La nueva secretaria-La putita nueva del jefe
Me acomodo en mi escritorio, se me informo que seré la secretaria del Sr. Fernández, uno de los socios de la compañía, estoy arreglando mi espacio cuando veo entrar a un hombre maduro, de unos 40-45 años le calculo.
Como vive su primer día de trabajo una joven de 21 años al encontrarse con su jefe.
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Hoy es mi primer día en mi primer trabajo. Estoy tan emocionada y nerviosa, espero no equivocarme o cometer muchos errores, necesito este trabajo, las cosas no van bien en casa, mis padres, a pesar de que solo somos nosotros tres ya que mis otros hermanos ya están casados, no pueden con los gastos y cada vez es peor.
Para que me conozcas mejor me llamo Renata, tengo 21 años y hoy es mi primer día como secretaria de una compañía de seguros, no es gran cosa pero de eso a nada; llego puntal, estoy entrando a las oficinas y me topo a Susana, la otra secretaria, obvio me siento intimidada, ella tiene más tiempo aquí y se nota por su forma de moverse, me explica cómo funcionan las cosas, donde van cada archivo, el orden en que están, la agenda de clientes, etc, etc. Me desespera como me habla, como si estuviera tonta o algo así, que cree ¿que en verdad no sé cómo prender una jodida computadora? Pero me reservo todo, ya vera cuando este en pleno funcionamiento y vera que no soy la tonta que ella cree.
Me acomodo en mi escritorio, se me informo que seré la secretaria del Sr. Fernández, uno de los socios de la compañía, estoy arreglando mi espacio cuando veo entrar a un hombre maduro, de unos 40-45 años le calculo, lo que realmente me deja impactada es lo atractivo que es, cabello corto pero no rapa, negro, cejas pobladas, no puedo decir el color de sus ojos, pero tiene en su rostro esas expresiones duras, de hombre vivido.
¡Mierda! Se acerca a mi escritorio, siento mi corazón latiendo a mil por hora, no sé dónde poner ni mis ojos ni mis manos, ¡Dios! Estoy temblando que pena. Escucho una garganta raspar, levanto mi rostro poco a poco.
“Buenos días, usted debe ser la Srta. Jiménez, ¿no es así? Soy el Sr. Fernández, su jefe”
Me quedo muda por unos segundos viendo sus ojos negros, son tan profundos que me dan miedo, parece esas miradas que te dicen –Ni te imaginas lo que he visto en mi vida- .
“B-buenos días Sr. Fernández, así es yo soy la Srta. Jiménez, aunque prefiero Renata si no le molesta”
¡Oh Mi Dios! Sonríe, me está dando una sonrisa de esas que matan, tiene unos labios carnosos y dientes blancos, realmente no sé porque está sonriendo pero me siento tan especial pensar que yo provoque esa sonrisa que no puedo evitar regresársela.
“Muy bien Srta. Jiménez para sus compañeros será Renata pero para mí y para usted seguiremos siendo Sr. Fernández y Srta. Jiménez, entendido”
Mierda, no sé a qué viene eso, pero ahora que noto bien su sonrisa me doy cuenta que está apretando el rostro, como si le costara mucho ese gesto. Recupero el aliento y hago todo lo posible por mantener mi rostro lo menos afectado posible.
“Entendido Sr. Fernández, como usted guste”
Su mirada cambia en un segundo, si antes era negra, ahora es completamente oscura y la sonrisa forzada ha desaparecido por completo, creo que estoy en problemas, pensé que mi respuesta le gustaría, pero me doy cuenta de que no es así.
“Así me gusta”
No sé qué me pasa pero la forma en que lo dice, con su voz ronca y profunda, como si fuera un secreto, hace que un calor invada el centro entre mis piernas, me remuevo en mi silla y veo como su mirada baja a mi regazo. Sus ojos regresan a los míos, se aleja de mi escritorio y entra a su oficina, siento como la tensión de tenerlo cerca va desapareciendo.
Durante el resto del día me he mantenido ocupada con Susana, ella me ha estado explicando todo, pasó por paso, ahora es hora del almuerzo, no he visto para nada al Sr. Fernández y eso me ha ayudado a relajarme. Se me acerca un chico más o menos de mi edad, blanco con cabello castaño, algo guapo.
“Hola, tu eres la chica nueva verdad, espero y tu si dures porque con el Sr. Fernández las secretarias salen huyendo en menos de 3 días”
Me regala una sonrisa y no sé si ese es su intento de hacerme sentir más cómoda y coquetear o realmente intenta asustarme.
“Joel, ¿tratas de asustar a mi nueva secretaria o solo te la quieres llevar a la cama con ese tonto intento de ser gracioso?”
¡Carajo! Mi jefe escucho todo y nosotros ni en cuenta, lo bueno que no me dio oportunidad de hablar, lo más seguro es que lo arruinaría aún más.
“Disculpe Sr. Fernández, y-yo solo intentaba entablar conversación con la chica nueva…”
“RENATA, su nombre es Renata, Joel, y deja eso de “chica nueva” no estás en el colegio”
Durante todo esto yo me mantengo aparte, sinceramente no quiero que mi nuevo jefe se moleste conmigo, necesito este trabajo más que respirar, bueno no tanto.
“Srta. Jiménez a mi oficina”
Mierda ya me cargo el payaso. Miro nerviosa hacia el tal Joel, tomo la Tablet y me dirijo hacia la oficina del Sr. Fernández. Al entrar me toma por sorpresa de los brazos, cierra la puerta, me recarga en ella con él tan pegado en mí que siento su respiración en mi cara y el olor a su colonia inundar mis fosas nasales.
“A ver Srta. Jiménez, el primer día y ¿ya está de puta con el mensajero de la empresa? ¿Tan necesitada esta de un buen revolcón?”
¿Qué? Pero que le pasa a este hombre, sin pensarlo le respondo
“¿Pero que mierda se cree usted para hablarme así? Yo no le he dado ningún motivo, o ¿Acaso me escucho a mí decir algo o hacer algo? No le aseguro que no”
A pesar de querer parecer ofendida, no te puedo negar que tenerlo así contra mi cuerpo me está poniendo más cachonda que una golfa en plena corrida.
“No olvides que yo soy el jefe, que este es tu primer día y que si no te portas linda conmigo será el último”
Trago saliva. ¡Dios! Como me pone que me hable con esa autoridad, como “todo poderoso”, no me queda más que asentir, entonces sus manos dejan de apretar mis brazos y los va acariciando hacia abajo, hasta llegar a mis caderas, las aprieta y re-pega su entrepierna justo en ese lugar que tan caliente esta. No puedo evitar gemir, se siente tan bien, me siento tan hambrienta quiero que me tumbe sobre el escritorio suba mi falda, me arranque la tanga y me la meta de una sola estocada.
“¿Te gusta? ¿Quieres que te folle como una guarra?”
“Oh Dios Mío, si por favor”
“Mmm, me gusta como suplicas, pídemelo de nuevo, pero ahora no se te olvide llamarme Sr. Fernández”
“Por favor Sr. Fernández fólleme, tómeme como su putita y haga con mi cuerpo lo que le venga en gana, perofólleme”
Me he puesto tan caliente, no me importa que me doble la edad, que sea mi jefe, pero sobre todo que no tengo ni un día de conocerlo y ya quiero que me abra de piernas me meta esa polla que tanto se le marca sobre su pantalón sastre.
Me acaricia las caderas, recorre sus manos hacia mis nalgas y las aprieta, entierra su cara en mi cuello y gime, sus manos van hacia el doblez de mi falda y poco a poco la va subiendo. No puedo evitar gemir al sentir sus dedos tocar el calor de mi piel súper sensible, cubre mis nalgas con sus manos, pero ahora no hay tela de por medio, como ya te dije traigo puesta una tanga de hilo, así que no hay nada de tela en esa parte. Besa mi cuello, pasa la lengua despacio hacia mi oreja y muerde justo debajo de esta.
“Mmmm, muy bien Srta. Jiménez ahora nos vamos entendiendo, tú de ahora en adelante serás mi putita, te follare, te cogeré, MIERDA! Te sodomizare como se me venga en gana y tú lo aceptaras todo, pero sobre todas las cosas, tu serás solo mía, no te quiero de puta con nadie más, solo serás mi putita, entendido”
“S-si Sr. Fernández, seré su putita, de ahora en adelante solo usted entrara en mi coño, en mi culo y en mi boca, solo usted”
Se aleja de mí unos centímetros y me besa, siento su lengua cálida y exigente dentro de mí, me quiere tragar viva, me toma las tetas en sus manos y las estruje, los dos gemimos en la boca del otro, me toma y me avienta sobre un sofá, se acerca a mí y comienza a besarme la cara interna de mis muslos, cada vez más cerca del centro de mi deseo, con su lengua acaricia mi tanga y con sus dedos la va recorriendo hacia un lado.
“Depilada, como me gusta”
Escucho el rasgar de mi pobre ropa interior y de repente lo tengo ahí, comiéndome el coño así como segundos antes me comía la boca.
“Ohh ohh mierda mierda Sr. Férnaaaandddeezz, ooohhh”
“SI, grita, quiero que todos se enteren de lo puta que eres, que en tu primer día ya te estas cogiendo al jefe”
En lo que él se come mi coño yo me abro la blusa, saco mis senos y pellizco mis pezones, cada vez su lengua es más insistente, la mete la saca, recorre las paredes internas de mi vagina, chupa mi clítoris
“OOHH!! YAAAAA SR. FERNÁNDEZZZZZ!”
Y me vengo, un orgasmo como nunca he sentido y solo con su boca en un lugar muy íntimo de mi cuerpo. Después de unos segundo de estarse bebiendo mis jugos, levanta el rostro y escala mi cuerpo como si se tratara de un puma cazando a su presa. Toma en su boca uno de mis pechos, sus ojos siempre mirando dentro de los míos, me estremezco, quiero más, quiero que me folle. Me ha de leer el pensamiento porque escucho el cierre de su pantalón bajar y su otra mano encajando un dedo dentro de mi coño; se endereza y me la mete justo en el momento en el que engancha uno de mis pezones con sus dientes y lo jala, me duele pero al mismo tiempo me recorre una ráfaga de placer por todo el cuerpo.
Me comienza a follar como un animal en celo, escucho sus jadeos como si de un perro se tratara, en lo que yo no puedo para de gemir, me bombea, estruje mi cuerpo con sus manos y de repente un orgasmo desgarrados invade mi cuerpo cuando clava su polla tan profundo que la siento encajada en mi matriz y no quiero que salga más de ahí.
“Oh nena me voy a venir”
“Mmmm papi vente en mi boca quiero probar tu lechita calientita”
Saca su polla de mi coño y se comienza a masturbar sobre mi rostro y una ráfaga de leche caliente baña mi rostro y mis tetas, con mis dedos desparramo su leche y tomo un poco para probarlo.
“Ahhh ten putita, ten mi leche, traga guarra traga aaahhh…!”
“Mmmm Sr. Fernández creo que voy a estar feliz de trabajar para usted”