aún más. Entonces escucho como el ascensor vuelve a bajar al bajo. Serán las cinco y media. ¿Quién es a esta hora?

Entonces todo pasa muy rápido. Con los pantalones por las rodillas y este mariconazo enchufado a mi rabo es imposible sacar las llaves del bolsillo. Ya se pasa de vicioso, porque no parece darse cuenta de la situación. ¡Y el ascensor ya está subiendo! Intento apartarlo con fuerza pero la nenaza esta debe creerse que estoy jugando y agarra mi culo para atraerme hacia él. Es en ese momento cuando pierdo el equilibrio y me caigo al suelo. Noto como los dientes de Julián se clavan en mi polla y después como mi culo se estampa contra el suelo. Levanto la cabeza y lo veo de rodillas con los ojos tan abiertos como su boca y la baba cayéndole de ella. Está asustado y es que acaba de darse cuenta de que el ascensor se ha parado en la planta en la que estamos nosotros. Me levanto como puedo y me subo un poco los pantalones lo suficiente como para poder andar. Julián hace lo mismo y me mira sin saber qué hacer. Subimos las escaleras que dan a la azotea, dando la espalda al ascensor, que se está abriendo. Por suerte la puerta de la azotea lleva un tiempo rota y los vecinos no se preocupan en arreglarla, así que salimos a ella. “ Ha sido un buen susto ”. Veo que Julián está apoyado en la pared y que se deja caer al suelo como si sus piernas no lo aguantasen. Lo miro cabreado. Casi nos pillan por su culpa. Pero paso, no puedo gritarle, además parece que el corazón le ha dado un vuelco.

Sea quien sea ya debe haber entrado en su casa y yo estoy aun con la polla fuera. El susto ha sido grande pero no ha dado tiempo para que se desinfle. Así que con un calentón de la ostia, decido cual será el “castigo” de Julián. Se la vuelvo a meter en la boca, cogiéndolo de sorpresa esta vez. Al principio no parece que esté muy de acuerdo, pero veo que al poco acaba disfrutándolo. El estar en la terraza me termina de poner aún más burro. Agarro su nuca y le atraigo hacia mí para que trague más. Siento que su nariz se hunde en mi pubis y que mis huevos chocan con su barbilla, pero sigo presionándolo. Quiero que se ahogue con mi polla dentro. Dejo de presionar y se aparta de mi polla tosiendo. Las babas caen por la comisura de su boca y me mira directamente a los ojos. “ ¡Quiere más! ” Le vuelvo a meter la polla de golpe y noto su garganta abierta, como una perfecta anfitriona. Tras unos segundos empieza a resistirse, se está asfixiando. Lo dejo un poco para después dejarlo libre. Y cada vez que se lo hago el muy cabrón me sigue pidiendo más con la mirada.

Le saco la polla de la boca y él me mira con cara de pena. Me siento en el suelo y echo la polla sobre mi barriga, enseñándole mis huevos. Él comprende y empieza a comérselos. Los recorre con su lengua e incluso se los mete en la boca. Pero al momento vuelve a mi rabo. “ Se nota con que disfruta más la muy zorra ” Alterno. Le follo la boca y después dejo que él la chupe solo.

- ¿Te gusta? - Le digo- ¿Te gusta mi polla?

- Mencanjta - logra decir sin sacarse mi cipote de esa boca de puta.

Y entonces se me ocurre.

- ¿Me corro en tu boca?

Sólo de pensarlo me pongo más caliente. Un par de veces he conseguido que lo hiciera alguna tía, pero siempre con asco. Inmediatamente escupían y se limpiaban la boca. Lucía siempre se había negado.

Julián se limpia las babas de la boca con su camiseta y me sonríe. “ Que puta es

- Fóllame antes.

-          Ni de coña- Por primera vez desde hace tiempo me noto despejado y sereno. “ No quiero ni verle el culo. Sólo de pensarlo me da asco ” No tengo ninguna duda al respecto. Por un momento él parece molesto, pero en seguida me mira esperanzado.

- Pues dame un beso.

Esta vez no soy tan rápido a la hora de responder. No quiero hacerlo. Pero es lo segundo a lo que le digo que no. Y por experiencia sé que hay que andarse con cuidado.

- Mira, a mí eso no me va. Hemos venido aquí para que me la comas. Paso de lo demás.

Entonces me mira suplicante e insiste. Lo hace una y otra vez. Al principio niego con una sonrisa, pero me está poniendo nervioso porque me repugna el pensarlo, y quiero que siga chupando.

- ¡Qué no, joder! ¡Cómetela! - Elevo la voz mientras me agarro la polla y se la acerco a la boca. Se que cuando me pongo borde se derrite, así que pruebo suerte.

Él la agarra y pasa su lengua por la punta. Creo que va a continuar y me relajo esperando más, pero entonces lo deja y vuelve a pedirme un beso.

Me pongo de pie y lo agarro por la nuca para metérsela a la fuerza. Pero esta vez noto resistencia verdadera y sigue pidiéndolo. En todo momento lo hace con una voz dulce, a pesar de que yo ya me estoy poniendo violento. Me vuelvo a sentar en el suelo. Necesito que me la chupe ya. Entonces empiezo a dudar.

- Venga - digo diciéndole con la mano que se acerque. No creo que sea capaz de buscar su boca yo mismo.

Es rápido y seguro. Se abalanza sobre mi presionando su boca con la mía. Noto sus labios calientes y su lengua, que quiere abrirse camino hacia la mía. Sólo me parece  extraño el notar su piel afeitada sobre la mía.

Dura un par de segundos pero creo que ya es suficiente. Sin embargo no me ha parecido desagradable. Tras separarse de mí, me sonríe y vuelve a besarme. Esta vez me cuesta menos aceptarlo. Dejo que su lengua entre en mi boca e incluso hago que se rocen las dos. Me pone el pensar que en su saliva está el sabor de mi polla.

Cuando lo deja se agacha nuevamente y vuelve a chuparme el rabo como sólo él lo ha hecho. Aprieta los labios y  hunde su cabeza en mi abdomen. La traga hasta el fondo una y otra vez. Yo cierro los ojos y echo mi cabeza hacia atrás.  Lo dejo hacer. Es un maestro. Después de un rato, siento que estoy llegando a la cima del placer. Le hundo la cabeza cuando noto que me voy a correr y se la dejo así mientras me corro. Noto cada uno de los trallazos de leche que suelta mi polla y que van directos a la garganta de Julián. Siento que un poco le escurre de la comisura de los labios y que caen sobre mis huevos y mi pubis.  Cuando se saca mi rabo sigue lamiendo para recoger los restos que no ha conseguido tragarse. Yo la sigo teniendo como un mástil, y él deja hilos de babas que la unen su boca.

Me he quedado tan relajado como hacía tiempo que no lo estaba.

- De puta madre - Es lo único que puedo decir.

- ¡¡¡Qué bien que te haya gustado!!! - Dice una voz a mi izquierda.

El susto que me llevo no puede describirse. Me vuelvo de un brinco apartando a Julián, que está igual de sorprendido que yo. Flexiono mis piernas para cubrirme y me llevo también las manos ahí, al tiempo que levanto la mirada.

Felipe sonríe desde la puerta, abierta la puerta de par en par. Caigo en la cuenta de que él era el del ascensor. Nos vio o nos oyó subir por las escaleras y yo ni me preocupé. Recuerdo ver la puerta entornada, pero pronto la perdí de vista e incluso le di la espalda. Lo ha visto todo. Hemos representado un show para él.

Pero hay más. En su mano tiene un móvil y nos está enfocando. Va de Julián a mí… y a mi entrepierna.

Siento que algo muy frio cae sobre mí.